FIC

Tetralogía

Highlands

Por Mayra Exitosa

El Escocés del Invierno

Capítulo 5

Juramento Andrew

Fue la noche más larga hasta ver el alba, cubiertos con su tartán cuando un ronco grito desesperado se manifestaba enardecido, soltando al mismo tiempo su semilla irrigándola internamente, mientras que ella gustosa y solvente sonreía satisfecha cuando el yacía de pie acunando su cuerpo, sintiendo como la ajustaba en cada latigazos de la fuerza lanzada dentro de su vientre, a lo que la pequeña rubia se aferraba a su cuello disfrutaba del baile erótico que habían tenido después de haber iniciado sentados encima de su tartán, su Laird se había puesto de pie junto con ella en sus brazos como polizón incluida cabalgaba encima de él danzado de arriba abajo en el eje erecto de sus piernas, demostrando la fuerza de sus brazos y el poder que la protegería por siempre, era algo que jamás había imaginado sentir, ser poseída y disfrutar de su pasión n altas cotas que ni en sus más locos sueños puedo imaginar, al final su poderoso guerrero caía de rodillas, rendido al igual que ella, encima del revuelto tartán en la tierra, mientras ella se desenlazaba de su cintura jadeante y sudorosa sin dejar de besarlo, abrazándolo para después sacudía y extendía la tela de cuadros gruesa y afelpada, lo ayudaba a recostarse para yacer a su lado cayendo en los brazos de su amado que no había dejado de poseerla por horas, demostrándole lo afines que eran sus almas al amarse, su cuerpo sentía una languidez y un escozor interno que se quejaba de lo que había estado provocando a su Laird y ahora agotado la abrazaba asegurando que no escapara de sus brazos cuando ella no podía ni quería dejarlo ni un instante, solo deseaba refrescarse en el lago para desinflamar su ardor y calmar su fiebre interna que la tenía agotada, por lo que con fuerza dolorosamente se desprendía para después caminar hasta el lago y zambullirse, enjuagarse en la fría agua, al hacerlo suspiraba de alivio, estaba tan embebida de su pasión que no daba tregua de un leve descanso a su cuerpo por continuar sintiendo el placer que su pareja le brindaba con tal devoción.

Tomaba uno de los harapos y lo humedecía, para tallar el cuerpo de su amado que consumido de placer descansaba confiando en que ella lo cuidaba, mientras lo veía descansar le hablaba y le explicaba, - Es usted insaciable, más también creo que soy como usted, que no me di cuenta de que pronto amanecerá y estaremos a la deriva de la mirada de los que se acerquen.

Con dificultad lo vestía colocando su kilt abrochándolo en su cintura, mientras ella se colocaba sus prendas y su disfraz de Brownie, con los retazos de tela con los que se escondía a la vista de todos y con la cual la confundían con una niña sucia o quizás con una mujer descuidada, pues solo su Laird la había descubierto tal cual era, para luego volver a ocultarse al saber que nadie había visto su marca impuesta en su nacimiento la cual yacía en su pierna, ni él la había mencionado siquiera. Sin esperarlo la voz ronca de su Laird la sorprendía de nuevo ronroneando con su tono ronco cercano a su oído,

- ¿Qué hace mi mujer? - vestirme para el amanecer, no sin antes asegurarme de que despierte y que nadie le haga daño. - me has cuidado y no has dormido, no quiero que nadie encuentre en ti, lo que es mío, ahora puedes yacer en mis habitaciones del castillo. - soy libre de hacer lo que me place, de ir a donde quiera ¿o no es así? - eres tan libre como la alondra que es feliz, pero vuela cerca de mí, porque no quiero que nada malo te suceda. - no me iré de su lado jamás, es solo que debo hacer mis actividades. - ahora puedes hacer de mi un hombre feliz y estar conmigo. - eso mi amado Laird, debo negarlo ahora, mi cuerpo se queja de haber abusado de mi resistencia, necesito atenderme y curarme, mientras que usted mi Laird, necesita volver al castillo, antes que lo echen de menos.

- Mi cuerpo extrañara el tuyo, puedo cuidarte y consentirte también, no te tomaré si me lo niegas. - eso me temo, que no podría negarme, aunque lo necesitara, me tiene usted hechizada de solo pensar en separarme de su lado me duele aquí muy dentro de mí. Sostenía sus manos en su pecho que ahora era escondido de piezas de telas, - - así que mi Laird le prometo estar muy cerca suyo, más debo atenderme por mucho que desee estar de nuevo unida a usted. - recuerda que me has jurado tu cuerpo y tu ser. - tanto como usted me ha jurado el suyo y no pienso dejarlo en la tentación de las repudiadas de la taberna, ni a ninguna de las que trajo en su regreso de ese largo viaje y que me han puesto celosa a su llegada de solo imaginarlas cercanas a usted, porque hayan cabalgado a su lado como cuando llegue a su clan. - ¡celosa! ¡eso jamás! todas ellas tienen a sus parejas. - eso me enteré después y vine aquí frente al lago a agradecer a los espíritus del cielo y de agua que así fuera y que usted no se entregara a otra que no fuera yo. Porque el tiempo en que me dejo aquí, sin darse cuenta se quedó dentro de mis pensamientos y nunca se fue de ahí.

Él satisfecho de lo que le decía con fuerza la tomo de nuevo y la elevó a su altura para besarla y degustarla suavemente, luego la sostuvo entre cruzados sus brazos donde ella quedaba sentada en ellos.

- Es usted ahora mía, le compraré todos los vestidos y telas que necesite, no le faltara nada que pueda querer. - ¡Que feliz me hace! porque lo único que necesito es a usted y como no me faltará no querré nada más, ni me hace falta nada que no pueda obtener por mi propia mano. -no quiero que se lastime, que se agote haciendo actividades para nadie, luego de que no ha dormido, vaya a mi lecho, le prometo que la dejaré descansar todo lo que desee, - y yo le prometo que, si estoy en su lecho, no lo dejaré dormir ni un poco, sin que vuelva a hacer lo que hicimos encima de su tartán.

- No me provoque, que ya soy suyo y me alteran sus palabras. - lo sé, me pasa igual con el sonido de su voz, me hace erizar la piel y desear ponerme encima suyo sin que pueda evitar anhelar de nuevo que se enaltezca su rigidez para poder colmarme una vez más, luego unirme a la preciosa danza que me enloquece entre mis piernas al estar tantas ocasiones como mi cuerpo resista o más si pudiera, no sabe lo difícil que es… me hace vulnerable a su olor, su sola presencia me incita y agita alterando todos mis sentidos como jamás nadie lo había hecho.

- Eso me agrada escucharla decirlo me hace sentir tranquilo, porque describe lo que hace conmigo, solo pensar que en estos momentos se desvanezca y no pueda tenerla de nuevo en mis brazos me enfurece sobremanera, así que prométame una cosa - ¿sí? Su mirada velada ante su agotamiento y su boca suelta ante la idea de que vuelva a besarla la hacía quedarse en espera de su petición, cualquiera que fuera, - quédese cerca de mí, déjeme verla un poco para poder sentirme bien, hasta que la convenza de que sea mi esposa y no solo mi mujer, que pueda gritarle a todos que es mía y solo mía para siempre, entonces, solo hasta entonces podré estar en paz de que permanezca a mi lado y no preocuparme o me angustie al creerla mal.

- Ya no hable mi Laird que debo irme y solo verlo me tienta demasiado a seguir unida a usted, la sencilla idea de separarme un poco, aunque no me vea, estaré más cerca suyo de lo que cree y no saldré del castillo si ese es su deseo, a menos que usted lo haga y quiera volver aquí junto a mí, porque si otra mujer osa acercarse a usted y desea arrebatar lo que me pertenece, le juro que no vivirá para contarlo. Como mujer del Clan Andrew se lo juro con todo mi ser - nadie puede yacer en mi como lo hemos acontecido nosotros, ni con la intensidad en la que pasamos encima de mi tartán, es usted la única que ha logrado descolocarme de esta manera, que me hizo tan suyo que no querría a otra a mi lado, por lo que piense eso cuando me vea con alguien, solo será para que usted regrese y ocupe el lugar que le pertenece tras este juramento. - ¡Mi Laird!

El rubio la silenciaba con un beso que su rostro suplicaba pidiendo en manera silenciosa al sacar su lengua y enjuagar sus labios, se intensificaba enardecidos ambas bocas se unieron con ferocidad inusitada, era increíble ver dos seres amarse de esa forma, sobre todo por cómo se veían ahora, el vestido solo con su kilt alto, fuerte y firme abrazando un grupo de trapos colgantes que no soltaban como si fuera una mujer hermosa, más él solo sabía lo que dentro de esos harapos había y no necesitaba que nadie más la supiera, pues saberla suya era el placer que más le agradecía y le hacía recordar lo mucho que habían disfrutado uno del otro durante la tarde, la noche y ese amanecer de color lila que se alcanzaba a ver.

Regresar al castillo renovado y colmado de energía no lo creía posible, luego de no haber dormido casi nada, pero de solo recordar el camino del Clan Mackenna hasta llegar al suyo, con sus hombres regresando emparejados y alebrestados por todo el trayecto, hoy por fin había gozado un poco de los malditos sonidos que lo atormentaron durante el regreso, para encontrarse a su preciosa mujer escondida en su castillo como la Brownie a la que todos temían hacer enfadar. Era de reírse solo y recodar su silueta una y otra vez en el lago, femenina, nívea, con sus cabellos color sol y su mirada tan verde como los bosques, sus carnosos labios que había mordido en honor a su culminación, sus pechos coronados con sus preciosos y sonrosados pezones que florecían voluptuosos y priscos rebosantes de seducción, su trasero respingón y adaptable a sus manos, era la sensación de cerrar los ojos y pensarla, para sonreír a solas de saberla suya y de creerla niña cuando era la mujer más apasionada, seductora y real que había visto en su vida. Ahora era suya, y su tartán luego de su regreso de la laguna yacía escondido con la muestra de su virtud, en honor a que no la había soñado, que era tan suya como su semilla yacía fecunda en su cuerpo y se había quedado una a una dentro de su delicado vientre plano y complacido de haberla poseído tantas veces que jamás lo había hecho antes con esa intensidad gloriosa que le dejaba renovado y colmado de dicha por las tantas ocasiones que se hizo presente dentro de su vientre ingresado entero en ella, ahora solo sonreía cuando se encontraba a solas, escondiendo de nuevo su tartán entre sus más preciadas cosas y viendo que ahí yacía los libros de la historia del engaño con el que fueron repudiados los Andrew. Fue entonces que se le ocurría investigar de dónde venía y porque estaba ahí escondida con él, podía preguntárselo, más no querría tocar esos temas cuando la besaba, solo sabía que poseerla lo hacía tan feliz y que nada en el mundo podría separarlo de ella.

Continuará...


Gracias por continuar leyendo esta ardiente historia, contenta de leer cada uno de sus amables comentarios

tratando de darle mayor velocidad a la subida de los capítulos para concluirla este fin de mes

además de participar en OctoBert 29.10.221

Un abrazo a la Distancia

Mayra Exitosa