Primero que todo, me gustaría agradecer a cada unx de ustedes por sus comentarios y observaciones, sus palabras son la mejor motivación para continuar escribiendo.
Me alegro mucho de poder entregarles una historia que nace de mi amor por estos personajes y su viaje. Creo que todxs por mucho tiempo hasta antes de Hokkaido necesitábamos ver e imaginarnos la vida de Kenshin después de que cerrara su ciclo de arrepentimiento y dolor, y eso es lo que pretendo imaginar y soñar en esta historia durante esos 5 años perdidos antes de volver a ver a nuestros queridos personajes en el arco de Hokkaido.
Un abrazo para quienes siguen disfrutando de esta historia 3
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Disclaimer: Ninguno de los personajes me pertenece. La historia está ubicada después del último episodio del anime / post Jinchu y antes de que Sano y Megumi partan de Tokyo. Una historia centrada en cómo Kenshin logra finalmente vivir en el presente.
Cap 8: Redención…
-Sano, supongo que sabes que no vine a hacer apuestas a este lugar, ni pretendo quedarme mucho rato acá- dijo Kenshin probando una gyosa que uno de los amigos de Sanosuke había traído para compartir.
-hai, hai aguafiestas, si lo sé…pero no por eso no me vas a ayudar – sonrió el luchador mirando los dados en las manos de su contraparte
Suspirando el espadachín guardo silencio y desinteresadamente observo la mano del hombre que iba a lanzar los dados, sin ganas de jugar a las apuestas Kenshin cerro los ojos y le dijo a su amigo.
-Seis…
-Seis será!-repitió confiado Sanosuke dejando una cantidad de dinero considerable en el piso.
-tres -aposto el otro hombre lanzando los dados
-qué! – grito agarrándose la cabeza al ver los dados el luchador, el número no era seis, sino tres y el hombre frente a el se llevo consigo el dinero de Sanosuke.
-Kenshin! No me estas ayudando amigo – se quejo el luchador cruzándose de brazos de manera infantil.
- Y tu no me estas contando por qué te desapareciste hoy en la mañana, se supones que cuidarías del dojo y de Kaoru – dijo el pelirrojo dejando su espada a un costado e inclinándose para mirar el rostro de su amigo.
-¿no crees que te has vuelto un poco paranoico? – murmuro Sanosuke sirviendo un poco de sake para ambos y bebiendo de golpe.
-tal vez…-reconoció el espadachín sosteniendo el sake en sus mano izquierda mientras giraba el choko con su mano derecha – sin embargo, creo que aún es muy pronto para dejarla sola…
-te recuerdo que vivía sola antes de que nos conociera – insistió Sanosuke comiendo una gyosa algo molesto porque el espadachín lo había hecho perder su dinero y estaba seguro que lo había hecho de manera intencional.
-eso fue antes de que Battousai viviera con ella… -dijo amargamente el espadachín bebiendo su sake. Sanosuke lo miro seriamente y volvió a servirle sake, para luego Kenshin imitarlo sirviéndole a él.
- perdona…no volveré a faltar a mi palabra nuevamente – dijo arrepentido el luchador, recordando cuando lo dejo solo durante el periodo en que creían que Kaoru había muerto, no podía fallarle a su amigo nuevamente – es solo que los problemas me siguen…
-qué tipo de problemas – pregunto Kenshin acomodándose en su lugar, el espadachín sabia que Sanosuke nunca iba a faltar a su palabra sin motivo. Por eso había aceptado acompañarlo hoy, había algo que Sanosuke estaba ocultando.
- Digamos que son de índole Ilegal – confeso rascándose la cabeza el luchador, sin ánimos de confesar lo sucedido en su pueblo y con su familia durante el tiempo que se fue de Tokio.
- ¿tiene que ver con el extranjero? – pregunto de pronto el pelirrojo apretando sus puños sobre sus rodillas.
Sanosuke aprovecho ese argumento para desorientar a su amigo, si bien confiaba en él ciegamente, no quería involucrar a nadie en sus problemas. Quería que su amigo estuviese en paz, tal como le había dicho a Megumi. No le gustaba mentirle a su amigo pero tampoco era falso que si tenia problemas por culpa del extranjero.
-si, Saito vino a verme temprano, afortunadamente como tu eres una leyenda viviente los cargos en tu contra que puso el padre de Adam fueron…ignorados, sin embargo la multa me cayó a mi…
Sanosuke se rasco la cabeza y buscando entre sus bolsillos saco el bolsito de cuero que el espadachín reconoció como el que había lanzado a los pies de la policía el día que intentaron llevárselo preso.
-¿qué es eso?
-el día en que Adam fue a dejar a Kaoru y Megumi al dojo en el carruaje, después de que le dieras su lección, apreté un poco más a ese tipo y entrego dinero para que Kaoru guardara silencio por su "reprochable comportamiento" ese día.
Kenshin recordó el momento en como la mano intrusa del hombre se había adelantado para agarrar el trasero de Kaoru mientras la chica bajaba del carruaje con nitidez, rememorando el rostro horrorizado de la chica y la ira que lo embargo. Sanosuke lo sacó de sus pensamientos chasqueando sus dedos delante de su cara.
- Dios Kenshin, espero que esa mirada nunca me la dirijas a mi …uhhhgggg – dijo el luchador abrazándose mientras un escalofrío le recorría el cuerpo.
-gomen Sano…-Kenshin bebió un sorbo de su sake para calmar su mente y ablandar su expresión facial.
- bueno…ese dinero era para ella, pero no lo quiso aceptar, decidí guardarlo por si se arrepentía… pero conoces a la nena, su orgullo es tan grande como su testarudez, así que hoy en la mañana pague la multa con ese dinero… al parecer alguien le fue con el cuento de que se había auto pagado la multa, y envió a alguien para intentar amedrentarnos…no permití que se acercara al dojo y lo puse en su lugar en otra parte.
Kenshin guardo silencio mirando la bolsa que tenia delante de si, parecía que aún tenia algo de dinero. Sanosuke lo miro con cara de inocencia, casi pidiéndole la autorización para poder apostar ese dinero y silenciosamente pidiéndole ayuda para recuperar algo de lo perdido. Kenshin suspiro derrotado y asintiendo dejo que Sanosuke volviera a apostar esta vez con su ayuda. Después de todo no le importaba lo que ocurriera con el dinero de ese hombre.
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Caído el anochecer Kaoru y Tae habían decidido salir a caminar por el pueblo. Nuevamente las miradas curiosas se posaron en Kaoru pero la chica las intentó ignorar. Siempre la habían mirado como un bicho raro por practicar Kenjutsu y después de la muerte de su padre, toda la atención estuvo fija en ella por un tiempo. La llegada de Kenshin al dojo también había sido motivo de rumores. Por lo que las miradas poco discreta no le sorprendían, sin embargo había un cierto temor en las miradas que recibía que nunca antes había percibido. Kaoru siempre fue querida por el pueblo por lo que no entendía por que ahora la miraban así.
- Kaoru chan -la distrajo Tae notando la preocupación en el rostro de la joven – mira estas lámparas de papel, están bellísimas…
-hai…-dijo Kaoru acercándose al puesto de amuletos que su amiga había visto
-podríamos comprar un par e ir a dejarlas al rio, ¿no te parece? -sonrió Tae
-pero aún no es fecha de Obon, Tae san, estamos a dos meses de esa fecha…
-no creo que sea estrictamente necesaria una fecha para pedir por los muertos, ¿no crees?
- puedes simplemente hacer sorei shinko de manera personal si realmente lo necesitas – le sonrió el hombre que vendía – siempre es bueno ayudar a algún espíritu que este mal encaminado
-además que estas lámparas son muy lindas…si quieres no necesitamos consagrarlas – sonrió tae animada.
En ese momento Kaoru sintió que alguien le tiraba del Kimono y mirando en dirección al tirón, noto como un niño pequeño de una edad similar a la Susume se había aferrado a ella mirándola con una expresión de admiración en su rostro.
La joven busco con la mirada para ver si el niño estaba perdido preguntándose si necesitaba ayuda o si andaba con alguien. En ese momento su mirada se cruzo con la de una mujer que con sus manos tomadas y apretadas en su pecho la observaba con una expresión de tristeza y a la vez esperanza.
- mi madre dice que los dioses la han bendecido -le dijo el niño aferrándose aún más fuerte a sus piernas.
-q-qué? – Pregunto Kaoru desconcertada volviendo a mirar al niño que ahora comenzaba a sonreír – dice que Izanagi le salvo la vida y la rescató del Yomi…
Kaoru sintió que su piel se erizo en ese momento, mientras Tae dirigió una mirada seria a la mujer que ahora comenzaba a bajar la cabeza avergonzada.
- por favor bendiga a mi padre…esta enfermo y no puede ya levantarse – le pidió el niño esperanzado – usted pudo burlar al yomi…ayude a mi padre por favor
Kaoru guardo silencio sin entender pero tampoco quiso desilusionar al chico. La madre del niño al ver que ella guardo silencio la observo con atención y con la misma expresión de esperanza de su hijo. Kaoru inhalo Profundamente y tomando las manos del niño con delicadeza, lo separo de ella y mirando al dueño del puesto saco uno de los amuletos de buena fortuna para pasárselo al niño.
-¿Cual es tu nombre?
- Fuyu
- Bueno Fuyu …- le dijo arrodillándose para quedar a su altura y le entrego el amuleto al niño acariciando su cabeza – tendré en mente a tu padre en mis oraciones y si los dioses me lo permiten pediré para que de ser posible, sea lo que sea que suceda con tu padre, sea una bendición para ti y tu familia – dijo sonriendo con cierta nostalgia la joven y dirigiendo una furtiva mirada a la mujer que ahora se había acercado con sus ojos cristalinos por la emoción y con una reverencia saludo para luego coger la mano de Fuyu y llevárselo.
Kaoru quedo mirando el vacío en silencio, su mente intrigada con lo que el niño le había dicho y la mirada que le dio la mujer. Comenzaba a sospechar que fuera lo fuera que sus amigos le estaban ocultando, era algo que no podrían mantener en secreto por mucho más tiempo.
- yo pagare por ese amuleto también – escucho a decir a Tae volviendo a la realidad – ¿Y?, ¿te animas con las linternas? - Le pregunto la mujer intentando omitir lo sucedido hace unos momentos. Kaoru lo pensó unos momentos tratando de sacarse la sensación escalosfriante que sintió hace unos momentos.
-…esta bien, siempre me ha parecido hermoso ver las linternas flotar – acepto decidiendo que ya averiguaría qué era lo que realmente había sucedido después de su secuestro, así se acerco al puesto eligiendo un par de lámparas para luego encaminarse con Tae hacia el río.
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Sanosuke logro recuperar gran parte del monto perdido gracias a la ayuda del pelirrojo, pero después de un par de horas jugando la presencia del espadachín había caído mal a algunos presentes que lo habían perdido todo. Ese fue el momento en que Sanosuke acepto que era hora de partir y así no abusar de la suerte de su amigo. Habían bebido y comido a gusto y ahora el luchador se sentía mejor después de haberle mentido a su amigo.
Caminaron en dirección al Akabekko y cuando llegaron Yahiko informo que Kaoru y Tae habían salido una hora atrás y que no habían dicho donde irían. Esto alerto de inmediato a ambos hombres y con Yahiko y Tsubame siguiéndole los pasos, salieron en busca de las mujeres. Tras un par de consultas a algunos vendedores lograron dar con alguna pista de las mujeres. Las habían visto caminar en dirección al río.
-tal vez decidieron darse un baño bajo la luz de la luna – teorizó el luchador deteniéndose abruptamente – Kenshin…tal vez no deberíamos acercarnos.
-qué estas diciendo idiota – le empujo Yahiko haciendo que avanzara – es otoño, ¿no sientes acaso el frio que hace?. Kaoru dijo que no había dinero para medicina, no creo que se meta al agua con este clima
-Yahiko tiene razón Sano – asintió Kenshin quien siguió su camino
- ¿por qué siempre tienes las ideas más raras? – se quejo Yahiko
- si las encontramos en paños menores y la nena nos tortura quiero que me pidan disculpas de rodillas – se quejo el luchador cruzando sus manos detrás de la cabeza
- Espero que no estén en peligro – interrumpió Tsubame caminando un poco más rápido para acompañar al pelirrojo.
-no te preocupes Tsubame Chan, seguro que simplemente se les paso el tiempo nada más -sonrió Kenshin.
Kaoru dejo ir sus dos lámparas, había decidido que no las encomendaría a ningún espíritu en particular y mirándolas sonrió al verlas flotar en el rio. Tae también había dejado ir su ultima lámpara y ahora ambas mujeres miraban en silencio como se iban esas luces. Kaoru se sintió en paz en ese momento, una sensación de felicidad la embargo.
- muchas gracias por todo Tae san -dijo sonriendo
- qué dices Kaoru Chan…
- solo quería agradecer tu amistad – le dijo la instructora mientras se ponía en cuclillas para tocar el agua del rio.
- siempre estaré para ti y los del dojo Kaoru
- y nosotros para ti – dijo la chica recogiendo una piedrita que parecía tener forma de corazón, la analizo un par de minutos en silencio – sabes…hay algunas cosas que me gustaría preguntarte…
- dime… - Kaoru levanto su mirada y sonrojándose pensó en cómo formular su pregunta
- Tae san…- dijo jugando con la piedra nerviosamente -qué puedo hacer para que Kenshin deje de ser tan respetuoso conmigo… -dijo tratando de disimular el pudor que sentía en ese momento
Tae se llevo una mano a su boca tratando de ocultar la sonrisa que se le escapo al ver a la chica tan inocente e inexperta pedir su consejo.
- ¿a qué te refieres con respetuoso Kaoru?
- bueno… – Kaoru aclaro su garganta tratando de parecer madura – esta claro que siente algo por mi…estos últimos días me lo ha hecho entender…sin embargo…creo que no esta dispuesto a nada más que cuidarme…
- ¿y qué es lo que te gustaría que hiciera?, como para entender por qué no quieres que sea respetuoso contigo Kaoru chan -le dijo con un tono juguetón la mujer agachándose a su lado y bajando un poco más la voz – ¿cómo quieres que Ken san te falte el respeto?
Kaoru sintió sus mejillas arder y escondió su rostro entre sus brazos avergonzada, Tae rio de buena gana acariciando la espalda de la chica a modo de consuelo.
-Primero que todo Kaoru Chan…recuerda que Ken san es 10 años mayor que tu, su adolescencia la vivió en otra época, donde habían ciertas tradiciones que afortunadamente ya no van en nuestros tiempos y también vivió otras…que ojala nosotras pudiésemos disfrutar ahora…
- ¿A qué te refieres? – levanto su mirada interesada la chica
- Para la tradición samurái, a los quince años un niño comenzaba a ser tratado como un hombre por ejemplo- le explico Tae mientras comenzaba a jugar con el cabello de Kaoru de manera Maternal.
-quince años aún es muy temprano para decir que un chico es un hombre – murmuró Kaoru pensando inmediatamente en Yahiko. Quien todavía no sabia lavar ni su propia ropa.
-así es…pero en esa época era lo normal…eso al igual que el matrimonio…antiguamente no era necesario pedir la mano de la mujer…una pareja se podía considerar casada solo con el hecho de vivir juntos…
Kaoru en ese momento se sonrojo, Kenshin y ella llevaban casi un año y medio compartiendo el mismo techo, ahora entendía las miradas que los más viejos del pueblo le daban cuando iba de compras al mercado con él y todos los rumores que más de alguna vez había oído.
- ¿no había ceremonias, ni formalidades?
-no tantas, podías celebrar una ceremonia, como ninguna…el matrimonio era igual de válido, sobretodo para las castas más baja como los espadachines
Kaoru se sonrojo nuevamente y apretó en su puño la piedra que había encontrado, busco con su mirada las lámparas y vio que una de las suyas se había quedado atascada entre algunos juncos. Tae continuo hablando mientras Kaoru la escuchaba tratando de entender qué era lo que Tae le quería decir.
- también era muy común que las parejas tuvieran relaciones sexuales antes del matrimonio, e incluso que las mujeres tuvieran más de una experiencia antes de casarse…
- ¡QUÉ!
Tae volvió a reírse ante la sorpresa de la chica y no resistió la carcajada que sintió en el momento dejándola salir.
-jajajjajajja - La cara de Kaoru era un tomate y Tae disfruto de lo mortificada que se veía la chica.
Kaoru sintió calor en ese momento y abanicándose con una mano tomo un palo para intentar ayudar a su lámpara salir de la trampa en la que había caído. Tae le estaba dando mucha información y su cabeza no pudo evitar pensar en que tal vez Kenshin no la veía como una mujer y por eso no intentaba nada con ella, él ya había estado casado una vez, no hubo ceremonias según recordaba en ese momento el relato del pelirrojo de sus recuerdos junto a Tomoe. Un hombre que creció en una época como esa, tendría que ser capaz de tocarla a ella sin problemas ¿o se estaba equivocando?
De pronto Kaoru se sintió molesta, tal vez Kenshin de verdad no la quería como mujer sino como amiga, o quizás peor, como una hermana. Que desastre, tal vez había malinterpretado todo.
-Kaoru chan… – la intento detener Tae al ver que había metido sus pies al agua intentando sacar su lámpara, perdida en sus pensamientos – ¡KAORU CHAN!
-Estúpida lámpara…- se quejo la chica forcejeando con los juncos y la lámpara
-¡KAORU!
Kaoru se dio vuelta para mirar con molestia a Tae pero antes de poder responder vio como la silueta de Yahiko aparecía entre las sombras seguido de Kenshin, Sanosuke y Tsubame.
-Tal vez no te falta el respeto porque cree que eres una mujer tradicional a la que le gustan las ceremonias…quizá quiere hacer las cosas bien…
Paralizada, la joven instructora comenzó a negar con la cabeza para que Tae dejara de hablar.
-pero un hombre es un hombre… -continuo despreocupada Tae estirando las mandas de su Kimono.
-Ta-tae san… -la intentó detener Kaoru mortificada viendo que sus amigos ya estaban demasiado cerca de ellas.
-y un hombre nunca se resistirá a una mujer dispuesta a seducirlo…
-shh…shhh -Kaoru retrocedió avergonzada adentrándose aun más en el agua del río, sintiendo como el agua llegaba a sus rodillas.
-ve por él Kaoru Chan, de seguro no se resiste a tu ímpetu de juventud -le guiño un ojo Tae San al momento que se daba vuelta bruscamente al escuchar a Sanosuke gritar.
-¡Les dije que era un baño a la luz de la luna!
- ¡Baka hoy no hay luna! – le respondió Yahiko.
-¡Kaoru dono!, creo que no es muy prudente que tome un baño con este clima – dijo el espadachín acercándose apresuradamente a ella y sacándose sus sandalias y calcetines sin pensarlo dos veces se metió al rio para tratar de llegar a ella.
Después de todo lo que Tae le había explicado, Kaoru no pudo evitar sonrojarse e imaginarse a Kenshin actuando de manera fogosa e indecente con ella. Horrorizada con su imaginación llevo sus manos a su rostro avergonzada y retrocedió aún más al ver que el espadachín estaba intentando acercarse a ella para ayudarla a salir del agua.
Sintiendo su cuerpo arder la chica noto que una fuerte mano en su cintura la detuvo de seguir retrocediendo para luego sentir que el pelirrojo le tomaba la mano y la tiraba hacia su cuerpo. Dejó de escuchar al mundo justo en el momento en que el hombre la elevaba por sobre el agua y sin poder procesar lo que estaba sucediendo paso de estar sumergida en el rio a estar colgando sobre los hombros del espadachín que ahora la cargaba fuera del agua.
Dejándola en el piso Kenshin se puso sus calcetas y sandalias para volver a cargarla sobre sus hombros.
- Volvió a perder sus sandalias Kaoru Dono…- se lamento el espadachín notando los pies descalzos de la joven.
- Kenshin…
-eres una tonta Kaoru, te puedes coger un resfriado – le recrimino Yahiko siguiendo de cerca de ambos alejándose del rio.
Kenshin y Yahiko comenzaron a caminar en dirección al dojo olvidando por completo al resto de sus amigos a los pies del río. Sanosuke sonrío al percatarse lo afiatados que estaban Kenshin y Yahiko cuando se trataba de cuidar de la joven kendoka.
- Y cómo se seduce a un hombre Tae san- pregunto Tsubame viendo como sus amigos se alejaban en dirección al dojo.
-¿¡escuchaste esa parte!? – pregunto Tae aterrada.
-hai…¿por eso trajiste Kaoru Chan al río?, ¿querías darle consejos de amor?
-n-no.. pero qué tonterías dices – le dijo Tae tomando de los hombros a la chica y encaminándola de regreso al pueblo, olvidando la presencia del luchador.
-entonces… si era un baño bajo la luz del rio … – concluyó el luchador fingiendo inocencia y ayudando a Tae para evitar esa incomoda conversación– las encaminare al pueblo…después de todo siempre que voy al Akabeko me atienden bien…
-eres un descarado – ladro Tae avergonzada, solo esperaba que Kenshin no haya alcanzado a oír su conversación con Kaoru.
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Kaoru se había rendido a la sobre reacción del pelirrojo apenas se dio cuenta de lo ridícula que había sido al intentar huir de Kenshin cuando estaba en el río. Ahora iba en los brazos del espadachín que la había acomodado para cargarla de una manera mucho más elegante de como la había sacado del agua, había pasado de ser cargada como un saco de papas a la clásica posición en que un hombre carga una mujer.
Había desistido de pedirle que la dejara caminar porque la verdad era que no quería que Kenshin pensara que estaba molesta con él sin ninguna razón aparente, pero la verdad era que su mente aún estaba en las palabras de Tae y en lo frustrada que se sentía porque el espadachín no se atreviera a más con ella.
- oye Kaoru que hacías metida en el río de todas maneras… -pregunto Yahiko abriendo la puerta del dojo y sosteniéndola para que Kenshin pudiera entrar con la instructora en sus brazos.
- intentaba liberar mi linterna de papel…se había quedado atrapada entre los juncos -respondió un poco taimada la chica sintiendo como el espadachín la dejaba en el engawa a las afueras de su habitación.
-iré a buscar el brasero para que se abrigue – dijo sin más el pelirrojo dejando a Yahiko junto a su maestra.
- pero si aún no es fecha para el Obon…
- solo estábamos divirtiéndonos Yahiko – se excuso la chica abriendo la puerta de su habitación y comenzando a deshacer el obi de su kimono. Dio una mirada a Yahiko y el niño rápidamente cerro la puerta sin entender mucho a su instructora.
El chico se encamino a su habitación no sin antes cruzarse con el espadachín que llevaba un brasero con algunas llamas vivas aún. El pelirrojo lo observo por unos segundos recordando que aún tenia que hablar con Yahiko para poder entender que le sucedía, pero primero debía asegurarse de que Kaoru no se enfriara por culpa del agua fría del rio.
- sobro sopa de miso de la hora de almuerzo, por si quieres comer algo antes de irte a la cama -le dijo el espadachín al niño.
-gracias Kenshin…calentare un poco para todos si es que te parece bien – le respondió el chico bajando la mirada
- gracias Yahiko, creo que nos vendría a todos muy bien- sonrió agradecido el pelirrojo.
- entonces iré a la cocina, espérenme por favor.
-hai… - asintió Kenshin dirigiéndose a la habitación de Kaoru.
Cuando estuvo afuera de la habitación de la chica golpeo en el Shoji y espero respuesta, tras unos minutos de silencio, la puerta se abrió y revelo a Kaoru ya cambiada de ropa con su yukata para descansar, su cabello suelto y envuelta en su edredón de invierno, mucho mas grueso que el de verano y arrodillada para recibirlo en la puerta de su habitación.
-¿Desea que le deje el brasero en su habitación?
-tu también estas mojado – le evadió la chica fijándose en el hakama húmedo del espadachín.
- no se preocupe ya me iré a cambiar de ropa – sonrió el espadachín arrodillándose en el engawa y acercando el brasero a la habitación de la chica.
Lo dejo a la entrada de la habitación pero no pudo moverlo mucho más porque de pronto la mano de Kaoru lo detuvo y agarrando su muñeca lo tiro en dirección a ella. Kenshin descolocado por el movimiento de la chica no anticipo lo que estaba sucediendo pasando de su lugar a las afueras de la habitación a estar sentado a un lado de Kaoru, sintiendo como era envuelto por el mismo edredón de Kaoru. El olor a jazmín lo envolvió haciendo que inmediatamente su cuerpo tenso por la sorpresa se relajara suavemente al entender lo que la chica intentaba hacer.
Ambos guardaron silencio después de que Kaoru acomodara al pelirrojo a su lado, contemplaron por unos momentos las brasas arder mientras ambos comenzaban a abrigar sus cuerpos con el calor que estas emitían.
Aunque Kaoru se había atrevido a hacer que Kenshin compartiera el edredón con ella aún no se atrevía a mirarlo por temor a que fuera capaz de leer su mente y se enterara cual era hasta hace algunos momentos su verdadera preocupación.
Kenshin por su parte no había querido decir nada, el estar recibiendo el calor del cuerpo de Kaoru era más que suficiente para él como para intentar cuestionar esta acción de la joven. Había decidido que no iba a decir nada y disfrutaría el momento de intimidad que Kaoru habia decidido brindarle. Momento que desde que la vio sana y salva en la isla antes de enfrentarse a Enishi, era lo único que realmente había deseado y se había estado privando de buscarlo solo por el temor que tenia a exponerla al peligro si mostraba públicamente lo importante que era ella para su sanidad mental y espiritual.
-Traje sopa para todos – anuncio Yahiko sacando al espadachín de sus pensamientos y acercándose con una bandeja.
Sin inmutarse por la posición en la que su instructora y el espadachín estaban. Yahiko les paso a ambos sus potes con sopa caliente.
- Hoy a pesar de estar en otoño, realmente se siente como una típica tarde de invierno… -comento el chico mientras comía.
-hai… – respondió Kenshin con gusto probando de la sopa que él mismo había preparado
Comieron alrededor del brasero sin hacer muchos comentarios. Yahiko esperó a que Kaoru y Kenshin terminaran de comer para dejar la bandeja a un lado y aclarar su garganta.
-antes de ir a descansar y llevarme la bandeja quería decirles algo…- anunció el chico sentándose en seiza frente a ambos, tomando valor para levantar la mirada – Quería pedirles perdón por mi arrebato del otro día…
-eh? -Kaoru quedo sorprendida
-Yahiko…- respondió Kenshin
-déjame terminar, Kenshin…-tratando de parecer más serio de lo normal el chico saco pecho y tomando aire dijo – sé que no he estado actuando de la mejor manera estos últimos días -reconoció incomodo el muchacho mientras jugaba con el borde de la manga de su gi.
- la verdad es que no quiero que dejen de preocuparse por mi, tampoco quiero que piensen que no valoro todo lo que hacen por mi…lo que me ha tenido un poco molesto este último tiempo tiene más bien que ver con que quiero ser tan respetado como ustedes, quiero ser fuerte igual que Kenshin y valiente como tu Kaoru…- se atrevió a reconocer el chico apretando sus manos sobre sus rodillas - pero me estaba equivocando…no necesito empujar tus límites Kaoru o actuar como un idiota para eso, al contrario, debo aprender de la humildad de Kenshin y la amabilidad de Kaoru para poder fortalecer mi corazón y así aprender bien las enseñanzas del estilo Kamiya Kasshin…que por cierto Kaoru, el hecho de haberme entregado tu espada y ahora darme nuevos compañeros con los que entrenar… me sirvió para entender finalmente cual era mi lugar en este dojo, arigato gozaimasu Kaoru, Kenshin…prometo que me volveré fuerte y maduro.
Kaoru miro con ternura y admiración al chico, una sensación de orgullo y de satisfacción la embargo regalándole una amplia sonrisa al muchacho que ahora los observaba con cierta vergüenza. Kenshin por su parte escucho con atención al chico y lo quedo observando intensamente por un par de minutos en silencio antes de romper el ambiente con sus palabras.
-Yahiko, cuando te conocí, dije que si aprendías a controlar tu orgullo podías llegar a ser un gran espadachín, sigo creyendo lo mismo, el honor de tu familia samurái vive en ti – dijo solemnemente el espadachín haciendo que el rostro de Yahiko se iluminara - sé que lograras ser un gran hombre y espero poder entregarte aquello que tanto deseas, sessha no es un samurái pero puedo enseñarte a como ser un hombre de honor…
-arigato Kenshin – se inclino el chico en dirección a su amigo agradecido y aliviado de aclarar las cosas.
- sigue así Yahiko – intervino Kaoru - creo que has comprendido lo necesario para confiarte la espada que me regalo mi padre, confío en tí – sonrió la chica inclinándose para acariciar su cabeza con la intención de molestarlo. Sin embargo se sorprendió al notar que el chico se inclino aún más dejando que le acariciara el cabello.
Sorprendida, Kaoru lo miro unos segundos antes de abrir el otro extremo del edredón y tratando de sonar casual al percibir el cambio de actitud del chico le ofreció unirse a ella y el espadachín.
-esta helado allí afuera ¿por qué no te sientas acá con nosotros mientras nos abrigamos un poco más?
Kenshin alzo una ceja con cierta sorpresa suprimiendo una pequeña sonrisa al darse cuenta lo hábil que era Kaoru para ofrecer lo que las personas necesitaban sin que estas se lo pidieran. Siempre sabia como amenizar una conversación o alguna situación incomoda, e incluso en ocasiones como estas. Ella misma conseguía que los demás hicieran lo que ella quería de manera suave y encantadora.
Yahiko se sentó del otro lado de Kaoru dejándose envolver con el edredón y ahora los tres descansaban frente al brasero en silencio. Kaoru junto aún más los extremos del edredón haciendo que los tres cuerpos quedaras más apretados entre si, y dejo escapar un suspiro de satisfacción. Kenshin sonrió ampliamente al darse cuenta del cambio de ánimo de la joven, cuando la encontró en el río estaba muy agitada y nerviosa, pero ahora estaba satisfecha y contenta.
Sin percatarse de que el relajo de la chica le estaba afectando a él mismo, el espadachín dejo caer su cabeza sobre el hombro de la chica despreocupado, disfrutando del calor de las brasas y su cuerpo. Cerro los ojos y respiro profundo dándose cuenta de que este, seria el primer invierno que pasaría en un lugar a gusto y tranquilo después de mucho tiempo.
Kaoru sintió la cabeza del espadachín caer en su hombro y el olor a sándalo que tanto lo caracterizaba la embriago, disimuladamente dejo caer su cabeza sobre la de él y agradecida miro al cielo pensando en su padre. Muchas veces durante su temporada en solitario en el dojo, se amanecía en esta misma posición pidiéndole a su padre que volviera pronto, pero cada día que pasaba sus esperanzas disminuían, luego esta misma rutina se había transformado en noches de llanto, tristeza y temor a estar sola para siempre. Antes de que aparecieran los hermanos Hiruma rogaba a su padre para que le enviara compañía, y cuando el mayor de los hermanos llegó al dojo, creyó que finalmente la había escuchado. Pero no había sido así, solo le habían hecho daño y se odió por haber sido tan ingenua sin embargo gracias a ellos había conocido a Kenshin. Ahí fue cuando pensó que al final de todo, su padre si la había escuchado.
- creo que iré a la cama – murmuro adormecido Yahiko deshaciendose del grupo con pereza.
El joven se despidió recogiendo la bandeja y se perdió por los pasillos del dojo. Kaoru le siguió con la mirada, y oyendo un pequeño suspiro en su costado derecho, recordó que ella había sido la que había arrastrado a Kenshin a su lado después de haber estado molesta con él una hora atrás al pensar que tal vez el hombre no la veía como una mujer deseable. Cohibida por su estupidez y atrevimiento, Kaoru intento alejarse del espadachín con sutileza sin embargo sintió que la mano del espadachín la tomo de la muñeca y le impidió alejarse de él.
-unos minutos más por favor – pidió el espadachín casi dormido por completo
Kaoru pensó por un momento que Kenshin se había dormido y que no estaba consiente de lo que acababa de hacer pero cuando sintió que el pelirrojo giro un poco su rostro para oler su cabello azabache, se dio cuenta de que no estaba tan dormido como parecía. Kaoru se tenso por los nervios sintiendo las mariposas de siempre en su estómago y Kenshin no pudo esconder una sonrisa conocedora.
- ¿la he incomodado Kaoru -dono? – dijo de manera suave sin separarse de ella – ¿prefiere que me retire?
Kaoru trago con fuerza, Kenshin se estaba mostrando mucho más abierto y más dócil que en otras ocasiones y la chica se pregunto si es que tal vez el espadachín había alcanzado a oír algo de su conversación con Tae. Ruborizándose Kaoru sopeso las opciones que tenia, una era reconocer que estaba intimidada por la cercanía en la que estaban, corriendo el riesgo de que el espadachín lo interpretara como un rechazo y por otra parte pensó en seguirle el juego al pelirrojo y cruzar los dedos para que todas las tradiciones antiguas que hoy eran tabú, dejaran de serlo para ella y el espadachín.
- unos minutos más … – murmuro la chica cerrando los ojos y siguiéndole el juego al espadachín.
Los minutos se convirtieron en horas, y Kaoru y Kenshin terminaron dormidos, a mitad de noche el sonido del viento y las ramas despertó a Kenshin quien al darse cuenta de la situación decidió entrar el brasero con lo que quedaba de ellas a la habitación de Kaoru, su cuerpo se entumeció al salirse del pequeño nido de calor en el que había estado envuelto. Dividido entre irse a su habitación o volver a su lugar a un lado de la joven observo a Kaoru que ahora se acomodaba contra el muro.
-Ken…¿Kenshin?
Kenshin vio como Kaoru saco una mano entre el edredón para buscarlo e inmediatamente se arrodillo a su lado. Cogiendo la mano que lo buscaba se golpeo mentalmente por hacerlo ya que sus manos frías hicieron que la chica se despertara.
-Kenshin…estas congelado… - dijo la chica mirando a su alrededor -¿nos quedamos dormidos?
-hai…
-¿y tu todavía estas con el Hakama húmedo? – se adelanto la chica tocando la parte inferior de la prenda, la cual si bien no estaba completamente mojada seguía húmeda.
-no se preocupe Kaoru dono…ya iré a mi habitación para cambiarme – le dijo el espadachín haciendo el intento de levantarse pero la mano de la joven se lo impidió.
Kenshin la miro fijamente tratando de entender qué era lo que quería la joven, Kaoru lo observo con su rostro inclinado hacia arriba su mirada somnolienta y un poco desorientada, sin embargo sus ojos seguían fijos en el rosto del espadachín que estaba arrodillado mirándola.
Kaoru quería decirle que no quería que se fuera, quería seguir durmiendo a su lado pero no se atrevía a pronunciar sus palabras, no era apropiado que una mujer hiciera ese tipo de proposiciones. Apretó la mano de Kenshin con fuerza y aunque no pudo decir nada y solo dejo escapar un suspiro.
El pelirrojo tomo en brazos a Kaoru y la dejo acostada en su futon, cobijándola bien se puso de pie y salió de la habitación para ir a cambiarse de ropa, y sacarse su hakama aún húmedo. Se cambio lentamente y cuando termino de amarrar su Yukata de dormir, levanto la mirada sopesando las opciones.
Había oído a Tae cuando dijo que los hombres no se resistían a ser seducidos, eso inmediatamente le llamo la atención, nunca se le había ocurrido que Kaoru hablara de hombres con sus amigas. Para él la joven era tan especial que prácticamente a veces olvidaba que la chica ya estaba en la edad en que podía empezar a ser cortejada y en el peor de los casos, ya podían empezar a aparecer las primeras propuestas de matrimonio formales, era una joven bonita, con terreno y negocio propio y muy querida por sus vecinos, a la vista de cualquier hombre Kaoru era un prospecto bastante atractivo.
Sanosuke tenia razón, tenia que actuar rápido si no quería dejar ir la oportunidad de hacer feliz a la Kendoka, tal vez Kaoru estaba pensando en dejarlo ir y por eso estaba hablando con Tae sobre conquistar quizá a otro hombre y esas cosas. Casi por inercia salió de su habitación.
Kaoru escucho con alivio que la puerta de su habitación se volvió a abrir sintiendo las pisadas firmes del espadachín que hicieron que su corazón palpitara fuerte. Kenshin había regresado y ahora se arrodillaba a un costado de su futon para silenciosamente levantar el edredón y acostarse a su lado sin decir nada. Kaoru sonrió haciéndose la dormida y al sentir que el hombre se terminaba de acomodar, la joven estiro una tímida mano para dejarla sobre la de el espadachín tal como lo había hecho la primera vez que habían dormido juntos después de visitar la tumba de Tomoe.
Por primera vez, Kaoru sintió que era seguro intentar coquetearle al espadachín, Tae tenia razón, ningún hombre se resistía a ser coqueteado por la mujer que le gusta y si ella había conseguido con solo una mirada, que él volviera a su lado para dormir con ella. Estaba decidida que podía lograr que el legendario battousai perdiera todas las formalidades innecesarias con ella.
Kaoru sintió en ese momento un pequeño dejo de egoísmo dentro de si, quería que Kenshin experimentara con ella todo aquello que el hombre no pudo vivir junto a su primera esposa, pero además quería superar todos esos recuerdos por experiencias nuevas junto a ella. Si había algo que tenia claro era que ella quería darle toda la felicidad que le había sido negada al hombre que descansaba junto a ella, decidida, se acerco aún más al espadachín y apoyando su rostro contra su hombro lo abrazo con suavidad y delicadamente susurro en su oído.
-buenas noches Kenshin Himura…
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Su piel se erizo al oír la voz de Kaoru pronunciar su nombre de esa manera, sintiendo una ola de calor por un segundo se arrepintió de haber vuelto a su lecho. En ese mismo momento comprendió que tenia los días contados, ya no estaba seguro de poder disimular su atracción por la joven mucho más tiempo, menos contener los deseos de tocarla de maneras más afectuosas. Kaoru siempre lo hacia sentir feliz, incluso en las situaciones más inesperadas podía sacarlo de los pensamientos más oscuros de su mente, no siempre lo lograba al cien por ciento, pero siempre conseguía iluminar su mente y corazón, y eso era todo lo que necesitaba para poder vivir en paz en esta nueva era.
No pudo responder nada ante las palabras de buenas noches de la Kendoka, un nudo en su garganta se lo había impedido. Guardo silencio y una vez que la sintió descansar profundamente, se volteo para mirarla detenidamente.
Su fino cabello negro azabache enmarcando sus delicadas facciones, sus labios rosados y sus abundantes y pestañas largas hacían de su rostro un hermoso conjunto. Sus manos fuertes y delgadas contra su aún malogrado cuerpo, su femenino aroma a jazmín, su ki, brillante y fuerte como las olas del mar. Todo en ella hizo que la totalidad de sus sentidos colapsaran de placer al saber que tenia frente a si una nueva oportunidad, la redención que tanto había estado buscando, tenia forma de mujer.
Por mucho tiempo pensó que solo invirtiendo el filo de su espada en batallas que defendieran a los más débiles era el único camino para conseguir el perdón de su alma, tan ciego había estado, odiándose a si mismo, privándose de disfrutar la vida que tenia, obligándose a vivir una vida de sufrimiento, miseria y tormento sin aceptar ningún tipo de ayuda o cariño nunca, jamás se le hubiese ocurrido que el perdón llegaría de esta manera, le había tomado 10 años entender que no solo debía vivir para honrar la memoria de sus muertos, sino que además de vivir debía ser feliz viviendo.
Esto no lo había entendido completamente hasta que creyó haber perdido a Kaoru durante ese mes que estuvo atrapado en su propio infierno, solo en el momento que se le presentó la oportunidad de recuperarla con vida sintió que su alma tenia un propósito personal más allá que la de proteger a los débiles, era la primera vez después de 10 años que creyó que podía conseguir su propia felicidad, anhelaba volver a ser feliz, no solo vivir en el remordimiento y la deuda eterna con las almas que le pesaban de su pasado.
Solo cuando se vio enfrentado a Enishi y su desquiciado rencor pudo comprender que la redención final que haría que todas las vidas que había tomado en su pasado como battousai, especialmente la de Tomoe, fueran honradas, era haciendo que cada día de su vida valiera la pena ser vivida. Y eso incluía su propia felicidad. Honraría a sus muertos con la posibilidad de comenzar una nueva vida donde la sangre derramada de sus victimas jamás fuera considerada en vano, por ellos y por el sacrificio de Tomoe. Haría que cada día de su vida valiera.
Finalmente había entendido lo que su maestro Hiko le había dicho durante su último entrenamiento juntos y volteándose para mirar de frente a la mujer que estaba a su lado, se atrevió a estirar un brazo para rodear su cintura y así poder dormir sintiendo su cálida compañía, al fin había encontrado su voluntad de vivir, no tenia dudas que Kaoru era su redención.
