Uyyy! Disfruten jejeje

Disclaimer: Ninguno de los personajes me pertenece. La historia está ubicada después del último episodio del anime / post Jinchu. En un inicio mi idea era terminar con la partida de Megumi y Sano pero esto ha evolucionado y he decidido continuar con el desarrollo de la relación KxK. Una historia centrada en cómo Kenshin logra finalmente vivir en el presente y que ocurre con él después de estos eventos.

X

Kaoru sintió su cuerpo atrapado bajo la figura del espadachín temblar mientras se aferraba con fuerza a los brazos del pelirrojo, ni en sus sueños más osados se imagino que el espadachín la pudiese provocar de esta manera. Sintiendo su rostro arder, jadeo sin poder decir nada ante sus palabras y cerrando los ojos con fuerza espero a que sucediera algo más, el deseo de sentir el cuerpo de Kenshin aún más cerca la cegó por completo olvidando todas sus inseguridades y miedos.

Kenshin observo a la joven con detenimiento mientras se acomodaba entre sus piernas con lentitud, acariciándole el hombro delicadamente en el proceso. Su mirada parecía ida y su cabello que enmarcaba sus felinos ojos, contrastaba con el oscuro cabello de la chica que tenia bajo de si. Apoyadas sus manos a los costados de la cabeza de la chica y esperando una respuesta que al parecer Kaoru no iba a poder ser capaz de dar en esta situación, el hombre no pudo más que ceder a sus instintos más bajos ante la imagen sumisa que Kaoru proyectaba en estos momentos al mantener sus ojos cerrados y labios entreabiertos.

Kaoru contuvo el aire en sus pulmones por un momento. El tiempo pareció ir más lento cuando sintió el aliento del espadachín en su oído, el roce de su fina nariz delineando el contorno de su rostro casi sin tocarla erizo cada tramo de su piel. Sin atreverse a moverse dejo que el hombre explorara su silueta bajando desde su rostro hasta su cuello donde sintió nuevamente el aliento del hombre chocar contra su tersa piel.

De pronto una de las manos del espadachín se poso sobre las marcas violáceas de su cuello y acariciándolas suavemente con sus dedos, roso con sus labios casi imperceptiblemente los cardenales lo que provocó que Kaoru llevara su cabeza inconscientemente hacia atrás ante la placentera sensación, haciendo que su cuello se alargara por la posición y quedara aún más expuesto para la fortuna del hombre que en esos momentos la acorralaba.

Desorientada ante la ola de sensaciones, enterró sus uñas en los brazos del pelirrojo quien detuvo su silenciosa exploración al sentir la presión en sus brazos. Separándose de ella para enderezarse, Kenshin quedo arrodillado entre sus piernas y con sus ojos ahora completamente ámbar sin ningún rastro del exótico color amatista, siguió con la mirada fija en el cuello de la chica para luego comenzar a bajar su mirada lentamente por el escote de la yukata de la joven que por todo el movimiento entre ellos, se había abierto un poco exponiendo el nacimiento de sus pechos con holgura.

Respirando con dificultad y en una actitud totalmente inesperada, el espadachín poso sus dos manos en la pequeña cintura de la joven instructora y tiro de ella para acercarla a su cuerpo en un impulso instintivamente sexual. Kaoru abrió sus ojos por unos segundos ante la sorpresa y sintiendo como su cuerpo era arrastrado por el piso de su habitación hacia las caderas del espadachín, creyó que todo lo que la rodeaba comenzaba a desaparecer, sintiendo un intenso cosquilleo en su abdomen bajo, trató de apretar sus piernas sin mucho éxito al darse cuenta de la comprometedora posición en la que estaban.

Dejándose caer nuevamente sobre la chica, el espadachín apoyo nuevamente ambas manos al costado de la cabeza de la chica.

En ese momento y desconociéndose a si misma por el estado de embriaguez en la que se encontraba a raíz de las sutiles y casi reprimidas caricias que el espadachín le había dado hacia unos minutos atrás, Kaoru temblando se atrevió a llevar una de sus manos al pecho del pelirrojo, tocando y acariciando suavemente los músculos de su abdomen y subiendo tímidamente hasta su pecho. La chica vio cómo al sentir su caricia el pelirrojo cerro los ojos y llevo su cabeza hacia atrás con una mueca de lo que se podía confundir con dolor si no fuera porque al gesto le acompaño un ronco gemido de placer.

El corazón de la chica se acelero al oírlo gemir de esa manera tan varonil y de pronto sintió que si Kenshin no la besaba ahora, moriría de todas las sensaciones y expectación que sentía en estos momentos. Sin percatarse de lo que ella misma hacia y gimiendo en voz baja con desesperación la chica apretó los muslos del espadachín con sus piernas.

En ese momento y con la misma velocidad con la que la llevo al piso la primera vez, el espadachín retrocedió y detuvo los movimientos de sus piernas sujetando las rodillas de Kaoru en su lugar con fuerza, evitando cualquier tipo de contacto de estas con su propio cuerpo e inclinándose lentamente y con la mirada completamente perdida en ella, el pelirrojo comenzó a acercarse al rostro de la mujer sin soltar sus piernas, enterrando con fuerza sus dedos alrededor de sus rodillas para mantenerla en su lugar.

La joven cerro los ojos ante la intensidad del momento y anticipando lo que venia, la pelinegra entreabrió sus labios ansiosa de recibir lo que seria su primer beso.

El fuerte sonido de un trueno rompió el silencio de la noche seguido de un rayo que ilumino toda la habitación por unos segundos para luego dar paso a una lluvia torrencial. Como si de un encantamiento se tratara, Kenshin salió del transe en el que había caído producto de las palabras de la joven Kendoka y separándose rápidamente de la chica, se puso de pie avergonzado llevándose las manos al rostro arrepentido de sus acciones poco respetuosas para con su anfitriona.

Kaoru, que seguía en el piso, se apoyo en sus codos para enderezarse desde su posición procesando lo que acababa de suceder y acomodando el cuello de su yukata vio mortificada como Kenshin se cubría el rostro avergonzado, en ese mismo instante sintió ganas de llorar.

Antes de que alguno de los dos pudiera decir algo respecto, los pasos ligeros de Yahiko aproximándose por el pasillo la distrajeron de su confusión y rápidamente se puso de pie para salir al encuentro del chico ante la incapacidad de Kenshin de salir de su estado de arrepentimiento.

- ¡Kaoru!, ¡Kenshin! – llamo el chico

-¿qué sucede ahora? – pregunto molesta la chica, su paciencia había llegado a su límite, todo lo que sintió hasta unos segundos atrás se había transformado en rabia, mucha rabia y frustración.

- mi pieza tiene una gotera – se quejo el niño, Kaoru le miro con desconfianza -¡no te estoy mintiendo!

- ma, ma Yahiko, vamos a ver de qué se trata…- En ese momento Kenshin salió de la habitación con la cabeza gacha terminando de amarrar su cabello nuevamente en una cola desprolija – Kaoru dono, no se preocupe yo me encargo de esto, descanse por favor – dijo sin mirarla el espadachín inclinándose para despedirse y así Kenshin camino rápidamente en dirección a la habitación del chico.

Yahiko miro con sospecha a su instructora y luego al espadachín, no era muy común ver a Kenshin salir de la habitación de la chica despeinado, sudado y sonrojado.

- esta bien – acepto malhumorada la joven cerrando de golpe el shoji.

El niño fijó su mirada en la espalda del pelirrojo e incrédulo lo siguió, esta no era una actitud muy esperable de parte del correcto espadachín. Se supone que solo iban a conversar o eso le había dicho el espadachín a él y por el estado del hombre, no parecía que haya sido así. Sumergido en sus pensamientos Yahiko pensó que tal vez estaba delirando y que el estado desprolijo del espadachín solo se trataba de una estupidez, tal vez Kaoru se había desquitado con él por lo sucedido en el Akabeko, la kendoka a veces podía ser muy intensa en sus discusiones.

Llegando a la habitación del chico, Kenshin comprobó que había una teja que se había carcomido con el sol y ahora entraba un chiflón de viento y caía agua por el orificio. Saliendo a buscar un trozo de leña de los que tenia listos para hacer fuego, regreso y haciendo que Yahiko se subiera a sus hombros le indico que presionara el trozo de manera como si de un tapón se tratara.

-eso detendrá el agua pero filtrara de todas maneras, trae un balde para contener las gotas…- dijo Kenshin empapado – creo que tendrás que dormir en mi habitación

- esta bien – asintió Yahiko aún desorientado

-de prisa Yahiko, trae el balde y vamos a descansar – dijo con un poco de mal humor el espadachín.

El chico se rasco la cabeza y haciendo caso hizo lo que le dijeron para después ir a la habitación del espadachín con su almohada y futón.

No le gustaba esto, Kenshin y Kaoru estaban comenzando a actuar extraño y lo que haya sucedido los dejo de mal humor a ambos, no le gustaba recibir los coletazos de sus extraños malentendidos. Refunfuñando el chico dejo el balde en la pieza y tomando sus cosas se encamino a la otra ala de la casa dojo en dirección a la habitación del espadachín.

Kenshin ya estaba acostado cuando él entro, Yahiko pudo identificar que el pelirrojo estaba fingiendo un sueño profundo, el chico puso su futon a un costado del pelirrojo y tratando de evitar pensar en la salida del espadachín de la habitación de su instructora trato de reanudar su interrumpido descanso.

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Esa mañana Yahiko había sido el último en levantarse y cuando se vistió y salió en busca de los residentes del dojo se encontró con que Kenshin estaba en el techo de su habitación martillando con fuerza y mucho ímpetu en cada golpe, un rictus de concentración en su rostro. Yahiko siguió caminando intrigado y mirando el cielo vio que seguía nublado y oscuro, todo apuntaba a que volvería a llover en cualquier minuto. Acercándose a la cocina vio que le habían apartado comida para el desayuno y sin pensarlo dos veces se trago lo que había en el plato. En ese momento se percato del silencio en el dojo.

Recordando abruptamente Yahiko salió para encontrar nuevamente a Kenshin en el techo y alejándose del engawa para verlo mejor le llamo.

-¡Oi, Kenshin!, ¡Kaoru tenia entrenamiento en el dojo Maekawa hoy!, ¡por qué no la has acompañado!

Le recrimino el chico mirando con molestia al pelirrojo, ambos sabían que era tarea de Kenshin acompañarla a ese lugar, siempre había sido así. Kenshin siguió martillando con aún más fuerza y frecuencia entre un golpe y otro. El niño sospecho que era para acallar sus gritos.

- ¡qué te sucede, si no querías ir deberías haberme despertado! – insistió el chico- ¡dijimos que no la dejaríamos sola!

-¡no me ha dejado acompañarla Yahiko! – le espeto molesto el espadachín lanzando el martillo a la canasta donde tenia las tejas que le había regalado Tsuki-dono

Yahiko guardo silencio abruptamente mientras vio como el espadachín se enderezaba para golpear la teja con su pie con fuerza para asegurarse de que había quedado bien fijada.

- ¿y la dejaste ir así sin más? – le recrimino decepcionado el chico disponiéndose a ir en busca de su shinai para ir al encuentro de su instructora.

No alcanzo avanzar más de dos pasos cuando sintió el sonido de un golpe en la tierra y sintiendo una sombra cernirse sobre su espalda, miro por sobre su hombro para ver que Kenshin había saltado del techo y ahora lo miraba directamente a él con sus ojos perturbados, una sombra oscura opacaba su mirada dándole un aspecto bastante intimidante.

- ¿tu qué crees Yahiko? – respondió entre dientes el pelirrojo molesto sin ocultar sus emociones al chico

- Ken-Kenshin…- el chico no se atrevió a decir nada más, el espadachín lo miro desafiantemente por unos segundos y luego se volteo para dirigirse a la salida del dojo.

-iré a hacer las compras, hace falta arroz- dijo con voz cortante, abriendo la puerta del dojo se detuvo en el marco de la puerta y se volvió a mirar una última vez al chico- si no vas a ir en busca de Kaoru entonces es mejor que no vuelvas… - le amenazo el espadachín antes de cerrar la puerta tras de si, dejándolo sin palabras.

-¿qué está sucediendo? – se pregunto Yahiko sintiendo miedo de la última mirada que le dio el pelirrojo.

El chico fue en busca de su espada y chaqueta y sin pensarlo dos veces corrió en dirección al dojo Maekawa. Tenia que ser una broma, Kenshin le había ordenado volver con Kaoru y si él estaba así de molesto no se imaginaba como iba a estar su instructora. Sin aliento llego al dojo amigo y entrando sin anunciarse corrió hasta el lugar de entrenamiento.

Ahí en el centro del dojo, Kaoru practicaba combate uno a uno con uno de los alumnos del dojo y para su sorpresa la chica estaba dándole problemas al joven hombre. Sudada completamente la chica marcaba punto tras punto, "men y do" se escuchaba cada vez que la chica atacaba haciendo que todos los presentes se concentraran en cada movimiento de la chica. Definitivamente algo malo había pasado y esta era la primera vez que no sabia como podía ayudar a solucionar el problema.

Kaoru se percato de su presencia y desconcentrándose recibió un golpe en uno de sus brazos haciendo que su bokken cayera.

-Yahiko, ¿qué estas haciendo acá? – pregunto molesta la chica acercándose a zancadas a el mientras se quitaba el casco de combate.

- pues que crees, he venido a acompañarte fea -dijo de mal humor el chico, estaba harto de estas actitudes tan extrañas

- ¿Kenshin te lo pidió? – pregunto furiosa la chica

- ie- mintió el chico sospechando que era mejor omitir la amenaza del espadachín, por una fracción de segundo le pareció ver una mueca de dolor en el rostro de la chica.

-muy bien, si quieres aprender, observa como se pelea en un combate real de kendo – le indico la chica volviendo a colocar su casco y retomando el entrenamiento.

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Kenshin estaba furioso, no estaba molesto con Yahiko ni con Kaoru, si estaba furiosos era consigo mismo. Anoche su autocontrol había fallado dramáticamente y había cometido el error que tanto había querido evitar con Kaoru. Su maestro siempre le había dicho que era un impulsivo pero no había sido hasta anoche que se dio cuenta a qué se refería Hiko.

- Eres un caprichoso -golpe - no todo puede ser como tu deseas baka deshi, no puedes saltarte las técnicas básicas y aprender las más complejas de una sola vez

- Si puedo – bloqueo- ya vas a ver, me vas a felicitar cuando lo veas

- para qué quieres apresurar tu aprendizaje idiota - golpe, bloqueo, golpe, estocada

- ugh - caída al piso, pulmones sin oxígenos

- ya te lo dije, el camino del Hiten Mitsurugi Ryu no es para uno mismo, sino para otros…

- si tu espada es para ayudar, qué haces escondido acá en los bosques – golpe, estocada, golpe.

- es mi decisión, por qué estas tan obsesionado con aprender tan rápido, tu cuerpo aún ni siquiera se termina de desarrollar

- se acerca una guerra…

- ya hablamos de eso…estas lleno de rencor aún cómo para entender realmente la esencia de mi estilo

- ¡ no es verdad!

- ¿por qué no puedes esperar un poco más?, ya vas a entender por qué te digo esto…

- te preocupas demasiado… qué te importa a ti un huérfano hijo de granjeros…

- cierra esa boca sucia que tienes o te la cerrare a golpes

-¡pues hazlo!

Kenshin suspiro recordando una de sus tantas discusiones con su maestro a raíz de su impaciencia y obstinación, solían discutir fuertemente cuando entrenaban pero cuando descansaban y veían temas de la cabaña, todo era en paz y silencio. Hiko jamás llevó los retos al lugar donde vivían y jamás proyecto el enojo que podía sentir hacia él evitando hacerlo sentir mal, su maestro siempre lo protegió aunque no pudo protegerlo de si mismo y su decisiones.

Siempre conseguía lo que quería, hacia lo que quería en los momentos que quería, sabia como provocar a su maestro para llevarlo al limite pero sabía que en el proceso, había herido más de una vez sus sentimientos y los del hombre que lo había recogido ese trágico día para transformarlo en su heredero."Baka deshi" escucho el espadachín en su mente la voz de su maestro, para su pesar y tal como le advirtió infinitas veces el hombre, su personalidad impulsiva y autodestructiva seguía apoderándose de él de vez en cuando, todo porque no sabia administrar sus frustraciones.

El pelirrojo detuvo su andar en el mercado, el puesto donde habitualmente compraban el arroz no estaba, intrigado busco con la mirada a su alrededor pero no lo encontró. Revisando el bolso de dinero que tenia calculo que debería regatear con el vendedor que menos le agradaba pero sabia que cedería a sus negociaciones. Kaoru le había enseñado todos los trucos para negociar y le había enseñado a identificar a cada uno de los mercaderes según sus puntos débiles como ella le decía, para su mala suerte, la mayoría de los puntos débiles de los mercaderes tenían que ver con la sonrisa de la joven.

Sonriendo inconscientemente Kenshin sacudió la cabeza y acercándose al puesto que estaba al final de la calle se acerco al grupo de gente que esperaba para ser atendida por el vendedor y lentamente volvió a sumergirse en sus pensamientos.

No era tonto, el último tiempo que vivió como vagabundo por las calles de japón se dedico a meditar lo suficiente como para aprender a conocerse a si mismo, sabia que parte de su impulsividad venía de no poder tolerar lo que no le parecía correcto raíz de lo sucedido con él cuando niño, necesitaba corregir lo que le incomodaba de manera rápida y eficiente, pero su relación con Kaoru no podía resolverse así. Habían cosas que se debían conversar y respetar antes que todo, eso era algo que él quería regalarle a ella, se merecía que la honrara por sobre todas las cosas, pero para eso él primero necesitaba estar listo para enfrentar sus propias emociones.

Sabia además que la razón de su impulsividad no solo era por sus experiencias traumáticas de infancia , sino que también sabia que nunca tuvo tiempo suficiente como para aprender a regular sus emociones, a "madurar" como le había llamado Katsura una de las tantas veces que intento convencerlo de que se relajara por un segundo durante el bakumatsu junto al resto de sus compañeros en la casa de Geishas. Su intensidad respecto a sus convicciones lo hizo cerrarse a cualquier emoción u objetivo que no fuera corregir las injusticias y abusos, paradójicamente, fue por esas mismas razones que se convirtió en un hitokiri tan fácilmente.

Por eso el sacrificio de Tomoe sirvió como un recordatorio permanente de que sus actos tienen consecuencias, el único sentimiento que pudo entender y procesar fue el del dolor y arrepentimiento, durante muchos años lo único que supo identificar fueron emociones tristes y oscuras, el resto se mantuvo intacto por mucho más tiempo de lo que se pudiese considerar sano y cuando su vida como vagabundo le había enseñado cómo se veía la felicidad, el amor y la paz a través de la vida de otras personas, cuando creía al fin haberse regulado como un hombre maduro, Kaoru apareció en su vida empuñando su espada de manera desafiante y sorprendiéndolo en todos los sentidos posibles.

- ¿va a llevar algo o seguirá obstruyendo el paso? – le saco de sus reflexiones el hombre de bigote blanco y cabeza calva moviendo unos sacos de arroz hacia el costado.

-h-hai, gomen. Sessha necesita un saco de arroz, eso necesita…- dijo rápidamente sacando el dinero de la manga de su gi.

El hombre lo miro de mala gana al ver el aspecto del bolso donde guardaba el dinero y notar que le faltaban un par de monedas para completar le valor del saco.

- no te puedo dar todo el saco por esa cantidad de dinero – le dijo el hombre cruzándose de brazos.

-lo sé, pero ya lo ha hecho – sonrió Kenshin – usted es lo suficiente buen hombre como para ayudar a Sessha.

- no recuerdo haberte regalado nada – espetó el hombre mirando por sobre el hombro de Kenshin haciendo un gesto para hacer avanzar a otra persona.

-por favor, Sessha le puede traer la diferencia otro día, eso puede – dijo el pelirrojo inclinándose educadamente

-¿y por qué debería ayudarte? – le miro incomodo el hombro rascándose el cuello

- porque Kaoru dono se lo agradecerá enormemente – respondió sin más el espadachín tomando el saco de arroz dando una mirada de reojo para ver la reacción del hombre al oír el nombre de la joven instructora.

- ¿Kaoru?, ¿Kaoru Kamiya? – pregunto con ojos enamorados el hombre

-Hai…- dijo Kenshin aguantando una risa pequeña

- que buena muchacha que es ella, la conocí de niña…su padre era un honorable hombre – dijo mirando al cielo - recuerdo cuando me ayudo a detener unos ladrones hace un tiempo atrás…qué mujer – continuo el hombre hablando con una actitud completamente distinta a la anterior.

– esta bien, tráeme la diferencia otro día, pero cuando vengas ven con ella – le pidió el hombre feliz

- de acuerdo, Sessha promete que vendrá a pagar su deuda junto a ella, eso promete – sonrió aliviado el espadachín levantando el saco sobre su aún convaleciente hombro.

Sintió un poco de dolor pero aguanto y enderezándose entrego las monedas al hombre, dio las gracias y se despidió avanzando lentamente entre el tumulto de las calles del pueblo. No se había equivocado, Kaoru le había enseñado bien como regatear con ese hombre, cuantas habilidades poseía esa chica, su espontaneidad y buen humor hacia que incluso los hombres mas duros cedieran a sus encantos. A diferencia de él, Kaoru había aprendido a regular sus emociones mejor que él a su misma edad y lejos de ser una chica fría había logrado atreverse a vivir una vida en sintonía con su propia verdad.

Madurar, ¿qué significaba esa palabra realmente?, su maestro lo había ayudado a madurar la última vez que entrenaron juntos y sospechaba que podía seguir enseñándole más cosas de si mismo las veces que fuera necesario porque finalmente, madurar era poder vivir en paz, en armonía con su alma, mente y corazón. Cuando se fue de la montaña siendo aún un niño, no había alcanzado a aprender esa lección. Se había ido antes de que su maestro le pudiera enseñar si quiera a como ser un buen hombre y a cambio de eso había aprendido de la peor manera a serlo, sufriendo los mil infiernos para poder finalmente entenderlo.

Aún así sus ansias lo seguían traicionando, había algo que Kaoru despertaba en él algo que desconocía completamente de sí mismo. No era nada similar a lo que había sentido por Tomoe alguna vez. Si bien Tomoe al principio lo enervaba, después le mostro lo que era la dulzura y el cuidado por el otro, le enseño la empatía y lo que era la felicidad y el valor de la vida como medida de esta. Todas emociones calmas, como ella.

Pero Kaoru, la mujer que lo desafió sin miedo a nada, despertaba con demasiada facilidad su lado impulsivo y dominante que siempre asoció a su carácter más oscuro durante su vida como Battousai. Lo que más le asustaba de esto, era saber que si bien había aprendido a controlar sus instintos asesinos, jamás había tenido que enfrentarse a emociones tan intensas y potentes como las que sintió ayer sin tener una espada con la que poder canalizar o poner fin a esos sentimientos.

Conocía la tristeza y el dolor a la perfección, pero el deseo que sintió ayer… no estaba preparado para eso, ni para las ansias y pasión que habían surgido en él, siempre supo que era posesivo y celoso de lo que era importante para él, no por nada había escogido el camino de la espada. Pero jamás había sentido sentimientos tan similares a los de una batalla en un campo tan distinto y por motivos tan diferentes. Kaoru hacia que todo fuera fuego dentro de si, desde el sentimiento más cálido como un suave rayo de sol invernal que acaricia la piel después de una fría lluvia hasta la pasión más profunda que podía abrasar con todo a su paso como las llamas del mismo infierno que conocía tan bien pero que cuando ella las provocaba, no causaban más que placer en vez de tormento.

De pronto los gritos de varias personas lo trajeron de vuelta al mundo real y observando a su alrededor se dio cuenta de que inconscientemente, había avanzado hasta las afueras del Akabeko, seguramente con la esperanza de tal vez encontrarse con Yahiko y la instructora. A las afueras del lugar había colgada una papeleta con los nombres de distintas mujeres, el nombre de la mujer que lo había hecho pensar en si es qué realmente era un hombre de honor o no durante toda la mañana figuraba de los primeros. Curioso prestó atención a los comentarios de la gente al ver que Akihiro Tanaka estaba entre las organizadoras.

Un grupo de mujeres paso a su lado riendo y mirándolo de pies a cabezas como si supieran de si mismo algo que él no y entrecerró los ojos con sospecha.

-¡esto se puede considerar trampa!- reclamaba Akihiro abanicándose fuertemente – no puede hacer venir a votar a todos los dojos que ella entrena

-ella no fue quien los trajo, ellos llegaron solos – de pronto la voz de Tae le indico que habían más personas presenciando la votación.

Sin querer llamar la atención se apoyo contra el muro del local de enfrente y dejando el saco en el suelo observo a todos los hombres que votaban en ese momento. La mayoría eran hombres jóvenes de la edad de Kaoru y otros pocos de su propia edad incluso mayores que él, así que esta era la fama de la princesa del kendo, pensó el espadachín analizando la felicidad en el rostro de los hombres que terminaban de votar por ella. Kaoru había bromeado un par de veces con el apodo pero ahora veía que no era ninguna broma.

- ahora que todos creen que es una santidad después de lo sucedido con su desaparición y regreso, sus seguidores han aumentado por que dicen que trae la buena suerte con ella… -murmuro otra mujer que terminaba de votar mientras le explicaba a su acompañante.

- ¿pero no vive con ese Samurai de aspecto desgarbado?, las malas lenguas dicen que es un rufián que la engaño para quedarse en su dojo…

- yo he escuchado cosas peores de él…pero espero que no sean ciertas, seria una lastima que esa chica terminara a la sombra de alguien tan cruel

Kenshin escucho los comentarios haciendo que su cerebro se disparara en todas las direcciones posibles, no necesitaba esto pero aun así se sentía incapaz de moverse, quería saber que opinaba el resto, quería saber qué era lo mejor para la chica.

-shhh… ahí esta – murmuro una de las mujeres encargadas de la votación que se percato de su presencia.

Los hombres que estaban en el lugar guardaron silencio abruptamente al verlo y no pudo evitar sentir un poco de satisfacción al ver el temor que les inspiraba, nuevamente su lado más posesivo marcando presencia. Una de las jóvenes que estaba en el lugar lo observo detenidamente y rompiendo en silencio sentencio.

- Algo debe tener Kamiya san para lograr que el temido Battousai le haga las compras y la ande cargando en brazos por ahí – comento con gracia la chica- …¿una mujer que domina a una leyenda de esa manera debe ser una mujer muy fuerte y decidida no creen?

Kenshin reconoció a la joven como una de las chicas presentes en la mesa la noche anterior, su kimono celeste delatándola. Un murmullo general surgió a partir de su comentario y de pronto se arrepintió de haberse quedado a escuchar los chismes.

- ahí esta, no le provoques no sabes qué hará…

- te imaginas lo que ese hombre le debe hacer a esa joven, siempre me gustaron los samuráis y sus armaduras – rio otra con tono picaron mientras reía junto a su amiga

- no digan tonteras, todo el mundo sabe que no están casados oficialmente…no creo que Kamiya san sea de esas, por muy extraña que sea como mujer…

-es muy liberal esa tal Kamiya san, seguro ya se ha acostado con battousai y el luchador Sansa que siempre ronda por ese sector- insistió la joven mirándolo esta vez con mala intención.

Kenshin escucho con horror los nuevos comentarios y levantando rápidamente el saco de arroz sin medir las consecuencias de la fuerza con que dejo caer el peso del saco sobre su hombro herido, intento abrirse paso entre el tumulto de gente que seguía acercándose para votar.

- ¿te sigues torturando battousai?

- ¡Saito!

- ¿no vas a votar por tu mujer? – pregunto acercándose a él

- Kaoru dono no es mi mujer…- dijo desanimado para su propia sorpresa, su voz traicionando a su mente.

- aún…- le respondió Saito alzando una ceja sugerente – eres un caso perdido, si vas a seguir así de lento, entonces te aconsejo que le des la carta de Yukishiro a Kamiya san.

- ¿por qué lo dices?, entonces si la has leído – siseó Kenshin molesto

-solo te estoy aconsejando, pobre mujer, ya me esta causando pena…

- pues que no te de - espeto molesto con el ego herido.

-¿vas a hacer algo?, la pobre chica ya no tiene más como demostrarte que te ama- rio Saito sacando un cigarro

-no es así de simple…-

-¿entonces? – le desafío con una mueca burlesca en el rostro el policía mientras encendía el cigarrillo y le lanzaba el humo en el rostro para molestarlo.

Kenshin le miro detenidamente con desagrado, Saito había demostrado de manera muy extraña su preocupación por él, después de lo sucedido con Shishio, el pelirrojo se dio cuenta de que paradójicamente Saito y él podrían haber sido amigos de no haber estado enfrentados en bandos enemigos durante el bakumatsu, pero ahora todo era muy extraño en su relación.

- ¿cómo es que tú estas casado? – cuestiono mordazmente el espadachín tratando de desviar el tema.

-pues porque entiendo que la vida sigue…- dijo llevándose una mano a la cadera mientras se volteaba a ver el alboroto de la votación.

Kenshin guardó silencio ante la elocuente respuesta y ambos miraron en dirección al alboroto y gritos que se había generado afuera del Akabeko por la votación popular de los preparativos del festival.

-¿qué haces acá? - pregunto el pelirrojo viendo como unos hombres terminaban de votar y se iban felices acompañados de sus familias.

- vine a ver como andaba todo, durante el festival es probable que te toque trabajar Himura, así que debes estar atento los próximos días, este festival será especial y como me entere de que Kamiya San era una de las postuladas para una de las actividades no aguante la curiosidad…quería ver como manejabas esto battousai…

Kenshin se dio cuenta de que Saito realmente disfrutaba ver cómo él era incapaz de aclarar sus deseos y sentimientos, había encontrado su punto débil y ahora sabia como atacarlo sin una espada; torturándolo con preguntas incomodas. Ofuscado Kenshin le dirigió una mirada de resentimiento y sintiendo un infantil deseo de devolverle la mano pregunto.

- ¿donde esta tu mujer?, ¿la escondes? – pregunto con curiosidad fingida el espadachín

-dime que no te dan ganas de vez en cuando de esconder a la mujer mapache, sabes que estaría más segura así…

-… esa no es la respuesta que esperaba – reconoció Kenshin - tampoco es justo esconder a una persona tan importante – le recrimino el pelirrojo

Saito suspiro y asintiendo derrotado por la respuesta del espadachín le dedico una mirada malhumorada antes de responder.

- Tokio vino al pueblo a hacer unas encomiendas junto a Eiji, los acompañe durante un rato hasta que vi el alboroto acá y quise venir a ver que todo estuviera en orden…

Kenshin lo miro con intensidad y un poco de celos, así que Saito sí se atrevía a caminar con su mujer por las calles sin temor a ser atacado por otros. Estaba seguro que esa tranquilidad se la daba el hecho de que a diferencia de si mismo, él no tenia problemas con matar a quien amenazara a su mujer.

- Dios no me mires así -le increpo el policía - si te dejaras de pendejadas cobardes también podrías llevar la vida que yo tengo…

- fácil decirlo de esa manera – comento amargado el pelirrojo dando una última mirada al grupo de gente, en ese momento se percató de que Eiji salía de entre el tumulto de personas mucho mejor nutrido que la vez cuando lo conoció en la aldea tomada por Shishio, con una sonrisa en los labios el chico se detuvo buscando con la mirada y percatándose de la presencia de Saito corrió en dirección a él.

-¡Saito San!, ¡ya vote como me dijiste! – llegó el chico corriendo a su lado, Kenshin se percato de que en su mano llevaba un trompo listo para ser lanzado.

- muy bien Eiji, ¿donde esta Tokio? – pregunto fingiendo indiferencia el policía.

-esta esperando junto al puesto de Lirios, dijo que quería que usted le regalara muchos – respondió animadamente el chico sonriendo al ver la cara de incredulidad del policía.

Kenshin dejo escapar una risa pequeña ante la imagen mental que tenia de la esposa del policía obligándolo a cargar cientos de lirios. Haciendo que recién en ese momento Eiji se percatara de su presencia.

– ¡Himura san!, ¿cómo esta?

El chico sonrió emocionado al ver por primera vez después de mucho tiempo al espadachín y acercándose extendió su mano para saludarlo al estilo occidental.

-Hola Eiji, buenos días – le respondió el pelirrojo sonriendo, para su grata sorpresa Eiji se veía bien cuidado y feliz

- nunca tuve tiempo de agradecerle lo que hizo por mi…Domo Arigato – se inclino el chico agradecido

-no me agradezcas a mi, creo que Saito San es a quien realmente debes agradecer por darte un hogar…

- lo mismo dijo Saito San cuando le agradecí – llevando sus dedos a sus ojos para imitar la mirada afilada del policía el chico dijo con voz ronca – "agradece a Battousai Himura, no estarías vivo si no fuera por él…"

Kenshin dedicó una mirada de sorpresa al policía que en se momento desvió la mirada tratando de fingir que estaba vigilando el orden en el lugar. Sonriendo un poco el Kenshin asintió a las palabras del chico y curioso pregunto.

-¿Saito San te dijo por quien debías que votar Eiji?

-hai, soy nuevo en el pueblo pero quería participar de todos modos – sonrió el chico – me dijo que Kamiya San era una buena chica…¿es cierto que es su esposa Himura San? Oi los comentarios de los demás, ¿es ella igual de amable que Tokio San?

Kenshin se ruborizo completamente ante el comentario del chico y sorprendido por la instrucción que Saito había dado al chico no supo que decir. De pronto todo se había vuelto demasiado personal para su gusto.

-no seas impertinente Eiji – le recrimino el policía haciéndolo guardar silencio

-gomen…- se disculpo el chico

- ahora llévame donde esta ese puesto de Lirios- le pido el policía dándole una última mirada al espadachín – recuerda Himura, pronto deberás unirte a la escolta del ministro Nakamura nuevamente, nos vemos.

Kenshin vio como a se alejaba el policía junto al chico, que había recuperado su ánimo y ahora tiraba de la chaqueta de Saito con energía. El espadachín los observo hasta que desaparecieron entre la multitud y superando la sorpresa ante la nueva imagen que Saito había dejado en su mente miro una vez más el puesto de votación que ahora estaba mucho menos lleno que antes. Pensando en lo que le dijo el policía tomo valor y haciéndose paso entre la multitud se acerco a la mesa donde Akihiro y Tae recepcionaban los votos.

- Kon'nichiwa – saludo Kenshin para la sorpresa de los curiosos que esperaban los resultados y rumoreaban ante cada uno de los pueblerinos que depositaban su voto

- ¡Ken San!, me alegro que te animaras a participar – sonrió Tae ampliamente para desagrado de Akihiro que lo miro de pies a cabeza con desaprobación.

- pues si el nombre de Kaoru dono esta ahí, es porque al parecer hubo más personas que creyeron en ella, ¿no? – sonrió el hombre recibiendo la papeleta y un timbre para marcar su opción.

-así es – sonrió con satisfacción la mujer enderezándose con orgullo – El doctor Gensai, Megumi y Sanosuke ya votaron, las niñas igual…

- bueno, acá va mi voto entonces – asintió Kenshin marcando el nombre de Kaoru

Tae lo reviso y se lo mostro a Akihiro que asintiendo con desprecio confirmo que estaba todo en orden y depositaron el papel en la caja que correspondía. Kenshin acomodó el saco sobre su hombro y aprovechando la instancia pregunto inocentemente a Tae si había visto a Kaoru durante la mañana ya que había rechazado desayunar con él, pensó que tal vez la chica pudo pasar al restaurante antes de ir al dojo.

- lamento decepcionarte Ken san, pero Kaoru san no ha venido al restaurante durante la mañana.

-hai…muchas gracias Tae San – se inclinó el espadachín

- ¿no sabes siquiera donde anda tu mujer? – bufo Akihiro en tono burlesco, aprovechando la oportunidad para molestar al pelirrojo.

Kenshin la miro con desagrado pero mordió su lengua, no estaba de humor para esto, Akihiro solamente buscaba hacer daño con sus palabras y no podía permitir que siguiera alimentando rumores mal intencionados sobre él y Kaoru.

- Akihiro dono – se dirigió educadamente el espadachín a ella -le agradecería mucho si guardara sus comentarios para sí misma la próxima vez que este en presencia de Kaoru dono, no tengo ningún problema con que yo no sea de su agrado y puede ser vocal con su desprecio hacia mi, no me importa en absoluto… pero le pido por favor que mantenga a Kaoru dono lejos de sus comentarios mal intencionados.

Un murmullo general se escucho alrededor ante el llamado de atención del espadachín y la mujer se puso roja de vergüenza. Tae trato de parecer seria pero estaba tratando de aguantar las ganas de respaldar al espadachín. Afortunadamente no fue necesario porque en ese momento Tsubame interrumpió.

- Tae san! … ohh Ken san, ¡esta usted acá! – dijo rápidamente la chica al percatarse de su presencia - Yahiko chan vino hace unos momentos a entregarme un mensaje para usted, me dice que Kaoru dono decició pasar a la clínica antes de regresar al dojo y que él la acompañara como habían acordado…me pidió que le pasara esto tambien.

Aliviado al saber cual era el paradero de la Shihondai, el pelirrojo recibió el papel escrito con la letra horrible de Sanosuke y sin despedirse se dio la media vuelta caminando rápidamente en dirección al dojo. Esperaba llegar antes de que la chica lo hiciera para alcanzar a cocinar algo como ofrenda de paz. La discusión que habían tenido esta mañana lo afecto demasiado y no quería que la chica pensara que lo que ocurrió la noche anterior entre ellos era algo que él no deseaba que sucediera realmente. Lamentablemente por el carácter de la joven no había tenido tiempo de explicarse bien y todo se había vuelto confuso después de eso.

Sin darse cuenta de que prácticamente estaba trotando en dirección al dojo con el saco de arroz a cuestas, el espadachín llego al dojo y rápidamente puso manos a la obra. Su hombro le dio un tirón cuando dejo el saco en la cocina pero haciendo caso omiso a esto empezó a cortar los vegetales y se concentro en preparar la comida favorita de la chica. Con solo un objetivo en su mente el espadachín olvido leer el papel que Yahiko le había enviado hasta que termino con las preparaciones y sentándose agotado, seco el sudor de su frente mientras desataba la cinta que sujetaba su gi la nota cayo a sus pies.

- ¿eh?

Tomando la nota en sus manos abrió el papel y leyó con atención lo que Sanosuke le había escrito.

"¿Qué has hecho BAKA?". "Kaoru acaba de llegar a la clínica hecha un demonio, Megumi y ella se encerraron en la habitación del la mujerzuela y nos echaron a mi y a Yahiko de la habitación. Sin embargo pude escuchar un poco de lo que conversaron. Ya sabes que me preocupo por ti amigo, pero Kaoru esta fuera de sí. La oí llorar, gritar y luego reír, pero ya sabes como es ella, lo que realmente me preocupa es que oí que acepto salir en una cita con un alumno del dojo Maekawa y dijo que no pretendía volver a casa por el momento.

Después de eso Megumi se percato de que las estaba espiando y me lanzo agua hirviendo encima…no te preocupes solo fue té y ya me curó la ampolla que me salió, espero Yahiko te entregue esto a tiempo, intentare ir al dojo lo antes posible sin que las chicas se den cuenta. Espérame por favor, no se te ocurra hacer ninguna locura, como desaparecer por ejemplo"

Kenshin dejo el papel a un lado y contemplando todo su trabajo en la cocina con frustración, se maldijo a si mismo en silencio, de mala gana se puso de pie bruscamente mirando a su alrededor, sin ánimos de nada se dirigió a su habitación sin saber qué hacer.

-.-.-.-.-.-.-..

Kaoru descansaba su cabeza en las piernas de Megumi quien había logrado hacerla sentir mejor después de su conversación, se había decepcionado de que Kenshin no la fuera a buscar al dojo Maekawa a pesar de todo, pero sabia que gran parte de la responsabilidad de que eso sucediera así fue ella misma y sus amenazas absurdas y falsas. Después de la discusión que tuvieron en la mañana Kaoru agradeció de que hayan estado solos ya que se arrepentía de cada una de las palabras que salieron de su boca y se sentía avergonzada de haberlas dicho. Cerrando sus ojos recordó cómo había sucedido todo.

Flashback

Kaoru despertó más temprano de lo habitual y rápidamente se vistió con su Kendogi y hakama, según el calendario de su habitación hoy le correspondía asistir las clases del dojo Maekawa. Mirando de reojo su reflejo en el espejo recordó lo sucedido la noche anterior y avergonzada de si misma y lo fácil que se había entregado a sus propios deseos se sintió culpable por haberse expuesto a quedar tan vulnerable frente al espadachín. Ella sabia que Kenshin no estaba listo para ella y aun así no lo detuvo y se entrego a él sin resistencia. Era una tonta que en su desesperación había puesto todo en riesgo en vez de actuar como una mujer decente, seguro Kenshin se había decepcionado de ella también.

Dirigiéndose a la cocina tomo un vaso de agua y apoyándose sobre el mesón sopeso si preparaba ella el desayuno o dejaba que el espadachín se encargara. En ese momento sintió el shoji de la cocina abrirse para revelar al pelirrojo aun en ropa de cama que con evidente somnolencia la miraba con extrañamiento.

-Kaoru dono, ¿qué hace despierta tan temprano?, déjeme preparar el desayuno por favor – le dijo el espadachín sin más.

Evidentemente adormecido se acerco para buscar las cosas y empezar a cocinar. La Actitud siempre servicial de Kenshin, la hizo ennervecer, esa calma e insistente paz que proyectaba por muy incomoda la situación en la que se podía encontrar era algo que admiraba gran parte de las veces pero que en esta ocasión generó el efecto contrario. Después de lo que sucedió anoche había esperado que el espadachín golpeara su puerta y conversara con ella pero en cambio se había retirado a su habitación sin decir nada.

-no te molestes, no comeré acá – le detuvo la shihondai dandole la espalda y terminando de acomodar sus sandalias de entrenamiento se levanto en dirección a la salida.

- pero el desayuno es muy importante para su entrenamiento Kaoru dono- se interpuso el espadachín en su camino tratando de disuadirla.

Kaoru no dejo que el espadachín la tocara zafándose de su agarre bruscamente. Este gesto despertó por completo al espadachín y observándola con detención le dijo:

- iré a cambiarme rápidamente de ropa, la acompañare al dojo Maekawa…si no estoy equivocado hoy corresponde entrenamiento ahí.

- repito nuevamente Kenshin- dijo cruzándose de brazos la chica – no te molestes, iré sola

- Ie, no ira sola – Kenshin la imito y cruzándose de brazos se puso en la salida de la puerta con la mirada seria.

- por favor Kenshin, no exageres, déjame pasar por favor – le pidió la chica tomando su nueva bokken y colgando su bolso en ella la puso sobre su hombro.

Kenshin la miro con intensidad y no se movió ni un centímetro de donde se había ubicado, sabia que estaba corriendo un riesgo muy alto al oponerse de esta manera a la chica pero no quería que Kaoru fuera sola, menos sin comer algo. Estaba seguro que esto tenia que ver con lo sucedido la noche anterior pero necesitaba hablar con ella sobre eso de manera seria y adulta antes de que este enojo pasara a mayores.

-¿es por lo de anoche verdad?- pregunto el espadachín con tranquilidad

-eso ya no importa, esta claro que me equivoque, ayer no debí asumir que tus sentimientos por mi eran los mismos que yo siento por ti.

-Kaoru don-

-ya basta de llamarme Kaoru Dono – dijo cabreada la mujer - ¿qué no te das cuenta Kenshin?- explotó la chica aguantando las lagrimas – déjame pasar por favor.

- Kaoru… -susurro asustado el espadachín, nunca la había visto así de enojada, por primera vez sintió que conocía el verdadero enojo de la joven

- no quiero oír ninguna explicación, lo de anoche fue un error, ya me quedo claro… no necesito que inventes alguna excusa para no herirme, eres un hombre después de todo, seguro también tienes tus necesidades, fui yo la tonta que no lo supe ver, ahora por favor hazte a un lado.

-no – se rehusó el espadachín acercándose a ella tratando de tomarla de los hombros par apoder explicarle bien lo que realmente pensaba, pero la chica no se dejo tocar y rápidamente lo esquivo.

Un dolor punzante en el corazón del espadachín lo hizo sentir miedo en ese momento. La iba a perder. No podía permitir que eso fuera así, rápidamente se arrodillo frente a ella y se inclino en dogeza para pedirle perdón.

- Kaoru por favor perdóname por haberte herido de esta manera, pero tenemos que hablar, necesito hacer esto de la manera correcta – dijo con un dejo de temor en su voz.

Kaoru sintió su alma caer a sus pies al oírlo pedir perdón nuevamente, y la sensación de tristeza solo fue opacada por el temor que surgió al escuchar las ultimas palabras. "Tenemos que hablar" sonó como una sentencia de muerte en su cabeza.

-I-ie, no hay nada de qué hablar Kenshin – se apresuro a decir la chica

- eso no es cierto…- le dijo desde su posición el espadachín

- esta todo claro, no necesitas pedir perdón, solo quiero olvidar todo lo sucedido ¿vale?, ahora me voy…

-Kaoru… – Kenshin la siguió hasta la puerta del dojo con la mirada herida, sorprendiendo a la kendoka por la emoción que mostraba en su rostro – por favor déjeme ir con usted – pidió apretando sus puños y bajando la cabeza.

- ¡Ya basta!, Kenshin tu no eres mi sirviente, no necesitas hacer esto, me puedo cuidar sola … te juro que si me sigues a pesar de que te he pedido que no lo hagas, no te volveré a hablar – le amenazo la chica cerrando la puerta de golpe.

Kenshin se asomo rápidamente y aunque dio paso en dirección a la chica vio como la mujer se dio vuelta a mirarlo por sobre su hombro de manera definitiva, advirtiéndole que hablaba en serio.

Fin del flashback

- Fui tan injusta con él Megumi… - sollozo Kaoru nuevamente

- ya calma niña, creo que estuvo bien que lo desafiaras de esa forma – le tranquilizo la mujer – ya es hora de que tome una decisión, tu ya hiciste suficiente ahora tranquilízate. Estoy segura de que todo estará bien…

-pero entonces, ¿por qué me dijiste que había hecho bien al aceptar la invitación de Hideki san? – se enderezo la chica sin entender

Megumi suspiro con pesadez preguntándose qué seria de Kaoru sin ella. Poniéndose de pie y buscando entre su guardarropa el kimono más elegante que le había regalado Kanryu mientras vivía con él y que había logrado recuperar cuando la policía terminó de allanar el lugar lo sacudió y estiro delante de la chica que ahora la miraba con cara confundida.

- me dijiste que Hideki se acerco después del entrenamiento y te pidió una cita ¿no?

-hai…

-¿y cuales fueron las palabras que el joven uso para invitarte?

- dijo, "si bien sé que no tengo oportunidad contra Himura san, seria un honor para mi invitarla a salir Kaoru san" – dijo Kaoru recordando el momento en que el chico se había acercado a ella cuando estaba por dejar el dojo junto con Yahiko.

- bueno, por eso se qué todo estará bien…- rio Megumi al ver la cara de la chica que no entendía nada aún – los hombres saben reconocer cuando otro hombre ya ha marcado territorio con la chica que les gusta, nosotras muchas veces podemos no darnos cuenta, pero que te haya invitado a salir de esa manera es casi una forma de que le concedas un deseo más que nada…Hideki no intentara nada contigo, y eso te da la ventaja a ti mi querida amiga.

Kaoru abrió sus ojos al entender lo que sugería la doctora, Hideki solo quería compartir con ella una salida, pero esta era una oportunidad para empujar a Kenshin a tomar una decisión o eso es lo que Megumi creía.

-¿No es un poco cruel jugar con Hideki y Kenshin de esta manera? – pregunto Kaoru no muy convencida.

- no si piensas cuantas cosas has tenido que soportar por nuestro querido espadachín, has sido más que una santa Kaoru, ahora es hora de que las cosas comiencen a andar… eres una mujer bella y joven y el tiempo vuela así que por qué en vez de llorar por un amor tan tímido no haces algo para ayudarlo a salir de si mismo.

Ambas miraron el hermoso kimono color rosa pálido con hilos de seda blanco, Kaoru no estaba segura de que esto fuera lo correcto pero ya había aceptado la cita y cuando se había arrepentido de aceptar ya era demasiado tarde, afortunadamente Megumi le había dado otra perspectiva para interpretar esta cita como una oportunidad. Sin embargo no podía evitar sentirse cruel.

- no tienes que hacerlo si no quieres- le recordó Megumi con simpatía.

-lo único que sé, es que no quiero volver a casa y enfrentarlo, me siento como una tonta egoísta, no debí tratarlo así esta mañana.

-debías expresar tu frustración, no te mortifiques…

- lo pero de todo es que aún no soy capaz de decirle que lo amo y después de esto siento que lo arruine todo - sus ojos volvieron a llenarse de lagrimas.

- Ken san tiene un gran corazón, estoy segura que entenderá.

-Arigato Megumi

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Sanosuke abrió la puerta del dojo agitado, frenéticamente busco con su mirada al espadachín pero no lo vio en el patio, pensando en lo peor corrió por la casa buscándolo en todas partes hasta que entro en su habitación. Cuando abrió la puerta le sorprendió encontrarse con la habitación del espadachín toda desordenada, papeles, ropa y sabanas regadas por el suelo de esta. Kenshin se paseaba como un animal enjaulado con un pedazo de papel en su mano y su respiración agitada.

Sanosuke retrocedió un paso con precaución antes de atreverse anunciar su llegada, aclarando su garganta llamo la atención del espadachín con un silbido. Kenshin lo miro rápidamente con sorpresa y al reconocerlo se acerco a grades zancadas a él.

- Sano…

- Amigo, ¿qué rayos sucedió? – pregunto preocupado el luchador

Sanosuke y Kenshin guardaron silencio sentados a las afuera de la habitación del pelirrojo, una vez de que el hombre terminó de contarle todo lo sucedido a su amigo. Sanosuke trato de pensar en que decir pero no se le ocurría nada que no fuera algo que de seguro el espadachín ya hubiese pensado.

-¿qué harás entonces?, Kaoru acepto una cita de un tal Hideki – comento rascándose la cabeza – ¿iras a interceptarla?

- Ie – dijo más calmado el espadachín – no creo que eso sea apropiado, solo la dejaría en una posición vulnerable frente a su alumno y no quiero hacerla sentir como una niña.

El luchador asintió admirando la preocupación que el espadachín mostraba hacia la joven aún cuando era evidente que no era lo que realmente deseaba hacer. Se moría de ganas de ir ahora mismo a la clínica a buscarla y traerla de regreso, pero sabia que ella necesitaba tiempo, y. la verdad que él también.

- la esperare acá, esta es su casa después de todo… y además, este es mi hogar…ella es mi hogar, no quiero estar en ningún otro lugar que no sea este…sea como sea, la esperare acá como ella me ha esperado a mi – dijo con seguridad el hombre levantando la mirada al cielo.

Sanosuke asintió en silencio e imitando a su amigo llevo la mirada al cielo esperando que todo se calmara para su amigo.