FIC
Tetralogía
Highlands
Por Mayra Exitosa
Escocés en el otoño
Capítulo III
Una cosita maravillosa
Ya era altas horas del día, el aire afuera era tranquilo, lo cierto es que ver a la mujer que había yacido en su lecho, lo tenía conmovido, se agitaba escrupulosa, como si ocultando de su vista sus grandes atributos frontales, le hiciera justicia, ahora se arrinconaba asustada, y miraba de un lado a otro para decir -¿Dónde estoy? ¿Remodelaron mis aposentos? ¿Por qué hay una piel de ciervo colgada en la pared? ¿no había un cuadro de escudo de armas? ¿Y ese de que Clan es? - Como te lo dije hermosa, no precisas cubrirte tanto, si toda la noche pasé bebiendo de esas dos hermosuras y de todo ese cuerpo, que ahora es mío. -¿Quién es usted? - El Laird Cornwell, ¿Quién más va a ser? ¿Esperaba a otro en mis aposentos? -¡Sus aposentos! ¿No estamos en el clan Mackenna? -¿Mackenna? - ¿Eres del Clan Mackenna? - No, soy la hija del Laird McCormick y ahora deberás cumplirme y… casarte conmigo y… no sé cómo es que llegué aquí… yo pensé que había llegado al Clan Mackenna anoche. MI padre me iba a conseguir un matrimonio para tener un futuro Laird, no que me casara con uno de otro clan.
-¿McCormick? Es de tierras bajas, mínimo pasaron dos días para llegar con descansos. - No hice descansos, solo que mis guardias confiaron en mi guía y… llegue a un clan desconocido, yací en la cama con un Highlands que… es un Laird y… me di un baño en agua, tome un poco, cene y me dormí pensando en que era mis aposentos en el castillo Mackenna, siempre ingreso y llego tarde, subo a la primera torre. - Tal vez sea eso, que las torres delanteras del Clan Mackenna ya no existen, después de la defensa que tuvimos mi hermano menor se casó con la hija del Laird y ahora pertenece al Clan Mackenna. - ¡eso es mentira! Mi prima dijo que su esposo era el Laird de el Clan Cornwell y dejo este castillo a su hermano. - Yo no miento, le llevo seis años a mi hermano menor, si su prima se confundió y no quisimos hacer la aclaración, es porque tal como usted, las cosas ya estaban muy adelantadas como para echarse atrás. - ¿Qué quiere decir con eso? - Que usted es mi mujer, que yació en mis aposentos y que ahora pertenece a mi clan y es usted una Cornwell y no dude en que su padre sabrá de mis intenciones, más mi cuestión es ¿su padre es mayor? - No, es joven de hecho hay varias mujeres que yacen con él. - ¿Y ya no tendrá más hijos? - No ha nacido ninguno. - Tal vez no todavía, pero ahora que sepa que usted ya es mía, no le quedará otra opción que seguir siendo Laird y esperar a nuestro segundo vástago para que se lo ceda como un nieto a ser Laird McCormick. - Recibí una invitación de mi Prima Anya Mackenna, es solo que… - ¿Qué me oculta usted? A parte de su cuerpo que es tan mío como este ha sido suyo.
En esos instantes Alistar se puso de pie y ella se ruborizaba al verlo caminando desnudo completamente y con el miembro alzado como se iba colocando el kilt, mostrándose cual todo potente y serio, tan atractivo y hasta su cuerpo reaccionaba de ver lo que hacía. Mientras que él sonreía de lado, al notar que no le disgustaba y la había dejado deseosa, su mirada estaba clavada a él y su boca suelta, no tenía más que rosar un poco y sabría que era exactamente igual que lo que habían hecho durante toda la noche y parte de la mañana, por Dios que ya deseaba de nuevo poseerla, sus mejillas sonrosadas, su mirada velada y su boca suelta eran solo una clara invitación a que la tomara, por lo que no se colocaba la camisola y esperaba a disfrutar de la transparente dama que tenía en esos instantes. - Entonces qué es lo que me iba a decir? -¡Oh! ¡Perdón! ¡Yo! Si, yo no veo bien de lejos, solo de cerca, he ocultado a todos que no veo bien a la distancia, porque si se sabe que la única hija del Laird esta media ciega, es probable que lo tomen como una debilidad y… me secuestren con facilidad. - Desde hoy la cuidare como mi mayor tesoro, una cosita maravillosa que me pone muy feliz, usted será mis ojos aquí dentro. Decía Alistar indicándole su corazón, al notar que su acercamiento la afectaba al grado de soltar la cobija con la que cubría sus senos, luego los tocaba jaloneando suavemente sus pezones y la reacción no se hacía esperar tomaba su boca para elevarla en su regazo, alentar a continuar una vez más lo que ella estaba anhelando ahora que lo deseaba y que era tan reciproco y tan claro, como embonaba todo tan perfectamente como su falta de vista lejana, y la vista ausente cercana de él lo cual no podía evidenciar aun hasta que fuese su mujer, alejarse de ella no estaba en sus planes, lo que si es que no era un prisionera, más ahora no saldría sola por nada del mundo, mandaría traer al fraile lo antes posible para casarse de forma inmediata, y luego mandaría un sequito con una nota invitando al Laird del Clan McCormick a ser invitado a su fiesta de nuevas nupcias, augurando que dentro de esta damisela preciosa y ardiente yaciera ya un hijo en su vientre gestando y creciendo como deseaba.
Sin soltarla y amasando sus grandes senos, aprovechaba su desnudez, para solo mover su kilt y ensartarla frente a él dejando ver sus deseos y sentir esa funda que lo tenía sometido en el más profundo de los anhelos al desear formar una familia con esa preciosidad que le declaraba su debilidad y su equivocación para llegar a castillo como caída del cielo, luego de que su hermano le presumiera tener pronto hijos y el dejar a su clan austero, al no tener a su hermano que lo respaldara por si algo le pasaba.
Los gemidos eran acelerados trataba de no hacerlo, pero no podía evitarlos, y subir con sus manos su trasero era ardor intenso para su miembro que parecía no querer finalizar, luego de haberla poseído tantas veces y de solo ver sus pechos alborotaban con tal agilidad su libido que no podía ni deseaba contener, ahora que ya tenía mujer, solo sería cuestión de tiempo, si no se juraba que alcanzaría su hermano con un hijo varón sano y fuerte como los del Clan Cornwell se daban. Cuando la escuchaba anunciándole su húmedo cuerpo lo que ella ya no podía delatar, fue recostarla para darle todo lo que ella necesitaba para poderla hacer culminar y vaya que lo lograba y él junto a ella de nuevo la alcanzaba, era un polvorín constante que no se apagaba, era la hoguera más intensa que jamás se imaginó que su problema al haber perdido a su hermano, ahora su mujer lo resolvería, pues la dejaría siempre cerca de él para que su vista le ayudara con los documentos, mientras le describiría paso a paso, los caminos y yacimientos lejanos, para que supiera que no estaba sola, que lo tenía a él para complementar su falta de visibilidad y que si por el fuera se equivocó perfectamente, pero nunca más lo haría mucho menos la expondría a que se fuera de su Clan, cuando dentro de ella yacía su futuro heredero y el de los McCormick si el abuelito necio se ponía.
- Yo nunca, no había… - Lo sé, es que usted fue hecha para mí, está a mi medida, y es perfecta, ahora mandaré a traer a un fraile, luego avisare a su padre, a mi hermano y a todos los miembros del Clan que usted será mi mujer y que convenceremos a mi suegro de que sea respaldado por los Highlands y no tema que me haya quedado con esta bella hija que el destino me ha regalado. -Realmente me considera un regalo, luego del gran error que cometí. - Usted es mía y solo mía y no me ha dicho su nombre, solo sé que este castillo no tiene cuatro torres como solía tener Mackenna, aquí hay más de seis torres y todas están unidas, y la primera es la guía a mis aposentos, que ahora serán también los suyos y nada me dará más gusto que convencer a su padre de su hija le de tantos nietos como el desee, si es que no le da hijos sus concubinas. -¿Usted tiene concubinas? - No, algunas mozas eventuales, pero ahora con mi mujer aquí, no es necesario tener a nadie, aquí usted será la única al menos que desee que traiga a alguien. -¡No! -Eso supuse, cuando hemos yacido tantas veces, y no ha puesto queja alguna, a pesar de ser el primero, temía haberla lastimado y veo que hemos embonado muy bien entre nosotros, usted puede ayudarme mucho y yo no la dejaría sola, ni la enviaría con nadie, siempre la cuidaría como el mayor tesoro que su equivocación como usted llama, a mi destino perfecto. Él tomaba su boca con un beso anhelante mostrándole que estaba muy satisfecho con lo que habían hecho en esos instantes, ahora sería momento de darse un baño, antes que se enfriara, darle de comer y presentarla a todos, como su prometida antes que la consideren una concubina.
Continuará...
Gracias por leer y comentar, por la espera al capítulo que se unirá lo antes posible a todos los demás
Un abrazo a la Distancia
Mayra Exitosa
