Aunque suene estúpido, Midousuji no ha conocido aún a la madre de Onoda, han pasado 3 largos años de relación y todavía no la conoce en persona, a lo mucho por fotos que le muestra su novio a veces.

Principalmente el problema era su tiempo y que siempre que se veía con Onoda en su casa, mágicamente su madre no estaba, así que jamás se toparon, hasta ese momento, pues Onoda le había llamado con urgencia ya que se le había salido que tenía novio, su madre por suerte lo tomó bien, pero para Midousuji fue toda una odisea llegar hasta la casa de Onoda en medio de toda la verborrea mental en su cabeza, pues se pregunta si todo lo que le ha dicho Sakamichi sobre ella es verdad o no, y si se tomará bien que él sea su novio.

En cuanto Onoda abrió la puerta y la madre de él lo recibió con una cálida sonrisa, supo que estaría bien, pero ahora se enfrenta a otro problema, al parecer esas madres que se parecen a la suya son su debilidad, se siente muy tímido y Sakamichi le mira con curiosidad por su comportamiento tan extraño.

—Entonces, Midousuji-kun, que guapo eres, mi hijo se sacó un buen partido contigo —dijo la mamá de Onoda riendo un poco, mientras Midousuji está más encorvado de lo normal, sentado al lado del kotatsu.

—¡Mamá! —exclamó Sakamichi avergonzado y mientras tanto Midousuji seguía callado, con una expresión incómoda de absoluta timidez y sus mejillas sonrojadas.

—Te ves como un buen chico, Sakamichi siempre me habla de ti, se llevan bien, ¿verdad?

—Ah... Sí —dijo casi en un susurro.

—Debes cuidarlo bien, me alegra que Sakamichi haya hecho tan buenos amigos y además tenga un novio tan maravilloso, ahh soy feliz —dijo con una sonrisa y brillitos en sus ojos.

—Gracias... lo cuidaré bien...

Onoda sonrió, Midousuji parecía estar en problemas, cada vez se encorva más y suda un montón, no se imagino que pasaría algo como eso, pero pensó que se ve bastante tierno. Su madre al fin dejó en paz a su novio y se acercó a él con una sonrisa, instintivamente Midousuji se tapó la cara, como si tuviera vergüenza de su propio comportamiento, Onoda tomó con delicadeza esa mano descubriendo su rostro, y luego la besó.

—Kimo.

—Mi mamá tiene muy buena impresión de ti, estoy muy feliz —le ezpresò con una sonrisa, Midousuji entrecerró los ojos asqueado.

—Eres asqueroso, Ahomichi...

Lo estrechó en sus brazos, sí, se sentía aliviado de que todo saliera bien. Onoda correspondió el abrazo. Brillando en tonos amarillos. Y mientras esto sucedía la madre del chico de lentes les espiaba, plenamente feliz de que su hijo encontrara a su persona especial.