Disclaimer: Ninguno de los personajes me pertenece. La historia está ubicada después del último episodio del anime / post Jinchu. En un inicio mi idea era terminar con la partida de Megumi y Sano pero esto ha evolucionado y he decidido continuar con el desarrollo de la relación KxK. Una historia centrada en cómo Kenshin logra finalmente vivir en el presente y que ocurre con él después de estos eventos.

X

- Sessha no merece a Kaoru dono – susurro con pesar el espadachín observándola detenidamente.

- no empieces con eso – le regaño la chica poniendo su mano sobre sus labios para callarlo.

Kenshin asintió lentamente, analizando el rostro de la chica pudo apreciar lo cansada que se veía, sus ojos aún estaban rojos por el llanto haciéndola ver vulnerable mientras que sus mejillas y labios estaban teñidos de un rubor que indicaba lo que habían estado haciendo hasta hace unos momentos, la imagen naturalmente sensual de la joven hizo que para el espadachín fuera un completo desafío tomar una decisión.

Sintiendo como la joven apartaba su mano de sus labios con una mirada comprensiva, reunió todo la disciplina que había adquirido durante su vida y se enderezó, ayudando a la chica para hacer lo mismo mientras se acomodaba frente a ella.

- al menos déjeme intentarlo…-insistió el espadachín tratando de convencerse a sí mismo más que a la joven frente a él.

- mientras seas sincero con tus sentimientos…- respondió la chica cubriendo su escote delicadamente y ordenando su cabello, mientras sentía los nervios volver apoderarse de su cuerpo.

- así será…-asintió el espadachín recuperando un poco su compostura- en estos momentos lo más importante para sessha es hacerla feliz, incluso si eso significa que deba aprender a hacer las cosas como corresponden…- reconoció el hombre ruborizado mientras llevaba una mano a su cabeza.

Kaoru sonrió ilusionada y asintió con calma, finalmente la incertidumbre había acabado. Si debía ser sincera, después del apasionado intercambio que habían ocurrido hacia unos minutos atrás, ya no necesitaba nada más para ser feliz. Su única preocupación era que Kenshin entendiera que ella quería quedarse a su lado para siempre y verlo feliz. Lo sucedido esta noche era lo único que necesitaba para vivir sus días en paz junto al legendario espadachín.

Kenshin observo con timidez a la chica que ahora lo miraba con una especie de orgullo en su ojos y se sintió cohibido, no sabía en qué pensaba la mujer pero por la expresión de su rostro parecía ser algo bueno. Nervioso cruzó la apertura de su gi que ahora estaba un poco abierto y decidiendo que si no se retiraba las cosas terminarían de una manera que sabia podía lamentar, se puso de pie.

- es hora de descansar Kaoru dono – dijo el hombre mirando a la chica que había reaccionado con sorpresa ante su repentina decisión, sin embargo no dijo nada para retenerlo.

- hai – respondió simplemente levantándose y yendo a buscar su yukata para dormir.

Kenshin la observo mientras le daba espalda para buscar sus cosas en el armario y sintiendo una vez más que su cuerpo le fallaba y no se movía de su lugar, se maldijo mentalmente.

Kaoru lo miro por sobre su hombro en ese momento y notando al hombre inmóvil como una estatua en su habitación le pregunto.

- ¿no ibas a tu habitación ya, Kenshin? – pregunto con cierta inocencia que hizo que el espadachín reaccionara.

-¡h-hai!, buenas noches Kaoru dono, espero pueda descansar bien – se despidió el hombre torpemente saliendo de la habitación.

Kenshin se apoyo unos segundos contra el shoji de la habitación de la chica, su respiración agitada, mientras un sudor frio rompía en todo su cuerpo. Mirando sus manos, notó que aún podía sentir el calor del cuerpo de la joven en ellas. Sintiéndose extraño camino rápidamente al pozo y sacando un balde de agua se lavo las manos para tratar de aliviar la sensación de calor en ellas mientras el sudor caía por su espalda.

Sintiendo su corazón latir de manera errática mojo su rostro, cuello y pecho para tratar de regular las reacciones que sentía en su cuerpo. Cerciorándose de que nadie lo estuviera observando respiro un par de veces para controlar lo que estaba sintiendo. Hacía ya muchos años que no sentía este tipo de emociones, tanto así que prácticamente las había olvidado. Los nervios y la inseguridad fueron cosas que descubrió después de la muerte de Tomoe y si bien los años en que vivió aislado como vagabundo ayudaron a fortalecer su carácter y voluntad de no querer volver a matar, no ocurrió lo mismo con su sanidad emocional, es más, muchos momentos de su vagar por el país fueron bastante deprimente y difíciles de sobrellevar por toda la culpa y oscuros sentimientos que a menudo sentía.

Tiritando levemente se dirigió a su habitación, Kaoru lo había sacudido con la misma intensidad con la que lo sacudió cuando recién se conocieron. Verla expresar sus emociones lo habían dejado en una posición donde no pudo más que enfrentar sus propios sentimientos despojándolo de cualquier barrera que usualmente utilizaba para protegerse. Ahora battousai el asesino parecía inquieto dentro de él, su lado más impulsivo y salvaje parecía mucho más libre después de que se atreviera a reconocer lo que sentía por la mujer, un remolino de sensaciones y sentimientos lo desbordaban en este momento sin siquiera poder procesarlos a tiempo.

Nervioso el pelirrojo entro a su habitación, dejo su sakabatou en el soporte de madera y desvistiéndose lentamente dejo que el frio de la noche lo terminara de ayudar a recuperar la sobriedad que lo había abandonado en cuanto sintió las suaves caricias de la joven sobre su rostro. Permitiéndose sentir el frio contra su torso desnudo, aguanto la temperatura baja del ambiente lo que más pudo antes de ponerse la yukata. Dando una última mirada en dirección a la habitación de Kaoru, suspiro profundamente, de una vez por todas había dejado de vagar tanto física como emocionalmente, parecía como si todo este tiempo estuvo vagando para finalmente llegar a este momento de su vida.

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Kaoru paseaba de un lugar a otro esperando a que el señor Yamazaki y su socio terminaran de negociar con el nuevo proveedor de metales. Inquieta miro al reloj que había en el pasillo y dejo escapar el aire decepcionada. Nunca se imagino que al día siguiente a la doble declaración que ella y Kenshin habían hecho, lo primero que le tocaría hacer fuera recibir una visita de emergencia de parte de los ingenieros ferroviarios pidiéndole que una vez más que los asistiera como guarda espaldas. Cerrando los ojos la chica recordó la actitud del espadachín antes de que partiera a su turno.

Kenshin que esa mañana había dormido más allá de la hora acostumbrada, salió de su habitación con su espada en mano y una mirada desorientada cuando la vio salir de su habitación ya vestida con el uniforme negro que indicaba que estaba de servicio para los hombres. El pelirrojo Inmediatamente intento persuadirla de que no fuera, pero el señor Yamazaki había insistido en que era una negociación de rutina y que no existía ningún peligro real al que se pudiera enfrentar. Simplemente preferían ir con ella para evitar malos entendidos y malas prácticas entre los presentes y dado al éxito de la ultima reunión habían considerado que tener un guarda espaldas les daba estatus por sobre otros empresarios.

Finalmente el espadachín había cedido a las peticiones del hombre después de asegurarse de que el carruaje que había venido a recoger a la chica, la dejaría en el Akabeko después de que terminaran las negociaciones, lugar donde él la iría a buscar. Kaoru dejo escapar un suspiro enamorado, el espadachín se había demostrado muy preocupado y casi molesto con Yamazaki por haber ido a buscar a la chica con tan poco tiempo de aviso.

Si bien era cierto que a la chica no le gustaba la exagerada sobreprotección de la que estaba siendo objeto de parte de Kenshin y Yahiko después de su regreso al dojo, no podía desconocer lo sexy que le parecía Kenshin cuando se molestaba, aunque fuera ligeramente, con alguien. Verlo discutir con el señor Yamazaki preocupado de su integridad la hizo sentir importante y ahora que sabia que el espadachín sentía atracción por ella, no podía dejar de sentirse en las nubes por el avance en su relación.

De pronto una de las puertas del corredor se abrió sacándola de sus pensamientos, de la habitación salieron unos hombres occidentales seguidos de un hombre Japonés. Todos la miraron de pie a cabeza con curiosidad excepto el hombre japonés quien hizo apurar a los hombres para que siguieran su camino. Sintiéndose extraña por haber llamado la atención dejo su espada de madera a un costado y trato de ver su reflejo en alguna ventana para asegurarse de que no hubiera nada extraño en su apariencia.

Encontrando una ventana que permitía ver su reflejo observo su cabello y presentación, todo parecía en orden según su observación, de pronto las risas de unas personas la distrajeron de su revisión. Curiosa apoyo su oído contra la puerta que estaba a un costado.

- yo tampoco querría volver a casa contigo Sergi – escucho decir a un hombre del otro de la puerta – Elizabeth Kraffnovikoff es una mujer inteligente…

- por qué no te callas será mejor, idiota – le respondió una voz con un acento extranjero marcado- Adam, te dije que hablaras con ella, solo nos quedan dos meses más acá, no volveré a casa sin tu madre…

Kaoru se alejo unos segundos comprendiendo que al otro lado de la puerta estaban los ex socios ferroviarios del gobierno. Llevándose una mano a la boca miro a ambos lados para ver que nadie la estuviese viendo para volver a espiar en la conversación.

- ya te lo dije, es más terca que una mula – escucho responder a Adam – he ido varias veces a buscarla a ese lugar y cada vez se ha rehusado a hablar del tema …

- no entiendo qué le pasa a esa mujer, desde que llegamos a Tokio se ha portado como una mujerzuela…- se quejo Sergi kraffnovikoff

- tal vez se aburrió de tus andanzas en las casas de señoritas – se volvió a burlar el mismo hombre japonés – las mujeres occidentales parecen tener peor carácter que las japonesas, ¿ne?

- tonterías…Adam, debes hablar con ella,- insistió Sergi - mi prestigio ya esta en juego por tu culpa y si regreso a Inglaterra sin un trato comercial y sin mi mujer, me sepultaran en vida….- dijo con voz firme el hombre.

- pero padre…-

-no quiero excusas…no me hagas repetirlo

Kaoru escucho como se movían las mesas y sillas dentro del lugar. Apegándose contra el muro, tomó su espada nuevamente y fingiendo indiferencia se aposto a las afueras de la habitación donde se encontraba Yamazaki y sus acompañantes.

La puerta de la habitación contigua se abrió y salieron tres hombres, Sergi se detuvo al reconocerla y mirándola con desprecio continuo su camino. Adam se paralizo unos segundos en su posición y mirando a todos lados en busca del pelirrojo trato de alejarse lo más posible de la mujer mientras pasaba rápidamente delante de ella, la chica sonrió con satisfacción al ver el rostro de temor que había puesto el hombre cuando la vio. Finalmente el hombre que los acompañaba la ignoro completamente y tan solo la saludo a modo de cortesía para seguir sus pasos.

- Kraffnovikoff, yo puedo darle tu mensaje, después de todo hoy me reúno con otros socios en el Akabeko… - le comento el japonés uniéndose a los hombres que ahora se dirigían a la salida del edificio.

- ¿EH? – Kaoru se sobresalto al oír el nombre del restaurante de su amiga, confundida pensó a qué sucedía entre el Akabeko y la familia Kraffnovikof.

Sintiendo un poco de molestia al verse obligada a mantenerse en el lugar suspiro frustrada y se volvió a acomodar en su posición. No había otra opción más que esperar.

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Kenshin había avanzado con el lavado de ropa lo más rápido que pudo, fregando por última vez el kimono Kaoru había dejado remojando con jabón junto con su gi en el baño, logró sacar gran parte de la mancha de sangre del cuello del traje, solo unas pequeñas manchas habían quedado en el borde interior de la tela a la altura del escote. Estirando la tela una vez más frente a sus ojos suspiró lamentando no haber logrado limpiar por completo su sangre de la prenda. Tendiéndola junto al resto de la ropa de los huéspedes del dojo, tiro el agua sucia y se dirigió rápidamente a la cocina.

Había decidido que antes de ir por Kaoru al Akabeko haría un par de visitas necesarias, la noche anterior no había podido descansar de los nervios, pero no quería parecer inexperto y menos aún inseguro a los ojos de la chica, por lo que rápidamente en su mente empezó a repasar todas las nuevas costumbres de la era Meiji para poder encaminar su relación con la de la kendoka por una buena senda, para así evitar dejarla en vergüenza y no ensuciar aún más la frágil reputación que battousai había traído al dojo con su presencia.

Revisando la despensa para ver si debía comprar algo en el mercado antes de pasar a buscar a Kaoru y determinando que solo necesitaban un par de verduras, fue en busca de una chaqueta y pañoleta para protegerse del frio. Saliendo rápidamente de su habitación miró al cielo y vió que comenzaba a nublarse, preocupado pensó en la joven kendoka y recordó que había salido sin mucha preparación del dojo. Recordando la canasta que Tsuki dono le había regalado, se devolvió a su habitación y buscando entre las cosas que le regaló, saco uno de los pañuelos que la mujer le había regalado. Eligiendo la tela de color purpura con detalles de hilo dorado en las puntas lo guardó rápidamente en la manga de su gi y se dispuso a visitar a las dos personas que tenía en mente.

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Reuniendo el valor que necesitaba, Kenshin inhalo profundamente por su nariz mientras dejaba escapar el aire lentamente por su boca para así eliminar la incipiente ansiedad que comenzaba a sentir en su estomago. Leyendo la leyenda del "Dojo Maekawa" se enderezó y recuperando su semblante habitual, golpeo la puerta del lugar esperando encontrar a la persona que necesitaba.

La puerta se abrió lentamente revelando a uno de los estudiantes del dojo que al reconocer quien era inmediatamente se inclino en señal de respeto invitándolo a pasar.

-Himura dono, sea bienvenido – dijo el chico sin levantar la mirada del piso.

-hai, hai – respondió Kenshin inclinándose e indicando al joven que se enderezara

- ¿qué es lo que lo trae por acá, Himura dono? – pregunto el chico

- solo venía en busca del sensei Miyauchi Maekawa, Kaoru dono me comento que la última vez que visito el dojo Maekawa san no estaba en Tokio – respondió el espadachín observando el lugar.

A lo lejos se podía oír el sonido de los gritos del resto de los alumnos del dojo, el joven siguió su mirada y tratando de sonar lo más servicial posible le indicó que lo siguiera.

- por favor acompáñame, tiene la fortuna de que el sensei ya esta de regreso, regreso anoche… - comento el muchacho guiándolo ahora por los pasillos del lugar, Kenshin asintió mientras lo seguía.

El joven abrió las puertas del dojo y el pelirrojo vio que en el centro del lugar, se encontraba el hombre al que buscaba corrigiendo las posturas a algunos alumnos. De pie observando por unos minutos, ambos hombres esperaron a que el maestro del dojo se percatara de su presencia. Terminando de corregir la posición de los pies de uno de los jóvenes, el hombre levanto la mirada notando la presencia del espadachín y olvidandose por completo del resto de la clase camino hacia él.

- ¡Himura San! Bienvenido – dijo cordialmente el hombre.

-Maekawa dono – saludo el espadachín inclinándose

El sonido de una espada caer al suelo hizo que el pelirrojo y el dueño del dojo miraran en dirección al sonido, Hideki había dejado caer su espada y nerviosamente se disculpo recogiéndola del suelo mientras daba una mirada llena de temor en dirección al espadachín pelirrojo. Kenshin le dirigió una mirada inexpresiva por unos segundos antes de volver a centrar su atención en el hombre.

- lamento interrumpirlo, no sabia si estaría entrenando o no, debí haberme anunciado con anticipación – se disculpo el espadachín.

- pero qué tonteras dices – le restó importancia el hombre mientras hacia un gesto con su mano – ¡Jóvenes, vamos a tomarnos un descanso!

Los alumnos detuvieron su entrenamiento y rápidamente dejaron sus espadas en los atriles de madera para salir al patio.

- dime, ¿qué necesitas Himura san?, ¿Esta Kaoru chan bien? – preguntó el hombre preocupado.

-Hai, esta todo bien… etto – Kenshin volvió a sentir nervios ahora que estaba a solas con el hombre – más bien quería tener una conversación con usted…

- ¿eh? – el hombre dedico una mirada al alumno que había escoltado al espadachín y entendiendo la petición asintió – muy bien, Yamato san, tráenos una taza de té a Himura San y a mi. Estaremos en la sala de estar esperando.

El joven asintió y rápidamente desapareció. Maekawa san indico a Kenshin que lo siguiera y después de dar una vuelta al dojo, entraron en la casa del hombre. Entrando en una de las habitaciones el hombre mayor lo invito a sentarse. Sacándose la pañoleta el espadachín se acomodo con un poco de incomodidad mientras se dispuso a esperar la llegara del té antes de atreverse a decir algo.

Una vez que el Yamato sirvió el té a ambos y cerro el shoji tras de sí dejándolos completamente solos, Kenshin bebió un par de sorbos de su taza para finalmente levantar la mirada.

- Y bien Himura san, acaso ¿lo pensaste una vez más y quieres ayudarme a entrenar a mis alumnos también? – bromeo el hombre con actitud amable.

-Ie – sonrió el espadachín recordando las primeras visitas al dojo que hizo con la joven kendoka y la insistencia del sensei del dojo para que se uniera a sus entrenamientos.

-muy bien, entonces si no es eso. ¿qué es lo que lo trae por acá?, Kaoru chan no tiene clases hasta un par de días más… - dijo el hombre bebiendo un sorbo de su taza de té.

Tomando aire el espadachín dejo su taza sobre la bandeja, finalmente reunió el valor para expresar sus intenciones.

- Maekawa dono, ¿usted era muy cercano a Koshijiro Kamiya? – pregunto con cierta reserva el pelirrojo, la pregunta evidentemente captando la atención del hombre.

-por su puesto que si – afirmo el hombre con orgullo – uno de los mejores amigos que he tenido el privilegio de conocer.

Kenshin afirmo mirando unos segundo sus manos que ahora se encontraban apretadas sobre sus rodillas.

- quería saber si alguna vez si Kamiya dono le hablo sobre lo que deseaba para Kaoru dono cuando llegara el momento de recibir una proposición de matrimonio…- escupió rápidamente el espadachín sonrojándose furiosamente.

Maekawa san sonrió ampliamente y acomodándose en su lugar se inclino un poco para analizar el rostro del ex hitokiri.

- ¿por qué me estas haciendo estas preguntas Himura san? – preguntó con gracia el hombre para cambiar su expresión de una despreocupada a una incrédula – no me digas que hubo un idiota que se atrevió proponérsele a Kaoru chan a pesar de tu presencia…

-¿eh? – Kenshin se desconcentró de su objetivo por unos momentos, ignorando por completo la reacción del pelirrojo el hombre continuó hablando.

- Con Koshijiro san conversamos muchas veces al respecto sobre el futuro de su princesa del kendo – reconoció con buen humor el hombre mirando por sobre el hombro del espadachín, recordando buenos tiempos.

Kenshin guardó silencio para que el hombre continuara con su respuesta.

- Koshijiro era un hombre muy amable, él se casó con su mujer estando realmente enamorado, ya sabes que hasta hace unos años atrás los matrimonios por amor eran muy poco común.

- lo sé – dijo con algo de remordimiento el espadachín recordando su propio matrimonio con Tomoe.

- bueno, mi querido amigo creía en el amor y siempre me decía que deseaba que Kaoru chan se casara con alguien a quien realmente amara, nada de matrimonios arreglados y esas cosas – dijo con convicción el hombre.

Kenshin sintió un inesperado rubor cubrir sus mejillas, la forma en que Maekawa san hablaba del padre de la joven despertó una extraño deseo de corresponder a los deseos de Koshijiro san.

- entiendo – susurro el espadachín ensimismado

- no me dejo ninguna instrucción especifica, solíamos reírnos y decir que si Kaoru chan seguía soltera a la edad de los veinte, la haríamos casar con mi hijo menor, pero eso no sucederá…

- ¿su hijo menor? – repitió confundido el espadachín

- hai, hai, era una broma que decíamos porque Kaoru chan solía perseguir a mi hijo por el patio cuando niña, creo que fue su primer interés amoroso, pero solo tenia ocho años y Ryo tenia diez y seis, obviamente era una broma que solíamos decir – sonrió el hombre nostálgico.

- ¿que sucedió con su hijo? – preguntó el espadachín tratando de disimular su preocupación.

- se enlistó en el ejercito, partió al tiempo después de que el mismísimo Koshijiro partiera – dijo el hombre suspirando pesadamente mientras guardaba silencio.

Kenshin guardo silencio en señal de respeto, sintiéndose un poco egoísta al sentir alivio por saber que no era muy probable que Ryo volviera. Bebiendo un poco de té para disimular el impacto que esta información había causado en el, espero que el hombre fuera el primero en retomar la conversación.

- ¿a qué vienen todas estas preguntas Himura san? – volvió a preguntar el hombre esta vez de manera más suspicaz al notar el silencio del pelirrojo.

Apartando la bandeja que tenia frente a él con mucho cuidado el espadachín decidió no dilatar más la situación y apoyando sus manos delante de él y llevando su frente contra el piso se inclino en señal de respeto delante del maestro del dojo.

- Maekawa dono, en señal de respeto a su difunto amigo me presento hoy para solicitar la aprobación a mi decisión de pretender a Kaoru dono con la intención de unirme a ella en matrimonio – dijo el pelirrojo con la mayor calma posible mientras mantenía su posición esperando una respuesta.

El silencio se alzo en la habitación por unos momentos haciendo que el latido del corazón del espadachín fuera el único sonido que pudiera percibir.

- Enderézate por favor, Himura san – le pidió el hombre sin develar ninguna emoción en su voz.

Kenshin obedeció y levantó la mirada preocupado al no poder intuir cual era la reacción del hombre, atreviéndose a cruzar la mirada con el hombre frente a él, se sorprendió al ver los ojos cristalinos y emocionados del instructor de Kendo.

- agradezco que me des el honor de ser quien bendiga tu deseo, aceptare tu propuesta mientras estés a la altura de Kaoru san y los deseos que Koshijiro tenia para ella y su vida adulta.

Aliviado el espadachín sonrió y asintiendo se relajo un poco para terminar de beber su té. El primer desafío del día de hoy estaba superado, solo quedaba otra persona por visitar y podía ir a buscar a Kaoru con la tranquilidad de qué sí sería capaz de hacer las cosas como la nueva era dictaba.

Despidiéndose de la gente del dojo Maekawa, Kenshin se encamino a su segundo destino, el viento soplaba con más fuerza de lo habitual y las hojas amenazaron con dejarlo ciego en un par de ocasiones en que se elevaron con fuerza y velocidad azotando contra su cara, obligándolo a cerrar sus ojos por algunos momentos para poder avanzar. Unos minutos de caminata después y con el viento más tranquilo, llego a la clínica Oguni. Entrando sin necesidad de llamar a la puerta se asomo a la clínica para ver si la persona a la que estaba buscado estaba disponible.

-¡Ken niii! – Ayame corrió a recibirlo seguida de Suzume

- hola niñas – sonrió el espadachín – ¿está el doctor Gensai en la consulta?

-¡hai! – Suzume tomo su mano para arrastrarlo a donde estaba el doctor.

Gensai terminaba de vendar el pie de una mujer cuando Suzume abrió de golpe el shoji para indicarle al pelirrojo donde estaba el anciano.

- ¡Ken san!- se sorprendió el anciano por la interrupción.

- ¡Gomen! – se disculpo rápidamente el espadachín cerrando el shoji rápidamente y guiando a Suzume, se dirigió al patio para esperar al doctor.

- ¡Ken san!, ¿a qué se debe esta inesperada visita? – dijo el doctor despidiéndose de la mujer que ahora salía acompañada de un hombre mientras le dirigía una mirada molesta al espadachín.

- gomen, no debí interrumpir así – se volvió a disculpar.

-no te preocupes, estoy seguro que fue responsabilidad de una pequeña señorita – dijo el médico dando una mirada significativa a Suzume, haciendo que la niña se escondiera detrás del espadachín.

- maa, maa… – sonrió el pelirrojo

- ¿y bien qué necesitas? – le pregunto el doctor invitándolo entrar a la clinica mientras se sentaba detrás de su escritorio y miraba la hora.

- Ayame, Suzume, por qué no me esperan en el patio, podemos ir al pueblo después para que me acompañen a hacer las compras si es que se animan – ofreció el espadachín a ambas niñas, quienes solían seguirlo siempre que podían.

-¡YAY! – gritaron animadas las chicas saliendo inmediatamente del lugar para prepararse.

El doctor observo con suspicacia como el espadachín había negociado con las niñas pero se mantuvo en silencio hasta que sintió que los pasos de las pequeñas habían dejado de escucharse por el pasillo. Esperando a que el espadachín lo volviera a enfrentar con la mirada, el hombre se acomodo en la silla.

- ¿y bien? – dijo el doctor alzando una ceja sugerente.

Kenshin observo el rostro del doctor y se sintió estúpido, era evidente que el hombre ya sospechaba por qué estaba acá, no había caso con intentar disimular sus nervios ni sus motivos.

- cuando llegue al dojo, usted era la única persona que realmente cuidaba de Kaoru – afirmo el espadachín para romper su incomodidad.

Gensai asintió lentamente mientras se apoyaba sobre el escritorio indicando que el pelirrojo tenia toda su atención. Tomando aire y odiando un poco al anciano que ahora lo miraba con interés continuo.

- por eso mismo es que me gustaría informarle, que a partir de ahora, he decidido cortejar a Kaoru dono bajo la bendición de Maekawa dono y espero poder tener la suya también… Kaoru dono perdió a ambos padres pero deseaba que ella pudiera vivir este proceso como cualquier otra mujer…por lo que creo que usted es una de las personas de las que debo obtener bendición para poder seguir adelante…

Ya menos nervioso y liberando la tensión que sentía, Kenshin dejo caer su cuerpo contra la silla esperando la respuesta del doctor, la cual no se hizo esperar.

- HAHAHA, MUY BIEN – dijo animado el hombre golpeando al mesa con ambas manos a la vez que se ponía rápidamente de pie – ¡es una excelente noticia hijo mío!

Apresurándose el hombre se abalanzo sobre el espadachín y sin ningún reparo ni cuidado por la formalidad, rompió la distancia entre ellos y lo envolvió en un fuerte abrazo mientras le despeinaba su cabello.

Kenshin sintió su rostro arder avergonzado y tratando sin mucho éxito de separarse del abrazo del hombre, temió que el anciano cometiera alguna imprudencia al ver como había reaccionado con la noticia.

- por su puesto tienen mi bendición – dijo feliz el hombre dejándolo ir y mirándolo con mucho afecto, lo que hizo que el espadachín se sintiera como un adolescente – me alegro mucho por Kaoru San, sabia que ustedes dos estaban destinados a ser.

Aún cohibido, Kenshin lo observo desde su lugar y acepto las palmadas que el hombre le continuaba dando en el hombro.

- arigato gozaimasu – agradeció el espadachín poniéndose de pie e inclinándose en señal de respeto.

- me alegra saber que las cosas finalmente estén ordenándose en sus vidas – sonrió el hombre mirándolo con sinceridad – si hay alguien que merece ser feliz, definitivamente son ustedes dos.

Kenshin sonrió con un poco de pudor y mirando el reloj que estaba en la pared se percato de que ya se le había hecho tarde. Disculpándose salió al patio donde dos abrigadas niñas lo esperaban sentadas en el engawa del lugar. Corriendo hacia él, la niñas lo arrastraron en dirección a la salida mientras se despedían del doctor que los miraba con una cálida sonrisa en su rostro.

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Kaoru bajo del carruaje sin muchos ánimos, la mañana había sido bastante aburrida pero tuvo que recordarse a si misma que todo ingreso extra era algo bueno para el dojo. Entrando al Restaurante, dejo sus cosas en un rincón para ir en busca de su amiga, no tuvo que avanzar demasiado para rápidamente encontrarse con una ajetreada mujer dando ordenes y cargando una bandeja lista para servir.

- ¡Kaoru san!, tantos días sin verte – la saludo la mujer sirviendo un pedido y acercándose a ella – pensé que ya nos habías olvidado.

- ie… - rio Kaoru espontáneamente – solo fueron días muy complicados - reconoció la chica dando una fugaz mirada a su amiga.

-oh… ya lo imagino – asintió Tae al entender a qué se refería la chica – lo de Megumi san fue una real lastima, pero lo de Sanosuke san… ¡fue una real desgracia!

-si, Sanosuke-

- ese sin vergüenza se desapareció sin pagar – dijo la mujer interrumpiendo a Kaoru y apretando un puño con rabia.

Kaoru guardo silencio y ambas mujeres intercambiaron una mirada cómica que lentamente se transformo en una sonrisa y luego en una risa cómplice.

- supongo que realmente te estafo Tae san – rio la chica sintiéndose un poco culpable.

- ay, ay, ay, solo espero que no se meta en tantos problemas para que algún día pueda pagarme lo que me debe – rio Tae cubriendo su risa con la bandeja.

- toquemos madera – sonrió Kaoru golpeando un pilar del restaurante

-hai…

-¿donde esta Yahiko chan? – pregunto la kendoka buscando con la mirada a su aprendiz.

- oh, esta en la bodega ayudando a mover los sacos de harina y arroz, aunque le he dicho que prefiero que ayude a las chicas en la cocina, insiste en querer mover esos sacos para hacerse más fuerte…

Kaoru asintió mientras trataba de ver donde ubicarse mientras esperaba a Kenshin.

- ¿qué sucede Kaoru san? – pregunto Tae notando la inquietud en el rostro de la chica.

- ¿eh?, nada, es solo que debo eperar a Kenshin…- reconoció la chica sonrojándose.

- ¿cómo así? – pregunto la mujer ahora interesada mientras le indicaba que tomara asiento en una mesa ubicada en una de las esquinas del lugar.

- tengo muchas cosas que contarte…– reconoció Kaoru sonrojándose – pero no acá…

-¿qué tipo de cosas? – insistió la mujer alzando las cejas rápidamente de manera sugerente y picarona.

-¡Tae san! – Rio Kaoru cubriéndose el rostro avergonzada

- cuéntame aunque sea una cosa, algo poco- rio la mujer bajando la voz – ¿por qué ahora debes esperar a Ken san para caminar?, ¿no me habías dicho que te estaba empezando a incomodar esa sobreprotección?

- shhhh, no digas eso – le recrimino la chica mirando a su alrededor para asegurarse que nadie hubiese escuchado.

- ohh vamos Kaoru channn – le rogo la mujer, Tae era de las personas que amaban el cotilleo, eso si, siempre que fuera bien intencionado.

- ie, lo hablaremos después, tal vez deberías ir a visitarme a la tarde – le sugirió la chica inclinándose hacia delante feliz.

- puede ser, de seguro Eli San querrá enviarte pasteles de regalo…

- ¿Eli San?- repitió Kaoru confundida

- hai, la cocinera de pastelería occidental que trajimos mientras tu te encontrabas desaparecida – recordó la mujer bajando la voz.

Kaoru pensó por unos momentos en lo que dijo su amiga y la miro aún sin entender mucho qué relación tenia la mujer con ella.

- cada vez que nos visitas y ella se entera que estas acá, insiste en querer regalarte dulces y pasteles – comento Tae pensativa.

Kaoru recordó la vez que Tae le había enviado pasteles de regalo como eso había terminado en un Yahiko molesto con el espadachín.

- ahora que lo mencionas, hoy escuche una conversación que involucra tu negocio – recordó Kaoru sin saber si realmente había alguna relación entre la conversación y la mujer.

- ¿a qué te refieres?- pregunto la mujer enderezándose mientras saludaba con un gesto a los nuevos comensales.

- mientras esperaba a Yamazaki san, escuche al extranjero y su padre hablar de una tal Elizabeth, al parecer es clienta frecuente de este lugar porque dijeron que venían a verla acá… - comento la Kendoka tomando su mentón mientras pensaba.

De pronto Tae se puso de pie de golpe como si recién recordara algo importante. Kaoru la imitó preocupada, tomándola de la mano, la mujer la arrastro en dirección a la cocina pasando por entre algunas meseras hasta llegar a la cocina.

- ¡Eli san!, ¡Eli san! – llamo Tae

- ¿si? – de pronto una mujer un poco más robusta y alta de lo que una mujer japonesa era se asomo desde su posición de trabajo. Llevaba su cabello crespo y rubio recogido en un alto moño y un vestido occidental con las mangas recogidas hacia arriba en sus brazos.

- Eli san le presento a Kaoru san – las presento Tae

- ¿Kaoru san? – repitió Eli con interés

- hai

La mujer la observo con atención unos segundo antes extender su mano para saludarla, Kaoru no reacciono por unos segundos hasta que entendió lo que debía hacer.

- ¿qué tal? – sonrió incomoda la joven apretando su mano con suavidad para saludarla.

- Eli san, yo sé que lo que la trajo acá fueron las exquisitas recetas que conquistaron nuestros corazones y los estómagos de nuestros comensales – comento Tae tratando de disimular la curiosidad

-arigato señorita – sonrió la mujer prestando mucha atención a sus palabras

- pero me gustaría saber por qué decidió trabajar con nosotras y por qué siempre esta enviando pasteles de obsequio a mi amiga acá presente.

Eli arqueo sus cejas con sorpresa y dejando el mantel a un lado indico a ambas para que la acompañaran al patio del local de comida.

- vi como la señorita golpeo a mi hijo – dijo sin rodeos la mujer mientras se cruzaba de brazos – no sabe las ganas que tenia de hacerlo yo misma desde hacia ya mucho tiempo, Adam se ha comportado muy mal desde que llegamos a Japón.

- ¡¿qué? ! – Kaoru y Tae se miraron asombradas

- ¿es usted Elizabeth Kraffnovikoff? – pregunto rápidamente Kaoru

- así es, ese es mi nombre de casada, pero acá prefiero ser Eli san – se encogió de hombros la mujer.

Kaoru y Tae se miraron nuevamente. La mujer las analizo por unos minutos lo que sucedía hasta que entendió.

- ¿qué pasó ahora con mi hijo?, lamento mucho lo que él le hizo a usted, yo no lo crie maltratador de mujeres- se disculpo la mujer – por eso siempre le doy pasteles a usted, la verdad es que me da un poco de vergüenza que Adam no se disculpara como es debido.

Kaoru asintió entendiendo todo mientras Tae se llevaba una mano a la cabeza sorprendida, ahora resultaba que una de su mejores empleadas era madre de uno de sus clientes más complicados.

- Tae san por favor, prometo que Adam no dará más problemas en su local – se apresuro a asegurar la mujer al darse cuenta de la situación.

- el problema no es solo su hijo – se atrevió a decir Kaoru – hoy escuche a su esposo decirle a Adam que quiere que la convenza de regresar a Europa con ellos.

- ¡ni loca! – negó la mujer expresivamente – ya estoy harta de ambos, he decidido iniciar una nueva vida aquí.

Dijo la mujer cruzándose de brazos con terquedad. Kaoru la miro con cierta condescendencia sintiendo un poco de lastima por ella.

- bueno, al menos ya sabe que tal vez se aparezcan por acá – le advirtió la joven

- no lograran llevarme con ellos, son unos sucios – dijo la mujer con lágrimas de frustración en los ojos.

- Esta bien Eli San, no dejaremos que la molesten – suspiro finalmente Tae

La mujer la miro agradecida y se inclino de manera graciosa para agradecerle.

- mucha gracias señorita, cómo no querer consentirlas- sonrió agradecida la mujer – si mi familia da algún problema nuevamente, no dude en venir a buscarme Tae san.

-hai…

-¡Oi busu! – ¿qué estas haciendo acá?

De pronto Yahiko apareció con un saco de harina sobre su hombro mientras miraba a Eli san esperando que le dijera donde dejarlo. Rápidamente la mujer le indico donde debía ir, una vez que acomodo el saco de harina Yahiko dio una rápida mirada de pie a cabeza a la chica.

- de nuevo fuiste a trabajar sin mi – le reprocho el chico.

- no te pongas así, esto fue un imprevisto – le respondió Kaoru volviendo a entrar al restaurante seguida de sus amigos.

- a la próxima si me llevaras, ¿cierto? – insistió el chico

- haiii – se quejo desanimada la mujer

Sentándose nuevamente en la mesa en que Tae la había ubicado se dispuso a esperar al espadachín mientras Yahiko se sentaba a su lado y Tsubame les servía un poco de agua.

-oye, ¿por qué esa cara de ogro?

-ya déjame en paz, es la única cara que tengo – discutió la joven con su alumno.

De pronto la campana de la puerta de entrada sonó y las risas de niñas indicaron que alguien había llegado. Tae san rápidamente salió al encuentro de las personas.

- ¡Ken San, bienvenido!

Kaoru volteo rápidamente para observar a Kenshin acercarse hacia ellos con una canasta de verduras en sus manos que dejo sobre la mesa donde se encontraban. Ayame y Suzume se abalanzaron sobre ella para abrazarla.

-¡Kaoru nii san!

- hola chicas – saludo Kaoru a ambas mientras se sonrojaba violentamente al ver que el espadachín la miraba fijamente.

Kenshin la observo rápidamente buscando algún indicio de que algún tipo de enfrentamiento hubiese ocurrido durante su turno. Finalmente su mirada aguda se ablando cuando comprobó que la chica estaba bien.

- Kaoru dono, veo que tuvo una buena jornada – comento el espadachín

- ha-hai – asintió la chica tímidamente

- le traje esto para que se abrigara, el regreso al dojo estara un poco fresco – dijo el espadachín buscando en su manga el pañuelo que habia traido para ella.

Encontrándolo, el espadachín lo estiro con cuidado y se lo entrego a una ruborizada joven que recibiéndolo con suavidad, analizo con sorpresa y atención el hermoso pañuelo. Sin palabras se inclino para agradecer el gesto del espadachín y delicadamente puso la tela alrededor de su cuello afirmándolo dentro del escote de su kendogi.

Tae observo el intercambio con curiosidad pero no quiso molestar a su amiga, tratando de desviar la atención de su avergonzada amiga, indicó a Tsubame que sirviera un vaso de agua para el espadachín.

- por que no descansan por unos momentos antes de partir – les ofreció la mujer

Kenshin asintió sentándose frente a Kaoru y a un costado de Yahiko mientras las niñas le mostraban al chico los remolinos que el espadachín les había conseguido. Ambos adultos guardaron silencio mientras se dedicaban tímidas miradas sin atreverse a hablar. Notando el silencio de la mesa, Yahiko alzó la cabeza y observo a sus dos amigos con sospecha.

- ¿qué?, les comió la lengua un ratón – se burlo el chico

- ya cállate Yahiko- siseo Kaoru malhumorada

-maa, maa , no empiecen con sus cosas – les pidió el espadachín tomando un poco de agua

- él empezó – se quejo la kendoka

- él siempre va empezar, Kaoru dono – dijo el espadachín como si fuera algo obvio.

- ¿qué estas insinuando? – dijo ofendido el chico

Yahiko logro romper el momento incomodo entre sus amigos y ahora todos comentaban lo que habían hecho durante la mañana de manera casual. Kenshin les mostro un cangrejo costoso y grande que una mujer en el mercado le había regalado por haberla ayudado a cargar un par de sacos de arroz en su carruaje, arrancando una expresión de jubilo en Yahiko y una mirada asombrada en Kaoru.

- no se ve muy atractivo… - murmuro la chica tocándolo con su de dedo.

- tenga cuidado Kaoru dono, aún esta vivo – rio el espadachín viendo la cara de espanto de la chica.

- ¿esa cosa esta viva?- pregunto escondiendo su mano bajo la mesa mientras Ayame y Suzume observaban con atención.

-¿alguna vez ha probado uno de estos? – pregunto el pelirrojo levantando el crustáceo haciendo que las tres chicas retrocedieran con temor.

- ie – reconoció Kaoru, negando enérgicamente con la cabeza – siempre han sido muy costosos

-hai – asintió el espadachín volviendo a dejar el cangrejo en la canasta.

- Bueno al menos tenemos cena – dijo animadamente el Yahiko observando de cerca la caparazón.

La campana de la puerta sonó una vez más haciendo que todos miraran en dirección a ella, el doctor Gensai aprecio en el umbral de la puerta con una canasta que aprecia pesada donde sobresalían algunos paquetes envueltos en papel. Al reconocer al espadachín camino directamente a ellos con una amplia sonrisa en el rostro.

- muy bien, ¡hoy vamos a celebrar! – anuncio el hombre sacando pecho orgullosamente.

Kenshin inmediatamente se puso de pie nervioso.

- Vamos a casa Kaoru dono – intervino el pelirrojo levantando la canasta de la mesa y dedicando una mirada significativa a la chica.

Kaoru se puso de pie torpemente sin entender la reacción del espadachín, antes de poder ir por sus cosas el doctor volvió hablar.

-¿por qué tanta modestia Ken san?- insistió el hombre atrayendo la atención de Tae y Tsubame quienes se acercaron a ellos.

- porque no es necesario que sea de otra forma – comento entre dientes el espadachín avergonzado.

- ahí estas equivocado – le corrigió el hombre con buen animo – ¿Kaoru san se ha expuesto lo suficiente no crees?

Ante el llamado de atención, el espadachín comprendió la preocupación del doctor y dando una mirada rápida al lugar asintió derrotado.

- ¿qué esta sucediendo? – pregunto Yahiko sin entender

- que hoy celebramos – anuncio nuevamente en un tono de voz más prudente el anciano.

-¿qué celebramos? – repitió el chico

- que nuestra Kaoru chan a partir del día de hoy está comprometida formalmente con Kenshin Himura – sonrió el doctor mirando a todos con felicidad.

Tae san dejo caer su bandeja mientras llevaba sus manso a su boca sorprendida a la vez que Tsubame comenzaba a llorar de felicidad, Yahiko dejo caer su mandíbula de impresión. Ayame y Suzume observaban todo sin entender. Kaoru se volteo rápidamente para mirar a Kenshin sonrojándose furiosamente, el espadachín la observo tímidamente pidiéndole perdón con la mirada por la forma en que se acababa de enterar. Sin embargo la chica no prestó atención a la forma en que se había enterado y más bien quedó atrapada en lo extasiada de felicidad que se sentía por dentro, esto no se lo había esperado, no entendía muy bien qué sucedía pero si Gensai sabia de las intenciones de Kenshin, entonces era porque el espadachín realmente estaba hablando en serio.

- ¡Kaoru san!, ¡Felicitaciones! – finalmente Tae la abrazo con fuerza seguida de Tsubame que ahora secaba sus lágrimas y abrazaba a la pelinegra con una amplia sonrisa en su rostro.

Yahiko finalmente pudo cerrar su boca después de procesar la información y mirando a Kenshin con asombro sonrió aliviado al ver como una sonrisa de felicidad genuina se dibujaba en el rostro del pelirrojo. Una expresión tan diferente a la que el hombre mantuvo por casi un mes en Rakuninmura, feliz por sus amigos el pequeño descendiente samurái se atrevió a abrazar tímidamente a Kenshin escondiendo su rostro en su haori por unos segundos, sintiendo que esta situación requería una extraño gesto de madures de su parte.

- felicitaciones Kenshin – susurro el chico aguantando su propia felicidad mientras se separaba del pelirrojo.

-arigato Yahiko – agradeció con calma el hombre

Dándose la vuelta, camino hacia Kaoru que ahora trataba de contener un par de lagrimas ante el entusiasmo demostrado por las chicas. Sin decir nada se acerco a ella y la abrazó. Kaoru devolvió el gesto con cariño y dándole un pequeño beso en la cabeza le obligo a levantar al rostro.

- por qué esa cara – le animo la chica despeinándolo.

- es solo…que todo ha sigue ocurriendo tan rápido – reconoció el chico sacudiendo su cabeza para sonreír finalmente.

Kaoru pudo notar temor en la mirada del chico pero prefirió omitir comentario para cuando estuviesen en casa.

- ¡por eso hoy celebramos! – insistió Gensai – ¿qué les parece si hacemos una fiesta al estilo Sagara en el dojo para festejar?

Kaoru asintió lentamente para cruzar su mirada con la del espadachín, sin muchas opciones el pelirrojo acepto la propuesta del doctor y extendiendo la invitación a Tae y Tsubame formalmente, acordaron que Yahiko las llevaría al dojo después de que terminara el turno. Tomando las canastas y las cosas de Kaoru finalmente salieron del local seguidos del doctor y sus nietas para dirigirse a casa.

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Una vez ya en el dojo el doctor Gensai se dirigió directamente a la cocina seguido del espadachín. Dejando las canastas en el mesón, el espadachín se volteo decidido a aclarar un par de cosas al doctor, sin embargo antes de que pudiera decir algo vio al hombre sacar tres paquetes de papel de la canasta que traía a la vez que los dejaba caer con fuerza sobre el mesón.

- carne de res, carne de cerdo y de gallina – dijo con determinación el hombre.

Kenshin lo observó sin entender.

– Si Koshijiro Kamiya y su mujer estuviesen aún con vida, estoy seguro que hubiesen deseado que su hija tuviera la mejor comida para un día como este y que su pretendiente además estuviese consciente del valor de su mujer…

Kenshin observó con un semblante más formal al doctor dándose cuenta que el hombre jugaría un rol fundamental en el momento de evaluar su desempeño, aliviado de que ya no recaería todo el peso en su auto control, suspiró agradecido de tener a Gensai acompañándolos en este proceso. Tratándose de la kendoka y su natural talento para hacerlo reaccionar de maneras inesperadas en todo orden de cosas, estaba muy seguro de que necesitaría un auxiliar para frenar para sus típicos impulsos.

Asintiendo con humildad y desistiendo de la idea de quejarse con el hombre por la exposición a la que lo había sometido en el restaurante, el espadachín ayudo al doctor a terminar de acomodar las cosas en la cocina para eventualmente ponerse a cocinar.

- Arigato Gensai dono – ofreció el pelirrojo tratando de parecer casual- sessha no tiene mucha cultura respecto a este tipo de cosas y le esta muy agradecido por su ayuda…

Sospechando que el doctor se había percatado de su molestia anterior, el espadachín guardo silencio recordando controlar mejor su carácter desafiante que solía despertar solo durante sus enfrentamientos con espadas.

- no hay problema muchacho – le tranquilizó el hombre con una mirada comprensiva - solo quiero que ambos sientan que pese a las condiciones en la que ambos se encontraron, su unión tiene el mismo valor que cualquier otra, por muy poco convencional que esta sea.

Sintiéndose extrañamente acogido por el hombre, Kenshin asintió a las palabras del anciano. Desde que dejo a su maestro en Kyoto cuando era un adolescente, vivió su vida a la deriva recibiendo lo que el destino le ofrecía, incluso mientras vivió junto al Ishin shishi esto fue de esa manera, la incertidumbre por su futuro era algo que nunca le preocupo porque en esa época tenia un solo objetivo y ese era matar. Debido a eso y a las circunstancias de su existencia en aquellos tiempos, existieron pocas figuras masculinas en su vida que pudieran servirle de guía.

Además, su maestro nunca fue de los que enseñaba cosas simples de manera amable o accesible, con él todo tenia que ser difícil aunque fuera la elección del menú del día. Por esta razón era que para él era difícil estar sometido al escrutinio de otra persona a pesar de sus buenas intenciones, eso sumado a su carácter no eran cosas que jugaran a su favor, pero la preocupación que acababa de demostrar el anciano por él, fue lo único que necesitó para entender de que para hacer lo correcto debía aprender un poco de humildad masculina y aceptar exponerse a situaciones que le parecían incomodas.

Terminando de buscar lo que necesitarían para cocinar, se disculpo por unos momentos y salió en busca de la joven instructora que ahora estaba agachada a la salida del baño cargando leña para encender el fuego para su baño.

- Kaoru dono, ¿qué esta haciendo? – Kenshin se apresuro a quitarle la leña para dejarla rápidamente en el fogón.

- iba a preparar mi baño…-murmuro tímidamente la chica sin atreverse a mirarlo a los ojos, Kenshin la observo extrañado.

- hay algo que la hizo incomodar Kaoru dono, ¿cometí alguna imprudencia? – pregunto preocupado el espadachín rápidamente al verla tan cohibida.

- ie, ie Kenshin – se apresuro en aclarar la chica nerviosa mientras se sonrojaba – es solo que creo que hay cosas que debo empezar a hacer sola si quiero cumplir mi rol como mujer.

Con una expresión de entendimiento en su rostro, el espadachín negó con su cabeza y tomando ambas manos de la joven, decidió aclarar un par de cosas.

- Ie, no hay nada que deba cambiar Kaoru dono – dijo sonriendo – estos somos nosotros, así funcionamos, yo preparo el baño para usted, cocino y lavo la ropa…son tareas que disfruto hacer, me relajan y además me dan la satisfacción de saber que usted también disfruta de mi trabajo, no hay nada que cambiar…

Kaoru levanto la mirada con una expresión enamorada que hizo que el espadachín se sonrojara levemente al darse cuenta lo mucho que la chica había ocultado sus sentimientos, la mirada que le dedicaba ahora era una mirada tan dulce que había hecho que su mente se quedara en blanco.

- Arigato Kenshin – asintió Kaoru separándose de él – entonces tomare un baño y me uniré a ustedes en la cocina después de eso.

-ha-hai, yo dejare listo el fuego, no se preocupe – reacciono el espadachín para rápidamente alimentar el fogón y hacer que este tomara fuerza.

Kaoru entro al baño sintiéndose feliz, todo parecía un sueño, pellizcándose un par de veces para comprobar de que no estaba atrapada en uno, tiro de su piel con fuerza hasta sentir dolor. Riéndose de si misma mientras comenzaba a jabonar su cuerpo, pensó en sus amigos y lo mucho que le hubiese gustado que Megumi y Sanosuke estuvieran con ellos en estos momentos, pero a la vez, estaba agradecida de que no fuera así, ya que sin su partida no estaba segura que ella y el espadachín se hubiesen atrevido a decir lo que realmente sentían el uno por el otro.

Terminando de lavar su cuerpo y enjuagando una última vez su piel desnuda entro al ofuro sumergiéndose en el agua caliente con placer. Hoy era un típico día de otoño, de los que solía disfrutar porque traía hojas secas en el aire haciendo que el cielo se viera colorido. Dejando escapar un suspiro de placer, se dispuso a relajarse por unos minutos antes de unirse nuevamente a los demás.

-..-.-.-.-.-.-.-.

Kenshin, Kaoru y el doctor Gensai se concentraron en preparar la comida, Kaoru parecía sorprendida por la cantidad de carne disponible para ellos y no paraba de agradecer al doctor por su generosidad. El hombre le quito la importancia mientras daba instrucciones al espadachín de cómo debía preparar el cangrejo que le habían regalado. Ayame y Suzume habían quedado encargadas de la decoración del comedor y se entretenían en la bodega buscando cosas que pudieran usar para ello.

Tres horas después y ya tenían casi todo listo, había sido una locura preparar tanta comida pero al mismo tiempo se sintió como una actividad familiar parecida a cuando sus padres recibían visitas para sus cumpleaños, eso la había hecho sentir muy bien y la habían puesto de muy buen humor a pesar de que incluso recibió constantes comentarios de parte del doctor regañándola porque cortó mal un par de verduras y quemo un poco de la sopa que estaban preparando para servir el cangrejo. El pelirrojo simplemente la había mirado con la típica complicidad que ambos tenían cuando se trataba de sus pésimas habilidades en la cocina, estaba segura que el espadachín se había mordido la lengua más de una vez para evitar dejar ir algún irónico comentario al respecto solo para solidarizar con ella.

Ahora Kaoru dedicaba un par de furtivas miradas al espadachín quien sin percatarse de ella, obedecía cada instrucción del doctor con una docilidad que llamó su atención. Terminando de preparar el arroz, salió al patio al escuchar la puerta del dojo abrirse, Yahiko y las mujeres del Akabeko aparecieron detrás de él ambas vestidas con elegantes kimonos. Volviéndose consiente de la importancia de la ocasión miro su propio traje y pensó que tal vez debía cambiarse por algo más ostentoso, pero antes de que pudiera seguir dudando Tae se acerco a ella entregándole un paquete.

- Kaoru san, Eli san te envió estos pasteles para celebrar – sonrió amablemente – y este otro paquete es un regalo de mi parte y de Tsubame chan.

La mujer le sonrió y Kaoru asintió entregándole los pasteles a Yahiko para que los llevara a la cocina y abriendo el segundo paquete, Kaoru se encontró con un hermoso Haori color damasco que hacia juego perfecto con el kimono que estaba usando en el momento, el cual era un traje blanco marfil con detalles naranjos que dibujaban grullas japonesas en la parte inferior de sus piernas. Sin hacer esperar a las mujeres se puso la chaqueta sobre su kimono y dando una vuelta para que las chicas la vieran, recibió la aprobación de ambas mujeres.

- Kawaiiii – dijo animada Tsubame – te ves muy bien Kaoru san…

- Arigato Tae san, Tsubame Chan – acompáñenme al comedor, ya estamos terminando de preparar la comida.

Una vez todos presentes, la tarde tomo un rumbo lejos de la formalidad que la kendoka tanto temió. Totalmente contrario a lo que la chica había esperado, Gensai los entretuvo contando historias de su juventud haciéndolos reír a la vez que Tae hacia preguntas inapropiadas a raíz de Sake que compartían, haciendo un par de brindis los invitados felicitaron a la pareja de pretendientes y dedicando sinceros deseos de buena fortuna celebraron con tranquilidad.

Yahiko parecía mucho más animado y hacia caras de disgusto cada vez que Tsubame comentaba parte de las conversaciones que solía tener con el chico, comentándoles a los presentes que Yahiko siempre solía buscar respuestas en ella cuando no lograba entender la conducta de sus amigos del dojo.

A parte de la buena conversación y los brindis, comieron sin preocupaciones y en abundancia. Kenshin disfruto de manera especial el cangrejo y prácticamente había devorado la mitad de este sin percatarse de que no estaba compartiendo con los demás. Yahiko por su parte no paraba de comentar lo feliz que se sentía de comer carne mientras le decía a Kaoru que debía empezar a dedicar más presupuesto para la compra de esta. La chica ignoro los comentarios del muchacho por completo y en cambio se centro en la cara de placer que el espadachín hacia cada vez que se llevaba una pinza de cangrejo a la boca, sonrojándose cada vez que veía al espadachín relamerse los labios con satisfacción.

A medida que pasaron las horas, el ánimo comenzó a decaer naturalmente por el cansancio del día. Ayame y Suzume fueron las primeras en caer dormidas, Kaoru las fue a dejar a su habitación con ayuda de Tae, acomodando a ambas chicas en un futon, cerraron la puerta con cuidado.

Kenshin y el doctor Gensai se habían sentado en el engawa a las afueras del comedor para conversar mientras seguían compartiendo una jarra de sake. Tsubame y Yahiko completamente ajenos a la formalidad de la situación y los roles de los adultos, se dirigieron al patio del dojo para jugar con el trompo de Yahiko quien ahora se esforzaba por enseñarle a la chica cómo funcionaba el juguete mientras la muchacha prestaba atención.

Tirando de su manga, Tae le sugirió a Kaoru preparar té para comer los dulces que Eli san había enviado y así ofrecerle a los demás, asintiendo Kaoru la siguió y una vez que el té estuvo listo y los pasteles fueron servidos a cada uno de los presentes, ambas mujeres se ubicaron en las afueras de la habitación de la chica a una distancia prudente de donde se encontraban los hombres para poder conversar con privacidad.

- y bien…- dijo con una mirada inquisidora la mujer a la joven – ¿cómo es que me perdí de esto?

Avergonzada Kaoru cubrió su rostro con la manga de su haori y asegurándose que el espadachín no podía oírla respondió en voz baja.

- todo sucedió muy rápido – reconoció la joven sonrojada – todavía no termino de procesar en mi cabeza cómo sucedió…solo sé que anoche nos besamos…

- iaaa! – exclamo entusiasmada Tae recibiendo un golpe en la pierna de parte de Kaoru – gomen, gomen…

- trata de disimular por favor …– susurro la kendoka nerviosa.

- ¿solamente se besaron? – insistió la mujer llevando ambas manos a su rostro como si pudiera imaginar la situación. Kaoru sintió un escalofrió en su espalda, a veces su amiga era un poco rara.

- mhhh – avergonzada la joven no supo si responder con la verdad, pero la mujer a su lado no necesito más que eso para sospechar.

- hicieron algo más que besarse …– la molesto la mujer riendo en voz baja – ¿sirvieron mis consejos?

-shhh, no sé si seguí tus consejos, pero me han ayudado a entenderlo mejor – reconoció la chica suspirando – quiere hacer las cosas bien, todo esto de la fiesta de Gensai creo que es parte de sus intentos por no faltarme el respeto…

- aunque ya sabemos que quiere hacerlo – la volvió a molestar Tae pegándole en las costillas juguetonamente.

- Tae san por favor, no seas tan obvia- se quejo la pelinegra al ver que el espadachín las había quedado mirando por unos segundos.

Saludando torpemente al espadachín Tae fingió inocencia mientras llevaba un trozo de cheesecake a sus labios, Kaoru la imito para disimular lo que realmente sucedía. Una vez que la atención del espadachín había regresado al doctor, ambas mujeres continuaron conversando.

- y cómo te sientes con este avance Kaoru chan, este es un gran paso antes de que decidan casarse – le advirtió un poco más seria.

- lo sé, por el momento solo quiero disfrutar de que ya no debo fingir que no siento nada por él…tan solo quiero disfrutar de esta nueva situación, no me interesa presionar por más.

- hai, hai, muy sabio de tu parte, después de todo, Kenshin es una persona que ha pasado por mucho, hay que darle su espacio.

- así es…-asintió Kaoru mirando el cielo que ahora estaba despejado.

Siguiendo su mirada Tae la imito. Guardando silencio por unos minutos ambas mujeres observaron las estrellas escuchando el suave murmullo de las voces de Yahiko y Tsubame y las enérgicas risas del doctor Gensai.

- mañana darán los resultados de las votaciones del festival…- comento repentinamente la dueña del Akabeko mientras bostezaba con cansancio.

- ¿eh?

- ¿iras a conocer el resultado?, tu nombre estaba entre las candidatas – comento la mujer cruzando sus piernas y apoyando su cabeza contra el pilar de la casa.

- no lo sé Tae san, no estoy muy de acuerdo con qué pusieran mi nombre en esa lista – comento desganada la chica.

-¿pero qué pasa si el pueblo decide que debes ser tu la representante de Kanon?

- mhh no entiendo a la gente del pueblo, siempre me han tratado diferente por distintos motivos, no quiero exponerme de esa manera…

Tae la observo con cierta lastima, su amiga aún no sabia que después de que todo el pueblo creyera que estaba muerta, había quedado más que expuesta, más aún cuando se enteraron de que había regresado viva y probablemente acompañada del misterioso espadachín de cabello rojo que algunos afirmaban era battousai.

Después de lo sucedido, una extraña sensación de desconfianza y hostilidad se alzo entre los habitantes del lugar, Kaoru siempre fue muy querida por gran parte de los lugareños pero así como el cariño por ella había aumentado después de saber que estaba bien, los resquemores hacia ella por su relación con el misterioso espadachín también había aumentado. Si bien no todos en el pueblo creían en la leyenda de Battousai, habían quienes si sabían de su existencia y tenían distintas formas de interpretar esta convivencia tan llamativa entre ellos.

Dando un par de palmadas sobre la rodilla de la chica la mujer se puso de pie tomando la bandeja con los trastes utilizados.

- piénsalo Bien Kaoru dono, tal vez sea una buena ocasión para limar asperezas con la gente del pueblo que aún no te conoce bien…

Kaoru asintió sin mucha convicción mientras veía que Tae recogía las bandejas. Pensando en la festividad que se acercaba, sopeso realmente la opción de participar en el festival en caso de salir seleccionada pero rápidamente cambio de opinión, no quería lidiar con la mala actitud de la gente. Sumida en sus pensamientos no se percato de que una figura impedía que le llegara la luz de la luna, despertando de su ensimismamiento levanto la mirada para encontrarse con Kenshin mirándola desde su posición.

- lamento interrumpir sus pensamientos – se disculpo el hombre

-ie, esta bien Kenshin…- se apresuro en asegurar la chica – ¿donde fue Tae San?

- dijo que ayudaría a limpiar los trastes y luego se iría a acostar, me pidió que le dijera si le podía dejar los futones listos para ella y Tsubame chan.

-hai – poniéndose de pie, Kaoru entro a su habitación y dispuso dos futones para las mujeres.

Saliendo de su habitación vio a Kenshin parado en el centro del patio observando la luna con atención. Poniéndose sus sandalias se acerco a él, ambos observaron en silencio el cielo, la luna llena brillaba con intensidad y parecía más grande que de costumbre.

Discretamente el espadachín observó por sobre su hombro y vio a Tae, Yahiko y Tsubame completamente absortos en una conversación en el patio del dojo, aprovechando la oportunidad, tomo la mano de Kaoru y sin decirle nada tiro de ella para que lo siguiera. Sorprendida la chica guardo silencio y sin cuestionar lo que sucedia siguió al espadachín sintiendo curiosidad.

Saliendo por la puerta trasera del dojo que llevaba al bosque, el pelirrojo la guio en la oscuridad por entremedio de los árboles hasta llegar a un pequeño claro donde la luz de la luna iluminaba el lugar a pesar de la oscuridad que los rodeaba, resultando ser una postal hermosa del cielo japonés.

Kaoru observo a su alrededor con atención y sintiendo un poco de anticipación analizó el rostro aparentemente inocente del espadachín que ahora la dejo ir para pararse justo en el medio del claro y volver a mirar la luna. Dando unos pasos más adelante la chica lo imito quedándose tan solo a unos pasos más atrás de él.

- ¿te ha gustado la luna que hay hoy, Kenshin? – pregunto la chica con inocencia al notar la relajada mirada en el rostro del espadachín.

- hai… -respondió pensativo el hombre sin despegar la mirada del cielo.

Contemplando el cielo sin decir nada por unos minutos, Kaoru se percato de que el espadachín siempre disfrutaba de contemplar el cielo, en varias ocasiones lo había encontrado en el engawa contemplando las estrellas y solo ahora se daba cuenta que no solo era una rutina de meditación sino que además el espadachín realmente disfrutaba de contemplar el cielo durante las noches. Volviéndose consciente de esta faceta del hombre Kaoru sonrió.

- no te parece increíble…- comentó la chica suavemente

- ¿increíble? – repitió el espadachín girando su mirada para enfocarla en ella.

Kaoru avanzo un paso más hasta quedar a su lado, la luz de la luna baño su figura haciéndola ver más pálida de lo habitual, su kimono blanco ayudando a darle un efecto casi espectral. Kenshin la observo detenidamente esperando a que continuara hablando y permitiéndose contemplar la belleza de la mujer a su lado, algo que habitualmente se privaba de hacer abiertamente.

- hai…pensar que a pesar de todo el tiempo que ha pasado, las estrellas y la luna siguen ahí, uniéndonos con esos seres queridos que contemplaron las mismas estrellas que nosotros vemos ahora…

Kenshin proceso las palabras de la chica descubriendo una nueva faceta de ella, su comentario hizo que la expresión de su rostro se suavizara mientras la contemplaba.

- pensar que incluso si dos personas son separadas, seguirán unidas por la luna y las estrellas…

Kenshin volvió su mirada al cielo viendo como la luna se alzaba con majestuosidad y apropiándose de las palabras de la joven, guardo la imagen mental de la chica a su lado, radiante como una deidad con sus facciones finas e inocentes, su suave voz y la tenue aroma a jazmín que su cabello desprendía grabándose en su mente y corazón con un tibio sentimiento.

- esas es una muy bonita reflexión Kaoru dono, eso es – comento el espadachín girando su cuerpo para dedicarle toda su atención a ella.

- Arigato – susurro sonrojada la chica, dándose cuenta de lo que había dicho.

- ¿en quien piensa usted cuando observa la luna? – pregunto el espadachín con calma

- en mi padre…- reconoció la chica - y en mi madre…me consuela saber que ambos pudieron apreciar el mismo cielo que yo observo ahora…

Bajando la mirada, la chica se giro para observar el rostro del espadachín, el pelirrojo la analizo con cuidado para poder interpretar la nostalgia de la joven de la mejor manera, pero la chica le regalo prontamente una ligera sonrisa que lo tranquilizo.

- muchas gracias por hablar con el doctor Gensai - dijo de pronto la chica ruborizándose – no me esperaba que tomaras una decisión tan rápido…

- lamento que se haya enterado de esa manera – se sonrojó el espadachín con intensidad – quería informárselo yo mismo.

-esta bien Kenshin, no hay problema – sonrió la chica haciendo como que ordenaba la chaqueta del espadachín aunque no era necesario, solo necesitaba tocarlo.

- hay otra cosa que debe saber también – le confeso el pelirrojo bajando la voz, obligando a Kaoru dar un paso más en su dirección para poder escucharlo bien.

- dime…

- Maekawa dono también nos dio su bendición – le comunico el pelirrojo escaneando el rostro de la joven.

Kaoru sintió sus mejillas arder, no había sospechado que el espadachín haría algo tan significativo como eso. El hecho de que pidiera permiso al mejor amigo de su padre hablaba muy bien del espadachín y demostraba que entendía muy bien la importancia que tenía Kaoru en la vida de otras personas.

Finalmente la chica logro comprender por qué el espadachín había preferido hacer las cosas de manera formal y correcta, esto no era por él necesariamente, esto era para ella, le estaba demostrando que entendía el valor que Kaoru tenia para otros, no solo pare él. La chica entendió que el espadachín quería que las demás personas también vieran en ella una mujer digna de respeto. Hacer las cosas bien no solo significaba aplazar el contacto físico, sino que además implicaba reposicionarla en la comunidad como alguien de valor, el hecho de no tener familia no significaba que su matrimonio no fuera un evento importante.

Conmovida la joven asintió sin poder decir una palabra, estaba muy feliz de que el espadachín decidiera tomar ese camino, aún parecía todo muy irreal para ella y sin poder evitarlo se atrevió a llevar una mano a la mejilla del espadachín para acariciarlo.

- muchísimas gracias, Kenshin… - susurro apenas la mujer, conteniendo lagrimas de felicidad.

Kenshin cerro sus ojos al sentir el contacto de su mano con su piel y dejándose acariciar por unos segundos suspiro con satisfacción. Atreviéndose a más, el hombre observo a su alrededor disimuladamente para luego atraer el cuerpo de la kendoka contra su cuerpo, envolviéndola en un cálido abrazo. Se quedaron por unos minutos así, ambos atrapados en los brazos del otro y solo cuando sintieron una brisa fría sacudir sus cuerpos se alejaron un poco para evaluar la situación. Mirando el cielo el espadachín vio que se acercaban un par de nubes negras que parecían traer agua en ellas.

- Volvamos a casa – dijo el hombre con suavidad, mientras la mujer asentía con docilidad.

Caminando entre los arboles en completa oscuridad, Kaoru camino con cuidado entre la maleza y las raíces de los árboles, sorprendida de la facilidad con la que avanzaba el espadachín tropezó inesperadamente con una rama solo para caer contra el pecho del espadachín que la atajo a tiempo.

Respirando agitada por la vergüenza, la chica comenzó a deshacerse en disculpas solo para que el pelirrojo la hiciera callar de pronto, sin soltarla.

-shhhh…

Presentando atención a su alrededor, Kaoru trato de sentir alguna presencia no grata en el sector, sin poder notar nada fuera de lo normal enterró sus dedos en los brazos del espadachín para tratar de enderezarse solo para ser rápidamente levantada quedando muy cerca del rostro del espadachín.

- shhhhh – volvió a repetir el pelirrojo, esta vez la mujer sintió la respiración del hombre cerca de su rostro y asintiendo lentamente contuvo la respiración.

A lo lejos se escuchaban las voces del dojo, Yahiko diciendo que apagaría las lámparas y Tae san indicando que todos fueran a descansar y no se preocuparan por ellos dos. Sonriendo torpemente la mujer creyó entender por qué el espadachín la hacia callar, tal vez no quería que los demás los vieran llegar juntos.

Nuevamente un viento fuerte los envolvió haciendo que las hojas y ramas de los arboles sonaran con fuerza, en ese preciso momento y aprovechando el ruido provocado por el viento el espadachín cerro la distancia entre ambos para posar sus labios sobre los de la mujer, besándola con dedicación. Kaoru no tuvo tiempo para reaccionar y aferrándose a los brazos del hombre dejo que este la besara hasta dejarla sin aire. Sintiendo el aroma a sake en el aliento del espadachín, la kendoka sintió sus piernas volverse de gelatina mientras sentía que el hombre se separaba lentamente de ella.

Sin poder ver la expresión en el rostro del hombre, sintió que cogió su mano mientras volvía a encaminarla en dirección al dojo. Sin poder procesar una idea coherente en su mente, la chica se dejo guiar hasta su hogar y una vez dentro, el espadachín la dejo fuera de su habitación silenciosamente, besando su mano delicadamente le indico que entrara a la habitación en una orden implícita. Kaoru con su cerebro completamente inutilizado entró sin ningún cuestionamiento y encontrándose con su habitación completamente llena de invitadas, se acomodo en una esquina en su propio futon sin siquiera cambiarse de ropa.

Respirando con fuerza trato de calmar las sensaciones que el beso había despertado en ella y obligándose a conciliar el sueño intento dormir, no sin antes recibir un comentario de su amiga.

- parece que nuestro querido espadachín realmente sabe lo que hace, ¿ne? – se burló la mujer haciendo que la joven se sonrojara furiosamente – buenas noches, Kaoru chan…