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Disclaimer: Ninguno de los personajes me pertenece. La historia está ubicada después del último episodio del anime / post Jinchu y antes de que Sano y Megumi partan de Tokyo. Una historia centrada en cómo Kenshin logra finalmente vivir en el presente.

Cap 7: Hombre

Kaoru estuvo unos minutos paralizada en medio del patio recreando en su mente la escena recién ocurrida. Aún sentía la respiración cálida de Kenshin sobre su hombro así como unas extrañas cosquillas recorrer su abdomen de manera ascendente, sus mejillas acaloradas comenzaron a recordarle que debía tratar la hinchazón provocada por la bofetada de Adam si no quería asustar a sus nuevos alumnos el día de mañana.

Saliendo de su transe se apresuró a buscar una cantimplora de bambú a la vez que ponía a hervir un poco de agua. Rápidamente saco de uno de sus contenedores de piedra un poco de hielo que había comprado al inicio de la semana y lo puso dentro de la caña de bambú para luego cerrarla con cuidado. Una vez hervida el agua vertió un poco en un recipiente de madera y repitiendo el secreto que su padre le enseño para tratar los esguinces y golpes con alta coagulación de sangre, le hechó la mitad de uno de sus frascos de sal y una botella de aceite. Revisando que no le faltara nada tomo ambas cosas y se dirigió a su habitación.

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Kenshin había decidido meditar antes de dormir, la conversación con Kaoru le había dejado un poco ansioso. Necesitaba calmarse y una vez que se arropo con su yukata para dormir se sentó sobre su futon para intentar calmar su cuerpo antes de intentar descansar. Por unos minutos no consiguió tranquilizarse, el Ki de Kaoru estaba demasiado presente, como si de una bola de fuego se tratara, el espadachín aún sentía sus manos y pecho arder en los lugares donde la había tocado con su abrazo.

Después de unos minutos sintió que el Ki de la joven se alejaba y calmaba, lo que le permitió poner su mente en blanco por unos minutos mientras respiraba profundamente. Había conseguido relajarse durante unos minutos de silencio cuando sintió el shoji de la habitación de Kaoru abrirse y cerrarse, con su Ki aún vibrando alto pero mucho más tranquila que antes. Una sonrisa tímida se apodero del pelirrojo, este Ki no lo sentía así de entusiasmado y tranquilo desde la vez que le regalo las flores para el día del Tanabata donde se unió a cenar con ella después del desastrozo plan de Tae. Esa tarde pasaron un muy buen momento juntos sin ser interrumpidos en el Akabeko.

En ese momento Kenshin abrió los ojos para bajar la mirada y reírse en voz baja recordando el plan de Tae y lo azaroso que había sido encontrar ese anillo en el estómago de ese pescado, y cómo se habia sentido de culpable y avergonzado de la situación con la joven Kendoka, durante ese periodo él sabia que estaba en negación, sabia que Kaoru era importante para él pero aún no comprendía el lugar que ella ocupaba en su vida.

En ese momento el ruido de un quejido lo distrajo regresándolo a la realidad y levantando la mirada en dirección a la habitación vio la silueta de la mujer recortarse contra el papel de arroz del shoji gracias a la luz de las lámparas.

Kaoru había soltado su cabello y ahora estaba de rodillas frente a lo que parecía un balde de madera sumergiendo su mano dentro de él mientras dejaba caer su cabeza hacia atrás. Kenshin tragó con fuerza.

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Kaoru aguanto el dolor del agua caliente mezclado con el aceite y la sal, necesitaba evitar que se inflamara su mano y si deseaba poder recuperar la disponibilidad de su puño esta era una de las maneras más efectivas y rápidas de tratar el golpe.

El agua hirviendo y el dolor hicieron que se acalorara, por lo que apenas sintió que el agua ya comenzaba a enfriarse saco la mano del agua y arrodillada donde estaba se quito el kimono y su ropa interior, rápidamente movió el balde a un costado de la habitación para buscar su yukata de dormir. Se puso de pie y sacando del armario una Yukata limpia se vistió.

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Kenshin sabia que no debió haber seguido con la mirada la silueta desnuda de la joven pero no pudo evitarlo, le fue imposible apartar la mirada de su figura. Sintiendo su cuerpo arder, apretó sus puños sobre sus rodillas, la observo en silencio hasta que la joven se arropo y se metió dentro del futon con lo que parecía una cantimplora de bambú que acomodo en su mejilla. Kenshin quedo en silencio con su respiración agitada con la imagen del cuerpo de Kaoru grabada en su memoria.

No podía moverse, un deseo imponente se apodero de él en ese momento, después de tanto tiempo vagando y sin tiempo para establecer relaciones de ningún tipo, y a pesar de todas las mujeres que vio en burdeles durante la revolución y en su posterior deambular donde más de una vez el único lugar donde le abrieron las puertas para descansar fueron prostíbulos y burdeles. No había vuelto a tener una reacción corporal similar a esta.

Su experiencia si bien no era basta tampoco era nula, pero este calor y deseo era algo completamente nuevo para él. Jamás había estado en una situación donde su necesidad emergiera sin restricción o control. Esta era parte de la libertad que había ganado cuando había dejado de vagar para quedarse en el dojo Kamiya, esta era la libertad que la instructora asistente del Kamiya Kasshin Ryu le había regalado. La libertad de desear a alguien sin sentir culpa. Desear a alguien que lo hacia sentir vivo y feliz.

Impulsivamente se puso de pie y dándose cuenta de que fue Kaoru quien se hizo cargo de sus puños malogrados y que él no atendió las heridas de la joven como hubiese deseado producto de la ira que sintió en ese momento, salió de su habitación para golpear la puerta de la joven.

Ansioso espero respuesta, cruzando los dedos para que la chica no respondiera y así lo salvara de hacer el ridículo ahora que se daba cuenta lo estúpido que había sido al reaccionar así después de haberse despedido de ella. La brisa lo hizo tiritar de frio justo en el momento en que se abrió el shoji para revelar el rostro de Kaoru.

-¿Kenshin…qué sucede?- preguntó preocupada la chica, Kenshin la evadió abrazándose a si mismo y mirando hacia en interior de su habitación con un poco de timidez - ¿Necesitas algo?

- e-esta helado…-mintió el pelirrojo nervioso

-Hai… -Kaoru lo miro de pies a cabeza y haciéndose a un lado, dejo pasar al espadachín con curiosidad.

-arigato… – susurro el espadachín entrando mientras que Kaoru cerraba el shoji.

-¿no puedes dormir? – pregunto preocupada la Kendoka arrodillándose sobre su futon, Kenshin se arrodillo frente a ella.

- hai …-mintió el espadachín

-¿quieres que te preste uno de los libros que mi padre solía leer cuando no lograba coinciliar el sueño?…

-si no es mucha molestia…

-para nada Kenshin, no eres ninguna molestia

Kaoru se puso de pie y busco en su armario uno de los libros favoritos de su padre. Encontró uno de leyendas tradicionales y se lo paso al espadachín, luego le acerco una lámpara y sonriendo se recostó en su futon apoyando su rostro en la caña de bambú con hielo para prepararse para descansar.

-puedes leer acá hasta que te de sueño Kenshin…

-gracias… Kaoru dono… perdón por no atender sus heridas con anterioridad…

-oh Kenshin no te preocupes, Megumi ya me había asistido, esto es solo para ayudar a recuperarme más rápido…

-hai…pero yo debería haber preparado estas cosas para usted – murmuro avergonzado el espadachín

-Kenshin no baka! … no tienes la obligación de hacerlo…

-no es por obligación -respondió el espadachín recorriendo con un dedo las hojas del libro que la mujer le había pasado – Sessha quiere agradecer toda la preocupación y cuidado que usted tiene por mi haciendo lo mismo por usted Kaoru dono…

Kaoru sonrió feliz al ver como las mejillas del pelirrojo se sonrojaban a la vez que los hombros del espadachín volvían a caer como un adolescente inseguro, esta postura de vulnerabilidad era algo que Kaoru estaba recién descubriendo y tenia que reconocer que le causaba mucho placer verlo. así.

-estoy bien, ya me hice cargo pero no te sientas mal por eso…soy una mujer que se puede cuidar sola – le recordó la kendoka guiñándole un ojo.

- Sessha agradecería que recuerde que ya no esta sola…si necesita cualquier cosa para el dolor, no dude en pedírmelo por favor.

Kaoru sintió latir fuerte su corazón, y si es que pensaba que ya no había nada que pudiera enamorarla más del espadachín, se dio cuenta de lo equivocada que estaba. Definitivamente escuchar a Kenshin asegurarle que se quedaría a su lado era una de las cosas más hermosas que había experimentado. Ya más tranquila y cayendo en el sopor de la noche la joven kendoka acomodo la cantimplora con hielo una vez mas en su mejilla y antes de cerrar sus ojos, vio una sonrisa igual de amplia en el rostro del espadachín que la hizo sentir un aleteo de felicidad en su pecho.

Kenshin vio como Kaoru comenzó a dormitar y con el libro entre sus manos comenzó a leer. Sentirla cerca y poder verla había calmado el deseo de hace unos minutos atrás, estar con ella en esta intimidad hizo que sus emociones se calmaran, después de una hora leyendo y habiendo avanzado la mitad del libro, bostezo con cansancio y mirando a la kendoka dormir plácidamente recordó lo que Sanosuke le había dicho esa tarde. Tal vez su idea de hacerlo a la antigua no era tan descabellada después de todo.

Tomando valor dejo el libro y recostándose a un costado de Kaoru, inhalo profundamente antes de intentar quedarse dormido, sin embargo en ese momento Kaoru despertó. Nervioso de que la chica descubriera su plan cerró los ojos con fuerza y se hizo el dormido.

Kaoru despertó cuando sintió un peso a su lado, cuando encontró lo que la había despertado se sonrojo salvajemente pero al mismo tiempo se sintió infinitamente feliz. Kenshin se había quedado dormido y ahora dormitaba despreocupado a su lado, el libro olvidado a sus espaldas. Esto era un sueño hecho realidad para ella que con cuidado movió las frazadas y acercándose a el lo cubrió para que no se enfriara, apagando la lámpara se acomodo de costado para mirar la silueta del espadachin.

Tenerlo en su futon durmiendo despreocupado era uno de sus grandes anhelos, poder compartir en esta intimidad tan secreta y vulnerable era lo que más quería en el mundo. El solo hecho de pensar que hace unos días atrás el compartir pieza con Kenshin había sido una situación de incertidumbre y preocupación, ahora no podía creer que fuera el mismo espadachín quien se atreviera a buscar esta instancia.

Aguantando las ganas de acariciar su rostro y manteniendo la distancia lo observó por unos minutos más antes de volver a dormir. Cuando Kenshin la sintio dormir nuevamente, sonrió para sus adentros y tímidamente estiro su mano para tomar la mano de la chica y descansar de una vez por todas cobijado en ese dulce calor que solo era capaz de entregarle Kaoru.

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-Este cabrón… - se quejo el luchador cortando leña para encender la cocina- se hace el buen tipo y es todo un viejo zorro…

Sanosuke había llegado temprano al dojo para contarles que el padre de Adam Krafnovikoff había contratado guarda espaldas para su hijo y que había denunciado persecución de parte de unos delincuentes ante la policía. Saíto le había informado esto mientras visitaba la clínica del doctor Gensai para hacer un control de identidad a uno de los pacientes que había llegado allí durante la madrugada.

Como de costumbre, el luchador se había asomado en la habitación del espadachín para saber si estaba despierto o ya en pie haciendo los quehaceres del dojo, pero al no encontrarlo en el patio ni en su habitación decidió revisar la habitación de Kaoru con cierta sospecha. Ahí en el mismo futon y bajo las mismas frazadas, descansaba la nena y el espadachín. Ella con su cabeza apoyada sobre el pecho del espadachín mientras Kenshin tenia su brazo firme alrededor de los hombros de ella.

Por un momento tuvo el impulso de gritar, para despertarlos y reírse de ellos y su avance, pero luego recordó la mirada del espadachín la tarde anterior y se contuvo. En cambio decidió aportar con la leña para cuando Kenshin se despertara para cocinarle un contundente desayuno que se merecía por darle la clave del éxito.

-así que seguiste mi consejo viejo…che no eres tan valiente después de todo…-se rió para si mismo el luchador.

Cuando Kenshin despertó fue porque sintió el Ki inquieto de Sanosuke e inmediatamente supo que había sido descubierto. Abriendo los ojos lentamente se encontró con la figura de Kaoru pegada a su cuerpo durmiendo profundamente. Disfruto unos segundos de la belleza de la joven y lentamente se deshizo del abrazo de la joven para ponerse de pie en silencio y salir de la habitación. Cerro la puerta a sus espaldas y camino en dirección donde sentía la presencia de su amigo.

Sanosuke terminaba de cortar la leña cuando sintió los ojos de su amigo posarse sobre él, se volteo rápidamente y le dedico una mirada pícara. Kenshin se sonrojó y confirmo lo que ya sabia.

-eres un tramposo Himura…

-tu me dijiste qué lo hiciera -susurro avergonzado mirando por sobre su hombro para asegurarse de que Kaoru no los escuchara.

- ya veo… pero ahora deberás empezar a cortejarla en serio, no puedes seguir actuando como un niño de 20 años…

-shhh…habla más bajo – le recrimino el espadachín nervioso - sé qué es lo que debo hacer, no me presiones Sano…

-che…jejejej esta bien, no te molestare delante de la nena, pero recuerda…cuando yo diga, deberás pedirle matrimonio, no creas que te dejare escabullirte a su habitación sin consecuencias

Kenshin se cruzo de brazos y guardo silencio ante la mirada risueña del luchador, Sanosuke gozo unos momentos de la incomodidad del espadachín que parecía perdido en sus pensamientos en esos momentos, como si estuviera teniendo una revelación. Definitivamente el espadachín era un caso perdido en todo lo que no fuera el combate con espadas.

-Hoy Saito nos visito en la clínica… me dijo que el idiota extranjero se consiguió guardaespaldas con el auspicio de su padre – informo Sanosuke

Esta información capto la atención de Kenshin que guardo silencio para dejar que su amigo continuara.

- también me dijo que nos acusa de persecución y hostigamiento… -dijo rascándose la cabeza – pero cree que ser tu uno de los involucrados no va a suceder nada más allá de una multa

Kenshin hizo una mueca de disgusto y sin ánimos de continuar hablando del tema se dirigió al baño no sin antes pedirle un favor al joven Sansa.

-Sano…puedes quedarte acá mientras voy al pueblo a hacer las compras y ver unos asuntos pendientes con Saito… -pregunto el espadachín rascando su cabeza tratando de parecer inocente, sin mirar a los ojos a su amigo.

-hai hai…pero primero debes dejar algo de comida, no me puedes exponer a la comida que prepara la nena, me lo debes…

-esta bien…

Después de su encuentro con Sanosuke, Kenshin tomo un baño y se vistió en con su típico gi color granada y llevando consigo su sakabatou se encaminó al pueblo.

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Kaoru despertó una hora más tarde, se estiró en su futon feliz por haber conseguido dormir profundamente sin la necesidad de los remedios que Megumi le preparaba. Recordando que la noche anterior Kenshin había ido a visitarla antes de dormir y como se había quedado dormido junto a ella, lo busco rápidamente con la mirada para encontrar que estaba sola.

Un poco desanimada trato de ocultar la decepción que sentía al ver que por tercera vez despertaba sin el espadachín a su lado después de compartir habitación con él. Trato despejar su mente recordando el abrazo que le había dado la noche anterior para recuperar su ánimo de siempre, sentía que al fin su relación con Kenshin empezaba a avanzar más allá de la formalidad y no dejaría que sus inseguridades e impaciencia la deprimieran, tal como Megumi le habia advertido, debía madurar si no quería perderlo.

Recordando que hoy recibía a los nuevos alumnos del dojo, Kaoru decidió iniciar su día con energía y entusiasmo y cambiando su yukata por su ropa de entrenamiento, peino su cabello en una cola alta y revisando su mejilla golpeada sonrió al espejo. El hematoma que se estaba formando le daba un aspecto rudo pensó, rio en voz baja. Al menos había conseguido desinflamar su mano y su rostro. Vendando su mano y acomodando por ultima vez las vendas en su pecho, salió en busca del espadachín para desayunar juntos.

-oi Kenshin!...¿ya esta listo el desayuno? – grito Kaoru entrando al comedor solo para encontrarse a Sanosuke que ahora dormía estirado en toda su plenitud en medio del comedor. -¡sano!

-eh? -el luchador apenas respondió y se dio la vuelta para seguir durmiendo

Kaoru sintió una gota caer por su frente, sin decir nada se asomo a la mesa y vio que había un plato servido para ella tapado con una tapa de madera para mantener el calor. Ese debió ser Kenshin, extrañada se pregunto donde podría haber ido tan temprano el espadachín siendo una mañana tan fría. El otoño había llegado oficialmente y ya no daban ganas de levantarse tan temprano a hacer las tareas diarias. Sentándose en su lugar destapo su plato para descubrir que hoy Kenshin había hecho bolas de arroz dulces y rollitos de huevo revuelto con cebollín, feliz sirvió un poco de té en su tazón y comió ignorando por completo los ronquidos de Sanosuke.

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Yahiko llego al medio día para entrenar con Kaoru, la conversación con Sanosuke la noche anterior le había servido para ordenar sus pensamientos y emociones, pero lo que lo ayudo más fue haber acompañado a Tsubame a lavar los manteles del restaurant al anochecer cuando ya habían cerrado las puertas del local. Tsubame lo había ayudado a ver y reconocer lo que realmente le pasaba.

- Yahiko chan – le había dicho tímidamente la chica después de escuchar las quejas del muchacho, mientras fregaba con dedicación a la vez que Yahiko la observaba. – yo no creo que lo que Ken-san y Kaoru -san hacen contigo es injusto…

-eh? -se sorprendió el chico

-Kaoru-san es una chica muy dulce y buena, siempre esta preocupada por los demás, especialmente por ti, ¿quien es la persona que ha remendado toda tu ropa cada vez que la has roto Yahiko Chan?

-bueno… ha sido Kaoru…

-y quien es la persona que se ha conseguido todos los hakamas nuevos que tienes…

-Kaoru…

-y quien es la que se preocupa de que te vayas a la cama con el cabello seco y lo suficientemente abrigado para que no enfermes -pregunto sonriendo la chica.

-Kaoru…

-y jamás te lo ha sacado en cara, ¿cierto?

-cierto…

- eso es porque le preocupas y quiere lo mejor para ti, incluso cuando te exige en los entrenamientos, o cuando cree que no debería enseñarte alguna técnica…todo lo hace por tu bien…y cuando se dio cuenta que no podría protegerte siempre, ¿qué hizo?

-me enseño la técnica de sucesión… -respondió Yahiko comprendiendo lo que Tsubame le estaba diciendo.

- ¿Y me puedes decir quien te enseño a defenderte de múltiples atacantes?

-Kenshin…

-y aunque quiso, cuando te enfrentaste a mis antiguos amos, no intervino ni dejo que nadie interviniera porque confiaba en qué serias capaz de lograr tu objetivo…¿cierto?

-cierto

- de más está decir que te ayudo a dejar atrás tu vida de esclavo, así como tu me ayudaste a mi, ¿no es verdad?

-así es – sonrió avergonzado Yahiko comenzando a entender

-Ken-san no escucho ninguna de mis suplicas para que volviera a vivir con nosotros después de lo ocurrido con Kaoru, solo cuando pensó que podías morir…estuvo dispuesto a seguir viviendo…tu eres alguien muy importante para el Yahiko, debes fortalecer ese vinculo en vez de tirarlo por la borda, no eres solo un niño para ellos dos, tu eres su familia Yahiko-san…

-Tsubame…-Yahiko la miro en silencio viéndola mientras secaba sus manos con tranquilidad

-eres un buen chico Yahiko, estoy segura de que te convertirás en un gran hombre -sonrió la chica sonrojándose y con un gesto silencioso entrego los manteles para que Yahiko los tendiera antes de irse a acostar.

Yahiko entendió gracias a ella que tenia que decidir si realmente quería ser visto como un niño problema y de mala actitud, o si quería ser tratado como un niño maduro digno de confianza y responsabilidades. Comprendió también que Kenshin y Kaoru eran su figuras paterna y materna a la vez que también eran sus amigos y por eso estaba en el dilema de no saber cómo posicionarse para exigirles respeto a la vez de ofrecerles lo mismo a cambio.

Tsubame lo sorprendió con su capacidad de análisis pero cuando ella le recordó que Kenshin solo estuvo dispuesto a volver a la vida para ayudarlo a él y evitar así una tragedia comprendió que Kenshin realmente lo estimaba más allá de una simple amistad y que era absurdo pensar que lo subestimaba por ser un niño aún.

Él era Yahiko Miyojin, el heredero del estilo Kamiya Kasshin Ryu y había sido elegido por el legendario battousai para serlo. Kenshin confiaba en que él iba a estar a la altura de la tarea de enseñar la filosofía en la que creía ciegamente. Kenshin y Kaoru estaban confiando el futuro del arte de la espada a él, ambos creían en él.

La noche anterior definitivamente no había sido una noche en la que pudo descansar muy bien pero si la recordaría como una de las noches en que sintió que por fin comenzaba a convertirse en un hombre.

Abriendo la puerta del dojo, Yahiko entro en silencio sin anunciar su llegada, cuando entro le llamo la atención no encontrarse con Kaoru en el patio lista para reclamarle su atraso. En cambio escucho un par de gritos y golpes provenientes del dojo y rápidamente se encamino al lugar.

Se asomo dejando sus sandalias afuera y entrando en el dojo lo que vio lo sorprendió por completo. Su mandíbula se abrió en signo de incredulidad e inmediatamente sus manos comenzaron a sudar.

Kaoru estaba enseñando las posiciones básicas de piernas a lo que eran aparentemente 4 alumnos nuevos, dos eran adolescentes otro era un joven de 19 años y otro mayor que aparentaba unos 28 años. Yahiko se sorprendió al verlos ahí y con torpeza dejo caer su nueva bokken. El golpe alerto a los presentes de su presencia y Kaoru lo quedo mirando fijamente sin decir nada antes de apretar sus puños y respirar profundamente.

-Yahiko, buen día ¿has decidido unirte a nuestro entrenamiento del día de hoy? – sonrió la kendoka cruzando sus manos frente a ella, esperando su respuesta.

El chico inmediatamente se percato del cambio en el trato que la joven le estaba dando y entendió perfectamente que esta era una clase entre alumno y maestro y no entre amigos. Inclinándose en señal de respeto saludo a Kaoru y recogiendo su bokken se puso en la fila de los alumnos. Kaoru lo observo unos segundos antes de volver a hablar.

-atención todos, les presento a Yahiko Miyojin, el alumno más joven de dojo Kamiya Kasshin, cualquier duda respecto a algún movimiento o golpe, no duden en preguntarle, ahora como él no es un principiante solo hará algunos katas y ejercicios con ustedes pero continuara su entrenamiento como siempre… ¿de acuerdo?

-HAI! -gritaron al unísono los hombres.

Yahiko quedo desorientado por esta nueva situación y dejándose guiar por Kaoru a una esquina de dojo escucho las instrucciones que le dio la joven. Explicándole cual seria la rutina de calentamiento para después indicarle que nuevas posturas y ataques debía ejercitar para el nuevo kata que estaba aprendiendo.

Tras una hora de entrenamiento la clase comenzó a tomar ritmo e intensidad, Yahiko se percato que solo uno de los alumnos nuevos no estaba tan interesado como el resto en aprender, sin embargo mantenía la atención de todos modos, esta nueva energía en el dojo lo hizo sentir feliz, su nombre colgaba en el muro junto al nombre de Kaoru y Ryotaro, pero lo que más le animaba era que ya no serian solo tres placas, el proyecto de Kaoru estaba comenzando a sembrar en terreno fértil. Entusiasmado dio un golpe demasiado fuerte y su bokken salió volando para caer a los pies de uno de los alumnos nuevos.

- Yahiko, ten cuidado con el control de la fuerza – le llamo la atención la maestra. - ¿estas bien Muraki- san?

El joven de melena negra y ojos avellanos asintió con la mirada fija en la espada y tímidamente la levanto para analizarla casi con temor. Kaoru sonrió al ver la actitud del chico, este era el hijo menor de la casona de una de las familias samuráis más respetadas de Edo, y su comprensión por el arma que tenia ahora entre sus manos era una muestra de esa tradición en sus venas.

Con respeto el chico le devolvió la espada a Yahiko quien la recibió un poco sorprendido por la muestra de respeto del chico.

Kaoru en ese momento apoyo su mano en el hombro del niño y murmurando en voz baja para no llamar la atención del resto, le dijo a su alumno más antiguo.

-espero que comprendas el valor de tu posición en este dojo y de llevar esa espada contigo…ahora no solo eres mi alumno, sino que un ejemplo para ellos…

Kaoru se alejo de el sin más y comenzó a dar nuevas instrucciones a los nuevos integrantes del dojo. Yahiko finalmente sintió que todas las piezas encajaban en su lugar nuevamente y dejando ir sus frustraciones retomo su entrenamiento con vigor.

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Kenshin volvió a la hora de almuerzo con una canasta de huevos, tofu y con una pecera con un pez dorado cortesía de Saito.

Cuando entro le llamo la atención la cantidad de gritos de hombres provenientes del dojo y la ausencia de Sanosuke. Molesto por el desacato de Sanosuke dejo las cosas en la cocina y se dirigió directo al dojo para ver de qué se trataba todo el alboroto, sin embargo al entrar al dojo, la escena que lo recibió disipo cualquier molestia o confusión.

Karou estaba al centro del dojo, sudada completamente mientras gritaba instrucciones a 5 hombres entre ellos Yahiko para que la atacaran. Sin dudar ni un solo segundo la chica los golpeaba y mantenía a distancia mientras los invalidaba. Los hombres jadeaban con cansancio y finalmente solo Yahiko siguió tratando de golpear a Kaoru. Sin embargo la chica al percatarse de la llegada del espadachín detuvo la pelea con un gesto.

- Kenshin, bienvenido a casa – dijo sonriendo como tonta y casi perdiendo la compostura como entrenadora pero rápidamente la recupero – te presento a los nuevos integrantes del Dojo Kamiya Kasshin -dijo aclarando la garganta y haciendo un enderezándose tratando de parecer más seria de lo que realmente era.

- buenas tardes – saludo con respeto Kenshin inclinándose y observando detenidamente a cada uno de los nuevos alumnos. No encontró ninguna aura amenazante entre los nuevos discípulos.

- ¿el también es uno de sus alumnos Kamiya Sensei? – Pregunto Muraki con cara ilusionada al ver la espada en el cinto de Kenshin.

-etto…-murmuro incomoda la instructora

-Ie – respondió con una sonrisa el espadachín - yo tan solo me dedico a la protección y mantención del dojo Kamiya…

-Kenshin… -susurro la instructora sorprendida por la respuesta del espadachín quien voluntariamente se había asignado un cargo dentro del dojo.

- sin embargo… -continuo el espadachín acercándose a Kaoru viendo con gusto como el rostro de la joven y de Yahiko se transformaban lentamente en un poema- me gustaría pedirle a Kaoru dono si me ayudaba a diseñar una rutina para recuperar mi estado físico después de un par de golpes accidentales que sufrí… Mi medico de cabecera me dijo que la mejor rehabilitación era la que usted me podía ayudar a realizar para recuperar la masa muscular perdida.

Kaoru lo miro fijamente con una mano en su pecho y buscando alguna señal de que el pelirrojo le estaba tomando el pelo, se dio cuenta de que la petición era real.

-Ha-Hai… por su puesto que te puedo ayudar, puedes entrenar con nosotros y hacer tu rutina aparte…

-arigato Kaoru dono…-se inclino el espadachin

-¿¡eso quiere decir que entrenaremos con el varadero Baottousai!? – grito Muraki emocionado mirando a su hermano mayor que tenia la misma expresión de éxtasis en el rostro…

- espera a que Yagami y Ryo se enteren - le respondió motivado el hermano de Muraki.

Los otros dos hombres lo miraron con precaución y en silencio pero no demostraron ningún tipo de emoción excepto curiosidad. Kaoru seco el sudor de su frente con su manga y asintiendo lentamente, aplaudió un par de veces para recuperar la atención de la clase.

- esta bien, volvamos a concentrarnos, a partir de mañana Kenshin se unirá a nosotros – dijo mirándolo de reojo con nerviosismo- por ahora vamos a rematar la clase con 100 sentadillas y 100 abdominales, a la cuenta de tres , dos, uno, vamos!

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Kenshin volvió a la cocina sintiéndose feliz después de anunciarse en el dojo, lo único que lo tenia intrigado era que Sanosuke no había mantenido su palabra y había desaparecido dejando a Kaoru sola, eso era algo que no era muy propio de su amigo.

Lavando la verdura quedo pensando en qué podía haber sido tan importante como para dejar a Kaoru sola a pesar de su petición. Sin embargo sus dudas fueron interrumpidas cuando se abrió la puerta de la cocina dejando ver a un Sanosuke agitado.

-Perdón, pensé que me iba a desocupar antes de que volvieras, no fue mi intención dejar el dojo solo…- se disculpo el luchador tratando de recuperar el aliento, Kenshin lo miro con desconfianza.

-¿donde te habías metido Sano?

-unos amigos, se metieron en problemas, nada que un par de puños no pudieran resolver – trato de evadir el tema el luchador bebiendo agua. Kenshin entrecerró los ojos analizando a su amigo pero en ese momento entro Kaoru toda sudada para beber un vaso de agua al seco.

- los alumnos ya se fueron, fue una buena jornada, Yahiko se quedara a almorzar y después volverá al Akabeko – informo la kendoka echándose viento con una mano.

-esta bien – asintió Kenshin desviando la mirada de Sanosuke

- hoy en la tarde me gustaría ir a apostar contigo Kenshin -le dijo Sanosuke con complicidad sugerente.

-Sanosuke, ya basta de tratar de llevar a Kenshin por el camino del vicio – se quejo Kaoru aguantando las ganas de darle un golpe en la cabeza a su amigo – si quieres perderlo todo, ve tu sol—

-esta bien, después de lavar la ropa te acompañare un rato- acepto Kenshin interrumpiendo a Kaoru, la chica lo quedo mirando. -No se preocupe Kaoru dono no apostare nada…

Kaoru asintió con cierta reticencia al ver la decisión en el rostro del espadachín y prefirió dejarlo a solas con el luchado.

Se dirigió al baño para sacarse el sudor, todo estaba comenzando a moverse muy rápido. De pronto sentía que las cosas comenzaban a cambiar y parecía que su vida de pronto había comenzado a tomar su propio curso, sentía como si por primera vez desde la muerte de su padre la vida de Kaoru Kamiya realmente continuaba hacia un futuro mucho mas auspicioso y brillante que antes de la llegada de Kenshin y sus otros amigos. Suspirando trato de relajarse después de una jornada intensa de entrenamiento ya iría donde Tae para pedirle que la ayudara a entender mejor ciertas cosas que aun la tenían insegura pero que definitivamente debía tomar en sus manos si quería construir un futuro feliz para ella y sus amigos.

Después del almuerzo Kenshin y Sanosuke encaminaron a Kaoru y a Yahiko al Akabeko para después dirigirse a la casa de apuestas. Yahiko inmediatamente se puso su mandil y comenzó a ayudar a atender mesas mientras Tae y Kaoru se sentaron en una de las mesas para conversar mientras vez que Tae supervisaba que todo iba en orden.

Antes de que Kaoru pudiera empezar a contarle como habían comenzado a progresar las cosas en su vida desde que volvió de Kyoto, un hombre japonés de vestimentas occidental las interrumpió.

-Mis disculpa Tae San me gustaría preguntarle algo a su compañía- anuncio el hombre inclinándose.

- Yamazaki San! – Tae lo observo con cierta incomodidad.- Disculpe no los he presentado… ella es mi amiga Kaoru Kamiya y este es Yamazaki san, ingeniero ferroviario, encargado de remodelar las estaciones de Edo, Trabaja asociado a Sergi Krafnovikoff…

Cuando Kaoru escucho el apellido se cruzo de brazos inmediatamente y su rostro se endureció, pero el hombre rápidamente levanto sus manos en señal de inocencia.

- si bien trabajamos juntos con Sergi, no somos amigos ni socios en nada – se apresuro a aclarar Yamazaki- se muy bien que el hijo de Sergi no es de su agrado…

-Por qué lo dice – pregunto cortante Kaoru

-no se si me recuerda, pero mi socio y yo las acompañamos con unas copas el día de ayer a usted y a su amiga…

En ese momento Kaoru recordó el rostro del hombre y las imágenes del día anterior vinieron a su cabeza. El era uno de los hombres con los que había bebido junto a Megumi antes de golpear a Adam…

-Gomen!, no lo había reconocido – se disculpo Kaoru avergonzada

-no se preocupe señorita, la verdad es que estaba deseoso de volver a encontrarla – sonrió el hombre extendiendo su mano en forma de saludo y que Kaoru correspondió.

-Yo y mi amigo queríamos hablar con usted y su amiga para proponerles algo pero veo que se encuentra usted sola…

-si, hoy Megumi no se unió a nosotras… - respondió incomoda Kaoru pensando en qué era lo que este hombre quería ofrecerle.

-descuide, si me puede decir donde podemos encontrar a su amiga será suficiente

-en la clínica del doctor Gensai, ahí es donde trabaja Megumi – respondió Tae extrañada

-Muchas gracias por la información, ahora lo que me gustaría hablar con usted señorita Kamiya, es sobre un trabajo que me gustaría ofrecerle.

-eh? – Extrañada Kaoru dejo caer su cabeza hacia un lado llena de curiosidad

- vi que usted tiene mucha fuerza y es muy valiente… averigüé con la gente del pueblo y me dijeron que usted es instructora en un dojo de la ciudad…¿es eso cierto?

-h-hai …

-pues bien, lo que me gustaría proponerle es que sea mi guardaespaldas…

-¿qué? -grito la joven poniéndose de pie incrédula – perdón…me puede explicar bien ¿por qué piensa que puedo servirle a usted?

-jejeje no se alarme señorita, le explico – dijo el hombre tomando asiento frente a Tae y Kaoru pidiendo a Tsubame una botella de sake y pasteles para compartir – sucede que llevamos alrededor de seis meses trabajando con Sergi Krafnovikoff, y la verdad es que no ha sido fácil lidiar con él, pero lo que más nos ha complicado ha sido que desde hace un mes y medio su hijo Adam ha comenzado a involucrarse en el negocio y ha comenzado a usar estrategias de amedrentamiento para sacar provecho de nuestros diseños de vías para venderlos a otros países…nos ha amenazado incontables veces con difamar a nuestra firma si no cedemos algunas de nuestras ideas y se nos ha hecho sumamente difícil el que el resto de las partes nos de su apoyo por temor a represalias, por lo que necesitamos a alguien que Adam ni su padre sean capaces de intimidar. Todo este tiempo se ha salido con la suya porque ha tomado planos de nuestra propiedad por la fuerza y nosotros no podemos defendernos sin generar alguna crisis diplomática.

-a menos que tengan a alguien que los defienda de manera legal y autorizada…y que no tenga problema con enfrentar a la familia Krafnovikoff -concluyo Kaoru con satisfacción

-así es señorita, no es mi intención que usted se enfrente a golpes con ellos, pero si nos seria muy útil alguien que no se deje manipular ni intimidar por sus intrigas y amenazas…además la paga es buena y no seria siempre, sino que solo para las reuniones de negocios y cuando debamos transportar los planos. Hemos decidido empezar a guardar los planos en la estación de policía ya que uno de los sobrinos de Kuno, mi socio, pertenece a la prefectura de Tokio.

- esta bien, no tengo ningún problema, cuente conmigo – dijo Kaoru levantando su puño entusiasmada, ya quería ver el rostro de Krafnovikoff cuando viera que ella seria quien le impediría seguir abusando del trabajo de estos hombres.

-muchas gracias señorita Kaoru, le prometo que será bien recompensada – se inclino Yamazaki agradecido.

Kaoru sonrió y mirando a Tae con complicidad decidió que su conversación podía esperar a cambio de obtener más información del extranjero desagradable que ahora podría golpear de manera legal sin temer a tener que ir a prisión o pagar alguna exagerada multa. Definitivamente su vida había comenzado a cambiar para bien apresuradamente.