FIC

Tetralogía

Highlands

Por Mayra Exitosa

El Escocés del Invierno

Capítulo 10

Amor Eterno

La curandera aparecía tras los mostradores de la taberna y le sonreía al Laird, - Que bueno que llegó, los hijos deben estar con su padre. - Gracias por el consejo, usted también se va con nosotros. - Si mi Laird, ya estoy vieja para seguir aguantando estos inviernos solos. - Bien nos iremos pronto, preparen las carretas y… Dallas, te presento a mi hija, es tan hermosa como la tuya, ambas se parecen a sus hermosas madres. - Gracias mi Laird. Dallas quería llorar porque la última ocasión había estado muy enojado por lo que hacían las mujeres de la taberna y le habían dado a su clan mala fama, o quizás un exceso de la buena fama para los hombres, porque las mujeres bien que les aguantaban sus pasiones mal habidas, como había consolado Jonás en aquellos tiempos y verlos irse dejándolos atrás, era como pagar por eso que habían hecho por años y que luego de que se habían perdido las hierbas, el lugar donde nacían más ahora estaba atestado de lavanda y nadie podía comerse el perfume que emanaban las hierbas de potencial. Con una sonrisa Dallas y la curandera reían cuando el Laird McCormick no le importaba oler a perfume de lavanda con tal de que le funcionara su miembro, por lo que habían hecho algunas pruebas y ahora todo marchaba muy bien el a perfumado Laird McCormick también había preñado a dos de sus mujeres, la mayor y la más joven que le daban hijos varones, luego de tantos remedios utilizados por la curandera en el castillo de las Highlands donde todo se elevaba incluso eso. Si señores la fama la hizo McCormick, se le levantó y tuvo un hijo varón y uno medio varón, porque le gustaba mucho los perfumes finos.

Llegar de nuevo a Saint Andrew, fue alegría para todos, su Laird echaba el castillo por la ventana, la fiesta, la algarabía y su mujer… en su lecho… debía estar, pero ates la tenía que encontrar, porque desde que la trajo por el camino ni una sola vez lo quiso aceptar, hasta haberse resarcido de su mal humor, cosa que el aseguraba que era por no hacerlo con nadie, más eso no convencía de dejarla quieta en su lecho, cuando ahí encontraba a sus hijos y ella no aparecía por largos tiempos. No fue fácil convencerla, pero el tiempo sirvió, de muchos detalles pasaron, desde que los viejos roncaban y otros sonidos se escuchaban que ocultaban al Laird elevando en las paradas en su envergadura ensartada, ahí traía a su mujer, pegada más no se podía, desde la noche al amanecer sus sonidos eran susurros comparados con los ronquidos de todos los viejos que dormían, los hombres vigilaban , más el Laird tenía su truco, se fingía dormido y cubierto con su mujer, pero su daga estaba en un baile discreto, la dama no hacía ruido para no despertar a los niños, más ahora mordía las cobijas ocultando sus delirios agonizantes ya que su mujer lo hacía mientras no estuvieran encerrados, solo al aire libre,

La fiesta se dio llegando, sus hijos reconocidos, William y Candy Andrew, al igual que sus padres disfrutaban del fandango, su bisabuela culeca, se ponía trapitos encima y ellos la imitaban bailando la danza matutina, reían los viejos, corrían los niños, los más pequeños lucían un kilt, las damiselas su coronilla de flores, todo era alegría, se esfumaron los temores, en las Highlands ya no hay ninfas ni Brownies, son leyendas de Escocia, y los hijos de Laird, todavía podían berrear, pero eran tremendos, algo tenían que heredar, los escoceses las comentan, que gracias a los Brownies todos los de Saint Andrew están protegidos, si alguien osa invadirlos morirán como los que lo hicieron, sin dejar una huella que pisar, la celebración bendecida, el festejo se propagaba, y hasta de otros clanes de las Highlands también llegaban.

El castillo del invierno sigue siendo del clan Andrew, más nadie se acerca porque pueden volver a despertar a los Brownies que lloran, tal vez no espantan solo matan a quien ose ingresar, ni la taberna tiene gente, el castillo luce diferente, las mujeres son felices en Saint Andrew protegidas por sus guerreros ellas proliferan la vida, el Laird sigue dando hijos a su mujer, ella a todos los quiere igual, no sabe cuándo deberá parar, porque todavía le da vuelo al Laird, así que no dejara de dar a luz, ella se cuida, él la cuida y ambos se consienten, cuando les dicen que ya no habrá más niños, miran a Dallas y a Jonás que ya grandes trajeron a la más hermosa niña del clan Andrew, que ahora es amiga de los hijos del Laird y casi nadie se puede acercar, la niña solo la pueden ver jugar… con el pequeño gritón de William, hijo del Laird del Clan, que se desaparece asustando a todo el que lo busca, pues nadie lo encuentra cuando se debe, solo su padre sabe dónde está, y junto a la hija de Dallas ahí lo puedes siempre encontrar, son listos desde muy chicos, ellos siempre se esconden para jugar, nada malo piensan los padres, ellos saben que nacieron para ser felices, son del clan Andrew por lo que nadie teme, ahora todos vienen a visitarlos incluso ha llegado el suegro del Laird Cornwell, que va seguido con la curandera y nadie lo detiene, anda que no lo sientan, porque si Jonás trajo una hija bonita, las hierbitas pueden funcionar y darle no solo hijas, sino hombrecitos, todo está en el secreto de la curandera que el sigue a raja tabla, porque es el único Laird que todavía espera tener más hijos y no nietos como los que ahora tiene por montones, pues son muchos, lo importante es que están sanos y el Clan de Mc Brown sigue festejando, al igual que el Mackenna todavía fecunda la esposa del Laird ya cuenta con cuatro hombrecitos y parece equipo de batalla, los Cornwell ya salen seguido, su mirada se ha ido mejorando con el tiempo, ven mejor ahora que cuando se conocieron, y vaya que ese Laird no suelta a su mujer, la tiene de día y de noche hecha solo para el placer.

Una tarde cerca del mar, en Saint Andrew camina el Laird William Andrew tomado de la mano de su mujer y de la otra la rienda del caballo que lo sigue lentamente, - No lo hemos hecho, pero eso no significa que no se pueda. - Pobre caballo que culpa tiene, si mi Laird siempre lo hace sin estar montado, como sea si lo intentamos, solo seré quien te cabalgue a ti, y no sueltes las riendas cuando yo no me detenga. - ¡si! Vamos subamos de una vez, que no lo hemos cansado para que puedas montarme a placer, veras que el caballo nos da un empuje extra. La sonrisa de diabluras del Laird Andrew, continúan en las nuevas poses que su mujer y él averiguan para yacer ensartados aun encima de su corcel, la abre, la inserta y a gemidos que ambos muestran los dos se besan con ardor, al sostener la preciada y anhelada unión, ella no desea evitarlo, le da vida a sus días, él sin ella no puede seguir, fueron los más terribles tiempos aquellos que vivió en el castillo el último invierno al encontrar el sangrado en la paja de los establos, que por cierto ella le aseguró que ayudó a una yegua a traer a su potrillo y por eso la sangre había encontrado en aquella horrible ocasión, al pensar que fuera de ella, eso que tanto lo atormento.

Ella permanece preciosa, sus vestidos medio rasgados, ya no de ser la Brownie es por la pasión desatada de su Laird Andrew que no deja prenda viva cada que salen a pasear a solas, suelen tomar noche y media para regresan al castillo, sonrientes y satisfechos colmados uno del otro, y en muy pocas ocasiones cuando hace frío, ambos invernan apasionados que aun esperando bebe, la ama apasionadamente y con mayor placer, porque cuando esta preñada, suele verse más mujer, más deseable y hasta superan sus ocasiones al culminar, su matriz esta húmeda diariamente, sus pechos henchidos y enormes colmados son probados y cuidados por su Laird, quien le da su espacio para que se recupere, y no se atreve a faltarle, pero ella se da nuevas y muy variadas habilidades que el Laird goza de su mujer que no quiere que se busque a nadie, cuando el jamás osaría hacerlo, así fuera a esperarla otros dos años en soledad, preferible a serle infiel a la mujer que es dueña de su placer.

Su dama no se mantiene quieta, el mucho menos, ya tienen más de seis hijos y nadie se queja, el la sigue amando al aire libre de preferencia, no soporta los lugares encerrados, los puedes encontrar desnudos en el mar, en la laguna o en el bosque, formaron un círculo de piedras enormes que sirvieron para sus nuevas posiciones, ella le gusta la variedad que él le brinda para sentirla siempre insertada en su eje, que de solo olerla, se pone atento y levanta el kilt muy firme para avisar que ya está listo para darle a su mujer lo que ambos no desean que jamás termine, de ahí que las ninfas desnudas que se aparecen y desaparecen y el ciclope que la persigue y no la deja descansar, pues no tiene limites a la hora de danzar insertado en su ninfa suele permanecer más tiempo de lo usual unidos y sin parar, surgen leyendas hoy en día que justifican aquellos placeres que si usan o no ropa interior, para que, si estorba en toda ocasión.

FIN


Gracias a todas las compañeras que siguieron día a día esta historia, una trilogía que surge de quien dibuja de quien lee y de quien goza,

apreciando su amistad es que pude inspirarme a continuar escribiendo, muchas gracias Lorena Montalván. Tu amistad es inspiradora.

deseando de todo corazón haya sido para ustedes como lo es para mi, una historia diferente, colmada de pasión, unidad y amor.

Mayra Exitosa