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Disclaimer: Ninguno de los personajes me pertenece. La historia está ubicada después del último episodio del anime / post Jinchu y antes de que Sano y Megumi partan de Tokyo. Una historia centrada en cómo Kenshin logra finalmente vivir en el presente.

Cap 3:

Megumi concentrada terminó de mezclar la medicina para el curandero del pueblo vecino. Su primera reacción al enterarse de que su reputación como una de las mejores médicos de Tokyo había escapado limites de la ciudad fue sido de incredulidad. Al principio ni siquiera supo qué pensar ya que ella ya era feliz al poder ayudar en la Clínica del Doctor Gensai y a sus pacientes. Sin embargo hoy al medio día el señor Okiwa venia a buscar su pedido de 8 dosis de medicina para el asma y 4 para las infecciones intestinales que hace un par de meses se habían asentado entre los pobladores de su territorio. Inesperadamente Megumi ahora estaba comenzando a producir formulas medicinales ya no sólo para sus pacientes sino que para los pacientes de otros colegas también.

Satisfecha, dejó en la caja de madera los frascos y sonriendo se puso de pie, hoy había madrugado para que todo saliera bien. Definitivamente había sido una jornada ardua, sentía sus hombros y brazos cansados, de pronto escuchó a las aves cantar llamando su atención recordándole que no habia tomado ningún descanso desde que se levantó hasta que terminó con las mezclas, levantándose de su escritorio decidió tomar un descanso antes de abrir la clínica y empezar a atender pacientes.

Al salir para tomar un poco de aire fresco, recorrió con la mirada el patio y se sorprendió al ver al luchador Sagara durmiendo en el engawa de la clínica con su bolso de viaje en mano. Megumi lo miró molesta, el luchador había tenido el descaro de desaparecer durante todo el día de ayer y resultaba que ahora aparecía como si nada el muy descarado.

Sin perder el tiempo camino rápidamente hacia él y sin ningún cuidado le dio una patada en las costillas.

-AGHHH -Sanosuke despertó desorientado rodando sobre si mismo mirando a todos lados alarmado buscando a algún enemigo.

-BAKA!

-EH!? ¡Mujerzuela fuiste tu!

-si idiota fui yo, ayer no viniste a tu curación, cómo pretendes curar esa mano si no eres constante con su cuidado -le recriminó molesta la mujer

-no pude venir ayer -dijo un poco desmotivado el joven desviando la mirada, Megumi captó el cambio de tono del luchador pero no dijo nada.

-pues bien, entremos, tengo que evaluar como va esa rehabilitación.

Una vez dentro de la consulta, Megumi se percató de que el luchador andaba con su bolsa de viaje que miraba a cada cierto tiempo de reojo. Parecía incluso un poco nervioso.

-muy bien, ahora gira tus muñecas de esta manera – le indico la jóven tratando de volver a centrar su atención en la rutina de ejercicios de Sanosuke.

En silencio el luchador obedeció cada instrucción de la médico, incluso trato de aguantar el dolor que alguno de los ejercicios le generaban mientras Megumi apretaba con fuerza los huesos de sus nudillos. Sanosuke, a pesar de todo, agradecía la preocupación de la mujer por ayudarlo a recuperar la fortaleza de su puño. Sintiendo un poco de tristeza dejo caer sus brazos desganado cuando la mujer fue en busca de la última parte del tratamiento antes de volver a vendarlo.

Megumi se sorprendió cuando vió a Sanosuke con la guardia baja, en sus manos llevaba el agua caliente con sal para ayudar a disminuir el dolor y la hinchazón producto de los ejercicios y por primera vez desde que lo conoció, vió a Sanosuke como lo que era: un joven que recien salía de la adolescencia que actuaba como todo un hombre pero un joven al fin y al cabo.

Su corazón se contrajo, todos sus amigos tenían historias tristes a sus espaldas y sin embargo, no sabia nada de la de Sanosuke. Con un poco más de cuidado Megumi posicionó la vasija frente al luchador y tomando sus manos con cuidado, las sumergió en el agua caliente sin dejarlas ir mientras Sanosuke la miraba con sorpresa.

-hay algo que te gustaría decirme Sanosuke? – Preguntó la doctora apretando suavemente sus manos y mirando directamente a la bolsa de viaje del luchador. Sanosuke siguió la mirada de Megumi y entendiendo bajo la cabeza apenado – ¿tienes que ir a algún lugar?

-ie…

-¿entonces?

-cometí un error durante el tiempo que abandone Tokyo y a Kenshin… -reconoció avergonzado -no sé si pueda quedarme por mucho tiempo en el mismo lugar…

-¡por qué no nos dijiste! -Preocupada Megumi apretó aún más sus manos- ¡podemos ayudarte!

-Ie..- negó Sanosuke con la cabeza- No quiero darle más problemas a Kenshin y a Kaoru, no quiero que me protejan, tan solo quiero que descansen y estén a salvo, quiero que por fin puedan tener una vida tranquila…mis problemas no son muy legales como puedes imaginar…

Megumi sintió una punzada de dolor en su corazón, se había esforzado tanto por ayudar a cuidar a su nueva familia y aún así no podía protegerlos por completo. Enojada consigo misma, secó las manos del luchador y comenzó a vendarlo en silencio. Omitió las quejas de dolor que daba el luchador mientras vendaba firmemente su puño. Sin volver a dirigirle la mirada se puso de pie y antes de salir a deshacerse del agua le ordenó.

-deja ese bolso acá, no volverás a tu habitación en ese complejo roñoso que tienes…y no te muevas de acá, después de entregar una medicina que me han encargado, iremos al Dojo. Creo que necesitamos ver a nuestra familia, sin peros…

Sanosuke guardó silencio mientras vio como la mujer desaparecía, sin ánimos de ponerla de mal humor más de lo necesario, se llevo las manos al rostro frustrado y obedeciendo dejo su bolso de viaje en una de las habitaciones de invitados para luego ir a buscarla.

Megumi comenzaba a preparar los implementos del botiquín que solía llevar cuando visitaban el dojo. Sanosuke se apoyo en el marco de la puerta y se cruzo de brazos.

-Megumi…tengo que pedirte por favor

-dime -le respondió la joven sin mirarlo.

-no le cuentes a nadie lo que te comenté por favor… ni siquiera quería preocuparte a ti-

-Urusai! -la dura mirada que le dedicó la médico lo dejó congelado en su lugar - eres un inmaduro que no considera los sentimiento de los demás, eso es lo que eres, si guardaré tu secreto es porque tampoco quiero que Kenshin se preocupe, ¡pero no me pidas que no busque la manera de ayudarte!

Sanosuke sintió un escalofrío recorrer su cuerpo y por primera vez acepto perder una batalla sin poner resistencia. Bajando la cabeza, hizo una inclinación de agradecimiento y la dejo sola para sentarse en el engawa de la clínica y esperar por ella.

-...::::..:…-

Kaoru despertó y lo primero que hizo fue volver a fijar su mirada en el Lilium que había encontrado en su pieza la noche anterior. Con el efecto de las drogas no había podido torturarse todo lo que hubiese querido pero ahora más despierta y lúcida que nunca, se acerco a la flor y la tomo en sus manos sintiendo un vacío en el fondo de su estómago.

Pensó que Kenshin le iba a gustar su gesto de agradecimiento y sin embargo encontró la flor de vuelta en su habitación. Aguantando las lágrimas se puso de pie rehusándose a quedarse sin una explicación a esto. Sabia que sus ojos estaban al borde de las lágrimas pero tenia que hacerlo, ya no soportaba más esta incertidumbre, no era la primera vez que ella le hacia obsequios al pelirrojo pero esta era la primera vez que le rechazaba uno. Angustiada abrió de golpe su shoji y lo que la encontró de frente fue algo que no esperaba ver.

Frente a ella Kenshin tenia un balde con una flor idéntica a la de ella y su mirada demostraba que sentía el mismo dolor que Kaoru.

-Kaoru-dono – alcanzo a decirle un desaliñado espadachín con la mirada ofendida y su yukata desordenada, como si se hubiese levantado con urgencia.

Kaoru miro fijamente la flor en las manos del espadachín y luego la misma que ella tenia en sus manos y de pronto el llanto fue inevitable solo que en vez de ser un llanto de tristeza se transformo en un llanto de alegría a la vez que dejaba escapar una risa.

-Yokata…-suspiro Kaoru mirando con ternura al espadachín mientras sonreía ampliamente

Recién en ese momento es que el pelirrojo entendió que habían confundido las cosas, ambos habían hecho el mismo regalo el uno por el otro, y ambos habían pensado lo peor. Dejando escapar una risa de lo ridículo que le parecía la confusión, se inclinó para demostrar su agradecimiento con su Lilium entre sus manos.

-Arigato Kaoru-dono, es una flor muy hermosa la que usted me ha regalado…

-hai hai! Arigato Kenshin, me ha encantado esta flor, es muy bella y elegante, estoy feliz de que me la hayas regalado también.

Sonriendo se quedaron viendo por lo que parecía una eternidad. El corazón de Kaoru latía fuerte, Kenshin parecía querer decir algo más y por un momento Kaoru pensó que finalmente había logrado penetrar el muro de privacidad que el espadachín conscientemente mantenía entre él y el resto del mundo. Kenshin acortó un poco la distancia dando un pequeño paso hacia delante y Kaoru aguantó la respiración.

-oi! ¿Kenshin aún no esta listo el desayuno? -Yahiko apareció por el pasillo arrastrando los pies y bostezando exageradamente. En ese momento Kenshin se alejo de Kaoru.

-no Yahiko, aún no, ¿puedes prender la leña para poder empezar a cocinar? – dijo el espadachín suspirando y dándole una sonrisa de soslayo a la chica anuncio -iré a cambiarme de ropa, voy en seguida.

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Era una tarde bastante tranquila, después de entrenar con total concentración y comer un almuerzo contundente, Yahiko anunció que iría a cumplir con su turno en el Akabeko. En ese momento Kaoru decidió hacer la revisión de la contabilidad del dojo en el engawa para acompañar a Kenshin mientras él lavaba la ropa.

De vez en cuando la chica dedicaba una mirada furtiva al espadachín y como la joven enamorada que era sonreía sola y se sonrojaba para volver su atención a los números que tenia delante de si pensando en qué era lo que hubiese pasado si es que Yahiko no los hubiese interrumpido. Por un breve momento creyó que recibiría su primer beso, pero luego el momento mágico se había desvanecido. Suspirando desanimada, volvió a centrar su atención en los números y terminando de hacer los cálculos se dio cuenta que su economía no estaba bien.

Después de la traición a manos de los hermanos Hiruma, Kaoru había tomado en sus manos el cuidado de los asuntos administrativos del dojo y si bien ella era la que traía el principal ingreso y ahora Yahiko comenzaba a aportar, sabia que no era suficiente para mantener el hogar considerando que Sanosuke y las nietas del doctor Gensai eran prácticamente parte de su carga alimenticia también. Viendo lo apretada que estaban las cifras para llegar a fin de mes se llevo una mano hacia su hombro para masajear la tensión ahí. Todo lo que había conseguido ahorrar lo había perdido en gran parte de los arreglos después del ataque de Enishi y con casi dos meses de haber dejado de dar clases en el dojo de Maekawa, estaba al límite de su capacidad. Debía encontrar rápidamente la forma de ganar dinero si quería mantener su propiedad intacta y a su familia adoptiva con un techo asegurado.

Kenshin percibió el cambio en el ánimo de Kaoru sin necesidad de voltearse, desde que despertaron el ambiente del dojo había sido tranquilo y ameno, el incidente de los Lirios siendo parte importante de esa nueva atmósfera de tranquilidad y felicidad.

Kenshin se había sorprendido la noche anterior cuando entro a su habitación y un aroma florar le recibió, cuando encontró el lirio a un lado del pedestal de madera sintió que su corazón caía a sus pies. Se acerco para observar el balde con la flor y durante gran parte de la noche y pese a las drogas que Megumi les había preparado para dormir, no logró sacarse de la cabeza que Kaoru no hubiese querido aceptar su gesto. Quizá no había sido lo suficientemente claro, pensó en esos momentos, quizá Kaoru estaba cansada de que jamás diera cara cuando se trataba de demostrar abiertamente su interés en ella.

Pero todos sus temores se disolvieron en el momento en que despertó y decidió ir a aclarar las cosas solo para encontrarse con una situación idéntica a la suya. Después de eso todos los nervios y el miedo a no ser aceptado por la joven se habían vuelto a disolver y un alivio inexplicable se había apoderado de él, deseaba que los días transcurrieran en esta armonía para siempre. Sin embargo el cambio de ánimo de la joven lo saco de su concentración y colgando la última de las prendas en el patio, seco sus manos para acercarse a la joven con preocupación.

-Kaoru dono…¿sucede algo? -Kaoru frunció el entrecejo y sin mirarlo cerro el libro de contabilidad con cuidado.

-los ahorros que tenía se están acabando… - Kenshin se sorprendió al escuchar la respuesta sin preámbulos de la chica. Kaoru nunca antes había demostrado este nivel de preocupación en ninguna otra de las ocasiones donde se habían visto en apuros económicos.

- Sessha puede buscar un trabajo si lo desea, ya ha sido lo suficientemente amable conmigo dejándome vivir gratis por tanto tiempo…

-Ie, no es necesario Kenshin – lo interrumpió Kaoru mirándolo con una pequeña sonrisa – has hecho suficiente por mi, solo debo ganar un par de alumnos más y conseguir un par de clases extras en los dojos de la ciudad y estaremos bien.

Diciendo esto se puso de pie y ordenando su Kimono rosa, se enderezo para volver a levantar la mirada con aire orgulloso.

-mi padre fue un gran espadachín y la reputación de este dojo era una de las mejores antes del asunto con los hermanos Hiruma, incluso cuando supieron que el espadachín misterioso y justiciero vivía acá hubo interés de algunos para entrenar acá, ¿recuerdas?

Kenshin recordó el incidente con la policía cuando apenas llevaban viviendo uno mes juntos y la cantidad de chicos que llegaron para poder entrenar con él, sin embargo en ese momento su testarudez había espantado a los chicos dejado a Kaoru sin ningún posible estudiante.

-Mil disculpas por mi tozudez en aquella ocasión -le dijo el espadachín con remordimiento – en ese momento no veía las cosas con claridad

-maa maa Kenshin, solo debo trabajar un poco más en mis relaciones públicas y todo estará bien- le dijo dándole un pequeño golpe en la punta de la nariz con sus finos dedos, Kenshin sonrío.

En ese momento la puerta del dojo se abrió de golpe y Sanosuke anuncio su llegada con su reconocible energía.

-TADAIMA! – dejando el botiquín en el engawa se acerco para desordenar el cabello de Kaoru y dar un golpe en la espalda de Kenshin.

-NE! SANO ME ESTAS DESPEINANDO! -se quejo la kendoka, detrás del luchador apareció Megumi cargando una sandia en sus brazos.

-Ne Baka! Se supone que tu traerías la sandia! -se quejo la doctora haciendo que Kenshin inmediatamente se acercara a recibir la fruta para dejarla en el Engawa.

-¡tu dijiste fuiste la que dijo que mi fuerza bruta no servía de nada! -le acusó el luchador

-no puedo creer que eso te haya ofendido tanto, de haberlo sabido te hubiese humillado en público mucho antes…

-maa maa, es bueno tenerlos por acá – intervino Kenshin mientras Kaoru miraba divertida la escena.

-hai Ken-san, pensé que podíamos compartir esta sandia para pasar la tarde juntos – sonrió la médico a la vez que se sentaba. Kaoru inmediatamente fue a buscar una bandeja y cuchilla para partir la sandía y poder servir a sus visitas. En ese momento Sanosuke noto los arreglos del dojo.

-oi!, ¡no recuerdo haber visto esto el otro día! – dijo asombrado acercándose más al dojo

-ayer lo arregle – dijo con cierto orgullo el espadachín mostrándole las terminaciones del interior del dojo, donde ahora olía a incienso y madera en vez de sangre.

Cuando Kaoru regresó con las cosas los hombres ya habían desaparecido en el interior del dojo conversando sobre los arreglos, arrodillándose a un lado de Megumi, la Shihondai comenzó a rebanar la sandia.

-Sanosuke esta ocultando algo – dijo abruptamente Megumi, Kaoru levantó rápidamente la mirada para centrarla en la mujer.

-¿ocultando algo?...- repitió Kaoru frunciendo el entrecejo – mhhh…ahora que lo pienso, se ha comportado un poco extraño…

-¿también lo has notado? -le pregunto Megumi bajando la voz.

-bueno el otro día…después de la celebración en el Akabeko – Kaoru miró por sobre su hombro para ver si los hombres aún estaban en el dojo.

-¿si? -le apresuró Megumi.

-al día siguiente llegó de madrugada y salió a pescar, nos trajo dos pescados para el desayuno, tu sabes que Sanosuke no es del tipo que provee sin pedir nada a cambio -murmuró Kaoru limpiándose las manos en el mantel. -pensé que iba a pedirme algo a cambio, pero tan solo se fue a su habitación…

-algo le está pasando…- asintió Megumi preocupada. Kaoru la observó con simpatía mientras se sentaba sobre sus. rodillas nuevamente.

-quien diría que ustedes dos terminaría llevándose tan bien – rio Kaoru más relajada pudiendo al fin desquitarse de todas las veces que Megumi le había incomodado con sus comentarios.

-¡qué estas diciendo niña!- reaccionó ofuscada la médico dando una mirada letal a la kendoka, en ese momento los hombres aparecieron.

-te dije que no podíamos dejarlas mucho rato solas -se burló el luchador recibiendo una mirada asesina de ambas chicas.

Kenshin se rasco la cabeza resignado y si más preámbulo tomo la bandeja y ofreció un trozo de fruta al luchador y a las mujeres. Comieron la fruta en medio de una charla amena, Megumi les contó que ahora estaba siendo contactada por otros médicos por sus recetas e infusiones médicas. Compartieron un par de historias y aprovecharon de comentar las últimas novedades y la nueva ola de inmigrantes ingleses que llegaban al país. Después de terminar con la fruta y beber el té Kenshin se puso de pie.

-Sano, aprovechando la visita, por qué no me ayudas a enderezar los arcos del huerto de los calabacines, con tu altura no debería ser problema reforzar las vigas.

-si lo hago, me debes una ida a la casa de apuestas para hacer dinero…

-hai hai -le respondió el pelirrojo llevando sus manos al cinto de su hakama descansándolas ahí mientras reía y se adelantaba. Kaoru los vio alejarse en dirección al patio trasero y una idea se le vino a la mente.

-¿te parece acompañarme al centro del pueblo Megumi? – Kaoru decidió que no había tiempo que perder en su búsqueda por encontrar nuevos alumnos, aún era temprano y quedaba luz del día para intentar ofrecer sus servicios. Megumi la miro de reojo y luego observó a los hombres que ya habían empezado a trabajar.

-supongo que no tengo mejor panorama…

Kaoru le pidió a Megumi que la esperara unos momentos para ir a buscar su cartera. Mirándose al espejo que tenia en su habitación arreglo su peinado y pellizcándose las mejillas decidió que se veía lo suficientemente decente como para salir a captar alumnos.

En el momento en que ambas mujeres se acercaron a la salida del dojo, Kaoru sintió la intensa mirada del espadachín en su espalda y sin saber por qué se volteó y en una actitud muy poco común en ella le dijo:

-Iré al pueblo a ver si logro captar algún alumno Kenshin, estaré de regreso antes del anochecer tal como el otro día, le pediré a Yahiko que nos escolte de vuelta.

En ese momento el pelirrojo había dejado de lado lo que estaba haciendo y aunque no había sido su intención atormentar a la chica con su aura, no pudo evitar hacerla sentir su presencia.

-hai, tenga cuidado por favor, si tiene algún problema y no puede regresar a tiempo le pido que me espere en el Akabeko.

-hai! Vamos Megumi -dijo Kaoru tomando la mano de la doctora y arrastrándola con ella

Kaoru y Megumi caminaron unos minutos en silencio mientras acortaban camino por el borde del río, hasta que la doctora decidió romper el silencio.

-así que ahora le pides permiso a Ken-san para salir… ¿acaso al fin dejaste de ser una niñita para convertirte en su mujer?

Kaoru se sonrojó hasta las orejas y avergonzada apuró el paso. Megumi siempre la hacia sentir incomoda con sus insinuaciones y le costaba reconocer que ella no tenia mucha experiencia en el campo romántico, muy por el contrario de lo que evidentemente, si sabia la médico.

-no sé de qué hablas, solo le comunico cuando salgo porque sé que se pone un poco nervioso cuando estoy mucho tiempo fuera de casa.

-trauma – acotó impávida la Megumi mientras seguían avanzando.

-no sé por qué, pero desde que volví de la isla y retomamos la rutina, sin necesidad de que me lo dijera pude notar que no le gusta perderme de vista por mucho tiempo…es cómo si temiera que fuera a desaparecer en el aire…

-estrés post traumático -volvía a responder la mujer

-incluso yo a veces dudo si he vuelto a casa o no… a veces me parece un sueño – Reconoció la kendoka tomando sus manos con nerviosismo y disminuyendo el paso para finalmente detenerse por completo volteándose a mirar a la mujer – Megumi … a veces pienso que pasó algo simplemente terrible mientras yo no estuve acá.

La joven médico observo con lástima a la joven que retorcía sus manos con inquietud mientras trataba de buscar respuestas en sus ojos. Megumi suspiro y tomando sus manos la acerco a un costado del camino por donde pasaba una pequeña acequia.

-Kaoru, lo que sucedió fue un gran impacto para todos nosotros, pero por sobre todo lo fue para ti y principalmente para Ken-san…No sé si lo han hablado pero creo que por lo que me dices, Kenshin tratará de evadir el tema a toda costa.

Kaoru en ese momento sintió que las fuerzas en sus piernas flaqueaban, sin embargo la intensa mirada de Megumi la obligó a permanecer en pie.

-qué me quieres decir…

-Ken-San sufrió un infierno cuando desapareciste…fue -la voz de la doctora se quebró un poco -fue muy fuerte verlo sufrir de esa manera… por eso mismo espero que lo cuides mucho y te cuides tu también…Kenshin ha sufrido muchas heridas físicas a lo largo de su vida pero no creo que pueda sobrevivir a una nueva herida emocional como lo fue la muerte de su ex esposa o tu desaparición…es más, me atrevo a decir que tu desaparición lo afectó muchísimo más que la muerte de Tomoe-san.

Cuando Kaoru escucho esto de la boca de Megumi, su corazón se contrajo de manera dolorosa. Si bien todo este tiempo había tratado de mantener una fachada alegre y fuerte mientras estaba en el dojo tratando de retomar su vida, la verdad es que ella igual se sentía atormentada por la idea de no volver a ver a sus amigos y especialmente a Kenshin. Sus pesadillas eran siempre sobre la imposibilidad de quedarse a su lado, las razones siempre variaban pero el resultado siempre era el mismo y aquello le aterraba, por eso mismo era que no se había atrevido a expresar abiertamente sus sentimientos al espadachín, por simple temor a asustarlo y hacer que partiera nuevamente.

Sabia que el espadachín sentía un gran afecto hacia ella, pero aún no lograba dilucidar si era un cariño fraternal o algo más, todo esto la consumía durante la noche cuando el dojo estaba en silencio y sus pensamientos volvían a esa habitación en la isla. El sonido del viento y las olas de fondo, el sonido de muebles y cosas sonar percibiendo la oscura presencia de Enishi merodeando por el lugar mientras ella solo podía mirar por la ventana y rogar por que Kenshin se apresurara.

Cuando Shishio se había interpuesto entre Kenshin y ella sintió que su mundo se acababa. Pero cuando Enishi la secuestró, lo que la mantuvo entera mentalmente fue la convicción que debía estar bien para que Kenshin pudiera estar tranquilo y no se sintiera culpable de nada. Su decisión y fortaleza se había establecido en el momento en que entendió que la mejor manera para protegerse y mantenerse con vida era confiar en que Kenshin vendría por ella y que cuando lo hiciera, ella debía estar sana y salva, por y para él.

Sin embargo el miedo a perderlo por completo la atormentaba, no quería que sufriera más, menos por su culpa y ahora, Megumi le confesaba que algo terrible le había ocurrido a Kenshin. Pensó en lo difícil que podía resultarle al pelirrojo poder expresar sus emociones y pensamientos cuando toda su vida había tenido que enfrentar perdidas de personas importantes para él atrapado además en el código de honor de un guerrero espadachín que le impedía priorizar sus sentimientos por sobre su deber como guerrero.

-Muchas gracias Megumi -Susurró finalmente la chica recuperando sus fuerzas – tienes que ayudarme a aprender cómo sanar a Kenshin…

-Tan solo se feliz -le sonrió la médico abrazándola suavemente -se feliz y él estará bien, todo el resto vendrá con el tiempo, no le permitas alejarse…y no te permitas caer en la angustia de perderlo Kaoru… creo que la vida ya ha decidido por ustedes.

Kaoru no entendió muy bien a qué se refería la doctora con aquella afirmación pero decidió guardar silencio. En ese momento el sonido de un carruaje y el galope acelerado de caballos las alerto, rápidamente Kaoru empujo a Megumi contra el muro evitando ser atropelladas, ambas cayeron a la acequia con un grito.

A la distancia se escuchó cómo el carruaje se detenía y unos pasos rápidos se acercaban a ellas.

-oh my god!, I am really sorry my ladies! – Un hombre joven y alto de cabellos dorados y ojos verdes se acercó a ellas y las ayudo a levantarse. Megumi lo miro con indignación mientras se apartaba de él sacándose el cabello mojado de su rostro.

-no te entiendo baka, ¡habla en japonés! – le recriminó molesta.

Kaoru en ese momento se enderezó y vio como la sandalia que Kenshin le había reparado hace un par de días atrás se iba flotando por la acequia, completamente rota. Empapada como estaba la brisa otoñal acentuó el frio del agua haciéndola tiritar, ella a diferencia de Megumi no estaba con un atuendo de tres piezas, por lo que ahora su ropa interior bajo su kimono a la altura del escote comenzaba a traslucirse.

-my god! -repitió el hombre, para luego hablar en un japonés deficiente pero fluido – ¡Gomenasai! Mi chofer pierde el control de caballo…yo Adam – se presento el extranjero.

Kaoru en ese momento trato de cubrir su escote de mala gana mientras asentía. Megumi la tomo del gancho y la ayudo a avanzar, debían volver al dojo, no podían ir al centro en estas condiciones.

-Mi lady!, favor permíteme ayudar – el joven las siguió y sin esperar respuesta alguna tomo a Kaoru en sus brazos para subirla al carruaje, asustada Megumi no la soltó y comenzó a golpear la espalda del extranjero.

-déjame! -Kaoru comenzó a defenderse pero en ese momento sintió que la dejaban sentada en el carruaje a la vez que el hombre repetía la acción con Megumi y la sentaba a su lado.

-Excuse me…gomen, mi nombre es Adam Kraffnovikoff, yo soy hijo de empresario de tren…llegue hace un mes y medio al Japón - Se volvió a presentar el hombre.

Ambas mujeres abrazadas lo miraron de pie a cabeza, era un hombre apuesto de apariencia burguesa. Tenia un cabello rubio oscuro crespo que le llegaba un poco más arriba de las mejillas. Con un golpe en el vidrio indico al chofer para que se moviera.

-lamento yo el impasse, dígame dirección hogar tuyo -sonrío sin aliento el hombre mientras las volvía a mirar de pie a cabeza.

-Megumi con desconfianza comenzó a dar la instrucciones para regresar al dojo. Kaoru por su parte seguía tiritando del frio y tratando de cubrir su escote.

-no se preocupe, yo soy amigo -sonrió el extranjero levantando las manos y mostrando sus palmas en dirección a ellas.

-primera vez que salgo solo…no esperaba yo encontrarme con dos exponentes de la belleza nipona en mi primera salida.

- ¿disculpa? – pregunto Megumi incrédula

-son muy bellas las dos – repitió el extranjero -Me habían comentado de pieles tersas de mujeres del Japón -Continuo el hombre mientras llevaba una mano en dirección al rostro de Kaoru quien en ese momento la esquivo.

-arruinaste mi Kimono favorito – por fin hablo Kaoru enfadada – y arruinaste mi jornada de trabajo.

-¿eh? -se sorprendió el extranjero al escuchar a hablar a la joven que hasta ese momento parecía tímida.

-Para la próxima te recomiendo que camines en vez de arruinar el paseo de alguien- le reprocho molesta Kaoru apretando la mandíbula.

- estoy llevando a casa! Tu agradecerme! -le respondió de vuelta divertido el hombre ante el tono de la joven, como si nunca una mujer le hubiese respondido de esa manera.

-eso no será suficiente -dijo entre dientes la chica asomándose por la ventana y viendo que el dojo ya se veía cerca.

-ufff…dos mujeres con carácter…me han dicho que mujer japonesa sumisa… ehh, que a ella gusta ser sometida, parece que dichos estar equivocados…- murmuro para si mismo el extranjero resacándose la barbilla pensativo mientras las analizaba como si no estuvieran presentes.

En ese Momento Kaoru sintió su ira hervir y sin pensarlo dos veces abrió la puerta del carruaje y sin previo aviso se abalanzó para saltar del carruaje. Ya estaban llegando al dojo y no quería seguir un segundo más en el mismo lugar que ese hombre. En ese momento el hombre, que la sobrepasaba en músculos y estatura la agarró con fuerza por detrás impidiendo que Kaoru saltara a la vez que el carruaje frenaba con dificultad.

-¡NO ME TOQUES, SUELTAME!- Kaoru mortificada sintió que su Kimono húmedo se había resbalado por su hombro y su ropa interior traslucida ahora, era lo único que la protegía de quedar en una situación humillante a la vez que sentía que sus piernas había quedado expuestas al caer sobre las rodillas del hombre por el golpe de la frenada. Una extraña sensación de indefensión la paralizó por unos momentos recordando cuando Jin`eh y Enishi la habían secuestrado y su corazón se aceleró con fuerza y comenzó a tratar de zafarse del agarre del extranjero con desesperación.

En ese momento la puerta del dojo se abrió de golpe, Kenshin y Sanosuke salieron rápidamente y la mirada del espadachín al ver la situación paso de un segundo a otro de sorpresa a ira.

-oh mierda…-susurro la médico tratando de bajar antes de que las cosas se complicaran aún más al ver los ojos ámbar del espadachín.

Sus pies no alcanzaron a tocar tierra cuando sintió unos brazos fuertes alzarla y sin poder registrar lo que sucedía, Megumi sintió que la alzaban por segunda vez en el aire para luego sentir que la dejaban de pie en medio del patio del dojo.

Mientras afuera del dojo, la situación tensó la tarde otoñal de una manera en que todos los sonidos y respiraciones de los presentes se intensificaron. Kenshin desenvainó su espada lentamente y sin pestañear apunto la punta de esta en dirección al extranjero que aún no dejaba ir a la joven que ahora miraba asustada a Kenshin.

-suéltala- advirtió el pelirrojo con la vista fija en el extranjero.

-gomen! -reaccionó el joven con sorpresa dejando ir a Kaoru quien sin esperar un segundo más bajo rápidamente del carruaje no sin antes sentir una mano acariciar su retaguardia de manera obscena.

-te dije que no me tocaras! – se volteó enfurecida la chica a la vez que recuperaba el equilibrio tratando de ordenar su Kimono.

En fracción de segundos como si de una ráfaga de viento se tratara, Kenshin se abalanzó sobre el joven, clavando su espada a un costado de la cabeza del hombre posó su antebrazo contra la tráquea del sujeto cortando el oxigeno de este y con su otra mano apretó con fuerza el rostro del hombre contra el muro del coche dejando que el lado afilado de la sakabato cortara la mejilla del hombre. Kaoru se llevó las manos a la boca impresionada.

-La próxima vez que intentes algo con ella te atravesaré los ojos con mi espada…

-¡Kenshin! – Kaoru recuperó su voz y llamó al pelirrojo. En ese momento el espadachín retiró su sakabato del carruaje y bajándose envaino su espada para coger a Kaoru de los hombros y ayudarla a entrar a la casa, en ese momento Sanosuke salió para encontrarse con sus amigos pero fue ignorado por completo.

Megumi vio que Kenshin venía con Kaoru agarrada firmemente de él mientras trataba de caminar con una sola sandalia. Sanosuke entro unos minutos más tarde mientras se oía el sonido del carruaje alejarse.

Kenshin tenia los ojos de color ámbar y su mandíbula extremadamente apretada, el viento alrededor de ellos levantaba hojas y tierra de manera que hizo que todos excepto el espadachín se cubrieran los ojos por la fuerza de la brisa, Kaoru se percató de este fenómeno y recordó aquella vez en que encontró a Kenshin en el bosque de bamboo antes de que ocurriera el incidente de la venganza de Enishi. Sin dudarlo Kaoru se enderezo y suavemente cerro sus brazos alrededor del cuello del pelirrojo en una suave abrazo.

-Arigato Kenshin - le susurro al oído delicadamente con la esperanza de que battousai la escuchara y se calmara - ya estoy a salvo….

Los brazos del espadachín en ese momento la apretaron contra su cuerpo de una manera más firme y cerrando los ojos su respiración volvió a ser pausada y profunda dejando ir lentamente el cuerpo de Kaoru.

En ese momento todos guardaron silencio. Kaoru no podía siquiera articular una palabra por la sorpresa de que sus actos hubiesen funcionado. Notando la tensión que se había apoderado del lugar Megumi decidió improvisar una salida al momento de intensidad.

-Ne baka!, ¡no necesitaba que me cargaras así! ¡No soy un saco de papás!

-¡eres una arpía mal agradecida!- respondió de inmediato el luchador acercándose a la doctora – de todas maneras pesas como uno!

-ya basta…no creo que sea momento para discutir -ordeno Kaoru tiritando, sus dientes castañeando por el frio otoñal mezclado con el miedo.

En ese momento Kenshin pareció volver a estar con ellos y dejando a Kaoru en el engawa para que se sentara anunció que prepararía el agua para que ambas pudieran tomar una ducha caliente.

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Kaoru fue la primera en tomar un baño y cuando salió de este encontró una muda de ropa y un edredón para que se abrigara. Sospecho que Megumi había sido quien había preparado su ropa y se cambio lentamente. Cuando salió encontró a Megumi esperando su turno afuera, dirigiéndole una mirada la doctora entro al baño sin mediar una palabra.

-enseguida traigo algo para que puedas usar mientras se seca tu ropa…-informó Kaoru mientras se dirigía a su habitación para buscar un Kimono limpio para prestarle a Megumi.

Sanosuke estaba parado en medio del patio mirando por sobre los muros cuando vio que Kaoru le llevaba una ropa de muda a Megumi. En ese momento el luchador observo a Kaoru y le lanzo de improviso una pequeña bolsa de cuero. Kaoru la atajo y se sorprendió de lo pesada que se era.

-Kenshin hizo que ese hombre se orinara en sus pantalones…

-¿eh?...

-y yo hice que pagara por arruinar tu salida y la de esa arpía, creo que con esto será suficiente para que compres un nuevo par de sandalias y algún kimono.

-sano…no era necesario – dijo con seriedad la chica – no quiero dinero de ese tipo

Lanzando de regreso el dinero al luchador Kaoru siguió camino al baño para dejar la ropa a Megumi. Sanosuke suspiro y mirando la bolsa de dinero decidió guardarla por el momento.

Una vez que ambas mujeres estuvieron con ropas secas se dirigieron al comedor donde Kenshin terminaba de servir una sopa de miso y vegetales. Durante la cena su mirada en ningún momento abandono su plato y no emitió ningún tipo de comentario. Cuando estaban terminando de cenar la puerta del dojo se abrió y Kenshin sin decir nada se puso de pie para servir un plato más de sopa.

-TADAIMAAA…-Yahiko se dejo caer en la mesa a un lado de Sanosuke y dejando a un costado su Shinai e ignorando lo sucedido siguió hablando como si nada mientras recibía el plato que Kenshin le servía – Tae-san se excedió hoy! Ya no solo me hace mover sacos de arroz sino que ahora se le ocurrió incluir un harina extranjera para sus postres…siento que ya no tengo brazos – se quejo mientras comía.

Sanosuke y Kaoru siguieron la conversación con Yahiko tratando de amenizar el silencio proveniente del espadachín, cuando todos terminaron de comer Sanosuke anuncio que regresarían a la clínica, Kaoru ordenando a Yahiko que tomara un baño antes de irse a la cama, acompaño a Megumi y al luchador hasta la puerta del dojo entregándole la ropa húmeda para que se la llevara.

-Arigato Kaoru-chan -recibió Megumi las ropas, la instructora solo hizo una mueca de molestia ante el diminutivo pero guardo silencio inclinándose en agradecimiento.

-a ver si mañana nos damos una vuelta para devolverte tu ropa nena- le acaricio la cabeza Sanosuke adelantándose a la doctora.

-hai…

-recuerda lo que conversamos Kaoru…- le recordó Megumi con una mirada inquisitiva – si tu estas bien, Kenshin también lo estará…

Kaoru guardo silencio y despidiéndose de sus amigos, cerro la puerta del dojo y termino de encender las ultimas lámparas dándose una vuelta por el patio trasero. Durante el recorrido pudo constatar que Sanosuke y Kenshin habían elevado las matas de los calabacines y habían desmalezado las bases de las ramas y sacado todas las telas de araña que se habían acumulado durante su ausencia en el dojo.

Se detuvo un momento al contemplar los calabacines que estaban a punto de estar listos para la cosecha y luego observo las vigas reforzadas, no había sido necesario cambiarlas por completo, sino que reforzarlas y agregar un par de pilares extras para ayudar a levantarlas en su posición.

Suspirando la chica llevo las palmas de su mano sobre su corazón y trato de pensar en qué podía decirle al espadachín para que recuperara su buen carácter. Lo de hoy definitivamente fue un suceso inesperado para una jornada que estaba desarrollándose de manera tan amena. Preocupada por el silencio en el lugar Kaoru siguió daño la vuelta por el dojo para encontrarse que en el comedor la mesa ya había sido ordenada y los platos ya habían sido recogidos pero no lavados. Algo muy extraño viniendo del espadachín. En ese momento sintió unos pasos y siguiéndolos vio que tan solo se trataba de Yahiko, quien bruscamente se dio la vuelta para verla.

-Busu…qué sucede, ¿por qué me miras así?

-¿así cómo?

-como si fueras a llorar…

-¿eh?...¡estas imaginando cosas!- recuperando su compostura Kaoru se acerco al chico y le toco el cabello -Antes de que te duermas sécate bien ese pelo…no tenemos dinero para gastar en medicamentos este mes… - le dijo apresurándolo a su habitación y aunque el chico reclamo en voz baja, se dejó guiar por su instructora.

Cuando Kaoru se aseguró de que Yahiko estuviera en su pieza, decidió finalmente ir en busca de Kenshin. Se asomo tímidamente a la habitación del pelirrojo pero no estaba ahí, su corazón se acelero y rápidamente volvió a la cocina para ver que los platos aún seguían si lavar, ya más alerta se dirigió a revisar nuevamente las puertas del dojo que estaban cerradas como siempre a estas horas de la noche. De pronto una idea le vino a la mente y se dirigió al dojo tratando de calmar su respiración, se detuvo unos minutos afuera de la entrada del dojo donde las sandalias del espadachín estaban. Mirándolas inhalo profundamente un par de veces y dejando sus propias sandalias a un costados de las del pelirrojo abrió suavemente las puertas del dojo y entro.

Sentado en el medio del dojo estaba Kenshin meditando. Con los ojos cerrados y sus manos sobre sus muslos, Kaoru podía sentir la respiración pausada y concentración del espadachín, en ese momento se volvió consiente de su propio pulso y respiración e intentando calmarse antes de intentar de acercarse si al pelirrojo, decidió hacer un par de ejercicios de respiración.

Una vez que consiguió calmar su corazón lentamente se acerco al centro del dojo donde se encontraba el espadachín y sin decir nada se arrodillo detrás de el y cerrando los ojos comenzó a meditar mientras centraba su atención en los principios de las enseñanzas de su padre y la espada que protege.

¿Cómo proteger con un arma? Solía preguntarse cuando pequeña, pero a medida que fue creciendo comprendió que la fortaleza del que se atreve a alzar un arma no por ambición y por sus propios intereses sino que por la protección de aquellos más débiles hablaba de una nobleza superior, y atreverse a utilizar una espada que no mata era la muestra de valentía máxima. Era el testimonio de que la amabilidad y el amor siempre daban la oportunidad de sobrevivir incluso a las peores batallas y enemistades. Recordando a su padre Kaoru sintió por completo que volvía a ser una sola con el dojo que por tantos meses la tuvo solo a ella como único espíritu de lucha.

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Kenshin sintió la presencia de Kaoru entrar al dojo, al principio tuvo la intención de terminar con su meditación pero tras unos minutos de no sentir que la joven hiciera más que estar de pie a la entrada del dojo lo hizo cambiar de parecer.

Este era el dojo del estilo Kamiya Kasshin Ryu y él era un allegado, este lugar le pertenecía a Kaoru, él se había tomado la atribución de venir hasta acá y meditar bajo el lema del propio estilo del dojo. Mismo lema que él había encontrado por accidente después de atormentarse por todas las vidas sentía, había tomado en vano. Porque mientras fue un hitokiri, no solo mato a hombres claves sino que también a muchos otros que simplemente estaban en el camino en el momento equivocado…tal como el prometido de Tomoe y ella misma.

Sintió que la chica se arrodillo detrás de él y por un momento pensó que lo interrumpiría con preguntas pero grande fue su sorpresa al darse cuenta de que Kaoru se había unido a su meditación. Más tranquilo volvió a inhalar retomando su meditación. Bien sabia él que necesitaba calmar la ira que sentía en su interior y que amenazaba con apoderarse de él, había actuado de manera violenta, como solía suceder cuando había algo que lo molestaba más allá de sus límites. También sabía que se había controlado más de lo que realmente deseaba en ese momento pero aún así sentía que había arruinado la calma que había conseguido durante el último mes.

Durante mucho tiempo temió a su propio instinto violento, al battousai que vivía dentro de él, ahora por primera vez estaba dispuesto a aprender a vivir con él y sin embargo temía que a Kaoru no le gustara su lado oscuro. Era una paradoja, que la misma persona que le ayudaba a mantener al hitokiri contenido y que a la vez le dio un nuevo propósito y oportunidad para vivir, sea la misma persona que temía no fuera capaz de aceptarlo por lo que realmente era.

De pronto la tristeza lo invadió, no merecía a alguien como Kaoru, alguien tan increíblemente fuerte y amable. Sentía que era poco lo que el podía ofrecerle en comparación a lo que ella le daba a él. Incluso ahora, su dojo y su estilo lo estaban ayudando a calmarse y recuperar su centro. Necesitaba creer que el camino que había escogido hace casi 11 años atrás era el correcto y cuando conoció a Kaoru y su dojo, sintió que al fin había encontrado la respuesta a su pregunta.

Abrió los ojos y observando el lugar donde había encontrado el cadáver falso de Kaoru decidió enfrentarse a ella. Lentamente giro sobre sus rodillas y pudo ver el rostro concentrado y relajado de la mujer. Kaoru estaba con su Yukata de dormir, una chaqueta para el frio y un edredón sobre sus hombros para mantener el calor, su cabello suelto y ordenado brillaba a la luz de las lámparas. Sus delicadas y fuertes manos descansaban sobre sus rodillas. La contemplo por unos minutos al percatarse de que no se había dado cuenta de que la estaba mirando. Su mirada tomo la libertad para recorrer sus facciones, su rostro delgado y angular, su pequeña nariz, sus cejas rectas y labios de un grueso perfecto.

Se dio cuenta de que Kaoru era realmente bella, no necesitaba maquillaje, menos poner demasiado trabajo en elaborados peinados, ella era sencilla. Una belleza minimalista pero completamente desbordante ante su naturaleza. Kenshin en ese momento se sintió culpable, ojalá él nunca hubiese llamado su atención como hombre, y ojalá ella no se hubiese hecho un lugar en su propio corazón. Kaoru merecía tantas cosas mucho mejores que un ex espadachín mercenario y aún así, ya no podía alejarse de su lado. Definitivamente quería creer que finalmente había encontrado la respuesta a tantas preguntas.

En ese momento Kaoru abrió sus ojos y dio un pequeño salto de sorpresa al ver que Kenshin la miraba con atención. Rápidamente bajo la mirada y lo saludo con una pequeña inclinación. Kenshin la imito.

-Sessha lamenta mucho si su reacción de hoy día en la tarde la decepciono Kaoru-dono – el pelirrojo fue el primero en romper el silencio. Kaoru tomo sus manos sobre su falda retorciéndolas antes de dar una pequeña mirada al espadachín y responder.

-no tienes nada de qué disculparte Kenshin… -dijo suavemente

Kenshin la miro un poco incrédulo ante su respuesta, Kaoru sonrío al ver la cara del espadachín y acercándose un poco mas al pelirrojo tomo una de sus manos entre las de ella y sin atreverse a mirarlo a los ojos le dijo:

- por favor, deja de pensar que debes reprimir tus emociones porque no quieres asustarme…-levantando la mirada le sonrió y Kenshin sintió que su corazón se le paralizaba ante la paz que Kaoru le transmitió en ese momento – debe ser agotador fingir que no sientes dolor, o rencor, incluso rabia o frustración…te pido que por favor, sientas la libertad de expresar tus molestias en mi presencia, no tienes nada de qué preocuparte Kenshin, estas en casa y acá siempre estarás seguro…

Inesperadamente un nudo en la garganta impidió que pudiera responderle. Algo en sus palabras abrió una pequeña grieta en su interior y como si por primera vez experimentara el calor y la luz sintió que su cuerpo se adormecía y cedía. Sus hombros se relajaron y sintiendo una inexplicable emoción que le impedía hablar bajo su cabeza y la apoyo sobre sus manos. Que seguían firmes entre las de la joven.

-gomen…gomenasai -susurro en un hilo de voz el espadachín conteniendo la inexplicable tristeza que lo invadió.

-no sigas disculpándote Kenshin…

-ojala pudiera compensar todo lo que has hecho por mi Kaoru – insistió Kenshin dejando de lados los honoríficos.

Kaoru en ese momento sintió que su corazón latió fuerte en su pecho ante el gesto y sin saber que hacer para que el espadachín entendiera que no tenia que hacer nada por ella más que vivir en paz y ser feliz, ojalá a su lado, ojalá como su compañero de vida, pero si él decidía no serlo estaría bien con que se quedara y viviera tranquilo junto a ellos.

Delicadamente acaricio la cabeza del pelirrojo y de manera sutil acarició su mejilla para hacer que lentamente se enderezara y la mirara de frente. Kenshin se dejo guiar por la chica y sostuvo la mirada que ella le daba.

-¿recuerdas la primera vez que te pedí que te quedaras?

-hai…

-esa vez te dije que no me importaba cual era tu pasado, que no estaba pidiendo que se quedara battousai sino el vagabundo…

-hai…- Kenshin la miro con nostalgia recordando ese momento, fue algo muy especial lo que lo hizo optar por quedarse y por mucho tiempo no supo por qué había aceptado, hoy puede reconocer que fue por ella.

-hoy me gustaría reformular esa petición Kenshin- al ver el rostro de preocupación del pelirrojo se apresuro a continuar – Kenshin, quédate con nosotros, no me importa tu pasado y no me importa que hayas sido battousai el destajador, quiero que tu, Kenshin Himura, battousai y vagabundo se quede aquí y vivas en la nueva era que ayudaste a construir…quédate y sé feliz…

Le dijo dejando caer una lagrima la chica emocionada, al fin había conseguido una forma cuidadosa de expresar su amor por él sin poner en riesgo su amistad. Se sentía liberada, al fin había podido sacarse del pecho lo que había descubierto durante su estadía en la isla. Amaba a Kenshin a pesar de todo, y lo aceptaba tal y como era, no quería cambiarlo, quería apoyarlo y ayudarlo a cumplir su deseo de no matar, pero lo aceptaba como un ser humano imperfecto y eso le dio finalmente la paz suficiente como para aferrarse a su vida con él, como fuera, no lo dejaría solo.

Kenshin no se dio cuenta en qué momento sus lagrimas habían empezado a caer, silenciosas y sin su permiso, nunca se había sentido así antes. Primera vez que alguien le hablaba así, primera vez que alguien lo reconocía tal y como era y le ofrecía abiertamente ser parte de una vida, primera vez que alguien le ofrecía la felicidad.

En ese momento Kaoru tomo su rostro entre sus manos y secando sus lagrimas le ayudo a ponerse de pie.

-creo que ya es hora de dormir Kenshin…- dijo extendiéndole su mano - mañana nos espera un largo día, si quiere me puedes acompañar a captar nuevos alumnos.

-ha-hai Kaoru dono -sonrió el espadachín secando las intrusivas lagrimas con sus mangas mientras aceptaba la mano frente a el y la seguía de cerca caminando en dirección a sus habitaciones.

-Megumi perdió las medicinas de hoy cuando caímos al agua, así que esta noche será una de esas noches – le dijo en voz baja la chica cuando llegaron a las afueras de la habitación de Kaoru. Kenshin en ese momento le sonrió y sin poder evitarlo la atrajo contra su cuerpo en un cálido abrazo.

-No creo que hoy las necesite, Kaoru-dono -dijo apoyando su rostro contra su cabello respirando profundamente su aroma. La joven se sonrojo por completo y sintió el impulso de tirar del gi del espadachín y obligarlo a que nunca más la soltara, pero no pudo moverse y simplemente suspiro feliz mientras disfrutaba del abrazo -buenas noches Kaoru-dono

-Buenas noches Kenshin – sonrió Kaoru una vez que se separaron, el espadachín le dedico una ultima mirada antes de entrar en su propia habitación y Kaoru completamente ensorbecida en lo sucedido entro a su habitación sintiendo que estaba en un sueño del que esperaba nunca despertar.