Una obvia salida de compras para esa pareja era ir a Akihabara, paseaban por las calles llenas de gente, situación que Midousuji odia, y muy pronto Onoda se comenzó a entretener con los gachas de Love Hime, había por montones por culpa del estreno de la nueva película, lo peor del caso fue que tuvieron que detenerse mil veces porque cada una cuadra, estaban esas maquinitas del demonio y su novio se detenía a sacar esos malditos juguetes. Midousuji apretó los dientes, no lo soporta.
—Sakamichi, ¿podemos ir a comprar un manga que quiero leer? —preguntó queriendo escapar de esa situación tan estresante para él.
—Ah, ¡claro! ¡Midousuji, mira! —exclamó viendo lo que obtuvo del gacha de Kuro Manyu, sí, esta vez había uno de esa cosa en esa cuadra.
—Kimo.
—¿No es lindo? Se parece a ti —dijo con una sonrisa mostrándole el juguete coleccionable.
—¡Piii! ¡Kimo! —exclamó en un volumen moderado mientras se sonrojaba—,
—Es la verdad, lo llevaré en mi mochila para cuando me hagas falta. —Midousuji tapó su rostro avergonzado por las cursilerías de Onoda.
—Kimoimichi, vámonos y guardate tus asquerosidades para después.
Fueron hasta una de las tantas librerías que hay en Akiba, Midousuji optó por algo de segunda mano, prefería mangas baratos y ese dinero sobrante gastarlo bien en su bicicleta, cuando lo necesitará por supuesto. Entraron a una de las librerías, Midousuji buscó y buscó un manga que fuera de su interés mientras Sakamichi iba a su bola ojeando mangas shounen y otros cuantos de magical girls. Midousuji escogió el suyo y lo compró mientras Onoda seguía pegado a la sección de mangas, tratando de escoger entre dos títulos que le interesan, su expresión de desespero por la indecisión le hace gracia, además los temblores del chico y la forma en que se acomoda los lentes le parece adorable. Y un deseo asqueroso pasó por su mente, quiere besarle. Pero no puede hacerlo allí, suspira y se acerca más a Onoda.
—Sakamichi, ¿ya te decidiste?
—Es que... no sé cuál elegir —dijo desesperado y Midousuji solo busco la solución más rápida, mientras jala sus propios párpados inferiores.
—Te compro uno de los dos y el otro lo pagas tú —propuso sorprendiendo al otro.
—¿Eh? ¡N-No podría aceptar eso! —exclamó apenado, Midousuji chasqueó la lengua y tomó uno de los mangas a la fuerza.
—Bueno, me compraré este —dijo inexpresivo haciendo caso omiso a los aleteos de Onoda.
Caminaron por las calles de Akihabara buscando el lugar donde aparcaron sus bicicletas, Onoda sonrojado y un poco incómodo con su bolsa de compras, ahora tiene los dos mangas que quería, pero se siente feliz y a la vez culpable, sabe de antemano que el dinero que ahorra Akira es para su bicicleta, y le hace sentir mal que se lo gaste en un capricho suyo.
—Kimo, deja de poner esa cara.
—P-Pero me lo compraste con el dinero que estás ahorrando y yo...
—Tú nada, Ahomichi, yo lo hice porque quería —dijo con un sutil sonrojo en sus mejillas—, así que deja de poner esa cara y alégrate.
—Lo siento, Midousuji-kun... —Sonrió confiando en que no debería sentir más culpa—. Gracias.
«Kimo», pensó Midousuji al ver las pelusas amarillas al rededor de Sakamichi. Tomó su hombro para detenerle por un momento y besó sus labios, un beso corto y rápido que pasó desapercibido para cualquiera, pero para ellos no.
