O
Tetralogía
Highlanders
Por Mayra Exitosa
Escocés para el verano
IV
La partida de los Aliados
En el trayecto de regreso al Clan Andrew, un par de mujeres se encontraban a disgusto, por lo que William amonestaba a sus hombres al no haberlas convencido realmente, luego de una conversación con ambas damas, frente a los hombres que no llevaban pareja al no ser libres o no estar interesados, finalizaba haciendo un intercambio de las dos mujeres de un lado a otro y viendo a los hombres de ambas ahora cambiados entre ellas dos, les preguntaban si les gustaría ese cambio a lo que una aceptaba y la otra, no muy convencida lo miraba con desconfianza, pero asentía al ver que el hombretón la miraba y le sonreía coqueto, uniendo sus dos manos en señal de implorarle que lo aceptaba a lo que ella por fin accedía. William luego de enlazar a sus hombres solteros y que habían convencido a alguna mujer de venirse al Clan Andrew de manera simbólica, les aseguraba con un pedazo de tela del tartán Andrew atándoles una mano con la de su mujer y esta besaba la mano del Laird en juramento a su Clan.
- Oigan bien, esta noche descansaremos, tenemos varios días de viaje por delante, por lo que les sugiero guardar energías a su llegada, por si somos atacados en el trayecto. Todos aprovecharon la noche, el junto a los hombres que no llevaban parejas, algunos casados y con familia esperándolos cubrieron la guardia notando que dos de sus hombres se habían quedado atrás y estos ahora serían Mackenna. - ¿Los convencieron? - Mi padre me dijo que puede más un par de piernas que los azotes en el espinazo, -¿te aseguraste de que se quedaran con los Mackenna? - No mi Laird, sé que se quedaron, pero no con quien, solo vi que las mujeres los convencían y supuse que son del Clan Mackenna.
William meditaba los hombres que se quedaron eran mayores, desde hacía tiempo no tenían familia, y si la cocinera era una mujer empeñada en quedarse y él deseaba ser aceptado, debió sucumbir a los deseos de la dama, con tal de tener a alguien. - Supongo que no les gusta el invierno de nuestras tierras. Afirmo con seriedad William al saber que la parte donde el poseía más tierras pegaba el invierno más fuerte al estar en zona elevada, su hombre con una mueca le respondía, - El verano calentó a todos, mi Laird. Las risas entre ellos se daban de manera que sabían que el ladino de Tremp y el listo de Casto, ya tenían mucho tiempo viviendo en tierras altas de los Andrew, podía ser que desearan volver a empezar, mientras que Casto era muy fuerte, debía ser una buena mujer la que se quedó con él.
En el Clan Mackenna, los hombres reportaban la partida de más de cincuenta mujeres, que se habían ido con sus parejas de los clanes aliados, Alistar se reía al imaginarlo, Archivald aun no despertaba, para ver los resultados por la partida de su Tío y su primo, por lo que daba instrucciones de mandar a los hombres a Cornwell que desearan partir para que se fueran a su Clan adelantándose, mientras que él se quedaría con el resto, viendo a los nuevos hombres de los Mackenna. - Mi Laird ¿Y se llevaran a las mujeres? - Solo si ellas quieren, no deseo problemas. Mi hermano se enterará, aunque hay muchos hombres veremos si son de fiar. A la luz del día, las mujeres Mackenna se enteraban de que muchas se habían ido con los Andrew y los Brown, entre ellas se llamaban traidoras, por lo que irse con los Cornwell no sería fácil, a menos que se quedarán o que huyeran sin avisar.
Alistar vio a dos hombres conversando con las señoras de la cocina, traían el tartán Andrew, estos se cuadraron al reconocer al Laird Cornwell y este preguntaba si ellos se habían deseado quedar, a lo que ambos con una sonrisa radiante miraban a las mujeres de la cocina, dos señoras voluptuosas muy bien dadas que bajaban la cabeza avergonzadas al haber pasado una noche bastante controvertida, a lo que Casto alias el trípode, aseguraba que esperaba a su nuevo Laird Mackenna para casarse con Lorna, la mujer tan alta como él, con grandes caderas y bustos enormes, le sonreía y asentía al ver que el Laird Cornwell la miraba. Mientras que Tremp alias el" trompas", aseguraba que ambos decidieron quedarse con sus parejas. Eso en parte le dio gusto a Stear, pues el Trompas era muy bueno para pelear y el Casto era uno de los que no abandonaban en las peleas además hábil con la espada. La que servía las mesas pasaba y el Trompas le daba una nalgada a una rubia alta y robusta mientras que él era de mediana estatura y más bajo para la altura de la mujer. Le guiñaba un ojo y le sacaba la lengua haciendo movimientos que ella se ruborizaba y se iba corriendo.
Stear buscaba si del Clan Brown se había quedado y efectivamente solo uno de ellos se quedó y la joven era bastante guapa estaba con él en las caballerizas. Ambos limpiando una silla de montar y ella dándole algo de comer. Stear movía la cabeza, no todos se habían podido llevar mujeres y muy pocos decidieron quedarse con los Mackenna, eso le beneficiaría a su hermano.
El Trompas en la cocina le mostraba la lengua enorme y la movía alborotando a su nueva pareja Riona, quien se ruborizaba y le daba un golpe en la espalda, - No hagas eso, nos pueden ver. - Solo recordaba lo que te hice anoche para convencerte de que seas mi mujer. - ¡Eres adorable! Trompas tenía barba y bigote, pero sobre todo una lengua larga y muy seductora, pues él había hecho un oral sorpresivo a la rubia grandota que se dedicaba a las cocinas del castillo, y así le había dado el sí, tardo mucho en convencerla, pero no la dejo dormir, el hombre realmente era bajo de estatura para ella su cabeza podía descansar tomando esos grandes pechos como almohadones, pero al parecer Tremp era muy bueno en seducir a la dama y la tenía más que complacida, ella se ruborizaba y al pasar le susurraba en el oído,
-ya voy a terminar te veo en los lavaderos. Una sonrisa de lado a lado hacía que el bigotón, se saliera con la suya y darle de nuevo a Riona lo que tanto estaban gozando ese par, ya era mayor el trompas, la vida le daba una segunda oportunidad y esta vez no iba a tomar a una mujer que en pleno parto se muriera junto con su hijo, sería grandota para que cuidara de un buen trompitas con el paso del tiempo, había que velar que no le faltara de comer a su hijo y esos grandes melones servirían de algo, corría tras ella antes de que su nuevo Laird lo casara, para luego tener una mujer por fin solo para él y no tener que compartirla con las mozas del tabernero del Clan Andrew, que cobraba por sus mujeres cada vez que deseaban culminar, como todos lo hacían varias veces, le cobraba triple el muy listo tabernero del Clan Andrew.
Archie fungía como mejor se le daba, su mujer más dócil que una novia ingenua, a su lado calladita y sin chistar miraba la gran cantidad de hombres que habían deseado quedarse con los Mackenna y sonreía al ver a sus mujeres con parejas enfiladas para que Archivald las casara y les hiciera el juramento, los hombres nuevos aleados, con la oportunidad de tener mujeres sonreían ya vestidos de azul claro con líneas negras y moradas de los Mackenna, asegurando lealtad infinita, emocionados, porque no eran presos sino que ahora tendrían un Clan que cuidar, una familia que formar y un poco de paz en ese nuevo castillo que gozaba de mejores defensas que los derrotados en tierras bajas desde donde habían sido exiliados muchos de ellos.
Alistar orientaba asegurando quienes eran los hombres Brown, Andrew y Cornwell y que se unieron a su nuevo Clan, asegurando así que estos fueran más leales a él y no que cambiaran dejando a su hermano sin suficiente gente. El juramento iba acompañado de un nuevo tatuaje en el antebrazo y un escudo de piel que portaban los nuevos soldados, estos tenían picos que sobresalían dándoles un aspecto más feroz, los mismos eran mas livianos al ser diseñados por las mujeres que los usaban para cuidar del castillo y que ahora eran las protegidas por sus nuevas parejas.
El acomodo y creación de nuevas chozas dentro y fuera, a espaldas del castillo, manteniendo protegidas en todo momento a las familias, se llevaban en tranquilidad, lo que el prado sangriento de hombres que habían muerto, ahora lucía gris y con las lluvias de finales del verano anunciaban las nuevas noticias de por fin estar preñada, la mujer de Archivald Mackenna, dejando con una sonrisa agradable al padre quien habiendo cedidos u trono, ahora tenía un hijo en el nuevo Laird y muchos nietos que llegarían con el paso de los días.
CONTINUARA...
Gracias por leer, comentar y seguir esta historia, deseando les guste
Un abrazo a la Distancia
Mayra Exitosa
