Anthony se despertó, vio que su mamá estaba dormida cerca de él.

― ¿Qué pasó? ¿Y Candy? ¿no que la traerías para que yo la viera?

―Y la traje, estábamos esperando a que despertaras. La muy sinvergüenza se fue y ni cuenta me di ―expresó Rosemary molesta.

―Entonces lárgate, a ella es a la que quiero ver.

―Hijo, Candy no está interesada en ti, creo que al que ama es a William, ¿para que vas a obsesionarte con alguien que no te quiere?

―Yo tampoco la quiero, pero me gusta demasiado, y si no es para mí tampoco quiero que sea de nadie más, ahora ve a su casa y dile que venga a mi lado.

Después de decir eso, Anthony aventó el florero e hizo que Rosemary saliera despavorida. Ella fue desconsolada a casa de la señora Elroy para pedirle consejo sobre que hacer con Anthony, temía meterlo a rehabilitación porque estaba insoportable.

―A él le interesa Candy, dice que no la quiere, pero cada vez que lo visito me insiste de que se la lleve.

―No me hables de esa… me dijeron que la vieron abordando el yate de William, de seguro lo seducirá, de seguro a estas horas ya cayó bajo su hechizo.

―Entonces se lo diré a su papá, que no se crea que su hija es muy inocente.

―Yo te acompañaré, no quiero que perdamos a William, como a sus padres. No quiero que por culpa de otra promiscua William tenga problemas con la ley.

Ambas mujeres fueron a la casa de Candy, se expresaron de una manera tan grosera de ella que a Braulio se le cayó la cara de vergüenza, definitivamente las Andrew nunca aceptarían que Candy se casara con Albert, le ofrecieron dinero para que se la llevara lejos.

De regreso al muelle los rubios no hablaron, sabían que después de lo que vivieron no podían ser los mismos, era como si un velo hubiese caído de sus ojos, Albert lo comparaba como cuando Adán y Eva, nuestros primeros padres se dieron cuenta de que estaban desnudos y se escondían de su Creador.

―Creo que esta misma noche debo de hablar con tu padre y pedir tu mano en casamiento ―le dijo Albert después de que ancló la embarcación.

―No quisiera ver su cara de decepción. Yo, su única hija le he fallado, él tenía la ilusión de que yo consiguiera esa beca.

― ¿Quieres que esperemos más tiempo? ¿Quieres terminar primero tu carrera antes de casarnos?

―La puedo terminar estando casada, ¿o crees que no se pueda? ¿Me dejarás estudiar?

―Yo avalaré tus decisiones, si quieres estudiar no me opondré, te apoyaré en todo.

Se dieron otro beso y se abrazaron muy fuerte, después de lo que pasó entre ellos ese día, se sentían más cercanos.

Albert la llevó a su casa, Braulio espiaba por la ventana alternaba la mirada a su reloj para ver a la hora en que su hija se dignaría a llegar. A la pareja se le hizo tarde y ya estaba oscuro.

Albert detuvo el carro y se bajó para abrirle la puerta, Candy ya había visto a su papá, sabía que estaba por desatarse la tormenta.

―Es mejor que no me acompañes a la puerta.

―No puedo dejarte sola, ahora soy responsable de ti. Nuestros destinos han quedado unidos.

Se miraron, Braulio en ese momento supo que su hija ya no era la misma a la que dejó ese día en la universidad. Salió de su casa y le ordenó a Candy de que entrara, Candy se quedó en la puerta principal para ver lo que ocurriría.

―Buenas noches Don Braulio, debemos hablar.

―No será hoy William. Es mejor que te vayas. Primero hablaré con mi hija.

―Yo tengo que decirle que…

―No digas ni una palabra más o me olvidaré de que soy cristiano, cualquiera me dará la razón porque soy un padre que defiende la honra de su hija. Ahora vete.

Albert miró hacia donde estaba Candy, ella con un movimiento de cabeza le dijo que se marchara. Candy vio que su padre iba hacia ella y se escondió detrás de su mamá.

Albert esa noche no pudo dormir por la preocupación, al día siguiente desayunó muy temprano y fue a la casa de Candy. Nadie abrió, una vecina de la familia le comentó que los vio salir con equipaje.

María iba consolando a Candy en el avión, las Andrew le ofrecieron a Braulio un despacho en el centro de Chicago, de seguro se haría de buenos clientes. A Candy le ardían las mejillas. Recordaba el día anterior el cual deseó que nunca llegara a su fin.

Albert pensó «me hubiese gustado tener el control del tiempo, y hacer que la tarde de ayer durara para siempre, Candy por fin eres…»

Hola chicas este fic igual está por terminar ¿O quieren que tarde más? Hice una encuesta y este fic tuvo más votos. Dios las bendiga. Ya saben que las tengo en mi mente, por ese motivo ahora que tuve este tiempecito libre quise actualizar. Creo que la próxima actualización que haga será el final del gran caballero escocés ¿Cómo debe pagar Tom todo el daño que ha hecho? Chicas acepto sugerencias. Tienen su destino en sus manos.