En ese tiempo Anthony ya tenía cumplido los catorce años, Archie los quince y el mayor de los tres Alistair 16.
-Nos hace una voz femenina que nos acompañe en los coros- comentó Stear, sabía que Candy estaba loquita por Anthony y haría lo que fuera para agradarle.
-Sí, pero no conozco a ninguna chica con buena voz, además si llegásemos a encontrar una, sus padres no la dejarán formar parte de un grupo de varones, ¿A quién tienes en mente? Regularmente cuando haces alguna propuesta ya tienes una sugerencia.
-A Candice White
-¿Esa niña? ¡Por favor!
-Anthony piénsalo, tiene una voz angelical, ella quiere estudiar música en New York, tú mismo la has escuchado cantar en la Iglesia.
-Nuestra banda es secular, sus padres no permitirán que cante música mundana.
-Te recuerdo que nuestros padres nos completaron para el equipo de sonido con la condición que también formemos parte del grupo de Alabanza, por eso es que te lo digo-intervino Archie.
-¡Yo no quiero participar en la Iglesia!- dijo Anthony exasperado.
-Anthony cuando platicamos sobre formar la banda planeamos que fuera para la Iglesia, ¿Qué pasa contigo hermano?
-¿Qué pasa? ¡Que toda nuestra vida gira en torno de la Iglesia! ¡Yo quiero ser músico para irme lejos de aquí!
Stear y Archie se miraron, no comprendían que pasaba por la mente de su hermano menor.
Los chicos Brown ensayaban en la mansión de los Andrew, Albert mandó habilitar una casa pequeña contra ruidos independiente de la mansión, su hermana Rosemary no soportaba el sonido de la batería y de la guitarra eléctrica en los ensayos, pensando en la comodidad de ella diseñaron esa área para los ensayos.
-Mamá, los Brown me invitaron a formar parte del grupo de Alabanza.
-Candy, esos chicos son mayores que tú, además tú formas parte del coro infantil.
-Pronto seré una adolescente, mamá tú sabes que amo a Anthony, quiero estar cerca de él.
-Por eso precisamente no te dejaré, no quiero que te ilusiones, ese chico es diferente a sus hermanos, los otros dos son agradables, pero este se sale de la Iglesia, siempre que voy al sanitario lo encuentro afuera, me parece que los Brown tendrán problemas con ese muchacho si no lo orientan desde ahora.
Susana llegaba a visitar a Albert todos los días a la mansión Andrew, en una ocasión entró a la habitación de sus padres, vio un juego de aretes, pulsera y collar de perlas y lo metió a su bolso.
-Susana no quiero que estemos en mi recámara, se puede prestar a malas interpretaciones y yo no deseo que nada manche tu reputación además eres muy hermosa y no deseo faltarte al respeto, soy cristiano pero también un joven vigoroso y temo que nuestros besos se tornen más apasionados-decía Albert mientras se separaba de ella.
Susana hizo una mueca, ella quería ir más allá, Albert le gustaba y se imaginaba en muchas posiciones con él.
Esa tarde la señora Andrew se dio cuenta de la desaparición de sus joyas y corrieron a la muchacha que hacía la limpieza en esa área.
Candy había logrado convencer a su papá de que la dejara formar parte del grupo de los Brown así que después de Almorzar la dejaron en la mansión Andrew para que ensayara, la acompañó su mamá para dejarla encargada con algún adulto.
Albert estaba jugando con su perro pastor Alemán en el enorme jardín, había árboles podados con figuras de animales y muchas flores, las White escucharon que el perro iba sobre ellas, María se aventó a los arbustos pero Candy se quedó inmóvil, el perro se le puso en dos patas y le lamió la cara. Albert no salía de su asombro al ver que Candy no huyó y que su perro no la mordió sino que la saludó, en cambio a su novia el primer día la había agarrado por el pantalón y le rompió uno de sus zapatos.
-Parece que le caíste bien, esto es muy raro, el persigue a mis sobrinos, el que más le cae mal es Anthony.
Albert ayudó a María a levantarse.
-Señora White, siento mucho que Goliat la haya asustado.
-¡Es un perro salvaje! Casi me muerde
-Él se porta así con los extraños pero parece que su hija le simpatizó.
Goliat le movía la cola a Candy y se acostaba patas arriba para que ella lo acariciara.
-Así que este cachorro se llama Goliat, en dos patas es más alto que yo.
Albert sonreía al ver que Candy lo agarraba de los cachetes, se los jalaba y Goliat no le hacía nada, ni a él que era su dueño le permitía esa osadía.
-Llevaré a su hija donde están mis sobrinos, ahí está la ama de llaves cuidando de ellos, si desea entre con nosotros para que la conozca y se vaya tranquila, Candy se quedará en buenas manos.
-Le tomaré la palabra y si conoceré a la ama de llaves, mi esposo es muy confiado pero yo no.
-Comprendo Señora White, además su hija es muy bonita parecida una princesa de Disney y hace bien en cuidarla.
Fueron al área del ensayo, la ama de llaves tenía un protector de oídos, los chicos dejaron de tocar cuando vieron a las White.
-¡Candy bienvenida! –dijeron Stear y Archie
Candy miró la reacción de Anthony pero este no le puso importancia, siguió tocando el piano.
María vio que la ama de llaves era una señora seria y se fue tranquila, Albert se quedó un rato escuchando el ensayo, notó que Candy se acopló bien, estaba extasiado, sus agudos deleitaban sus oídos.
-Vaya esta chica está llena de sorpresas, le gusta a Goliat y su voz es extraordinaria, ¿Por qué no sobresale en el coro infantil?
Albert se retiró y Anthony les pidió a los chicos ensayar algo de Kiss, Candy se sentó.
-¿Qué pasa no ensayaras con nosotros?
-No canto música secular, mi papá me dijo que Dios me dio mi voz para que le adore, no voy a cantar otra cosa que no sea algo dedicado a Él.
-¡Entonces de nada sirve que estés aquí!- contestó Anthony molesto.
Archie intervino diciendo: Candy tiene razón, yo tampoco tocaré eso Anthony, se acerca la fiesta de compromiso de nuestro tío, debemos tocar baladas románticas no Rock pesado, Candy canciones dedicadas al amor si podrías cantar, Dios es amor.
Candy lo meditó un poco: Está bien, baladas románticas sí.
Candy pensó: Cantaré en la fiesta de compromiso del Yeti, es agradable, tiene el mismo color de ojos de Anthony, atrás de esa barba se ha de ocultar un rostro amable, ¿Quién será la prometida?
Esa tarde a María se le hizo tarde y no llegó a tiempo a buscar a su hija, llegaron por los Brown y Candy se quedó en el jardín jugando con Goliat.
El perro la guió donde estaba un nido de pajarillos, ella se subió al Árbol para verlos mejor.
Albert la vio y fue hacia ella.
-¡Niña baja! Tu mamá esta por venir, si te lastimas me meterás en problemas.
-¡Ya no soy una niña!
-¿Tienes once no es así?
-Sí.
-Entonces todavía eres una niña ¡bájate por favor!
-Quiero ver a los gorriones comer los gusanos que le trajo la mamá.
- ¡En serio están comiendo?
-Si
-¡Yo también quiero verlos!
Albert se subió al árbol y los dos se pusieron a observar a los pajarillos.
-¡Son tan hermosos!-exclamó Albert- cantan mejor que tú.
-Lo sé-contestó Candy
Él sonrió y dijo: No es cierto, tienes una voz hermosa, me deleité escuchándote cantar. Quiero que mi prometida aprenda a cantar así como tú.
-¿Quién es su prometida?
-Es aquella a la que le robaste la biblia y después le diste con la misma cuando te la pidió.
-¡Esa Biblia es mía! ¡Yo no soy ratera! Total nunca la pude recuperar, mi mamá me tuvo que comprar otra.
Albert abrió los ojos al doble.
-Niña ¿Es verdad lo que me dices?
Alexander cuidaba la casa de verano de una familia acaudalada, pero la usaba para tener relaciones con Susana y le cobraba a sus amigos para usarla con el mismo fin, sus padres estaban hartos de él, a cada rato pagaban las multas cuando se metía en problemas.
-¿Vendiste el juego de joyería de perlas?-preguntó Susana.
-Sí, ¿sabes? podemos sacarle más a Andrew, haz que tenga relaciones contigo y acúsalo de abuso, su familia pagará por tu silencio, es la familia más importante en Rhode Island de seguro no querrán escándalos.
-Puedo sacarle más si me caso con él.
-¡Yo no permitiré que te cases con él! antes prefiero verte muerta ¡Eres mía Susana!
Alexander no la amaba sólo deseaba disfrutar del dinero que le sacarían a los Andrew.
Susana era la única de esa pandilla que no era rica, ella quería disfrutar de lujos sentía debilidad por Alexander pero quería salir de pobre, su Padre trabajaba en uno de los hoteles de los Andrew.
En una noche que sus padres no estarían invitó a Albert a su casa, le dijo que cenarían con sus padres.
-Hola amor, traje un vino especial de la reserva de mi padre.
-¿Qué crees? mis papás salieron de urgencias a visitar a una tía que se puso enferma.
Entonces es mejor que no entre, lo dejaremos para otro día.
-Vamos William ¡No te voy a violar! No me tienes confianza, es mejor que no nos casemos.
-No es eso, no deseo que tus vecinos hablen mal de ti.
-¡Los vecinos me importan un bledo! Entra, quédate media hora conmigo.
Albert entró, Alexander y compañía estaban en el patio trasero de la casa.
Susana destapó el vino y en la copa de Albert puso una de las drogas que usaba su novio.
-Esto es mala idea, no me siento a gusto.
-Por favor William, sólo tomaremos esta copa, dentro de un mes será la fiesta de nuestro compromiso, debemos celebrar por eso.
Después de unos minutos Albert se quedó dormido, ella le abrió la puerta a la pandilla, ellos llevaron a Albert a la habitación de Susana, lo desnudaron y lo pusieron encima de ella, tomándole fotos para incriminarlo.
Los padres de Susana llegaron a las dos horas y encontraron a su hija llorando, a Albert se le estaban pasando los efectos de la droga, el papá de Susana arremetió contra Albert le apuntó con un arma mientras la esposa llamó a la policía.
Esa noche se llevaron a Albert a la cárcel.
