Disclaimer: Ninguno de los personajes me pertenece. La historia está ubicada después del último episodio del anime / post Jinchu. En un inicio mi idea era terminar con la partida de Megumi y Sano pero esto ha evolucionado y he decidido continuar con el desarrollo de la relación KxK. Una historia centrada en cómo Kenshin logra finalmente vivir en el presente y que ocurre con él después de estos eventos.

X

Sanosuke dejo los palillos en su bandeja vacía y observo la comida en la bandeja de su amigo prácticamente intacta, Kenshin no había comido nada pese a que había insistido para que él comiera algo. El luchador observo en silencio como el espadachín se llevaba a la boca el arroz prácticamente de un grano a la vez y comprendió que si bien el espadachín estaba intentando mantener la calma, interiormente estaba lo suficientemente alterado como para haber perdido el apetito, sin embargo trataba de no mostrarse inseguro.

Apartando la bandeja observo a su amigo una vez más con la esperanza de que dijera algo, desde que se sentaron a comer prácticamente había caído en una especie de mutismo y a pesar de intercambiar un par de palabras parecía ausente. Suspirando fuertemente Sanosuke se puso de pie abruptamente. No podía dejar que Kaoru fuera a esa cita y permitir que el espadachín se volviera a deprimir. Kenshin lo quedo mirando desorientado dejando caer un poco de arroz sobre su hakama sin percatarse.

-Muy bien, volveré a la consulta a ver en qué están esas dos mujeres – anuncio decidido el joven.

-sano…

-no te preocupes, no hare nada estúpido – le aseguro desordenando el cabello de su amigo- así que tu tampoco hagas nada raro…

Kenshin lo observo por unos segundos para finalmente asentir en silencio dejando la comida a un lado y olvidándose de fingir apetito se cruzo de brazos para esconder sus manos en las mangas de su gi y cabizbajo inclinó su cabeza.

Sanosuke le dedico una última mirada antes de irse sin despedirse, sabia que no era necesario y sin pensarlo dos veces se dirigió con urgencia a la clínica.

Kenshin observo en silencio como la puerta de la casa se cerraba a las espaldas del luchador y apartando la comida intacta de su bandeja se puso de pie sin ordenar nada de lo usado en el comedor y se dirigió al jardín. Había dicho que esperaría a Kaoru pero eso no significaba que no fuera difícil para él no hacer nada más que esperar.

Sacando la carta que Enishi había escrito a Kaoru de su manga la releyó y rápidamente la arrugó apretándola con fuerza cuando termino. Su ex cuñado había tenido el descaro de desafiarlo nuevamente pero de una manera completamente distinta, no dejaría que el hermano de Tomoe lo atormentara de esa manera, ya con el peso de la muerte de su hermana en sus manos bastaba, no necesitaba cargar con otro Yukishiro sobre sus hombros.

Tomando una pala de la bodega comenzó a remover la tierra al final del huerto, necesitaba hacer algo para distraerse, aprovecharía de plantar los bulbos de rábano que Yahiko había ido a buscar por él, haría que esta espera fuera productiva, era eso o atormentarse con cada segundo que pasaba.

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Kaoru se miro al espejo una vez más y se sonrojo, nunca imagino que podía verse tan elegante y delicada. Megumi la vistió con su Kimono más fino, de color rosa pálido con bellas terminaciones en hilo blanco, mangas largas y un bello diseño floral en las mangas y piernas.

A pesar de su reticencia, Megumi había insistido en que soltara su cabello y tomando una pequeña cajita de madera, la medico maquillo sus ojos con una suave sombra de color rosa y pinto sus labios del mismo color. Kaoru se veía bella, lo sabia pues no se pudo reconocer a si misma en la imagen y sintiéndose nerviosa se volteo para mirar a Megumi una vez más.

- no sé si pueda hacer esto… - reconoció la chica retorciendo sus manos

- no lo hagas, vete a casa y ya – se abanico Megumi satisfecha con su trabajo.

-¿qué dices?, Kenshin no puede verme vestida así – se avergonzó la chica, no quería hacer el ridículo, no podía soportar la idea de reconocer al espadachín de que no fue capaz de ir en una cita porque no podía dejar de pensar en él.

- ¿y por qué no? – bufo Megumi burlesca – aclara esa cabeza tonta que tienes porque ya pronto será hora de que tu cita te venga a buscar.

Kaoru miro al espejo y suspirando profundamente tomo la decisión de seguir el plan de la doctora. Después de todo merecía pasar un buen momento y por muy extraña que se sintiera, le gustaba verse tan distinguida como una mujer de buena clase y no una profesora de Kenjutsu en constante riesgo de quiebra económica.

-¡oi busu! Volvamos al dojo – dijo Yahiko que no había abandonado el lugar, decidiendo hacer guardia a las afueras de la habitación de Megumi.

Él había estado presente cuando ese tal Hideki se acercó a su maestra para invitarla a salir y para la sorpresa del chico, su instructora acepto sin mucha dificultad. Cerrando sus ojos, el muchacho recordó el momento con incomodidad.

Flashback

Kaoru terminaba de guardar su armadura en el bolso y acomodaba su haori sobre sus sudado Kendo Gi cuando Yahiko oyó unos pasos acercarse. Su instructora se enderezo dejando su bolso en el suelo al reconocer a la persona que venia hacia ellos.

-Hideki san – saludo la chica ordenando su cabello.

-Kamiya san, quisiera robar unos segundos de su tiempo si no es mucho problema – dijo sonriendo amablemente el joven.

Yahiko le dedico una mirada rápida, el chico parecía de la misma edad que su instructora, si es que no un par de años mayor. Tenia el cabello castaño y lo llevaba recogido en un pequeño mono sin embargo algunos mechones escapaban del peinado haciéndolo ver joven y despreocupado.

Kaoru se alejo dos pasos al costado y le indico al chico que podía hablar. Dedicándole una mirada insegura a su aprendiz, Hideki la siguió y sonrojándose violentamente dijo las palabras que Yahiko creyó haber imaginado en un principio pero que al ver el rostro de su maestra confirmo que eran ciertas.

- Señorita Kaoru, me gustaría invitarla a salir – dijo el joven sin rodeos y levantando inmediatamente las manos para evitar que la chica respondiera – si bien sé que no tengo oportunidad contra Himura San, seria un honor para mí invitarla a salir Kaoru San.

Yahiko observo con atención como el rostro de su instructora había perdido todo el color para luego enrojecerse en cuestión de segundos, a la vez que comenzaba a sacudir su cabeza con vergüenza. Tomando las cosas de la shihondai y pensando que ya sabia cual seria la respuesta, se dio media vuelta para dirigirse a la salida del dojo sin embargo lo que respondió la kendoka lo dejo clavado en su lugar.

- a-arigato Hideki San, has sido muy amable al invitarme a salir – respondió tomando sus manos sobre el nudo de su Hakama tímidamente – no te preocupes por Kenshin, de seguro que no le interesa lo que yo haga en mi vida privada…

- Arigato Kaoru San, dígame donde la paso a buscar, seguro querrá comer con los suyos y refrescarse antes de salir.

-hai…ve a recogerme a la clínica Gensai, estaré ahí el día de hoy.

-hai!, domo arigato Kaoru san, nos vemos luego – se despidió animado el joven, Yahiko lo observo con los ojos muy abiertos notando que además de educado era atractivo, mentón cuadrado, piel canela y ojos avellanos en forma de almendra.

Mirando sorprendido a su maestra vio como Kaoru observaba con una mirada entristecida al del chico mientras se alejaba. En ese momento comprendió que cualquier fuera la razón del enojo de Kaoru con el espadachín, tenia que ser seria como para tomar una decisión de este tipo y en ese instante supo que no le podía fallar a Kenshin.

El pelirrojo le había confiado a Kaoru y no podía permitir que la chica se fuera a pasera por ahí con ese muchacho. Debía llevarla de regreso a casa sana y salva para que resolviera su molestia con el espadachín.

Fin del flashback

Poniéndose de pie, golpeo el shoji por decima vez con insistencia, tenia que convencer a Kaoru de volver a casa, Megumi había lanzado un té hirviendo a Sanosuke pero el fue más inteligente y espero en el pasillo, ahora que no escuchaba más gritos ni llanto se acerco para golpear el papel del shoji con insistencia.

De pronto la puerta se abrió de golpe y Kaoru apareció en el umbral molesta. Yahiko la quedo viendo con la boca abierta, su maestra estaba irreconocible, se veía un poco mayor de lo que realmente era pero además, parecía brillar. Yahiko se sonrojo un poco y no supo que decir abriendo y cerrando la boca sin decir nada.

-ya te dije Yahiko, volveré al dojo cuando se me de la gana, si quieres irte pues hazlo, no necesito un chaperón – Le dijo irritada la chica cruzándose de brazo.

-p-pero – Yahiko intento hablar, pero fue interrumpido por Ayame que llego corriendo hacia ellos.

- Kaoru chan, te busca un amigo del dojo Maekawa – anuncio la niña tomando la mano de Kaoru y arrastrándola por el pasillo de improviso.

-Mierda…- Megumi se apresuro en seguir a la chica seguida de Yahiko que le dedico una mirada de pocos amigos.

Ignorando la hostilidad del pequeño samurái, la doctora revisó la hora en su reloj de mano, había calculado que el joven demoraría una hora más antes de venir a buscar a Kaoru pero al parecer se había equivocado. Ahora tendría que improvisar ya que no tendría tiempo de invitar al joven a una taza de té antes de que se fueran.

Cuando llegaron a la entrada de la clínica ambas chicas guardaron silencio al ver que el chico estaba bien arreglado, su cabello ahora suelto caía a la altura de sus mejillas haciéndolo ver jovial y relajado, en sus brazos cargaba un hermoso ramo de flores. Kaoru se sonrojo intimidada por el gesto y recibió agradecida las flores dedicando una fugaz mirada a sus amigos, Ayame aplaudió inocentemente.

- Buenas tardes Hideki San – sonrió cohibida Kaoru, sentía que estaba demasiado arreglada para una cita sin rumbo.

- Buenas tardes Kaoru San – sonrió el chico inclinándose – se ve muy hermosa

Kaoru se sonrojo violentamente y dedicando una mirada desesperada a la médico pidió ayuda silenciosamente. Megumi en ese momento se acerco a recibir las flores detrás de las cuales su amiga había decidido esconder su rostro para ocultar su pudor por el cumplido y entregándoselas a Ayame se volteó descuidadamente e intervino en la situación.

- Hideki san, sé que no es de mi incumbencia pero solo para saber donde estará Kaoru San en caso de cualquier emergencia, me podría decir qué harán durante su salida – sonrió fingiendo calma, pensaba que el chico sería un hombre más inseguro pero al contrario, se dio cuenta de que el hombre tenia la clara intención de llamar la atención de la instructora.

- hai…pensaba llevarla al teatro y después ir a cenar al barrio occidental – se rasco la cabeza el chico tímidamente.

Megumi asintió lentamente y empujando suavemente a Kaoru en dirección al chico les deseo a ambos una buena cita. Yahiko observó atónito como Kaoru era guiada por el chico a un carruaje que esperaba a las afueras de la clínica, dándose cuenta de que seguir a su instructora seria un poco difícil. Cuando el carruaje partió Yahiko se volteo a mirar rápidamente a Megumi con molestia.

-¡no puedo creer que la apoyaras en esto! – le recriminó el chico

- no lo entiendes…

- lo único que entiendo es que Kaoru es una tonta y tu no deberías fomentar su estupidez – concluyo el chico arreglando su shinai y mirando el cielo gris tomo aire para seguir al carruaje.

- no te esfuerces tanto, regresa al dojo y espérala allí – se encogió de hombros la mujer

- no puedo volver al dojo sin ella- murmuro Yahiko recordando la mirada que le dedico el pelirrojo sintiendo un escalofrió recorrer su cuerpo.

Megumi vio como Yahiko tirito al decir eso y sospecho que algo había sucedido para que el chico estuviera tan empecinado en acompañar a la chica, sospechando que Kenshin tenia que ver con esa presión sonrió para si misma. Al menos se estaba entreteniendo con esto.

- haz lo que quieras pero no los interrumpas, ya sabes donde encontrarlos…no pierdas tiempo – rio la mujer viendo como el chico la miraba con molestia antes de desaparecer del lugar.

Dándose media vuelta para recibir las flores que le había pasado a Ayame, la médico se dispuso a entrar a la consulta pensando en cómo resultaría todo, Kaoru era muy torpe lo más probable es que no sucediera nada grave más allá de la vergüenza típica de una primera cita.

Cuando recibió las flores inhalo el aroma de estas sonriendo a la niña, sin embargo el sonido de la puerta de la clínica abriéndose de golpe la sobresalto a ella y a su compañia, girándose rápidamente vio a Sanosuke entrar con la mirada fija en ella con una expresión de desagrado que le hizo recordar a la primera vez que se conocieron.

- Qué has hecho mujerzuela – dijo entre dientes el luchador agitado

-no me llames mujerzuela, baka– le respondió molesta la mujer dándose vuelta nuevamente pero Sanosuke la sostuvo de la muñeca obligándola a mirarlo.

- hiciste que Kenshin se entristeciera, tu que dices amarlo tanto…¿por qué le haces esto? – le encaró el joven molesto.

Megumi se sorprendió por la pregunta del luchador y lo directo que había sido con sus palabras, bajando la mirada sintió un poco de culpa ante las acusaciones, nunca pensó que sus consejos podían hacer daño al pelirrojo.

- yo no hice nada, fue Kaoru quien aceptó la cita – se intento zafar del agarre la mujer, desviando la mirada.

-pero tu la convenciste de que hizo bien al aceptarla, te escuche convencerla de que lo hiciera – insistió Sanosuke sin dejarla ir.

- ella tiene la libertad de conocer más hombres en vez de estar atrapada entre cabezotas como tu o como Kenshin – se defendió molesta la mujer logrando zafarse del agarre.

- ¡no la estas ayudando con esto!- la reto el hombre

- ¿y tú qué sabes? – le espetó la mujer apretando el ramo de flores contra su pecho con rabia.

- sé que Kenshin no quiere esto – respondió el hombre molesto.

- y yo sé que Kaoru no merece pasar por toda esta incertidumbre - dijo con convicción la medico- Kenshin tiene que tomar una decisión pronto y si lo seguimos mal acostumbrando, la única que saldrá lastimada es la chica.

Sanosuke sostuvo la mirada de la mujer por unos segundos con intensidad hasta que sintió sus ojos arder. En ese momento Ayame tiro de la chaqueta del luchador tímidamente, lo que lo distrajo recordando que la niña estaba en el lugar.

- por favor tío Sano, no pelee con Megumi nii-san, quedan pocos días para que se vaya, deberíamos todos estar disfrutando de ella – dijo la niña con lágrimas en sus ojos.

Sanosuke se maldijo a si mismo por haber discutido delante de la niña con la doctora y sintiéndose culpable asintió y pidió disculpas a la mujer disimuladamente. Llevando su mirada a la muñeca de la mujer se dio cuenta de que la había sujetado con más fuerza de la necesaria y se maldijo mentalmente por eso.

Megumi vió la preocupación en el rostro del luchador y pensando que la razón de su mirada preocupada era por lo que estaba sucediendo con sus amigos, tuvo una idea perfecta para calmar la ansiedad del luchador y que a la vez le permitiría monitorear a la torpe kendoka para ayudarla a evitar cualquier error del que se pudiese arrepentir.

-es verdad, me quedan pocos días acá – dijo la mujer tomando la manga de la chaqueta del luchador y arrastrándolo a la casa – es por eso que me invitaras a salir

- q-u-qu- ¡qué!

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Sanosuke se miro al espejo sintiéndose como un extraño, Megumi lo había obligado a tomar un baño y entregándole una yukata azul marino de la época de juventud del doctor Gensai lo obligó a vestirse como un hombre común y corriente. Mirando su reflejo creyó ver a su padre en él y sacudiendo la cabeza bruscamente aclaro su mente. Tenia miedo, la doctora le había dicho que la tenia que invitar a salir pero esto olía mal, esto era otro de sus retorcidos planes.

Megumi abrió la puerta bruscamente haciendo que el luchador saltara en su lugar. Cuando Sanosuke se volteo a verla guardo silencio por completo, la mujer se había puesto un kimono sobrio de color púrpura,había tomado su cabello en un rodete y puesto una sombra azúl oscura sobre sus parpados haciéndola parecer mucho más madura de lo que realmente era. Sus manos comenzaron a sudar profusamente al verla así, y sin poder moverse vio como la mujer se acerco a él con un Haori negro y lo obligo a ponérselo.

- si me vas a invitar a salir te debes ver decente y además debes ser capaz de pasar desapercibido – le indico sacándole la banda de su cabello.

- espera mujer, me explicas qué esta pasando- logró reponerse el luchador sintiendo las manos de la mujer en su cabello mientras intentaba ordenarlo.

- pues, ¿no estas preocupado por Kaoru?, si tanto te urge ¿no crees que deberíamos espiarla y asegurarnos de que no comenta ninguna locura? – dijo como si nada la mujer

- ESTAS LOCA, USTEDES DOS ESTAN LOCAS – retrocedió Sanosuke buscando como escapar del lugar

- Pfff y ustedes son unos cobardes, buenos para nada, lo único que saben hacer es dar y recibir golpes – se burló la mujer arreglando su cabello colocando un peine de accesorio – y bien ¿qué dices?, ¿nos aseguramos de que Kaoru chan tome la decisión correcta?

Sanosuke observo a la doctora boquiabierto y sopesando las opciones reconoció que la ilógica idea de Megumi, era la mejor oportunidad que tenia para ayudar a su amigo, era estar lo suficientemente cerca de la nena como para intervenir en caso de que el muchacho se quisiera pasar de listo. Si Kenshin no estaba, el tenia que ser sus ojos. Tragando con fuerza reunió el coraje necesario para aceptar el retorcido plan de la mujer.

-esta bien, estoy contigo – acepto el luchador resignado.

-JOJOJOJOOJO, sabia que no te podrías resistir a mi – rio la doctora haciendo que el luchador la mirara molesto.

-espero que sepas lo que estas haciendo, mujerzuela – murmuro el luchador saliendo de la habitación.

-no tu mujerzuela al menos – respondió mordazmente la mujer haciendo que los hombros de Sanosuke se tensaran.

"Kami-sama, se que no creo en ti pero te pido me protejas de esta mujer" pensó el luchador encaminado a la mujer en dirección al pueblo.

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Kenshin termino de plantar los bulbos y ahora estaba cubierto de sudor y tierra, satisfecho con su trabajo, dejo la pala a un costado y saco su cabello de su rostro para mirar el cielo, este anunciaba que ya eran más de medio día y las nubes comenzaban a tomar un color carmín intenso. Mirando a su alrededor vió que prácticamente ya había terminado de reparar gran parte de los daños del lugar, buscando con la mirada noto que el gallinero estaba con la puerta en el suelo y algunos palos colgando, también había sido dañado por la pelea con su ex cuñado lo que lo hizo recordar gracias a él, ahora no tenían ni gallinas ni huevos.

Decidido a recuperar esa fuente de alimento, se acerco al gallinero para repararlo, ya vería la forma de conseguir alguna gallina con Tsuki dono pese a sus desproporcionados cobros en favores.

Tomando los alambres comenzó la tarea, sin embargo una voz en su inconsciente seguía insistiendo en que tal vez debía ir por Kaoru. El daño ya estaba hecho y no sacaba nada con tratar de demostrar que si podía controlarse si ya no lo había hecho cuando debía, ya no tenia nada que perder.

Llevando sus manos a su cara bruscamente, enterró su rostro en ellas y ahogo un grito de frustración consigo mismo. Se dio cuenta que no sabia qué hacer realmente, veía que ni Yahiko ni Sanosuke habían vuelto, seguro habían decidido ir por Kaoru, tal vez él también debía hacerlo, pero la amenaza que vio en la mirada de la kendoka en la mañana cuando le ordenó que no la siguiera detuvo sus pensamientos, no quería arriesgarse a perderla. No quería que pensara que él no era capaz de seguir sus ordenes y sus tiempos. Respirando profundamente volvió a enfocarse en tapar los hoyos de la jaula con más alambre.

Avanzo lentamente en su tarea sabiendo que una vez que terminara quedaría solo con sus pensamientos y eso era algo que quería evitar a toda costa. Terminando de fijar el último de los alambres comenzó a doblarlo de un lado a otro para fatigarlo y así para poder cortarlo con mayor facilidad, en ese momento alguien entro en el dojo sin anunciarse y en una reacción reflejo, Kenshin tiro del alambre con demasiada fuerza, logrando cortarlo pero haciéndose daño en el proceso.

-¡Ken san! ¡Su mano está sangrando! – dijo el doctor Gensai que junto con Ayame y Susume lo miraron desde la entrada, mientras él trataba de frenar la sangre con su gi.

-hola doctor, hola niñas – saludo fingiendo una sonrisa el espadachín – no es nada, es solo un rasguño…

-nada de eso, ven acá por favor, seguro podemos curar eso con el botiquín del dojo…Ayame ve a buscarlo por favor…

-hai!

Kenshin se acerco al doctor con su mano aún sangrando y Susume se escondió detrás del doctor al verlo. Kenshin siguió la mirada de la pequeña y entendió porque se escondía, era una imagen bastante grotesca ver la sangre bañar sus manos. Su rostro se tenso con desagrado al recordar como en su juventud la imagen de sus manos bañadas en sangre era algo común y cotidiano para él.

Una de las razones por las que le gustaba tanto lavar la ropa, era porque sentía que así podía seguir limpiando la sangre de sus victimas acumulada en sus manos, a veces todavía las veía del mismo color rojo que ahora tenían.

-en-an….ken….an …KEN SAN!

-eh? – Kenshin se había ido del presente perdido por unos segundos en su pasado, levantando la mirada vió que el doctor Gensai lo miraba preocupado.

-Ken san limpiare la herida con alcohol, dolerá un poco pero es lo mejor, tenias tierra en las manos y un corte con metal no es una herida que no merezca atención – le explico el hombre esperando a que el pelirrojo le indicara que estaba listo.

Kenshin asintió y el doctor limpio la herida, el espadachín cerro los ojos y respiro profundo al sentir el ardor pero contuvo su expresión de manera estoica. Sin darse cuenta que las niñas se habían acercado a él, ambas habían tomaron su mano libre, Kenshin las observo con sorpresa, seguramente querían ayudarlo a soportar el dolor, ese gesto lo enterneció y esta vez les sonrió sinceramente.

- Arigato Ayame cha, Susume chan…

- no me gusta ver a ken nii herido – murmuro Susume escondiéndose detrás de Ayame para no ver la sangre nuevamente.

- ma, ma Susume, esta todo bien – le tranquilizo el doctor vendando la mano del espadachín – es un corte superficial afortunadamente, no necesitaras puntos pero preocúpate de mantener la herida limpia y cambiar las vendas.

-Hai, domo arigato… – en ese momento Kenshin se percato del bolso que el doctor Gensai había dejado en el engawa, el hombre siguió su mirada y comprendiendo la pregunta en el rostro del espadachín dijo.

- Kaoru chan dejo sus cosas en la clínica, se que volverá acá al final del día así que decidí traer sus cosas directamente.

Kenshin asintió lentamente, viendo que era el bolso con la armadura de kendo y otro aparte con su kendo gi y hakama. Eso quería decir que si había ido a la cita, lo más probable con un kimono de Megumi. Kenshin sintió una punzada en su corazón al entender de que pese a todo Kaoru había aceptado la invitación y derrotado se sentó en el engawa apoyando sus codos en sus rodillas.

- chicas, por qué no van a jugar un rato en el otro patio, necesito tener unas palabras con Ken san – les pidió el anciano con calma

Ayame y Susume asintieron y salieron corriendo al otro patio mientras reían, Kenshin deseo no tener que escuchar a más personas aconsejarlo sobre qué hacer. Estaba agotado y la única persona con la que realmente quería hablar no estaba en el dojo. Resignado a recibir una cátedra sobre lo que debería hacer espero que el hombre hablara, pero pasaron los minutos y el doctor no dijo nada.

Kenshin levanto la mirada lentamente con curiosidad, en ese momento el hombre mayor hizo contacto visual con él.

- Has hecho un buen trabajo reparando el lugar – reconoció el hombre viendo la huerta ahora con más variedad de verduras y el gallinero recién reparado. – Kaoru chan no hubiese podido sola con esto aunque hubiese querido…

Kenshin guardo silencio y contemplo su trabajo en el lugar en silencio, había conseguido que todo estuviera limpio y ordenado, las cosas que habían estado dañadas incluso cuando él recién había comenzado a vivir en el lugar ahora estaban funcionando y se mantenían limpias.

- esta casa es demasiado grande para una sola persona, además de ser una gran responsabilidad, Kaoru chan tuvo la energía suficiente como para conservar el dojo vivo en los tiempos más difíciles, creo que eso dice mucho de ella, ¿no lo crees?

El espadachín fijó su mirada en el bolso con la armadura de la shihondai que estaba apoyado en el pilar de la casa a un costado del doctor.

- hai…Kaoru dono es una mujer muy fuerte…- asintió el pelirrojo lentamente sin despegar la mirada de sus cosas.

- Así es Ken san, es una mujer tremendamente fuerte y valiente, sin embargo…es muy parecida a ti en algunas cosas.

-¿eh? – el pelirrojo se volteo a mirar al hombre desconcertado

- tiene un autoestima muy herida, cree que no merece ciertas cosas y eso hace que muchas veces renuncie con facilidad a cosas que desea con todo su corazón.

Kenshin se enderezo al escuchar al Doctor Gensai al mencionar esto, el espadachín sabia que él no tenia una buena relación consigo mismo, constantemente creía que no era digno de una segunda oportunidad y se debatía constantemente entre disfrutar la vida o seguir atormentándose por sus pecados. Pero Kaoru, cómo era posible que ella pudiera tener dudas sobre si misma.

- por qué lo dice…- susurro temeroso el espadachín

- desde muy niña le dijeron que seria una mala mujer por practicar la esgrima, creció rodeada de hombres y tiende a ser muy exigente consigo misma para no ser menos entre ellos… – explicó con sencillez el hombre - siempre necesito ser considerada un par y por lo mismo, creció sin entender muy bien su propio corazón de mujer.

El pelirrojo asintió entendiendo lo que el doctor quería decir, Kaoru era igual de insegura que él, no sabia como comportarse de la manera correcta, incluso ahora que estaba en una cita, seguramente debía estar incomoda. Sonriendo para si mismo Kenshin sintió un poco de alivio, Kaoru no lo juzgaría por su mal actuar, porque ella era igual que él en ese respecto.

- Kaoru dono no debería ser insegura, Sessha cree… Sessha cree que Kaoru dono es una mujer formidable, no necesita cambiar nada de si.

- Lo sé, pero ella no esta segura de eso – asintió el doctor poniendo una mano sobre hombro – tu también eres un hombre formidable Kenshin…no lo olvides

Kenshin sonrió un poco más calmado y asintió a las palabras del doctor, si bien no lo había aconsejado le hizo ver que tanto Kaoru como él estaban equivocados, pero no era el fin del mundo. Ambos podían aprender a hacer bien las cosas, tenían tiempo para aprender, Kenshin deseaba aprender a comunicarse con ella de manera clara y dejar de esconder sus propios actos de cariño detrás de gestos de preocupación o sobre protección.

-Arigato Gensai dono…

-IE - dijo poniéndose de pie abruptamente el doctor- no me agradezcas nada, Megumi me abandono y me dejo solo en la clínica, salió en una cita con ese luchador callejero Sansa – se quejó el hombre – así que no tengo con quien dejar a las niñas mientras atiendo la clínica, las vendré a buscar a la noche, ¡nos vemos!

-¡ORO!

Kenshin vio como el doctor desaparición con velocidad por la puerta del dojo, mientras oía los pasos y risas de las niñas a sus espaldas.

- ¡Hermano! ¡Ven a jugar a las escondidas con nosotras! – dijo Susume arrastrándolo junto con Ayame.

-Oroooooo – Kenshin se rindió, si esta era una forma de despejar su mente y corazón, entonces lo aceptaría pero no pudo aguantar la curiosidad.

- ¿es cierto que Sanosuke y Megumi san salieron en una cita?

-hai! – confirmo Ayame riendo – Primero pelearon, después se reconciliaron y después Megumi dijo que Sanosuke la había invitado a salir.

-los dos se arreglaron mucho! – rio Susume – ni siquiera tu los reconocerías

- espero que Sanosuke sobreviva – murmuro Kenshin dejando que las niñas lo arrastraran.

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Sanosuke estornudo a un lado de Megumi, de mal humor busco a su alrededor a Kaoru pero no la encontró, según Megumi esta era la única obra que estaba programada para el día de hoy pero no lograba encontrar a la nena entre la multitud. De pronto, su mirada se devolvió para observar a una hermosa chica que miraba tímidamente a su acompañante y se abanicaba lentamente mientras prestaba atención a lo que el joven le decía, llevaba el pelo suelto y su rostro parecía conocido.

- Maaa… veo que ya te aburriste de mi – se quejo Megumi apoyándose en su brazo mientras se abanicaba, se había percatado de que Sanosuke no había visto como lucia Kaoru antes de salir y al parecer había logrado ubicarla sin su ayuda.

- qué estupideces estas hablando, estoy buscando a la nena – se sonrojo Sanosuke - no estoy mirando a nadie…– aclaro en voz baja

Megumi se cubrió la boca para reír, le gustaba molestar al luchador, siempre quería aparentar ser un hombre de mundo y experimentado pero su lado infantil era lo que realmente le gustaba de él. A pesar de su forma de vida antes de conocer al espadachín, Sanosuke siempre mantuvo sus ideales claros y su corazón seguía siendo ingenuamente puro, algo que ella no podía decir de si misma.

Sanosuke vio como Megumi dejo de reír y una expresión triste se había acentuado en su lugar. Incomodo se movió en su puesto y llamando a uno de los vendedores del teatro disimuladamente compró una rosa con el dinero que tenia de sus apuestas.

- toma…no quiero que crean que mi cita no lo esta pasando bien – le espeto entregándole la rosa a la mujer.

Megumi se sobresaltó cuando vio una rosa posarse frente a sus ojos y sorprendida acepto la flor de manos del luchador. Esta era la inocencia que ella sabia muy bien que existía en su corazón y sonriendo ampliamente al hombre, le agradeció con sinceridad haciendo que el luchador la mirara extrañado.

- ¿estas segura que esta es una cita para espiar a Kaoru y no tienes otras intenciones mujer?, no estoy para tus juegos…

-ahí esta Kaoru, Baka- dijo la doctora a golpeandole su cabeza con el abanico para luego apuntarla – no la mires tanto o se dará cuenta de que la seguimos…

Sanosuke dirigió su mirada donde la mujer le apuntaba y con sorpresa vio que la chica que había llamado su atención era Kaoru, abrió y cerro sus ojos un par de veces pensando que la medico podía estar tomándole el pelo.

-es ella idiota, yo misma la maquille…- murmuro sonriendo satisfecha

-pues hiciste un buen trabajo…- se quejo el luchador – no deberías haberlo hecho, hiciste que la nena llamara aún más la atención.

-ese era mi plan…

Sanosuke suspiro, al menos podía ver todo lo que pasaba, de pronto el lugar se oscureció y pidieron silencio, molesto se volvió a acomodar en su lugar y con su mirada fija en la espalda de Hideki, el luchador se dispuso a espiar a la pareja mientras Megumi se relajaba a su lado.

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Kaoru estaba nerviosa, Hideki había comprado uno de los puestos más cómodos para ver la obra, estaban prácticamente solos en la cabina y no sabia bien qué decir ni como comportarse. Jugando con sus manos sobre su falda, presto atención cuando el chico le hablo.

- esta obra nunca antes la había visto, pero sé que a mi madre le gustaba mucho -le explicó el chico

- ¿y dónde esta ella?, ¿por qué no vino ella también? – pregunto la instructora disimulando su ansiedad.

- mi madre murió hace un año atrás – respondió con calma el chico, Kaoru se golpeo mentalmente.

- Gomen…

-no te preocupes, todo esta bien – sonrió el chico calmándola.

- ¿quieres beber una taza de té? – le ofreció el chico llamando a un vendedor del lugar

-hai, arigato…

Kaoru recibió la taza agradecida de tener algo con que ocultar sus nervios y bebió en silencio. De vez en cuando dedicaba una mirada al chico y cuando se apagaron las luces para comenzar la obra agradeció que ya no tendría que esforzarse en mantener una conversación medianamente decente.

Hideki había demostrado ser un caballero hasta el momento, la trataba con delicadeza y mucha atención. Kaoru descubrió que eso era algo que realmente le gustaba, toda su atención parecía estar enfocada en hacerla sentir bien y aunque ella no lograba relajarse, era capaz de reconocer lo agradable que el chico era y sus formas.

Los minutos pasaron y lentamente la obra se robo la atención de Kaoru, la de sus espías y todos los presentes, Sanosuke había dejado de husmear lo que hacia Hideki y ahora prestaba atención a la historia. La obra trataba de un hijo de samurái que deseaba vengar la muerte de sus padres pero que se había enamorado inevitablemente de la hija de la familia que estaba detrás del asesinato de sus progenitores.

Megumi inconscientemente había puesto su mano sobre el antebrazo del luchador y cada vez que ocurría una desgracia enterraba sus dedos en sus músculos. Sanosuke la quedo observando con cierta gracia al verla tan involucrada en la obra, al parecer la mujer que tanto le gustaba aparentar madurez era fácil de impresionar después de todo. Aguantando sus ganas de burlarse de ella dejo que siguiera apretando su brazo y volvió a buscar con la mirada a Kaoru.

La pelinegra ahora tenia una expresión indescifrable en su rostro, su atención puesta en el escenario pero hubo algo que alarmó al luchador. Hideki había conseguido apoyar su mano sobre la de Kaoru quien parecía ausente, seguramente su atención completamente centrada en el drama. Volteándose bruscamente en dirección a Megumi, el luchador se acerco al oído de la mujer.

- ese Hideki le tomo la mano, se esta aprovechando de la nena y su incapacidad para concentrarse en dos cosas a la vez– se quejo el hombre

-shhhh – lo calló Megumi llevando un dedo a sus labios – estamos llegando al climax, ¿podemos dejar eso para después?

Sanosuke guardo silencio observando el rostro de la mujer ahora suavizado por las emociones que la obra había despertado en ella. Regresando su atención a escenario guardó la compostura y trato de concentrarse en la obra nuevamente, dándose cuenta de que lentamente la excusa del plan parecía cada vez más una excusa para una salida entre él y Megumi. Sacudiendo su cabeza trato de calmar sus ideas, se estaba volviendo paranoico.

Kaoru sintió que la mano de Hideki había comenzado a apretar suavemente la suya buscando una respuesta de su parte, sin embargo fue incapaz de responder a su silenciosa petición y en cambio sacó el abanico y disimuladamente movio su mano debajo de la del chico para comenzar a abanicarse.

- es bastante intensa esta historia la verdad… – murmuro la chica en voz baja, Hideki asintió y volvió su atención al escenario.

Kaoru analizo al chico a su lado disimuladamente mientras se abanicaba, por lo que habían conversado en el carruaje, él era dos años mayor que ella, hijo de mercaderes y había comenzado a entrenar desde hacia tres años atrás en el dojo Maekawa. Tenia buen porte y era bastante atractivo, la chica se sonrojo al darse cuenta lo que acababa de reconocer.

Hasta el momento no había encontrado nada que la hiciera desconfiar de él y eso la asustó, darse cuenta de que tal vez había estado ciega al resto del mundo donde hombres como Hideki existían.

Atormentada por el curso de sus pensamientos volvió a concentrarse en la historia, y sin anticiparlo, sintió como Hideki acomodaba su cabello sobre sus hombros para descubrir su rostro, analizándola con atención. Kaoru lo miro con inseguridad.

- es usted una mujer muy bella Kaoru san – sonrió el chico – esto era algo que siempre había querido decirle, pero no quería decírselo a mi sensei, quería decírselo a la mujer que usted es, agradezco mucho que me de la oportunidad de conocerla.

Kaoru quedo en silencio ante la sinceridad del chico y sonrojada bajo la mirada sin saber qué decir, no estaba acostumbrada a que le dijeran este tipo de cosas de una manera tan delicada y directa, en cambio, estaba acostumbrada a ser llamada fea e incluso ser el objeto de burlas de parte de sus amigos, no sabia como recibir cumplidos, por lo que se acomodo en su lugar y siguió abanicándose con más fuerza mientras se inclinaba en señal de agradecimiento, sintiéndose estúpida por no saber qué decir.

Minutos más tarde el clímax de la obra ocurrió, el silencio en el lugar era total, parecía que todos habían quedado suspendidos en el aire excepto Kaoru, la historia era muy triste y trágica y la interpretación de los actores era demasiado convincente.

Lamentablemente para la joven instructora la historia tenia ribetes que ella había vivido muy de cerca por no decir en carne propia y muchas de las situaciones representadas en la obra como la venganza, la violencia, la muerte y un amor casi imposible hicieron que su corazón se angustiara. En el momento en que el protagonista sediento de venganza se enfrascaba en una pelea sangrienta donde el único resultado posible era su propia muerte y donde las suplicas de su amada eran ignoradas entremedio de la batalla, hicieron que la chica no pudiera soportar más y poniéndose abruptamente de pie se apresuro en salir del lugar angustiada.

El sufrimiento del protagonista y su deseo de venganza le recordó a Enishi y su insaciable sed de sangre. Los recuerdos de la pelea entre Kenshin y el joven Yukishiro colapsaron su mente y la imagen de Kenshin mal herido y ensangrentado frente a sus ojos en la orilla de la playa la hicieron experimentar un miedo incontrolable, un miedo que aún no procesaba porque parada en la orilla del bosque había optado por mantener su espíritu fuerte para asegurarse de que Kenshin no se preocupara, pero ahora el miedo suprimido se apodero de ella haciéndola sentir como si aún estuviese atrapada en esa isla, rodeada de amenazas de muerte para ella y el pelirrojo espadachín.

Respirando agitadamente salió del teatro y caminando en círculos de manera errática trato de buscar algo que le dijera que esto era otro de sus terribles sueños.

Yahiko se sorprendió al ver a Kaoru salir así del lugar, había estado esperando a un costado del teatro y rápidamente se acerco a la shihondai al verla caminar de manera extraña.

-oi Kaoru, ¡Kaoru! – Yahiko la detuvo al percatarse de que la chica estaba desorientada y miraba a su alrededor tratando de reconocer dónde estaba – ¿qué sucedió?, ¿estas bien?

Kaoru se volteo al escuchar su nombre y vio la cara conocida de Yahiko, desesperada se arrodillo frente al chico y tomando su rostro entre sus manos lo analizo como si no estuviera realmente frente a ella e inesperadamente lo abrazo tratando de calmarse. El aprendiz reaccionó rápidamente y recordando las veces que vio a su instructora con una crisis la abrazo fuertemente y comenzó a hablarle como Kenshin hacia cuando trataba de calmarla.

- esta bien Kaoru, soy yo, Yahiko, estas bien…todo esta bien – le hablo con claridad y tranquilidad el muchacho.

- Ken…Kenshin, ¿dónde esta Kenshin? – pregunto sin aire la chica

- en el dojo…esperándonos – la tranquilizo – él esta bien, estamos todos bien…

Kaoru asintió volviendo en si y apoyo su frente en el hombro del chico recuperándose de la crisis, algunas personas la habían quedado mirando como bicho raro pero no le importo.

- si quieres regresamos ahora… – le ofreció Yahiko delicadamente

-ie – rechazo la chica poniéndose de pie e ignorando que ahora tenia sus rodillas sucias – Hideki San se ha preocupado por planificar esta salida, no quisiera defraudarlo – murmuro la chica tranquilizándose.

- pero Kaoru…

- Estaré bien Yahiko – le dijo con calma la chica – fue solo una pequeña crisis nada más

- deberíamos volver…no es normal que tengas estas crisis, debes descansar …

- Yahiko – le interrumpió la chica con más carácter y el chico guardo silencio.

En ese momento Hideki salió del teatro preocupado y al ver a Kaoru corrió hacia ella con urgencia.

Sujetándola de los hombros la miro a los ojos preocupado y examinando su rostro suspiro aliviado.

- Gomen Kaoru dono, fue muy tonto de mi parte invitarla a esta obra – se disculpo el chico – no me percate de que podía ser un tema sensible para usted.

- ie… perdóname tu a mi por haber arrancado de esa manera – se disculpo la chica arreglando el cuello de su kimono y cabello.

- ¿desea que la lleva a la casa?, no hay problema si quiere dejar la cita hasta acá

-yo creo que deberías volver a casa- se involucro Yahiko con convicción pero guardó silencio al ver la mirada de Kaoru.

- Hideki san, perdóneme, insisto en que debemos seguir con lo que tenias planeado para nosotros – sonrió Kaoru amablemente.

Hideki asintió animado y ofreciéndole el gancho a la chica espero a que Kaoru aceptara su brazo para caminar en dirección al barrio occidental, dejando a Yahiko atrás.

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Megumi no había podido contener las lagrimas al ver como al final el protagonista moría dejando atrás a su amada con su futuro hijo en su vientre y sin saber que seria padre. Sus lagrimas cayeron libremente por su rostro haciendo que Sanosuke se percatara de su reacción al tratar de contener un pequeño sollozo.

El luchador se sorprendió al ver a Megumi llorar y rápidamente busco un pañuelo entre sus mangas, encontrándolo se lo ofreció a la joven sin decir nada. Dejando que la doctora calmara sus emociones, le permitió que escondiera su rostro en su espalda mientras buscaba con su mirada a Kaoru e identificando el lugar donde había estado sentada se percató de que ni ella ni el joven estaban en sus lugares.

Tratando de no parecer impertinente se dio vuelta para hablarle a Megumi que ahora secaba sus lagrimas y trataba de arreglar su maquillaje que para su sorpresa se había mantenido intacto.

- ¿estas bien? – le pregunto mientras la analizaba con atención

- hai, es solo esa estúpida formula de amor imposible – se rio de si misma la mujer

- no entiendo por qué todos quieren una historia de amor imposible- dijo ofuscado el hombre- ¿no seria más fácil apostar por lo que esta a frente a nuestras narices? – pregunto cabreado el luchador.

Megumi lo quedo observando por unos segundos sorprendida por la reflexión inconscientemente profunda que el joven hombre había hecho.

-a veces dices cosas inteligentes – reconoció la mujer sonriendo.

-siempre digo cosas inteligentes, solo que tu no me escuchas mujer – le reclamo el hombre poniéndose de pie y ayudándola a levantarse – lamentablemente te informo que nuestros objetivos ya no están en su lugar.

- ¿QUÉ? – Megumi lo corrió bruscamente para comprobar que decía la verdad – ¡Baka!, por qué no me avisaste.

- cierra la boca mujerzuela, no iba a obligarte a caminar mientras llorabas…

Molesta Megumi camino hacia la salida, Sanosuke la siguió de cerca poniendo sus ojos en blanco ante el mal genio de la mujer. Una vez afuera buscaron con la mirada a la chica pero en cambio se encontraron con Yahiko que miraba en dirección contraria al teatro.

- oi mocoso – se acerco Sanosuke al chico, Yahiko lo miro de pie a cabeza tratando de identificarlo

- ¿Sanosuke? – pregunto incrédulo

-¿qué?, tan distinto me veo vestido así – se pregunto el luchador mirando su ropa nuevamente

- me estoy volviendo loco, ¿qué significa esto? – pregunto el chico mirando de pies a cabeza al luchador, rodeándolo mientras lo analizaba.

- pues parece que mi plan funciona a la perfección, Yahiko chan no te reconoció ojojojojo

- ¿Megumi? – Yahiko observo a la doctora con su cabello tomado y maquillaje oscuro sobre sus parpados y de pronto se dio cuenta de que la dupla de la clínica Gensai parecían encajar perfectamente.

- ¿qué diablo están haciendo acá vestidos así?, parecen una pareja de casados con mucha estabilidad financiera y tiempo libre – dijo el chico sintiendo un poco de repulsión ante la posible pareja de Megumi y Sanosuke.

Un golpe en su cabeza le indico que su gesto de asco no había pasado desapercibido por la doctora.

- vinimos a espiar a tu instructora – le informo la medico con autosuficiencia

-pues bastante malos son como espías – dijo con ironía el chico – Kaoru acaba de irse junto a ese Hideki, tuvo una especie de crisis nerviosa, trate de convencerla de regresar a casa pero no quiso.

- ¿crisis? – pregunto preocupada la mujer – demonios, debí haberlo sospechado, la historia era demasiado cruda…

- ¿hace cuanto se fueron? – pregunto el luchador ignorando la preocupación de Megumi, de nada servía preocuparse si no lograban encontrar a la chica.

- hace tan solo unos minutos…

-Hideki dijo que la llevaría a comer comida extranjera…- recordó Megumi

- pues vamos entonces, qué esperas – le apuro Sanosuke ofreciéndole el gancho de manera exagerada.

Megumi sonrió ante la complicidad que el luchador le demostraba de vez en cuando y aceptando su brazo se dirigió a Yahiko.

- si quieres nos sigues, puedes hacerte pasar por nuestro mini sirviente ojojojoojo

- ya cállate de una vez – se quejo Yahiko siguiéndolos de cerca.