Diclaimer: Digimon no me pertenece, tristemente, las cosas hubieran sido muy diferentes si así lo fuera!

si lo sé no hay perdón para tarda tanto en publicar pero aquí les traigo un nuevo capítulo pasado y repasado por como lo puedo corregir, espero que sea de su agrado!


Capítulo 6

"Querida Mimi, cada vez se vuelve más difícil poder hablar contigo vía Skype, aunque lo hemos hecho muchas veces durante la última semana, entre el cambio de hora y que cada vez son más los deberes que nos pasan en el instituto, ya no tenemos tiempo para respirar. El que peor lo tiene es Wallace por ser un prodigio de las matemáticas de trabajos en su universidad adelantada, casi no lo veo desde el día en que te fuisteis. Aunque sí es cierto que con él puedo hablar más por móvil, espero que no te sientas apartada por esto, te recordamos mucho y él siempre me dice que habla contigo por mensajes, así que no me preocupo por su parte…"

Michael era un bueno amigo, siempre lo había sido, fue gentil cuando conoció a Mimi, le había enseñado mucho de USA, de las costumbres, de la lengua y sobre todo del cine y la moda, le gustaba dibujar y hacer sus propios estilismo, Mimi había sido su musa desde que la conoció y ella lo disfrutaba muchísimo con él. Se les unió Wallace, era dos años más joven que ellos, pero muy maduro y crecido para su edad por ser un genio.

Los tres se volvieron inseparables, bueno, hasta aquel momento, aunque fuera así seguían en contacto.

En su nuevo instituto no conocía a nadie, en su clase las chicas al inicio se interesaron por ella por ser del extranjero, pero luego cada una tenía su propia compañía, amigos y grupos. Sentía que por parte de los chicos, estos la miraban como si fuera carne, Mimi sabía cuán bonita era, le gustaba serlo, aunque no causara buen ambiente entre las chicas, pero tenía a Michael y Wallace.

- Pero no están aquí ahora. -Se dijo al destapar su Bento de aquel día y empezar a comerlo sola en las escaleras traseras del colegio donde nadie la miraba.

Sabía que iba en el mismo instituto que Yamato y Rose, pero esta daba clases pocas veces a la semana y Yamato, a él no le había visto, parecía como si él la ignoraba exactamente para que no supieran de lo suyo. Los grupos en Japón quedaban muy marcados y los cotilleos no eran bien vistos, Mimi sabía de esto y también lo poco que sabía era que Yamato era muy popular en el instituto, eso apenas empeoraría todo si los vieran juntos, ni que fueran amigos de verdad.

- se puede saber que piensas Mimi, no sois amigos… - Se reprendió a sí misma.

- ¡Ei! ¡Cuidado…! -Miro de donde venía la voz y de repente vio una pelota de Fútbol rodando hasta su dirección, Mimi era torpe con los deporte de pelota y no supo aparta del pelotazo. - ¡Dios mío! ¡Lo siento muchísimo!

Recobró el conocimiento, estaba llena de comida y su uniforme se veía hecho un verdadero desastre. Le dolía la cabeza y parecía que no estaba enfocando bien.

- ¡Lo siento tanto! ¿Estas bien señorita?- Era una voz amable y a la chica que le pertenecía se la veía súper preocupada, sus ojos eran castaños rojizos, como el fuego y su pelo, corto era pelirrojo, una piel bronceada y un cuerpo muy atlético, era muy guapa.

- A… Si estoy bien… - Mimi se sintió cohibida por la escena, estaba hecha un desastre, la chica la estaba mirando y también había lo que parecía ¿El equipo femenino de fútbol?

- Sora-Taichou he traído la enfermera… - Dijo una chica que no llevaba el uniforme, era más bien como una ayudante del equipo.

- Tranquilas estoy bien, me puedo levantar. - pero no fue así, Mimi sintió un mareo.

- ¡No! olvida lo, quédate quieta, ¡ha sido un golpe en la cabeza!

Mimi atendió, estuvieron allí durante un tiempo hasta que unas el equipo femenino ayudaron a la pelirroja, quien parecía llamarse Sora y ser la capitana, a llevarla a la enfermería.

Todo se portaron muy bien con ella, Sora se quedó todo el tiempo junto a la enfermera de la escuela, alegó que por el golpe era mejor descansar y así que se sintiera mejor la dejaría marchar a casa.

- ¿Cuál es tu nombre ? - Sora le cogía la mano era tan cálida.

- Mimi Tachikawa… - dijo algo débil por el mareo.

- Tachikawa-san, lo siento muchísimo. La golpe muy fuerte no sabía que pararía donde estabas tú… - ella le apretó la mano avergonzada y culpada.

- Sora-san, no se preocupe, estoy bien, solo soy un poco débil para los deportes nada más… - Sora sonrió gentil, aunque se veía la culpabilidad, a Mimi no le gustaba aquella sonrisa, recordaba a su madre cuando estaba preocupada por ella, no quería que nadie se preocupara por ella.

- Sora-chan, será mejor que vaya a clase, ya me quedaré con ella, hasta que vengan sus padres.

Mimi se alarmó, pero al intentar levantarse el dolor en su cabeza fue mayor, se tuvo que tumbar otra vez.

La puerta de la enfermería se abrió, para sorpresa de las tres, Yamato entró. Primero miro a Mimi, quien estaba tumbada con un poco de mareo, luego se sorprendió al ver Sora, la que dejó de apretar la mano de Mimi, quien noto que algo había cambiado y la seguridad de las manos de Sora se volvieron temblores nerviosos. Mimi pensó que lo estaba imaginado por el golpe.

- Disculpa enfermera, necesito hablar con usted en privado. - Mimi no supo de nada más, ya que estaba muy mareada y prefiero cerrar sus ojos.

Todo fue un poco confuso para ella. Cuando abrió los ojos Sora ya no estaba, por otro lado Yamato la admiraba y le dijo algo que le resultó ser muy lejano. Vio cómo la enfermera le entregaba sus cosas a Yamato y que este se dispuso a ayudarla a levantarse.

- Sé que será difícil asimilar esto, pero te llevaré sobre mi espalda, agárrate bien. - No era la primera vez que él hacía algo así, Rose era un desastre, Takeru su hermano mayor la seguía. Yamato estaba muy acostumbrado a llevar a sus hermanos a casa cargando los en sus espaldas.

Recordó las mil y una veces que había tenido que ser el hermano mayor responsable, aún cuando por minutos Rose era la mayor. Pero esta chica siempre se metía en líos, cuando no lo metía en peleas inútiles, jugando a Baseball, Takeru los seguía y muchas veces tendía a trepar en sitios altos, correr y caerse.

- Que…?! No te preocupes ya estoy mejor… - Mimi volvía a sí.

- Te han dado un golpe muy fuerte… Sora es muy despistada cuando de fútbol se trata, se que te habrá dolido. - Yamato lo había recibido, y como no recordarlo, no solo de Sora.

Dolía

- Vamos… Tú madre no está aquí ahora y mi padre no puede venir ya que está algo liado con el trabajo… - Mimi se sorprendió al escuchar aquello, era verdad.

- ¡No! No quiero que molesten a mi madre… ni a al señor Hiroaki… Puedo ir sola. - se levantó para sentirse débil.

- Pues moléstame a mí, ya estoy aquí… - el sujeto su antebrazo y ella se sorprendió, sonrojándose, aquel parecía el Yamato que la había atrapado al caerse, en realidad era muy gentil, aun cuando él solo le reprochaba.

Mimi se subió a las espaldas de Yamato y él la llevó junto a sus cosas. Sé sentía algo mal por que él tener que cargar con ella hasta su casa, pero con el calor que desprendía Yamato y lo débil que se encontraba cerros los ojos y se durmió, prácticamente olvidándose un momento de que no quería preocuparlo.

Se despertó ya en su habitación, no sabía cómo había llegado allí hasta que recordó todo. Se había llevado un balon muy fuerte en la cabeza. Recordaba a Sora, todas las chicas del club de fútbol mirándola, la enfermera y Yamato...

Se levantó de un tirón, sentía su corazón a mil, recordaba que él la había traído a casa y debería estar. No tardó en buscarlo sintió el olor de comida haciéndose y lo dedujo. Bajó las escaleras y allí estaba el cocinando y mirando la televisión, pero se volteó con el escándalo que ella había generado.

- Ah veo que estás despierta ya… ¿Pero estas bien para hacer todo este escándalo? - ella se puso roja.

- ¿Que? - Yamato demostró una pequeña sonrisa sarcástica.

- Dicen que la gente escandalosa tiene aguante fuerte, aunque me pregunto por qué un golpecito de nada te tumbo. - Pareciera que sus intenciones no eran malas, pero...

- ¡Oye! ¡Qué poco amable como no fuisteis tú! - dijo ella finalmente indignada.

- Si que estas mejor. Me alegro… - la sonrisa de Yamato la tomó por sorpresa.

Yamato tenía cosas buenas, Mimi empezaba a comprender que todo el tiempo era ella que lo reprochaba por entender mal como él hablaba. El era un chico muy sincero, simple, a pesar de su belleza no era el típico que por lo mismo se creía. En Estados Unidos era todo lo contrario, los más bellos eran vistos con buenos ojos y muchas veces su forma de ser era egoísta por culpa de su popularidad.

Era cliché pensar de aquel modo, pero ella había vivido mucho tiempo en Estados Unidos y necesitaba desprenderse un poco y aprender sobre la cultura japonesa otra vez.

Para su suerte, Hiroaki era el teléfono de contacto de su tutor, así que pudo hablar con él sobre no decir nada a su madre porque si no se preocuparia muchísimo, solo había sido un golpe en la cabeza, ¿la dejó mal? - si - pero no nada tan grave como para mandarla al hospital.

Al día siguiente Mimi les había hecho un buen banquete de comida mexicana: Burritos, Tacos y Nacho. Explicó animada a Hiroaki y Yamato, ya que Rose no se encontraba, que en Estados Unidos era una mezcla de culturas y allí había conocido a mucha gente de todos los tipos de culturas. Aunque no tenía muchos amigos, una vez conoció un chico mexicano amigo de Michael que la había tratado muy bien, él tenía un restaurante de comida mexicana pero era todo más parecido al mercado de USA por esto pudo aprender un poco de su cultura.

Yamato la notó animada dialogando sobre las comidas que había aprendido. Se sintió realmente bien por ella, le gustaba ver qué se encontraba mejor, se había preocupado por ella, llevaba algún tiempo en el instituto pero no la veía por ninguna parte. Sabía que estaba en una clase un año menos y que los chicos comentaban sobre ella, pero no había coincidido en la escuela con ella.

Para él fue una sorpresa que su tutor le llamara, se preocupo al saber que estaba mal, pero se alegró de verla despierta, lo único que no sé espero era ver a Sora por aquel sitio, le vinieron sentimientos encontrados, pero apartó sus sentimientos y intento encargarse de Mimi antes que preocuparse por sí mismo. Aquel no era momento para pensar en él y en Sora, ella también lo sabía, aún que no entendía que hacía allí, se fue sin decir nada. Probablemente se imaginaría cosas que no había, pero ella ya no formaba parte de su vida, no para tener celos o cualquier de las alternativas en relación a lo de él y de Mimi.

En el colegio nadie se había enterado de que él y Mimi vivían juntos y que pronto serían familia política y la verdad que era mejor, el escándalo que se armaría con todo aquello. De momento era más confiable que todos estuvieran en silencio.

Yamato normalmente quedaba los sábados, pero a Kyoya, el guitarrista del grupo, le había surgido imprevistos con el trabajo aquella mañana y no podía ir a los ensayos así que acordaron de tener un día de descanso, aunque no quitaba que aquella mañana se despertará pronto para ensaya en con la guitarra acústica.

Mimi dormía plácidamente hasta que el sonido de una canción la despertó, se sintió perezosa para salir ya de la cama, por un momento pensó que su madre estaba viendo algo en la tele hasta que se dio cuenta de que aquella no era su habitación de USA, si no que hacía casi un mes que estaba con los Ishidas.

- Yamato… - Dijo para sí, recordó que él la había llevado hace unos días en caballito y la había cuidado. Se dio cuenta que no se había recordado de esto y estaba en el cuarto de al lado tocando una linda melodía.

Abrió la puerta de su habitación finalmente dejando la pereza de lado, el otro día él hizo muchas cosas por ella y la cena fue una de estas, aunque los compenso con la cena del día siguiente, debería hacer el desayuno para compensarlo por cuidarla.

Cuando salía del baño, ya cambiada y bien aseada, escucho el timbre. Era raro no recordaba haber invitado a nadie ni mucho menos que Rose o Hiroaki llegarán sobre esa hora tan pronto. Miro el reloj y era apenas las ocho de la mañana.

- Que temprano me he despertado - pasó por la habitación de Hiroaki y futuramente de su madre la vio abierta totalmente bien ordenada y también vio la habitación de Rose abierta, estaba en un completo desorden, era grande como la suya pero el armario tenía las puertas abiertas en el suelo estaba lleno de ropas y revistas tiradas, alguna que otra bolsa de patata su latas de refrescos energéticos y en la cama había un bulto de ropas de todos los tipos.

Se preguntó si Rose no tenía tiempo para organizarla, pero se distrajo con el timbre y bajó las escaleras. Yamato seguía tocando, no había alcanzado a escuchar nada pues tenía los cascos de música puestos.

- Hola buenos días… - Frente a la puerta estaba ni más ni menos que tres personas, entre ellas estaba Sora, un chico con cabellos chocolate muy guapo y otro que se parecía muchísimo a Sora pero más alto.

- Tachikawa-san, que bueno que está bien… - Está se mostró contenta a la vez que tímida, iba tan bonita vestida con un vestido azul celeste que solo resaltaba el color de su pelo, adornado con una horquilla de pelo de girasol.

- A si que Tachikawa… - El de pelo chocolate sujeto sus manos atrayéndolo hacia él de forma sorpresiva para Mimi. - Eres la belleza que esconde Yamato de nosotros…

Mimi abrió los ojos al verlo tan cerca de ella, jamás había esperado que acabaría en los brazos de un chico muy bello, pero esto la aterraba, se sintió muy incómoda.


Notas de la autora: Mimi se empieza a dar cuenta de la amabilidad que tiene Yamato, el en realidad lo imagino muy gentil, creo que siempre lo imaginé muy preocupado así por los demás que dar cariño y atención y cuidado de ella aún que muchas veces parezca más fríos para los ojos de Mimi, pero justo por el choque de culturas entre japoneses y Bueno Mimi qué se creo en el extranjero.

Os prometo que no volveré a tarda tanto en pública y voy a hacer lo posible para corregir el capítulo antes de publicar con todo el cariño.