Diclaimer: Digimon no me pertenece ni sus personajes! Pero esta es mi Fic y es directamente de fans para fans así que solo la escribo con amor por estos personajes y por el Mimato!
Por cierto, feliz navidad a todos!
Mimi pensaba que no tardaría tanto, pero antes de todo, la mujer la obligó que se sacara la ropa, ayudada por otras sirvienta, se sintió violada y tímida, nunca le había pasado aquello, pero todas las doncellas le trataron bien y luego la llevaron a un baño. Allí se sintió peor, pero, después de un largo viaje no le importó mucho que así fuera, aunque Yamato la estaba esperando y estaba perdido el foco.
- por favor quiero ver a mi abuelo ya! - se levantó de la bañera que más parecía una gran piscina.
- Perdone señorita, pero el señor no la verá si antes no la tenemos bien preparada para el almuerzo.
- ¿Cómo ? - aquello parecía una broma o incluso una cámara oculta, por otro lado Mimi no creía que el humor de su abuelo fuera acorde a ella.
No pudo hacer más, tenía gente que la acompañó para todos los sitios, había normas, reglas de etiqueta que ella desconocía, y así fue cuando la vistieron con un bello kimono que parecía tener más presencia que el de todas las criadas. Le hicieron un peinado que le duró un tiempo y todas las orquídeas que le pusieron le pesaba y encima le empezaba a doler la cabeza. Nunca se había sentido tan princesa como aquel día, era demasiado solo para decirle a su abuelo que se fuera a donde ni él se imaginaba que se podía ir, y esto sonaba tan feo viniendo de esa Mimi que se miraba al espejo como una bella Geisha.
- Esa soy yo, toda una Geisha… - alucino, pero no podía caminar bien, le apretaba el quimono.
- No señora, está vestida como un kimono ceremonial de la familia. Una Geisha jamás podría equipararse a usted - le dijo una de las sirvientas. - Es usted familia directa de nuestro jefe, es más importante que una artista.
Ella se sintió especial, vio tanta belleza en la ropa, el maquillaje bien invisible que le resaltaba su belleza tal y como era, su pelo recogido con aquellas horquillas. El kimono era una verdadera obra de arte, variaba de tonos rosas y rojo con toques dorados en los acabados de los dibujos florales de camelias y lo que parecían propias, era precioso, Mimi nunca se pensó usar una pieza tan increíble. Pensaba lo suyo aquella no era ella.
Vio en la mesa del vestido una foto de quien no demoró en reconocer, era una pequeña Satoe abrazada a la que debería ser su abuela Mimi, con quien compartía el mismo nombre que ella. Aquel debería ser la habitación de su madre, era grande y tenía mucho espacio, pero era triste y apagada, la única luz venía del exterior y de aquella foto tan linda. Mimi no se lo pensó dos veces, retiró la foto del marco y se la quedó.
- señorita venga… - Las doncellas estaban todas por debajo de ella, no parecía que ni pudieran caminar erguidas, a diferencia de Mimi que seguía el camino formado por las cuatro doncellas que la acompañaba.
En el camino hacia donde quiera que la llevaba, se imaginó a su Madre con toda aquellas mordomias, con tanto que hacer y que aprender para ser una especie de princesa. No se lo quería ni imaginar, por que todo era tan frío, tan sin sentimientos y su madre era todo lo contrario de aquel sitio, era una mujer buena y gentil que siempre intentaba hacer las cosas por sí.
Ella se encontró sola en un salón muy grande, con las típicas mesas largas y con almohadas de sentar para así poder comer la comida que le habían puesto. Todo delicado y tan preciso, tan perfecto que daba miedo. Ella quería sentarse de otra forma que no fuera la típica japonesa, pero con él kimono mal podía hacerlo.
Nadie la acompañaba, se la quedaron esperando por el lado de fuera ella miró la pintura de la zona principal, donde intuía que era la mesa de la familia principal, había lo que parecía un dragón de agua y unas montañas lo que era una pintura en arte muy antigua japonesa y sobre esta se leía los kanjis de dragón y río, el significado compuesto de los Tachikawa, Mimi lo sabía bien, por que su madre le había explicado un día.
Ella no pudo comer, era demasiado para ella, parecía una broma que la trataran de aquel modo, era como si hiciera parte de ese juego cruel, nunca pudo ser quien era ella cuando una niña inocente, le habían negado todo a su madre y ahora qué significaba aquello.
La puerta del otro lado se abrió y un señor de mirada de águila la observó desde lo alto, como si fuera su presa y la fuera descuartiza.
- pase conmigo Mimi-san, su abuelo finalmente está dispuesto a verla. - Él se dio cuenta. - Vaya, no a comido nada, espero que no causes problemas con el estómago vacío, aunque las mujeres no sois de comer tanto, bien hecho.
Ella se quedó sin saber lo que decir, la estaban juzgando por ser mujer? Ella era todo lo contrario a aquello, amaba comer y lo disfrutaba muchísimo, pero allí, aquella comida que parecía envenenada, no, no comería nada en aquella casa ni siquiera quería estar allí.
Aunque había llegado el momento y al darse cuenta estaba temblando, pensó en Yamato lo recordó, él siempre le había dando muchos ánimos y la ayudaba, como quería que él estuviera con ella, aunque tampoco quería cargar con sus problemas. Ella era grande lo suficiente para saber que debería seguir adelante sola, si no, no podría continuar viviendo - Aquel orgullo debería ser parte de su decencia japonesa, la sangre pura de aquella familia corría por sus venas.
Yamato suspiraba, ya había imaginado mil posibilidades de lo que le había pasado a Mimi. Hasta pensó en la posibilidad en la que el abuelo tiraba su cadáver en el río para que nunca saliera sobre qué Satoe tenía una hija sin estar casada. No había visto demasiadas películas antiguas con Mimi últimamente, él fue obligado por su hermana para que las acompañara.
Rose quería ser una estrella de Hollywood, y al saber que Mimi era toda una friki de estas películas, cada noche cuando tenían libre se habían puesto estas películas más antiguas con las tramas más dramáticas y locas que él tenía que soportar en cuanto las dos se quedaban dormidas por las horas.
Él sonrió recordando a Mimi, como se emocionaba al ver películas de aquel tiempo, como se emocionaba cuando explicaba lo que sentía al final de cada película, lo mismo les había pasado en la tienda de cds antiguos. Habían ido el otro día antes del karaoke, Mimi sabía mucho de música para él ella era toda una sorpresa, aprendió muchísimo, y se dio cuenta de que ella estaba ayudándolo a aprender más sobre música y a su hermana más sobre el cine antiguo.
-" Para comprender todo lo que se hace ahora hay que mirar al pasado! James Dean o Liz Taylor seguro que vieron películas antecesoras para llegar a ser las estrellas que pasaron a la historia y Yamato!" - siempre decía su nombre aunque él nunca le había dicho que lo pudiera decir, pero aquello se le hacía incluso cariñoso, era raro, no tenía estos costumbres occidentales tan interiorizado pero Mimi lo había cambiado todo.
-" Bowie, los Beatles y Mercury no hubiera hecho historia sin aportar tanta la música, seguro que el rock británico es por donde debes seguir… ¡Lo sé!
- Por dios… - se levantó de la cilla, las doncellas que observaban lo guapo que era salieron corriendo y murmuraron en cuanto reía tímidas. - Mimi necesito que estés bien!
- Ei… - El admiro una anciana que parecía más difunta que viva y se contigo para no hacer un berrinche del susto como Mimi. - joven, ¿puedes venir conmigo ?
- ah?
- Estoy preocupada por Mimi-Sama… nunca pensé en verla por aquí , si le pasa algo, jamás me perdonaría con Satoe-Sama. - creo que tú eres su novio ¿no? Seguro que puedes ayudarme.
- Bueno… - Él se sintió raro con la palabra " novio" pero si dijera que no, tal vez esa señora no le ayudará. - ¿Sabe usted dónde puedo encontrarla ?
- Sígame… ¿señor…?
- ¿Mi nombre ? - ella balanceó afirmativa su cabeza. - Ishida Yamato.
- Bien, vamos Ishida-Sama, perdóneme entonces es usted el hijo de Ishida Hiroaki-sama, que bueno que está cuidado de mi quería Mimi-Sama. - se sintió raro con tanto rango en su nombre y que conociera a su padre, pero tenía que llegar a Mimi y no se iba a quejar con aquella señora que vivía en un mundo pasado, ya no tenía edad para discutir sobre el futuro, la dejaría vivir lo que le quedaba con lo que era, ya que esta era su forma de respecto a aquella anciana.
El ojo de águila le acompañó asta lo que era un cementerio antiguo, Mimi concluido que después de tantas tumbas, era un cementerio familia. Y allí junto a dos cuidadores, estaba su abuelo en una silla de rudezas mirando a lo que parecía el tumulto principal y más lleno de flores y comida que había. Los incisos tenían olor a rosas, su Madre olía a aquellos inciensos cuando la abrazó aquella noche en la que había vuelto a verla. Seguramente aquella era la tumba de su abuela.
- Veo que te has hecho una bella dama Mimi-san… - la voz gruesa y vieja de aquel señor la hizo en seco, recordaba bien aquella voz. Todo empeoró cuando él se levantó con la ayuda de un bastón de su silla. - Quien diría que después de tanto que le hiciste a esta familia estarías aquí y ahora delante de mí… Dime, ¿vienes a reclamar tu herencia ? O vienes a deshonra mas tu familia con tu presencia.
No le dijo hola, ni le saludo, ya le sobrecargó con palabras horrendas y propósitos que ni le pasó por la cabeza a Mimi.
- ¿está usted loco? - ella alzó la voz, lo que hizo el ojo de águila mirarla mal y Mimi sintió que si le pudiera pegar, la pegaría por tamaña insolencia.
- ¿Yo? - era rudo, maquiavélico, cómo podía cambiar de pareceres, seguía siendo el mismo monstruo mal que vio una vez. - Eres una jovencita criada sin ningún respeto a tus mayores. Le permití mucho a tú madre y mira como me lo ha pagado… yo le dije que no se fuera de aquí que es bastarda sólo sería peor creada, más en el occidente, olvidando todas nuestras tradiciones… Dios mío, en qué estaba pensando cuñado la dejen ir, cuando no te saque de sus brazos y te di a adopción, hubiera sido todo tan más fácil.
- ¡No he venido a recuperar mi pasado, ni su nombre! - Mimi se arrancó todos las horquillas de su pelo, una por una, cada vez que hablaba. No he venido a deshonrar a nadie, el único que es una deshonra es usted como padre! Ni diré como abuelo usted… - el viejo la pegué con el bastón, más fuerza de lo que esperaba Mimi y esta cayó sobre una tumba.
- ¡Quien te crees! Encima que te doy un regalo de tratarte por una vez correctamente me vienes tú a mí a decir estas cosas? Una insolente don nadie…
- Yo jamás quería tener este maldito apellido, jamas quiero formar parte otra vez de esta familia! - él volvió a golpearla, menos fuerte, pero a Mimi no le importaba, se levantó y fue hasta próximo a él, aunque fue detenía por él ojo de águila quien la sujetó fuerte. - No le debo nada a una abominación como usted y tenga claro conmigo que no dejaré que mi madre vuelva a este lugar nunca en su vida, ella se va a casar con alguien que la hará feliz y usted se morirá con tanta mandad en el corazón por que mi madre es la persona más buena y pura que existe en este mundo, todo lo contrario de un viejo atrapado en su pasado que jamás será nada para mi y que finalmente mi Madre podrá esta lejos! He venido a decirle que lo compadezco, porque no supo nunca apreciar a la bella mujer que siempre fue mi madre y que cuando se muera, aunque ella lo perdone, de todo el mal que ha hecho a su hija, será usted el que no se podrá perdonar!
Él iba a pegar a Mimi otra vez con el bastón, pero esta vez se metió Yamato por el medio, recibiendo el golpe por ella. No pudo soportarlo más.
- ¿Se puede saber?! - el viejo se rió. - Que mujer tan patética, correrá la misma suerte que su madre, quién oficial no es nada para mi, ni siquiera para mujer sirvió y viene su hija a confrontarse trayendo consigo a un hombre de ojos azules, esto es una deshonra…
- Es usted realmente despreciable…
- Yamato! - ella consiguió deshacerse del ojo de águila.
- No te conozco de nada muchacho, si no quieres correr la misma suerte que esa mujer despreciable será mejor que me deje paso.
- Mimi ya le has dicho todo lo que tenías que decirle? - Yamato la miró, por que no quería seguir mirando a aquel monstruo, lo había escuchado todo, pero no pudo actuar hasta que ella le confirmara todo lo que sentía.
- Si… no necesito nada más de este lugar… - él vio como ella sola se había podido sacar aquel kimono, quedándose solo con la ropa interior del kimono.
- Que se creen que pueden… - pero el viejo empezó a tocar, Mimi se volvió para verlo pero .
- No vale la pena, seguro le ayudarán sus empleados, tu no tienes que preocuparte más, él no es tu familia Mimi…
Yamato tampoco se sentía con ganas de continuar, aunque aquel hombre era horrible, sabía que tanto a él como a Mimi le supo mal que estuviera enfermo y le dieran estos ataques pero, no podían mirar atrás, no más.
- venir conmigo Ishida-Sama, Mimi-Sama, si Tachikawa-sama se recupera, será difícil que podáis salir… correr…
Mimi y Yamato siguieron a la honorable señora y después de un gran camino y ver cómo muchos empleados se iban en dirección al cementerio, pudieron finalmente esta fuera de allí.
- por favor Mimi-sama Dale recuerdos a Satoe-sama… aun cuando me muera, jamas me olvidare de ella, aunque los Tachikawa-sama no le acepte, para mi siempre será mi joven señora, la que cree después de que la honorable señora se fuera.
- Muchas gracias Nona-obasan. - Mimi se despidió de ella con un abrigo confortable. Sabía que jamás la volvería a ver pero agradece por lo que le había ayudado cuando había llegado y ahora en este momento.
- Márchense… ellos la seguirán si le pasa algo al señor. - Nona le había entregado las cosas a Mimi, para que así se pudiera ir sin dejar nada de qué hablar.
Yamato y Mimi se fueron corriendo por el camino principal de la montaña, les costó un poco hasta que llegaron al pueblo y pudieron pillar uno de los buses haber si tenían aun suerte de poder llegar a la estación de tren y irse a casa lo antes posible, antes que Satoe se enterara de algo. Ninguno de los dos habló hasta que estuvieron en el tren. Ella aún llevaba la ropa interior del kimono, así que dio que hablar en el tren junto a Yamato que ya llamaba la atención con su rubio natural y su aire occidental.
- Póntela, espero que no piensen nada raro. - él le ofreció su chaqueta, y ella no dudó, tenía las manos y los pies fríos.
- Gracias… aunque dudo que ya no piensen mal, aunque por una vez me da completamente igual - de repente el tren que sufría algo de silencio por lo asombrado que estaban con aquella escena, fue llenado por las risas de Mimi.
Yamato estaba totalmente sorprendido con aquella Mimi, no supo qué decirle, no imaginó que después de aquello ella riera, pero las risas se transformaron en llantos, Yamato no demoró ni un momento para atraer su cabeza a su pecho. Permitiendo que ella llorara todo lo que quisiera, aunque lo dejara empapado en lágrimas.
Notas de la autora: Vamos que llegó dos semanas de retraso! Tuve mucha movida en la escuela y en el trabajo así que no pude editar de modo mejor este capítulo asta hace poco... Disculparme!
Aquí vemos la continuación y vemos que el Abuelo de Mimi no es nada sano... Es una mala persona vamos que no hay argumentos para el ...
Es una pena todo, pero también amo que Yamato este con ella y la apoye en esto, esto los vuelve aún más unidos y que bonito los amo!
Es un capítulo muy emotivo y sinceramente creo que me gusta mucho aún que tenga el abuelo tóxico.
Espero que os guste y que lo disfruten tanto como yo lo disfruté escribiendo! Asta el próximo finde y esta vez junto no tarda tanto en. Publicar.
