Hola nuevamente, quisiera aclarar algunas cosas que son parte de esta historia y que quizá no se puedan interpretar sin contexto. Una de ellas es la palabra salvaje, utilizada por ingleses y gente del occidente quienes en ocasiones se referían de esa manera a los japoneses que mantenían sus tradiciones y estilo de vida a pesar de la influencia avanzada del occidente, considerándolos poco educados y poco desarrollados bajo su prisma occidental. Adam usa mucho esa expresión para referirse a Kenshin y Kaoru por lo que me parecía importante darle contexto a esta palabra. Muchas gracias por sus comentarios. Saludos.

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Disclaimer: Ninguno de los personajes me pertenece. La historia está ubicada después del último episodio del anime / post Jinchu y antes de que Sano y Megumi partan de Tokyo. Una historia centrada en cómo Kenshin logra finalmente vivir en el presente.

Cap 10: Más allá de los límites

Kenshin observó por el ventanal del edificio hacia el exterior centrando su mirada en la bandera de Japón que flameaba orgullosa en los jardines de la mansión. En ese momento algunas de las palabras de los presente llegaban difuminadas por los muros y la distancia hasta sus oídos. El ki de Adam se sentía agitado e inquieto pero eso no generó preocupación alguna al espadachín. De pronto el sonido de unos pasos hizo que el pelirrojo agudizara su audición, ahora Adam se dirigía hacia él, este hombre sin escrúpulos sin saberlo había despertado a battousai.

Kenshin espero en silencio que Adam cerrara la puerta tras de sí para poder decir lo que tenia en mente. La puerta se cerro haciendo click y el pelirrojo tomo el mango de su espada acariciándola inconscientemente pensando bien cómo abordar la situación, antes de que pudiera decir algo, noto que el empresario se acerco rápidamente hacia el por la espalda intentando parecer intimidante.

- salgamos de esto rápido, no entiendo por qué debo dialogar con un delincuente como tu – dijo el hombre pasándolo por delante y haciendo que sus hombros chocaran en el acto.

Kenshin clavo su mirada en la nuca del hombre que ahora estaba de pie delante de él y sin decir nada retrocedió un paso hacia atrás para tratar de calmar sus deseos de hacerle daño. Adam al percatarse de su acción y la intensidad de su mirada, la que hizo que un escalofrío recorriera su cuerpo, volteo lentamente para mirarlo con desconfianza ante su silencio.

- no deseo dialogar contigo – finalmente expresó el pelirrojo acomodando su espada en el cinto de su hakama – sin embargo me veo en la obligación de hacerlo para así evitar un desenlace poco favorable para ti…

- ¿pero qué?…- reacciono molesto el empresario - ¿me estas amenazando salvaje?

- así es – afirmó el espadachín sin titubear ante la sorpresa del otro hombre - tomaste una pésima decisión el día que te atreviste a poner tus manos sobre el cuerpo de Kaoru dono

Adam alzo las cejas de manera exagerada antes de que una mueca de satisfacción se dibujara en su rostro. Entendiendo finalmente cual era el verdadero conflicto entre los dos y sin medir sus palabras el empresario rio fuerte llevándose una mano a su cabello para peinarlo de manera arrogante y mirando de reojo al pelirrojo le dedico una mueca de desprecio.

-así que todo se reduce a esa perra salvaje – rio el hombre – no sé por qué te importa lo que pase con ella, es una mujer mal educada y sin gracia, necesita una buena paliza para que sepa cual es su lugar…

Antes de que el hombre pudiera terminar lo que estaba diciendo, Kenshin desenvaino su sakabatou y la apunto directo en la garganta del extranjero. Su mirada ámbar fija en lo que se había transformado en su objetivo. El extranjero quedo sin aliento al sentir la punta de metal contra su piel notando que la velocidad con la que el espadachín había desenvainado era algo que jamás hubiese podido imaginar en una persona, sintiendo un sudor frio recorrer todo su cuerpo el hombre alzo las manos en señal de inocencia.

- Kaoru dono fue muy amable al advertirle que cuidara sus palabras hace unos momentos – murmuro amargamente Kenshin conteniendo su ira, Adam trago con dificultad.

- qu-qué es lo que quieres – susurro el empresario sintiendo que la espada cada vez se adentraba más en su piel

-que dejes en paz a Kaoru dono

- ni siquiera es tu mujer…por qué crees que puedes exigirlo – desafío él hombre creyendo que el espadachín no haría nada más que amenazarlo. ¿Qué era lo peor que podía pasar?, después de todo tenia cinco guarda espaldas para que lo protegieran si las cosas se complicaban.

- ¿no lo estas entendiendo cierto? – pregunto con malicia Kenshin regalándole una mirada sardónica.

Dando un paso hacia delante obligo a retroceder al hombre y en una fracción de segundos el pelirrojo acorralo contra el muro al empresario clavando un poco más la punta de su espada en su piel mientras que con la otra mano cubrió su boca para evitar que pudiera gritar. Regalándole una mirada de superioridad el espadachín continuo hablando.

– en estos momentos, si quisiera acabar contigo no tardaría ni dos segundos en hacerlo…- susurro el espadachín con la mirada fija en Adam - ninguno de tus guarda espaldas se atrevería siquiera intervenir, aunque rogaras por su ayuda…

La mirada felina del espadachín recorrió el rostro de su presa con atención, leyendo el terror que se apoderaba de sus pupilas para luego recorrer con su mirada desde la punta de su espada hasta la arteria de la yugular del empresario que ahora palpitaba rápido debido al estrés, la arteria se había dilatado al punto que el pulso de la sangre ahora le daba un aspecto grotesco, un solo movimiento y Kenshin sabia que el podía terminar con la molesta presencia del extranjero en sus vidas de una buena vez. Conteniéndose, el pelirrojo tomo aire para terminar lo que quería decir.

- te lo repetiré una vez mas, deja a Kaoru dono en paz si no quieres sufrir por el resto de tu vida…

En ese momento la mirada asesina del espadachín hizo que Adam se guardara la respuesta que tenía en mente. Sin atreverse a hacer ningún movimiento el hombre miro en dirección a la puerta pensando en escapar ante la afirmación del pequeño hombre con cuerpo delicado que ahora lo tenia acorralado. Kenshin al ver la dirección de su mirada clavo un poco más la punta de su sakabatou en la garganta del hombre haciendo que este se pegara aún mas contra la pared, esta vez con una mirada abiertamente de temor perdiendo toda la arrogancia con la que había entrado a la habitación.

- Krafnovikoff, jure nunca más volver a matar pero hay una cosa que muchos olvidan cuando me desafían – continuo el pelirrojo – y es que aunque mi espada no tiene filo, manejo cada técnica para destruir cualquier articulación, sé cómo destruir órganos vitales con un solo golpe y cómo causar mucho dolor, si quisiera, puedo evitar que vuelvas a caminar por el resto de tu vida, puedo dañarte de innumerables formas sin necesidad de matarte, si insistes en comportarte como un salvaje con Kaoru dono…no dudare en hacer que te arrepientas por el resto de tu vida de no haberme escuchado…

Adam sintió un frio inexplicable en ese momento, como si la muerte misma le estuviese hablando, paralizado por el miedo trato de asentir pero el pelirrojo se lo impidió empujando nuevamente su espada contra él. Volviéndose presa del pánico al ver que el espadachín no retrocedía y mantenía la mirada fija en él como si estuviera asechando a una presa, se empezó a inquietar al no saber qué decir, temiendo a decir algo equivocado que hiciera que el espadachín cumpliera con sus amenazas.

Tras un par de minutos en la misma posición que para el extranjero se sintieron como horas y después de que Kenshin comprobara que había logrado su objetivo al ver el rostro pálido y descompuesto del hombre, quito la mano de su boca y volvió a envainar su espada al confirmar con su análisis que el hombre realmente había tomado el peso a sus palabras.

Adam dejo escapar el aire de sus pulmones llevándose una mano a su garganta sintiendo un pequeño corte en el lugar y observando la palma de su mano noto una pequeña marca de sangre en ella. De pronto comenzó a tiritar cuando vio que el espadachín seguía con su mirada fija en cada movimiento que él daba.

-perdón, lo-lo siento mucho, pr-prometo dejar en pa-paz a la señorita Kaoru – dijo tartamudeando el hombre

-muchas gracias – dijo el pelirrojo haciendo un gesto con su mano para indicarle al hombre que podía salir de la sala.

Adam se dispuso a salir de la sala rápidamente y sin atreverse a darle la espalda al pelirrojo comenzó a avanzar hacia la puerta de salida.

- una última cosa -dijo Kenshin nuevamente haciendo que Adam se paralizara en su lugar

- dígame señor Himura…

Kenshin se acercó de manera calmada hasta quedar una vez más frente a él y de manera rápida y violenta golpeo el rostro del hombre con el mango de su espada haciendo que cayera contra la puerta y pasara de largo hacia la habitación donde los demás lo esperaban. El empresario cayo al suelo con fuerza gritando de dolor.

Los demás presentes vieron la escena con sorpresa pero se mantuvieron en silencio. El padre de Adam se levanto de su lugar pero uno de sus guarda espaldas lo detuvo para que no interviniera.

Kaoru llevo sus manos a su boca para evitar dejar salir un grito de sorpresa al ver a Kenshin avanzar lentamente hasta los pies de Adam, la chica identifico la mirada amatista y amenazante del espadachín, battousai estaba molesto.

Saito sonrió y cruzándose de brazos disfruto del momento como si de un juego se tratara, mientras, el resto de los presentes no podían dejar de mirar con asombro como el legendario espadachín mostraba la supremacía de su espíritu y presencia.

- eso es para que jamás vuelva a golpear a una mujer – concluyo el espadachín.

Inclinándose en señal de respeto en dirección al ministro y cerrando la puerta de la habitación continua, con calma Kenshin volvió a sentarse detrás del ministro mientras Adam yacía en el suelo quejándose. El silencio se apodero del lugar por unos segundos.

- bueno, creo que será mejor que alguien le traiga hielo al señor Krafnovikoff antes de continuar- propuso el ministro observando al resto.

-¿¡cómo es posible que una autoridad permita esto!? – insistió molesto Sergi mientras veía como algunos sirvientes ayudaban a levantar a su hijo que ahora tenia un ojo completamente morado y un tajo sobre su ceja que sangraba profusamente.

-lo siento señor Krafnovikoff por los inconvenientes – se disculpo el ministro inclinándose – me disculpo en nombre del Señor Himura. Ahora por favor, continuemos con lo que nos convoca; la acusación de que su empresa esta operando de manera ilegitima, obteniendo ganancias ilegales a costa de nuestro gobierno.

Kaoru trato de no sentirse nerviosa por el resto de la reunión. Después del altercado esta se desenvolvió de manera formal y rápida, ninguno de los dos extranjeros intentó abusar de su posición para tratar de desviar la atención de las acusaciones que se les hacia y Adam no volvió a intervenir por el resto de la jornada. La instructora dedico miradas nerviosas a Kenshin sintiéndose culpable por haber generado que el battousai estuviera así de inquieto pero al mismo tiempo seguía enfadada con él. Con toda la voluntad que pudo reunir, decidió tratar de centrarse en lo que quedaba de la reunión al ver que Kenshin no la miro más después de lo sucedido.

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Después de acaloradas discusiones entre el señor Yamazaki y Sergi Krafnovikoff y comprobar que el plano que presento la empresa extranjera si había sido adulterado, el Ministro decidió que terminaría el contrato con la empresa ferroviaria extranjera y continuaría los trabajos solamente con la firma del señor Yamazaki decidiendo además generar empleo entre los más necesitados.

Dando un plazo de tres meses decidió que una vez los traspasos legales de la obra estuvieran en orden la familia Krafnovikoff ya no era bienvenida en Japón por lo que les anunció que hablaría con el ministro de relaciones exteriores para pedir la expulsión de esta empresa y todos los negocios asociados que tenían en el país.

Los hombres impactados por la tajante decisión del ministro, intentaron pedir una oportunidad para corregir sus malas practicas pero el Ministro Nakamura no les dio cabida sus peticiones. Kaoru sintió placer al saber que pronto no volvería ver a Adam Krafnovikoff y suprimió la sonrisa de satisfacción que sintió cuando el ministro dio por terminada la sesión.

Una vez escoltados Sergi, Adam y sus guarda espaldas hasta la salida por la policía para interrogarlos por los crimines de los que se les acusaba, el resto de los presentes bajaron la guardia y los sirvientes nuevamente sirvieron te y aperitivos para todos. Invitando a Saito unirse a ellos, el ministro volvió a hablar.

- Muchas gracias Yamazaki san por atreverse a hacer lo que muchos de sus otros colegas no estaban dispuestos a hacer…aunque ahora entiendo por que sé atrevieron, quien se va a querer enfrentar al legendario battousai – rio el ministro bebiendo un sorbo de su té

- la verdad ministro no sabia que él estaría aquí hoy, solo me asegure de encontrar a un guarda espalda lo suficientemente valiente como para enfrentar a Adam Krafnovikoff – aclaro el señor Yamazaki dirigiendo una mirada amable a Kaoru quien guardo silencio y asintió incomoda al notar que la atención del ministro estaba puesta en ella.

-oh…bueno, si es así entonces, me gustaría saber el nombre de esta valiente señorita, no sabia que la esgrima se había vuelto una disciplina mixta – comento sin malas intenciones Nakamura comiendo un bocado y pidiendo a Kaoru que se presentara. Saíto contuvo una risa burlesca que hizo que la chica lo mirara con odio antes de hablar.

-mi nombre es Kamiya Kaoru- respondió al chica con determinación tratando de ignorar la orgullosa mirada que Kenshin le estaba dando - soy la instructora asistente del dojo Kamiya Kasshin-ruy, soy la heredera del estilo de mi padre que partió a la guerra hace ya dos años atrás…

-ya veo, así que eres hija de uno de nuestros héroes…un gusto conocerla y saber que podemos contar con usted – agradeció el hombre con una sonrisa amable – no puedo negar que llama la atención ver a una mujer con kendogi…

-da igual, lo importante es saber que la esgrima de kendo no es útil para nosotros – se burlo Saito haciendo que Kenshin le dedicara una mirada molesta.

-solo estas amargado Hajime Saito – ladro Kaoru sin poder contener su rabia – ¿por qué siempre tienes que ser así?

- jajajajaj – rio Nakamura viendo el intercambio entre ambos, Kenshin se acomodo en su lugar impacientemente - ahora veo lo que Yamazaki vio en usted Kamiya san.

Kaoru se sonrojo y recuperando la compostura dio una rápida mirada al pelirrojo que ahora tenia su atención dirigida al policía. Suspirando la chica guardo silencio estirando la tela de su hakama sobre sus muslos para distraerse.

-de todos modos, muchas gracias por su tiempo señor ministro, solo queda asegurarnos durante estos tres meses que vienen que los planos sean transportados con la seguridad necesaria para evitar ataques de parte de los empleados de los Krafnovikoff y pronto podremos trabajar sin tener que cuidarnos las espaldas. – declaro Yamazaki con satisfacción.

- Así es, volviendo a ese tema – el ministro se dio vuelta y con un gesto le pidió a Kenshin que se sentara en el otro extremo de la mesa ya no como guarda espaldas sino como invitado. -Señor Himura por favor…

-hai

Kenshin se puso de pie y se sentó donde le había indicado, dirigiendo una rápida mirada al policía que le dedico una mirada curiosa, volvió su atención al ministro.

- dígame Nakamura san

- tengo que reconocer que cuando Saito san me informo que había sido el mismísimo Battousai el que había pedido ser mi escolta personal para mis reuniones me sentí, primero, muy alagado y segundo muy intrigado… sé muy bien que ha rechazado muchas de las propuestas del gobierno para unirse a nosotros, por lo que no dude en aceptar su solicitud.

Comento el ministro ordenando los papeles que tenia frente a él y dejándolos a un costado para volver a centrar su mirada en el espadachín.

- …pero a la vez, sabía que tenia que haber algo que lo estuviese motivando a hacer esto y como veo no me equivoque, se trataba de un gran problema con estas personas, aún así hay algo que me intriga- dijo el ministro sonriendo con picardía e inclinándose en dirección al espadachín.

Kenshin se removió incomodo en su lugar sospechando qué era lo que iba a preguntar el ministro. Saito encendió otro cigarrillo y lanzo el humo en dirección a él, haciendo que su inquietud y molestia se hicieran presente. Apretando sus manos sobre sus rodillas espero a que el ministro formulara su pregunta.

- si bien este era un caso criminal, no era muy complejo de resolver, por qué Battousai el destajador se iba a tomar la molestia de sumarse a una reunión tan modesta solo para poder hablar con uno de los involucrados en el caso…¿cuál es la verdadera razón por la que esta acá hoy dia?

Kenshin trato de ignorar la energía negativa y sarcástica que emanaba del policía a su lado, Saito estaba realmente disfrutando al verlo expuesto de esta manera. Inconscientemente su mirada busco a Kaoru y cuando encontró los ojos de la joven, se percato de que ella lo miraba con atención e inocencia, quedando capturado unos segundos en su mirada antes de poder responder al ministro. Un leve rubor comenzó a teñir sus mejillas al darse cuenta lo difícil que le resultó desviar la mirada del rostro de Kaoru, sin poder disimular cual era la verdadera preocupación que tenia en ese momento. El ministro siguió su mirada comprendiendo inmediatamente de qué se trataba.

-ya veo, así que incluso el battousai puede romper con la disciplina del samurái y actuar de manera egoísta – sonrió el ministro, Kaoru entrecerró sus ojos tratando de entender a que se refería el hombre.

- gomen…

-no te preocupes Himura san…¿necesitas que los presente? – continuo el hombre apuntando a Kaoru y Kenshin como si de un celestino se tratase – ¿la quieres conocer Himura san?, podemos dejarlos solos unos minutos.

Bajando la cabeza derrotado y sintiendo el rubor apoderarse de todo su cuerpo el espadachín negó con la cabeza lentamente. Kaoru entonces entendió a qué se refería el ministro y sintiendo pudor por lo que ocurría desvió su mirada al piso sintiendo sus orejas arder.

- no es lo que usted esta pensando Nakamura san – intento explicar el espadachín avergonzado.

En ese momento Kaoru recordó que el espadachín hoy la había dejado durmiendo sola para después fallar al entrenamiento y sintiendo rabia y pena al mismo tiempo interrumpió al pelirrojo poniéndose de pie abruptamente.

- Yamazaki san, mi labor acá ha terminado, permítame llevar los planos a la comisaria – dijo con seriedad la chica tratando de ocultar la molestia que sentía al oír negar a Kenshin sus sentimientos hacia ella una vez más.

-eh?, hai Kaoru san – asintió Yamazaki entregándole los planos – puede retirarse, muchas gracias por todo, estaremos en contacto para las próximas reuniones y traslados.

-hai – asintió la chica tomando los planos – me retiro, muchas gracias señor ministro por su recepción pero ahora debo retirarme - Despidiéndose con una profunda inclinación Kaoru salió de la habitación lo más rápido que pudo.

- ¡Kaoru dono! Espere… - el portazo que dio la chica impidió que siguiera hablando.

-uff Himura san, al parecer no va a ser una conquista fácil -comento el ministro intrigado.

Kenshin suspiro desganado maldiciéndose por lo torpe que había sido, ahora estaba atrapado con una autoridad mientras Kaoru deambulaba sola con los planos por el pueblo. Sin poder contenerse mucho más el espadachín se puso rápidamente de pie.

-Nakamura san, por favor si ya hemos terminado pido autorización para retirarme

- ay, ay, ay…si eso es lo que quieres, pensaba invitarlos a una casa de caballeros …

- Arigato Nakamura san, pero prefiero ir a casa – murmuro Kenshin impaciente

-esta bien, nos vemos pronto Himura san, puedes retirarte.

- muchas gracias ministro.

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Kenshin salió rápidamente de la mansión y tomando la ruta que llevaba hacia la comisaria, caminó rápidamente con la esperanza de alcanzar a Kaoru en el trayecto.

- ¡oye Himura! – escucho que Saito le llamaba y se detuvo sintiendo su sangre hervir.

- no tengo tiempo Saito san – empezó a disculparse el pelirrojo pero Saito se adelanto a él ignorándolo mientras avanzaba camino a la comisaria.

-no tengo intención de retrasarte Himura- le respondió indicándole que comenzara a moverse, Kenshin obedeció.

- si vas a burlarte por lo sucedido hace unos momentos te pido por favor que no lo hagas – se quejo el espadachín cruzándose de brazos mientras caminaba.

- la verdad es que tengo deseos de hacerlo, pero me diste un poco de pena battousai, ¿no te das cuenta que esa chica esta esperando a que reacciones de una vez?

-¿nani? – Kenshin se detuvo avergonzado dándose cuenta que estaba a punto de tener una conversación sobre su vida personal con uno de sus enemigos más férreos.

- has arriesgado tu vida incontables veces con tal de proteger a esa mujer, ¿qué más necesitas para formalizar tu relación con ella?

- Saito, creo que no entiendas bien la situación – dijo Kenshin retomando el paso y tratando de apurarse, no quería conversar con el policía sobre su vida amorosa

- claro que no la entiendo, esa chica es la única que puede controlar a battousai ¿y aún así tienes miedo?

Kenshin guardo silencio pensando en las palabras de Saito, de pronto todas sus inseguridades lo atacaron y dirigiendo una mirada desconfiaba al policía se pregunto si estaría bien conversar con él sobre lo que tenia guardado en su interior. Si Sanosuke se enteraba de que había hablado de esto con el policía primero y no con él, corría el riesgo de ser atacado por su mejor amigo mientras dormía.

- ¿por qué me miras así?, tres cuadras más y estaremos en la comisaria…es tu oportunidad de hablar, después me volverá a importar una mierda lo que pasa con tus sentimientos – le insistió el hombre mientras avanzaba.

Kenshin ponderó sus opciones derrotado, la verdad es que entendía muy poco sobre las convenciones amorosas de la nueva era.

- soy un hombre mayor con mucha gente tratando de vengarse de mi, siempre – dijo categóricamente el pelirrojo - mi cuerpo esta cansado y lleno de cicatrices, Kaoru dono merece algo mucho mejor que un veterano del bakumatsu…- confeso resignado el espadachín.

- mhp…sabia que esa confianza y prepotencia que tienes como espadachín no te acompaña en tu vida personal – dijo con satisfacción el policía

- Saito…

- sin embargo, te diré esto porque veo que el estúpido de tu amigo cabeza de gallina no tiene más experiencia que tu cuando se trata de mujeres…

- ¿Eh? - Kenshin se sorprendió cuando el policía se detuvo y lo agarro del hombro en un gesto casi paternal.

- una mujer como la chica Kamiya no se ve todos los días Himura… después de todo lo que han vivido, creo que ya es tarde para dudar si la mereces o no, el destino la puso en tu camino y si no reaccionas alguien más vendrá a buscarla – le indico el policía con una mirada conocedora mientras sacaba un sobre del bolsillo interior de su chaqueta.

Kenshin observo confundido el sobre a la vez que procesaba las palabras del policía, recibiendo el sobre de la mano del policía vio como este se dio la vuelta bruscamente para retomar camino a un paso rápido. La comisaria se veía a la distancia.

- ¿qué es esto?, Saito – reaccionó el espadachín mirando el papel. Dándolo vuelta se percato que la carta tenia el nombre de Kaoru Kamiya como destinatario, pero no había remitente. Preocupado alcanzo al policía.

- después de que Yukishiro Enishi escapara de la cárcel, uno de los oficiales encontró esa carta entre las mantas de su celda.

Kenshin volvió a mirar la carta en sus manos con aprehensión, Enishi había escapado, eso lo sabia, lo que no sabia era que había dejado un mensaje para Kaoru. Tratando de decidir si le correspondía leerla o no, analizo la escritura en tinta en el papel, tratando de interpretar los sentimientos con que se había escrito la misiva.

- ¿la leíste? – pregunto el espadachín

- así es…- le respondió Saito deteniéndose frente a la comisaría sin volver a mirarlo.

-¿qué dice? – pregunto un poco molesto el espadachín. No quería violar la privacidad de Kaoru pero no consideraba prudente que ella recibiera una carta de alguien que había intentado matarla.

- ¿no la vas a leer por ti mismo? - El policía volvió a su tono sarcástico y dejándolo solo entró a la comisaria.

Kenshin quedó mirando la carta en sus manos sin saber qué hacer. Enishi había salvado a Kaoru de morir atravesada por una bala, pero también le había hecho daño al separarla de él y sus amigos, la había intentado ahorcar hasta la muerte y la había atormentado diciéndole que lo iba a matar de manera cruel, lenta y dolorosa haciendo que sus noches estuvieran plagadas de pesadillas aún después de que pasaran un par de meses de lo sucedido. ¿Merecía Enishi contactar a la joven?

Sin saber qué hacer y pensando en lo que Saito le había dicho hace unos momentos atrás, decidió guardar la carta en el bolsillo de su gi, estaba agotado y ya no tenia mente para preocuparse de este tema, ahora solo quería encontrar a Kaoru, volver a casa con ella y poder solucionar las cosas como correspondía.

- Kenshin… - la voz de Kaoru lo saco de sus pensamientos, la chica venia saliendo de la comisaria, con su espada y bolso colgando de ella.

- Kaoru dono, venia a buscarla para volver a casa – sonrió tímidamente el espadachín

- esta bien…- acepto la joven caminando hacia el, estaba agotada y necesitaba descansar después de un día tan intenso. Ya no quería seguir pensando en todas las cosas que Kenshin había hecho mal durante el día.

- ¿puede Sessha llevarle la espada y el bolso Kaoru dono? - pregunto amablemente el pelirrojo tratando de enmendar sus errores – a Sessha le gustaría ayudarle con eso si se lo permite, eso le gustaría.

Kaoru se detuvo a su lado y mirándolo detenidamente vio que el espadachín tenia una expresión cansada y preocupada en el rostro. Sin dejar de sentirse enfadada con él la joven decidió que no quería hacer las cosas más difíciles de lo que ya eran y asintiendo le entregó sus cosas al espadachín que las acepto con una expresión de alivio en el rostro.

Ya estaba oscureciendo cuando finalmente divisaron el dojo, las estrellas se veían en el cielo nocturno y las antorchas de las calles comenzaban a encenderse. El olor a madera quemada comenzaba a inundar el lugar, las chimeneas y fogones de las casas comenzaban a recibir las primeras heladas de otoño. El olor a tierra húmeda acompaño sus pasos durante todo el trayecto.

Kaoru se mantuvo pensativa durante todo el camino, no había querido establecer mucho dialogo con el pelirrojo aún cuando este intento conversar con ella armando diálogos ligeros sin mucha profundidad.

Finalmente llegaron al dojo y apenas cruzaron la puerta de este, fueron bombardeados por una lluvia de golpes, gritos y regaños.

- ¡donde andaban par de bakas! – se quejo Yahiko tironeando la manga de Kenshin mientras Megumi arrastraba a Kaoru a un costado.

- ¡cómo pueden desaparecer así nada más!, pensábamos que algo malo les había sucedido - le recrimino la doctora analizando con la mirada el rostro de Kaoru, una vez que confirmo que estaba bien, se acerco a Kenshin para hacer lo mismo.

-Kenshin, si me dices que fuiste a pelear sin mi, te juro que te matare mientras duermes… -le advirtió Sanosuke con las manos en la cadera dedicándole una mirada furiosa al espadachín.

-calma, calma, todos por favor, lo siento mucho – se disculpo Kenshin dejando las cosas en el Engawa – Kaoru dono y yo estábamos trabajando…

-¿¡trabajando!? – gritaron al unísono sus amigos

-hai, de donde creen que sale la comida que nos servimos en el Akabekko – intervino Kaoru Soltando su cabello y dirigiéndose a su habitación.

Yahiko y Sanosuke miraron al cielo haciéndose los desentendidos cuando Kaoru menciono el Akabekko. Mientras que Megumi observo la mirada derrotada que tenia el espadachín mientras observaba a Kaoru entrar a su pieza.

- bueno, tenia algo importante que contarles pero creo que no es buen momento para eso – dijo resignada la doctora haciendo que el pelirrojo la mirara con curiosidad.

- Megumi dono…

- por favor Ken san, se te ve cansado, por qué no tomas un baño mientras Yahiko y Sanosuke me ayudan a preparar la cena – indico Megumi arrastrando a Sanosuke con ella.

Kenshin asintió y sin pensarlo demasiado entro a su habitación para buscar su yukata de dormir que había sido ordenada por Kaoru cuando lo busco en la mañana. Llevándose ambas manos a la cabeza el espadachín no pudo dejar de pensar en que tenia que hablar con la joven a como de lugar, dispuesto incluso a que ella terminara gritándole, pero no quería más recibir el trato cortante y condescendiente que le estaba dando.

Tomando su ropa y chaqueta, ordeno un poco su habitación dejando la carta que Enishi había escrito guardada entre su ropa interior. Recordando la canasta que la señora Tsuki le había dado, saco el trozo de carne de res que le había regalado y se dirigió a la cocina para entregárselo a Megumi antes de entrar al baño.

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Kaoru había decidido tomar un baño nuevamente a pesar de que ya lo había hecho antes de ir a la reunión con el ministro y los demás. El pesar que sentía por como se habían dado las cosas hoy la hicieron sentir tan angustiada que sabia que solo una ducha con agua caliente la harían sentir mejor.

De lejos podía escuchar los gritos y peleas de sus amigos en la cocina haciendo que al menos una parte de su corazón recuperara algo de ánimo y vigor al oírlos tan animados como siempre. Cerrando sus ojos apoyo su cabeza contra el borde de la tina y suspiró liberando toda la tensión del día. Este era la parte del día que más le gustaba sin lugar a dudas, sus baños eran el lugar donde dejaba ir sus preocupaciones y despejaba su mente siempre que tenía un problema. De pronto el sonido de la puerta abriéndose de golpe la hizo enderezarse prestando atención en una posición de alerta.

Kenshin había entrado al baño con su mente nublada, hoy había sido un mal día, ya no recordaba hace cuanto tiempo no tenia un día como el de hoy. Nada había salido como había querido durante la mañana, y en la tarde, su propia lengua lo había puesto en aprietos. Se sentía realmente estúpido e inexperto, Kaoru lograba hacerlo sentir como un joven de 16 años nuevamente y no en el buen sentido de la palabra, sino la versión más torpe e inexperta de un adolescente. Cabreado consigo mismo dejo caer su cabello sobre sus hombros y sacándose rápidamente la ropa entro a al baño sin levantar la vista.

Completamente desnudo dejo su toalla colgada al lado de otra toalla y sin analizar mucho la presencia de esta hizo sonar los huesos de su cuello antes de dirigirse a la tina. Metiéndose rápidamente al agua, libero un suspiro de satisfacción antes de percatarse que frente a él una Kaoru avergonzada se cubría el rostro con ambas manos mientras trataba de ocultar su cuerpo con sus piernas aprovechando la oscuridad del agua y el lugar.

Kenshin sintió subir su sangre de golpe hasta su rostro, avergonzado y mortificado, justo lo que necesitaba para terminar un día terrible, que Kaoru pensara que era un degenerado atrevido y sin respeto.

- Kaoru dono – dijo sin aliento el pelirrojo arrepintiéndose de haber hablado, su voz lo traicionó completamente dejando notar un pequeño jadeo al final del su nombre.

-ken . shin . no . hentai – susurró Kaoru aún cubriendo sus rostro y conteniendo el enojo en sus palabras. No quería pasar la vergüenza del siglo gritándole al espadachín para que todos sus amigos supieran qué era lo que estaba pasando en el baño.

-Sumimasen Kaoru dono -dijo el pelirrojo cerrando sus ojos y cubriendo sus partes íntimas rápidamente - sumimasen, de verdad no me fije que estaba usted Kaoru dono, sumimasen - susurro avergonzado.

Kaoru escucho como la voz del espadachín tembló de miedo mientras le pedía perdón y sin poder aguantar la curiosidad que esto despertó en ella, la joven descubrió sus ojos separando un poco los dedos de sus manos para poder entrever al pelirrojo.

Delante de ella, vio qué el espadachín había cerrado los ojos apretándolos con fuerza a la vez que cubría sus partes intimas con ambas manos. A pesar de la vergonzosa y comprometedora situación en la que se encontraban, Kaoru no pudo evitar observar el cuerpo del pelirrojo, a pesar de estar molesta con el mismo, no podía negar que muchas veces había soñado con ver el cuerpo desnudo del espadachín.

Analizando el cuerpo recién recuperado de Kenshin, Kaoru pudo apreciar la diferencia entre las diferentes ocasiones en que lo había visto a medio vestir, siendo las otras ocasiones principalmente por el cuidado de sus heridas, sobre todo después de su batalla con Shishio, pero jamás antes lo había visto desnudo en un contexto más cotidiano como este.

Sintiendo sus mejillas arder ante la imagen delante de ella, se percato de los firmes músculos que definían sus brazos, las líneas que marcaban y dibujaban sus abdominales y oblicuos, sus pectorales firmes, una fuerte y varonil clavícula. Kaoru sintió un hormigueo en su abdomen bajo y abrumada por la belleza del cuerpo del espadachín no supo qué decir para responder a las disculpas del espadachín.

Kenshin se percato del silencio de la chica y preocupado volvió a hablar manteniendo sus ojos cerrados.

-¿Kaoru dono?

-Ken-kenshin, ¿cómo te atreves? - finalmente susurro la kendoka

-no era mi intención Kaoru dono, por favor perdóneme – repitió el espadachín avergonzado

- baka…después de desaparecer hoy en la mañana…¿quieres que te perdone?

-¿eh?

Esta vez fue el turno de Kaoru de cubrir sus partes intimas con sus manos, Kenshin había abierto sus ojos sorprendido por las palabras de la chica, posando su mirada en el rostro de la joven que ahora lo miraba directamente. Kaoru trato de cubrir sus pechos lo que más pudo, pero se calmo al darse cuenta de que el pelirrojo no desvió su mirada a ninguna parte que no correspondiera, manteniéndola fija en su rostro.

- ¿donde fuiste hoy temprano?, ¿por qué no llegaste al entrenamiento? – preguntó en voz baja la chica siempre conteniendo su molestia para que nadie se percatara que estaban los dos en el baño.

- a meditar…Kaoru dono déjeme explicarle, Sessha no tiene problema en contarle qué fue lo que sucedió.

- pues adelante entonces – susurró la kendoka con determinación.

Kenshin tomo aire y sin dejar ningún detalle afuera, le conto todo lo que le había ocurrido desde que había despertado hasta que había vuelto al dojo. Kaoru lo escucho con atención sintiendo un poco de alivio al saber que la razón por la que había despertado sola no había sido por arrepentimiento de parte del espadachín. Sin embargo aún había algo que le molestaba y ya que estaban en esta situación donde literalmente no tenían donde esconderse nada realmente, decidió preguntarle lo que le inquietaba.

Kenshin puso todo su entrenamiento de juventud a prueba para no desviar la mirada cuando Kaoru se acomodo enderezándose en su posición haciendo que parte de sus pechos sobresalieran del agua. Poniendo en practica la ética samurái de la época del Bakumatsu, Kenshin trato de mantener fija su mirada en el rostro ahora sudado y sonrojado de Kaoru. Sintiendo un involuntario movimiento en sus partes bajas, Kenshin cerro los ojos atormentado por la reacción de su cuerpo y sintiendo su propio sudor caer por su rostro, recupero el aliento antes de volver a mirar a la joven.

- hay otra cosa que quería preguntarte, espero que seas honesto porque no lo fuiste cuando tomaste esta decisión… - le acuso la chica haciendo que el pelirrojo asintiera obedientemente – ¿cuándo y por qué pediste trabajar con el ministro de obras publicas?

-al día siguiente de que Krafnovikoff te golpeara en el Akabekko – respondió sin titubear el hombre- fui a la comisaria para saber más de él y me entere de sus problemas con la justicia, solo quería estar lo suficientemente cerca de él y en una posición de poder para lograr convencerlo de que dejara en paz a Kaoru dono… Sessha jamás pensó que la encontraría en el mismo lugar.

Kaoru se sorprendió ante la confesión del espadachín y con sentimientos encontrados analizo el por qué de la decisión del espadachín al pedir un trabajo dentro del gobierno. De pronto comprendió que el pelirrojo había tratado de buscar la manera legal y diplomática de protegerla tragándose incluso su propio orgullo al solicitar esa posición para poder conseguir su objetivo. De pronto sintió una fuerte emoción al ver lo preocupado y correcto que había sido.

- ahora que ya dejaste en claro los limites a ese hombre, ¿seguirás trabajando para el gobierno? – pregunto con curiosidad la joven, reprimiendo una pequeña sonrisa de felicidad al saber que Kenshin había llegado a ese extremo por ella.

-no hasta que se hayan ido del país…- reconoció el espadachín – además, creo que ya es hora de que aporte con algo de dinero en esta casa – sonrió aliviado el pelirrojo al ver que la kendoka parecía más relajada, dejando de lado el enojo de hacia unas horas atrás.

-no tienes que hacerlo Kenshin…no te he pedido dinero y no te lo pediré – murmuro Kaoru bajando su mirada olvidando que ambos estaban desnudos, por unos segundos pudo ver un poco de los bellos púbicos del fino camino que llevaba a las partes bajas del espadachín y sintiéndose mareada por la erótica imagen volvió a llevar las manos a sus ojos como acto reflejo.

-¡Kaoru dono! -exclamo el pelirrojo al ver como la chica liberaba sus pechos y desviando la mirada con desesperación, se giro sobre si mismo para darle la espalda a la mujer y apoyar su rostro hirviendo contra el frio borde de piedra de la tina.

Esto era demasiado para él, había visto un par de mujeres desnudas en lo que llevaba de vida, pero nunca habían sido cuerpos que él deseara salvo la ocasión que estuvo con Tomoe y que por mucho tiempo fue la única acción que tuvo en el ámbito sexual. El resto de las ocasiones siempre fueron situaciones incomodas y extrañas en las que por alguna razón termino involucrado en una situación de ese calibre.

Kaoru era la primera mujer que sabia deseaba desde el primer día que la vió, incluso cuando ni el mismo entendía qué era lo que le sucedía con ella cuando la veía. Por lo que estar ahora atrapado en el baño con ella era demasiado difícil para él y su maltrecho cuerpo deprivado de sus necesidades más instintivas y básicas.

Kaoru se percato de su error y rápidamente volvió a cubrirse, al ver que Kenshin le había dado la espalda comprendió que ya no podía seguir con su interrogatorio, al menos había despejado un par de dudas y sintiéndose mucho mejor, decidió que podían seguir su conversación en otro lugar y otro momento. Antes de decidir salir de la ducha, una ultima pregunta se le vino a la mente a la joven recordando perfectamente las palabras que Tae había dicho la noche anterior.

Armándose de valor, la kendoka se atrevió a tocar lentamente el pelo ahora húmedo del espadachín y acariciándolo suavemente analizo su reacción. En silencio, vió como la piel del pelirrojo se erizo completamente cuando ella lo toco y tomando aire decidió poner a prueba la teoría de Tae san.

-Kenshin…- lo llamo susurrando en voz baja

-hai…- respondió sin aliento el espadachín sintiendo como la mujer acariciaba con delicadeza sus cabellos.

-¿me dejaras hoy arreglar tu cabello y cortar tus puntas abiertas? – murmuro la chica despacio obligando a que el espadachín le prestara toda la atención del mundo.

Kenshin se tenso al oír lo que le decía la chica, era una invitación a la que no podía resistirse, en ese momento su mente solo tenia dentro de sus objetivos conseguir que la mujer no dejara de tocarlo como lo estaba haciendo. Sin poder evitarlo llevo una de sus manos hacia atrás capturando la delicada mano de la joven que lo acariciaba e impulsivamente tiro de ella hasta que la sintió caer contra su espalda suavemente, sintiendo una corriente eléctrica por todo su cuerpo, disfruto el momento cuando la joven quedó sin aire al sentir que sus cuerpos hicieron contacto.

Kaoru vio como su mundo se movía en cámara lenta al notar como Kenshin tiraba de su mano acercándola a él de manera brusca e inesperada. El tiempo se dilato cuando sintió su cuerpo caer contra la espalda firme y muscular del espadachín, tocando con sus pechos el cuerpo de este, sintió que ella misma ardía completamente sintiendo cosas que jamás antes había experimentado, su mano ahora estaba apoyada en el borde de la tina atrapada contra la del espadachín y sin previo aviso, el pelirrojo volteo un poco su rostro para susurrarle al oído a la chica su respuesta.

-por su puesto que si Kaoru dono…nada me haría más feliz que usted cuidara de mi cabello -murmuro contra su oído con la misma voz de la otra noche, una mezcla entre el battousai y el vagabundo.

Kaoru jadeo sintiéndose mareada por la intensidad del momento, tratando de recuperar la compostura apoyo su otra mano en el hombro del espadachín, haciendo que su cuerpo se frotara inevitablemente contra él, esta vez dejo escapar un gemido sintiendo como los músculos de la espalda del pelirrojo se tensaban y el agarre en su mano se intensificaba.

Antes de que pudiera volver a moverse escucho a Yahiko llamarla gritando su nombre por el patio del dojo.

-Oiii Busuuuu!, ¡Kenshin! ¡Kaoru!, ¡!Dónde están, la comida ya estará lista! – grito el chico haciendo que Kaoru volviera a la realidad. – KAORU

El grito de Yahiko hizo que Kenshin saliera de su transe y soltara a la joven, avergonzado escondió su cabeza entre sus brazos y guardando silencio espero a que Kaoru respondiera.

-ma, ma! ¡Yahiko ya voy, estoy terminando mi ducha! – grito la joven sonrojada desviando la mirada del cuerpo del espadachín, poniéndose de pie, tomo rápidamente la toalla para secarse y vestirse mientras Kenshin seguía con su rostro escondido entre sus brazos. Kaoru arreglo su cabello dejándolo caer y respirando profundamente salió del baño para distraer a Yahiko y así darle tiempo a Kenshin para poder vestirse y salir sin que nadie lo notara.

-por qué tanto grito Yahiko chan! – salió la joven del baño fingiendo enojo – espero que la cena sea algo delicioso si estas haciendo tanto alboroto.

- ya conversamos sobre llamarme "chan", busu – se quejo el chico – y si, Megumi concina mejor que tu así que no me cabe duda de que será algo delicioso – se burlo el chico arrastrando a su instructora dirección al comedor.

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Kenshin estaba paralizado, su autocontrol había desaparecido hacia unos momentos atrás y ahora estaba sorprendido de esta nueva faceta que había descubierto de él mismo. No sabia cómo Kaoru lo había hecho pero algo en sus palabras y caricias había gatillado en el un impulso bastante reprochable de su parte.

Jamás se había atrevido a tanto, aún sentía la calidez y suavidad de los pechos de la Kendoka contra su espalda. Se había vuelto loco, después de esto no había vuelta atrás, cómo lo haría para mirarla a la cara sin sentir que era un degenerado irrespetuoso, prefería mil veces que Sanosuke le dijera a todo el mundo que se había colado a dormir en la pieza de la chica durante varias noches antes de aceptar que había traspasado los limites que el mismo había creado. Qué pensaría de él ahora la señorita Kaoru.

Una vez más concluyó que este no era su día y aceptando resignado que no podía esconderse eternamente en el baño, salió de la tina y secándose lentamente se cambio de ropa para unirse al resto de su familia adoptiva.