FIC

Historias de Albert y Candy

Tetralogía

Highlands

Por Mayra Exitosa

El Escocés del Invierno

Capítulo 8

Amor Jurado

La mujer mayor mirando a su Laird que estaba con su mano cubriendo parte de su rostro al estar recargado en su silla principal en el gran salón por lo que el rostro se notaba obscurecido por un muro que le daba una sombra medio obscura y no lo dejaba visualizarse, escuchaba atento a lo que ella deseaba decirle, después de presentarse con toda su familia mencionando los orígenes más sagrados de los Andrew, la trayectoria familiar que había poseído por años para soportar las humillaciones incluso ver morir a sus pequeños nietos, por esos sanguinarios malparidos, en cuanto los reconocían como repudiados acababan de inmediato con ellos, fue lo que le entristecía el corazón y le daba ideas de vengarse de alguna manera.

- Entonces por fin encontró la manera de hacerlo, mi Laird mataron a mis hijos y solo ella me quedo, temía perderla siendo la más vieja no podía dejarla sin familia, sin quien la protegiera, un día fui llamada al castillo por esos traidores sanguinarios miserables y me obligaron a atender a su reina, quien ya tenía cuatro hijos varones y todos reinarían según ellos Saint Andrew, nacía una niña enferma y sin poder respirar, fue entonces que se me ocurrió poner a mi nieta, mi pobrecita nieta a quien sostenía siempre escondida en mi pecho para que no despertará, colocándola en el lugar de la bebita muerta de ellos. Luego festejaron y celebraron en grande, porque tenían a su princesa, y yo estaba ahí recibiendo flores y monedas en costales, para que me quedara a cuidar de ellas, pues la mujer al igual que su hija se encontraban muy mal, el hombre era violento y crudo, no la dejaba descansar, deseaba herederos y no se le daba tiempo a la supuesta reina para que se dejara cuidar y dar leche, traían a otras mujeres a que les dieran de comer a sus hijos. Fue entonces esa tarde que se le quemo la pierna con un sello maldito que la haría ser una de ellos, lloré, soporte mi dolor oculto junto a mi niña y sufrí, mi nieta estaba siendo sellada como los hijos quemados de ese malnacido ruin y despiadado falso Laird, soporte por venganza la humillación para ver a mi nieta crecer, sin que nadie le hiciera daño o sospechara que ella era del Clan Andrew, su mirada y su cabello la delataba, más para ellos fue orgullo de ofrecerla al mejor postor, su tamaño delicado y sumiso al haber nacido antes de que mi nuera diera a luz en su tiempo, obligada por continuamente estarse escondiendo y no cuidarse como debía, fue que mi nieta nacía muy chiquita y así pude ponerla en el lugar de la niña muerta de los sanguinarios mal paridos.

Mi niña posee la mirada original de los Andrew, mi Laird, tiene el verde intenso en sus ojos, su piel nívea como los ancestros de nuestras familias, llamaba la atención de todos hasta que llegó el tiempo en que murió el heredero mayor seguido del segundo hijo varón, entonces me llevé a la niña para separarla de los enfermos y el falso Laird se molestó, le puso precio a mi cabeza y quise decirle que era mía, pero no pude. Todos sus hijos murieron menos mi niña, mi pequeña Brownie fue encerrada, maltratada y encarcelada para que uno de esos hombres la tomara cuando tuviera su primer sangrado, sería una dama que convertirían en esposa con la violencia de esos desgraciados y le diera un heredero para ser el dueño de Saint Andrew porque así estaba escrito y decretado por Eduardo I que ella al poseer el sello real era la única dueña de todo Saint Andrew.

No hay dolor que pueda sobreponer, a la búsqueda de mi nieta quien ahora teme estar en espacios encerrados y buscar siempre dormir como nosotros los Andrew, bajo las estrellas, con mi cultura llevada en mi sangre y por derecho, la eduque y puse todos mis conocimientos en su cabeza, la prepare y ahora todos esos bastardos la buscan para preñarla, porque si eso pasa, ella puede sacarnos a todos con solo mostrar la marca que el decreto escrito por Eduardo I anunció cuando ella es la única sobreviviente de esa familia de malnacidos.

Más ella sabe ahora quién es realmente, le mostré la evidencia de que es mi nieta, a pesar de sus marcas, ella creció y su sangre es Andrew mi Laird, ¡es una Andrew! a la que le ruego a usted que busque y que no deje que otro la tome, si puede devolvérmela, todos aquí la esperamos, porque ella fantaseaba tanto, imaginaba con ir al Clan Andrew y decirles que estábamos aquí, los viejos olvidados, las mujeres a las que quisieron mutilar, que nos escondimos como nuestros ancestros nos enseñaron y ella creía que si iba por usted, ¡nos salvaría a todos! ella perdió por esas manos también a sus padres y a sus hermanos, además la encerraron por años, hasta que pude sacarla y llevarla conmigo.

Ese animal sanguinario, falso Laird que despojo injustamente a los nuestros, fue castigado por los espíritus del cielo, pues la vida le quito todo, incluso murió la reina después de dar a luz, sus hijos fallecieron uno a uno y aunque me quito a la niña, ella con su sangre Andrew sobrevivió y les demostró que no la volverían a apresar jamás. Duerme en sitios escondidos, a la intemperie, ama el bosque, los animales y es como mis ancestros mi Laird, es pequeña pero ya es una mujer, es delicada, pero se viste como yo, nadie puede verla, nadie la encuentra fácilmente, a menos que ella permita que se le halle o si la necesitamos aparece, pero si fue a Highlands… ¿cómo es que no vino ella?… si usted siempre fue su meta, para ella conocerlo y hablarle de nosotros al encontrarlo, lo traería a nosotros… ¡ya están aquí! ¿y ella? ¿dónde quedó?

Las lágrimas corrían en su rostro y él en silencio escuchaba toda la historia, con el dolor que traía en su pecho deshacerse del temor de haberla perdido para siempre le sería imposible, no podría en lo que le restara de vida, la había despreciado, humillado y mal tratado por una maldita marca que le hicieron cuando nació, ella no tenía la culpa de nada, su mujer fue a buscarlo para contarle que todos lo estaban esperando a él en Saint Andrew, su mente se iba a la conversación inicial en la laguna, aquella que lo tenía embravecido de lujuria por lo que no le había puesto la atención debida, solo se había dejado llevar por la pasión desmedida que ambos se ofrecieron con solo sentirse uno al otro…

- te lastimaré. - de una mujer nace el hombre. - Cierto, pero no cuando eres tan estrecha mi pequeña florecilla. - Si usted me ayuda, ya solo seré suya. - ¿me lo juras? - haremos la ceremonia con la naturaleza y seremos uno para siempre. - ¿lo harías conmigo? - Solo con usted me atrevería a hacerlo, no quiero que nadie más haga su voluntad. - ¿Es tu deseo ser mía? - Si, y lo quiero desde que supe quién es. - ¿me estabas buscando? - No, la naturaleza me dijo que eras para mí. - ¿y que más te dijo? - Que, si tú me tomabas, nadie jamás me haría daño. - En eso tiene razón, no lo permitiría. - Aunque tuvieras a todo Saint Andrew tras de ti. - Esos más que nadie, son de mi clan, aunque no lo quieran. - Lo sé, el repudio fue lo más cruel, más si tu regresas, nadie jamás me haría daño. - ¿Eres de los que repudiaron a los Andrew? - no, soy de los que olvidaron allá y no soy la única que espera tu regreso. - entonces, eres de Saint Andrew - Si, del mismo Clan que le dio su nombre. - Porque no viniste junto con todos acá. - Porque nos escondimos y ahora nos llamaron Brownies.

¡no soy la única que espera tu regreso! ¡no soy la única que espera tu regreso!¡no soy la única que espera tu regreso! ¡no soy la única que espera tu regreso! Enloquecido de dolor, sus lágrimas no se detenían y en un aullido de su interior la llamaba,

- ¡Por Dios! ¡Candy!

La curandera frente a él lo observaba y se ponía de pie. - ¡Mi Laird! ¿Usted la vio? - Si, es mi mujer por juramento Andrew, ¡es mí mujer! ¡mí mujer! ¡mí mujer! ¡mía!

El llanto de él humedecía su rostro que se había ocultado de la mirada de la curandera mientras la había estado escuchando, cuando ella contaba toda su historia, pero al verlo llorar ella se levantaba y lo abrazaba tranquilizándolo y le comentaba - Debe dejar de llorar, ella estará sufriendo si usted llora, todo lo que ha pasado desde que se separó de usted, ella lo está sintiendo, por lo que le digo, debe ser fuerte y decirse muchas veces cuando la extraña y que debe volver a usted. ¡debe hacerlo! ¡ella volverá! ¡volverá! Si usted se juró con ella, mi niña debe estar sufriendo todo lo que usted sufrió desde que se separó de ella.

Fue entonces que pudo entenderlo, su dolor era el de ella, cuando la rabia lo consumía y lo martirizaba ella lloraba e imploraba que le explicara, más estaba sufriendo junto a él aquella vez. Había pasado el peor de los inviernos y ahora dónde estaba su preciosa mujer

La primavera se iba de nuevo y con ella la paz reinaba en Saint Andrew, los clanes de Highlands seguían unidos y ahora prolíferos de personitas nuevas y colmados de alegrías por la llegada de aquellos que esperaban a sus hijos. Más y más crecía Saint Andrew y él sonreía meditándola con la verdad en su corazón, elevaba a los pequeños que nacían y algunas madres ya los vestían con su kilt original, orgullosas de estar de nuevo en su verdadero hogar a donde pertenecían, otras tantas se adaptaban a la buena vida, los Highlands seguían vigentes, había personas allá rezagadas cuidando su hogar antiguo al que ahora era llamado el castillo del invierno del clan Andrew.

Continuará...


Gracias por sus amables comentarios deseando avanzar y concluir no solo esta historia, sino las que van a la par para llegar

a la misma meta, la de ser una historia que se quede dentro de tu corazón al leerla

sinceramente,

Un abrazo a la Distancia

Mayra Exitosa