Disclaimer: Ninguno de los personajes me pertenece. La historia está ubicada después del último episodio del anime / post Jinchu. En un inicio mi idea era terminar con la partida de Megumi y Sano pero esto ha evolucionado y he decidido continuar con el desarrollo de la relación KxK. Una historia centrada en cómo Kenshin logra finalmente vivir en el presente y que ocurre con él después de estos eventos.
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Yahiko se acercó para mirar por la ventana cuando sintió el carruaje reducir la velocidad, acababan de pasar el último puente que llevaba camino al dojo y ahora avanzaban por los oscuros callejones del sector con una velocidad mucho más lenta para no incomodar a los vecinos del lugar. El chico volvió a su asiento y observó atentamente a los dos adultos que lo acompañaban.
Kenshin había dejado descansar una mano vendada sobre la falda de Kaoru sujetando la rodilla de la joven de manera inconscientemente protectora, mientras que Kaoru dormitaba completamente despreocupada apoyada en el espadachín. Definitivamente había sido una larga jornada para todos, incluyéndose a si mismo que ahora sentía sus propios parpados pesados pero se rehusaba ceder al sueño porque sabía que el día aún no terminaba para ellos por mucho que así lo desearan.
El carruaje se detuvo por completo con una suave frenada y la puerta del carruaje se abrió. Kenshin despertó apenas la manilla de la puerta había sido girada y moviéndose suavemente se deshizo del agarre de la joven para despertarla. Kaoru abrió los ojos a regañadientes para encontrarse con el rostro amable del espadachín observándola, mientras se volvía consciente de su entorno notó inmediatamente la mirada malhumorada de Yahiko.
- Ya llegamos busu, no nos hagas esperar más – se quejo el niño bajándose rápidamente del carruaje, entrando al dojo.
Kenshin bajo primero y extendió su mano herida durante la reparación del gallinero, para ofrecer su ayuda a la joven para que pudiera bajar del carruaje. Kaoru tomo su mano tímidamente y agradeciendo ambos al policía que los llevo a casa, entraron al dojo.
Yahiko ya había encendido las lámparas del lugar y sin decir nada comenzó a hacer fuego para calentar el agua del baño. Kenshin observo al niño en silencio arrepentido de haber sido tan duro con él en la mañana, intentando avanzar hacia él para ofrecerse a hacer la tarea que el chico ya había comenzado a hacer, dio unos pasos en su dirección solo para ser retenido por un tirón en su ropa.
Girandose vio que Kaoru, aún ensangrentada miraba hacia el piso mientras lo seguía sujetando de su gi tímidamente.
- Por favor ve a tomar un baño, cambiaré las vendas que Megumi dejo puestas antes de que vayas a dormir… - dijo la chica sumisamente.
- preferiría que fuera usted la que tomara el baño primero—
-Ie … -negó con la cabeza gacha la joven – yo estoy bien, me bañare después de que termines…
Kaoru levanto su mirada para conectar sus ojos con los del espadachín, una evidente expresión de arrepentimiento y vergüenza en ellos hizo que el corazón del espadachín latiera con fuerza en su pecho. Sin querer hacer que la joven se sintiera mal, asintió y se dirigió al baño sin decir nada.
Kaoru suspiro pesadamente y se dirigió a la habitación dónde guardaba la ropa limpia para buscar una Yukata para el pelirrojo. Cuando tuvo las ropas listas llamo a Yahiko y le pidió que se las dejara al espadachín en el baño, el chico la miro con una expresión que poco ocultaba su molestia y obedeció. Suspirando pesadamente busco una yukata limpia para ella y ordenando un par de prendas más salió al patio de la casa para esperar su turno para bañarse.
Mirando al cielo se percató de que había luna llena y esta iluminaba el cielo con intensidad, las nubes se veían grisáceas y azuladas cuando pasaban cerca de ella, el viento otoñal acompaño la postal del cielo haciendo que sus manos comenzaran a helarse. Apretando la ropa contra su cuerpo observo a su alrededor y se percató de que estaba todo muy ordenado. Acercándose al final del patio notó que junto a las últimas plantaciones de patatas y ajos ahora se veía la tierra removida con nuevos tubérculos plantados.
Con curiosidad se acerco para acuclillarse y así observar más de cerca el trabajo realizado en el huerto, comprobando que ahora tenían rábanos para cultivar lo que arranco una pequeña sonrisa en ella. Kenshin era muy astuto, sabía que no aportaba con dinero pero siempre se estaba consiguiendo semillas con los vecinos del sector y cada vez tenían más verduras para evitar depender solamente de su renta para comer. De pronto los pasos de Yahiko la distrajeron de sus pensamientos, el chico al parecer se había percatado de lo mismo que ella y ahora caminaba hacia el gallinero, que para su sorpresa ya no estaba completamente destruido como lo recordaba.
- veo que Kenshin sabe utilizar el tiempo libre mejor que tu…- comento el chico abriendo y cerrando la puerta del gallinero comprobando de que estaba completamente reparado.
Kaoru mordió su lengua, no quería pelear con el chico cuando sabia muy bien que el muchacho la había acompañado a todos lados para ayudar a cuidarla. Si bien no compartía eso, valoraba la lealtad que el chico había demostrado. Al percatarse del silencio de la chica el niño la miro con extrañeza.
- ya quita esa cara de victima que no te queda bien – le reto el chico abruptamente
- ¿víctima?
-si…tu tomaste pésimas decisiones hoy – le recrimino el chico mirando al cielo mientras se cruzaba de brazos – hazte cargo de tu parte de culpa y deja la autocompasión para otras cosas…
Kaoru sintió dolor ante las duras palabras del chico a pesar de que le hizo sentido su reto, enderezándose, se puso de pie sin decir nada para comenzar a caminar hacia el niño. Yahiko la miró con desconfianza ante la tranquilidad con la que la Kendoka había reaccionado.
- lamento haberte expuesto al peligro una vez más… -se disculpo la joven mirándolo con seriedad mientras afirmaba con fuerza su yukata contra su pecho – por favor, te pido que no vuelvas a exponerte así por mi-
- ¿¡tu estas loca!? – gritó ofuscado el niño dando una patada en el suelo haciendo que Kaoru se sobresaltara en su lugar dando un paso hacia atrás.
-¡Yahiko! – La voz de Kenshin los interrumpió – deja que Kaoru dono descanse
El pelirrojo ya había salido del baño y ahora los observaba desde el engawa con su cabello suelto aún húmedo. Kaoru lo observo por unos segundos y asintiendo con un poco de vergüenza se dirigió al baño rápidamente. Kenshin espero a que la joven entrara al baño para acercarse al niño que lo miraba enojado.
- Arigato Yahiko – le agradeció el espadachín en un tono más amable descolocando al niño – cumpliste tu palabra a pesar de que no fui lo suficientemente claro cuando te pedí que cuidaras a Kaoru dono, Sessha se disculpa por su malhumor el día de hoy.
- ¿eh?
Kenshin se inclino en señal de respeto hacia el chico que retrocedió un paso avergonzado, sintiendo un poco de pudor ante la muestra de respeto que el pelirrojo le había dedicado. De todas las veces que Kenshin lo trataba como niño, pocas eran las ocasiones donde se disculpaba con tanta seriedad.
- No tienes que disculparte, después de todo sospecho que sea cual sea la razón de lo sucedido hoy, debió ser algo importante… - dijo el chico desviando la mirada y rascando su cabeza - no tienen que contarme todo…eso recién ahora lo estoy aprendiendo…
- lamento haberte involucrado en mis problemas personales – reconoció avergonzado el hombre bajando la mirada al piso sintiendo sus mejillas enrojecer lentamente.
-ie…somos familia, tus problemas son mis problemas- suspiro Yahiko ya más relajado, Kenshin lo miro sorprendido por unos segundos para luego regalarle una sonrisa
- hai…
- solo pedirte que la próxima vez que discutas con la fea, no seas tan gallina y te demores tanto en ir por ella – se bruló el chico haciendo que el pelirrojo se sonrojara aún más.
Dejando al espadachín solo, el niño se fue satisfecho a su habitación para finalmente descansar. Mientras en medio del patio, el pelirrojo se sumergió en sus propios pensamientos bajo la luz de la luna pensando en las palabras del niño y la palabra familia. Momentos como estos hacían que reflexionara cómo su vida había cambiado desde su llegada a Tokio.
Hacia casi dos años atrás la palabra familia parecía ajena a su realidad, después de pasar los últimos meses vagando de pueblo en pueblo y durmiendo en el camino, muchas veces sin suficiente comida ni dinero como para poder considerar que era seguro siquiera detenerse a descansar en lugares tan solitarios. Recordó el hambre que sentía cuando recién llegó a Tokio y lo mucho que había deseado secretamente encontrar algún lugar seguro para descansar. Finalmente no había sido él quien había encontrado un lugar seguro sino que alguien lo había encontrado a él y le había ofrecido seguridad, ese alguien era Kaoru, ella le había abierto las puertas de su dojo y lo había puesto a salvo del hambre, el frio y el calor.
Sin duda aún le costaba identificar quien ayudo a quien. Cuando ambos se conocieron, todo había ocurrido de manera que parecía inminente que sus caminos se cruzaran, como si sus pasos hubiesen sabido de antemano por qué calles caminar para encontrase con ella.
Aún absorto en sus pensamientos, caminó inconscientemente hacia su habitación para detenerse por unos momentos y devolverse finalmente sobre sus pasos por el engawa hasta estar afuera de la habitación de Kaoru. Sentándose lentamente, decidió esperar a la joven mientras dirigía la mirada en dirección al cielo nuevamente, acomodándose en su lugar apoyó su cabeza en uno de los pilares de madera y la esperó.
Después de unos minutos que aprovecho para despejar su mente, sintió los suaves pasos de la joven acercarse en dirección a la habitación y enderezándose se armó de valor para traer a colación la conversación pendiente que había provocado todo el enredo con Kaoru y su cita.
Kaoru venia secando su cabello con la toalla completamente ajena de la presencia del espadachín y cuando la joven se percató de su presencia se detuvo en seco.
-Kenshin…
-Kaoru dono – asintió el espadachín con tranquilidad
Kaoru permaneció en su lugar por unos momentos antes de entrar a su habitación y salir con el botiquín del dojo entre sus manos. Torpemente se arrodillo a un costado del pelirrojo y comenzó a buscar las vendas que necesitaba.
-se han agotado los insumos – comento nerviosamente mientras seguía con su búsqueda – ahora que tenemos alumnos no podemos escatimar en gastos para los primeros auxilios…
- hai – murmuro Kenshin compartiendo un poco del nerviosismo de la joven
Encontrando finalmente una venda en el fondo del botiquín la joven suspiró aliviada y sintiendo mariposas en su estomago se dio cuenta que debía descubrir el hombro del espadachín para cubrir la nueva herida. Kenshin ajeno al pudor que estaba sintiendo la chica centró su atención en el botiquín a su lado mirándolo intensamente como si este tuviera las respuestas a los misterios más profundos del universo. No sabia qué decir para aligerar el ambiente.
De pronto sintió las frías manos de la chica bajar su Yukata sorpresivamente exponiéndolo al frio de la noche, dando un salto en su lugar Kenshin se volteo rápidamente para toparse con el rostro avergonzado de la chica. Kaoru cubrió su rostro con ambas manos tratando de ocultar sus emociones.
-mou… Gomen Kenshin… -murmuro apenada la joven
Kenshin la observo sonrojado mientras terminaba de liberar su brazo de la yukata para descubrir la herida sin decir nada para no avergonzar aún más a la chica. Dándole lentamente la espalda se concentro en el sonido de los grillos para evitar centrar su atención en las manos de la joven que ahora comenzaba a manipular su herida y así solo enfocarse en los sonidos de la noche que el viento, que ahora soplaba sin tregua, le traía.
Kaoru comenzó a vendar su hombro con cuidado y dando un par de vueltas a la venda termino con su trabajo aliviada de que finalmente el momento incómodo quedará atrás. Ayudando al espadachín a acomodarse nuevamente la yukata en su lugar, comenzó a ordenar las cosas en el botiquín fingiendo normalidad.
- Arigato Kaoru dono…
- no hay de qué – murmuro la chica tratando de evitar a toda costa la conversación que sabia tenían pendiente.
Ordenando el botiquín rápidamente, la joven se dispuso a retirarse pero antes de que pudiera moverse, Kenshin la retuvo rápidamente tomando su mano.
Kaoru observó a Kenshin con una mirada que no conocía en ella, era tristeza mezclada con temor, lo que calo hondo en él, jamás le había mirado de esa manera. Creía que ya conocía todo de la joven instructora sin embargo lo seguía sorprendiendo con los matices de su apasionado carácter.
-Kaoru dono…me gustaría hablar con usted sobre nuestra discusión de hoy en la mañana…
Los ojos de la chica se llenaron de lagrimas y bajo la mirada avergonzada. Librando su mano del agarre del espadachín, la apoyo sobre su falda entrecruzando sus manos respirando profundamente, finalmente levanto la cabeza sin dirigir su mirada a él.
-yo…yo no creo que sea buen momento para hablar de eso…
- Ie…necesito aclarar algunas cosas- insistió el espadachín girando su cuerpo en dirección a la joven con preocupación.
- Kenshin por favor – prácticamente le suplico la joven bajando la mirada mientras dejaba caer una lágrima.
Agobiado por haber sido el causante de la angustia que ahora sentía la chica asintió sin quejas, poniéndose de pie lentamente ayudo a la joven que secaba sus tímidas lágrimas a levantarse.
Kaoru evito en todo momento hacer contacto visual con él, lo que le preocupo de sobremanera y antes de poder dar un paso en dirección a su propia habitación, no soporto la imagen empequeñecida de Kaoru. Tal como sucedió cuando la joven le pidió que la dejara a solas junto a Hideki, fue incapaz de moverse aunque su cerebro diera la orden y paralizado en su lugar se debatió sobre qué hacer para aliviar esa angustia en ella.
Dando un paso hacia delante finalmente se decidió y envolviendo en un abrazo amable a la joven la obligo a apoyar su cabeza contra su pecho mientras acariciaba su cabeza tiernamente. La joven se tensó por unos momentos hasta que finalmente se relajo entre sus brazos, este era un nuevo tipo de abrazo se percató la chica, uno mucho más relajado y natural. Respirando pausadamente Kaoru recupero poco a poco algo de su habitual ánimo y apretando tímidamente sus manos contra la espalda del espadachín, dejo saber al pelirrojo de que ya se sentía mejor.
Sin querer presionarla más, el espadachín se separó lentamente de ella y acariciando suavemente su mejilla mientras apartaba un mechón de pelo del rostro de la joven, finalmente se despidió.
-buenas noches Kaoru dono
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Al día siguiente ningún residente del dojo Kamiya despertó a la hora que habitualmente lo hacían, Megumi empujo la puerta del dojo percatándose de que seguía cerrada y con una mirada a su acompañante le indicó que hiciera algo. Sanosuke bufo a su lado pero sin decir nada trepo el árbol que estaba por un costado del muro y salto al interior de la casa para abrir la puerta desde dentro.
Dejando pasar a la doctora con su botiquín y a las niñas que los acompañaban, entro al lugar y sin decir nada se dirigió a la cocina para ver si Kenshin estaba en pie preparando desayuno seguido de cerca por la doctora.
Megumi se apresuro en adelantar a Sanosuke y rápidamente se percató de que la cocina estaba intacta, dejando escapar un suspiro de alivio se alegró de que aún nadie estuviese en pie. Hoy sería el último día que tendría tiempo para compartir con sus amigos antes de ordenar todas sus cosas para partir a Aizu y quería cocinar una última vez para ellos.
- ¡donde esta todo el mundo! – se quejo Sanosuke dejándose caer en el tatami mientras veía a Megumi tomar su cabello y comenzaba a darle instrucciones a las niñas.
-shhh…no seas pesado, seguro están cansados…- le retó la mujer comenzando su tarea.
- ¡pero la nena y el mocoso tienen clases!- advirtió el luchador preocupado – no pueden fallar a sus propias clases…
-no creo que Kaoru pueda hacer clases hoy de todos modos… - comento la doctora mientras comenzaba a cortar un rábano
-¿eh?
- ayer Kaoru tuvo una caída muy fea, me sorprendería mucho si se pudiera mover bien el día de hoy…
-IAAAAAAA- de pronto un grito los distrajo de su conversación.
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Kaoru se apoyo sobre sus codos aguantando las lágrimas mientras escuchaba más pasos de los habituales correr en dirección a su habitación. De pronto el Shoji del lugar se abrió de golpe y una turba de gente entro en su habitación sin respetar su intimidad.
-¿Kaoru dono esta usted bien?
-¿Busu te pasó algo?
- ¡nena, casi nos matas de un susto!
- Kaoru nii-chan, ¿por qué grita?
- mhhp…
Kaoru observo desorientada el mar de rostros delante de ella, identificando uno por uno a los presentes. Kenshin estaba arrodillado a los pies de su futon sujetando su hombro con una mueca de dolor, su pelo suelto y salvaje en una clara señal de que acababa de despertar. Yahiko tenia su bokken en alto mirando alerta alrededor de la habitación aún en ropas de dormir, mientras Sanosuke estaba de pie e inclinado mirándola con extrañeza, Ayame y Susume a ambos lados de él y Megumi atrás de todos los demás, con sus brazos cruzados y mirada que decía que entendía perfectamente lo que sucedía.
- buenos días a todos… -saludo tímidamente la joven sintiendo una mezcla de felicidad y preocupación al ver la reacción de todos – N-no puedo mover mi cuello…
- Lo sabía…- comento Megumi como si nada – si sigues insistiendo en meterte en problemas, no podrás mantener a tus alumnos baka…
- ¡no me digas baka!- Kaoru intento enderezarse bruscamente, pero se detuvo en seco - MOU ITAIIII
Kenshin se acerco rápidamente a su lado y con ayuda de Yahiko la ayudaron a sentarse derecha sobre el futon. Kaoru se dio cuenta de que no podía girar su cuello ni hacer fuerza y comprendió a lo Megumi se refería.
-mouuu…
- Kaoru dono, sessha puede ir a avisar a sus alumnos que se suspenderán la clases, eso puedo – ofreció rápidamente el pelirrojo al ver la preocupación en el rostro de la kendoka.
- ie Kenshin, esos alumnos necesitan agarrar el ritmo…no puedo fallarles así…
- Pero…
- yo puedo asistirte Kaoru – se ofreció rápidamente Yahiko acercándose a ella.
- ¿y qué le enseñarías tu? – se burlo Sanosuke – ¿cómo quejarte cada 50 estocadas?
- ¡yo no me quejo tanto!
-¡HA! Ya quisieras que eso fuera cierto – Ayame y Susume se rieron de la broma de Sanosuke mientras Yahiko apretaba sus puños.
- Kaoru…como heredero del estilo Kamiya Kasshin ryu te pido por favor que me dejes asistirte- le pidió el chico inclinándose en posición de zarei.
Kaoru observo a Megumi buscando en ella algún indicio de que no era tan incapacitante su situación pero la mirada de la mujer le dio a entender que no había otro camino. Suspirando pesadamente asintió derrotada.
- Esta bien… tu harás la clase de hoy bajo mi supervisión Yahiko – aceptó la chica
- ¡Hai! -asintió entusiasmado el muchacho sonriendo
Kenshin sonrió dejando escapar un suspiro de alivio, pensó que tendría que convencer a la chica de no hacer la clase pero fue más fácil de lo que esperaba.
- Kaoru tiene una contractura muscular por las caídas y golpes de ayer, con la urgencia del momento olvide advertírtelo – comento la doctora saliendo de la habitación para hablar una vez más antes de volver a la cocina – por eso decidí venir a ayudar a Ken San con las tareas del hogar ya que vas a estar un poco limitada en tus movimientos…
- Megumi san… - Kaoru la miro con admiración y agradecimiento
- no lo hago por ti tonta, ya que me voy quiero aprovechar mi tiempo con Ken san ojojojojojojoj – se rió la mujer mientras volvía a la cocina seguida de las chicas.
Kaoru apretó las mantas con fuerza tratando de fingir naturalidad sin embargo siempre se ponía celosa de la doctora, aún cuando sabia que muchas veces la mujer decía cosas solo para molestarla.
- che…mujeres – Sanosuke se encogió de hombro mientras daba una divertida mirada a Kenshin subiendo y bajando sus cejas rápidamente.
Kenshin llevó una mano a su rostro maldiciendo internamente a su amigo, no necesitaba más municiones en su contra frente a Kaoru, al parecer su amigo no estaba de acuerdo con eso. Kaoru comenzó a emitir una vibra oscura y violenta y lentamente se dio vuelta a mirarla fingiendo que no entendía nada de lo anteriormente sugerido.
- Kaoru dono, ¿quisiera que la ayudara con-
-¡KENSHIN!
-¡H-HAI!
Sanosuke se rio al ver al espadachín adoptar una posición humilde ante el tono de la chica y salió de la habitación. Amaba poner en situaciones incomodas a sus amigos, este seria un buen día, lo podía sentir en el ambiente.
Después del agitado despertar en el dojo todo comenzó a fluir con naturalidad, Yahiko preparó el dojo para recibir a los estudiantes, mientras Kenshin espero a que Megumi terminara de ayudar a Kaoru a cambiar su pijama por su ropa de entrenamiento. Una vez la joven estuvo lista, el espadachín asumió la posición de sirviente, de asistente de la joven, al parecer Karou no permitiría que él ayudara a Megumi en la cocina y en cambio lo utilizó como una extensión de si misma, dándole ordenes e instrucciones de lo que quería y necesitaba.
Al pelirrojo le parecía un poco infantil la actitud de la chica y sin embargo, estaba disfrutando ser mandoneado por la joven ya que veía que la chica estaba mucho más animada, relajada y tranquila que la noche anterior. Aunque aún evitaba mirarlo a la cara más de lo necesario, la distancia e incomodidad de la noche anterior comenzaba a desaparecer a medida que la hora de entrenamiento se acercaba.
Kaoru espero a que Kenshin terminara de ordenar los cojines para que ambos se sentaran en el frente del dojo y centró su atención en Yahiko que en ese momento repasaba sus movimientos energéticamente. El chico se veía decidido a hacerlo bien y eso hizo que la joven se sintiera mucho más tranquila.
- listo Kaoru dono – Sonrió Kenshin acercándose a ella y sujetándola la ayudo a sentarse para que no hiciera ningún tipo de fuerza.
- domo arigato, Kenshin – asintió la joven sonrojándose levemente.
Sintiéndose orgullosa de ocupar la misma ubicación que alguna vez su padre alguna vez ocupó en el dojo bajo el lema de "la espada que protege la vida", se sentía muy bien esta sensación y aún mejor teniendo a su lado al pelirrojo.
Kenshin se acomodó a su lado y analizando disimuladamente el rostro satisfecho de la joven, sonrió para sus adentros. Esta sería la primera vez en que él participaría en un entrenamiento como parte integrante del dojo. A pesar de que aún no empezaba con su entrenamiento, esta seria su primera introducción a una clase del estilo Kamiya Kasshin ya no como un espectador silencioso y distante sino como uno más del dojo que lo había recibido hace ya casi dos años atrás. Se sentía bien sentir que finalmente pertenecía a un lugar que además profesaba su misma filosofía.
Kaoru no podía mirar al hombre que la acompañaba pero definitivamente había sentido el cambio de vibración en la energía del espadachín, había pasado de ser una energía sobreprotectora a una energía calma y rápidamente esa energía la contagió a ella.
Sus alumnos comenzaron a llegar y Yahiko los recibió con el protocolo correspondiente. Después de una pequeña introducción de su parte de por qué la clase del día de hoy sería distinta, el entrenamiento comenzó.
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Megumi secó el sudor de su frente, había terminado de armar la sopa de miso y ahora solo quedaba terminar de cocer el arroz y preparar las guarniciones, Ayame y Suzume hacía rato se habían desconcentrado y comenzado a jugar entre ellas, por lo que le había quedado de asistente el siempre descarado luchador que nunca ayudaba en nada en el dojo. Observando la figura del joven hombre que yacía recostado en el tatami de la cocina mirando al cielo mientras tarareaba una canción despreocupadamente, la doctora se acerco a él y mirándolo desde arriba curzó sus brazos con determinación.
- veras que hoy no cocina ni Ken san, ni la desabrida de Kaoru… - comenzó a hablar la mujer, sacando al luchador de sus pensamientos
- ¿to?… - la miró sin entender el hombre
- no comerás gratis hoy, tendrás que ayudarme con las guarniciones, no hare un banquete para que tu zángano tan solo comas…
-mujer, ¿por qué eres así?- se quejo el luchador enderezándose y mirándola molesto – yo no sé cocinar…
- tampoco Kaoru y perfectamente lo intenta una y otra vez…
-yo no soy como ella, yo sé cuando rendirme…
-Sanosuke…
-Mira, yo se que quieres crear un bonito recuerdo pero creo que estas manos serán mejor recordadas por sus puños y golpes que por las endamame que preparan – dijo el luchador golpeando sus puños entre sí.
Recibiendo un coscorrón en su cabeza, Megumi lo levantó de un tirón de oreja y lo arrastro directamente a la cocina.
-¡matte, matte Itai!
-ya basta de excusas cavernícola – le dijo la doctora mientras lo soltaba - vas a ayudarme y harás que mi último recuerdo juntos sea uno del que me sienta orgullosa, ahora ponte a apretar ese tofu hasta que no quede nada de agua en el…
Sanosuke se sobo donde le había golpeado y de mala gana comenzó a hacer lo que le pidió dándole miradas de resentimiento.
- Ni te atrevas a mirarme así Sagara Sanosuke…no fuiste capaz de contarme de quien te estas escondiendo, me debes aunque sea esto – comento con suavidad la mujer haciendo que Sanosuke dejara caer por unos momentos el canasto de madera con el tofu sobre el mesón.
Guardando sus pensamientos para si mismo hizo todo lo que la mujer le pidió y juntos terminaron de cocinar el almuerzo para sus amigos.
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El entrenamiento termino exitosamente gracias a las indicaciones de Kaoru y a la excelente asistencia que Yahiko había dado, dejando satisfecha a la instructora del dojo que solo se preocupo de corregir temas de posturas y detalles más específicos. Al final de la sesión todos los alumnos se retiraron animados y Yahiko vibraba en autoconfianza enrostrándole a todos que había dado una clase magistral de Kendo.
Kenshin ayudo a levantarse a la chica mientras Megumi les anuncio que la comida ya estaba lista. Todos en el lugar se dirigieron al comedor y sospechosamente el doctor Gensai llego justo en el momento en que Megumi había comenzado a servir la comida.
El almuerzo fue ameno y tranquilo, el buen humor había vuelto al ya que todos estaban más relajados disfrutando de la comida preparada por la doctora. Megumi les contó que ya había recibido una carta del lugar donde comenzaría a trabajar y que la casa donde viviría se encontraba tan solo a unos pasos de distancia de la clínica y de uno de los lugares que amaba cuando niña.
Todos escucharon con atención como por primera vez la joven doctora les contó algunas historias de su infancia cuando aún vivía con su familia y una extraña sensación de nostalgia invadió el corazón de los presentes sin que ninguno se atreviese a manifestarlo. Yahiko siendo el único que interrumpía de vez en cuando para preguntar algunos detalles y curiosidades de Aizu.
Finalizado el almuerzo, la doctora ayudo a Kaoru a cambiarse de ropa por un kimono y se sentaron a tomar te verde mientras Yahiko dormitaba a su lado despreocupado. Sanosuke y Kenshin habían comenzado a jugar damas japonesas en el centro del patio donde el luchador había improvisado una pequeña área de juegos y apuestas. El doctor Gensai se había llevado a las niñas así que el ambiente ahora era de verdadera calma.
-Te dejare unas hierbas para que puedas relajar los músculos del cuello – comento casualmente la doctora – en dos días ya deberías estar mejor.
-Arigato Megumi san
- también traje esto – dijo la doctora sacando de la manga de su kimono una pomada con un fuerte olor mentolado. – si te haces friegas con esto aceleraras el proceso de recuperación.
Kaoru recibió la pomada y agradeció a la joven su consideración. Recordando el kimono que le había prestado el día anterior y que ahora yacía en el suelo del baño se sintió un poco culpable.
- Megumi…creo que arruiné tu Kimono… - le comento la chica con sentimiento de culpa- no sé si alcance a sacar por completo la mancha de sangre de la tela antes de que partas…
La doctora la miro con cara de no entender la preocupación de la joven y encogiéndose de hombros le quito importancia.
- no te preocupe, no le tenia cariño de todos modos…
Ofuscada Kaoru le pidió su ayuda para levantarse rápidamente y se dirigió al baño, una vez ahí buscó el kimono entre las ropas que habían dejado en el baño la noche anterior. Cuando lo encontró tirado a un lado de la ropa que Kenshin también habían dejado ahí, tomó el kimono de Megumi entre sus manos y lo estiro para revisar si es que era posible salvarlo de la mancha de sangre antes de que la doctora partiera a Aizu.
La sangre estaba concentrada en el cuello del kimono por lo que decidió dejarlo sumergido en agua con jabón de momento para ver si lograba disolver la sangre aunque fuera solo un poco, dando una mirada al gi ensangrentado del espadachín, decidió hacer lo mismo con la prenda del hombre.
Antes de sumar el gi del espadachín junto al kimono, revisó rápidamente las mangas de este para asegurarse de que no tuviera nada importante en ellos, para su sorpresa se encontró con un papel en una de ellas. Rápidamente lo sacó y sumergió la prenda en el agua con jabón.
Revisando despreocupadamente el papel que había encontrado, leyó que el destinatario de la carta era ella misma y sin pensarlo mucho la guardo en su manga, segundos después y antes de salir del baño se percato de que acababa de sacar una carta de entre las ropas de Kenshin dirigida a ella y su corazón latió fuertemente. Rápidamente busco en su manga y volvió a revisar el papel.
"Para Kaoru Kamiya", La carta no tenía remitente y el papel estaba bastante arrugado, la joven sintió nervios en su estomago y analizo la carta unos segundos más. La carta estaba intencionalmente arrugada, en algunos puntos incluso rota. Esto le llamó mucho la atención. ¿Por qué Kenshin tendría una carta dirigida a ella y no lo había mencionado?
Rápidamente salió del baño y camino en dirección a Megumi, haciéndole un gesto disimulado desde el otro lado del patio, le indico a la mujer que se acercara. Megumi asintió extrañada, siguiéndola.
Kenshin observó de reojo desaparecer a Kaoru y Megumi en dirección al dojo mientras esperaba que Sanosuke hiciera su movimiento en el tablero. La joven instructora tenia una expresión de intriga en su rostro que hizo que sus sentidos se despertaran automáticamente, acomodándose en su lugar el pelirrojo no pudo desviar la atención de donde las mujeres habían desaparecido de su vista.
-¡ha!, a ver como te libras de esta – dijo animado el luchador
Al notar el silencio de su amigo, Sanosuke levanto la mirada con curiosidad y se percató de que el espadachín miraba con cierta preocupación en dirección al dojo. Mirando a su alrededor se percato de que la doctora y la joven dueña del dojo no estaban en el engawa y habían dejado la tetera y el té abandonado en la bandeja.
- ¿donde se fueron las chicas? – pregunto Sanosuke
- entraron al dojo…- respondió el espadachín ignorando el juego del luchador
- seguro quieren chismear sin que las escuchemos – se quejo Sanosuke dejando escapar un pequeño bufido de molestia
- chismear…- repitió pensativo el pelirrojo
- no te preocupes Kenshin…seguro son cosas de chicas – le resto importancia el luchador dándole un par de palmadas en la rodilla a su amigo
Kenshin observo a su amigo en silencio y asintió para luego mover su ficha en el juego, concentrándose en el siguiente movimiento hizo su jugada solo para que Sanosuke volviera hablar.
- ahora que estamos solos déjame preguntarte, cuanto más esperaras para decirle a Kaoru lo que sientes.
-¿eh? – Kenshin se sobresalto por la pregunta y rápidamente verificó que nadie más estuviera escuchando a Sanosuke.
- creí que ya habías abandonado esa actitud pasiva…después de todo lo que ha sucedido, creo que si no la dejas terminarás perdiendo mucho más de lo que te imaginas – le recrimino el luchador comiendo tres de sus piezas en una sola jugada.
Kenshin observo sorprendido la jugada de su amigo mientras pensaba en las palabras que este había dicho.
- aún no decido qué es lo que debo hacer – dijo en voz baja tratando de disimular el pudor que sentía hablar de sus sentimientos con su amigo.
- tienes que tomar una decisión rápido, Hideki es tan solo uno de muchos interesados en Kaoru – dijo Sanosuke – si no reaccionas es probable que finalmente la nena se aburra de ti…
- sé lo que quiero – le interrumpió el espadachín sin querer tener que escuchar nuevamente como Kaoru era codiciada por muchos - pero quiero hacer las cosas bien…nunca he hecho las cosas como se debe…al menos esto quiero hacerlo bien…
- es verdad, no eres muy tradicional para tus cosas Kenshin, pero lo que has hecho siempre lo has hecho pensando en hacer el bien, estoy seguro que aunque te equivoques…Kaoru será capaz de ver la verdadera intención que hay detrás de tus decisiones.
Kenshin guardó silencio antes de mover su ficha y observando con detención a su amigo analizo lo que le dijo. Sanosuke estaba en lo cierto, Kaoru había demostrado ser capaz de comprenderlo más de una vez y después de lo sucedido entre los dos, ya no había sentido en seguir ocultando sus sentimientos por la joven. Ya era hora de que aceptara que no había vuelta atrás en su relación con la Kendoka, solo quedaba avanzar.
- creo que estas en lo cierto Sano - comento el pelirrojo avanzando en el tablero mientras le quitaba fichas a su amigo – sin embargo, hay algo que me detiene…
- ¿todavía crees que Kaoru corre peligro estando cerca de ti? – le pregunto con incredulidad el luchador dándole un golpe en el hombro a modo de reto.
- ie, ya no es eso lo que me preocupa… - dijo el espadachín bajando la cabeza y apoyando sus antebrazos sobre sus rodillas cabizbajo.
- ¿entonces que es? – le pregunto Sanosuke intrigado.
- yo…- dijo el pelirrojo haciendo una pausa- …tengo miedo – reconoció Kenshin mirando desde su posición a su amigo.
Sanosuke lo miro sorprendido y sintió inmediatamente empatía por su amigo que lo observaba avergonzado escondido detrás de sus propios cabellos.
- miedo de qué – murmuro el luchador fingiendo que no se había percatado de la timidez del espadachín.
- …miedo a no ser lo suficientemente bueno para ella…- se desahogo finalmente el hombre
- así que realmente eres un estúpido en materias del corazón ¿no? – se burlo el luchador moviendo su ficha y dando por terminado el juego.
- ¿qué?
- no te culpo, tuviste una relación tormentosa a muy temprana edad y después de eso te castigaste tanto que no eres capaz de ver con claridad las muestras de cariño que te da la gente – dijo Sanosuke poniéndose de pie.
Kenshin lo miro sin entender a qué se refería su amigo y guardo silencio esperando a que Sanosuke continuara hablando.
- para ella, nunca has necesitado ser más que lo que ya eres– le dijo como si fuera algo evidente- Kaoru nunca te pidió ser otra cosa más que ser quien eres ahora… ¿qué te hace pensar que querrá algo más de ti?…
- Sano…- de pronto las palabras del luchador hicieron eco en su mente y encontró sentido en ellas
-déjate de pendejadas y sé feliz de una buena vez – sonrió el hombre ofreciéndole una mano para ponerse de pie.
- hai – dijo el pelirrojo y acepto la ayuda de su amigo devolviéndole la sonrisa – supongo que antes tendré que terminar algunos asuntos pendientes…
- ¿Qué asuntos? – de pronto la voz de Yahiko sobresaltó a los dos hombres en el lugar.
-.-.-.-.-.-.-.-
Megumi releyó la carta por tercera vez ante una ansiosa mirada de Kaoru. Cuando entraron al dojo la joven le contó lo que había encontrado en la manga de Kenshin y debido a los nervios y al temor de que fuera algún tipo de carta de despedida de parte del espadachín hacia la kendoka por lo sucedido entre los dos la noche de la tormenta, la chica le pidió a Megumi que leyera la carta primero para que le dijera si era algo terrible o no.
Ansiosa Kaoru observaba el rostro de Megumi mientras retorcía sus manos sobre su falda y miraba por sobre su hombro de vez en cuando pensando que en cualquier momento serian interrumpidas por Kenshin.
-y bien…¿dice algo muy terrible?, ¿es una carta de despedida? – preguntó impacientemente la chica a la doctora.
Megumi apretó sus labios con sobriedad y dando una última mirada al papel lo ofreció de vuelta a Kaoru esperando a que lo recibiera.
-No es una carta de Kenshin… - le informo Megumi con una mirada sugerente
-¿qué?
-creo que deberías leerla tu misma – dijo la mujer poniéndose de pie y haciendo un gesto para que Kaoru recibiera la carta.
La joven tomo el papel entre sus manos que ahora tiritaban de nervios, Megumi sonrió sutilmente y se alejo de ella unos pasos para darle un poco de privacidad.
La instructora respiro profundo y tomando valor decidió enfrentarse a la carta sabiendo que al menos no era una carta de despedida. Tomando aire la chica comenzó a leer.
Himura:
Me asegure de que leyeras esta carta dirigiéndola a la mujer que le quitó el lugar a mi hermana.
Sé que leerás esto antes de que Kamiya san lo haga y en realidad, estoy seguro de que no entregaras esta carta a ella, no es para ella de todos modos.
El corazón de Kaoru se detuvo por unos segundos al comprender de que era Enishi quien escribía.
Debo reconocer que aún existe rencor dentro de mi y aún deseo que sufras. Deseo que todas las noches al dormir pienses si realmente mereces todas las oportunidades que la vida te ha dado, un mercenario como tu, ¿merece el perdón realmente?, quienes hemos arrebatado tantas vidas, ¿tenemos derecho a caminar esta tierra como si nuestro pasado no existiera? ¿realmente crees que mereces la felicidad con toda la sangre que tiñe tu historia?
¿Kaoru Kamiya merece a alguien tan sucio como tu?
Mis noches en prisión me sirvieron para meditar sobre un par de cosas que antes no entendía. Finalmente he comprendido tu filosofía de vida, no gracias a ti sino gracias a la mujer que hoy proteges y acompañas.
Comprenderás que tuve incontables oportunidades para matarla y sin embargo siempre logró detenerme con sus palabras, te defendió y protegió de tantas maneras que aunque no me gusta reconocerlo, sembró la duda en mi. Ella, al igual que mi hermana pudo ver algo en tu desafortunada existencia que no entendí bien hasta que recibí el diario de vida de mi hermana de parte de la misma mujer que secuestre y atormente. Gracias a ella finalmente pude comprender el sacrificio que hizo Tomoe para salvarte a ti, salvar el honor de Kyosato san y salvar su propio orgullo como mujer.
Comprendí también lo que era recibir protección y misericordia de parte de alguien a quien querías matar.
Kaoru Kamiya me cuido de mi mismo durante nuestros días en la isla sin que me diera cuenta, incluso al final de todo se preocupo de mi alma y me liberó dejándome conocer la verdad de la decisión de mi hermana. Fue ella quien me obligó a entenderte a ti, ella te salvó mucho antes de que llegaras a esa isla y aunque no pude vengarme como esperaba y las cosas dieron un vuelco, no creo que pueda perdonarte.
No quiero que la muerte de Tomoe y mi sufrimiento sea en vano, por eso es que necesito que recuerdes las vidas que destruiste, quiero que nos recuerdes a ambos. He aceptado que no podre matarte, pero eso no significa que no obtendré mi venganza. Kamiya san te salvo la vida, pero también me mostro cómo puedo dañarte sin tener que matarte a ti o a la chica.
Kamiya Kaoru me mostro el camino.
Si no quieres sufrir nuevamente como cuando me la lleve a la isla, entonces tendrás que hacerla feliz como no pudiste hacer feliz a mi hermana. Tendrás que protegerla como no protegiste a mi hermana, tendrás que estar a la altura de Kamiya san porque si no lo haces, yo mismo me encargare de hacerlo. No hay nada más doloroso que ver como otra persona se lleva a ser que más amas de tu lado, ¿no crees?
En ese momento Kaoru cubrió su boca con sorpresa al leer las palabras de Enishi y sintió un rubor cubrir sus mejillas inexplicablemente. Kenshin había leído esta carta de eso estaba segura, no podía evitar sentir un inexplicable alivio al saber que Enishi creía que ella era la persona más importante para Kenshin, a la vez que se daba cuenta de que el mismo Enishi se sentía atraído por ella.
Demuestra que puedes hacer algo bien que no sea matar o atacar con una espada, demuestra que eres un hombre digno de amar o te hare pagar en vida todos tus errores. Elige bien tus acciones Himura, te estaré observando a ti y a Kamiya San, si no estas a la altura no dudare en dar una visita a ese dojo y convencer a Kamiya Kaoru de que no vales la pena, después de todo si Kaoru san te perdono a ti, ¿por qué no me perdonaría a mi también?, según tu filosofía ¿no merezco yo también un final feliz?.
Ya sabes Himura, hazlo bien o perderás.
Kaoru termino de leer la carta con una extraña sensación, había mucha información entre líneas que no le cuadraba con la actitud siempre calmada de Kenshin, ¿cuanto había sufrido realmente cuando ella no estuvo?, ¿qué había sucedido ese mes en la vida del espadachín?, durante ese periodo creyó que el espadachín la estuvo buscando pero nuevamente se daba cuenta que había algo de lo que ella no sabia nada.
Volviendo a leer la carta una vez más sintió un poco de culpa, no comprendía cómo Enishi había llegado a esa conclusión gracias a ella. Ensimismada guardó silencio por unos minutos hasta que sintió a Megumi arrodillarse a un lado de ella.
- supongo que atraes a los chicos rudos – comentó con ligereza la doctora pellizcando su mejilla
- Megumi san…no digas tonteras – le respondió sin mucha gracia la Kendoka doblando el papel lentamente y guardándolo en la manga de su kimono.
- no seas aburrida, agradece que no es una carta de despedida y en cambio es una declaración de guerra amorosa- le animó la mujer
- no se si deba celebrar el tono de esta carta, sus sentimientos siguen siendo muy oscuros aún – comento la kendoka cerrando sus ojos.
- ese joven esta dañado…- reconoció Megumi – necesita atormentar a Kenshin o su vida no tiene sentido…
- espero logre sanar su corazón antes de que se le ocurra aparecer por acá nuevamente- dijo con un escalofrió la joven kendoka – la verdad es que no me agrada la idea de tenerlo como pretendiente…
- tampoco creo que a Kenshin le guste – afirmó la doctora poniéndose de pie y dirigiéndose a la salida del dojo.
- así como vamos, es probable que Kenshin nunca se atreva aceptar mis sentimientos por él – murmuró Kaoru levantándose también – eso me deja a merced de Yukishiro…
- no seas tonta, si Kenshin realmente leyó esa carta y tiene algo de testosterona en su cuerpo no tardara en comenzar a cortejarte…
Megumi salió del lugar, Kaoru quedo sola en el dojo por unos momentos mientras meditaba en qué debía hacer después de conocer el contenido de la carta. Ya no podía seguir evadiendo el tema con Kenshin, pero no tenia ánimos de ser ella la que diera el primer paso, no quería tener que ser esa clase de mujer, no estaba bien visto y dentro de su corazón ella realmente deseaba ser buscada por el espadachín. Suspirando desganadamente salió del lugar en busca de sus amigos.
-.-.-.-.-.-..-
El atardecer comenzaba a anunciar su llegada tiñendo el patio de carmín, un viento fresco soplaba trayendo algunas hojas con él.
Dando la vuelta por el patio, las mujeres encontraron a Kenshin, Sanosuke y Yahiko jugando en el centro del segundo patio con un trompo que parecía nuevo, Megumi y Kaoru observaron sorprendida como Kenshin hacia girar el trompo con determinación para luego tomarlo con la palma de su mano y cambiarla de una mano a otra.
-¡neee Kenshin, no sabia que sabias jugar tan bien! – comento animado Yahiko tratando de quitarle el trompo a su amigo.
Kenshin esquivo al chico riendo, sin dejar que lo alcanzara mientras Sanosuke analizaba con atención el objeto.
- maa, maa Yahiko aún no es tu turno …
- pero es mi trompo…- comento ansioso el chico
- no seas egoísta mocoso, tu nos invitaste a jugar – le reto Sanosuke
El trompo dejo de girar en las manos del espadachín y se lo entrego a Yahiko quien animadamente comenzó a enrollar el trompo con la pita y lanzándolo intentó levantarlo del suelo como lo había hecho el espadachín. Sin lograrlo Sanosuke y Kenshin rieron de la frustración del chico. Kaoru sonrió, aclarando su garganta para llamar la atención de los presentes pregunto.
- ya que hoy hace un buen clima y veo que están con ánimos, ¿qué les parece si encendamos un fogón en el patio, asamos unas papás y compartamos historias de nuestra infancia? – pregunto Kaoru sonriendo al ver a los hombres del dojo actuar como niños.
- ¿Papas asadas?, ¿tan pobre somos? – comento Yahiko rascando su cabeza.
- A Sessha le encantaría compartir historias, Kaoru Dono – acepto Kenshin mirando a Sanosuke rápidamente.
- Inclúyeme a mi también, traje sake de todos modos – aceptó el luchador quitándole el trompo al niño y lanzándolo directo a los pies de Kenshin obligándolo a esquivarlo mientras reía.
-muy bien iré a buscar el fogón…
- yo iré Kaoru dono, recuerde que usted no puede hacer fuerza- -
- te recuerdo que tu tampoco puedes – le detuvo el luchador apuntando su hombro herido – dime donde esta, yo iré por el
- Arigato Sanosuke – agradeció Kaoru indicándole donde estaba el fogón y la parrilla.
Megumi ayudo a mover un par de troncos para ubicarlos en el centro del patio y luego acompaño a Kaoru a buscar y lavar las papás a la cocina. Ambas mujeres guardaron silencio mientras Kaoru sumergía en vinagre de arroz y soya un par de zucchinis y berenjenas que decidió sumar a las papas que iban a asar.
Siguiendo las instrucciones de las mujeres, los hombre prendieron el fuego y pusieron en la parrilla las verduras mientras compartían tragos de sake e historias, la noche había llegado y gracias el fuego y el alcohol conservaban el calor. Yahiko seguía jugando con el trompo intentando imitar a Kenshin por lo que solo se oían sus gritos de frustración y respiración agitada de fondo.
Megumi se abanicaba mientras reía de la historia que Kenshin les acababa de contar, no conocía personalmente al maestro del pelirrojo pero por lo que acababa de contar, parecía tener un humor bastante retorcido que le agradaba.
- ¿entonces de verdad te intoxicaste comiendo hongos alucinógenos? – Rio el luchador tratando de imaginar a Kenshin de niño.
-Por más que lo intento me cuesta imaginarte siendo un niño – reconoció Megumi secando sus lágrimas de risa.
- de todas maneras no era el niño más agradable – reconoció el espadachín recordando lo testarudo que era de niño.
- no puedo creer que eso sea verdad – rio Kaoru- creo que eras molesto solo para fastidiar a Seijuro san…
- mhhh tal vez – reconoció Kenshin recordando a su maestro
- ¿qué hay de ti Sanosuke? – pregunto Megumi acomodándose en su lugar e inclinándose en dirección al luchador – ¿como eras de niño?, a parte de tonto obviamente…
- che… siempre tan venenosa ¿ne? – le respondió el joven dando un mordisco a una papa e inclinándose en su dirección de manera desafiante – de niño peleaba mucho con mi papá, creo que no me quede el tiempo suficiente con él para que terminara de enderezarme…
Dijo el luchador encogiéndose de hombros y comiendo el resto del tubérculo de un solo mordisco, para luego dar un largo trago de sake.
- ¿y tu madre? – pregunto curiosa la Kendoka arreglando casualmente la falda de su kimono.
- mi madre murió después de dar a luz a mi hermano más pequeño…- comentó el joven mirando al cielo – pero ella siempre me defendió de los retos de mi padre…
-así que por eso eres un mañoso malcriado – bufo Megumi
- no soy mañoso… - reclamo el luchador
Siguieron conversando hasta que la comida se terminó y las brasas se consumieron por completo, Megumi había bebido hasta su limite y ahora apenas se podía mantener de pie.
- por favor, quédense acá – rio Kaoru también un poco ebria – es peligroso que regresen así
- ieeee – se negó la doctora dando un par de pasos en falsos solo para ser estabilizada por el luchador – mañana debo levantarme temprano para ordenar mis cossssassss
- maa, maa Megumi dono, Kaoru dono tiene razón…
-ie – se rehusó la mujer – este cabezotas me protegerá de camino a la clínica, ¿cierto Sano san? – pregunto con inocencia fingida la mujer.
Kaoru llevo una mano a su rostro dándose cuenta de lo manipuladora y tozuda que era Megumi cuando quería. Sanosuke la miro como si de un bicho raro se tratara pero como ya era predecible, cedió a las palabras de la mujer.
- hai, no te preocupes Kenshin estaremos bien – comento el hombre tomando la jarra de sake para llevársela.
Kenshin y Kaoru se miraron resignados y ambos asintieron dejando que sus amigos hicieran como la doctora quería. Yahiko finalmente logro levantar el trompo con una mano y con la boca sucia con restos de comida les mostro a sus amigos su nueva hazaña.
-Muy bien Yahiko chan – le aplaudió Kaoru feliz
- ahora podre competir contra ti Kenshin – dijo animado el chico, sin anticipar que Sanosuke se adelanto para darle un golpe en el brazo haciendo que el trompo cayera – ¡por qué hiciste eso!
-Porque me da risa cuando te enfadas – se burlo el luchador riendo junto a la doctora como maniacos.
- ustedes dos son bien raros…- dijo Yahiko cruzando sus manos detrás de su cabeza y mirando con desconfianza a ambos jóvenes.
- muy bien, suficiente, creo que ya es hora de que vayan a descansar – les indico Kenshin guiándolos a la puerta de la casa.
Despidiéndose de sus amigos, el luchador y la doctora iniciaron retorno a la clínica entre cantos de Sanosuke y falsos insultos de una borracha doctora.
Yahiko ayudo a Kaoru a guardar algunas cosas en la cocina antes de retirarse a su dormitorio mientras Kenshin apagaba las brasas del fogón y cerraba las puertas del lugar.
Cuando las lámparas estuvieron apagadas, Kaoru espero afuera de su habitación al espadachín para despedirse. Había decidido que no le contaría que había leído la carta de Enishi, confiaba que fuera lo que fuera que Kenshin decidiera, sería lo correcto.
La silueta del espadachín se dibujo en la oscuridad de la noche y arreglando inconscientemente su cabello respiro profundo para despedirse.
- Kaoru dono – saludo el espadachín
- Kenshin
- Megumi dono me dijo que había dejado una pomada para ayudar a su contractura – le dijo el pelirrojo sin ningún apuro por despedirse.
- ¿eh?...hai … - Kaoru asintió buscando en la manga de su kimono lo que su amiga le había entregado, sacando la pomada se la mostro a Kenshin.
- si me lo permite, puedo ayudarla con un masaje para aliviar su dolor, creo que esa contractura es en parte mi culpa cuando la hice caer…- dijo el espadachín quitándole de las manos la pomada y observando el estuche con timidez.
Sintiendo sus mejillas arder Kaoru asintió, con el alcohol en su cuerpo estaba más que dispuesta de crear una situación más intima con el espadachín.
Abriendo la puerta de su habitación dejo que el pelirrojo la siguiera. Prendiendo una lámpara para iluminar el lugar, miro por sobre su hombro al hombre, desde el día de la tormenta que no habían vuelto a estar solos en su habitación. Sintiendo nervios y un poco de anticipación, trató de calmarse y estirando su futon para arrodillarse sobre él, se acomodó.
Kenshin sintió latir su corazón en su garganta, sabia muy bien que Kaoru estaba pensando exactamente en lo mismo que él. Pero su necesidad por ayudar a Kaoru a aliviar la molestia que sentía en el cuello era superior a sus propios nervios e inseguridades.
Arrodillándose detrás de la Kendoka, corrió su cabello a un costado con delicadeza, Kaoru al sentir a Kenshin acomodar su cabello, rápidamente formo una dona con este y buscando entre sus cosas, encontró un palillo de cabello para afirmarla. Sonriendo al pelirrojo volvió a arrodillarse en su lugar y cerrando sus ojos dejo escapar un ultimo suspiro de nerviosismo.
El pelirrojo destapo el estuche metálico con cuidado y un potente olor mentolado invadió el lugar. Con cuidado, bajo el cuello del kimono de Kaoru dejando al descubierto los hombros de la mujer. Algo en su estomago se removió con intensidad al ver la delicada silueta femenina de la chica y se maldijo a si mismo. Tratando de ignorar lo que sentía, saco un poco de pomada y fregando sus manos rápidamente para calentarla comenzó a masajear el cuello de la mujer.
-por favor avíseme si le duele demasiado…estos masajes suelen ser dolorosos cuando hay contracturas…
- Hai…
Kenshin masajeo el cuello de la mujer primero con mucho cuidado para identificar los lugares donde las contracturas se ubicaban y progresivamente comenzó a ejercer más presión. Kaoru aguanto bien los primeros movimientos, sintiendo alivio, para luego comenzar a notar el aumento en intensidad en la presión que las fuertes manos del espadachín ejercían. Aguantando el dolor, apretó sus ojos y puños para no interrumpir el masaje.
Después de unos minutos la joven no pudo aguantar más la molestia dejando escapar un quejido de dolor, sus ojos se llenaron de lágrimas.
-Gomen Kaoru dono, ¿le hice daño? – se detuvo de golpe el espadachín apartando rápidamente sus manos.
- ie, esta bien Kenshin – lo tranquilizó la joven - aunque me duele, ya siento mucho más suelto los músculos del cuello, continua por favor …
-hai…- Kenshin continuo masajeando esta vez haciendo movimientos repetitivos en dirección ascendente a la nuca de la mujer para aliviar el dolor.
Kaoru comenzó a sentir alivio después de unos minutos aguantando la parte más intensa del masaje y sintiendo el efecto de calor que generaba la pomada noto como los cuidados que Kenshin estaba administrando, comenzaba a resultar.
Sintiendo menos dolor en la zona, logró enfocarse ahora en las manos del espadachín y comenzó a disfrutar los movimientos y presión que las manos del hombre hacían sobre su piel, deseando inevitablemente que el masaje se transformara en caricias. Pensando en eso, la kendoka rindió su mente a sus fantasías olvidando ahora por completo el dolor.
De pronto Kenshin noto que los músculos de la chica dejaron de mostrar resistencia, la tensión desapareció por completo de los hombros de Kaoru. Sintiendo satisfacción de que finalmente la joven se relajara entre sus manos, sonrió decidiendo aplicar un masaje de relajación que su maestro solía hacerle de niño cuando sabia que se le había pasado la mano durante el entrenamiento.
Haciendo movimientos circulares en dirección ascendente y descendente por sobre los músculos de los hombros de la chica, el espadachín se concentro en hacer que la mujer se relajara, oyendo como Kaoru dejaba escapar de vez en cuando un gemido de placer, no pudo contener una sonrisa autosuficiente, se sentía muy bien saber que podía generar ese tipo de sensación en la chica.
- Mmmmhhh…no sabia que eras tan bueno con los masajes Kenshin – prácticamente ronroneo la chica adormecida.
El espadachín se detuvo al oír la voz de la Kaoru teñida de placer, sonrojándose furiosamente sacó sus manos de los hombros de la chica, debía evitar volver a perder el control.
- Sessha cree que ya logro aflojar gran parte de las contracturas, eso cree – murmuro apenado tratando de limpiar sus manos sobre su hakama.
- mou…¿ya se terminó?– pregunto la chica girando su cuello para voltear a verlo
La boca de Kenshin se seco al verla con sus ojos entrecerrados y boca semi abierta, prácticamente rogándole que siguiera. Sintiendo una gota de sudor caer por su frente, Kenshin seco el sudor de su rostro y asintió sin atreverse a decir nada.
- ya puedo girar mi cuello – se percato Kaoru moviendo su cuello de un lado a otro extendiendo su cuello en toda su longitud, prácticamente ofreciéndole la yugular al espadachín con total confianza sin percatarse de lo que hacia.
El pelirrojo trago con fuerza y sujetando con fuerza ambos hombros de Kaoru la detuvo.
- creo que ya es hora de descansar – susurro casi sin aliento – mañana despertara mucho mejor, eso es seguro.
Kaoru lo miro extrañada y asintió mientras se percato como la mirada del espadachín había cambiado y ahora miraba su escote sin disimulo. Entendiendo la repentina fuerza con la que la sujetaba se acomodó lentamente el kimono por sobre los hombros sintiendo como el hombre dejaba escapar un suspiro de alivio. Sonriendo con timidez Kaoru se puso de pie y camino en dirección a su closet para ponerse su yukata de dormir.
- muy bien, entonces a descansar – dijo tratando de fingir que no había notado el conflicto en la mirada del espadachín.
- hai… - la imito el espadachín poniéndose de pie y acercándose a la salida de la habitación…
- Kenshin – llamó una última vez la chica al hombre
- hai...
Kenshin observó como una sincera sonrisa de felicidad se dibujaba en los labios de la pelinegra y automáticamente se dibujó una sonrisa en su propio rostro, sin sospechar lo que realmente pasaba por la cabeza de la joven en ese momento.
- ¿puedo preguntarte algo?
Kenshin se tenso desde su posición y su sonrisa enamorada se borró lentamente, preocupado dió un paso hacia adelante mostrando su intención de no evadir la conversación que Kaoru quería tener.
- dime...- le respondió en voz baja el espadachín, nervioso.
- ¿tu no me mentirías verdad? - pregunto la chica bajando la mirada por unos segundos.
- ie - respondió rápidamente preocupado
- ¿ni siquiera para tratar de protegerme? - insistió la chica
Kenshin apretó su mandíbula y sintiéndose un poco mal porque sabía que haría todo lo posible por tratar de proteger a la chica, y que si era necesario, podía ser capaz de mentirle. Incómodo, se preguntó qué fue lo que motivó a la joven a cuestionar su honestidad.
- ¿por qué me está preguntando esto? - evadió la segunda pregunta mirando con intensidad a la chica.
Kaoru se armó de valor y caminando en dirección al pelirrojo se detuvo frente a él para demostrarle que no iba a dejar que evadiera sus preguntas.
- creo que hay algo que me estas ocultando...
Inmediatamente la mente del espadachín se alertó y pensó en la carta que Enishi le había enviado, tal vez la chica la había encontrado y ahora quería que le confesara de que se trataba lo que Enishi había sugerido. Rompiendo en sudor el espadachín no supo qué decir.
- no sé qué es lo que me estas ocultando- continuo la chica - pero sé que no eres el único que parece saber algo sobre lo que sucedió en este dojo mientras no estuve con ustedes...
El pelirrojo dejó escapar el aire aliviado, no se trataba de la carta de Enishi para su fortuna sin embargo, lo que la chica estaba preguntando era tanto o quizás más importante que lo que decía la carta de su ex cuñado. Sacudiendo sus manos para liberarse de la tensión del momento asintió a las palabras de la chica y tomando aire se atrevió a buscar una de las manos de la chica para tomarla antes de hablar.
- Kaoru...- la joven levantó rápidamente la mirada al escuchar como Kenshin se había dirigido a ella - ¿recuerdas que la otra noche prometimos no ocultarnos nada nunca más?
Kaoru asintió sintiendo un poco de alivio al ver cómo el pelirrojo había registrado con verdadero interés la conversación que habían tenido hacía un par de noches. Los ojos de la mujer brillaron esperanzada y dando un apretón a la mano del hombre le animó a continuar.
- es verdad que no he sido del todo honesto contigo, hay un par de cosas que me gustaría contarte pero agradecería mucho si pudieras esperar un par de días más... hay cosas a las que quiero poner fin antes de poder aclarar aquellas cosas que aún no puedes entender de este tonto espadachín.
La pelinegra sintió que su corazón latía fuerte y rápido, Kenshin había abandonado la habitual distancia que mantenía con ella, podía ver el rubor en sus mejillas y sentía como sus manos sudaban y comenzaban a tiritar a pesar de estar frente a ella con una actitud de determinación bastante clara. Kenshin estaba nervioso y ella era la causante de esa ansiedad.
- entonces... esperare - sonrío amablemente la chica - si realmente necesitas ese tiempo, no insistiré.
- arigato Kaoru...
Kaoru no se aguanto, dentro de ella sentía mucha empatía por el hombre que ahora parecía un joven inseguro frente a ella. Tomando su rostro entre sus manos y apoyándose en la punta de sus pies se inclinó para besar la frente del espadachín con mucha ternura. Kenshin se paralizó y sin palabras siguió con la mirada a la chica mientras se alejaba de él.
- muchas gracias por el masaje, Kenshin
- Ses- Sesha s-se alegra de p-poder ayudarla a sentirse mejor - dijo torpemente el espadachín y rápidamente se dió la vuelta para salir de la habitación - buenas noches, Kaoru dono...
Saliendo de la habitación de la chica Kenshin finalmente tomó una decisión, mañana terminaría de ordenar su mente para finalmente comenzar a avanzar, su autocontrol estaba a punto de perderse y ya no tenía ganas de seguir luchando contra lo que realmente quería para su vida. Dando una última mirada a su alrededor, entro a su habitación para descansar. Las cosas comenzaría a cambiar.
