Hola! Muchas gracias por sus comentarios, me alegro mucho de que estén disfrutando la historia. La verdad es que ha tomado un rumbo inesperado incluso para mi jajaja veamos hasta donde nos llevan nuestros queridos personajes.

Disclaimer: Ninguno de los personajes me pertenece. La historia está ubicada después del último episodio del anime / post Jinchu y antes de que Sano y Megumi partan de Tokio y como se desarrolla la historia después de estos sucesos. Una historia centrada en cómo Kenshin logra finalmente vivir en el presente y que ocurre con él después de estos eventos.

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Cap 10: Nuevos Pasos

Kenshin tardó unos minutos antes de atreverse a salir del baño, no podía controlar la imagen de Kaoru sentada en la tina frente a él, cada vez que la imagen se colaba por su mente sentía su rostro arder y ganas de desaparecer, que la tierra se abriera y se lo llevara, no estaba seguro de poder enfrentar a Kaoru, no después de haberla sentido desnuda contra su propia piel.

Sintiendo como se erizaban los cabellos de todo su cuerpo al reconocer que no podía evitarla para siempre se armó de valor y salió del baño exhalando fuertemente.

- ¿qué fue lo que te demoró tanto Kenshin? – La voz de Sanosuke hizo que saltara ante su inesperada presencia trastabillando unos pasos hacia atrás.

- ¡Sano! – exclamó Kenshin sintiéndose expuesto, ¿se ha dado cuenta Sanosuke de lo que sucedió? Se pregunto a si mismo.

-Kaoru me pidió que te buscara- dijo el luchador ignorando el nerviosismo del espadachín - pensamos que te habías ido en otra de tus misiones secretas

-I-ie…solo estaba tratando de despejar mi mente con una ducha…-mintió el pelirrojo, lo último que había logrado despejar era su mente.

- bueno, de todos modos nos debes una explicación, te estamos esperando para comer…

Ignorando la cara de confusión del espadachín Sanosuke se adelanto en dirección al comedor, acomodando su yukata y chaqueta una última vez Kenshin trato de controlar sus nervios para conservar la poca dignidad que le quedaba delante de Kaoru.

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Cuando Sanosuke apareció en el comedor seguido del pelirrojo, Kaoru no pudo evitar tensarse y sonrojarse sin atreverse a levantar la vista de su plato ya servido. Megumi ignorando la situación y con su habitual desplante, arrastró a Kenshin para que se sentara a su lado, Kaoru apretó su mandíbula pero no dejo que su molestia por la actitud de la doctora se notara. Escuchando la risa nerviosa del espadachín la joven le dedico una fugaz mirada a este y conectando unos segundos sus miradas, el espadachín inmediatamente dejo de reír y cuidadosamente, quito las manos de Megumi de sus hombros acomodando su chaqueta y bajando la mirada rápidamente. Kaoru sintió cierta satisfacción al ver la reacción que había tenido el espadachín ante los toqueteos habituales de Megumi a la vez que sentía el rubor volver a sus mejillas.

Sanosuke vio el intercambio de miradas desde su posición y entrecerrando sus ojos pudo percibir que algo había cambiado entre su amigo y la joven instructora. Algo estaba ocurriendo con ambos y por primera vez ninguno de los presentes era participe de esta complicidad.

- oi!, Kaoru…¿tienes del sake que traje la ultima vez?- pregunto el luchador distrayendo a Kaoru de sus propios pensamientos.

-hai…

-¿puedes traer un poco por favor?- pidió Sanosuke mientras recibía de manos de la doctora un pote de arroz.

- por su puesto…- murmuro Kaoru levantándose rápidamente

Sanosuke sonrió al ver como Kenshin la siguió con su mirada y solo cuando se percató de que él lo estaba mirando desvió su atención hacia Yahiko que había empezado a comer sin esperar a nadie más.

-Yahiko…espera a que Kaoru dono este en la mesa- le reprocho Kenshin

-pero tengo hambre, ¡ambos llegaron demasiado tarde!… - se quejo Yahiko dejando su plato en la mesa mirando lo que había preparado Megumi con ansias.

-lo siento Yahiko umhhh…- Kenshin sintió un poco de culpa por no haber dejado una nota a Yahiko para avisarle que llegarían tarde - espera un poco más y te comprare un pastel la próxima vez que vayamos al Akabekko – prometió el espadachín sin percatarse de las miradas que le dieron sus amigos.

- Kenshin…¿entonces es verdad de que estabas trabajando hoy? – pregunto sorprendido el chico.

- hai – reconoció tímidamente el pelirrojo escondiendo sus manos en las mangas de su yukata - ya era hora que ayudara de alguna manera, no puedo dejar toda la responsabilidad a ti o a Kaoru dono…-dijo el espadachín tratando de evadir la mirada inquisidora de Megumi y Sanosuke.

Los pasos apurados de Kaoru rompieron con la incomodidad del lugar, sentándose en su lugar la joven se dispuso a entregarles un choko para beber sake a cada uno excepto a Yahiko. Comenzó a servir el sake uno por uno hasta que sintió a Sanosuke quitarle la botella para servirle a ella, Kaoru sonrió y agradeciendo por la comida todos brindaron al unísono.

-¡kanpai!

- ¿y qué clase de trabajo conseguiste Ken san? – pregunto coqueta Megumi mirándolo con curiosidad.

- mhh…solo un trabajo temporal para la policía – respondió escuetamente el espadachín bebiendo un poco de sake.

- oh, así que es esa clase de trabajo – la expresión relajada en el rostro de Megumi cambio por una de preocupación por unos segundos.

- ¿con la policía dices? – intervino Sanosuke inclinándose en dirección al su amigo – ¿acaso se vienen problemas?, ¿fue ese policía de pacotilla el que te buscó?

-Ie Sano, es un trabajo tranquilo, la verdad no creo que sea necesario tanta preocupación… - trato de cortar el tema el espadachín incomodo, no quería terminar confesando que había aceptado un trabajo solo para amenazar a Krafnovikoff.

– ¿y ya te sientes mejor como para ese tipo de trabajo? – insistió la doctora - quizá mañana seria bueno que visitaras la consulta para chequear que te hayas recuperado al cien por ciento.

- Megumi dono… no creo que sea necesario-

- Yo creo que es una buena idea…– interrumpió Kaoru en voz baja mientras servía un poco más de arroz a Yahiko – si realmente decides que te ayude a recuperar musculatura, creo que vendría bien un chequeo general antes de comenzar con el entrenamiento…

Sintiendo sus orejas arder Kaoru se atrevió a dirigir una tímida mirada al espadachín que la observó sopesando sus palabras por un momento antes de asentir lentamente y sonriendo tranquilamente a Megumi terminó por aceptar su recomendación.

-supongo que no hay mucho que decir entonces – sonrió el pelirrojo mientras llevaba un poco de arroz a su boca.

Después de un día de desaires hacia la joven kendoka, lo único que quería era enmendar sus errores, si ir a la consulta de Megumi y hacer el chequeo que la medico recomendaba calmaría la preocupación de ambas entonces no se resistiría.

- muy bien – asintió Megumi con satisfacción

-espera un momento, pero si Kenshin estaba trabajando, por qué Kaoru estaba contigo – pregunto sin entender Yahiko.

-por que yo también fui contratada para prestar servicio de escolta – dijo Kaoru orgullosa acomodando su cabello suelto con un desplante poco usual en ella. Haber participado en una reunión de ese nivel la había hecho sentir validada como maestra del Dojo.

- ¡Eso quiere decir que nos empiezan a reconocer!- dijo animado el muchacho feliz

-hai… pronto dejaremos de ser el dojo de la huérfana Kamiya, finalmente hemos restituido por completo el nombre de esta escuela – afirmo Kaoru con fuego en su mirada.

- dime que me llevaras a trabajar contigo, yo también quiero mostrar mis increíbles habilidades con la espada – se animo el chico simulando que golpeaba con la espada a un malhechor.

- veré cómo te portas en los entrenamientos, Yahiko Chan – rio Kaoru feliz.

- ¡qué te dije del "Chan"!

La cena se desenvolvió con tranquilidad entre risas e historias, de vez en cuando la actitud tímida del espadachín hacia Kaoru, hizo que Megumi y Sanosuke se dirigieran miradas extrañadas entre ellos. Kaoru por su parte seguía avergonzada por lo sucedido pero la extrema timidez de Kenshin le había desconcertado tanto que incluso su propia vergüenza ahora parecía secundaria ante el pudor del espadachín que no la podía mirar a la cara por más de dos segundos.

Sin querer llamar mucho más la atención de sus amigos, Kaoru trato de disimular su propia vergüenza y siguiéndole el ritmo a Sanosuke brindo una y otra vez hasta que Megumi la detuvo sujetándole la mano cuando pidió un poco más de sake y con una mirada estricta impidió que Sanosuke sirviera a la joven.

- creo que eso fue suficiente niña – le llamo la atención la medico quitándole el choko de sus manos.

- deja a la nena en paz, bruja – intervino Sanosuke ya pasado de copas

- tu no te metas bruto – le espeto Megumi.

- Sessha cree que Megumi dono tiene razón, eso cree – murmuro tímidamente el espadachín dejando su propio choko sobre la mesa siendo atacado por el recuerdo de Kaoru en el baño en ese momento.

- te sientes bien Ken san – pregunto la doctora acercándose más de lo necesario al pelirrojo para tomarle la temperatura al ver como se había sonrojado desde el pecho hasta la punta de su cabello.

-ma, ma… Megumi dono…- le interrumpió Kenshin sujetándole ambas manos y obligándola a sentarse nuevamente en su lugar.- Sessha esta bien…

Kaoru miró intensamente al espadachín que al parecer después de un algunas de copas de sake había recuperado el valor para mirar a la joven. Sin decir nada Megumi se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo y sintiendo un poco de envidia sana y alegría comenzó a reír bajito, sirviéndose un poco más de sake se puso de pie para sentarse a un lado de Sanosuke y levantando el choko que tenia en su mano hizo un brindis en alto.

- ¡por los nuevos tiempos! – brindo la joven haciendo que el luchador a su lado la mirara con cierta amargura por su brindis, no le agradaba la idea de lo que significaban los nuevos tiempos para ella.

- ustedes son tan raros – finalmente interrumpió Yahiko mirando la botella de sake con intensidad.

El espadachín vio la sobriedad en la mirada del chico y lo compadeció al darse cuento que a estas alturas era el único que estaba en sus cinco sentidos.

- ¿quieres un poco? – pregunto Kenshin

Yahiko miro a Kaoru buscando su autorización indirectamente, pero esta simplemente seguía pendiente de Megumi, por lo que finalmente acepto recibiendo un poco de sake en el choko que Megumi había quitado a su instructora. Después de beberlo al seco Yahiko sintió el calor en sus mejillas y acomodándose en su lugar se dio vuelta para mirar a Kaoru fijamente. La joven finalmente dejo de mirar con desconfianza a la doctora y le dio atención al chico que ahora la miraba fijamente.

-qué sucede Yahiko, ¿por qué esa mirada? – le pregunto la chica comenzando a trenzar su cabello lentamente disimulando así lo molesta que se sentía por la actitud de Megumi.

- tengo una duda… – dijo con determinación el chico

-pues bien…adelante – le invito Kaoru volteando rápido y viendo a un desenfocado Yahiko frente a ella, recién notó lo ebria que estaba. "Como me conoce Megumi, siempre sabe cuando llego a mi límite con el alcohol" pensó la joven instructora tratando de enfocar bien su mirada.

- conversando hoy con Tsubame, me di cuenta de que nunca te preguntamos cómo fue para ti estar lejos de nosotros…- explico Yahiko mirando a Kaoru con atención.

Sanosuke y Megumi inmediatamente se enderezaron para prestar atención, ambos amigos no habían sido capaces de elaborar una pregunta como esta sin sentir que de algún modo podían pasara a llevar a Kenshin, sin embargo todos sabían que si había alguien que merecía entender y saber más de lo sucedido, esa persona si o si era Yahiko. El pelirrojo miro con preocupación a la joven instructora de kenjutsu que por unos segundos había quedado paralizada mirando a su alumno con sus manos aún en su cabello a medio trenzar.

Kaoru observo con atención el rostro serio de su alumno tratando de entender por qué el chico quería saber esto. Desde que todo el asunto con Enishi había terminado, Kaoru aún no podía dilucidar por que siempre que hablaban de este tema el semblante de todos cambiaba a uno sombrío y serio a pesar de que ella afirmara de que el hombre no le había hecho daño.

"Al menos no físico" se corrigió ella misma al darse cuenta de que sin embargo emocionalmente si había sufrido durante su estadía en la isla. Decidiendo responder la pregunta de Yahiko cerro los ojos y tomo aire para hablar. De pronto una ráfaga de emociones se apodero de ella.

-Yahiko, realmente fue…- murmuro Kaoru tratando de responder, pero su atención se desvió Mirando un punto en la pared por sobre el hombre del joven, el pensamiento de Kaoru su evidentemente viajando a algún lugar de su mente.

Una extraña sensación de angustia e irrealidad envolvió a la chica quien miro rápidamente con sospecha a su entorno, para luego volver a fijar la mirada en el chico

Kenshin al ver la mirada perdida de la chica, sospechó que tal vez este no sería un buen tema de conversación para una noche tan amena, preocupado le quito el choko de la mano al joven aprendiz del dojo, evitando que siguiera bebiendo y cerrando la botella que aún tenia algo de sake, trato de desviar la conversación.

- Yahiko, hoy ha sido un día agotador para todos especialmente para Kaoru dono – interrumpió Kenshin - ¿por qué no dejas estas preguntas para otro momento?…

-Ie…- murmuro Kaoru volviendo en sí – esta bien Kenshin, esta bien… - respondió Kaoru sin mirarlo

- ¿cómo fue? -repitió Yahiko decidido ante la incomodidad de Kenshin y la mirada que dedicó al chico la cual sugería que midiera sus palabras.

- lo que más me asustó…fue pensar que tal vez, jamás volvería a verlos …- reconoció la joven bajando la mirada y apretando sus manos contra su corazón – cuando traté de escapar y me di cuenta de que estaba en una isla… sentí mucho miedo, más miedo del que se puedan imaginar…

Kaoru guardó silencio por unos momentos, volviendo a recorrer con la mirada a sus amigos, analizando sus rostros con un poco de incertidumbre, como si no estuvieran ahí, como si de un sueño se tratara.

- soñé todas las noches con cada uno de ustedes – continuo hablando - estaba desesperada por volver, por hacerles saber de que estaba bien…- sonrió amargamente la chica al ver la cara de preocupación de Yahiko.

Kenshin observó a la joven con preocupación y remordimiento, oírla hablar abiertamente de lo que sucedió hacia que la admirara aún más, él ni siquiera era capaz de reconocer que durante el tiempo que ella no estuvo, lo único que deseaba era desaparecer de este mundo y no despertar jamás. Se había rendido por completo.

- yo también soñé muchas veces contigo – murmuro Yahiko sorprendiendo a Kaoru y a los demás– siempre te pedía que volvieras…

- ¿bueno acá estoy no? – le animo la chica acariciando su cabeza de manera ligera.

- hai… Tsubame dice que uno puede comunicarse a través de los sueños, me pregunto si será verdad…¿me viste llamándote? -pregunto el chico con genuina ilusión.

Kaoru se sorprendió por la seriedad con que Yahiko estaba hablando del tema, sin ninguna broma de por medio. Guardó silencio pensando en sus palabras, ella no solo soñó con sus amigos mientras estuvo secuestrada, sino que además soñó con la muerte de Kenshin tantas veces que al final del día ya no quería dormir, evitando a toda costa cerrar sus ojos mientras esperaba a que el espadachín la fuera a buscar. Enishi la había atormentado con la idea de qué una vez que Kenshin viniera por ella, lo destruiría por completo de la manera más dolorosa posible, relatándole innumerables formas de acabar con la vida del espadachín.

El lugar se sumió de pronto en un intimo silencio, Sanosuke fue el primero en hablar.

-no se mucho de misticismo…-dijo rascándose la cabeza el luchador- pero creo que si es posible hablar con los muertos en sueños…

- pero yo no solo me refiero solo a gente muerta – comento Yahiko obstinadamente – Tsubame me dijo que uno podía hablar y ver a personas vivas también…

- ¿Tsubame chan te ha dicho eso? – pregunto de pronto Kenshin llamando la atención del resto.

- si…ella me dijo que soñó conmigo mientras estuve inconsciente… - murmuró Yahiko pensativo

- Tsubame chan no se despego de tu lado en ningún momento mientras te recuperabas – sonrió Megumi entendiendo la preocupación de Yahiko.

-¿es posible entonces?, ¿Comunicarse en sueños? – insistió el joven

-yo diría que es más probable poder establecer contacto con personas que han muerto que con alguien que esta aún vivo… - comento Megumi acomodándose en su lugar.

- Sessha cree que es posible…– intervino el espadachín pensativamente y con un poco de tristeza mientras bebía un sorbo de sake, sus amigos se voltearon a mirarlo – he estado un par de veces al borde de la muerte…y he visto a espíritus hablarme – confesó el espadachín con cierto pudor.

Para Kenshin aún era muy difícil para abrirse con sus amigos y contarles sobre sus experiencias de vida y muerte. Hablar sin miedo a ser juzgado por sus pecados del pasado aún era un tabú que tenía hacia si mismo.

- pero también… -continuo el pelirrojo con cierta dificultad, antes de que Yahiko lo pudiera interrumpir- también he visto a personas vivas cuando he estado al borde de la muerte.

Kaoru clavo su mirada en los ojos amatistas del espadachín que ahora la miraban con atención y agradecimiento. Yahiko guardo silencio inmediatamente al entender lo que Kenshin le estaba diciendo mientras Sanosuke servía un poco más de sake al espadachín.

- he visto y he escuchado la voz de Kaoru dono cuando he estado al borde de la muerte más de una vez… - reconoció el espadachín haciendo girar el sake recién servido con un movimiento de su mano - solía pensar que solo los muertos podían hablarme, de esos siempre han habido muchos en mis sueños, la mayoría de las veces pidiendo mi muerte o haciéndose presentes como un recuerdo de mis errores pasados.

El silencio nuevamente se apoderó del lugar por unos momentos, pero esta vez, fue un silencio que peso sobre los hombros de todos los presentes. Kaoru no pudo apartar su mirada del espadachín olvidando por completo la vergüenza de hacia unos momentos atrás. Cada vez que Kenshin se atrevía contarles sobre su pasado y lo que había experimentado a raíz de este, la joven se sentía infinitamente agradecida de poder saber un poco más de él y su historia.

-…Kaoru dono ha sido la única voz y aparición que en vida me ha llamado durante mis batallas para que siguiera aferrándome a la vida…- confeso Kenshin sin levantar la mirada y jugando con el borde de su manga – por eso pienso que Tsubame chan tiene razón…

El espadachín dijo lo último en un susurro, como si recién se diera cuenta de lo que estaba hablando, como si por primera vez analizara su capacidad de conectar con los vivos y los muertos.

Kaoru sonrió cuando el espadachín termino de hablar sintiendo un agradable calor en su corazón y volteándose para ver si Yahiko había quedado conforme con esa respuesta, miro con atención como el joven lentamente comenzó a asentir ante las palabras del pelirrojo.

Megumi aclaro su voz en ese momento mientras comenzaba a ordenar calmadamente los platos ahora vacíos de la mesa, claramente intentando alivianar la gravedad del momento.

- cuando se esta en el umbral entre la vida y la muerte también se sueña…- dijo casualmente mientras ordenaba - en ese momento, se dice que si lo deseamos con todo el corazón, podemos conectar con esas personas que más necesitamos…

Kaoru escucho con atención las palabras de Megumi mientras Sanosuke recibía los platos sin siquiera reclamar, atento a la explicación de la doctora.

- obviamente se necesita de una fuerte conexión con aquella persona para que eso ocurra, -explicó la mujer- pero hay muchos registros que indican de que es posible…una vez unidas las conciencias con esa persona especial…se dice que puedes compartir hasta sueños si lo deseas.

Todos guardaron silencio pensativos ante las palabras de la doctora, especialmente Kenshin quien sabia perfectamente que el podía conectar con los muertos, pero solo con una persona del mundo de los vivos. Nunca había cuestionado este fenómeno hasta ahora, pero sabia muy bien que durante su enfrentamiento con Shishio fue Kaoru quien lo mantuvo con vida.

Poniéndose de pie de manera abrupta Megumi llamo la atención de todos. Kenshin se sobresalto ante su brusco movimiento pero disimulo su sorpresa rápidamente.

-muy bien, creo que ya es hora de descansar, tu ayúdame– le dijo la doctora el luchador dándole pequeños golpecitos con su pie en el muslo.

- ¿por qué yo?

- por que no puedes ser tan descarado, ya muévete – le ordeno saliendo con las cosas en dirección a la cocina.

- Deberían quedarse acá – interrumpió Kaoru antes de que la mujer saliera del comedor – ya es demasiado tarde para volver y esta demasiado frío.

- yo voto a favor – acepto el luchador, Megumi lo pensó unos momentos antes de asentir.

-arigato… - murmuro antes de salir del lugar con los platos sucios.

Kaoru se puso de pie en ese momento y quitándole los platos a Sanosuke, lo libero de la tarea que le había dado Megumi y sin darle tiempo para responder salió en dirección a la cocina.

- bueno…¿qué te parece una ultima ronda de sake antes de ir a dormir? – pregunto Sanosuke poniéndose de pie dirigiéndose a Kenshin extrañado por la actitud de las mujeres.

- supongo que no puedo negarme – respondió Kenshin mientras observaba a Yahiko a levantarse – Yahiko ve a preparar un futon extra para recibir a Sano en tu habitación…

-hai, hai, sabia que me lo ibas a encaletar a mi – dijo bostezando el chico saliendo en dirección a su habitación.

-oye, estoy acá por si acaso – respondió riendo el luchador.

-como sea, no metas ruido cuando te vayas a acostar…

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Kaoru y Megumi lavaban la loza en la cocina en silencio, la doctora dio algunas miradas disimuladas a la joven a su lado que a ratos parecía perderse en sus pensamientos para luego volver en si y prestar más atención a la tarea del enjuague de los platos.

Kaoru por su parte no podía evitar recordar las palabras del espadachín sobre ella hablándole en sus sueños, tenia curiosidad cuando y cómo fueron esos momentos. De alguna forma el hecho de saber eso, ahora la hacia sentir realmente especial y no podía evitar sentir un extraño cosquilleo en su pecho.

- estas muy silenciosa hoy – comento Megumi con un tono que sugería curiosidad.

-¿cómo dices? – pregunto Kaoru

- y distraída también por lo que veo… -murmuro con cierta pizca de burla la doctora.

-lo siento, estaba pensando en otras cosas – respondió Kaoru haciendo un gesto con su mano frente a su rostro como si eso le ayudara a aclarar sus ideas.

- eso se nota…- contesto Megumi soltando la cinta que sujetaba su kimono al terminar de lavar - ¿vas a dejar que Ken san siga con su trabajo si resulta que su cuerpo aún no esta preparado para una pelea?

- no lo sé Megumi – suspiro Kaoru ordenando los platos y ollas en el mueble metódicamente y reorganizaba la despensa para ordenar lo que Megumi había utilizado para cocinar.

- ¿sucedió algo? – pregunto inquisitivamente la mujer cruzándose de brazos.

Kaoru termino su tarea y volteándose a verla se cruzo de brazos imitándola defensivamente y tratando de disimular su nerviosismo y vergüenza fingió un poco de molestia.

-no, no ha pasado nada- respondió la joven kendoka – no creo que Kenshin siga en el nuevo trabajo…tu sabes que no le gusta trabajar para el gobierno, y la verdad es que yo prefiero que no trabaje con ellos…

Lo último lo dijo mirando hacia el piso con poco ánimo, si bien se había sentido feliz de saber que Kenshin estaba dispuesto a transar uno de sus principios por ella, después de pensarlo bien su opinión sobre la decisión del pelirrojo había cambiado un poco. Recordando cual había sido la opción que los patriotas habían tomado con Shishio al tratar de matarlo apenas dejo de serles útil y después de haber entendido que Kenshin seguía siendo una pieza importante en sus estrategias incluso hoy, al punto de que podía resultarle como un arma de doble filo al nuevo gobierno, Kaoru creía firmemente que el espadachín debía acotar sus relaciones con el poder lo más posible ya que nada aseguraba que no quisieran terminar con su existencia para acallar todos los crímenes y atrocidades que ellos mismos ordenaron a cometer.

Contradecida Kaoru se olvido de que Megumi seguía ahí con ella y sintiendo de pronto una mano en su hombro vio una mirada conocedora en el rostro de Megumi.

- ¿nos servimos un té antes de dormir? -ofreció la mujer amablemente, Kaoru no se resistió.

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Sentadas afuera de la habitación de Kaoru, ambas mujeres bebían el té mientras Kenshin y Sanosuke seguían a las afueras del comedor. Kaoru calmo un pocos sus nervios con la hierba que Megumi había agregado a su te habitual y ahora se sentía mucho más tranquila que antes.

- aunque no me quieras decir, se que algo entre Ken san y tu cambio- afirmo la mujer de repente.

- a qué te refieres – pregunto Kaoru clavando su mirada en el rostro de Megumi.

- Ken san ha aceptado tus límites – dijo como si fuera obvio la doctora, Kaoru la miro sin entender – y creo que nunca antes lo había visto tan cohibido como hoy….

- bueno, puede ser que se encuentre más sensible después de todo lo sucedido…- trato de razonar Kaoru no queriendo hacerse más ilusiones de las que ya tenía, sin deseos de confesarle a Megumi lo que había sucedido hoy en el baño.

- no necesitas engañarte niña tonta – le reto la doctora dándole un pequeño tirón de pelo

-no soy una niña -siseo Kaoru molesta mirándola con fuego en sus ojos.

- entonces deja de comportarte como una…- Megumi miro de reojo la habitación de la Kendoka viendo el arreglo de flores que decoraba el lugar – como has dormido sin la medicina, ya llevas varios días sin ir a buscarla…¿lograron tu y Ken san calmar sus pesadillas?

Kaoru en ese momento se dio cuenta de que lo que decía Megumi era cierto, desde que Kenshin había empezado a acompañarla hasta que se quedara dormida durante las noches, ambos habían empezado a controlar mejor los terrores nocturnos. Recordando la noche anterior y como prácticamente habían dormido plácidamente hasta la mañana del otro día bajo las mismas mantas y edredón con el espadachín, inmediatamente sintió su rostro arder, habían dejado de tomar las hierbas para dormir pero en reemplazo habían encontrado en la compañía del otro lo que las hierbas antes les daba.

- veo que por tu silencio y ese rubor en tu rostro has encontrado la forma de apaciguar tu corazón y el de Ken-san…

-no estoy segura aún -reconoció Kaoru con pudor – pero estoy sospechando que existe un método que nos puede beneficiar a ambos…

Megumi la miro con cariño y le regalo una sonrisa, para ella la chica Kamiya era un ser demasiado ingenuo e inocente como para darse cuenta de que todo lo que ella hacia siempre iba a beneficiar a Kenshin, solo ella no se daba cuenta.

-pues por qué no le propones ese método a Ken san abiertamente, estoy segura que con la nueva disposición que note hoy en él, estará dispuesto a aceptar cualquier cosa que le ofrezcas – dijo con picardía la mujer soltando una fuerte carcajada -ajjajajajaja

-shhhhh….¡que dices baka! – la reto Kaoru poniendo una mano en su boca para evitar llamar la atención de los demás

- Kaoru…aún eres muy torpe por lo que veo – se termino de reír la mujer – ¿todavía sigues temiendo que Ken san este buscando en ti un reemplazo de Tomoe San?

-¿qué? -pregunto ofendida la chica a la vez que sentía una punzada en su corazón.

Era cierto que la primera vez que oyó a Kenshin hablar de ella pensó que jamás podría reemplazar a Tomoe san, pero después de entender todo lo sucedido, supo jamás podría competir con un amor así de trágico y no quería competir contra eso tampoco. En cambio comprendió que Kenshin no necesitaba un reemplazo de alguien ya muerto, sino que necesitaba alguien dispuesto a amarlo a pesar de todas las cosas, aún sabiendo de su pasado y sus decisiones, alguien que aceptara sus defectos pero por sobre todo, que deseara su felicidad.

Después de la batalla entre Enishi y Kenshin, ella había decidido que haría lo imposible para ayudarlo a sonreír plena y sinceramente una vez más. No le importaba si era ella la persona que Kenshin eligiría para acompañar sus días, su decisión la tomo más allá incluso de su propios deseos, porque lo único que realmente anhelaba de corazón, era ver a Kenshin descansar de una buena vez de su vida de sufrimiento y dolor. Lo único que deseaba era su felicidad.

-¿qué pasó?, ¿por qué ese silencio? – pregunto preocupada la medico notando la expresión reflexiva de la chica.

-tu misma me dijiste que no me preocupara por eso… - murmuro Kaoru mirando de reojo a la doctora.

-eso dije, lo recuerdo – confirmo Megumi terminando de beber su te – estoy segura que tu significas mucho más de lo que te imaginas para Ken san, pero eso no quiere decir que no pierda la paciencia con lo torpe y lenta que eres… Tomoe san se sacrificó para que él entendiera el valor de la vida y el verdadero sentido de ella…pero tu niña tonta, eres la que lo hará feliz por el resto de su vida si dejas de ser tan tímida e insegura.

- Megumi San…- susurro Kaoru sorprendida.

- no se qué diablos pasó hoy pero estoy más que segura de que Ken san finalmente esta listo para ti…aunque no sé muy bien si tu estés lista para él

-¿lista para quien?- la voz de Sanosuke hizo que ambas mujeres saltaran de en su lugar abrazándose por la sorpresa.

-BAKA NO NOS ASUSTES ASI – bramo Megumi enfurecida, atrás una Kaoru semi infartada buscaba frenéticamente a Kenshin con su mirada, pensando que tal vez las había oído conversar.

-Kenshin esta apagando las lámparas del patio – respondió Sanosuke viendo lo pálida que estaba Kaoru – ¿lista para quien tienes que estar?

-no repitas tonterías – le reto Megumi pegándole despacio en su pierna

En ese momento apareció Kenshin quien después de asegurarse de que la puerta del dojo y de la casa estuvieran bien cerradas se unió al grupo. Cuando se acerco a ellos, se percato de que Kaoru estaba pálida pero no quiso hacer evidente su preocupación, en cambio decidió ser más sutil.

-ha sido una jornada larga, creo que es hora de que todos vayamos a dormir – indico el pelirrojo dando una mirada a Sanosuke , el luchador se encogió de hombros y sin decir más se despidió de las mujeres con su mano y se dirigió a la habitación de Yahiko.

- tienes razón Ken san, es hora de dormir – dijo Megumi poniéndose de pie y entrando a la habitación de Kaoru.

La joven instructora, por su parte seguía arrodillada mirando hacia el suelo paralizada por la vergüenza y la sorpresa que las palabras de Megumi habían causado en ella.

Atreverse a más era algo que aún la atormentaba, Kaoru sabía su forma de vida hacía que su rol como mujer en esta nueva sociedad fuera mal vista y poco aceptada. Tomar la iniciativa era algo que realmente le asustaba pese a no querer reconocerlo. Sabia muy bien que a los ojos de los demás ella era una mujer poco convencional, demasiado dominante, de carácter complicado e independiente en muchos sentidos, todas estas características no eran muy propias de una buena esposa. Atreverse a ser ella a dar un paso en la relación con Kenshin significaba aceptar que no era la mujer ideal de esta nueva era, no era delicada, no era buena cocinera, no sabia hacer arreglos florales como el resto de las mujeres, ella solo sabia blandir su bokken y practicar las artes marciales que le enseño su padre. Ella quería ser perfecta para el espadachín.

Inesperadamente sintió que sus ojos ardieron y las lagrimas se acumularon en ellos. Sentía miedo de lo que Kenshin podía pensar de ella si se atrevía a sugerir algún avance en su relación con él y que perdiera definitivamente el interés que había comenzado a recibir de parte de él.

De pronto frente en su campo visual apareció una mano firme y varonil que el espadachín le ofreció.

Sin querer mirarlo a los ojos temiendo que notara su angustia, acepto la mano del pelirrojo con cuidado y lentamente se puso de pie con su ayuda. Dándose cuenta de que el espadachín la comenzó a guiar a su habitación sin soltar el agarre mientras apoyaba la palma de su otra mano en su espalda baja, Kaoru se relajo un poco más al entender un poco más lo que Megumi había dicho anteriormente. Algo había cambiado entre Kenshin y ella y ese algo era que lo que ella tenia que terminar por definir.

-buenas noches Kaoru dono – se despidió en voz baja el espadachín apretando suavemente su mano y dejándola ir lentamente mientras le daba la espalda y se dirigía a su propia habitación.

Kaoru cerro los ojos reteniendo por unos momentos su aroma y el sonido de su voz antes de suspirar y botar el aire de sus pulmones. Hoy después de todo, había terminado siendo un buen día.

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El atardecer carmín teñía el paisaje del lugar, el puente que unía el pueblo con las haciendas más apartadas del lugar era ahora un arco negro que contrastaba con las figuras de los arboles coloreadas por la tonalidad cálida de la luz otoñal. Kaoru abrazaba sus piernas mientras miraba hacia donde se escondía el sol con nostalgia. A unos metros más allá Ayame y Suzume se entretenían haciendo coronas de flores para luego ponérselas en la cabeza al espadachín mientras Yahiko lanzaba piedras al río y Sanosuke lo observaba en silencio. Kaoru los observo a todos por unos minutos y cerro los ojos recordando lo sucedido hacia un par de horas atrás.

Siguiendo las órdenes que ese mismo día Megumi había dado a la hora del desayuno antes de que decidiera volver a la clínica y después del entrenamiento habitual en el dojo y la rutina de siempre del espadachín con sus típicas tareas del hogar, el Kenshigumi como bien lo apodaba Yahiko, se dirigió a la consulta del doctor Gensai para que Megumi pudiera examinar y evaluar a Kenshin usando los implementos médicos de la consulta y así dar un veredicto de mayor precisión sobre el estado actual de salud de Kenshin.

Luego de un meticuloso examen, Megumi dio su opinión sobre el estado del espadachín, diagnosticando el deterioro inminente de los músculos y articulaciones del pelirrojo, dándole un máximo de vigencia a su capacidad atlética de cinco años más a raíz del desgaste natural de su cuerpo por el nivel de exigencia que significaba practicar un estilo como el Hiten Mitsurugi ryu. La noticia, aunque había impactado un poco a todos, excepto a Kenshin que ya lo venia presintiendo, no fue lo que más los afecto, sino que lo que realmente los golpeo fue la noticia que decidió dar a conocer en ese momento la mujer.

En presencia sus amigos, del doctor Gensai y las más pequeñas del lugar, Megumi les contó que a raíz de una visita que recibió días después del encuentro de Kaoru y Adam Krafnovioff en el Akabeko, había tomado una importante decisión: Regresar a Aizu.

El amigo y socio del señor Yamazaki, el empresario y filántropo de Aizu, Mitsui Ishikawa, la había visitado dos días después de haber compartido con ellas en el restaurante cuando con ambas mujeres habían decidido ir a celebrar al Akabeko por los nuevos estudiantes del dojo Kamiya.

Guiado por la información que Yamazaki le había entregado, busco a Megumi interesado en su profesión y sus orígenes en Aizu. Sabiendo muy bien que el pueblo del que provenían ambos había estado desmoralizado por lo sucedido en la época del Bakumatsu, el enterarse de que una de las herederas de la tradición medicinal del lugar estaba con vida era una excelente noticia para la gente de su pueblo.

Eso, sumado al hecho de que parte del nuevo gobierno aún se resistía a modernizar esa zona por su pasado opositor a ellos, fue motivo suficiente para que el empresario decidiera de que era momento de abrir una clínica en la zona que pudiera atender a sus habitantes con la excelencia que solo alguien de la Familia Takani podía hacer y volver a darle dignidad a sus tierras.

Cuando Megumi les informó que se iría en una semana más, el silencio había sido absoluto por unos momentos, y aunque Kenshin había expresado sus buenos deseos por la decisión de la joven. No todos habían procesado la noticia con igual madures. Especialmente dos de ellos.

Después de la noticia, el animo del grupo decayó y aunque Kenshin propuso ir a ver el atardecer con las pequeñas y así distraerlas del hecho de que Megumi pronto partiría, Kaoru no podía dejar de pensar en que la doctora los dejaría. No entendía por qué pero la tristeza la embargo sin poder evitarlo.

Abriendo los ojos nuevamente la joven vió como Sanosuke se acerco a ella para sentarse a su lado en el pasto para luego dejarse caer y recostarse boca arriba para mirar el cielo arrebolado.

La intensidad de los colores impresionaron al luchador por su belleza e intensidad percibiendo el estado de ánimo se sintió con el deber de hacerla sentir mejor.

- qué pasa Jou-chan… ¿te sorprendió la noticia? – le pregunto el luchador sin mirarla

-por supuesto qué si, tu no pareces sorprendido…¿acaso ya lo sabias? – murmuro desganada Kaoru con su mirada fija en el agua del río.

- sabia que se iba, pero no comparto sus motivos… - comentó un poco decepcionado el hombre

- ¿por qué tiene que irse?, ¿es realmente necesario? – se pregunto en voz alta la Kendoka

- me hice las mismas preguntas – reconoció el luchador enderezándose para sentarse a su lado y acariciando la cabeza de Kaoru con fuerza continuo hablando – pero no tienes que darle muchas vueltas, es una mujer muy testaruda después de todo, supongo que no podemos hacer nada.

- pero es Megumi – insistió Kaoru enfrentando la mirada de Sanosuke pero guardo silencio al ver una expresión que jamás había visto en Sanosuke, era tristeza lo que veía en sus ojos.

-si, es Megumi…por eso mismo, hay que respetarla – murmuro el luchador mirando hacia el cielo.

En ese momento Ayame y Susume corrieron en dirección a ellos y lanzándose al cuello del luchador, intentaron ponerle una corona de flores en la cabeza. Kaoru proceso la ultima frase de Sanosuke sorprendida de la madures con la que el luchador había aceptado la decisión de la joven doctora y tratando de estar a la altura de la situación guardó silencio para procesar así todas sus emociones en silencio y proyectar tranquilidad para las pequeñas que ahora reían a costa del luchador.

Al ver como las chicas parecían haber cambiado de objeto de interés y ahora acosaban a "Sano nii san" buscó con su mirada a Kenshin, que la observaba a la distancia con varias coronas de flores en su cabeza mientras el doctor Gensai descansaba a su lado. Sonriéndole tímidamente a Kenshin la joven acepto algunas de las coronas que las niñas habían hecho e intentando sonreír con más animo a las chicas, ayudo a paralizar a Sanosuke con una llave para que las pequeñas pudieran finalmente coronarlo con sus flores.

Yahiko que había estado muy callado durante toda la tarde, se acerco a ella para avisarle que pasaría a ver a Tsubame antes de volver al dojo y sin decir nada más se dirigió el pueblo aprovechando las pocas horas de luz que quedaban. El doctor Gensai imitando a Yahiko anunció que ya era hora de regresar y Sanosuke inmediatamente se levanto tomando a ambas niñas en sus brazos y meciéndolas para hacerlas reír comenzó a guiar el retorno a la clínica en silencio.

Kaoru vio como todos se iban y en ese momento sintió una profunda angustia, la silueta de sus amigos desapareciendo en el paisaje otoñal era algo extrañamente nostálgico. Ensimismada observo como desaparecían en el horizonte y solo cuando se percato de que la sombra de alguien le privó de los pocos rayos de sol que aún caían, volvió a estar presente en el momento.

Kenshin vio la mirada entristecida de Kaoru cuando todos se fueron, incluso a la distancia pudo ver como sus ojos se pusieron cristalinos y la sonrisa que había forzado para las niñas se desdibujaba para dar paso a una línea recta en sus labios. Esta expresión de tristeza hizo que reaccionara inmediatamente y sin saber bien qué quería decir se acerco a ella.

- Kenshin…

- Kaoru dono, ¿desea usted volver al dojo? – le pregunto nervioso recordando que aún tenia las coronas de flores en su cabeza, sacándoselas torpemente.

- ie…quiero quedarme un poco más aquí – dijo la joven sin poder evitar algunos pucheros en sus labios.

- Kaoru dono…– sorprendido por la emocionalidad de la chica, el pelirrojo inmediatamente se arrodillo a su lado sujetándola de los hombros con cuidado – ¿qué le sucede?

Kaoru escucho la formalidad en sus palabras y sin poder evitarlo dejo salir el llanto que estaba conteniendo, llevándose ambas manos al rostro comenzó a llorar con mucho sentimiento, sin poder controlar su tristeza.

-¿oro? – Sin saber que hacer el espadachín comenzó a acariciar la cabeza de Kaoru suavemente – Kaoru dono por favor, ¿dígame qué le pasa?

- no me pasa nada – negó con la cabeza la chica tratando de quitar la mano del espadachín de su cabeza

- ie, no me mientas Kaoru – dijo con un poco más de calma el pelirrojo ganando la atención de la chica- ¿por qué no me dices qué es lo que te dio tanta pena?

Kaoru miro con sus ojos llorosos al espadachín y reteniendo el sonido de su nombre en los labios de Kenshin trato de calmar su llanto. Bajando la cabeza avergonzada seco sus lagrimas pero la mano del espadachín en su mentón la obligo a levantar la mirada y enfrentarlo.

- ¿qué puedo hacer para que sonrías, Kaoru?

La joven sintió en ese momento el cariño con que el espadachín le estaba hablando y sin poder contenerse se inclino para esconderse en su pecho, casi instintivamente su cuerpo busco consuelo y refugio en los brazos del hombre que estaba frente a ella.

Tras unos segundos sin reaccionar, Kenshin envolvió lentamente con sus brazos a la joven y la dejo llorar contra su pecho sin decir nada. Acariciando su espalda suavemente la contuvo por unos momentos antes de escucharla hablar.

- ellos son mi familia, ustedes, todos – dijo sin aliento la joven – después de la muerte de mi padre, ustedes son los únicos a quienes realmente espero tener para siempre a mi lado…

Kenshin sintió que su corazón se ensanchaba en su pecho al escuchar hablar a Kaoru, para él la joven tenía un hermoso corazón, el más compasivo y amable que había conocido en mucho tiempo. Sus palabras lo hacían sentir amado al punto de pensar de que no necesitaba nada más, con la afirmación de que él realmente formaba parte de su familia, sintió una felicidad que solo podía ser opacada por las lagrimas de tristeza que la chica derramaba mientras hablaba.

- estaremos siempre a su lado Kaoru dono -murmuro el espadachín apoyando su mentón sobre la cabeza de la chica, afirmándola con más fuerza contra su pecho

- pero Megumi… - respondió la kendoka escondiendo su rostro en su hombro mientras se atrevía a devolver el abrazo con suavidad. – si Megumi se va…las cosas no serán lo mismo, no quiero perderlos – reconoció Kaoru separándose un poco del cuerpo del espadachín y mirando fijamente a Kenshin.

- solo se pierde a quien nunca estuvo… – susurro con dulzura y casi sin aliento el espadachín al ver como rostro expresivo de la chica era iluminado por el último rayo de sol, haciéndolo ver aún más hermoso que de costumbre.

Kaoru vio como el rostro del pelirrojo dejaba su habitual expresión madura para transformarse lentamente en una expresión de dulzura y preocupación. Kaoru guardo silencio sintiendo la calidez de sus manos en su cintura y espalda y sintiendo los latidos de su corazón en sus oídos sintió un intenso deseo de cerrar la distancia con el espadachín, sin embargo estaba paralizada por los nervios y la inesperada intimidad del momento.

- Sessha cree que la partida de Megumi dono no será una despedida definitiva, eso cree…-murmuro el espadachín inclinándose hacia ella – Sessha promete ayudar a Kaoru dono a mantener a la familia unida.

Kaoru guardo silencio ante esa declaración buscando con su mirada en el rostro del espadachín algo que le dijera que lo que acababa de decir era producto de su imaginación, sin embargo la mirada del pelirrojo seguía fija en ella con esa expresión dulce y amorosa que no había visto en otras ocasiones. Agradecida Kaoru asintió lentamente, sintiéndose un poco mejor y con un renovado sentimiento de esperanza apoyo su cabeza una vez más en el pecho del espadachín, disfrutando de su calor y aroma.

Sintiendo como el abrazo de Kenshin se relajaba un poco alrededor de su cuerpo, Kaoru se atrevió a dar un paso más hacia sus sentimientos y sin que el espadachín pudiera predecir sus movimientos, la joven se enderezo y tomando su rostro con ambas manos bajo su cabeza para besarlo suave y tiernamente en su frente.

- muchas gracias Kenshin…ya me siento un poco mejor – sonrió la joven dejándolo ir y poniéndose lentamente de pie.

Kenshin la observo con la boca abierta sintiendo arder el lugar donde la joven había posado sus labios hacia unos segundos. Quedo paralizado por unos segundos con sus brazos en la misma posición, como si aun tuviera a la chica entre ellos y solo cuando la joven se dio le extendió la mano para ayudarlo a levantarse reacciono aceptando su ayuda. Cuando la joven había comenzado a soltar su mano para comenzar a avanzar en dirección al dojo, Kenshin decidió que no quería dejar de sentir el calor se su mano y adelantándose a ella, entrecruzó sus dedos con los de ella y guiándola la encaminó de regreso al dojo.

- Sessha cree que ya es demasiado tarde para que sigamos a los pies del río, eso cree, será mejor que nos apuremos…

Kaoru sonrió tímidamente mirando sus manos unidas y respirando profundamente agradeció que la luz ya se había ido para disimular el rubor que ahora cubría sus mejillas.