Disclaimer: Ninguno de los personajes me pertenece. La historia está ubicada después del último episodio del anime / post Jinchu. En un inicio mi idea era terminar con la partida de Megumi y Sano pero esto ha evolucionado y he decidido continuar con el desarrollo de la relación KxK. Una historia centrada en cómo Kenshin logra finalmente vivir en el presente y que ocurre con él después de estos eventos.

X

Kaoru rio despreocupadamente por primera vez en el día, finalmente Hideki había decidido llevarla a un restaurante de comida Italiana, donde los comensales estaban sentados en mesas al estilo occidental y habían idiomas que se mezclaban en el ambiente. Para amenizar la tarde el joven le había preguntado si deseaba probar vino mientras esperaban que su comida llegara, a lo que la kendoka había aceptado sin mucha complicación debido al mal momento que había vivido durante la obra, sin querer arruinar la idea de diversión del joven nuevamente.

Ya en su segunda copa había logrado relajarse y ahora conversaba animadamente con el chico, ambos comentando cuales eran sus pasatiempos favoritos y recordando personajes emblemáticos de su infancia en Tokio, como el anciano del sector rural del pueblo que era famoso por amenazar con llevarse a los niños que porfiaban a sus madres y otras historias más. Kaoru escucho con atención cuando el joven le conto cómo había conocido a su padre en el dojo del señor Maekawa y lo mucho que disfrutaba ver a su sensei desafiar a duelo al maestro del estilo Kamiya Kasshin Ryu.

Algo en esa conversación la hizo sentir muy bien al percatarse de que su padre había dejado muy buenos recuerdos no solo a ella sino que también a los alumnos del dojo amigo.

- su padre era todo un ejemplo a seguir, siempre fue muy correcto pero jamás perdió ese tono jovial y divertido al enseñarnos – sonrió el chico jugando con la servilleta de género en su mano.

-es cierto, mi padre siempre fue una persona feliz, a veces me desesperaba su forma de ser – reconoció la chica – siempre ocultaba lo que realmente le preocupaba…

Hideki vio como el buen humor de la chica flaqueaba y rápidamente decidió cambiar el tema por otro más ameno, rápidamente comentando que le gustaba la nueva mezcla cultural que comenzaba a surgir en Japón gracias a los pequeños avances en la industria del país. Kaoru sin entender mucho de economía asintió en silencio mientras oía al chico hablar sobre los beneficios de aprender de la cultura occidental.

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- ¿Qué es lo que está ocurriendo mujer? – pregunto Sanosuke desesperado por voltearse a ver a Kaoru, había quedado ubicado de espaldas a la mesa de los jóvenes y era Megumi quien se encargaba de espiar.

- Nada grave, solo conversan aunque veo a nuestra Kaoru chan más relajada y feliz que en el teatro…

- esa es una mala señal…no debería estar disfrutando – comentó amargado el luchador apoyando su rostro sobre su mano con desgano.

- no digas tonterías, claro que merece pasarla bien, es una chica joven – rio Megumi quien también había decidido ordenar una botella de vino.

Sanosuke suspiro desanimado, no había mucho que pudieran hacer de todos modos más que acompañar a la distancia a la chica y velar porque nada preocupante ocurriera. De pronto los platos que habían ordenado llegaron a la mesa y eso le sacó de sus pensamientos, la doctora había insistido en aprovechar la salida y disfrutar igualmente, aunque Yahiko los había juzgado con la mirada antes de separarse de ellos en la entrada del local.

Dando las gracias, el luchador miró su plato sin saber cómo comer lo que le habían servido y mirando disimuladamente a Megumi tomar los cubiertos, la imitó. Ambos habían decidido probar los tradicionales spaghetti a la bolognesa y por la tranquilidad con la que la mujer había comenzado a comer Sanosuke sospecho que esta no era la primera vez que comía este tipo de preparación.

- ¿tengo algo en el rostro que me miras de esa manera? – le preguntó de pronto la mujer sonriendo al ver al luchador confundido con el tenedor y la cuchara en cada mano.

- veo que tienes experiencia en esto… - comentó el joven como si no le importara

- hai…los días en que Kanryu deseaba jugar a la familia feliz junto a sus socios, me hacía fingir que era su amada esposa y solía llevarme a cenas de negocio…aprendí todo lo que era necesario para no avergonzarlo – dijo con amargura la mujer mientras bebía un poco de vino de su copa.

Sanosuke guardó silencio ante el comentario de la mujer llevando un poco de comida a su boca, parecía que habían sido años desde que rescataran a la mujer de las garras de Kanryu, pero se daba cuenta de que no era así. Extrañamente sentía que conocía desde hace mucho más tiempo a ella y a sus amigos del dojo, pero su inminente partida había expuesto la realidad de este periodo de vida junto a ellos, en estos casi dos años, todos habían recorrido un gran camino que hacía que se sintiera como toda una vida, sin embargo todo estaba a punto de volver a cambiar.

- ¿Aún crees que debes irte a Aizú para redimir tus pecados? – preguntó en voz baja el luchador bebiendo un poco de vino y acomodándose en el respaldo de su silla.

- ¿por qué te preocupa tanto que me vaya? – se inclinó la mujer sobre la mesa

- no lo sé…- reconoció el hombre llevándose una mano a su cabeza tratando de entender la aprehensión que sentía ante la partida de su amiga.

Megumi le sonrío con ternura y volvió a beber de su copa mientras volvían a comer en silencio. En ese momento la estridente risa de Kaoru hizo que ambos retomaran la atención que habían perdido.

- Hideki san, pero qué locuras me estas diciendo – rio la chica limpiando su boca, estaba disfrutando de la comida más de lo que esperaba y la conversación hacia que todo fuera muy agradable.

- sabía que no me creería pero es cierto, cuando pequeño estoy seguro haber visto un dragón, mi padre me retaba cuando contaba esto en público, pero sigo insistiendo que lo que vi ese día en la montaña era un dragón…

- qué imaginación tienes Hideki san – sonrío Kaoru mirándolo con atención - mi padre solía contarme ese tipo de historias antes de hacerme dormir, seguramente tu también te lo inventaste – le molesto la chica robándole una carcajada al joven.

El chico parecía iluminar el lugar con su buen humor y la chica sintió un poco de culpa al percatarse de que pese a todo, su sentimientos seguían enfocados en el pelirrojo espadachín.

- pero ya basta de mi, no me ha contado mucho de usted – dijo el joven pidiendo que le sirvieran más vino.

-ohh, no me creerías si te digo que mi vida no ha sido tan entretenida como la tuya – sonrió Kaoru

- me tendrá que convencer de sus palabras… ¿cómo crecer en un dojo puede no ser entretenido?

-ohh bueno, más bien eso lo veo como algo para lo que nací - reconoció la chica – amo el estilo Kamiya Kasshin con todo mi corazón, es algo en lo que realmente creo por lo que en algunos momentos se sintió más como un deber más que como diversión…

- oh, ya veo…me imagino que fue difícil para usted quedarse sola con una responsabilidad tan grande…

-hai…

Kaoru recordó los días y las horas en soledad esperando alguna noticia de su padre, los días de incertidumbre hasta que la notificación del ejército llego a su puerta. Los días en que no pudo levantarse por más que quisiera. Las miradas de lástima de la gente del pueblo, y la llegada de los hermanos Hiruma. Su rostro se llenó de una expresión seria, haciendo que el chico cogiera su mano con delicadeza.

- de nuevo la hice pensar en cosas que no la hacen feliz, mis disculpas…

-Ie, fueron tiempos difíciles pero eso ha cambiado desde que llegó Ken- -

Kaoru llevó rápidamente sus manos a la boca para evitar mencionar el nombre del pelirrojo a su cita, sin embargo había reaccionado demasiado tarde. Hideki apretó su mano y asintió con lentitud.

- no se preocupe, quiero saber más de usted, eso incluye al hombre que vive con usted– le animó el joven.

- Kenshin y Yahiko llegaron al dojo para cambiar un poco como había estado viviendo hasta el momento – reconoció la chica rindiéndose finalmente a sus pensamientos.

- ambos son muy importante para usted, eso lo sé…

- hai, lo son…

- sé que no debería inmiscuirme pero…– dijo el chico curioso inclinándose sobre la mesa y bajando un poco la voz- ¿qué fue de usted y el señor Himura mientras se ausentaron del dojo la última vez?, después del ataque que sufrió la ciudad…ambos desaparecieron por un largo periodo…

- ¿desaparecer? – pregunto la chica desorientada, si bien ella había desaparecido, Kenshin había quedado atrás en el dojo según ella recordaba.

- Hai, todos pensamos que Yahiko San se quedaría con el dojo bajo la tutela de la doctora de la clínica del doctor Gensai… me preocupe mucho por su ausencia – murmuró el chico pensativo- eso hizo decidirme a invitarla a salir si alguna vez la volvía a ver…

Volviendo a su posición en su asiento y mirando pensativamente su copa, Hideki bebió un trago de vino para luego dedicar una intensa mirada a la joven. Kaoru forzó una sonrisa en su rostro para agradecer la preocupación del joven y bebió de un solo trago lo que quedaba en su copa. Definitivamente Kenshin le había estado ocultando algo y ahora sentía una necesidad imperiosa de saber qué era eso que tanto quería mantener en silencio.

Acomodando el cuello de su kimono miro disimuladamente el reloj en la pared para ver la hora, e incomoda se percató de la mano que Hideki aún mantenía sobre la suya, educadamente la retiró para dejarla sobre su falda.

-…¡pero acá me tienes!, de regreso enseñando cómo tomar bien una espada – sonrió la chica tratando de animarse.

- hai, es verdad, llegó con muchas energías renovadas, eso se nota…- asintió el chico

- bueno, eso es porque necesito que sean capaz de defenderse la próxima vez que ataquen al dojo- le guiño un ojo la chica

- espero que no haya una próxima vez – respondió Hideki con una cierta molestia en su voz – si bien me gusta practicar kendo, creo que ninguno de nosotros realmente quiere enfrentarse a peleas con katanas…fue una real desgracia lo que sucedió…

Kaoru guardó silencio ante el comentario ya que pudo reconocer cierto rencor en la voz del chico y no sabía bien a quien iba dirigida esa molestia.

- aún así, si decides practicar la esgrima debes hacerlo para aprender a protegerte y proteger a los demás, no es un deporte, eso no es lo que enseñamos en los dojos – insistió la joven irguiéndose en su silla con seguridad.

- la he hecho enfadar, ¿no es así? – pregunto avergonzado el chico – perdone mi amargura, es solo que siento que el ataque que sufrimos fue algo injusto – reconoció el chico sacudiendo su cabeza para aclarar sus ideas - y me molesta aún más que haya sido para causarle daño a usted…

- lamento mucho que fueran involucrados – se disculpó la chica.

- usted no es la culpable de nada…debe ser difícil vivir con un ex mercenario después de todo – concluyó el chico como si nada, sin percatarse de que sus palabras no habían sido bien recibidas.

- La verdad es que no lo veo como algo difícil – respondió rápidamente la chica, Hideki guardó silencio dándose cuenta de su error.

- Gomen, no quería sonar imprudente…

- no te disculpes por decir lo que piensas Hideki San – le tranquilizó la chica – ya te has disculpado lo suficiente en lo que llevamos de cita

Un silencio incomodo se apodero del lugar.

Megumi vio con satisfacción cómo el chico que hasta el momento había estado actuando con mucha confianza, ahora parecía un adolescente arrepentido. Algo había sucedido y Kaoru parecía más tranquila y segura de sí misma.

- creo que nuestra instructora al fin recupero la cordura – sonrió la doctora haciendo que Sanosuke se volteara rápidamente a ver qué estaba sucediendo.

- ya no se ve como el casanovas del teatro – reconoció el luchador.

- estoy segura que esta cita acaba en los próximos minutos…

Kaoru tomó la servilleta en su falda dejándola sobre la mesa y agradeciendo por la comida pidió que retiraran sus cubiertos y copa en un gesto por apurar el final de la cita. Hideki refregó su rostro con sus manos arrepentido de sus palabras y con pesar suspiro imitando a la chica para luego mirarla avergonzado.

- creo que arruine el momento- reconoció el chico ante el silencio de la joven – supongo que no puedo evitar sentir un poco de celos después de todo…

- ¿celos?- preguntó con sorpresa la chica.

-hai…Himura San es muy afortunado – asintió el chico pidiendo la cuenta.

- Kenshin no es mi pareja…– le reconoció algo molesta la chica, ocultando su vergüenza.

- lo sé, pero eso no quiere decir que él no la considere su mujer… - respondió sin mirarla el chico mientras pagaba.

- eso no es cierto – dijo Kaoru poniéndose de pie mientras golpeaba la mesa con fuerza haciendo que Hideki se sobresaltara en su lugar

-Kaoru san…

- Kenshin cree que soy una niña torpe e ingenua a la que hay que cuidar…no me ve como su mujer- dijo con amargura la chica

Hideki se puso de pie y evitando llamar la atención la tomó de la mano y la arrastró disimuladamente hacia la salida.

Megumi rápidamente se cubrió el rostro con su mano al ver que caminaban directamente hacia ellos y dándole un golpe por debajo de la mesa al luchador para que se cubriera también, dejaron el dinero sobre la mesa y salieron detrás de la pareja rápidamente.

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Yahiko que había estado apoyado contra el muro comiendo unas bolas de arroz con dinero que le había dado Megumi se sobresaltó al ver a Hideki y Kaoru caminar apresuradamente por las calles del pueblo. El joven prácticamente arrastrando a la chica de la mano.

- ¡se escapan! – maldijo Sanosuke preparándose para correr pero Megumi lo detuvo.

- detente, no podemos seguirlos de tan cerca…

-tendremos que dividirnos – afirmó Yahiko

- adelántate entonces, que no te vean – le indico Megumi – Nosotros iremos trás de ti

-hai

Sanosuke sintió sus manos hervir, quería golpear al chico que ahora llevaba a Kaoru caminando a un paso que indicaba cierta urgencia, sin considerar que la chica claramente no quería ser arrastrada por él. De pronto la mano de Megumi cogió una de sus manos tratando de calmarlo.

- contrólate…no podemos hacer una escena en público y avergonzarla de esa manera – le indico haciéndolo avanzar tirando de él.

Sanosuke observó sus manos tomadas y descolocado siguió a la mujer, si hubiese venido solo ya estaría sobre ese tal Hideki aclarándole un par de cosas. Tranquilizandose siguió el consejo de la mujer y se dejó guiar deseando que el espadachín en el dojo se dejara de actitudes zen y se decidiera por venir a interrumpir esta gran locura de cita.

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Kenshin finalmente había logrado hacer que ambas niñas se calmaran después de prácticamente jugar toda la tarde a las escondidas, acababan de terminar de cenar y ahora leían un par de cuentos que habían encontrado en la habitación de Kaoru para que bajaran las revoluciones. El único problema era que ya se había oscurecido y ni el doctor Gensai ni Kaoru habían llegado aún.

Su inquietud comenzó a crecer con cada minuto que pasaba. De pronto Ayame se apoyó en su hombro con una mirada curiosa que lo incomodó.

- ¿qué sucede Ayame san?

- tienes una cara extraña…no has sonreído desde que el abuelo se fue – le dijo la niña tirando de su mejilla con fuerza

- eso duele…-se quejo el espadachín

- pensé que acompañarías a Kaoru chan y a su amigo… ¿eso es lo que te tiene preocupado ken-nii?

Kenshin se sorprendió de lo perceptiva que era la niña y avergonzado desvió la mirada al cielo, no sabía qué responder y si la niña le daba un consejo más sabio que lo que él mismo podía pensar por si mismo se lanzaría de cabeza al río para ahogar la vergüenza que sentía al no saber qué hacer.

- Supongo que eso es un si, Hideki San dijo que llevaría a Kaoru Chan al teatro y después a cenar al barrio occidental…

- Hideki… - murmuró el espadachín tratando de recordar el rostro del chico que estaba seguro haber visto en uno de los tantos entrenamientos en el dojo Maekawa.

- tu cara se pone fea cuando dices ese nombre… - comentó la niña mirándolo de cerca y volviendo a tirar de sus mejillas.

- Gomen… - fingió una sonrisa el pelirrojo mirando a la puerta del dojo con impaciencia.

- Estas triste - afirmó la niña de pronto como si de una revelación se tratara.

Dirigiéndose a la habitación de Kaoru y desapareciendo por unos segundos, la niña apareció con una de las cintas para pelo de la instructora y llevándola a la nariz inhaló el aroma de la kendoka profundamente sonriendo ampliamente. Kenshin la miró confundido mientras la niña repetía la acción una vez más para finalmente extender la cinta en su dirección.

- Ahora tú… huele – le ordenó la niña a Kenshin con inocencia y entusiasmo

- Ayame Chan… no creo que sea correcto- murmuró el pelirrojo poco convencido pero al ver la mirada decepcionada de la niña rápidamente se desdijo – esta bien…

Recibiendo la cinta de cabello de las manos de la niña la llevó a su nariz e imitando el gesto de la niña inhalo el aroma a Jazmín que estaba impregnado en ella. Inmediatamente su corazón palpitó fuerte en su pecho y sorprendido observó el rostro de Ayame, la niña simplemente le sonrió y tomando el otro extremo de la cinta la paso por su rostro jugando.

- me gusta el aroma de Kaoru Chan – comentó la niña – recuerdo que después de que Ken-nii decidiera irse a Kyoto, Kaoru Chan no fue capaz de levantarse ni comer por varios días antes de que decidiera ir a también.

Ayame se puso de pie y comenzó a enrollar la cinta alrededor del cuello del espadachín a modo de juego mientras Susume se enderezaba para reír de cómo se veía con la cinta en su cuello, Kenshin no pudo hacer más que dejar que la niña jugara con él.

- mi abuelo me dijo que era bueno para el corazón oler aromas que nos dieran tranquilidad…- explicó Ayame sentándose nuevamente a un lado de Kenshin - Kaoru no tenía nada de Ken-nii para calmar su tristeza cuando este se fue, pero Kaoru Chan dejo que Susume y yo nos quedáramos con una de sus cintas de cabello para no extrañarla tanto…

Kenshin la escuchó con atención mientras comenzaba a desenredar la cinta que estaba en su cuello mientras sentía como el Jazmín lo envolvía en una extraña calma que hacía que muchas sensaciones revolotearan en su estómago. Con curiosidad tomó la cinta entre sus manos y preguntó a la niña.

- ¿Kaoru dono se deprimió así de mal mientras Sessha no estuvo? – preguntó tímidamente el pelirrojo, una cálida sensación de afecto despertando en él.

- hai…fueron días muy tristes – recordó la niña quitándole la cinta para ahora ponérsela ella en su cuello como si fuera un pañuelo.

- gomen…hice que todo el mundo se preocupara…

- pero ahora tú te ves preocupado – le interrumpió la niña poniéndose de pie- quieres ir a buscar a Kaoru Chan ¿verdad?

Kenshin guardó silencio ante la afirmación de la niña y mirando el oscuro cielo suspiró derrotado. Nunca pensó que la cita duraría tanto y si seguía alargándose, temía que la joven instructora tomará la decisión de dejarlo atrás en su vida.

- si quieres te podemos acompañar, así podrías comprarnos unos dulces en el camino, nadie tiene que saber que Ken Nii fue con la intención de encontrarla– sonrió la niña traviesamente.

- un encuentro por accidente… -murmuró el espadachín analizando la opción

Ayame devolvió al cinta a la habitación de su dueña e hizo que Susume se levantara de donde estaba, animadamente tomó la mano de su hermana y con ella corrió hacia la salida del dojo mientras se detenía a mitad de camino.

– Vamos Susume, Ken-nii nos llevará al pueblo a comprar dulces… - dijo entusiasmada la niña

- ¿¡nos llevará al pueblo de noche!? – pregunto emocionada la niña – El abuelo nunca nos deja visitar el pueblo de noche

Kenshin se puso de pie y decidiendo que tal vez esta sería la única buena excusa que tendría para encontrarse con Kaoru y traerla de vuelta a casa, fue hacia su propia habitación en busca de su sakabatou y acomodándola en el cinto de su hakama les indico a las niñas que lo siguieran.

- Espera ken-nii - Ayame lo detuvo indicando que se agachara y sacó un pañuelo de su kimono para limpiar las mejillas del espadachín – estas lleno de tierra hermano, deberías lavar tu rostro antes de salir…

Kenshin sonrió a la niña agradecido de sus consejos y rápidamente se dirigió al pozo para mojar su rostro y cuello para luego aceptar el pañuelo de la niña y limpiar la tierra. Una vez listo tomó aire y cogiendo de la mano a Susume salió del dojo con un solo objetivo en mente, traer a Kaoru de vuelta a casa.

Caminaron en silencio de vez en cuando entablando algún tipo de conversación con preocupaciones más bien inocentes, Kenshin tratando de mantener su mente fría recordando que no podía caminar rápido con las dos niñas de compañía. Cuando vió las luces aparecer en el horizonte suspiro aliviado pero antes de que pudiera avanzar hacia ellas los pasos de alguien acercándose con velocidad lo hizo detenerse.

- ¡Ken san! – el doctor Gensai venía en dirección a ellos – lamento haberme atrasado, hoy la clínica estuvo muy ocupada…

El hombre llegó hacia ellos y acercándose se apoyó en sus rodillas para recuperar el aliento. Kenshin lo miró desconcertado, si se llevaba a las chicas su excusa para aparecer en el pueblo estaría en peligro. Antes de poder emitir comentario el anciano le informo algo que captó su atención.

- tuve que poner más de cien puntos esta tarde, al parecer una banda de ladrones ha bajado de las montañas y ha atacado al pueblo…

- ¿cómo dice? – pregunto preocupado el espadachín

-como oyes, tengo tres escoltas de policía en mi clínica ahora, he atendido a tres policías y cinco ciudadanos, todos amenazados con dagas y espadas… me alegro que las niñas estuvieran contigo

- ¿atraparon a los responsables? – pregunto el pelirrojo con mal presentimiento

- solo a dos de cinco…

- Kaoru dono salió sin su bokken… - Kenshin dirigió su mirada en dirección al pueblo y el doctor inmediatamente entendió.

- muy bien chicas, vengan conmigo

- ¡pero iríamos al pueblo con Ken San!- se quejo Susume

- lo siento niñas pero no es seguro, lo mejor es que vuelvan a la clínica – se disculpó Kenshin

Gensai asintió y despidiéndose del pelirrojo tomo a Susume en brazos y cogiendo la mano de Ayame se dirigió a la clínica. Kenshin concentró su energía en evaluar si alguna energía negativa estaba cerca del camino del doctor pero para su tranquilidad comprobó que el camino estaba despejado de riesgos. Retomando su objetivo comenzó a caminar en dirección al pueblo.

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Kaoru sintió que Hideki la arrastró con urgencia por varios callejones hasta que llegaron a los pies de uno de los templos del pueblo, sin detenerse Hideki hizo que la pelinegra siguiera sus pasos para rodear la orilla de una pequeña laguna, llegando de manera directa al templo. Kaoru observó asombrada el lago donde la luna parecía bañarse y donde una pareja de cisnes nadaba con tranquilidad.

El cielo ya oscurecido junto al viento otoñal hacía que el lugar se sintiera desolado a pesar de la belleza del paisaje, respirando con dificultad el chico se dio vuelta para mirar a la joven a los ojos y tomando ambas manos de la chica le dijo.

- Kaoru san, se que todo esto le debe parecer muy extraño, pero hay una razón para que yo le pidiera salir en una cita a usted hoy…

Kaoru sintió su corazón latir rápidamente en su garganta por los nervios, por un momento pensó que Hideki se había molestado con ella por su actitud en el restaurante pero ahora veía que los ojos del chico estaban llenos de decisión.

- dime Hideki…qué es lo que realmente quieres de mí – preguntó la chica tratando de ocultar su inseguridad, sospechando de la verdadera intención del chico.

- Kaoru san, desde el primer día que la ví supe que quería que usted fuera mi mujer, la primera vez que fue al dojo junto a su padre hace tres años atrás, supe que usted era la mujer de mi vida…

Kaoru se sonrojó violentamente llevando su mano a su boca, sorprendida por la declaración del chico.

- en este templo descansan los restos de mi madre, ella amaba esta laguna y era la única que sabía de mi enamoramiento hacia usted – le confesó el chico

La pelinegra guardó silencio sin saber qué decir mientras observaba la respiración agitada en el pecho del chico, dándose cuenta de lo difícil que era para él este momento de vulnerabilidad, parecía como si el chico temiera que algo malo pudiese suceder en cualquier momento.

- todo este tiempo estuve ocultando mis verdaderos sentimientos…- admitió el chico – pero después de su desaparición, me prometí a mi mismo que debía confesarle mis sentimientos, sin importar los riesgos…

Kaoru de pronto sintió un inexplicable sentimiento de cariño hacia el chico, entendía perfectamente cómo se sentía el muchacho y admiraba profundamente su sinceridad y valor al atreverse a declarar su amor de manera tan urgente y honesta.

- no espero una respuesta de su parte, pero si lo que usted me dijo hace unos minutos atrás es verdad…- el joven le dedicó una mirada apasionada antes de seguir hablando- yo le prometo que puedo hacerla sentir como una mujer de verdad…

En ese momento Kaoru sintió su rostro arder de pudor al oír la afirmación de Hideki, sin percatarse el joven se acercó a ella con lentitud, centrando su atención en su rostro observo con insistencia los labios de la joven haciendo que la chica sintiera como si el suelo comenzará a moverse bajo sus pies por la intensa situación. La promesa del chico despertó en ella una especie de conciencia que antes ignoraba. Kaoru quería ser considerada como una mujer en todos sus sentidos y eso incluía sentirse deseada como tal.

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Yahiko había conseguido seguirlos hasta los pies de la montaña donde se encontraba uno de los templos de Tokio. Sin embargo antes de poder avanzar se topó con tres hombres cubiertos de sangre que salían de entre los arbustos del sector. Al percatarse de ellos se detuvo de golpe y dirigió una mirada preocupada en dirección al templo.

- ¿Qué haces acá mocoso? – dijo uno de los hombres acercándose a él, el chico retrocedió unos pasos centrándose en el hombre con actitud amenazante.

- no sé quienes son ustedes pero no quiero problemas – dijo el chico sacando su shinai cuidadosamente y levantándola en posición de defensa.

-jajajajaja, el mocoso cree que puede contra nosotros – se acercó otro de los hombres sacando dos cadenas, cada una con una navaja en un extremo.

- dejen al niño, si no tiene nada de valor con él no nos sirve – dijo otro de los hombres haciendo sonar su cuello, llevaba una katana en su cinto – no queremos llamar aún más la atención de la policía…

Yahiko dirigió inconscientemente una vez más la mirada en dirección al templo, el último hombre que habló y aparente líder de los tres, siguió su mirada.

– qué pasa mocoso, ¿hay algo de valor en el templo que no quieres moverte?

- déjame pasar y no diré nada a nadie – intentó negociar el chico, sabía que Megumi y Sanosuke venían tras él, si podía evitar un enfrentamiento con estos tipos lo intentaría.

- ¿qué te hace pensar que negocio con niños? – rio el líder con su rostro lleno de cicatrices al igual que sus manos– Hagamos algo, dame todo tu dinero y muéstrame qué esconde ese templo…¿seguro hay monedas de oro en algún lugar no?

- ¡Oi Yahiko!, ¿los encontraste?- Sanosuke apareció en el lugar y guardó silencio de inmediato al ver a los hombres. Estirando su brazo con rapidez detuvo a Megumi y la escondió detrás de sí sin pensarlo dos veces.

- ohh, esto se puso interesante – sonrió uno de los delincuentes mientras sacaba de sus cinturon dos machetes – tus amigos se ven decentes, seguro andan con dinero también…

Yahiko guardó silencio ante la situación, tres hombres armados y Megumi entremedio era una situación compleja, estaba seguro que Sanosuke también lo sabía. Eso dejaba a Kaoru y Hideki desprotegidos si es que decidían aparecer por el mismo camino en cualquier minuto. El líder de la banda los observó con extrañeza al ver que ninguno de los dos jóvenes se movía.

- hay algo en este templo – afirmó el líder, como si fuera obvio por la actitud de ambos – Rei quédate con esta gente, Nagisa acompáñame…

- ¡no te muevas! – amenazó Yahiko, el hombre se devolvió a mirarlo con desagrado y desenvainando su espada partió por la mitad la Shinai del chico.

- No le digas a un mercenario lo que puede o no puede hacer mocoso – le espetó dándose media vuelta, caminando hacia el templo seguido del hombre con las cadenas.

- no te muevas Yahiko – le indico Sanosuke sopesando las opciones, no podrían pelear contra los tres pero si lograban deshacerse de uno a la vez entonces tenían opción de detener a los otros dos.

Megumi se escondió detrás de Sanosuke buscando alguna ruta alternativa para alertar a Kaoru, mirando a su alrededor con atención. Inconvenientemente las escaleras a las espaldas de los bandidos parecían ser la única ruta posible. Yahiko y Sanosuke guardaron silencio unos minutos hasta que el hombre con los machetes pareció aburrirse de ellos y decidió avanzar.

-Yahiko llévate a Megumi y ve a buscar a Kenshin – le ordenó el luchador sin mirarlo.

-no tenemos tiempo para ir por Kenshin – se negó el chico con su espada partida por la mitad aún en alto – debemos advertirle a Kaoru…

- yo iré – anunció Megumi adelantándose para ser nuevamente detenida por Sanosuke.

-Ie, quédate atrás mío y no estorbes – le ordenó el hombre sacándose el haori dejándolo caer al piso.

Megumi miró con preocupación a sus amigos y haciendo caso se alejó unos pasos de ellos preocupada, ninguno de los dos tenía un arma, si el hombre con los machetes lograba acertar un golpe podía ser mortal. Angustiada se percató de que por el costado de las escaleras al templo había un lago, ella sabía que ese lago daba la vuelta al templo por las veces que lo había visitado junto a Tae para orar mientras el dojo Kamiya se desmoronaba moralmente en ausencia de Kaoru y Kenshin, si lograba rodearlo tal vez podía llegar a Kaoru sin ser notada.

-Yahiko… – llamo la mujer al niño, el chico la observó de reojo y vio como la doctora le indicó con un gesto el lago.

- Hai… sano…

- no me estorben….- asintió el luchador

Aburrido de la inacción, el hombre que el líder había identificado como Rei, se abalanzó hacia ellos con los machetes en alto, Yahiko corrió hacia delante para intentar distraerlo logrando deslizarse en la gravilla por entremedio de las piernas de su enemigo, Megumi aprovechó el momento para rodearlos y correr hacia la orilla del lago mientras Sanosuke esquivaba los golpes del hombre y lograba conectar un puño en las costillas de este.

Asustada la mujer siguió avanzando y mirando por sobre su hombro vio que Yahiko había decidido seguirla, mientras dejaban a los dos hombre luchando atrás. "será mejor que te defiendas Baka" pensó para sí misma la mujer preocupada por Sanosuke.

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-Hideki san…yo…yo…

- yo puedo esperar por usted… si Himura san realmente no la considera una mujer como bien usted dice, yo estoy dispuesto a esperar…

Kaoru sintió el aliento del joven cerca de su rostro y volviendo en sí se percató de que el joven había llevado una mano a su mejilla y ahora estaba demasiado cerca con clara intención de besarla. Intimidada por la cercanía del chico Kaoru bajo la mirada y le dio la espalda rápidamente. No había esperado esta declaración y pasión de parte del chico, Hideki le había ayudado a entender lo que ella realmente deseaba pero a la vez se sentía culpable de no poder responder recíprocamente a los sentimientos del joven.

- Yo…no sé si debes esperar – respondió con pesar la chica tomando sus manos con pesar

- mientras exista duda, esperare… – insistió el chico

En ese momento el ruido de unos pasos llamó la atención de ambos haciendo que los dos dirigieran su atención a las escaleras del templo donde dos hombres aparecieron. Uno llevaba una katana en su cinto y tenía las manos y cara llena de cicatrices, el otro llevaba cadenas con navajas en sus dos manos y tenía una cicatriz que cruzaba por todo su rostro. Ambos hombres tenían sangre en sus ropas y cara de pocos amigos, Kaoru inmediatamente miró a su alrededor cerciorándose de que eran solamente ellos dos y que no habían más hombres escondidos en algún lugar.

- Vaya, vaya una pareja de tortolitos – rio el hombre de las cadenas.

- qué te parece Nagisa, así que acá es donde la juventud viene a cometer sus pecados carnales– se burló el hombre de la katana dándole un codazo al otro.

Kaoru se ruborizo por el comentario pero mantuvo su atención centrada en los movimientos de los hombres, Hideki a su lado retrocedió un paso.

- Ya nos íbamos, ¿verdad Hideki san? – comentó Kaoru fingiendo normalidad y dirigiendo una mirada al joven a su lado para que le siguiera la corriente.

-ha-hai – asintió el chico estirando su mano para que Kaoru la tomara.

Antes de que el chico pudiera terminar de extender su mano, una de las cadenas de Nagisa los separó, haciendo que Kaoru retrocediera rápidamente evitando ser cortada con la navaja. Hideki observó al hombre con temor y la chica al notar su expresión, se percato de que el joven no tenía experiencia en combates reales, seguramente los únicos enfrentamientos que conocía eran los que realizaban con armaduras y reglas en el dojo.

-Hideki san, por favor no haga nada que lo ponga en riesgo por favor – le pidió la chica con voz de mando. El joven la observó asustado y asintió torpemente.

- si nos dejas a la chica te puedes ir, ¿qué te parece ese trato?- ofreció Nagisa acercándose a Kaoru lentamente arrastrando las cadenas al andar.

Hideki quedó paralizado en su lugar, sin embargo negó en silencio con su cabeza. Nagisa rio con fuerza y lanzando nuevamente la cadena, atacó al chico. Hideki esquivó el golpe por unos milímetros recibiendo un corte en el brazo mientras caía al piso. En ese momento Kaoru se lanzó contra el hombre por la espalda y tomando una de sus muñecas para hacerle una llave logró quitarle una de las cadenas, Nagisa se giró sobre sí mismo con rapidez para atacar pero la joven lo esquivo rodando en el suelo y rápidamente se arrodilló girando la cadena rápidamente para armar un escudo delante de ella, evitando que el hombre pudiera acercarse.

- Veo que sabes pelear mujer – comentó el líder cruzándose de brazos a la distancia – pero te informo que no podrás defenderte por mucho tiempo…¡tu!, dame todo tu dinero – amenazó el hombre a Hideki.

El chico rápidamente saco su dinero y lo lanzó a sus pies sin oponer resistencia, el hombre lo tomó y guardó en su chaqueta para volver a centrar su atención en la chica.

- Nagisa, nos llevaremos a la chica…

- no me llevaras a ninguna parte – dijo con ira contenida la chica- ¡no dejare que te acerques a mi!

- ¿y cómo lo harás?, no podrás defenderte de dos ataques a la vez – le dijo el hombre acercándose a ella.

Kaoru retrocedió buscando donde resguardar su espalda, Nagisa al darse cuenta de su plan rápidamente la distrajo atacando nuevamente a Hideki que rodando logró esquivarlo una vez más. Preocupada por su pupilo, la joven atacó a Nagisa con la cadena sujetando la parte con navaja en su mano sin hacerse daño, golpeando solo con la cadena la espalda del delincuente haciéndolo trastabillar y gemir de dolor. Hideki observó con admiración a la chica.

-Hideki san, ¡vete ya! – le ordeno la chica

- ¡no sin usted Kaoru san!

- ¡solo harás que nos hieran ambos! – insistió la chica.

Nagisa molesto porque la chica logró golpearlo, aprovechó el momento de distracción de la joven para atacar nuevamente, haciendo que la joven cayera de espaldas al esquivar la navaja. Kaoru sintió el golpe en sus costillas al caer, mientras su cuello se azotaba por la velocidad de la caída, sin detenerse y a pesar del dolor de la caída, se incorporó rápidamente sobre sus rodillas en estado de alerta.

- esto está entretenido – rio el líder desenvainando su espada para apuntar a Hideki con ella mientras le hablaba – si no quieres huir entonces veras como rebanamos a esta impertinente mujer frente a tus ojos…

Nagisa rio junto al líder y Kaoru busco rápidamente con la mirada algo que le sirviera de espada, sin embargo no había nada alrededor, gateando para recuperar la cadena que había soltado cuando había caído, sintió el pie de Nagisa pisar su mano con fuerza.

-AHHHGGG!

-¡Kaoru! – la kendoka escucho unas voces a lo lejos llamar su nombre.

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Kenshin corrió preocupado hacia el pueblo con rapidez, si la policía no había podido detener a esos bandidos era porque no eran cualquier tipo de delincuentes, maldiciendose a sí mismo por haber esperado tanto para decidir ir por Kaoru, se concentró en tratar de localizar la energía de cualquiera de sus amigos que indicara alguna sensación de peligro, inesperadamente una ola de energía que identificó como Yahiko y Sanosuke lo hicieron detenerse en seco y cambiar la dirección de su destino.

Acelerando corrió sabiendo que algo malo sucedía, dando un par de vueltas por los callejones cercanos a la montaña, llegó a los pies de esta y comenzó a avanzar en dirección al templo. A mitad de su recorrido se encontró con Sanosuke que terminaba de noquear a un hombre, su yukata estaba llena de cortes pero la sangre que tenía el hombre no le pertenecía al luchador sino que al hombre que ahora yacía tirado en el piso.

- ¡Kenshin!-

- ¿dónde está Kaoru? – pregunto preocupado el espadachín

- en el templo, hay dos tipos más, uno con katana y otro con navajas….

Kenshin no termino de escuchar y se lanzó a las escaleras con rapidez, Sanosuke lo siguió de cerca con la misma urgencia.

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Kaoru aguanto el dolor de la pisoteada mientras oía que alguien gritaba su nombre, de pronto vio aparecer a Megumi y Yahiko de entre los árboles del bosque, una expresión de urgencia en sus rostros.

-¡Kaoru! – gritaron al unísono la mujer y el niño al verla en el suelo, desconcentrando a los hombres.

La kendoka aprovechó el momento para alcanzar la cadena que estaba aún en el suelo y con rapidez golpeó el rostro de Nagisa, poniéndose de pie rápidamente volvió a golpear al hombre, esta vez en su muñeca haciendo que soltara la otra cadena y pateándola con fuerza la alejó del alcance de los dos hombres.

- ¿necesitas ayuda Nagisa? – se burló el líder del hombre que ahora sangraba profusamente por la nariz.

-Ie, déjamela a mi Hiro…

Yahiko se acercó para ayudar a levantar a Hideki junto con Megumi y preocupado vió como Kaoru había logrado hacerse el único objetivo de interés de los hombres, seguramente para proteger al estudiante del dojo Maekawa.

Nagisa saco de un costado de su pierna una kodachi oculta y la kendoka inmediatamente supo que las cosas se habían complicado. Preocupada vio cómo el hombre, que ahora sabía se llamaba Hiro, había comenzado a rodearla también cruzando miradas cómplices con el otro hombre. Desacoplando la navaja del final de la cadena con desesperación y lanzándola lejos en el bosque la chica rápidamente enrollo la cadena en su antebrazo.

- ¿quien eres mujer? – le pregunto con curiosidad Hiro al ver su decisión de deshacerse de la navaja y proteger su brazo derecho con la cadena.

- quien soy yo no es de tu incumbencia – respondió la chica preparada para el ataque

- no me gusta esa bocota que tienes – dijo Nagisa abalanzándose sobre ella

Para la sorpresa de los presentes, Kaoru aplicó la técnica de sucesión que había enseñado a Yahiko logrando desestabilizar al hombre y golpeándolo directamente en la nariz lo lanzó al suelo para luego inmovilizarlo con una llave y rápidamente tratar de amarrar sus manos con la cadena que tenía en su antebrazo pero antes de poder terminar de hacerlo sintió una patada en sus costillas que la hizo caer a un costado.

Respirando con dificultad vio a Hiro sobre ella con la katana apuntando a su garganta. El hombre la observó unos segundos y tomándola del cabello la obligó a ponerse de pie solo para que una fracción de segundos más tarde, fuera apartado de su lado de un solo empujón, la fuerza del golpe hizo que Kaoru cayera de rodillas desorientada.

Levantando la mirada sin entender qué había a sucedido la chica busco la razón de su caída, Yahiko y Megumi estaban a cada lado de Hideki y Sanosuke ahora se acercaba a ellos para asegurarse de que estaban bien.

Mirando hacia el costado donde había caído el Hiro, descubrió que la razón de su caída había sido Kenshin, quien golpeando al hombre que la amenazaba en las costillas con su espada aún enfundada lo hizo caer para luego lanzarse sobre este y comenzar a golpear contra el piso y sin parar con el mango de su Sakabatou, la mano derecha del hombre destruyendo los tendones y huesos de esta.

La kendoka respiro aliviada al ver que se trataba del pelirrojo pero a la vez preocupada por los límites cada vez más precarios de la mente del espadachín cuando se trataba de ella, rápidamente gateo hacia a el pelirrojo y apoyando una mano en su espalda trato de calmarlo.

- Kenshin, estoy bien…llegaste a tiempo - le dijo la chica sin aliento por el dolor de sus costillas

Deteniendo el ataque por unos segundos y observándola con intensidad, el espadachín examinó su estado de pies a cabeza y notando que la chica afirmaba sus costillas con cuidado por el dolor, su rostro se tornó frío. Kenshin estaba cabreado, sobretodo porque comprobó que los hombres habían causado dolor a la chica, notando que Kaoru comenzaba a respirar con dificultad.

Decidiendo ignorar las palabras de la chica continuó con su tarea para asegurarse de que el hombre jamás volviera a levantar una espada. El líder de los delincuentes sintió sus huesos partirse tras un último golpe y con desesperación trato de sacarse al pelirrojo de encima agarrándolo del cuello desesperadamente con su mano izquierda.

Viendo como Hiro gritaba de dolor, Kaoru tiró de la manga del espadachín para tratar de detenerlo y así evitar que más tarde el espadachín tuviera un ataque de remordimiento por su actuar violento, Kenshin se dio vuelta a mirarla rápidamente al sentirla tratar de detener sus movimientos y viendo la sincera preocupación y una silenciosa petición en el rostro de la instructora, finalmente se detuvo.

- Yahiko ve a buscar a la policía, rápido – le ordenó el espadachín al chico quien inmediatamente hizo caso.

- ¿quien eres? – pregunto Hiro bajo el peso del espadachín moviéndose de dolor.

- observa bien …- le respondió Kenshin alejándose para que el hombre pudiera ver su cicatriz

- ba..ba…battousai…- pavorido el hombre trató de liberarse pero Kenshin lo retuvo apretando su espada en posición horizontal y sin desenvainar sobre su tráquea apoyándose con todo su peso en ella teniéndolo contra el suelo.

- mutilaron a la policía y a ciudadanos … – siseo el pelirrojo presionando con aún más fuerza contra el hombre – …atacaron a Kaoru dono…pagaran por eso- -

Nagisa se levantó del suelo inesperadamente y recogiendo su kodachi atacó a Kenshin por la espalda. Kaoru rápidamente anticipó el ataque y poniéndose de pie intervino sujetando los brazos del hombre para detener el ataque sorpresa dirigido al espadachín, rápidamente el pelirrojo reaccionó desenvainando su sakabatou golpeando el cuello del hombre dejándolo sin oxigeno y noqueándolo inmediatamente.

-¡maldita perra! – Hiro se levantó con la adrenalina a tope y se abalanzó sobre Kaoru, atacandola con una daga en su mano izquierda.

Kenshin al ver el ataque desesperado del hombre, rápidamente se interpuso y protegió a la chica con su cuerpo recibiendo una puñalada en su hombro haciendo que ambos cayeran al suelo, el pelirrojo espero que el hombre profundizara la estocada pero eso no ocurrió.

Sanosuke sujetaba la mano del hombre con firmeza y con la fuerza característica del luchador agarró uno de sus dedos y torciendo hacia atrás lo quebró. Hiro cayó al suelo gritando de dolor con sus dos manos inutilizadas mientras Kenshin suspiraba aliviado.

Kaoru que ahora se hallaba en el suelo con el peso del cuerpo de Kenshin aún sobre ella, no se había percatado de la herida del espadachín hasta que sintió una gota de sangre caer sobre su pecho y luego otra gota caer sobre su rostro, confundida la chica llevó su mano a su mejilla y notando que era sangre inmediatamente llevó sus manos a la espalda del espadachín para identificar el origen de la herida.

-Kenshin, estás herido – dijo preocupada la chica sintiendo la daga enterrada en la espalda del hombre.

- Hai Kaoru dono… – asintió el espadachín tratando de levantar su cuerpo y separarse de la chica pero el dolor en el hombro se lo impidió – gomen… sessha le está manchando su kimono…

Kaoru observó con lágrimas en los ojos a Kenshin que intentaba levantarse una vez más, consiguiendo solo levantarse unos centímetros con un gesto de dolor, haciendo que sus rostros estuvieran muy cerca.

- Kenshin no Baka – lloro Kaoru sintiendo la sangre del espadachín y arrepentida de su pelea en la mañana lo abrazó contra su cuerpo.

-Oro…

Kenshin sintió que la joven lo abrazó y sin fuerza para mantenerse por mucho más tiempo en el aire se dejó caer sobre la joven aliviado de que la chica no lo odiara por haber desobedecido sus órdenes.

-Sessha quería esperarla en el dojo, eso quería – se empezó a disculpar el espadachín – pero ya era tarde y Kaoru dono no regresaba…

Kaoru escuchó las palabras del espadachín y lloró en silencio, después de todo Kenshin si la había escuchado y había tratado de obedecerla tomando en cuenta su molestia a pesar de lo cruel que había sido con él, sintiéndose culpable enterró su rostro en su cuello mientras lloraba.

- no te preocupes Kenshin, ahora atendamos esa herida por favor… - susurro la chica suavemente tratando de incorporándose con cuidado.

-hai… -suspiro el espadachín sintiendo el aroma de Kaoru llenar sus pulmones y sintiendo la misma sensación de calidez que sintió en el dojo cuando olió la cinta que Ayame le había acercado, sonrió para sus adentros.

De pronto el espadachín sintió unos brazos comenzar a levantarlo y la voz de la doctora a sus espaldas dando instrucciones.

- Ken san, Sanosuke te ayudara a levantarte…

Kenshin asintió mientras Sanosuke lo levantaba, el pelirrojo mortificado vió como Kaoru ahora tenía todo el pecho de su kimono cubierto de sangre, completamente arruinado. Sin embargo, a pesar de lo grotesca de la imagen el espadachín pudo ver lo bella que se veía la chica con el cabello suelto, con sus ojos y labios maquillados de un tono rosa que hacía juego con el traje que llevaba puesto. Sin poder desviar la mirada del rostro de la joven por la inesperada belleza de la chica aún después de ser atacada, el espadachín dejo que Megumi se encargará de su herida en silencio mientras Kaoru lo miraba con una expresión de preocupación.

De pronto los silbidos de la policía anunciaron su llegada, Yahiko y Saito aparecieron en el lugar junto a un escuadrón de policías. Levantando a Hiro con sus manos completamente inmovilizadas gracias a Kenshin y Sanosuke, se llevaron al líder y a sus dos secuaces rápidamente del lugar.

Saito analizó silenciosamente el rostro cansado del espadachín y la expresión de dolor que puso cuando Megumi descubrió la nueva herida en su hombro donde todavía no terminaba de sanar la herida inflingida por el joven Yukishiro y negando con la cabeza agradeció al Kenshingumi por su intervención.

- insisto battousai, deberías unirte a la policía y dejar de hacer el trabajo sucio de manera gratuita - ironizó el policía mirándolo de reojo con cierta molestia

- ie…estoy bien así – respondió el pelirrojo bajando la mirada.

Saito lo observó unos segundos y dándose media vuelta indico a uno de sus hombres que entregará insumos necesarios a Megumi para atender al espadachín.

Llegando con un botiquín de emergencia y entregándolo a la doctora los policías esperaron a que la mujer terminara de coser la herida del pelirrojo. Kaoru inmediatamente sostuvo su mano para ayudarlo a resistir el dolor mientras Sanosuke afirmaba sus brazos para evitar cualquier movimiento reflejo que hiciera difícil el trabajo de la doctora.

Yahiko y Hideki observaban a una distancia prudente la situación mientras Hideki era atendido por un policía que ahora curaba el corte que tenía en el brazo y que afortunadamente no era profundo. Kaoru dio un par de miradas en dirección al joven sintiéndose culpable pero su preocupación por Kenshin era superior a cualquier culpa que podía sentir en ese momento. Una vez que Megumi término de coser los puntos y desinfectar la herida Sanosuke ayudó a Kenshin a ponerse de pie mientras la escolta de policía les informaba que tenían dos carruajes esperando por ellos a los pies del templo para llevarlos a casa.

-Adelántense, voy enseguida – dijo la instructora a sus amigos quedándose atrás junto a Hideki.

Kenshin le dedicó una última mirada a la chica sorprendiéndose de que su cuerpo no reaccionara cuando su cerebro le dio la orden para moverse, Kaoru se percató de la reticencia del espadachín a dejarla sola y sonriéndole se acercó para apretar su mano delicadamente indicando disimuladamente que necesitaba privacidad. Finalmente el pelirrojo pudo moverse nuevamente y bajo las escaleras junto a Yahiko.

-Hideki san…

-No hace falta que me lo diga – se adelantó el chico que había observado toda la interacción entre la chica y el espadachín con una expresión indescifrable – no estoy a la altura de usted Kaoru san

-¿Eh?

-no fui capaz de protegerla, en cambio usted se arriesgo para protegerme a mí…-dijo el chico bajando su cabeza en señal de derrota – no puedo protegerla como Himura san…

- Hideki san, esto no se trata de una competencia…

-lo sé, pero también sé que usted es una mujer valiente, dispuesta a luchar por lo que cree… - dijo avergonzado el chico - hoy me demostró cual es el verdadero valor de su estilo…usted es una espadachín…yo solo entreno Kendo por el arte detrás de el…

- no es fácil enfrentarse a una batalla real, no seas duro contigo mismo…

-ie…una vez su padre me dijo, que nadie quería nunca involucrarse en una pelea de espadas…nadie en su sano juicio lo haría…me dijo que cuando uno pelea con espadas, inevitablemente ambas partes saldrán heridas, que no había forma de evitarlo y que además esas heridas son muy dolorosas y peligrosas…incluso las heridas emocionales…

Kaoru guardó silencio, conocía muy bien esas palabras porque su padre siempre se las repetía a ella. Era un mantra que le recordaba que las peleas con espada no eran algo que se debía buscar, sino que más bien evitar, el estilo Kamiya Kasshin Ryu era una respuesta para evitar ese dolor y peligro. Sin embargo su estilo no abandonaba el principio fundamental de que la espada era para proteger a los demás.

- usted no dudo en protegerme pese a no tener una espada en sus manos…en cambio yo…me paralice, no estoy a su altura Kaoru san…

Kaoru observó al joven y asintió en silencio, después de todo y a pesar de que no compartía el razonamiento del chico, no podía negar que deseaba que Kenshin fuera quien le dijera que la deseaba como mujer y compañera. Esta era la mejor forma de acabar con la esperanza que Hideki aún guardaba en su corazón momentos antes de ser interrumpidos.

- además…- la voz del chico la trajo de vuelta de sus pensamientos -después de ver a Himura san golpear a ese hombre…prefiero no provocarlo…

Hideki rio haciendo que Kaoru riera con él y dedicándose ambos una mirada de respeto comenzaron a bajar las escaleras con tranquilidad y en silencio. Los dos carruajes aún esperando por ellos, Kenshin y Yahiko en uno y Sano y Megumi en el otro. Kaoru y Hideki se miraron una última vez inclinándose para despedirse.

- cuando dude de los sentimientos de Himura san, recuerde que la marcó con su propia sangre delante de una cita…- Hideki se atrevió a hacer un último comentario - créame que eso espanta a cualquier pretendiente, sea espadachín o no – le susurro al oído a la chica antes de despedirse y subirse al carruaje que llevaba a la doctora y al luchador.

-¡Oi Busu! Te he esperado todo el día, quieres apurarte por favor, ya quiero ir a casa – se quejo Yahiko.

Kaoru se apresuró en subir al carruaje aún sonrojada por las palabras de Hideki y dedicando una rápida mirada al espadachín, calmó su vergüenza y guardó silencio por el resto del camino.

Sintiendo la adormecida mirada del espadachín centrada en ella, Kaoru se removió nerviosa en el asiento. Sabía que aún había una conversación pendiente pero agotada como estaba y con el espadachín herido no creía que fuera muy prudente tener esa clase de conversación. De pronto el carruaje comenzó a moverse bruscamente sobre el terreno irregular y vio como el rostro de Kenshin se desfiguraba por el dolor momentáneo, mientras llevaba una mano vendada a su hombro.

Sin percatarse de su propios movimientos la joven se sentó a un lado del espadachín y pasando su brazo por detrás de su espalda hizo que el pelirrojo apoyara su hombro herido contra su propio cuerpo para amortiguar los golpes causados por el viaje.

Kenshin dejo que la chica lo acomodara sin oponer resistencia y aprovechando la posición en que había quedado disfruto del perfume de la chica envolverlo una vez más. Kaoru vio cómo el pelirrojo prácticamente se acurruco en ella y finalmente dejó escapar un suspiro de alivio que no había podido dejar ir desde la mañana y apoyando su cabeza en la del espadachín comenzó a caer en un pequeño sueño.