FIC
Tetralogía
Highlands
Por Mayra Exitosa
El Escocés del Invierno
Capítulo 7
Invierno Infernal
- ¡Mi Laird! - ¿Tu Laird? ¿te burlas todavía más de mí? olvidas acaso lo que hicieron esos que ocuparon la silla que perteneció a mis ancestros, olvidaste también el dolor de mi sangre, esa que le dio vida a Saint Andrew, ahí nació mi clan, soy un Andrew por derecho desde antes de que llegara al mundo y tu una vil hechicera despiadada que vino a terminar lo que hicieron sus antepasados ruines, eres lo peor y te atreviste a… ¡usar el juramento de mis ancestros!
Candy le rebatía temblando de miedo al no entender que ella debía decirle y explicarle su historia, por lo que alzaba su tono y decía, - ¡De mis ancestros! déjame explicarte, no sabes todo lo que paso. - No quiero escucharte, has abusado de mi desde que te traje aquí, nunca me imaginé que al amarte estaba entregándome a uno de esos despiadados sanguinarios que mataron a mi madre, a mis hermanos, a todos los que amé, a mi clan entero.
Su rechazo fue tal que se encerró en su habitación colmado de furia e ira dentro que afectaba a quien estaba unida a él por juramento sagrado. No podía exhibirla puesto que su juramento estaba por encima de todo, pero su odio lo dejaba encerrado en su enorme dolor, su siguiente paso sería después del invierno, porque iría por lo suyo a como diera lugar y ella como la Brownie que decía ser, desapareció.
Como nunca el otoño paso fugaz, tal como su pasión por ella que siendo fugaz había dado por desaparecerse dejando una marca del dolor que se sembró en lo más hondo de su ser, más solo quedaba como una herida de las que ya había tenido marcadas, la cicatriz que no olvidaba su juramento, no podía yacer con una mujer, más si ese era su objetivo, también lo podría algún día vencer, durante un tiempo la dejo esconderse, durante otro dijeron que la buscaban pues la necesitaban, luego se le ocurrió la forma de que apareciera y reclamara, pero no funciono al traer a una mujer a su lado todo el tiempo. Su mujer se había desvanecido como lo había imaginado en sus más terribles sueños, lamentablemente se veían cumplidos y no podía evitar el dolor tan grande en su pecho que, sabiéndola una malvada mujer, la seguiría amando hasta la muerte.
Los caballos eran sacados de los establos del frente para colocarlos y resguardarlos en los cerrados que estaban más protegidos, cuando se acercaba la nevada intensa que ya estaba por llegar. Las frases que hablaban de ella le agitaron el pecho emocionado como no lo había estado desde que la había visto la última vez en la laguna - Vi los harapos de la Brownie, mira ahí están. Esa frase lo hizo correr hasta donde se hallaban sus ropas, estaban sucias y había demasiada sangre, en uno de los establos estaba solo las piezas de telas, más ella no se encontraba ahí, ¿habría sido lastimada? ¿estaría herida? Todos la buscaron de pies a cabeza por el castillo, por los establos, por los asentamientos, por donde fuera, esa sangre no lo dejaba dormir tranquilo, desde el exterior al interior hasta poder hallarla, era una orden imperativa, pronto se vieron en la situación de ver lo que el invierno traía luego de un verano tan apasionado entre los Highlands, muchas mujeres se hallaban de encargo y solo hasta entonces recordó como ella podía estarlo también y lloro noches enteras en el invierno más crudo de toda su vida, dolido, sufriendo la peor de las hibernaciones del castillo, su corazón estaba frío, las imágenes de ella lastimada o herida lo atormentaban, aparecía ella con su suave voz pidiéndole que le dejara explicarle y él temiendo que por su juramento estaba hechizado no la había dejado ni hablar fue mucho peor.
Su rostro se ensombreció, sus evidentes ojeras decían que pasaba mal sueño, que no dormía bien y hasta su cansancio evidenciaba la decadencia de su fuerza para luego lo hacía sentir el peor hombre de Escocia, la felicidad reinaba a pesar de que la taberna ahora lucía sin tantas personas como en otros tiempos y en ocasiones hasta solitaria, las mujeres yacían fecundas por todo el castillo en espera de briosos niños que correrían en primavera, y él no sabía de su mujer nada, solo que era la descendiente de los que repudiaron con viles engaños a los suyos.
La preocupación de Mai fue pasada a otros más y se extendió por todo el castillo, en una reunión de las que siempre se realizaban, el Laird comentaba parte de la historia y de que en primavera volverían a sus tierras en Saint Andrew, resguardando el castillo y estas tierras que también le pertenecía, por lo que todos se preparaban internamente para regresar a sus orígenes, en las tierras más hermosas de Saint Andrew, de donde todos eran realmente, sus ancestros y sus muertos yacían allá en Saint Andrew, su sangre derramada y otra que brillaba por vivir. Ya habían enviado investigar cada parte de la historia y aunque habían matado a Bernard por decir que la princesa de Saint Andrew, la descendiente mujer que quedaba y a la que supuestamente él había poseído, fue suficiente para que le cortaran la cabeza.
El Laird sabía bien que era falsa esa información por lo que cortarle la cabeza no le dio importancia al ser un difamador como los que se proliferaban por todo Escocia como alimañas, pues sabía que esa pequeña rubia de mirada intensa era solo suya y de nadie más por juramento o no, nadie la tocaría, más osar mentirle lo hizo ver colmado de tranquilidad cuando uno de sus hombres cortaba con ferocidad su cabeza y la arrojaba a los voladeros de Highlands. Ningún hombre fue soltado para que regresara a tierras bajas, fueron prisioneros para que no avisaran de lo que harían los guerreros del Clan Andrew. Todos sabían que los Highlands poseían no solo los mejores ataques, sino las más acertadas estrategias cuando de recuperar lo que era suyo se trataba, nadie les ganaba en sus habilidades y no había poder humano que hiciera posible que esas tierras fueran tomadas sin ellos estar enterados y que se los permitieran.
William no sonreía ni por saber que los niños hacían bromas a sus padres, tal vez eso le dolía más de recordar a la que creyó una niña y era su mujer, su preciosa mujer en el lago, noches enteras la soñaba húmeda y cautivante como lo había hecho cuando él la abrazaba en su primer encuentro, como la había poseído como un poseso endemoniado que estaba enardecido de ser el primero en ella y de que se juraran amor eterno con el más Sagrado de los juramentos de la sangre frente a la naturaleza.
- Laird mi hijo quiere ser un guerrero y lo hará en Saint Andrew. - Si, ya no pasaremos crueles inviernos, ni crudos fríos que nos encierren, pasaremos en tierras bajas y dejaremos de ser Highlands, por ser parte de nuestros orígenes, allá en Saint Andrew, donde por difamaciones y falsedades fuimos repudiados.
Una de ex repudiadas del tabernero Andrew de nombre Dallas, bromeaba en la reunión comentando - ¡Ahora seremos las santas de Saint Andrew! Las risas iniciaron y fue entonces que él negaba por esa pantomima de Dallas, sacaba su ser molesto y frustrado, enfadado consigo mismo explotaba por la burla, por todo y luego se retiraba dejando a Dallas muy asustada, al haber escuchado tantas cosas juntas de su Laird, no solo a ella sino a todas las que se decían repudiadas de la taberna, ahora todos sabían que habían cometido un delito al enhierbar a los hombres del Clan, pues sin necesidad de hierbas todos yacían culminando de manera natural muchas ocasiones en sus mujeres sin tomar infusiones, fue solo un ardid que traía a los más viejos alebrestados y briosos. Sn decirlo salía echando chispas, con sus lágrimas a punto de estallas meditando que gracias a su mujer también se había evitado esa forma de drogar a sus guerreros martirizándolos inútilmente.
El paso del invierno podía alegrar a muchos escoceses, pero el Laird de los Andrew seguía igual, su corazón estaba helado, no había nada que le diera vida, fue el tiempo de volver a Saint Andrew y todos se dieron cuenta de su potencial victoria, al ser sobrevivientes de todo lo malo que habían pasado, llegaron a los castillos hermosos, inmensos para su mayor sorpresa los siempre temidos pero bien recibidos, los que eran Brownies de sus tierras salieron de todos sus escondites, se manifestaron en la reunión de llegada y la recepción de muchas familias del Clan Andrew con sus sellos y sus kilt, salieron las mujeres que un día fueron ocultadas y sonreían dichosas al decirle al Laird que ellas y todos sus descendientes se había resguardado en el bosque, fueron un gran comité de personas que eran parte de los originales de su clan Andrew y que habían estado esperando anhelantes su regreso, que ni todos los enormes Highlands podían creer que ahí estaban otra parte de sus familias, las olvidadas y repudiadas que, no alcanzaron a escapar ni tras los que fueron atacados por aquellos años de violencia aniquilante.
Una mujer mayor con vestiduras de Brownie se las quitaba frente a todos mostrando orgullosa la tela de su Clan y preguntaba, - Mi Laird, ¿puedo hablarle? William la dejo acercarse, con una seña de sus dedos, esta comentaba, - Es algo muy privado mi Laird. William hacía la seña de que se alejaran y lo dejaran a solas con la mujer mayor, esta se sentaba con facilidad en el piso sin temor a dolor alguno comentaba su historia frente a quien deseaba que volviera al verlo con una mirada de orgullo recordando cada nombre de los antepasados de él y mencionando de donde era su origen y como es que ella pertenecía a los curanderos de Saint Andrew
Continuará...
Gracias por continuar leyendo y dejando sus amables comentarios tratando de concluirla este fin de mes
y a la vez deseando sea de su completo agrado
Un abrazo a la Distancia
Mayra Exitosa
