Hola! Muchas gracias por sus comentarios, me alegro mucho de que estén disfrutando la historia. La verdad es que ha tomado un rumbo inesperado incluso para mi jajaja veamos hasta dónde nos llevan nuestros queridos personajes.

Disclaimer: Ninguno de los personajes me pertenece. La historia está ubicada después del último episodio del anime / post Jinchu. En un inicio mi idea era terminar con la partida de Megumi y Sano pero esto ha evolucionado y he decidido continuar con el desarrollo de la relación KxK. Una historia centrada en cómo Kenshin logra finalmente vivir en el presente y que ocurre con él después de estos eventos.

X

Kaoru sentía los latidos de su corazón en todo el cuerpo, llevaban paso lento mientras caminaban hacia el dojo, el calor de la mano del espadachín tomada a la de ella era una sensación nueva y aún así se sentía familiar. No podía ocultar su ansiedad y aunque que intentó más de una vez decir algo, sus palabras morían en su garganta antes incluso de poder elaborarlas. Sin embargo el silencio no era algo que molestara al pelirrojo al parecer, por su caminar pausado y semblante relajado Kaoru intuía que el espadachín prefería el silencio antes que alguna conversación incómoda. Por esta misma razón, había decidido mantener esta caminata lo más calma posible.

Las lámparas de los callejones y haciendas comenzaban a iluminar el centro de Asakuza, el sonido de las hojas contra el viento llegaba como un murmullo a sus oídos mientras más se acercaban al dojo. Kaoru, que iba unos pasos más atrás del espadachín observo con disimulo la silueta de este y sintió un sentimiento cálido en su corazón.

De pronto el sonido de unas sandalias contra la tierra alertó a ambos y reduciendo la velocidad de sus pasos los jóvenes miraron por sobre sus hombros a la persona que venía en dirección a los ellos.

Corriendo hacia ellos, venía Tsubame con el mandil del Akabeko aún puesto, indicando que su jornada aún no terminaba. Extrañado Kenshin inmediatamente se adelantó hacia ella pero al ver a la chica avanzar en su dirección con expresión preocupada, inesperadamente experimentó un flashback de su estadía en Rakuninmura, recordando una de las tantas veces que la chica lo fue a visitar a ese lugar para tratar de convencerlo de volver a vivir con ellos durante la ausencia de Kaoru. Ante la fuerza del recuerdo de la chica llorando para hacerlo volver en sí, el espadachín se detuvo en seco. Un sentimiento de remordimiento lo paralizó por completo por unos segundos.

Kaoru vio como Kenshin se detuvo inesperadamente unos pasos antes sin intentar detener la carrera de la chica, preocupada la joven noto como sus hombros se tensaron.

Lamentando que el momento de intimidad entre ellos fuera interrumpido de esta manera y preocupada por la extraña reacción del espadachín Kaoru se adelantó para detener la carrera de la chica con su cuerpo, envolviendola con sus brazos para calmarla. En ese momento noto que el espadachín había recuperado su capacidad de reacción acercándose a ellas.

-Tsubame chan, ¿qué sucede?, ¿esta todo bien? – preguntó la joven instructora mirando con preocupación a una agitada Tsubame que luchaba por recuperar el aliento.

- ¿dónde está Yahiko? – preguntó el pelirrojo acercándose a ambas.

- esta, ah…, esta to- todo… bien – logró decir la chica recuperándose – gomen- gomenasai, no era mi intención asustarlos… -Se disculpó Tsubame separándose de Kaoru e inclinándose para pedir disculpas.

Kenshin se relajó un poco pero observó con preocupación el rostro sonrojado y agitado de la niña. Kaoru le dedicó una mirada disimulada al pelirrojo y agachándose a la altura de Tsubame le pidió que les explicara qué era lo que la había hecho correr de esa manera hacia ellos.

- ¡es Yahiko chan!

-¿qué pasó con él?, ¿esta en problemas? – preguntó inmediatamente Kaoru enderezandose y fijando su mirada en el camino que llevaba al pueblo.

- No, osea si, quiero decir… - dijo un poco confundida la chica con ansiedad.

-¿Dónde está él? – preguntó Kenshin al ver el rostro preocupado de Kaoru que parecía estar imaginando distintos escenarios en su mente.

- en el Akabeko, pero…- Tsubame no terminó de explicar lo que sucedía cuando Kenshin vio a Kaoru sacarse sus sandalias y levantando las puntas de su kimono se echó a correr en dirección al restaurante sin siquiera pensarlo dos veces.

- ¡Kaoru San! – la llamo la niña pero Kaoru no se detuvo y siguió corriendo.

- ¡Kaoru dono!, ¡espere por favor!- Kenshin vio sorprendido como la figura de la chica comenzaba a desaparecer en la oscuridad de la incipiente noche – Tsubame chan, perdone si la incomodo con esto pero por favor súbase a mi espalda, así alcanzaremos más rápido a Kaoru dono.

- ¡Hai! - Kenshin espero a que Tsubame se subiera sobre su espalda para correr con ella a cuestas y así poder alcanzar a Kaoru.

Kenshin nunca dejaba de sorprenderse con esta mujer, desde la primera vez que la vio supo que la energía protectora y valiente de la joven era algo que la hacía diferente de otras chicas y por lo mismo, Kenshin sentía que su atracción hacia ella desde el día uno había sido casi inevitable. Verla correr de esta manera le daba una especie de alegría inexplicable, ella era completamente impredecible si lo veías desde afuera pero para él, Kaoru era el ser más transparente que conocía. Ella siempre actuaba según lo que le parecía correcto y cuando se trataba de proteger a uno de su familia adoptiva, no había nada que pudiera detenerla para hacerlo.

Logrando finalmente alcanzarla, llegaron juntos al Akabeko, Kaoru abrió estrepitosamente la puerta del local y agitada busco con la mirada al joven aprendiz del dojo Kamiya Kasshin. Todos los presentes se voltearon para mirarla.

- ¿dónde estás Yahiko?, ¿estas bien? – preguntó agitada la pelinegra, buscando con la mirada.

- ¡Kaoru san! – exclamó sorprendida Tae al ver el estado en que su amiga estaba. Despeinada, descalza solo con sus calcetines, con sus sandalias en sus manos y el Kimono aún arremangado exponiendo sus piernas.

En ese momento Kaoru se percató de que a diferencia de otros días el restaurante no estaba lleno y solo había una mesa en el centro con una especie de comité en reunión. Todos los presentes la observaron como si tuviera tres cabezas y solo en ese momento la chica sintió un poco de pudor.

Kenshin dejó a Tsubame en el suelo y la chica inmediatamente corrió para unirse a Tae y deshacerse en disculpas por abandonarla en mitad de servicio. De reojo el espadachín vio que Kaoru se encontraba mortificada por su llamativa entrada y sonriendo para si mismo, tomó las sandalias de las manos de la kendoka y sin decir nada se agachó para ayudarla a ponérselas.

- Kaoru dono…- murmuró fingiendo normalidad para ayudarla a sobrevivir el bochorno.

Kaoru reaccionó casi por inercia y dejando caer su kimono, obedeció al pelirrojo dejando que la ayudara a poner sus sandalias de vuelta en sus pies. Agradecida por el amable gesto Kaoru asintió inclinándose y Kenshin se volteo para mirar a Tae y el resto de los comensales.

- Tae San, disculpe nuestra interrupción, pero nos alarmamos al saber que Yahiko al parecer podría estar en problemas – se disculpó el espadachín llevando una mano a su cabeza fingiendo despreocupación para disipar la incomodidad del momento.

- Ken San… Yahiko no está en problemas…

- solo los está dando – interrumpió una de las mujeres de la mesa -nos acaba de llamar viejas envidiosas y conservadoras hace solo unos minutos.

- así es, además insiste en que el Dojo donde práctica debería ser sede para las próximas festividades -complemento otra mujer de cabellos grises.

-¿eh?- Kaoru ladeó su cabeza en respuesta a las acusaciones que se hacían de su pupilo.

- ¿oro?… ¿Yahiko se está portando mal entonces?– río Kenshin al darse cuenta de lo que pasaba.

- ¿ustedes son sus padres?, no se parecen a nada a él – comentó otra mujer con cara de pocos amigos.

Kaoru ignoró que pensaran en ella y Kenshin como los padres de Yahiko pero no le gusto el hecho de que estuvieran juzgando a su pupilo sin que él estuviera presente.

- No, no lo somos, pero eso no le da derecho para decir esas cosas – le recrimino Kaoru acercándose a la mesa – ¿Dónde está Yahiko?, ¿para qué nos fuiste a buscar Tsubame chan?

-Y-Yo los traje porque Yahiko e-estaba fuera de control, prometiendo cosas que estoy segura les traerá problemas a ustedes….- confesó avergonzada la chica.

- ¿a qué te refieres? – preguntó la joven entrecerrando sus ojos.

-Tsubame…¡no me digas que me acusaste! – de pronto Yahiko apareció con dos bandejas en sus manos y un rostro que expresaba molestia – ¡primero dejas tu puesto en pleno servicio y me dejas la tarea a mi, solo para acusarme!

Sirviendo a los comensales sus platos, Yahiko se acercó a Tsubame ofendido mirándola detenidamente, finalmente desvió su mirada al resto de presentes conteniendo su molestia hacia la chica.

- Gomen Yahiko chan… no quería que te metieras en problemas que no pudieras solucionar.

-no me digas Yahiko Chan – dijo entre dientes Yahiko sacándose el mandil y pasándoselo de mala gana a la chica.

- no estoy entendiendo… -insistió Kaoru esta vez mirando a Tae en busca de respuestas.

- Kaoru san, Ken san, les presento al comité del ayuntamiento que estará encargado de organizar el festival de otoño de este año – explicó Tae con paciencia- El Akabeko y sus servicios se sumarán como parte de las actividades de ese día y hoy estamos comenzando a organizar las actividades y roles que cumpliremos…

Kenshin guardó silencio y relajándose al darse cuenta de que tan solo se trataba de un problema menor, se alejó del grupo para descansar, dejando su espada a su lado se sentó tranquilamente en una de las mesas desocupadas a esperar a que todo se terminará de aclarar.

Mientras esperaba a que todo se desenredara Kenshin escucho a los presentes hablar de cómo este año pretendían hacer que el festival de otoño fuera una gran festividad, la mejor, según lo que esta nueva directiva se había propuesto, ya que creían que los años anteriores no se había hecho lo suficiente y ante la llegada de tanto inmigrante europeo les preocupaba mantener sus tradiciones y raíces vivas de la manera más digna y orgullosa posible.

Por lo mismo a las típicas actividades que habitualmente se hacían durante el Ikegamik Honmonji Oeshiki, habían decidido incluir una caravana por el pueblo con motivo de homenajear a la diosa Kannon. Fue en ese momento en que la atención de Kenshin volvió enfocarse en la conversación observando con atención a todos especialmente a Yahiko que en ese momento volvió a exaltarse.

-Y por eso mismo es que creo que el Dojo Kamiya debería ser considerado como parte de la ruta y es más…yo creo que la fea es la candidata perfecta para representar a esa diosa- dijo con intensidad el chico golpeando con sus manos la mesa sobre saltando al resto.

- espera Yahiko, ¡qué locuras estás diciendo! – le detuvo Kaoru que se había sentado a un lado de Tae mientras le explicaban qué era lo que estaba sucediendo.

-no son locuras fea, si lo piensas bien este festival quiere enaltecer nuestras costumbres, pues bien, qué mejor para nuestro dojo que participar para hacernos más conocidos – se cruzo de brazo el chico con suficiencia.

-no creo que sea este el tipo de publicidad que necesitemos – siseo Kaoru ahora de mal humor. Yahiko estaba ofreciendo cosas que no estaba segura de querer o poder cumplir.

-te dijimos chiquillo, Kamiya san no tiene el espíritu y la estampa que se necesita para representar a una deidad en tiempos de festividad – replicó una de las mujeres que había hablado al inicio.

-¿disculpe? – pregunto molesta la joven kendoka con el ego herido, si bien estaba molesta con Yahiko y pensaba que la razón de todo el alboroto era algo sin mucha gravedad el tono de la mujer le había ofendido – ¿y usted es?...

- Akihiro Tanaka… - respondió con arrogancia la mujer haciendo un gesto para que el resto guardara silencio – y soy la encargada de dirigir todo este asunto.

- Tanaka san, no la conozco en absoluto, pero creo que sus palabras han sido de muy mala educación – comentó Kaoru ajustando su moño con fuerza.

Kenshin observó a la distancia la acción de la chica con su cabello, este era un gesto que conocía muy bien gracias a que solía espiar de reojo los entrenamientos de la chica mientras lavaba la ropa y la identificaba como una señal de preparación que habitualmente hacía la joven cuando practicaba Kenjutsu. Kenshin sospecho, dada la situación, que este era una señal que podía interpretarse como la preparación de la chica ante un posible enfrentamiento.

- No quiero parecer una mala educada Kamiya San, pero el comité efectivamente hizo una lista de las jóvenes que pensábamos postular para su participación, y aunque hubo algunos que la propusieron a usted… - sugirió la mujer alzando una ceja acusatoriamente y dándoles una mirada de descrédito a algunos de los presentes, principalmente hombres jóvenes, volvió a centrar su mirada en Kaoru. – No creo que reúna las condiciones para hacerlo.

- ¡decidiste excluirla de la votación solo porque a ti no te parecía! – Acusó Yahiko con rabia.

Kenshin observó con un poco de gracia al joven espadachín, podía entender los sentimientos del chico, su pataleta seguro había comenzado por intentar defender a su instructora. Inhalando profundamente se puso de pie para acercarse en silencio a los demás, apoyándose contra uno de los pilares del lugar se escondió entre las sombras para que los demás no se percataran de que se había acercado a escuchar.

- no le hables así a tus mayores – le reto la mujer con desprecio.

-te hablo como quiero – espetó el chico mientras sentía que Tsubame le ponía una mano en el hombro para calmarlo.

-ya basta Yahiko, recuerda lo que te dijo Kenshin… - le retó con calma Kaoru dándole una mirada comprensiva – así no se le habla a una mujer, no importa lo desagradable que te resulte…

Yahiko clavó su mirada en Kaoru y contrariado asintió en silencio calmandose. Kaoru observó el grupo de personas que estaban reunidas, resultaba inesperado ver a un grupo de mercaderes, costureras, artesanos y descendientes de samurái todos reunidos en una mesa para discutir sobre estos temas, pero más surreal le parecía que ella estuviese en la misma mesa, discutiendo si calificaba o no para representar una deidad femenina.

Lo que menos deseaba era que su feminidad fuera expuesta y juzgada como una falla a las formas tradicionales y honorables. Especialmente si estos cuestionamientos provenían de un grupo bastante conservador respecto a las nuevas formas de la era Meiji.

- Akihiro san, con toda la estima que le tengo, creo que al ser propuesto el nombre de Kaoru san, debería ser el comité en su conjunto con el pueblo el que debe decidir quién puede representar a nuestra querida diosa Kannon…- intervino Tae tratando de amenizar el tono de la conversación.

- Pero ella no es lo que se entiende por tradicional…– se quejó la mujer abanicándose y recibiendo algunos gestos de apoyo dentro del grupo, especialmente por las mujeres y hombres de más edad.

- pero eso no es lo que debe importar – se atrevió a decir una de las mujeres más jóvenes de la mesa que llevaba un hermoso kimono celeste bordado con hilos de seda blanco – dijimos que nos guiaremos por las cualidades de nuestra diosa…

- Y eso fue lo que dije yo – se quejo Yahiko – cuando llegue acá estaban hablando de las nobles cualidades de Kannon, yo no sé mucho de budismo o esas cosas, pero tengo la certeza de que Kaoru es la persona indicada para encarnarla – insistió el chico sacando pecho orgullosamente.

Kaoru se puso de pie incómoda, toda esta situación le había puesto de mal humor y arruinado toda la seguridad que había sentido mientras caminaba de la mano con el espadachín. Con una expresión de tristeza Kaoru se inclinó para irse.

- hagan lo que quieran, pero primero debería preguntar a las involucradas si están de acuerdo o no con su postulación…y por último, si quieren honrar a una Diosa tan benévola como Kannon, deberían mostrar más respeto por ella cuando usan sus palabras – sentenció la chica dándose la media vuelta en dirección a la salida.

- ¡Kaoru!- Yahiko la siguió inmediatamente.

Kenshin suspiro viendo la escena desenvolverse delante de sus ojos y afirmando su sakabatou con su mano siguió a la joven y su pupilo no sin antes dirigirles una mirada de reproche a los presentes. Habían vuelto a hacer que la mirada de Kaoru se entristeciera y no era momento para que eso sucediera, no después de haber logrado hacerla sentir mejor después de la noticia entregada por Megumi y de su conversación en el río.

Akihiro le devolvió la mirada, recorriéndolo con sus oscuros ojos de pies a cabeza con desprecio y sosteniéndole la mirada con decisión se atrevió a decir lo que pensaba.

- Kamiya san no puede ser parte de esto, menos cuando vive con un hombre mucho mayor que ella por fuera del matrimonio sirviéndole de escondite al infame hitokiri, battousai el destajador

La última frase la escupió con todo el veneno posible, haciendo que el espadachín se paralizara por completo en su lugar. En ese momento Tae se puso de pie golpeando la mesa con ambas manos.

-ya basta Tanaka San, ¡en este lugar no están permitidas las faltas de respeto!

- ¿respeto?, de qué respeto hablas si dejas entrar a un asesino con una espada a tu restaurante como si fuera una blanca paloma…

Kenshin dio la espalda a la mujer apretando su mandíbula con fuerza para ocultar su malestar, no podía evitar sentir un poco de dolor al escuchar el odio que exudaban las palabras de la mujer pero lo que más le pesaba era que su reputación seguía causándole problemas a la joven instructora.

Kaoru que había estado esperando en la puerta escuchó las palabras de la mujer y sintió su sangre hervir, devolviéndose caminó rápidamente hacia la mujer y cogiendo un vaso de agua que estaba sobre la mesa y para la sorpresa de todos los presente, le lanzó el agua directo al rostro.

- eres una mujer cruel – dijo conteniendo su rabia Kaoru mirando desafiantemente a la mujer – no permitiré que le faltes el respeto a Kenshin de esta manera.

- ¡eres una mujerzuela! – apenas respondió al mujer sacando de su rostro los mechones de pelo que estaban pegados en su rostro a causa del agua.

- llámame como quieras… - desafió aireada la muchacha- pero si tan solo supieras el tipo de persona que Kenshin es…te tragarias esa lengua venenosa que tienes…

Kaoru miró intensamente a la mujer y luego a todos los presentes, con su respiración evidentemente agitada haciendo que su pecho subiera y bajara con rapidez.

- Kenshin es la persona más amable y desinteresada que he conocido – continuó hablando la joven apretando sus puños fuertemente a sus costados - él no dudaría ni siquiera un segundo en protegerlos a todos ustedes de ser necesario. Su pasado no es más que una carga para él, por la que jamás nadie ha mostrado un ápice de entendimiento o comprensión, es fácil juzgar desde su vereda, ustedes que lo tienen todo y jamás han puesto su vida en riesgo por el bien estar de otros…todos merecemos una segunda oportunidad en la vida…y yo no soy quien para negársela a él.

- Kaoru dono… - Kenshin se volteo a verla con sorpresa por sobre su hombro.

- vámonos Kenshin, no tenemos nada que hacer acá – le dio la joven tirando suavemente de su gi obligándolo a avanzar. El pelirrojo se dejó guiar casi por inercia sin despegar su mirada de la espalda de la joven.

Cuando cruzaron la puerta Yahiko que también se había devuelto, volvió a mirar a los demás con reproche y dando su última observación siguió a sus dos amigos.

- debería darles vergüenza hablar de la diosa de la misericordia y no entender siquiera lo que es el perdón… Kenshin, yo y mis amigos hemos sido perdonados y aceptados por Kaoru en su vida y dojo, si eso no es suficiente como para convencerlos de que ella es una buena opción para su tonto festival entonces son unos hipócritas.

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Kaoru empujo la puerta del dojo con fuerza y entro rápidamente seguida de Kenshin y Yahiko, ninguno de sus dos acompañantes se atrevieron a decir algo al ver a la joven tan ofuscada, la chica apenas entró comenzó a encender las lámparas del lugar mientras se paseaba respirando pesadamente por el patio, recogiendo la ropa que Kenshin había lavado temprano y sin siquiera dirigirles una mirada. Kenshin aún estaba ensimismado por las palabras de la mujer en el Akabeko, estas aun hacían eco en su mente y el sentimiento de culpa se había intensificado nuevamente.

Al percatarse del silencio a su alrededor Kaoru dio una mirada furiosa a ambos y levantando la voz los increpó.

- ¿Yahiko que crees que haces? Ayúdame a entrar la ropa, el cielo se nublo de seguro comenzará a llover en cualquier momento, no te quedes ahí parado mirando – le ordenó molesta sin poder contener su enojo aún sabiendo que Yahiko no tenía culpa de las palabras de la mujer.

-Ha-hai – obedeció el chico sin intención de hacer las cosas más difíciles.

Kenshin vio como la chica no le dijo nada a él, tratando de omitir su presencia voluntariamente. Acercándose a ella intentó ofrecerle ayuda silenciosamente, sin embargo Kaoru le hizo el quite y mirándolo con intensidad a los ojos respiro profundo para luego hablar.

- se que debería ser yo la encargada de la cocina, pero no creo que sea buena idea…No quedó nada de la cena del día de ayer, ¿puedes encargarte de la cena Kenshin, por favor? – preguntó con vergüenza la chica bajando la mirada, las acusaciones de Akihiro calando hondo en su mente.

Kenshin vio la turbada mirada de la joven fija en las ropas que sostenía entre sus brazos y lamento que esa mujer tuviera una lengua tan afilada, había logrado hacer sentir mal a todos con sus acusaciones. Kenshin asintió en silencio y sin poder evitarlo levantó suavemente con su mano el mentón de Kaoru para obligarla a mirarlo.

- yo me encargo de la cena Kaoru dono, no hay problema – le confirmó el espadachín viendo como la chica trataba de sostener la mirada a pesar de su evidente incomodidad.

- Arigato Kenshin…- Murmuró la chica desviando la mirada con tristeza

- Solo para que lo sepa… – continuó hablando el espadachín, llamando nuevamente su atención - a mi sí me gusta la comida que usted prepara, siempre que usted se encarga de la cocina pone todo de sí y ese es el mejor condimento para una buena comida – sonrió con amabilidad el espadachín al verla tan disminuida frente a él.

Kaoru se sonrojó ante el reconocimiento y sin poder responder con palabras asintió lentamente mientras sentía que la mano del espadachín dejaba ir su mentón y le daba la espalda para dirigirse a la cocina. Dejando escapar el aire de sus pulmones apretó sus ojos con fuerza y trato de contener todas las emociones que sentía en su pecho que amenazaban con desbordarse en cualquier momento.

Viendo como Yahiko terminaba de recoger las últimas prendas de ropa se dirigió a la habitación de servicio para dejar la ropa y pidiéndole al niño que le llevara las prendas que él había recogido, se encerró en la habitación a doblar la ropa y separarla según su dueño para tratar de controlar sus sentimientos y ordenar sus ideas.

Se preguntó qué había estado pensando Yahiko cuando había decidido involucrarla en un tema tan trivial como el festival. Sabía que era un evento simbólicamente importante, pero hace mucho tiempo que ella sentía que la vida en comunidad le había dado la espalda, en el segundo en que decidió asumir la titularidad adjunta del dojo de su padre, negándose a vender el dojo y casarse con el primer pretendiente que se lo pidiera, había sellado su destino.

Por que sí, apenas las noticias de que su padre no volvería de la guerra se propagaron por el pueblo, Kaoru recibió al menos dos propuestas de matrimonio y otras tres propuestas de compra del dojo asumiendo que hasta ahí había llegado su etapa como maestra de Kenjutsu. Pero su honor y pasión fue mucho más grande en ese momento y fue juzgada por eso, los eventos que le siguieron en su vida, no hicieron más que profundizar esos prejuicios hacia ella, pero sabía que habían otros que la seguían respetando, especialmente quienes entendían de Kenjutsu y conocieron en vida a su padre y a su madre, ellos siempre se habían mantenido amables con ella.

Sin darse cuenta termino de ordenar todo y recorriendo con la mirada las ropas ordenadas unas arriba de otras según su dueño Kaoru estiró su kimono con delicadeza y tratando de reponerse del mal momento se puso de pie para unirse a los demás.

Kenshin estaba concentrado terminado de preparar el curry de tofu cuando escucho la mampara de la cocina abrirse, Kaoru entró en silencio y manteniendo su presencia en bajo perfil comenzó a preparar la mesa y los platos para la cena. Kenshin la observó unos segundos conflictuado, quería pedirle disculpas por haberla expuesto de esa manera a la crueldad de Akihiro pero al mismo tiempo no quería hacerla pensar en eso antes de comer.

De pronto sintió una mano en su codo y se dio cuenta de que había dejado de revolver quedando su brazo a medio camino, la kendoka le dirigió el brazo de regreso a la olla sin mirarlo y sin decir más comenzó a servir el arroz.

- ¡Yahiko, la comida ya esta lista! – llamó la chica al residente más joven del lugar.

Cenaron en silencio, todos temiendo decir algo que pudiera incomodar al otro, Yahiko se veía mortificado por su arrepentimiento. Tsubame había estado en lo cierto, había metido en problemas a Kaoru y Kenshin simplemente porque no pudo controlar su orgulloso carácter. Se sentía tonto y no sabía cómo pedirle disculpas a Kaoru sin desatar algún reto o peor, ataque de furia de la joven que hasta el momento había actuado bastante civilizada con él.

Yahiko sabía que algo estaba sucediendo pero no lograba identificar por qué el ambiente había escalado a uno tan denso a raíz de lo sucedido en el Akabeko, según su memoria nunca antes habían cenado en tal silencio en todo lo que llevaban viviendo juntos, algo sucedía, incluso si no entendía qué o por qué pero algo en la dinámica de los habitantes del dojo estaba cambiando. Sospechaba que no era su lugar apuntar esta nueva situación entre ellos por lo que mantuvo la discreción por el resto de la cena con un sentimiento de arrepentimiento. Termino de comer y agradeciendo a Kenshin por la comida esperó en su lugar a que los demás terminaran.

Kenshin noto la incomodidad del chico pero no pudo pensar en nada que decir que pudiera alivianar el ambiente. La verdad era que ni siquiera él estaba entendiendo que era lo que realmente había incomodado a Kaoru al punto de que no quisiera siquiera comentar lo sucedido. Si algo habían aprendido era a no buscar respuestas de la joven cuando ella no estaba de ánimos y menos insistir en el tema cuando este era sobre algo importante para ella.

El pelirrojo sabía muy bien qué quería decirle a la chica pero no quería hacerlo en público además de no querer que el pupilo del dojo se enterara. Estos eran temas de adultos y por mucho afecto y confianza que existiera entre ellos, Kenshin se rehusaba a involucrar en temas de adultos a los niños, no mientras de él dependiera. Dejando su plato vacío en la mesa, Kenshin se limpió la boca con la servilleta de tela y mirando de reojo a Kaoru espero que terminara su plato para comenzar a recoger la mesa.

Kaoru dejó los palillos sobre la mesa y suspirando de mejor ánimo gracias a la deliciosa comida que había preparado el espadachín se inclinó en su dirección agradeciéndole por su excelente preparación. Sonrojándose, Kenshin imitó el gesto e inmediatamente comenzó a recoger los trastes.

-déjamelo a mi Kenshin – se ofreció Yahiko – yo me encargo de los platos Kaoru, pueden ir a descansar si lo desean.

-Arigato Yahiko…-respondió Kenshin ante el silencio de la kendoka.

Kaoru miró a su alumno y sin decir nada asintió para ponerse de pie rápidamente y salir del comedor. Kenshin y Yahiko guardaron silencio por unos minutos con la mirada fija en la puerta por donde había desaparecido Kaoru. Haciendo sonar su garganta Kenshin llamó la atención del niño.

- iré a cerrar las puertas y a apagar las lámparas del dojo – le indico el pelirrojo al chico – te encargo las lámparas del resto de la casa cuando vayas a tu cuarto.

- hai -asintió el chico a las órdenes del espadachín – ¿Kaoru está bien?

- no…creo que no – suspiro Kenshin levantándose – la noticia de Megumi la afectó bastante

-y después el mal momento en el Akabeko…– se lamentó Yahiko - fue mi culpa

-tranquilo…hablare con ella, ya veras que todo estará bien – le tranquilizó el espadachín acariciando su cabeza antes de despedirse y salir en dirección a la habitación de Kaoru.

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Kaoru había soltado su cabello y lo cepillaba con cuidado, ya en sus ropas de dormir y con su chaqueta puesta sobre sus hombros miraba su reflejo en el espejo que había heredado de su madre. Había decidido prender un incienso para tranquilizar su mente y tomando uno de sus últimos recipientes de aloe vera que había recibido a modo de regalo por parte de Tsubame chan a los días de haber vuelto de la isla, comenzó a esparcir un poco de gel por sobre su cuello y rostro.

Akihiro había sido muy cruel al decir que ella no tenía la estampa ni la femineidad suficiente para participar en el festival. Prácticamente la había desacreditado en público sobre su calidad como mujer y persona delante de personas que no conocía. Lo peor de todo fue que Kenshin había escuchado todos los defectos que temía él mismo se percatara, y eso había sido bastante humillante.

Mirándose nuevamente en el espejo contemplo su rostro, sus ojos grandes, su mentón fino y definido a diferencia de los rostros circulares y amables de la belleza tradicional japonesa, sus labios delgados y delineados. Si bien sabía que ella no era realmente fea como le decía Yahiko, todas las cualidades de las que carecía según Akihiro la habían hecho sentir como si lo fuera.

Llevando sus manos a sus mejillas acaricio sus pómulos, aún en su mejilla izquierda se veía el tono violáceo del golpe que recibió por parte de Adam, seguro que con ese hematoma en el rostro la imagen que tenían de ella como una marimacho no había hecho más que reafirmarse. Siguió bajando con sus manos hasta su cuello, ahí también habían marcas desvanecidas, Enishi había sido el autor, Kaoru acarició las marcas con una de sus manos mientras quitaba su cabello para ver mejor su reflejo.

La joven aún se sorprendía de lo duradero que habían sido estas marcas, realmente el hermano de Tomoe la había estrangulado con la clara intención de matar, se sorprendió que su cuello no se quebrara por la fuerza con la que la atacó, pero agradecía cada vez que podía al cielo y al espíritu de Tomoe por haberla protegido de la muerte.

Kenshin se detuvo unos segundos afuera de la puerta de la habitación de Kaoru pensando en cómo enfrentar la situación tan extraña que se había dado. Con los sus ojos aún fijos en el suelo se sorprendió al percatarse que de la habitación de la kendoka emanaba un aroma a sándalo, levantando la mirada con curiosidad vio que el shoji de la habitación de la joven estaba semi abierto para ventilar el humo del incienso. Sigilosamente se asomo para ver si es que no estaba interrumpiendo alguna meditación de la joven.

El espadachín contuvo su respiración unos segundos al ver el reflejo de Kaoru en un espejo que nunca se había percatado que existía en la habitación de la joven. La imagen de Kaoru siguiendo con sus finos dedos las marcas desvanecidas de los dedos de Enishi en su cuello hizo que su corazón se contrajera. Todavía no podía creer que su ex cuñado se atreviera a poner un dedo encima de la chica.

Perdido en los suaves movimientos de las manos de la joven vio como la chica siguió bajando sus manos por su escote para revelar el nacimiento de sus pechos, apartando rápidamente la mirada Kenshin supo que su rostro ahora era una bola de fuego y alejándose un paso de la puerta boto el aire que estaba conteniendo y sacudiendo sus hombros y manos a modo de preparación para lo que debía hacer tomo valor y haciendo círculos con su cuello para relajarse y recuperar la compostura golpeó el shoji de Kaoru.

Kaoru había estado analizando su cuerpo en busca de todos esos detalles que la hacían parecer poco atractiva según la gente más conservadora, notando que sus pechos estaban más grandes que el año anterior sintió un poco de satisfacción al notar de que al menos su cuerpo había dejado de parecer el de una adolescente, incluso a pesar de todo el entrenamiento que hacia, tenia una bonita figura de reloj de arena, con un poco más de carne ahora en sus caderas gracias a la buena mano que Kenshin tenía en la cocina. Se llevó una mano a la boca para tapar su sonrisa al pensar en el espadachín, había sido tan lindo cuando la consoló y la guió de regreso al dojo.

De pronto el golpe en el shoji de su habitación la alertó y cerrando el cuello de su yukata se giró sobre su hombro para ver quien era.

- ¡adelante! – llamó la joven, la mampara se deslizó revelando a un tímido espadachín.

-Kaoru dono…Sessha solo quería saber si se sentía usted bien, eso quería – le dijo incapaz de mirarla a la cara.

Kaoru entrecerró sus ojos con intriga, no era común que el espadachín no le mirara a los ojos cuando le hablaba. Poniéndose de pie la chica se acercó al espadachín con un poco de inseguridad.

- estoy bien Kenshin gracias por preguntar, ¿pasa algo?

- Ie, es solo… - Kenshin no pudo evitar conectar sus ojos con los de la chica – hoy sucedieron muchas cosas, solo quería saber si estaba bien.

Kaoru asintió en silencio mientras miraba el rostro preocupado del pelirrojo, la chica sabía a qué venía el espadachín, pero no quería hablar de ese tema, había quedado realmente agotada después de todo lo ocurrido. No se sentía capaz de entablar una conversación medianamente madura sin perder los estribos, las emociones del día de hoy habían sido muchas.

- me siento mejor…– reconoció la joven desviado la mirada y llevándose una mano al cuello tratando de ocultar su nerviosismo.

Haciendo como que buscaba algo con la mirada poso su vista en su crema de aloe vera y una idea se le vino a la mente para distraer al espadachín de su objetivo.

– ¿mira quieres ver algo?

Inesperadamente la chica arrastró a Kenshin frente al espejo y obligándolo a sentarse, destapó la crema que hacía unos momentos se había puesto en su rostro. Llevándola a las narices del espadachín le indico que la oliera.

-huele – Kenshin la miró sin entender pero obedeció – ¿sientes el aroma?

-hai Kaoru dono, es un olor muy refrescante – reconoció el pelirrojo desconcertado

- esta pomada me la regalo Tsubame Chan, dicen que es buena para el rostro pero descubrí que además ayuda a aliviar los hematomas y cicatrices

Kenshin vio como la joven sacó un poco del gel y sin poder anticipar el movimiento de la chica, sintió como Kaoru le aplicaba el gel sobre su cicatriz en forma de cruz con mucho cuidado y delicadeza. Sin poder elaborar palabra el pelirrojo la observó con sus ojos abiertos de par en par contemplando la sutil sonrisa que tenia la chica al repetir la acción una vez más, esta vez masajeando el contorno de las marcas.

-¿alguna vez tuviste algún cuidado con tus cicatrices del rostro? – peguntó tímidamente Kaoru mientras masajeaba la zona.

- I- Ie – Kenshin había perdido la voz ante la sorpresa.

-bueno, nunca es tarde para empezar a cuidar de uno mismo – sonrió ampliamente la joven cerrando la lata de la pomada.

Kenshin la observó en silencio llevando su propia mano a su mejilla donde Kaoru había masajeado la piel, comenzaba a sentir el efecto refrescante del aloe vera y para su sorpresa notó un pequeño ardor en la zona, seguramente por la piel muerta y reseca que pocas veces solía atender.

-a-arigato…-nuevamente se sintió como un adolescente y se maldijo mentalmente, había venido con un objetivo y Kaoru lo había desconcentrado completamente.

- no hay de qué – dijo la chica comenzando a trenzar su cabello nerviosamente mientras dedicaba una mirada inocente al espadachín.

Kenshin bajo la cabeza derrotado y sacudiendo su cabello un poco se armó de ánimo y valor para insistir en el tema.

-Lamento mucho haberle causado problemas el día de hoy, nuevamente mi pasado la pone a usted en una posición de vulnerabilidad, lamento mucho que tenga que lidiar con mis pecados- -

-no digas nada – le cortó Kaoru poniendo una mano sobre sus labios – por favor, no te sigas disculpando…

La mirada de tristeza que le dedicó la joven hizo que guardara silencio inmediatamente. Sin despegar su mirada de la chica, vio como esta se puso de pie y buscando algo entre sus cosas volvió para arrodillarse detrás de él. En el reflejo del espejo Kenshin vio como Kaoru comenzaba a desatar su cabello y lentamente comenzó a cepillarlo con suavidad. Kenshin cerró los ojos inhalando profundamente, una vez más reunió fuerzas para resistirse a las cariñosas distracciones que estaba empleando la joven para evitar el tema.

- no es justo para usted que la ataquen de esa manera por mi culpa…- insistió el pelirrojo una vez más.

- Kenshin, por favor, te dije que pararas – le recriminó la Kendoa con un hilo de voz que denotaba agotamiento.

-pero…

-pero nada – susurro con claridad la chica.

El espadachín sintió el peso de la cabeza de Kaoru apoyarse entre sus escápulas y contra su espalda, sus manos apoyadas en sus hombros. Kenshin cerro sus puños sobre sus rodillas y guardó silencio.

- hay cosas que debemos dejar de hacer Kenshin… - escuchó decir a la joven, haciendo que el espadachín buscará con temor la mirada de la chica en el reflejo del espejo sin poder ver aún su rostro.

- ¿a-a qué se refiere Kaoru dono?…

- a pedir perdón por cosas que ya pasaron y no podemos cambiar por ejemplo…– sonrió con tristeza la chica enderezandose. El cuerpo del espadachín se tensó por un segundo – a dejar las dudas sobre si es bueno o no que estés acá en el dojo, dejar de creer que eres un peligro para mi y los demás…debes de dejar de creer que tienes que cargar con los errores del pasado tú solo…

Kenshin sintió como los delgados y finos brazos de Kaoru lo envolvieron en un delicado abrazo, apoyando su mejilla contra su hombro y cerrando sus brazos alrededor de su cuello Kenshin.

El pelirrojo tragó saliva con dificultad sintiendo la calidez del cuerpo de Kaoru una vez más y atreviéndose a mirar al espejo frente a ellos, contempló su reflejo. Su corazón palpitó fuerte ante la imagen, la confianza y el cariño con el que Kaoru lo trataba era algo que hacía que todos sus sentidos se nublaran.

Permitiéndose sentir el afecto de la joven Kenshin dejo caer su cabeza hacia atrás apoyándose en el hombro de ella y mirando el cielo pensó en las palabras de la chica.

Así que finalmente esto eran los nuevos inicios, esto era lo que se necesitaba hacer para vivir conciliado con su pasado y hacer que la sonrisa de Kaoru no desapareciera. Llevando ambas manos hacia las de Kaoru, Kenshin se apoyó en ellas dejando caer el peso de sus propios brazos, sintiéndose sorpresivamente contenido y protegido, algo que no recordaba haber sentido jamás… ni siquiera en sus tiempos de niñez, su maestro no fue muy bueno para consolarlo cuando tenía algún problema o se sentía algo enfermo. Su crianza fue más bien estricta y de tratos indirectamente cariñosos.

-esta bien Kaoru dono… -murmuró relajado el espadachín envuelto en el aroma a jazmín de la chica y el humo sándalo que aún flotaba a su alrededor – pondré todo de mi parte para tratar de cambiar esa forma de ver las cosas…

- me parece Kenshin – sonrió separándose un poco de él la joven para poder mirarlo. Kenshin siguió con su vista fija en el reflejo del espejo. Kaoru parecía feliz ante sus palabras.

- Pero… – dijo girándose sobre sí el espadachín invirtiendo rápidamente sus posiciones - usted también debe empezar a dejar de hacer ciertas cosas.

Kaoru dejó escapar un grito de sorpresa al sentir que el espadachín la daba vuelta para esta vez ser él quien la abrazaba de espalda contra su pecho. Sonrojándose completamente, se dio cuenta lo atrevida que había sido con sus acciones al estar ella ahora en esta posición, recién tomando conciencia de lo invasiva que había sido con el pelirrojo.

- Ke-nshin…- balbuceo la chica

- necesito que nunca más vuelva a ocultarme cosas como lo hizo con su trabajo como guardaespaldas – le recrimino el espadachín

- t-tu ta-mbién me ocultaste que habías conseguido un trabajo – se quejo la chica girándose para verlo mejor.

- no sabia que compartiremos trabajo, mi idea era solo asustar a Krafnovikoff no sería un trabajo permanente hasta que la vi en ese lugar – confesó el espadachín.

Kaoru observó el rostro de Kenshin que al llevar el cabello suelto, lo hacía ver aún más joven de lo que ya aparentaba ser. Levantando tímidamente una mano para acariciar el cabello del pelirrojo, la joven aceptó la recriminación del espadachín.

- no es primera vez que nos pasa… - recordó Kaoru – ¿recuerdas cuando ambos aceptamos trabajar en ese barco que estaba siendo atacado por Shura y sus piratas?

- cómo olvidarlo – rió más relajado el espadachín – eso fue muy peligroso y torpe de parte de los dos…

-lo sé, solo no quería preocuparlos con los asuntos de dinero – confesó la chica

- entonces ese es otro hábito que debe dejar, Kaoru dono, no nos oculte cuando necesitemos aumentar los ingresos, yo estoy dispuesto a ayudar…

-Arigato Kenshin – sonrió Kaoru y junto al pelirrojo guardaron silencio mientras seguían abrazados, el espejo un silencioso testigo.

Sin darse cuenta, ambos habían olvidado todas las barreras que habitualmente había entre ellos. Kenshin observó detenidamente las facciones juveniles y definidas de la chica, su cabello negro sus pestañas largas y curvas. Era algo que acostumbraba hacer desde la distancia y ahora al tenerla cerca podía completar los detalles que faltaban en el retrato mental de la chica que había construido.

Era la primera vez desde el regreso al dojo después del incidente con Enishi, que el pelirrojo se sentía lo suficientemente confiado y seguro para demostrar su afecto a la joven sin temor, le gustaba poder estar así con ella en privado y tranquilo, sabía que se estaba aprovechando de la joven y su poco apego a la tradición pero aún así no tenía el descaro de proponerse. Era un hecho el que adoraba a la chica, pero no podía ensuciarla con su pasado de esa forma. Por mucho que ella insistiera en que dejara de preocuparse por este. No se atrevía a ensuciar la pureza de la joven con su nombre.

Confrontado con la realidad, Kenshin se movió para desenlazarse de la chica y no hacer las cosas más difíciles para ambos al recordar por qué era que aún no se atrevía a dar el gran paso. Antes de que pudiera alejarse de ella la joven se aferró a él con fuerza.

-sé lo que estás pensando… - susurro la chica en voz baja, el espadachín la observó con seriedad y un poco de pesar.

– No le tengo miedo a Battousai – declaró la chica desafiando con la mirada- tampoco quiero obligarte a hacer nada que no sientas realmente, pero, quiero sepas que de corazón espero tomes esta nueva vida como una oportunidad para ser realmente feliz…con quien sea, sin remordimientos.

Kenshin sintió que su corazón se paralizo en ese momento, Kaoru había leído sus pensamientos perfectamente y los había puesto en palabras. Pero lo que más le impactó fue que sugiriera de que en esta nueva vida podía ser feliz sin ella, aquello le dolió como si fuese una ofensa mayor y sin entender por qué dolía tanto el hecho de que la chica pensara que él podía estar contemplando una vida sin ella, la cogió por los hombros e impulsivamente la empujo contra el suelo dejando caer su cabello a ambos lados de su rostro, formando una cortina que los oculto del mundo exterior.

Kaoru se sorprendió por el vuelco de la situación y sintiendo sus mejillas arder notó la mirada habitualmente amatista del pelirrojo teñida de ámbar. Lo había hecho enfadar, eso sí lo sabía, solo que no terminaba de entender qué parte de su declaración lo había molestado. En silencio noto como el espadachín analizo cada centímetro de su rostro tal como observaba a un enemigo antes de una batalla. Su piel se erizó en ese momento y el silencio se dilató aún más.

- ¿es este un ultimátum? – preguntó con voz ronca el espadachín con la mirada felina centrada en sus labios. Kaoru comenzó a tiritar bajo el por la intensidad de la energía que el pelirrojo proyectaba en esos momentos.

-I-ie…- murmuró la chica aún sin comprender, pero fuera lo que fuera que estuviera pensando el espadachín, ella quería rectificar.

Kenshin llevo una de sus manos al cuello de la chica y acariciando con cuidado la unión de este con la clavícula, se acercó lentamente para oler la esencia floral de la joven. Acorralada, Kaoru miró hacia el cielo, sobrepasada por la excitación que sintió al ser acariciada de esa manera tan sensual pero a la vez contenida.

- estás tiritando…-murmuro el espadachín acariciando su mejilla casi con malicia – dijiste que no temías a Battousai.