«¿Que es ese olor tan desagradable?», pensó Midousuji asqueado al sentir el aroma del nuevo perfume de Onoda, este le mira como esperando una opinión de él, seguro lo compro para el trabajo, puesto que se lo acaba de colocar minutos antes de irse. Debe ser una marca extranjera y por eso huele tan fuerte, no es como que le quedara mal, solo es asqueroso, tan asqueroso, le hace brillar el doble, tan atractivo a sus ojos, y adictivo para su nariz.
—¿Qué opinas, Akira? —preguntó Onoda entusiasmado.
—Está... Bien... —respondió volteando la cabeza a un lado.
—¿De verdad?
—Kimo, claro que sí.
—Ah, que alivio, pensé que elegí mal, el olor es más fuerte de lo que pensé y...
—Si piensas así deberías elegir otro.
—Pero, dijiste que estaba bien.
—¡Kimo! Lo sé, eres asqueroso. En fin, no me agrada mucho la idea de que vayas con ese perfume al trabajo —dijo con sinceridad y las mejillas sonrojadas.
—¿Es muy fuerte?¿Me queda mal?
—No te queda mal, Ahomichi. —Le tomó de la cintura sorprendiéndole.
—Entonces...
—Te ves asqueroso, brillas más y... agh olvídalo, es una tontería. —Onoda se sonrojó ante sus palabras y tomó a Midousuji de las mejillas.
—Yo solo te miro a ti, Akira —aclaró sonriéndole.
—Kimo... lo sé —susurró frunciendo el ceño, se sintió avergonzado por su comportamiento.
—Te quiero.
Midousuji le besó como respuesta, un beso suave y reconfortante para ambos luego de tanto trabajo, el todo terreno sin avisar alzó a Onoda y este no tuvo más remedio que entrelazar sus piernas a la cintura de Akira y sujetarse bien de su cuello en un abrazo.
—Akira... —le nombró mirándole a los ojos.
—¿Tienes tiempo?
—M-Media hora. —Se le nota el nerviosismo en la voz.
—Será suficiente. —Entrecerró los ojos en un gesto zorruno y sexy mientras su amplia sonrisa cautivó a su esposo—. ¿Quieres?
—Sí, quiero.
