Little witch academia, es propiedad de Trigger y sus respectivos creadores.
El siguiente fanfic esta escrito sin fines lucrativos.
Cualquier parecido con la realidad es mera ficción...
Los campeones le dicen NO a las drogas.
Escritorio
Lo de Hannah había sido problemático en el comienzo; Barbara había detectado rápidamente la influencia de la consejera England en los pasillos y en la Universidad en General, claro, no se trataba de alguien con un sentido de responsabilidad tan arraigado como el de la Maestra Cavendish en cambio era percibida como una vigilante con personalidad dual; podía ser la mujer más agradable y dulce con las estudiantes, y en otras situaciones podía volverse una sabueso de lo más estricta para mantener los pasillos libres de cualquier problema. Si algo sucedía en los pasillos o en cualquier área de la universidad que comprometiera la integridad de alguna o varias de las estudiantes ella era la primera en tratar el asunto y de ser necesario elevar un reporte a la rectoría. Todo un trabajo de gran mérito y que ponía a Hannah como una de las piezas más importantes en el Comité Institucional, pues su trabajo era vital para las demás maestras del Comité y de la misma Dirección
A Hannah no había problema que se le pudiera pasar, todo estaba bien controlado en Luna Nova en gran parte gracias a ella y su estricta labor profesional.
Sin embargo, para Barbara los conceptos de moralidad, ética y responsabilidad no eran nada más que farsas que podían ser dobladas a voluntad con su poder. El problema para Barbara no residía en ello, era más bien el cómo acercarse a una mujer que parecía no tener una entrada, era como si quisiera entrar a un bunker blindado que rechazaba cualquier intento de acercamiento salvo por algunos saludos esporádicos y platicas breves orientadas al clima escolar; fuera de eso no había opción alguna de tener un contacto más cercano con ella…
Por ello renunció a una parte de su integridad "moral" con un simple plan de coquetear con la consejera. Una denuncia falsa que Barbara levanto fue el escape perfecto para entrar a la oficina de la consejera, una excusa que desmorono el valor de responsabilidad con el que tanto se regía la consejera Hannah.
La idea había llegado a su mente desde que había observado la integridad e importancia de Hannah para la Universidad en general, sabía que sería difícil convencer a la consejera de ser su tapadera en el negocio que pensaba montar ¿sobornarla con dinero? Las maestras en Luna Nova percibían una paga suficiente como para vivir sus vidas lo bastante holgadas, así que el soborno tendría que ser bastante cuantioso como para que Hannah tapara sus ojos, dinero que (como estudiante) no tenía.
Sobornar con dinero no era la opción.
Tal vez el dinero no sería la solución para ese problema, y le molestaba saber eso, pero no era un obstáculo para ella, después de todo era una Parker; si el dinero no funcionaba buscaría algo que funcionara, y ese algo no fue difícil de encontrar; claro, en el proceso tuvo que tomar prestadas algunas de las más bajas cualidades de su amiga Akko para engatusar a la mayor.
Montar un plan así fue vergonzoso para Barbara, más por su inexperiencia al realizar ese tipo de acciones, sin embargo el precio de lograr que la consejera estuviera de su lado sería bastante fructífero; correr un negocio ilegal era solo el primer paso para que los Parker se hicieran al fin del gran negocio que presentaba tener Luna Nova en sus manos; futuros planes para chantajear a la directiva escolar de sacar a la luz un horrible caso de tráfico interno de drogas comandado por sus propias maestras sería suficiente para que la universidad diera su brazo a torcer, y con ello, al fin los Parker tendrían en su posesión los mejores negocios en Blytonbury, por no decir que se habrían apropiado de una de las instituciones más importantes de Inglaterra.
El cielo era el límite para la joven Barbara.
-Buenas tardes ¿consejera Hannah? –pregunto Barbara abriendo la puerta de la consejería sin previo aviso.
La mencionada alzó la mirada con molestia en su rostro, no por haber sido aludida, más bien por haber sido interrumpida de esa forma tan descortés.
La reprimenda no se hizo esperar.
-Le voy a pedir de la manera más atenta que para la próxima ocasión llame a la puerta antes de entrar –respondió molesta la castaña.
-Lo sient…
- ¿Qué es lo que sucede, señorita…? –preguntó Hannah robándole la disculpa a la estudiante y haciendo una pausa para que la intrusa se presentara apropiadamente.
-Parker, Barbara Parker; me dijeron que usted podría ayudarme con un reporte a una compañera –respondió la joven cerrando tras de sí la puerta poniéndole pestillo al cerrojo en el proceso.
-Señorita Parker… ¿a qué se debe el reporte?
-Bueno, una compañera me golpeo mientras estábamos en el pasillo.
El semblante en el rostro de Hannah cambió al escuchar la causa del reporte, si había algo que le molestaba en demasía a Hannah era que hubiera problemas en sus pasillos.
- ¿Cuál es el nombre de la compañera?
La pregunta tomo por sorpresa por un momento a Barbara, en su plan aquella pregunta no existía, así que quedo en silencio por un momento hasta procesar su siguiente paso.
-No… no recuerdo su nombre… pero me duele mucho el golpe…
-Solo deme el nombre de la compañera que la golpeo y después puede ir a la enfermería.
-Siento que no puedo caminar…
-Señorita Parker –Hannah detuvo el dialogo de la estudiante en tono molesto– el nombre de…
-Mire… –esta vez fue Barbara quien interrumpió el dialogo de la consejera, acercándose a ella y levantando su falda hasta dejar ver sus muslos– ¿podría revisar? No creo que pueda llegar a la enfermería…
Barbara continuó caminando hacía donde se encontraba sentada la consejera hasta llegar a su escritorio y tomo asiento encima de este, quedando frente a Hannah.
No hubo un llamado de atención de Hannah por esa conducta.
El plan de Barbara tomaba buen rumbo.
La pelinegra tomo asiento sobre el escritorio de una forma tan grácil que nunca había visto Hannah a alguien hacerlo ¿cómo podía alguien hacer ver una acción tan vulgar e irrespetuosa como si fuera algo tan elegante? La respuesta era la misma esencia de Barbara para hacer ver elegante cualquier acción que realizaba.
Los rasgos tan aniñados de Barbara resaltaron aún más cuando está bajo su mirada hasta hacer contacto visual con la mayor, una mirada similar a la de una dulce niña regañada, salvo que la chica que Hannah tenía enfrente ya no era una niña, era una joven que sabía lo que hacía, y aun así dejo que la joven Parker continuara con ese acto.
La mirada de Barbara mostraba –una bien actuada– ternura; para Hannah aquello era la mirada de una chica inocente que tal vez estaba perdida y confundida en sus pensamientos, un acto de confesión que no sabía por dónde comenzar ni por donde terminar. Su sentido del deber le decía que cortara ya esa situación tan extraña, pero los suaves movimientos de Barbara le gritaban que continuara.
- ¿Aquí? –preguntó Hannah cediendo al juego, mientras deslizaba lentamente sus manos por los muslos de la joven británica.
Un suave y tierno gemido salió de los labios de Barbara al sentir las manos de Hannah sobre sus muslos, un gemido bien intencionado que cargaba con la esperanza de excitar a la consejera.
Y lo logró.
-S-sí, ahí –respondió con un tierno gemido al que su garganta se encargó de darle el sonido de la respuesta afirmativa.
- ¿Solo aquí? –preguntó Hannah nuevamente mientras subía sus manos hasta tocar las ingles de Barbara– ¿o te duele en otra parte?
Hannah no solo deslizo sus manos hasta estar peligrosamente cerca de la zona intima de Barbara, también había inclinado su cuerpo hacía enfrente al punto de dejar su rostro cerca de la rodilla de la alumna.
Barbara ya tenía comiendo de su mano a Hannah.
-N-nghh…–otro gemido bajo salió de la boca de Barbara al sentir las manos de la consejera en sus ingles.
La respuesta negativa que pensaba vocalizar termino convirtiéndose en una seguidilla de suaves y bajos gemidos acompañados de una negación con su cabeza.
-Shhhhh… –susurró Hannah al escuchar los constantes gemidos de la joven estudiante– nos van a escuchar…
Antes de que Barbara pudiera responder algo más sintió los cálidos labios de la consejera posarse en su rodilla izquierda; de alguna forma sentía que su plan estaba saliéndose de control, una sensación que aumento al sentir las escurridizas manos de la mayor subir por la parte exterior de sus muslos alzando un poco su falda, lugar donde las juguetonas manos de Hannah se detuvieron para tomarla de la pretina de sus bragas para, en acto seguido, bajarlas lentamente.
- ¿M-maestra?
El tono tierno de Barbara salió de su boca de forma natural, haciendo a un lado la intención por la que en realidad estaba ahí; al principio del encuentro se había empezado a sentir sucia y usada, pero conforme las caricias de la mayor comenzaban a aumentar esas ideas empezaban a desaparecer dando paso a un fuerte sentimiento de excitación.
La respuesta de la mayor no se hizo esperar, pero no de forma verbal, en cambio se levantó al fin de su asiento y aparto la silla lo más lejos posible para que no le estorbara y seguidamente empujo suavemente a la señorita Parker, poniéndola de espaldas sobre el escritorio en el que estaba sentada y finalmente, ya con el cuerpo de Barbara recostada, abrió las piernas de esta para empezar a besar sus muslos.
La pelinegra estuvo a nada de volver a soltar una seguidilla de gemidos hasta que recordó las palabras de la mayor; en cualquier otra situación hubiera desobedecido las ordenes de alguien inferior a su linaje noble, pero de alguna extraña forma sintió que era imprudente desobedecer las ordenes de Hannah en ese momento, en vez de eso tapo con sus manos su boca para ahogar cualquier lascivo sonido que pudiera salir de sus labios mientras la consejera continuaba besando las partes sensibles de sus piernas.
Hannah aún no tenía la consciencia del todo perdida; su voz interior, que había comenzado con llamados de atención, ahora empezaba a gritarle que se detuviera, le pedía que advirtiera los peligros que podrían cernirse sobre ella si continuaba devorando a la joven estudiante; la simple idea de haber caído tan rápido en una situación así era estúpida, así como también era imposible hacer caso omiso a esos llamados internos de atención. Hannah ya había ido lo suficientemente lejos como para ser gravemente sancionada por la directiva, aunque no lo suficiente como para perder su empleo. Aún había esperanza, la puerta de salida estaba abierta para ella… y en cambio solo basto un pequeño movimiento por parte de la señorita Parker para que esa ruta de escape se cerrara.
La cabeza de Barbara pasaba por el mismo dilema; a pesar de las enormes olas de placer que nunca antes había sentido en su vida aún no estaba totalmente en blanco, tenía todavía una tarea que hacer y no la lograría consumar si no ponía más esmero en lo que estaba haciendo. En un momento sintió la duda de la consejera al detener sus besos y supo que necesitaba hacer algo más; en un movimiento desesperado levanto su falda y alzo sus caderas para acercar más su parte intima al rostro de Hannah, una acción que pedía a la mayor darle atención a esa zona.
Hannah dudo nuevamente ante la acción de Barbara; la estudiante estaba pidiéndole que fuera atendida lo más pronto posible. Hannah se sintió aturdida nuevamente, su consciencia continuaba gritando que se detuviera y aun así ahí estaba ella, tan cerca de la zona prohibida de Barbara…
Poso sus manos en los respectivos muslos de la inglesa y acerco más su rostro a la vagina de Barbara.
- ¿Segura?
La respiración de Hannah al preguntar aquella palabra llego a la zona intima de la pelinegra en forma de un suave cosquilleo que la hizo estremecerse de placer; cubrió más fuerte su boca a la par que extendía su cabeza hacía atrás al sentir aquella ola de placer, una ola que sería presagio de lo que vendría a continuación.
Sin más tiempo que perder Barbara asintió repetidas veces a la pregunta de la mayor.
Hannah al recibir la respuesta afirmativa ensordeció los llamados de atención y no dudo en llevar sus labios a los labios vaginales de la joven estudiante.
Una abrupta reacción sucedió al momento en que Barbara sintió los labios de Hannah aprovecharse de su vagina, un suave beso en esa zona la hizo estremecerse, preparándola para lo siguiente; al sentir la húmeda lengua de la mayor no pudo evitar incorporarse lo más que pudo, casi volviendo a sentarse sobre el escritorio. Aquel placer era algo totalmente diferente a los toqueteos personales que de vez en cuando se proporcionaba; si, aquello era muy diferente, era mucho mejor de lo que pensaba y aparte mostraba lo sensible que podía ser en situaciones así.
Hannah sintió el estremecer de la alumna haciéndole saber que estaba haciendo las cosas bien; entonces continuó con un lento pero constante lamer en los labios de la joven estudiante, dando de vez en vez suaves mordidas en los labios vaginales haciendo que la boca de la joven comenzara a exhalar constantemente como si buscara con ello apartar las ganas de gemir, también sintió las manos de la joven británica aferrarse fuertemente a sus muñecas, casi sintiendo las uñas de esta encajarse sobre su piel.
Y aun así, Barbara no era la única que estaba disfrutando aquello, la castaña también lo estaba disfrutando, hacía tiempo que no disfrutaba de lamer el coño de otra mujer, sentir el aroma, la textura tierna y el sabor de la parte intima de una joven tan linda como Barbara le excitaba de una manera extrañamente inusual.
La parte más sensible de Barbara no tardo en hacer acto de presencia y Hannah, que deseaba más de la joven alumna decidió por atacarla rápidamente. Una seguidilla suave y constante de lamidas sobre el clítoris de Barbara hizo que la estudiante automáticamente se incorporara aún más, quedando nuevamente sentada sobre el escritorio. Hannah al verse casi imposibilitada de continuar con su trabajo tuvo que jalar el ligero cuerpo de Parker al borde del escritorio y ponerse de rodillas frente a este para continuar lamiendo a la joven.
Barbara no tardo en hundir sus delgados dedos en la cabellera castaña de la consejera obligándola a continuar.
Hannah que continuaba atacando ferozmente el clítoris de Barbara dio una escapada visual subiendo su mirada al rostro de Barbara, tan solo para encontrarse con la postal más hermosa que hubiera visto nunca: una dulce mueca de placer se dibujaba en el rostro de la joven británica, su boca estaba abierta inhalando y exhalando rápidamente mientras apretaba fuertemente sus ojos, como si aquello le ayudara a contener sus deseos de gemir; sus mejillas estaban pintadas de un suave color rosa que contrastaban a la perfección por la piel tan lechosa de la joven; y de vez en cuando respingaba alzando su rostro, haciendo muecas de un evidente placer ahogado llevando los nudillos de su mano derecha para morderlos mientras Hannah pasaba su lengua por otras partes de su intimidad.
Una escena increíble para la consejera.
Barbara se sentía aturdida y cada vez más cerca de su final mientras sentía los constantes lengüetazos, besos y suaves mordidas de la maestra; claro que lo disfrutaba, pero necesitaba ponerse en marcha antes de terminar. Una suave mordida la hizo actuar antes de que eso ocurriera; aparto la mano derecha de su boca en busca de una pequeña bolsa de droga que tenía en el bolsillo de su falda.
La consejera pudo presenciar aquello, sin embargo, estaba tan cegada por el placer que no pudo –ni quiso– replicar ante aquella acción.
Barbara tomo un pequeño adminiculo similar a una pequeña cuchara e inhalo un poco del polvo blanco que había dentro de la grapa buscando con esta acción no solo la aprobación de la maestra, sino a flexibilidad de esta al cometer un acto ilícito como ese dentro de Luna Nova.
No hubo represalias.
La mente de Barbara se nubló aún más después de aspirar parte de la cocaína; su cuerpo se volvió más sensible, y las caricias de Hannah solo la hacían estremecerse más de lo normal.
-Se-se siente tan bien… –susurró Barbara con una voz que rayaba ya en lo balbuceante.
Hannah sintió que lo que Barbara decía era verdad, su cuerpo se sentía más tembloroso cada que lamía el dulce coño de la inglesa, y no tardo en empezar a sentir los fluidos de la estudiante en sus labios.
-Toma… –ofreció Barbara con voz temblorosa inclinándose hacía enfrente para ofrecerle una pequeña cucharada de cocaína a Hannah.
- ¿Qué es? –preguntó la mayor con algo de desconfianza y deteniendo su trabajo oral.
-Coca…
la consejera miro por un breve rato la ofrenda de droga, reflexionando si inhalarla o no. Era el primer acercamiento directo que tenía con un estupefaciente.
Una situación muy confusa.
Antes de que pudiera replicar algo sintió la mano izquierda de Barbara jalar suavemente su cabello para acercarla más a ella.
» Disfrutemos las dos… –susurró la menor pegando lo más posible el adminiculo a la nariz de la consejera.
La repetida invitación y el efecto que había tenido la droga en Barbara le despertó el interés por probar el polvo blanco; y así lo hizo, tomo la pequeña cuchara y aspiro profundamente el polvo por su fosa nasal izquierda, irritándose la nariz en el proceso.
El golpe de la droga no tardo en aparecer y hacer estragos en su cuerpo.
Y así se condenó a un destino dependiente de Barbara y de sus drogas.
Aspirar el polvo blanco estímulo a ambas mujeres dentro de esa pequeña oficina, ambas pidiendo más, Hannah a pesar de estar devorando a la joven Barbara empezaba a humedecerse a sí misma, su coño también pedía ser atendido y como si Barbara hubiera leído el pensamiento de la mayor paso a deslizar sus zapatillas, dejándolas caer quedando solo con sus medias. Llevo su pie derecho a la zona intima de la consejera y comenzó a estimularla.
-Haaaaa –la mayor exhalo pesadamente al sentirse estimulada por la menor.
En respuesta a ello, Hannah continúo dando sexo oral a la menor, devorándola con su lengua, lamiendo y besando su puerta de placer mientras los dedos de su mano derecha entraban lentamente para estimularla y cogerla.
Inexperta ante esa sensación tan extasiante, Barbara detuvo su estimular a la mayor para volver a cubrir fuertemente su boca, su cuerpo comenzaba a escalar de fuerza sus temblores. Los dedos de Hannah se movían tan armoniosamente dentro de ella, estimulándola de una manera que ni ella misma se había hecho sentir.
Un último movimiento de los dedos de Hannah fue suficiente para que Barbara apretara con todas sus fuerzas las manos en su boca evitando la salida de cualquier sonoro gemido mientras unos chorros de sus fluidos impactaron el rostro de la consejera, muestra clara de que Hannah había hecho un gran trabajo.
Su cuerpo cayo nuevamente contra el escritorio quedando de espaldas sobre este mientras vibraba en éxtasis levantando espasmódicamente su espalda baja y cintura, sus piernas se cerraban con brusquedad apretando la cabeza de la consejera que continuaba devorando lascivamente su vagina en busca de beber más de los salados fluidos de la joven británica.
-Para… –pidió entre lágrimas de placer la menor.
Hasta ese momento Hannah detuvo su lascivo ataque; se apartó al fin de la zona prohibida de la estudiante y después se incorporó para ver con mayor detalle la escena que tenía enfrente. Barbara que había entrado bien arreglada a su oficina ahora se veía hecha un caos, totalmente desaliñada, el cabello estaba despeinado, de sus ojos salían algunas lágrimas, un hilillo de saliva salía de su boca, sus muslos estaban empapados por sus propios fluidos y por la saliva de Hannah, su falda estaba totalmente arrugada y muy por encima de sus glúteos dejando ver sus partes más íntimas, todo ello aderezado con los notorios –pero bajos– jadeos combinados con los espasmos de su cuerpo.
De ser juzgada la condena valdría la pena.
Bueno, creo que estaría de más escribir lo que pienso de este capítulo y quienes me conozcan sabrán que uno de mis ships favoritos es el de Hannah y Barbara, tal vez por eso me extendí más de lo normal con este capítulo
:S
En fin, espero que les haya gustado y que la espera haya valido la pena.
Nuevamente gracias por leer, los quiero.
Hasta el próximo jueves.
