Al fin un día libre luego de su mudanza a Nara, él y Midousuji se quedaron acostados en esa cama hasta tarde, eran las 11 a.m. y Onoda ya había despertado, pero no quería levantarse, se quedó observando a su prometido, quien seguía durmiendo plácidamente, sonrió al pensar en todo lo que se ha esforzado, y lo mejor de todo es que rindió frutos en el Tour de France, está tan orgulloso de él y de lo que ha logrado.

Midousuji de repente volteó su cuerpo quedando de frente a él, pudo notar sus ojeras más pronunciadas de lo normal, y su expresión relajada, acercó su mano a la cara de él y tocó con cuidado, no quería despertarlo, pero no aguantó mirarlo sin tocar la suave piel de su rostro, se sonrojó pues se le cruzó por la cabeza que parecía un acosador, quitó su mano de ahí y suspiró.

Sonrió una vez más al mirarlo, pensó en si la vida seguiría siendo así, a su lado a pesar de todo, a pesar de las pequeñas peleas, de no tener tiempo para estar juntos, de las citas después del trabajo con destino a ningún lugar en particular, de los platos sucios y los rincones de la casa llenos de polvo. Aún así, ama esa vida junto a él. Junto a ese hombre que con sus acciones siempre le hace sentir especial, aquel al que ama ver comer, estornudar, reírse o enojarse, aquel al que ama ver relajado, viendo entusiasmado algún anime de mechas, otras veces sonrojado por sus muestras de afecto, y otras más durmiendo como ahora. Le ama tanto que ya no se imagina una vida sin él y fantasea con estar para siempre a su lado, desea envejecer junto a Midousuji.

Tocó de nuevo su cara y le besó sin poder aguantarse, Midousuji perezoso abrió los ojos, observó a Onoda, quien está sonrojado por verse descubierto, sonrió por su tonta reacción y le abrazó cerrando otra vez sus ojos.

—Deja de atacarme cuando estoy dormido —dijo con una voz bastante cansada.

—Perdón, Akira... —se disculpó avergonzado.

—Kimoimichi, ven, dame uno antes de que me duerma. —Onoda obedeció plantando un beso en sus labios, Midousuji correspondió hasta que se quedó dormido a la mitad.

El escalador rio suave temiendo volver a despertarlo, él también cerró sus ojos y durmió.