Antes que todo quisiera agradecer sus comentarios, son muy amables y aprecio mucho sus opiniones. Espero disfruten esta historia que no sé muy bien hasta dónde nos llevará.
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Disclaimer: Ninguno de los personajes me pertenece. La historia está ubicada después del último episodio del anime / post Jinchu y antes de que Sano y Megumi partan de Tokyo. Una historia centrada en cómo Kenshin logra finalmente vivir en el presente.
Cap 5: El juego
El entrenamiento estaba duro, o eso parecía ya que desde fuera del dojo, se oían los golpes y gritos rompiendo el silencio habitual del lugar. Megumi y Sanosuke habían decidido quedarse para acompañar a sus amigos por lo que Megumi se unió en la cocina a Kenshin quien terminaba de cocinar mientras la médico comenzaba a dar forma a las bolas de arroz dulces que quería dejar listas para la cena y así poder además reservarle unas cuantas a Ayáme y Susume.
Aprovechando el silencio, Kenshin se dedico a pensar como abordaría la aparición de este extraño hombre que al parecer quería problemas con él y Kaoru. Sabia que su reacción del día anterior podía traer consecuencias pero no pensaba que serían del tipo legal ni menos que involucraría una especie de manipulación corrupta de influencias.
Dejando el wok con el salteado de verduras y tofu que había preparado para acompañar los fideos de trigo que reposaban a un costado, soltó la cinta con la que sujetaba su gi y en un movimiento rutinario de estiramiento evaluó como estaba la recuperación de sus músculos y heridas. Notando un poco de dolor en sus costados y en parte de su hombro que había sido desgarrado y dislocado por Enishi, se preocupó por la pérdida de masa muscular que podía sufrir si no retomaba pronto su rutina de entrenamiento que ya había abandonado cuando llego a vivir al dojo Kamiya.
Megumi se percato de los movimientos del ensimismado espadachín y analizando su movimientos comprendió qué era lo que estaba perturbando al pelirrojo.
-antes de poder retomar cualquier tipo de rutina de fuerza o resistencia, te aconsejo que comiences con elongaciones antes de empezar el día y antes de dormir – le aconsejo la doctora dejando de lado la bola que tenia sus manos en ese momento -Si lo que quieres es mantener tu masa muscular, con una rutina de planchas diarias creo que será suficiente por el momento…creo que Kaoru podría ser la persona indicada para ayudarte con eso…
-eh?- Kenshin se había olvidado de la presencia de Megumi pero rápidamente se recompuso- gracias por el consejo Megumi dono, pero no quiero molestar a Kaoru dono con mis cosas…tiene mucho trabajo que hacer aún…
-pfff por qué tienes que ser tan cabezota – se quejo dándole la espalda a Kenshin que la miro desconcertado.
La doctora ignorando por completo al espadachín terminó de envolver la última bola en Nigiri cuando Sanosuke interrumpió el silencio de ambos.
-¿quien va a rescatar al mocoso?, Kaoru le esta dando una verdadera paliza
-yo iré – dijo la doctora con tono molesto saliendo rápidamente de la cocina, empujando un poco con su cuerpo a Sanosuke.
-¿y a esta qué bicho le pico? – pregunto Sanosuke siguiendo con la mirada a la doctora
-no lo sé…parece que fue algo que sessha dijo – se rasco la cabeza el espadachín.
-estas mujeres…siempre tan impredecibles…
- ¿tu realmente crees que son impredecibles? – pregunto un poco más serio el espadachín acomodando los platos para servir la comida.
-¿eh? -Sanosuke se acerco curioso a un lado del espadachín y con una sonrisa pícara se acerco aún más a Kenshin para susurrar en voz baja - ¿escuche mal o estas intentando hablar de mujeres conmigo?-le pregunto el luchador dándole un codazo en las costillas al pelirrojo.
Kenshin solo agacho la cabeza y comenzó a servir la comida.
-tal vez hoy me deberías acompañar a la casa de apuestas y así podríamos conversar con más tranquilidad- le propuso Sanosuke dándole un golpe en la espalda. Kenshin lo miro evaluando la propuesta por unos momentos antes de que Yahiko irrumpiera con sus quejidos y gritos.
-¡esta marimacho se esta pasando de la raya!, no sé qué demonios le sucede, pero no esta conteniendo su fuerza cuando me ataca, así nunca conseguirá un marido… -se quejo el chico sentándose mientras apretaba un paño con agua y hielo sobre un chichón en su cabeza.
-¡te oí mocoso arrogante!- en ese momento entró Kaoru completamente sudada, su cabello pegado a su rostro y su pecho húmedo seguida de Megumi que cruzada de brazos guardo silencio.
-¿por qué estas tan amargada fea?...dijiste que íbamos a retomar los entrenamientos con calma y lo único que has hecho es llevarte a tu propio límite tonta…no creas que no me doy cuenta…
-¡ya basta Yahiko!, no cuestiones mis decisiones
-pues búscate más alumnos así no tienes que maltratarme solo a mi con tu mal humor y tu cara fea…
-suficiente Yahiko – le interrumpió Kenshin apretando suavemente el hombro del niño mientras veía cómo Kaoru trataba de disimular que los insultos no le dolían- respeta a tu instructora, si quieres que se te respete como hombre comienza a moderar tu lenguaje con las damas.
-ouch! -se burlo Sanosuke terminando de poner los platos en la mesa.
Kaoru miro con grata sorpresa a Kenshin quien evadió su mirada enfocándola en cambio en su pupilo, el que ahora se había sonrojado profundamente. Agradecida de la intervención de Kenshin en su favor, la instructora tomo asiento seguida de Megumi quien intencionalmente decidió sentarse frente a Sanosuke para que Kenshin se sentara junto a la kendoka.
Kenshin tomo asiento a un costado de Kaoru y analizando la reacción de Yahiko, se percato de que al parecer sus palabras habían avergonzado profundamente al muchacho sintiendo un poco de culpa. Sin embargo antes de que pudiera decir algo Kaoru intervino.
- Yahiko si quieres ser heredero del estilo Kamiya Kasshin debes estar a la altura de sus exigencias, yo partí a tu misma edad a entrenar y aún no me siento lo suficientemente preparada, uno nunca deja de aprender…no olvides eso.
Yahiko asintió tomando tímidamente su comida, Sanosuke y Megumi lo imitaron y aprovechando el momento de distracción, Kaoru se volteo para sonreír a Kenshin y darle las gracias en silencio haciendo que el espadachín obligadamente prestara atención a la boca de la chica para poder leer sus labios que gesticularon un tímido "gracias". Kenshin sonrió y cómplice de la sonrisa de la joven, le devolvió el gesto ya más tranquilo.
Después del almuerzo Yahiko se encerró en si mismo y con cierta molestia se dedico a ordenar y hacer aseo en el dojo. Los demás notando la pequeña pataleta del niño lo dejaron ser y decidieron tomar el té. Cuando estaban por terminar Megumi se puso de pie y sacándose inesperadamente su bata lila de doctora y quedando solo en Kimono dijo.
-Muy bien Kaoru ve a cambiarte, saldremos a buscar más pupilos para tu dojo- dijo con malicia la mujer mirando con intensidad en dirección a Kenshin.
-pero Megumi, ¿ya es un poco tarde para eso, no crees?- le dijo confundida la chica
- no, nunca es tarde para atraer a un grupo de muchachos para que entrenen con la joven promesa del Kendo – sonrió la doctora estirando su kimono lila.
Kaoru la miro pensativa pero entendiendo que esto se trataba de una especie de idea alocada que la doctora al parecer estaba segura de que funcionaria y confiando en su experiencia se puso de pie y asintiendo salió rápidamente en dirección al baño.
-¿qué estas pensando hacer mujer? - Le pregunto desconfiado Sanosuke ante el silencio del espadachín.
-nada, solo quiero ayudar a mi amiga a dejar de estar encerrada con hombres que no le dan lo que necesita…- dijo dándoles la espalda y meciendo su pelo en signo de desprecio. Kenshin sintió un poco de molestia ante sus palabras.
-Megumi-dono…si esto tiene que ver con lo que conversamos-
-esto ya no tiene que ver contigo Kenshin…- le corto sin mirarlo la doctora- tu mismo lo dijiste, Kaoru tiene mucho trabajo por hacer, y yo, he decidido ayudarla.
Sanosuke observó como Kenshin cambiaba su postura relajada a una de alerta, era evidente que había algo de lo que la doctora estaba haciendo que molestaba profundamente al espadachín.
Siguieron bebiendo el té y tras unos minutos Kaoru apareció con su Kimono blanco con flores de cerezos en sus mangas y en la parte inferior de sus piernas, su obi azul rey hacia un contraste que resaltaba con su color de ojos y cabello marcando aún más sus curvas. Kaoru se puso rápidamente sus sandalias y con su bokken dentro de un saco de color rosa pálido en sus manos anuncio que estaba lista para salir.
Kenshin sintió su corazón latir fuerte cuando la vio, delgada y bella ataviada en uno de los primeros kimonos que la vio usar cuando lo intentaron llevar preso antes de que pudiera encontrar el lugar de reunión de los hermanos Hiruma. Kaoru nuevamente se veía activa y vibrante, definitivamente esta mujer amaba su dojo. Sonriendo a Megumi la chica se acerco a ella y animándola a caminar se dirigieron a la salida.
-Nos vemos más tarde Kenshin!- se despidió la chica sonriendo y Megumi rápidamente la arrastro afuera del dojo sin esperar que él respondiera, el espadachín apretó sus puños con fuerza.
-¿y qué me dices ahora?, vamos por unos sakes y esas apuestas, necesito ganar algo de dinero y tu eres mi amuleto de la buena suerte – Kenshin ni siquiera lo miró, pero asintiendo tomo su sakabatou que estaba en el engawa y acomodándola en el cinto de su hakama se adelanto en modo piloto automático hacia la salida del dojo. Sanosuke soltó una risa burlesca y lo siguió.
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Cuando Yahiko termino de fregar el piso del dojo, ya se sentía mejor, Kenshin lo había humillado demasiado en un solo día, algo estaba sucediendo con el espadachín que no entendía muy bien, pero sabia que ahora lo estaba comenzando a tratar cada vez más como un niño y eso no le gustaba. Frustrado tiro el paño en el balde y salió a tomar aire. En eso se percato de que no había nadie en el lugar.
-maravilloso, ahora salieron y se fueron a divertir sin mi – se quejo pateando una piedra y devolviéndose al dojo para terminar de una buena vez con sus tareas.
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Kaoru y Megumi recorrieron el centro de la ciudad comentando sobre las ultimas novedades que circulaban en los puestos de los mercaderes, encontraron un puesto que vendía espejos de mano estilo europeos con diseños que se veían elegantes y finos. Conversaron con un par de vendedores de telas y ya cuando se acercaban al dojo Maekawa, Megumi se detuvo y le dijo a Kaoru cual era su plan.
-escúchame bien Kaoru, yo se que tu ya tienes una reputación como instructora de kendo y tienes muchos apodos que creo no son una exageración. Sin embargo hay un arma que estas olvidando usar para captar la atención de posibles discípulos…
-te escucho Megumi -asintió concentrada Kaoru.
-tu belleza…- dijo Megumi mirando a un costado con cierta vergüenza al reconocer la belleza de la que por un tiempo vio como su enemiga en el campo del amor - eres una mujer con buenas habilidades en las artes marciales pero estos chicos del dojo Maekawa no solo aprenden cuando tu vienes sino que además disfrutan verte…es por eso que de vez en cuando debes recordarles que detrás de tu traje de entrenamiento existe además una mujer bella y fuerte ojojjojojojojoj – explico con una risa picarona la joven.
Kaoru se sonrojo hasta la punta de su cabello, pero entendió perfectamente lo que Megumi quería decir, las cuentas negativas en el dojo apuntaban a que debía encontrar rápidamente nuevos discípulos y recuperar sus horas en el dojo Maekawa lo antes posible. Asintiendo con solemnidad, agarro fuertemente su bokken y golpeo las puertas del dojo.
Ambas mujeres esperaron en silencio, la puerta se abrió lentamente para dejar ver a uno a de los discípulos más antiguo del dojo.
-¡Señorita Kaoru! – el joven hizo una profunda reverencia y haciéndose a un costado le hizo un gesto a las chicas para que pasaran.
-¿como has estado Taiki-san?- sonrió Kaoru oyendo como pasos acelerados provenientes del dojo se acercaban donde estaban ellos.
Un grupo de aproximadamente diez jóvenes discípulos del dojo aparecieron sonrientes al ver a la joven y sin disimular su entusiasmo la rodearon felices bombardeándola de preguntas.
"¿volverá a entrenarnos?" "¿como va su recuperación?" "¿cómo esta el dojo Kamiya?" "¿el señor Himura volvió para quedarse?" "¿cómo van las reparaciones de su dojo?" Kaoru retrocedió un paso sobrecogida por tanto interés enfocado en ella pero Megumi no la dejo retroceder ni un paso más y en cambio la empujo hacia delante.
-tranquilos chicos jajaja me dejaron algo mareada -rio Kaoru sonrojándose
- disculpe nuestra imprudencia -sonrió el joven que las recibió – es solo que estamos felices de volverla a ver después de todo lo que pasó…-su tono se volvió triste
-¿eh? -Kaoru vio como la mayoría de los jóvenes bajaron la mirada preocupados
-pero eso ya paso, ¿no Kaoru? -interrumpió Megumi
-ha-hai! Vengo porque me gustaría retomar mis horas de clases acá, ¿creen que Maekawa-san pueda recibirme?
-Maekawa-san ya no está a cargo del dojo -respondió Taiki con cierto pesar -después del ataque que sufrimos, nuestro Sensei quedó con una lesión en el hombro que le impide usar su brazo para pelear o darnos clases.
Kaoru sintió que su corazón se apretaba en su pecho, angustiada busco con la mirada al amigo de su padre sintiéndose culpable del daño causado.
-tal vez no sea buena idea volver a dar clases acá- dijo apenada – Gomenasai…
-por favor no diga eso – se apresuro Taiki en intervenir – nuestro Sensei decidió pasar una temporada en las termas de Okushiobara Onsenkyō, dice que ayudan con el dolor de su hombro, por lo que me pidió asistirlo mientras estuviese ausente. Sin embargo me pidió que si usted decidía volver le entregara esto.
Taiki desapareció dentro del dojo unos momentos dejando a ambas mujeres esperando expectantes en el centro del jardín. Tras unos momentos de espera y miradas cómplices de los otros alumnos, el joven reapareció con lo que parecía una bokken envuelta en una tela de terciopelo negro.
- Maekawa-san me pidió que le entregara esto si usted decidía volver a ayudarnos con las clases, por favor…- inclinándose Taiki extendió la Bokken hacia la joven.
Kaoru curiosa le entrego su propia Bokken a Megumi para recibir la que le estaban ofreciendo, le sorprendió que fuera un poco más pesada y larga que la propia, lentamente desenvolvió la tela que la envolvía y cuando la tuvo entre sus manos se sorprendió de ver una hermosa bokken de madera de roble pulido con un mango tallado delicadamente con flores de cerezo. Girándola entre sus manos vio que del otro lado del mango llevaba tallado su apellido Kamiya.
Inesperadamente sus ojos se llenaron de lágrimas y recordó a quien le pertenecía esta espada, era de su padre, era un obsequio que su madre había enviado a hacer a unos artesanos para el ultimo cumpleaños de su padre que celebraron todos juntos.
-arigatou…-dijo casi sin aliento la kendoka.
- Maekawa-san me dijo que esa fue la espada con la que su padre le gano la ultima vez que entrenaron juntos, pero que esa historia se la contaría cuando volviera de las termas. – dijo Taiki sonriendo.
-hai! -sonrió feliz Kaoru – entonces esto quiere decir que puedo retomar las clases en este dojo.
-hai Kaoru-san, todos estamos felices de que nuestro sensei decidiera mantener su asistencia, después de todo, usted tiene más energía y fuerza que nuestro viejo sensei -dijo riendo junto con el resto de los alumnos. Kaoru suspiró aliviada e inclinándose agradeció las palabras del chico.
-bien entonces nos vemos en dos días más – dijo con más energía esta vez
-¡la princesa del Kendo ha regresado! -rieron los jóvenes sacando una sonrisa de satisfacción en Megumi y un sonrojo fulminante en Kaoru.
-¡no se confíen! Que nuestros entrenamientos serán fuertes, debemos recuperar el tiempo perdido
-HAI -le respondieron todos.
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-Seis -un impávido Kenshin indico a Sanosuke que ahora reía como maniaco al haber ganado su tercer juego.
-¡sabia que debíamos venir hoy! -rio el joven recogiendo el dinero ganado, Kenshin lo miro con cierto desgano pero suspiro rindiéndose a la voluntad de su amigo.
-hai, hai – suspiro acomodándose en su lugar
-ya basta de esa cara amargada, qué es lo que de verdad te esta molestando Kenshin – se quejo en luchador guardando el dinero en su chaqueta y sirviéndole un poco de sake al espadachín.
- no me gusta que un sujeto como ese extranjero esté merodeando el dojo – respondió el pelirrojo bebiendo un poco de sake.
-a mi tampoco me gusta, pero si me preguntas a mi, me siento un poco aliviado de saber que Saito esta de nuestro lado…
- yo también -reconoció el espadachín – aún así, no me gusta que su atención se haya fijado en Kaoru-dono – esta vez su mandíbula se apretó al reconocer lo que realmente le preocupaba.
-che..- Sanosuke sonrió con picardía y dejando la botella a un lado se acerco a Kenshin para decirle al oído – ya era hora de que demostraras emociones de hombre…
Kenshin le miro feo y Sanosuke sintió un escalofrió recorrer todo su cuerpo, inmediatamente se alejo del espadachín en caso de cualquier movimiento inesperado y alzando las manos en señal de paz continuo – a lo que voy es que me alegro de que estés sintiendo celos, es bueno que te permitas sentir Kenshin…no es el fin del mundo si lo haces…
-me gustaría no sentir nada - dijo amargado el espadachín bebiendo con una energía más sombría – así Kaoru-dono estaría protegida…
-¡IE!- Sanosuke le dio un golpe en la cabeza al espadachín que lo hizo perder el equilibrio y voltear el sake sobre su ropa
-¡oro!
-no digas ni una estupidez más, tienes derecho a sentir amigo mío…estoy seguro que la nena tiene la fortaleza para estar junto a ti pase lo que pase…
Kenshin bajo la mirada avergonzado, no pensaba que su interés por la dueña del dojo Kamiya fuera tan evidente, pero al parecer el único que se creía sus mentiras era él, ya había notado que Megumi había descubierto sus propios sentimientos y ahora Sanosuke también lo sabia, estaba completamente jodido.
-no te mortifiques tanto battousai – se burlo el luchador- si tanta vergüenza tienes quédate a dormir otra vez en el cuarto de la nena, yo te descubro y así te obligo a casarte con ella…
-¿oro? ¿Esa tradición aún existe? -pregunto desconcertado el espadachín
-sabia que no ibas a cuestionar mi estrategia -rio Sanosuke brindando al aire, el pelirrojo se sonrojo furiosamente.
-¡no se trata de eso!
-no es mi intención decirte que hacer con la nena, pero si me preguntas a mi, yo ya estaría cortejándola abiertamente, tu sabes que tiene muchos admiradores, además tu y yo sabemos que no es una niña…-dijo el hombre alzando las cejas y mirando seriamente al espadachín, Kenshin tomo inconscientemente su sakabatou y Sanosuke volvió a reír.
-Tranquilo, la nena es como una hermana para mi, pero no soy ciego, es una mujer muy bella, si no raccionas estoy seguro que pronto estarás llorando por los rincones de ese dojo.
-No me hables como si supieras qué hacer - se quejo Kenshin volviendo a acomodar su espada a su lado
-bueno…tampoco trates de fingir que sabes que hacer con ella
Kenshin lanzo una mirada fulminante a Sanosuke que le devolvió una mirada desafiante, apostaron y bebieron sake en silencio por unas horas más hasta que Kenshin se percató de que el sol había comenzado a ocultarse. Pagando por el sake y arrastrando a Sanosuke para que dejara de aceptar desafíos y apuestas, dejaron el lugar y decidieron ir en busca de Kaoru y Megumi.
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Después de su visita al Dojo Maekawa Kaoru paso a dos casonas de descendientes de samuráis a ofrecer sus servicios como instructora privada y sorprendentemente le fue bien.
No entendió muy bien cómo lo había conseguido pero si sabia que la madre de la primera casona que visito estaba desesperada por que sus dos hijos menores liberaran algo de energía lejos de su casa incluso aceptando que ambos chicos asistieran a clases en su propio Dojo. Mientras que en la segunda casa, fue evidente que su figura femenina fue lo que convenció al hijo mayor de la casa y al hermano del jefe de hogar. Aunque en esta segunda casa la miraron como una especie de entretención Kaoru necesitaba el dinero y no le importaba si de momento sus alumnos no se tomaban en serio el entrenamiento. Ya les demostraría lo equivocados que estaban.
De regreso al dojo Megumi insistió que pasaran a ver a Tae para celebrar con un poco de Sake y algunos pasteles. Kaoru vio que comenzaba anochecer y aunque incomoda acepto la oferta de Megumi. Después de todo antes de conocerlos a todos solía salir sola todo el tiempo.
-¡bienvenidas!- las recibieron en el Akabekko con entusiasmo. Tae al identificarlas de inmediato les aparto una mesa y se unió a ellas.
-Kaoru- chan, Megumi -san, que gusto verlas por acá – sonrió la mujer.
-Hola Tae-san, hemos venido porque queremos celebrar – sonrió la doctora con malicia
-y qué celebramos – pregunto la mujer bajando la voz y sonriendo con picardía
-que hoy encontré cuatro alumnos nuevos para mi dojo- sonrió Kaoru orgullosa
-excelente noticia! -aplaudió la mujer – qué les puedo ofrecer entonces
-mhhh – Megumi llevo un dedo a su boca pensativa - algún brebaje que se pueda mezclar con sabores dulces!
-¡a la orden!, creo que tengo algo perfecto para ustedes.
Después de unos minutos de espera, Tae llego con unos vasos de cristal con un liquido color ámbar y con kuchen de manzana.
-otra de nuestras variedades de occidente -guiño la mujer – uno del mejor Whisky de los Ingleses y una receta casera Alemana de nuestra nueva cocinera.
-muchas gracias Tae san -sonrió Kaoru tomando el vaso entre sus manos, Tae también había servido un vaso para ella y alzándolo por sobre sus cabezas ofreció un brindis.
-¡salud por este nuevo comienzo! -sonrió la mujer con sinceridad, Kaoru la imitó de vuelta y levantando su vaso para chocarlo con el de ambas mujeres que bebieron del Whiskey con grata sorpresa.
En la tercera copa Megumi y Kaoru reían de todo lo que Tae les contaba, se habían devorado la mitad del Kuchen de manzana y habían comenzado a llamar la atención de los demás comensales. Sin darse cuenta dos hombres japoneses vestidos al estilo occidental se habían integrado a su mesa y contando las rarezas que había descubierto en el mundo del occidente entretuvieron a las mujeres por unos momentos.
Kaoru se percato que el sol se acababa de ocultar y tirando de la manga del Kimono de Megumi, le susurro al oído que debían irse a casa. Megumi la miro con un poco de molestia pero sin discutir asintió. Antes de que pudiera disculparse con sus nuevos camaradas de conversación una voz ronca las interrumpió.
-veo que mi dinero esta siendo invertido de una manera bastante ingrata -Kaoru sintió su sangre hervir al reconocer la voz del hombre, y poniéndose bruscamente de pie lo encaró no sin antes perder un poco el equilibrio a causa del alcohol.
- no es tu dinero -le espetó ella, sintiendo como por segunda vez el hombre la miraba de pies a cabeza de manera descarada. Megumi se puso de pie detrás de ella con mucha menos gracia de lo que esperaba.
- hare como que no escuche eso- le dijo despectivamente el hombre mirándola a ambas -solo les diré que si son así de descuidadas siempre, inevitablemente algo malo les pueda suceder… – dijo el extranjero acomodando su pañuelo en el bolsillo de su traje de manera despreocupada.
-¿disculpa? – le espeto Megumi - ¿nos estas amenazando?
-ja ja ja ja, no me hagas reír – le respondió el hombre mirando a los otros hombres que se habían sumado a la mesa de las jóvenes con desdén – soy Adam Kraffnovikoff, no necesito amenazarlas para hacer lo que quiera con ustedes-
Antes de que pudiera terminar de hablar Kaoru golpeo el rostro del hombre con su puño de manera que este perdió el equilibrio haciéndolo retroceder un par de pasos. Tae en ese momento llego al lugar alertada por Tsubame.
Todo el Akabekko quedo en silencio y por unos segundos nadie se movio, Megumi se cubrió la boca para disimular la sonrisa que se asomaba por la comisura de sus labios. Adam por su parte comenzó a enrojecerse de la vergüenza y al escuchar las risas de los comensales, dio una fuerte bofetada a Kaoru, lo que hizo que el silencio volviera al lugar, sin esperar que nadie reaccionara tomo del brazo bruscamente a la chica y la arrastro hacia fuera del local, con Megumi corriendo detrás de ellos.
Cuando Adam saco a Kaoru a la calle la empujo contra el muro del local y respirando fuertemente la volvió a empujar repetidas veces contra la pared.
-¡quien te crees que eres para golpearme puta! – la mejilla que Kenshin había cortado ahora volvía a sangrar por la fuerza del golpe de puño que le había dado Kaoru.
Kaoru no aparto en ningún momento su mirada del hombre, desafiante mantuvo su mentón en el aire, aunque su peinado ahora estaba desprolijo y su kimono desarreglado no se permitió demostrar temor ni menos debilidad pese a los golpes que su espalda recibió contra la pared.
-ni aunque fuera una puta aceptaría tu dinero ni dejaría que me tocaras con esas asquerosas manos – le encaro la chica bloqueando sus manos que intentaban volver a agarrarla del kimono y empujándolo lo hizo retroceder mientras adoptaba una postura de combate de jiu jitsu. Megumi avanzo un paso preocupada.
-no me desafíes salvaje – murmuro con rabia contenida el hombre
-lo mismo digo – respondió Kaoru
- te daré una lección mujer incivilizada…
Antes de que el extranjero pudiera dar un paso más un movimiento brusco hizo que desapareciera de enfrente de la joven Kendoka. Megumi aprovecho el momento para correr a su lado y ambas mujeres vieron con sorpresa que Sanosuke soltaba al hombre después de aplicarle una de sus llaves que lo había dejado inconsciente.
De pronto un aura oscura se sintió en el lugar, el viento comenzó a soplar fuerte y Kaoru inmediatamente miro a su costado izquierdo para ver a Kenshin con la mirada completamente oscurecida y un brillo ámbar en sus ojos, sus manos apretando con mucha fuerza la vaina de su espada. Kaoru sintió un escalofrió recorrer su espina dorsal al ver esa mirada asesina en el rostro del espadachín y sin pensarlo mucho se acerco al él para intentar calmarlo. Sin embargo cuando se acerco, él cuidadosamente la hizo a un lado y sin decirle nada se acerco lentamente al extranjero que ahora comenzaba a despertar.
Sin inmutarse el espadachín puso un pie en el pecho de Adam obligándolo a recostarse contra el piso nuevamente y agachándose aun con su pie sobre su pecho y cargándose sobre él con todo su peso, tomo de la camisa al hombre y sin mediar palabra comenzó a golpearlo en el rostro con su puño con una fuerza insospechada para un cuerpo de apariencia tan frágil y femenina.
Kaoru intento detenerlo pero Sanosuke la detuvo, Megumi observo desconcertada sin saber que hacer, en ese momento la voz del extranjero les llamo la atención.
-por- por fav-or detente…det-detent-e
- solo me detendré cuando tu dejes a Kaoru-dono en paz- Dijo el espadachín dándole un golpe aún más fuerte
-¡lo hare!, te juro que lo hare – comenzó a llorar el hombre aterrorizado, Kenshin le dio un último golpe justo cuando el pito de la policía comenzaba a sonar
- vayan a casa- ordeno Sanosuke a Kaoru y Megumi que preocupadas miraban la escena
-pe- pero- Kaoru intento acercarse a Kenshin
- Nada de peros- la interrumpió el luchador – Megumi llévatela a casa, espérennos ahí
-hai…
Megumi arrastro a Kaoru y la obligo a caminar en dirección al dojo, Kaoru se sintió estúpida, nunca debió haber desafiado a ese hombre, deberían haberse ido y ya. Preocupada por Kenshin empezó a tiritar, Megumi le tomo la mano y la hizo apurarse aún más.
-no te preocupes, estoy segura de que Saito estaba entre los oficiales
-hai…
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Saito llego tarde nuevamente, otra vez se había perdido la oportunidad de ver al nuevo battousai en acción. Saito sabia que Himura había comenzado a hacer las pases con su pasado y eso estaba ayudando a que pudiera manejar a su voluntad al battousai que llevaba dentro, sin embargo se estaba perdiendo el espectáculo que tanto quería ver.
Cuando los policías llegaron, se encontraron con una escena bastante elocuente, Himura con un pie sobre el pecho de un semi inconsciente Adam Kraffnovikoff, su puño derecho ensangrentado y manchas de sangre en su cara, sangre que evidentemente no le pertenecía.
En el momento en que llego la policía, Himura intercambio su mirada con Saito y de tras un pequeño entendimiento se hecho hacia atrás trastabillando y chocando contra Sanosuke que lo atajo.
- que no vuelva a burlarse de los samuaiiiiiiiiissss -fingió estar ebrio mientras se apoyaba en sus rodillas. Sanosuke rápidamente siguió el juego.
-estos extranjeros Hip, creen que pueden venir Hip a nuestro paissss Hip e insultar a nuestros HIP HEORES
-heroes ajjajaja…noo solo hombres de honor – dijo mareado el pelirrojo apoyándose en su amigo
-¿una escaramuza entre borrachos? – concluyó cruzándose de brazos aburrido Saito
-¿no te molesta que insulte a los samuraiiiiiissss? – preguntó el pelirrojo actuando como tonto, Saito sintió ganas de patearlo en el suelo. En cambio ordeno que levantaran al hombre del suelo.
-escolten al señor Adam Kraffnovikoff a su casa- no lo dejen ir solo por si se encuentra con algún ex samurái enojado en el camino -bromeo el policía ante un par de subordinados desconcertados.
-hai – los dos policías que lo acompañaban levantaron al extranjero que en esos momentos era incapaz de articular una palabra.
-y ustedes dos, deberán pagar una multa por el daño hecho, esta si que no se la sacaran…-dijo de mala gana el policía encendiendo un cigarro.
-no hay problema…conseguiremos el dinero – le respondió Sanosuke simulando que ayudaba a caminar a un ebrio Kenshin.
-y Himura, si es que a la próxima provocación lo terminas matando, que es lo que creo que harás, yo te pagare a ti…
Kenshin omitió las palabras del policía y fingiendo que no podía entender nada, se dejo guiar por Sanosuke hasta que el pueblo quedo atrás y ya nadie los veía.
-debo decir que tienes una buena derecha amiguito… -rio Sanosuke mientras Kenshin sacudía su puño al sentir ahora el dolor de los golpes.
-por favor no bromees con esto delante de Kaoru, creo que estará enojada cuando lleguemos…
-tranquilo Himura…estarás bien jajajaja
-eso espero Sano…eso espero…
