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Disclaimer: Ninguno de los personajes me pertenece. La historia está ubicada después del último episodio del anime / post Jinchu y antes de que Sano y Megumi partan de Tokyo. Una historia centrada en cómo Kenshin logra finalmente vivir en el presente.

Cap 2: Sudor

Kenshin aún dormía plácidamente en el suelo a un costado de Kaoru, sus manos aún tomadas cuando el frío de la madrugada lo despertó. El brusco cambio de temperatura hizo que el espadachín saliera del placido sueño en el que estaba para percatarse de que su cuerpo estaba entumecido por el frío, desorientado miró a ambos lados dándose cuenta de que jamás se había ido a su habitación la noche anterior, avergonzado de su propia imprudencia trató de manera muy delicada desenlazar sus dedos que durante la noche habían acomodado el agarre en la mano de Kaoru. Aguantando la respiración el espadachín logro lentamente logró sacar su mano sin despertar a la jóven.

Definitivamente ayer se había pasado de copas, haber bajado la guardia de esta manera permitiéndose disfrutar del cariño que la chica le había ofrecido era la prueba de eso. Sabia que el haberse quedado en el dormitorio de la Kaoru podía volverse una deshonra a los ojos de cualquiera que se enterara, por lo que sin pensarlo dos veces se levanto y salió sigilosamente de la habitación de Kaoru y de la misma forma entro a su habitación. Su corazón estaba latiendo agitado por los nervios de ser descubierto por Yahiko o cualquiera de sus amigos, definitivamente no estaba preparado para eso. Necesitaba procesar todos sus sentimientos que en estos momentos se aglomeraban en un conjunto de imágenes, aromas, sueños e ideas que no lograba ordenar en una idea coherente. Después de tanto tiempo de casi un año y medio viviendo en el dojo, era la primera vez que pensaba en lo que correspondía hacer si es que deseaba que su relación con Kaoru no se arruinara por su falta de claridad.

Perturbado por la intensidad de sus nervios salió para encontrarse con el sol levantándose por sobre las paredes del dojo, con su hakama y gi en sus manos se dirigió al baño para sacarse la sensación de resaca y confusión que lo envolvía para poder pensar en qué prepararía de desayuno.

Reuniendo la leña y encendiendo el fuego, se adelanto para ver qué verduras habían disponibles en la cocina mientras esperaba que el agua se calentara. Revisando los canastos donde habitualmente almacenaban las frutas y verduras un trozo de papel le llamo la atención, tomándolo vió que estaba escrito con una letra bastante desprolija.

"Kenshin, pase temprano para pedirte prestado un poco de dinero para poder apostar, anoche en vez de regresar a mi habitación decidí seguir bebiendo junto a mis compañeros de apuestas, perdí todo y pensaba que me podías ayudar con un par de monedas… no te encontré en tu habitación y por lo que ví en la habitación de Jou-Chan no me dieron ganas de molestar…saqué la caña de pescar porque estoy seguro que tú y la mocosa necesitaran un buen desayuno para pasar la resaca.

Por cierto no te preocupes por lo que ví, tienes mi palabra de que nadie se enterara de que tuviste el descaro de quedarte en la habitación de la nena…lo qué si, espérame con el arroz caliente y una buena sopa de miso para acompañar el pescado que traeré."

Sano

Kenshin se llevó una mano al rostro deseando que la tierra se lo tragara, era obvio que Sanosuke tenia que haber notado el desliz del espadachín, ahora no podría mirarlo directo a la cara sin temer que una broma de mal gusto saliera de esa bocota. Dejando escapar un suspiro rompió la nota y la lazo a las llamas que había prendido para su baño. Ya totalmente despierto se metió al agua, si quería que este día fuera como cualquier otro necesitaba sacarse la vergüenza del cuerpo lo antes posible.

-.-.-.-.-.-.-.

Kaoru despertó cuando escucho un par de pájaros cantar demasiado fuerte para su gusto, abriendo sus ojos sintió un dolor de cabeza profundo, como si una daga atravesara su entrecejo al ver la luz del día.

-Mou…itai!

Sentándose en su futón observo su habitación y de pronto se volteo para ver si es que Kenshin se había quedado con ella durante la noche anterior o no. Para su decepción vió que estaba sola, seguramente el espadachín había esperado que ella se durmiera para irse. Desanimada se puso de pie y perdiendo un poco el equilibrio entendió que el día de ayer se había excedido con el alcohol, ahora tenia un tremendo dolor de cabeza y la vergüenza enorme de tener que enfrentar al pelirrojo después de haberle pedido que se quedara con ella la noche anterior.

Mortificada Kaoru escondió su rostro en el gi de entrenamiento que había sacado y tratando de liberar un poco de vergüenza dio un grito de frustración contra la tela.

-oi! Kaoru! ¿Vas a venir a desayunar con nosotros o qué?

-eh?- era la voz de Sanosuke, al menos no iba a tener que enfrentar sola al espadachín- Hai! -informo aliviada mientras se atrevía a salir de su habitación.

Sanosuke la quedo mirando con un brillo en sus ojos y dejando escapar una pequeña sonrisa se dio la media vuelta y se dirigió al comedor. Kaoru sin entender la mirada que le dio el luchador sacudió su cabeza y se encaminó al baño, el agua ya estaba caliente, siempre era así, esa era la rutina del dojo Kamiya para ella y el resto de los habitantes de este. Se metió al agua y dejando caer su cabello libremente se sumergió en el agua.

-.-.-.-…-..-.

Los tres amigos comían en silencio, Sanosuke comía con entusiasmo el salteado de verduras que Kenshin había preparado, Kaoru aún estaba sorprendida de que el pescado que ahora tenia en su plato lo hubiese cazado el luchador. Por lo general Kenshin era el único que hacia esa tarea y el luchador muy pocas veces aportaba con la comida en el hogar. Kaoru no quiso insistir en por qué Sanosuke había decidido hacer la pesca ya que cuando intento presionar para que dijera qué era lo que realmente quería a cambio de su muestra de iniciativa Kenshin había tratado de desviar el tema muy poco disimuladamente. Kaoru dejo pasar las miradas cómplices de ambos hombres en honor a la tranquilidad de la mañana decidiendo guardar silencio.

-ahhh…estaba todo muy delicioso Kenshin- dijo el luchador poniéndose de pie – será hora de ir a descansar- comunicó estirándose y bostezando.

-tu sabes que se descansa de noche y se vive de día haragán? -le recriminó Kaoru dejando su pote de arroz ya terminado sobre la mesa.

-no me trates asi!, hoy fui yo el que puso comida en tu mesa!- se defendió

-eso no quita el hecho de que estas ocultando que necesitas algo… dime, le debes a alguien más aparte de Tae?

-me ofendes nena! Si Salí a pescar fue porque Ken-

-Maa maa, Kaoru Dono por qué no deja que Sanosuke vaya a descansar, seguro madrugó para ir por este pescado, seamos agradecidos…

Kaoru dio un bufido y simplemente se puso de pie mirando de reojo al espadachín y al luchador, pero no dijo nada y salió del comedor en dirección al dojo.

-Parece que la nena tiene mal humor con la resaca…

-gracias Sano

-che…iré a descansar, no peles ni comas sin mi!

Kenshin vio como el espadachín salió del dojo y dejo escapar otro suspiro. Después de tantas peleas y alborotos del último mes era extraño volver a retomar la normalidad en un dojo que aún necesitaba ser reparado en algunas partes. Con una nueva idea en mente el pelirrojo se puso de pie y comenzó a recorrer el lugar. Después de todo había sido su culpa todo el daño que el lugar había sufrido y lo mínimo que podía hacer era ayudar a reparar aquellas cosas que aún no se habían podido recuperar con los ataques.

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Kaoru se había ido a meditar al dojo esperando la llegada del único estudiante del dojo Kamiya Kasshin, tratando de moderar su dolor de cabeza y sensación de culpa por haber retado a Sanosuke pese al buen gesto que había tenido de ir a pescar.

Durante de su meditación pudo dejar en blanco su mente y aunque el dolor no la dejaba y podía sentir un ardor en su rodilla herida y de la que se había olvidado por completo hasta que adopto la posición seiza logró controlar sus emociones y tranquilizar la mente. "Yahiko esta retrasado" pensó la joven tratando de no enojarse, el silencio en el dojo era inusual, en ese momento la jóven se percato que no escuchaba los habituales sonidos del agua contra la madera y el sonido de ropa siendo fregada, eso si que era algo extraño, a esta hora Kenshin ya debería estar lavando la ropa del día anterior. Eso inquietó un poco a Kaoru pero no pudo hacer nada para salir de la duda porque en ese momento escucho a alguien acercarse.

-OHAIO!

-Ohaio Yahiko- Kaoru se puso de pie y fue directo a buscar su shinai -llegas tarde…

-hey busu! Sabias que tenia que ayudar con los sacos de arroz -dijo quejándose el chico tomando su shinai de mala gana.

-hai, hai…ya hemos perdido mucho tiempo, empecemos

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Kenshin terminó de visitar a uno de los últimos vecinos del sector, se sentía conforme consigo mismo, debía reconocer que todos sus años de vagabundo le habían ayudado a desarrollar ciertas habilidades blandas que nunca había podido desarrollar estando con su maestro Hiko. De seguro Kaoru se iba a sorprender pero esto era lo mejor que podía hacer para poder aportar al no tener ningún trabajo. Con su nuevo proyecto en mente decidió pasar por el tofu antes de volver al dojo.

Kaoru estaba empapada en sudor, Yahiko jadeaba y miraba con temor a la joven, nunca imagino que el entrenamiento del día de hoy seria así de intenso. Después de que Kaoru fuera secuestrada y volviera, los entrenamientos fueron suspendidos por un mes aproximadamente, todos necesitaban recuperarse incluido él, y el entrenamiento del día de hoy por lejos era uno de los más fuertes que recordaba en mucho tiempo. Al punto que ni siquiera había querido insultar a su instructora por miedo a que la chica continuara dándole más series de golpes para repetir.

El sonido de la puerta del dojo hizo que ambos se desconcentraran y Kaoru dejando su shinai en su lugar se asomo junto con Yahiko para ver a un sonriente espadachín con una cesta de verduras, tofu y un balde del que no se podía ver qué había dentro. Kaoru sintió que su mal humor cedía al ver al espadachín contento y cuando el chico a su lado corrió a ayudar al pelirrojo para recibir las cosas y a dejarlas en la cocina, su mirada se cruzo con la de Kenshin y no pudo evitar saludarlo con una idéntica sonrisa a la que él le dedicó.

-espero no le moleste que Sessha haya ido al mercado sin usted Kaoru dono- Le dijo el espadachín entregándole las cesta con tofu a Yahiko - no quise interrumpir su meditación.

-esta bien Kenshin, muchas gracias

-oye fea, ya terminamos? – pregunto Yahiko secando su sudor con la manga de su hakama volviendo de dejar las cosas en la cocina, Kenshin en ese momento noto lo mojado que estaba el chico y sospechó que Kaoru no había estado del mejor humor en el momento del entrenamiento.

-mmmhhhp si, ya terminaste, yo seguiré por un rato más pero después de que yo termine y tu te des un baño y cambies de ropa espero que hagas el aseo sin peros antes de poder almorzar.

-eso es abuso fea!- grito el chico pero la mirada enojada de la chica lo hizo retroceder un paso y levantando las manos acepto la orden -hai hai será mejor que me apure…

Kenshin vio como Yahiko se alejaba quejándose y se acerco lentamente al dojo donde una Kaoru molesta aún tenia clavada su mirada en la espalda de su alumno.

-Kaoru dono…

-eh?

-¿se siente bien?... veo que el entrenamiento de hoy ha sido duro – afrimó notando que el rostro de la chica estaba empapado de sudor al igual que su escote. Rápidamente volvió a mirarla a los ojos.

-hai…es solo que he tenido un este dolor de cabeza desde que desperté y según he escuchado dicen que el ejercicio ayuda aliviar la resaca y elimina el alcohol de la sangre…

-eso es cierto pero creo que no debería sobre exigirse tanto…le traeré un poco de agua, es importante hidratarse cuando se esta así….

-cierto que tu eres el maestro del alcohol!…-dijo la chica recordando la conversación de la noche anterior.

-no es eso, es tan solo que haber crecido con mi maestro me enseño como cuidar de una persona con resaca -rio el pelirrojo a la vez que Kaoru le sonreía.

-muy bien Kenshin entrenare solo un rato más y luego descansaré -dijo la chica guiñándole un ojo.

Kenshin se sonrojo cuando la chica le sonrió y haciendo una pequeña reverencia se retiro para traerle un jarro de agua a la Instructora asistente del Kamiya Kasshin Ryu.

Cuando volvió con la bandeja la jarra de agua y dos vasos para acompañarla en su descanso entró al dojo y encontró a Kaoru haciendo un ejercicio de plancha mientras el sudor caía por su rostro y luego directo al piso, su cabello pegado al cuello y rostro. Kenshin la admiró en silencio mientras servía los vasos de agua y aclaró un poco su garganta para hacerse notar. Kaoru dirigió su mirada hacia donde estaba el espadachín y saliendo de su ensimismamiento se levantó y acercó sonriendo.

-Arigato Kenshin- dijo mientras se sentaba frente a él y recibía el vaso de agua con delicadeza, la jóven tomó agua aliviada y casi sin parar, cerrando sus ojos sintió como el líquido le refrescaba por dentro, no se había percatado de su sed hasta este momento y sintiendo como un hilo de agua se escapaba de su boca y caía lentamente por su mejilla haciendo un recorrido que terminaba entre sus pechos, notó que al agua que le habían servido tenia un sabor distinto.

Si bien Kaoru podía sentir ese hilo de agua recorrer su cuerpo, no le prestó la misma atención que el pelirrojo quien había quedado paralizado ante la imagen y el vaso de agua que él mismo se había servido nunca había alcanzado llegar a sus labios.

Kaoru en ese momento se veía realmente hermosa a sus ojos, ella no era para nada igual que el resto de las mujeres que conocía y que había conocido, y eran momentos como estos que lo hacían recordar lo especial que era esta mujer.

Su belleza no era la de una delicada elegancia sino la de una fuerza y energía intensa que daba una seguridad extraña a su corazón, ella era fortaleza y energía pura, era pureza y definitivamente era pasión.

Kenshin sabía que esta jóven había comenzado a derribar todos los muros que lo alejaban de aferrarse a una vida digna y feliz desde el primer día que la conoció. Ella entró en su vida de golpe, sin ningún ápice de maldad y sin dobles intenciones.

Al principio pensó que su propia disposición sumisa y el deseo de querer quedarse en ese dojo por un tiempo tenia que ver con que a simple vista era un buen lugar para descansar, un lugar con principios a fines a los que él profesaba. Pero a medida que pasaban las semanas y días se sorprendía de que su actitud servicial no solo tenía que ver con la oportunidad de descansar sin tener que pagar por un techo sobre su cabeza sino que además la joven instructora había llamado efectivamente su atención como hombre y él no se había percatado de eso hasta que Jin`eh la tomo de rehén para despertar al battousai dentro de él.

Kaoru seco su sudor de la frente con su manga y dejando el vaso en la bandeja dejo escapar un suspiro de alivio. En ese momento noto que el pelirrojo la miraba intensamente y parecía completamente ido, como si no estuviera en el mismo espacio tiempo que ella, preocupada la chica se arrodillo frente a él y acercándose comenzó a mover una mano frente a su rostro para captar su atención. Nada.

-hey kenshin!, estas bien?- preocupada puso su mano en la frente del espadachín al notar como la piel pálida del pelirrojo se había puesto roja desde el pecho hasta sus orejas- parece que tienes temperatura! Será que algo de lo que comimos te ha enfermado? – se preguntó la jóven comparando su temperatura con la de ella misma llevándose su otra mano a su frente.

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Cuando Yahiko los encontró se preguntó en qué momento los adultos se volvían así de ridículos. ¿Eso también le pasaría a él en un par de años más?, ¿sería tan torpe como ambos de sus cuidadores de no saber expresar sus sentimientos? Sacudiendo su cabeza sin esperanza se dejo sentar entre ambos y sirviéndose un vaso de agua interrumpió.

-oye Kenshin si no vas a cocinar ahora entonces no haré el aseo.

-OROOO!- De pronto Kenshin volvió en si, había estado perdido en sus recuerdos y pensamientos mientras admiraba el líquido perderse en el escote de Kaoru a la vez que su mirada se había posado en cada uno de los detalles del rostro de la chica a los que antes no había prestado la suficiente atención.

- lo mínimo que espero es que este listo para cuando termine.

Solo ahora que Yahiko lo interrumpía notó que Kaoru tenia su mano en su frente y lo miraba preocupado.

-Tienes temperatura, tu rostro esta rojo Kenshin, te sientes bien?- repitió la chica volviendo a sentarse sobre sus rodillas.

-hai hai!- avergonzado bajo la cabeza apenado, llevándose el vaso a los labios para bajar su temperatura con el agua- solo me distraje Kaoru dono, gomen.

-estas seguro?, no te ves muy bien

-no se preocupes, seguro es solo un bochorno – Yahiko aguanto la risa ante la pobre excusa del espadachín y Kenshin también se tenso al darse cuenta de la estúpida respuesta que inventó.

-bueno, gracias por el agua estaba deliciosa, tenia un sabor distinto

- hai, solía prepararla para mi maestro, tiene unas hierbas de su huerto Kaoru dono, le ayudará para recuperar minerales perdidos por el sudor y el alcohol. Yahiko tu también deberías tomar más.

Poniéndose de pie anuncio que iría a preparar el almuerzo y rápidamente desapareció. Definitivamente estaba descubriendo un nuevo campo de si mismo, jamás había estado en esta posición y aún no entendía cómo una mujer podía desarmarlo de esta manera. Después de la Jinchu de Enishi se sentía incapaz de enfrentar a la jóven sin sentir que quedaba completamente expuesto, más aún cuando Kaoru todavía no se enteraba de lo que había sucedido con él durante el tiempo que la creyó muerta.

Mientras lavaba las verduras en la cocina y trataba de borrar de su mente la imagen del rostro de la chica marcada con una X idéntica a la de él, en ese momento Kenshin tuvo de pronto una revelación: por primera vez se sentía vulnerable en un ámbito que no fuera el campo de batalla. Primera vez después de la perdida de sus padres y la muerte de las mujeres que lo habían protegido de los bandidos la noche en que conoció a Hiko, volvía a sentirse indefenso frente a alguien.

Todo este tiempo pensó que lo que lo único que lo detenía para acercarse aún más a la chica era su temor a que terminara igual que Tomoe por su culpa, o que alguien la usara como un peón para hacerle daño a él como Jin`eh y Enishi habían hecho, pero nunca había llegado a un entendimiento tan profundo como el de este momento.

Kaoru lo hacia sentir vulnerable, Kaoru le había mostrado lo solitaria y triste que era su vida sin ella.

Kenshin detuvo un momento su trabajo en el caldo que estaba preparando con las verduras y dejando los palillos a un lado miro sus manos. Estas tenían callosidades por el uso de la katana y luego la sakabato, algunas finas líneas blanquecinas eran testimonio de los distintos cortes y heridas que había sufrido durante sus combates. Sus otras cicatrices. Hace 10 años atrás esas mismas manos no hicieron más que derramar sangre, esas manos no habían hecho otra cosa más que blandir una espada durante la gran mayoría de su vida y ahora, estas mismas manos habían aprendido a cocinar para otros, a ayudar a otros, a hacer feliz a otros.

Durante todo el tiempo que se dedicó a vagabundear, aprendió distintas cosas que no había aprendido con su maestro Hiko, pero aún así, había cosas que aún no sabia o entendía. Él era un guerrero, se suponía que el nunca iba a vivir lo suficiente como para poder vivir un romance o siquiera entretener la idea de tener una familia, fuera con Hiko o con Kogoro, como fuera su destino era el de un guerrero solitario y aunque Kogoro había tratado de rectificar su error de arrastrar a un niño a la guerra tratando de mostrarle el camino de una manera bastante cuestionable al someterlo a él y Tomoe en lo que partió siendo un falso matrimonio. Aún así, habían cosas que todavía no sabia o entendía… una de esas cosas, eran las del corazón.

Kenshin tomo el tofu con un ligero temblor en sus manos, esta revelación que había tenido le había impactado más de lo que le hubiese gustado, después de mucho tiempo volvía a sentir miedo.

En ese momento Yahiko apareció en la puerta de la cocina. El jóven samurái se sorprendió cuando vió al pelirrojo tratar de cortar el tofu con las manos temblorosas y por un momento pensó que el espadachín estaba teniendo una de esas crisis de ansiedad que le vinieron un par de veces mientras se recuperaba de la batalla con Enishi y que Megumi había explicado como una consecuencia del shock que había sufrido al creer que Kaoru había muerto y el poco tiempo que había tenido para procesar todo lo sucedido después de la batalla.

-nee, Kenshin -habló despacio el chico acercándose lentamente al hombre – necesitas ayuda con eso? -preguntó apuntando al tofu.

Kenshi en ese momento se dio cuenta de su temblor y dejo el cuchillo sobre el mesón y sin decir nada dio paso hacia atrás dejando que Yahiko se hiciera cargo de rebanar el tofu.

- Arigato gozaimasu, sumimasen…

- seguro estas con resaca, no me extrañaría después de todo el sake que bebieron ayer- Yahiko decidió ignorar la mirada mortificada del espadachín y le dio la excusa perfecta para no hablar del tema.

-hai…

Kenshin tomo la olla con el arroz y la saco del fuego mientras le indicaba a Yahiko que pusiera los trozos de tofu en el caldo. En ese momento Kaoru entro en la cocina con una expresión confundida.

-Ne Kenshin…-la joven se había cambiado de ropa y tenia puesto un kimono azulado que el pelirrojo no recordaba haber visto antes – la vecina del callejón trasero vino a dejar unos canastos y me pidió que te avisara, no me ha querido decir qué contienen

-Hai, no se preocupe Kaoru dono…Por favor no se extrañe si llegan más cosas al dojo

-qu-qué? – Kaoru miro por encima de su hombro en dirección a la puerta del dojo intrigada.

-ya verá de qué trata una vez que este listo, ahora por favor por que no ayuda a Yahiko a preparar la mesa para el almuerzo?

Kaoru volvió su mirada a Kenshin y asintió en silencio mientras comenzaba a acomodar los puestos para el almuerzo.

El almuerzo transcurrió en paz, Yahiko y Kaoru tuvieron un par de rounds pero nada fuera de lo normal, al terminar con la comida el muchacho se disculpó y anunció que volvería al Akabeko para tomar el turno de la tarde. Kaoru volvió a insistir que no era necesario que trabajara pero el jóven hizo caso omiso y cogiendo su shinai se despidió mientras se apresuraba al centro del pueblo.

Kaoru ayudo a levantar la mesa a Kenshin en silencio, definitivamente se había excedido con el entrenamiento el día de hoy, su cuerpo acostumbrado a las exigencias físicas se sentía bastante pesado y cansado.

Arrepentida de su imprudencia intentó disimular su agotamiento cuando levantó el balde del pozo con agua para acercárselo a Kenshin quien lavaba la loza. En ese momento se dió cuenta que junto al balde que Kenshin había dejado listo para lavar, estaba el balde que Kenshin había traído de su visita al pueblo y acercándose pudo ver que dentro había una hermosa flor blanca con algunas manchas rosa pálido en sus puntas, era una flor muy linda y su mirada quedó fija en ella por unos momentos. No era la primera vez que el pelirrojo volvía con una flor de sus salidas en solitario, pero nunca decía nada sobre ellas, simplemente las traía y las dejaba junto con las demás cosas que traía con él, pero esta vez esta flor era especialmente bella.

"tal vez Kenshin realmente ama las flores" Pensó la shihondai regresando con el balde con agua y ensimismada como iba virtió el agua del balde sin pensarlo sobre la loza que el espadachín lavaba. Kenshin al no esperar esta acción dejo caer en el fregadero uno de los platos haciendo que el agua le salpicara en el pecho mojando su gi y su hakama quedando empapada toda su parte delantera del cuerpo.

-Kaoru dono!- reaccionó quitándole el balde de las manos y dejándolo sobre el mesón. Un poco de agua había caído sobre su rostro y ahora tenia un mechón de cabello pegado al contorno de su rostro. Kaoru se cubrió la boca avergonzada.

-GOMEN KENSHIN!- Kaoru se sonrojo inmediatamente pero a la vez no pudo contener la risa nerviosa que comenzaba a asomarse en su pecho.

-no debería haber hecho eso Kaoru dono!…ese balde estaba muy pesado, incluso para mi! – le respondió preocupado el hombre.

-kenshin no baka! – le recrimino la chica dándole un pequeño golpe en el brazo y soltando una carcajada – ya sabes que yo tengo más fuerza que tu – le dijo sonriendo la chica aún riendo de su propia estupidez y sus consecuencias y deleitándose disimuladamente del gi que se le pegaba a los músculos del abdomen al pelirrojo. Kenshin noto la mirada que le dedicó la chica y sonrojándose bajo la mirada apretando y abriendo sus manos sin saber qué hacer o decir.

-Kenshin?...de nuevo estas rojo, estas seguro que te sientes bien?

-HAI!- respondió volviendo a su tarea – Kaoru-dono, por qué no prepara usted un té y descansa un momento.

-mou…pero solo si te unes a mi una vez que termines con esto…- Kenshin sonrió al ver el puchero que la chica había hecho sin darse cuenta y recordando el apodo que Saito le había dado a la chica, por primera vez vió una similitud en la joven con uno tierno mapache.

-hai, hai -asintió sonriendo – termino acá y la acompaño.

Kaoru se dio la vuelta y sin mas preámbulo empezó a preparar el té.

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Kenshin se había sentado a tomar el té en silencio a un lado de Kaoru, estuvieron asi por varios minutos hasta que el espadachín se percato de que la jóven se había quedado dormida en uno de los postes del enawa del dojo. Al principio había pensado en despertarla sabiendo que era una posición bastante incomoda la que se encontraba pero después desistió al verla tan en paz. Aprovechando el silencio y la oportunidad se levanto y tomando el canasto que la mujer del vecindario había vendio a dejar, lo tomo y lo llevo al dojo.

Una vez dentro Kenshin se acerco al muro donde había encontrado el falso cadáver de Kaoru, ahí aun se podía ver el rastro de la mancha de sangre que Enishi había dejado para atormentarlo. Si bien el Dojo fue lo primero que Kaoru había priorizado reparar, el lugar aún estaba lejos de volver a ser ese lugar prístino y sagrado que él había conocido.

Amarrando su gi con su cinta de trabajo abrió el canasto y encontró la lejía que había conseguido junto a unas lijas y un pequeño tarro de pintura y cepillos para poder pintar.

Concentrado comenzó a limpiar el muro con la lejía tratando de sacar el olor y color de la sangre de la madera. Los lugares que no lograba limpiar, los lijaba y una vez terminado esa parte del muro se dedico a limpiar cada mancha de sangre que había quedado marcada como una violación a un espacio que tanto para él como para Kaoru era sagrado. Mientras dejaba reposar la madera para poder empezar a pintarla, fue en busca del otro canasto, ahí encontró unos pliegos de papel para recuperar el shoji de la puerta de entrada del dojo, el cual ahora estaba en buenas condiciones pero lleno de manchas de tierra y pequeñas gotas de sangre.

Sin perder el tiempo comenzó a arrancar el papel de los marcos y delicadamente comenzó la instalación del nuevo papel que estaba completamente nuevo. Así fue como pasó la tarde, con Kenshin trabajando en los detalles del dojo que sabia que debían reparar para recuperar la elegancia y majestuosidad que este tenia la primera vez que lo conoció.

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Kaoru despertó al sentir un golpeteo constante en lo que parecía ser madera, sintió su cuello adolorido y al abrir los ojos se dio cuenta de que se había quedado dormida apoyada en el pilar. A pesar de la molestia que sentía en la base de su cuello, la siesta le había servido para recuperar energía. Intrigada estiro sus piernas delante de ella sintiendo nuevamente un poco de dolor en su rodilla magullada. Lentamente se puso de pie mientras recuperaba sensibilidad en sus piernas y peinando su cola de cabello negro camino buscando el origen de los golpes.

No tardó mucho en encontrar el origen de estos, al dar la vuelta por el jardín llego al dojo y ahí sobre el techo vió a Kenshin martillar lo que parecían ser tejas nuevas en el lugar donde hasta hace unas horas atrás no había nada más que hebras de totora tejidas y nada más. Kenshin había dejado caer su gi de sus brazos y ahora colgaba de su cintura mientras trabajaba dejando ver la mitad de su abdomen vendado y sus heridas recientes al descubierto, una fina de capa de sudor cubriendo su cuerpo. Kaoru lo observo de pronto sintiendo una inexplicable calma, parecía como sacado de un sueño ver a Kenshin trabajando en la reparación del dojo de su padre.

Kaoru recordó la primera vez que le pidió que se quedara, le había pedido ayuda para reparar el daño hecho al nombre del estilo Kamuya Kasshin Ryu, pero ahora, verlo trabajar literalmente en la reparación del dojo se sentía como una victoria. La shihondai no podía entender por qué sentía que había ganado una batalla al ver como el espadachín ahora media la distancia entre una teja y otra, era como si por primera vez Kenshin estuviera respondiendo a su petición realmente. Sonriendo dejo escapar un suspiro y haciendo sonar su pasos al caminar dejo que el pelirrojo notara su presencia.

-Kaoru -dono, ya despertó!...lo siento creo que fue mi culpa

-hai! -sonrió la chica –no te preocupes Kenshin, necesitaba descansar y pude dormir lo suficiente.

-hai -Kenshin se seco el sudor de su rostro y la quedo mirando

-no quiero parecer impertinente preguntando de donde has sacado las tejas para reparar el techo así que iré al pueblo a ver a Tae – Kaoru pudo ver como los hombros del pelirrojo se tensaban sutilmente- pero prometo regresar a casa acompañada de Yahiko, así paso por la medicina de hoy donde Megumi.

Kenshin se seco el sudor de las manos en su hakama e incomodo busco con la mirada pensando a ver si encontraba alguna excusa para que Kaoru desistiera de caminar sola por Tokyo. Sin embargo no encontró ninguna que no pareciera una exageración.

-esta bien Kaoru- dono, sessha se sentiría tranquilo si llevase su bokken con usted, eso le pediría

-eh? -Kaoru se sorprendió por la petición pero no quería causar más distracción al espadachín asi que tan solo asintió y entro al dojo para ir a buscar su bokken. -Volvere antes del atardecer Kenshin. Nos vemos más tarde.

-nos vemos Kaoru-dono

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Kaoru seco una lagrima de sus ojos, no había reído tanto desde la última vez que había salido con todas las chicas antes de que Misao volviera a Kyoto. Tae había estado contándole todas las anécdotas que Yahiko estaba acumulando como empleado del Akabeko. Las veces que confundio el ajinomoto con la sal. O todas las veces que había confundido los pedidos. Cada vez que Tae conseguia hacer reir a la chica, Kaoru podía notar una mirada dulce de parte de su amiga, una mirada que antes no le dedicaba y eso había comenzado a inquietar a Kaoru.

-Tae san…tu sabes que durante el tiempo que estuve atrapada con Enishi…no sufri ningún tipo de daño -Kaoru omitió abiertamente la vez que Enishi intento asfixiarla con la intención de transparentar sus sentimientos a su amiga que la miraba casi con lastima.

-no Kaoru chan…no lo sabia -dijo la mujer dejando su te sobre la mesa y tomado las manos de la chica entre las suyas – disculpa por. Incomodarte

-no digas tontería, realmente aprecio tu preocupación, simplemente no quiero que pienses que sufri algún tipo de tortura o algo por el estilo.

-hai…lamento mi impertinecia…es solo que – Tae miro su regazo sin dejar ir sus manos – no es solo a ti a quien veo sufrir cuando te miro Kaoru Chan

Kaoru guardó silencio, Tae siempre había sido esa amiga que había jugado el rol de casi una hermana mayor para Kaoru después de que su padre se fuera a la guerra y no volviera. Durante esa época le había dedicado la misma mirada, se había preocupado de que no le faltara nunca comida los primeros meses y la animo a retomar su rol como instructora asistente. Pero ahora esa mirada había vuelto y Kaoru sentía que había parte de toda la historia con Enishi que aún no conocía.

-Tae san…¿tu sabes qué fue lo que realmente sucedió después de que desaparecí?

-Kaoru chan, si bien lo sé, creo que corresponde a tu familia que te lo cuente…estoy segura que con el tiempo lo iras entendiendo todo.

Kaoru apretó las manos de Tae y en ese segundo apareció Tsubame con una bandeja con pasteles occidentales. Tae sonrió y recibiéndoselos a la chica se los entrego a Kaoru.

-Cortesía de la casa querida amiga- sonrió la mujer, Kaoru sonrió tímidamente y tratando de calmar sus ansias por saber la otra parte de la historia de su secuestro recibió el obsequio.

-Tsubame Chan dile a Yahiko que su turno ya terminó, debe volver a casa con Kaoru chan

-Hai!, ire por él enseguida -dijo la chica y desaparecio en la trastienda del restaurante.

Tae y Kaoru conversaron unos minutos más antes de que Yahiko apareciera en el fondo del lugar entregando los últimos platos y sacándose su delantal y entregándolo a tsuabme se acerco a su instructora.

-Fea, pensé que estabas demasiado cansada como para moverte

-no me llames fea yahiko chan!

Kaoru y Yahiko se despidieron de Tae y Tsubame y antes de volver al dojo tomaron la ruta de la clínica del doctor Gensai. Mientras caminaban por el mercado del pueblo Kaoru noto un par de miradas poco disimuladas dirigidas a ella y pudo notas que Yahiko comenzó a caminar más rápido, a ratos arrastrándola de la. Manga para que se apurara. Esto despertó la curiosidad de la chica pero antes de poder manifestar su pregunta hubo algo que de reojo llamó su atención. Era un puesto que vendia las mismas flores que habia visto en el balde que kenshin habia dejado a un costado del pozo.

El vendedor del lugar noto que Kaoru se había quedado paralizada mirando las flores, asi que sin perder el tiempo saco una y se la mostro a la chica.

-LILIUM!

-oh -susrro la chica prestando atención a lo que le decía el hombre

-son flores hermosas muy difíciles de conseguir por aca cerca, pero no se deje engañar porque siendo hermosas como son pueden crecer en los pantanos más oscuros y hostiles!, son realmente bellas y muchos de los hombres de occidente hoy las están prefiriendo para cortejar a sus prospectos amorosos.

Al oír eso Kaoru levanto rápidamente la mirada sorprendida, eso quiere decir que Kenshin había comprado esta flor en este puesto sabiendo que estos lirios podían ser regalados con esa intención y sin embargo la había dejado ahí olvidada junto a la noria…esto era la confirmación de que Kenshin simplemente era un amante de las flores y de seguro le había gustado tanto una de estas que no se había resistido a la idea de llevarla. Suspirando Kaoru busco en su cartera y le pidió al hombre que le vendiera una.

-oi! Busu, qué haces deberíamos caminar ya antes de que se vaya el sol!- se quejo Yahiko a su lado que no paraba de dar miradas hostiles a quienes se quedaban morando por más rato del necesario a su instructora.

-ma ma Yahiko, dame unos segundos – Kaoru recibió le balde con la flor y aprovechando le dio un caramelo de los que había comprado en Kyoto a Yahiko para calmar su mal humor. Despidiendose ambos partieron, Yahiko disfrutando de su caramelo a la vez que jugaba a patear algunas piedras del camino.

Cuando llegaron a la clínica, Megumi los recibió de inmediato.

-como amaneciste después de tu primera resaca niña? -pregunto la médico, Kaoru la miro con el entrecejo fruncido.

-amanecí perfectamente, gracias

-mentira! Amaneció con un humor del demonio, entrenamos hasta que ni siquiera ella se podía el cuerpo! y me obligo además a hacer aseo a cambio del almuerzo!

-callate baka!

-jojojojojojojo – rio Megumi mientras preparaba las mezclas para sus pacientes del dojo. -Muy bien niña, acá están sus medicinas… a partir de la próxima semana comenzare a bajar las dosis, necesito que a fin de mes puedan manejar los terrores nocturnos sin la necesidad de mi medicamento.

-arigato megumi – Kaoru hizo una reverencia profunda de agradecimiento, después de todo esta mujer le había salvado la vida dos veces a Kenshin.

-por cierto, No han visto al idiota de anosuke, hoy no vino a la curación de su mano…le he dicho cientos de veces que si quiere Sanar rápido debo revisarlo diariamente.

-hoy temprano estaba en el dojo, pero luego del desayuno anuncio que volvería a su habitación -informo Kaoru pensativa.

-baka -suspiro la doctora sacudiendo su cabello sobre sus hombros.- si lo ven por. Favor envíenmelo de inmediato hacia acá…como si fuera poco no solo debo lavar su ropa sino que además buscarlo para sus curaciones gratuitas – se quejo la doctora entredientes.

Kaoru aguanto una risita, Sanosuke y Megumi eran un paquete muy improbable pero de alguna forma parecían funcionar bastante bien como equipo cuando querían.

-hai megumi, si lo veo yo misma lo vendré a dejar a la consulta -sonrio la chica

-arigato Kaoru

-muy bien ya estamos, vamos a casa busu!

-ya deja de apresurarme Yahiko Chan!

-no me digas Chan!

::.:.::::::…

Kaoru y Yahiko llegaron justo cuando el sol termino de esonderse en el horizonte. El chico se dirigió directo a la cocina a dejar el paquete que Tsubame había preparado para ellos, en ese momento Kaoru aprovecho para escabullirse en la habitación del espadachín y dejar a un lado del kake donde Kenshin dejaba su sakabato durante las noches, el balde con la flor. Kaoru sonrió satisfecha, Kenshin se merecía esto, después de todo, desde el día en que lo conoció él siempre la estaba ayudando y protegiendo y ahora que sabia que le gustaban las flores, tenia una forma de agradecerle toda su ayuda.

Kaoru salio sigilosa de la habitación y dirigiéndose al dojo se sorprendío al ver las lámparas ya encendidas, el tejado del Dojo completamente reparado asi como la puerta de este tenia un Shoji que parecía nuevo. Asombrada Kaoru recordó los mejores días del dojo con su padre y lo mucho que esta nueva imagen se parecía al dojo de esa época. Sintió su corazón latir con fuerza y agradecida saludo en dirección al dojo con solemnidad. Volvería a trabajar duro para lograr. Hacer que esta escuela recuperara la fuerza y reconocimiento de antes de la guerra.

Con eso en mente se dirigió al comedor donde Yahiko ya estaba sentado gritándola a Kenshin que se apurara. El pelirrojo apareció de pronto con la cena, se había cambiado de ropa y ahora estaba con su gi negro azulado, su cabello si bien estaba tomado estaba aun húmedo por el agua de la ducha que había tomado. Kaoru se sentó y recibió el arroz que en ese momento el espadachín le servía.

Esta vez comieron en completo silencio, Yahiko estaba realmente cansado y ya no tenia animos de seguir peleando con Kaoru. Cuando Kenshin termino de comer Kaoru de inmediato recogio los platos.

-la ayudo Kaoru don-

- Ie- le detuvo Kaoru empujándolo del hombro hacia abajo para que no se levantara – yo lo hago, tu tan solo espera a que termine de recoger los platos, hoy tenemos postre cortesía de Tae-san

-yasss! -vitoreo el yahiko

Kaoru trajo consigo el paquete y los utensilios que Tae le había prestado y sorprendida vio que ahora no solo había tiramisú y cheescake sino que además una especie de gelatina dorada.

-itadakimasu! -dijeron los tres al mismo tiempo y comenzaron a comer.

Los gemidos de placer se podían oir hasta Kyoto, Kaoru estaba feliz comiendo su cheesecake de frutos rojos definitivamente era su favorito por lo que dejo que Yahiko y Kenshin pelearan por sus porciones que quedaban de los otros postres. Entretenida Kaoru vio como por primera vez Kenshin parecía no querer compartir algo con el chico, habitualmente era Sanosuke quien peleaba por comida con yahiko pero en esta ocación, Kaoru podía notar la tensión en la sonrisa del espadachín cuando le decía a Yahiko que comiera un poco de lo ulitmo que quedaba de lo que Yahiko habia explicado que se llamaba flan.

-ie! -Kaoru golpeo con la cuchara la mano de Yahiko – es suficiente camino al dojo ya te habias comido un caramelo, no puedo permitir que desordenes tu dieta de esa manera Yahiko

-oye fea! No puedes controlar lo que como

-si, si puedo! Eres mi alumno y como tal debo preocuparme por tu dieta y rutina de ejercicio, asi que ahora, si no quieres terminar haciendo 500 repeticiones de golpes antes de dormir te recomiendo que pares.

El chico la miro con odio por unos segundos y en esos momentos se percato de que el espadachín habia tomado la ocacion para terminar de comerse el flan.

-oi Kenshin! – dijo indignado el chico -ustedes dos son peor que niños – dijo furioso dando una patada el suelo -me lo esperaba de sano, pero no de ti!

-oro? -fingió no entender el. Espadachín relamiéndose los labios. Kaoru rio bajito y Yahiko salio enfurecido del comedor- Me ire a dormir, no me molesten…bakas!

Kaoru dejo escapar la ultima risa antes de ver a kenshin que en ese momento dejaba el plato vacio en la mesa y con satisfacción se golpeaba el estomago.

-gracias Kaoru -dono por dejarme acabar con ese postre- le sonrió el espadachín

-gracias a ti Kenshin, el dojo ha quedado maravilloso después de los arreglos de hoy

-me alegro que este conforme con mi trabajo, Sessha hace mucho tiempo que no hacia este tipo de arreglos.

-me alegra mucho que hayas decidido ayudarme – dijo Kaoru y el espadachín entendio que no solo le estaba agradeciendo por los últimos arreglos, sino que por todo este tiempo que llevaban viviendo juntos.

-el agradecimiento es de Sessha por haberme permitido ayudarla Kaoru dono – respondió el pelirrojo inclinándose en dogeza para demostrar su más profundo agradecimiento.

-ma, ma Kenshin -dijo Kaoru llevando su mano a la cabeza del espadachín para luego hacer que se enderezara- tienes el pelo húmedo, ven conmigo por favor.

Kenshin adormecido entre el azúcar y la felicidad de que a Kaoru le había gustado su trabajo de reparación en el Dojo, la siguió hasta la salida de su habitación, ahí ella lo hizo esperar. Cuando volvió se arrodillo detrás de él y sin preguntar desato la cola del espadachín y con una toalla comenzó a secar delicadamente su cabello.

Kenshin trató de ocultar su nerviosismo cuando sintió las delicadas manos de Kaoru separar su cabello en partes, pero cuando comenzó a entender que la chica no solo iba a secar su cabello sino que además había comenzado a peinar su cabello con mucho cuidado y delicadeza de pronto se sintió incapaz de hablar, no pudo fingir que el acto tan íntimo de peinar su cabello no le afectaba, la verdad era que ni siquiera podía identificar si era vergüenza o placer lo que estaba sintiendo.

Kaoru comenzó a desenredar un nudo en las puntas del cabello del espadachin percatándose de que pese a que siempre lo llevaba atado y derodenado, su cabello aun estaba fuerte aunque las puntas estaban abiertas, seguro por tanto tiempo expuesto al sol y las inclemencias del clima durante su tiempo como vagabundo. Suspirando Kaoru comenzó a acariciar el cabello del espadachin desde la cabeza hasta sus hombros admirándolo, mientras terminaba de dar unas cuantas cepilladas finales, en ese momento se percató de que el espadachín había guardado completo silencio y sus hombros se habían encogido mientras mantenía la cabeza gacha escondiendo sus manos entremedio de sus piernas entrecruzadas. La imagen del espadachin en ese momento le parecio la de un adolescente y no la de un hombre y Kaoru no pudo evitar preguntarse si habia hecho algo malo al decidir ayudarlo a secar su cabello.

-ne Kenshin? – pregunto suavemente la chica

-ha-hai..

- te he incomodado? …

-no Kaoru dono- reconocio el espadachin -no me ha Incomodado en absoluto

Kaoru apenas pudo escuchar la respuesta del pelirrojo, de pronto la noche se hizo más evidente al escuchar el silencio del dojo y el cantar de los grillos era lo único que sonaba con fuerza. La voz de Kenshin era tan solo un murmullo a la luz de la luna.

-si eso es cierto, quería saber si podía cortar las puntas de tu cabello, tienes un color de pelo bastante lindo como para dejarte llevarlo así de descuidado…. -murmuró Kaoru acomodándose a su lado mientras movía un mechón de cabello del rostro del espadachín para poder ver su rostro. Las mejillas sonrojadas del hombre quedaron disimuladas entre la luz de las lámparas y la oscuridad de la noche.

-muchas gracias por el cumplido Kaoru-dono pero Sessha no cree que. Usted debería perder su tiempo preocupándose de mi irremediable apariencia- respondió un poco más tranquilo el espadachín. De pronto sintió un fuerte tiron de oreja que lo hizo perder el equilibro y lo hizo caer sobre la falda de Kaoru – ITAI!

-Ha…y bien merecido que lo tenias Kenshin -le recrimino la Shihondai retomando su tarea de cepillar el cabello del espadachín a la vez que elevaba las puntas a la altura de su mirada y las analizaba. -ahora dime Kenshin…quieres o no quieres que te ayude a sanar tu cabello?

-Kaoru -do -Antes de que el pelirrojo pudiera responder sintió un tirón de cabello que lo hizo callar

-te pido que respondas a mi pregunta y no supongas en qué debería gastar mi valioso tiempo, tan solo responde si te gustaría que arregle las puntas de tu cabello o no.

Dejando escapar un suspiro, el espadachín se sentó derecho y reuniendo el valor necesario para enfrentar la mirada de Kaoru finalmente respondió.

-Hai Kaoru dono, a Sessha le encantaría que se hiciera cargo de sanar mi cabello -sonrío al responder, Kaoru sonrió de vuelta y tranquilidad recogió al toalla y el cepillo.

-Arigato Kenshin – dijo poniéndose de pie -ahora ya es hora de descansar, preparare las medicinas para poder ir a dormir.

Kenshin espero en silencio a Kaoru mientras sentía como su pelo desenredado se mecía con la delicada brisa otoñal. Tímidamente se llevó una mano a su cabello y lo acarició para notar la diferencia entre su pelo normalmente descuidado, ahora suave y sedoso por los cuidados de Kaoru. Por primera vez se le ocurrió que así como a el le encantaba admirar el azabache de la Kendoka, ella también se fijaba en el de esa manera. Instintivamente quiso oler su cabello, olía a madera de sándalo y extrañamente a un toque fresco que le recordaba el aroma del bamboo.

En ese momento apareció Kaoru con la bandeja con las tazas con ambas medicinas, esta parte de la noche ya se había vuelto un ritual. Tomar la medicina en silencio, sabiendo que ambos aun no podían superar lo sucedido con Enishi pese a todos sus esfuerzos por retomar sus vidas. Aun había cabos sueltos que atar pero ninguno quería perturbar los tiempos del otro.

Kaoru se puso de pie finalmente y Kenshin la imito, escoltándola a su pieza Kaoru le dio las buenas noches y entro a su habitación. Una vez que el shoji se cerro, Kenshin se dirigió a su propias habitación sintiendo que por fin había encontrado la forma de hacer las cosas bien.