Disclaimer: Ninguno de los personajes me pertenece. La historia está ubicada después del último episodio del anime / post Jinchu. En un inicio mi idea era terminar con la partida de Megumi y Sano pero esto ha evolucionado y he decidido continuar con el desarrollo de la relación KxK. Una historia centrada en cómo Kenshin logra finalmente vivir en el presente y que ocurre con él después de estos eventos.

X

A la mañana siguiente el Dojo Kamiya era un vívido escenario, Tae y Tsubame ayudaron a preparar el desayuno dejando que Kaoru descansara un poco más. El buen humor volvía a tomarse el dojo superando lentamente la tristeza que había dejado la despedida de sus amigos. Mientras desayunaban Kaoru finalmente había aceptado ir al pueblo junto a Tae para conocer los resultados de la votación una vez que terminara con el entrenamiento.

Kenshin volvió a su silenciosa rutina hogareña manteniendo bajo perfil como acostumbraba hacer, dedicando su mañana a lavar las sábanas y toallas del lugar mientras Kaoru se preparaba para recibir a sus alumnos. Fregando con particular atención las sabanas de Yahiko, quien parecía tener el hábito de no sacudir bien sus pies antes de irse a dormir dejando marcas de tierra en sus sábanas, el espadachín hizo una nota mental para pedirle al niño que tuviera más cuidado a la hora de ir a la cama. Mientras trabajaba concentrado en sacar las manchas, no se percató de que alguien golpeaba la puerta del dojo con fuerza.

Tirando el agua del enjuague unos pasos más allá del pozo y. mientras secaba el sudor de su frente notó que la puerta del dojo se movía como si estuviera siendo forzada desde afuera, rápidamente se acercó a la puerta y abriendo con cuidado vio al hombre encargado de llevar la mensajería retroceder con un poco de vergüenza.

-Gomen, traigo correspondencia para Kenshin Himura y Kaoru Kamiya…- anuncio el hombre inclinándose.

El pelirrojo se secó las manos en su hakama y con curiosidad recibió los papeles de mano del hombre. Inclinándose formalmente el hombre se despidió, por su expresión de urgencia se notaba que llevaba prisa por cumplir la entrega del resto de sus mensajes. Asintiendo Kenshin se despidió y cerró la puerta detrás de sí, revisando la escritura en las cartas se dirigió al dojo para buscar a la kendoka.

Tae y Tsubame habían decidido que mientras esperaban a la joven instructora, cocinarían la carne que había quedado del día anterior para ayudar a sus amigos y así preparar el almuerzo y dejar comida preparada para que tuvieran raciones para el resto del día. Mientras ellas cocinaban, Kaoru pudo hacer un precalentamiento a solas con Yahiko antes de que llegaran sus alumnos.

Ya a la entrada del dojo y aún con su mirada fija en las cartas el espadachín se detuvo para quitarse la sandalias antes de entrar. Levantando la mirada el vio a Kaoru repetir el kata que estaba enseñando a Yahiko y por un segundo se dedicó solo a contemplarla. La energía en sus movimientos y la precisión de ellos no dejaba de sorprender al espadachín, si bien Kaoru no podía medir su fuerza contra sus propios rivales del bakumatsu, no cabía dudas de que la chica sabia pelear y tenia la técnica suficiente como para defenderse de un espadachín de la nueva era.

La joven dueña del dojo Kamiya era definitivamente una mujer con mucha fuerza y determinación pero aún así sus movimientos seguían siendo finos, ágiles y elegantes, dignos de un verdadero espadachín.

Sintiendo una leve aprehensión en su pecho, observó el papel entre sus manos con el nombre de la chica en el y recordó la carta que Enishi le había enviado hacia unas semanas atrás, de pronto no se sintió tan seguro de querer entregar el mensaje a la chica, ¿ y sí era nuevamente un mensaje de Enishi con palabras desagradables dirigidas a para él?. Dudando unos segundos se detuvo antes de entrar al dojo.

-¿Kenshin? –Kaoru observó la figura del espadachín detenida a la entrada del dojo curiosa.

- K-Kaoru dono – se disculpó el hombre sacudiendo su cabeza y entrando.

Kaoru y Yahiko se miraron entre sí mientras se acercaban a él atentos.

- ha llegado correspondencia para usted – finalmente le informo aún inseguro arriesgándose a entregar la carta.

Kaoru recibió con sorpresa el papel y lo dio vuelta entre sus manos antes de abrirlo. Dando una mirada disimulada a Yahiko y al espadachín trató de no pensar en la carta que de Enishi que había encontrado en el Gi del pelirrojo hacía unos días atrás y respirando hondo, estiró la hoja de papel y se dispuso a leer en silencio.

" Querida Kaoru San:

Te escribo desde mi nuevo hogar en Aizu, disculpa por demorar en contactarme pero debía ordenar mis cosas y adaptarme a esta nueva clínica. Los días acá parecen haberse adelantado al invierno, ya casi no le quedan hojas a los árboles. Quería que supieras que esta todo en orden y que en mi nuevo hogar, tengo espacio suficiente para recibirlos a ti, a Ken san, al niño y al bruto de Sanosuke cuando quieran.

Te aseguro que no será necesario que me extrañes demasiado ya que podremos visitarnos cuando queramos, el camino a Aizu está mucho mejor que antes y solo nos separan algunas cierto, sé que hace unos días estabas intentando devolver el kimono que te preste para tu cita con Hideki san, no te preocupes por eso, cuando logres dejarlo completamente limpio puedes venir a devolverlo tu misma, así tenemos excusa para vernos pronto. Muchos cariños para ti y mis amigos de Tokio.

Megumi Takani."

- ¡Es una carta de Megumi San! – dijo animada la joven sonriendo ampliamente mostrándole la carta a un aliviado espadachín.

Kenshin la recibió dejando ir la preocupación y leyéndola rápidamente se la entregó a Yahiko para que hiciera lo mismo.

- me alegra saber que Megumi dono se encuentra bien, eso me alegra – dijo el espadachín mientras Yahiko asentía energéticamente.

- ¡hai! – sonrío Kaoru irradiando felicidad- parece feliz con su decisión, eso me tranquiliza- reconoció la muchacha animada.

El sonido de la puerta del dojo los distrajo y Yahiko corrió a abrir para dar la bienvenida al resto de los alumnos. Sonriendo aliviado el espadachín se disculpó con la Kendoka y se dirigió a su habitación para leer la misiva que había llegado a su nombre, a pesar de que la carta dirigida a Kaoru no había sido de parte de Enishi no creía que Megumi hubiese enviado un mensaje aparte para él, por lo que prefirió ahorrarse un mal momento en caso de que fuera el molesto joven Yukishiro. Cerrando el shoji de su habitación tras de sí se apoyó contra la puerta y abrió la carta dirigida a su nombre.

" Himura dono:

A nombre de Nakamura dono, le comunico que necesitaremos de sus servicios como escolta una vez más. Mañana al atardecer lo ira a buscar un carruaje al dojo Kamiya. Lamentamos presionarlo de esta manera pero la reunión de mañana es de vital importancia para nuestra nación y su crecimiento. Por esta razón es que el señor ministro ha solicitado si es posible que lo visite hoy durante el día en su oficina para explicarle los detalles de esta reunión, entendiendo que no era su voluntad primera ser su escolta, pidió expresamente que lo visitara para negociar parte del trato que hizo al ofrecer sus servicios y ver las opciones que le favorezcan a ambos para mantener esta relación laboral.

Atte. Oficial Uramura."

Desconcertado ante la inesperada petición y algo incómodo por la situación, el espadachín arrugo el papel en su mano. Nakamura era un hombre estratégico que sabía cómo manipular las situaciones para obtener beneficio propio, eso ya lo sabía incluso antes de ofrecer sus servicios al hombre, ya que las intrigas y maquinaciones eran algo muy común entre los viejos samurais. Desatando la cinta que sujetaba las mangas de su gi y acariciando su mentón dio un par de vueltas en su habitación pensando en si debía presentarse hoy frente al ministro o no, su relación laboral con Nakamura no era algo que realmente le acomodara pero no quería dejar el puesto hasta asegurarse de que los Krafnovikoff dejaran Japón definitivamente.

Respirando pesadamente salió al patio del dojo y colgó la ropa con un poco más de fuerza de lo necesaria, estos viejos samurais si que sabían como usar a las personas, tanto tiempo alejado de la política había hecho que olvidara cómo era el ambiente entre ellos.

Escuchando los gritos dentro del dojo contempló la idea de pedirle a Kaoru que iniciara el entrenamiento que él mismo le había pedido hacía unas semanas atrás para retomar su actividad física y así recuperar su fuerza tras de los ataques que su cuerpo sufrió por culpa de la Jinchu de Enishi. Además el ejercicio era algo que siempre lo ayudaba a calmar su inquietud y ansiedad.

Mirando frustrado a su alrededor con las manos sobre sus caderas sintió su mal carácter anunciarse y respirando profundamente decidió unirse a Yahiko y Kaoru.

Ingresando al dojo y saludando respetuosamente a los presentes conectó su mirada con la de la kendoka, la joven confundida le entregó su espada a Yahiko y se acercó al espadachín disimulando su preocupación e ignorando las miradas curiosas de sus alumnos.

- Kenshin…- dijo la joven, una pregunta indirecta en el tono de su voz.

- Kaoru dono - dijo el hombre mirando unos segundos al piso dubitativo - Sessha se pregunta si podría usted comenzar mi entrenamiento – le preguntó con humildad el espadachín.

Kaoru se sorprendió ante la solicitud y sintiendo mariposas en su interior se puso nerviosa, finalmente Kenshin había solicitado su ayuda nuevamente y aunque no le gustaba reconocerlo, darle instrucciones y órdenes al espadachín la hacía sentir extremadamente ansiosa e insegura después de lo sucedido entre ellos. Mirando rápidamente por sobre su hombro al resto de la clase asintió suavemente y fingiendo normalidad le indico al espadachín que se ubicara en una esquina del dojo para darle un par de instrucciones de ejercicios para calentar sus músculos ante la atenta mirada del resto de la clase.

Obedeciendo en silencio, el espadachín dejó su sakabatou en uno de los soportes de espadas del dojo y se dispuso a hacer lo que le habían ordenado en silencio. Pocos minutos después la joven se acercó a él y pidiéndole que realizara un par de posiciones básicas de kendo lo analizo lo más seria posible tratando de contener sus nervios. Kenshin obedeció sintiendo, para sus sorpresa, un poco de dolor en algunas de las posturas. Levantando su mirada trató de ocultar su incomodidad sin embargo pudo ver el rostro preocupado de la joven notando que la chica sí se había percatado de su molestia. Sonrojándose un poco continuó con los movimientos hasta que la chica le indico que se detuviera.

- suficiente – le indicó la joven suavemente mientras ignoraba los comentarios de sus alumnos que ahora se habían desconcentrado con la presencia del espadachín.

-hai

- pensé que lo que te daría problema serian las heridas de tus hombros – susurro la chica con un poco de dolor en su propia voz – pero veo que la herida en tu abdomen debe ser más profunda de lo que pensábamos…

Kenshin observó el rostro preocupado de Kaoru y se sintió culpable de haberla preocupado, antes de que pudiera arrepentirse y decirle que mejor entrenaría a solas para evitarle esta angustia, la joven se plantó frente a él con decisión, anticipándose a sus pensamientos.

- Hasta que no fortalezcas tu zona abdominal no te recomiendo retomar tus rutinas de entrenamiento habituales, comenzaremos a reforzar todos tus músculos zona por zona, partiendo por el abdomen – le indico la chica sonriendo con cariño.

Descolocado por el afecto que sus palabras le transmitieron, el pelirrojo se quedó fijo en su lugar observándola con torpeza y cierta ilusión al ver a la joven preocupada y decidida a ayudarlo. Asintiendo Kenshin comprendió que esta era la mejor manera de demostrarle a la joven de que si era capaz de cuidar de sí mismo después de haber vivido toda una existencia pensando que su cuerpo no era más que una herramienta para pelear con la espada. Ahora debía demostrar que quería mantenerse sano por el bienestar de todos.

- como usted diga, Sensei – sonrió el pelirrojo haciendo sonrojar a la joven.

Kaoru sacudió su cabeza tratando de no ser tan evidente frente a sus alumnos y acercándose unos pasos al espadachín dio las primeras instrucciones.

- Partirás con un circuito de planchas básicas y abdominales, no necesitamos más que eso por un par de semanas, si te comienza a doler algún músculo te detienes y descansas, no quiero que te sobre exijas, si te veo intentando hacer más de lo que puedes, no dudare en castigarte – le dijo la chica ahora con más autoridad.

La orden de la chica lo animó e hizo sentir importante, arrancándole una sonrisa y haciendo que olvidara mal humor por completo.

- ¡Hai, Kaoru dono! – sonrió el espadachín disponiéndose a cumplir las órdenes de la joven mientras apretaba el nudo de su hakama sobre sus caderas para evitar cualquier tipo de accidente.

Volteandose a mirar a sus alumnos, la chica gritó con fuerza.

- ¿y ustedes que están mirando?, ¿acaso dije que se detuvieran?

Kaoru se acercó a ellos mientras retomaban rápidamente su entrenamiento ante la peligrosa mirada de la chica. Kenshin le dedico una última mirada y se dispuso a cumplir con su rutina.

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Después del entrenamiento en el dojo y de que todos almorzaran lo que Tae había preparado, se dirigieron al pueblo para realizar los distintos trámites del día.

Tras acompañar a Kaoru y los demás hasta el Akabeko, el espadachín se dirigió a la oficina del señor Nakamura para responder a la solicitud de reunión del hombre. Cuando finalmente el pelirrojo hizo su aparición en la oficina del ministro y se sentó frente a él, este le presentó sobre su escritorio una caja de piedra jade labrada con flores de cerezo ante él, haciendo que el espadachín observara el objeto con desconfianza.

Apartando la mirada de la caja que ahora sospechaba era una especie de cofre, frunció el ceño confundido y sin decir nada espero a que el ministro de obras públicas le explicara de qué se trataba la reunión ignorando el objeto que estaba frente a él.

- las buenas noticias vuelan rápido Himura san – dijo con gracia el hombre al ver la confusión en el rostro del pelirrojo.

Ante el comentario del ministro, Kenshin entrecerró los ojos analizando al hombre frente a él, una sonrisa despreocupada adornaba su rostro mientras su postura demostraba completo relajo.

- la última vez no vino a buscar su paga, me enteré además que le pidió encarecidamente a la administración que no se esforzaran en enviarle el dinero – comentó el hombre dejando escapar un suspiro de incredulidad.

- ya le dije que no tome este trabajo por dinero – respondió rápidamente el espadachín.

-lo sé Himura san, me quedó bastante claro, por eso mismo… – dijo el hombro apoyando sus antebrazos sobre el escritorio para inclinarse en dirección a él mientras hablaba- acepte este obsequio de mi parte.

- no es necesario – dijo el pelirrojo empujando la caja en dirección al hombre intentando devolverla.

- insisto en que lo acepte – él ministro empujo de vuelta la caja encontrando resistencia de parte del espadachín que seguía empujando la caja en dirección contraria.

- ¿por qué me cito? – preguntó de pronto el pelirrojo logrando distraer el hombre y consiguiendo devolver la caja al hombre.

- necesitamos su servicio una vez más, ¿por qué más sería? – respondió como si fuera obvio.

- ¿Estarán presentes ambos Krafnovikoff? – inquirió el pelirrojo con atención.

-no – respondió moviéndose incómodamente en su asiento el ministro – pero aún así necesitamos de su presencia.

- ¿es un asunto de peligro para la nación?

- Ie…

Kenshin se puso de pie sin decir nada para irse.

- Por favor Himura san no sea así de obtuso, después de todo necesitará ahorrar un poco de dinero para la boda…

Kenshin se sonrojo furiosamente mientras daba una mirada sorprendida al hombre, sintiendo hasta sus orejas arder desvió la mirada unos segundos hacia un costado para tratar de disimular su incomodidad antes de volver a mirar al ministro que ahora lo observaba comprensivamente.

- como dije, las noticias vuelan rápido…El dojo Kamiya no ha estado viviendo una buena temporada desde hace algún tiempo, no creo que la jovencita que usted está pretendiendo sea capaz de cubrir con todos los gastos de un negocio tan grande…además, muchos codician el sector donde el dojo está ubicado…

Kenshin escuchó al hombre con atención ante la mención de la ubicación del dojo.

- por favor tome asiento- le invitó el hombre haciendo sonar una campana, enseguida los sirvientes entraron para servir el té.

El espadachín tomó asiento sin mucho ánimo pero dispuesto a escuchar lo que el hombre tenía que decir. Si bien no le interesaba ayudar al hombre a menos que Sergi y Adam Krafnovikoff estuvieran involucrados, Nakamura habida mencionado el dojo Kamiya como si supiera de algunos problemas de los que Kaoru no estaba aún enterada.

Despachando a los sirvientes una vez el té estuvo preparado, el ministro dió un sorbo a su taza e invitó al pelirrojo a hacer lo mismo. Kenshin obedeció y dando un sorbo a su té preguntó.

- ¿qué tiene que ver el dojo Kamiya con mis servicios a usted señor Nakamura?

- comprenderá que Japón en esta nueva era ha tomado como desafío industrializarse lo más rápido posible, por lo que hoy existen muchos países interesados en ofrecernos sus tecnologías, sin embargo los espacios para ubicar las fabricas escasean y el dojo Kamiya ha despertado el interés de nuestro gobierno por su buena ubicación…

- Kaoru dono no aceptara ningún trato de venta, ese lugar le pertenece – se apresuró a interrumpir el espadachín.

-maa, maa, Himura san – le calmo el hombre – lo sé, pero eso no quita que el gobierno pueda quitarle ese terreno.

Kenshin dejó su taza con un fuerte golpe sobre el escritorio, no le gustaba lo que el ministro estaba insinuando.

- yo puedo interceder para convencer a la administración de que no necesitamos esa zona…

Dejando escapar un bufido sarcástico, el espadachín se acomodó en el asiento y cruzándose de brazos alzó una ceja regalando una mirada desafiante al hombre que tenía frente a él, tomándolo por sorpresa.

- Tra-tranquilo Himura San – dijo Nakamura alzando las manos en señal de inocencia – no tengo intención de extorsionarlo…

- ¿entonces por qué me dijo todo esto?

- solo quería demostrar que ambos podemos ayudarnos, el gobierno siente mucho respeto por usted, no se atreverían a ganarse su enemistad, pero aún así no estaría mal colaborar entre nosotros de vez en cuando…

El espadachín llevó su taza de té a sus labios mientras pensaba en las palabras del hombre, analizando la situación comprendió que si quería ayudar a Kaoru a mantenerse alejada de los problemas él también tendría que poner de su parte.

- ¿y bien, qué dice?

- no me deja más opción que ayudarlo… - aceptó el espadachín mirándolo de mala gana.

- Arigato gozaimasu – dijo el hombre poniéndose de pie para inclinarse en su dirección.

Poniendo los ojos en blanco el espadachín no disimuló su molestia y levantándose de la silla se dispuso a despedirse, solo para ser detenido por el hombre una vez más.

- ¡Himura san!, le insisto que reciba este obsequio que no solo va en mi nombre sino que en nombre de varios veteranos del Bakumatsu – dijo tomando la caja de piedra y poniéndose de pie - usted nos protegió muchas veces sin nosotros conocerlo, nunca tuvimos oportunidad de agradecerle…

Rodeando el escritorio para acercarse al pelirrojo el hombre abrió la caja de piedra para mostrarle al espadachín lo que contenía y para la sorpresa del ex battousai, lo que había dentro no eran monedas de oro sino que un elegante abanico blanco. Desconcertado el espadachín observó a Nakamura sin entender.

- uno de nuestros oficiales escuchó al doctor Gensai hablar de que usted había decidido cortejar a Kamiya san…

Kenshin nuevamente se sonrojó sin poder ocultar el pudor que le daba saber que la noticia ya se había propagado entre sus viejos compañeros.

- creo que todos queremos que las cosas resulten bien, por eso acepté este obsequio para que pueda comenzar con el cortejo como corresponde – sonrió el hombre con empatía.

Kenshin trato de buscar una buena excusa para no recibir el regalo, no se sentía orgulloso de su pasado por lo que no le interesaba recibir obsequios de agradecimiento, conflictuado volvió la mirada hacia el abanico, analizándolo se puedo dar cuenta del trabajo y valor que este tenía siendo un objeto realmente bonito. Por mucho que le costara reconocerlo, sabía que no tenía el dinero suficiente como para costear los obsequios típicos del proceso de cortejo tradicional que sabía eran algo que Kaoru realmente merecía.

Resignado recibió el obsequio inclinándose con agradecimiento y cerrando la caja con cuidado lo guardo en una de sus mangas.

- Arigato…

Sonriendo el hombre le dio un par de palmadas en la espalda a modo de felicitación. Sin querer extender innecesariamente su presencia en el lugar, se despidió rápidamente del ministro y se dispuso a ir en busca de sus amigos.

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Kaoru esperaba ansiosa los resultados de la votación al interior del Akabeko. Aunque le había insistido a Yahiko que no le importaba si salía seleccionada o no, no podía evitar pensar en esta votación como una especie de encuesta popular sobre qué pensaba la gente del pueblo de ella después de todo lo sucedido con el dojo y las falsas acusaciones que causaron los hermanos Hiruma.

A las afueras del local se había congregado parte del pueblo para conocer los resultados mientras la comisión comenzaba a contar los votos, había un ambiente bastante alegre dentro y fuera del restaurante mientras las conversaciones ansiosas y risas de los pueblerinos daban la sensación de que finalmente la paz había llegado para quedarse.

Kaoru había decidido esperar adentro para evitar las miradas de los presentes y aliviar su nerviosismo. Yahiko miraba por sobre su hombro de vez en cuando en dirección a la entrada del local pero había decidido esperar junto a la pelinegra.

Viendo los rostros ansiosos de sus amigos Tsubame se unió a ellos después de terminar de servir unos platos a unos clientes.

- Tae san dice que ya están por terminar el conteo… - dijo la niña animada

- si ganamos, necesito ver el rostro de Akihiro – comentó Yahiko frotando sus manos

con malicia.

- no seas vengativo Yahiko chan – rio Tsubame

- si gano, tú te encargaras de recibir a toda la gente en el dojo y preparar los juegos ahí…

-¿qué? – Yahiko golpeó la mesa con ambas manos incrédulo, ignorando por el momento como Tsubame lo había vuelto a tratar como niño.

- tu fuiste el que me propuso como candidata sin preguntar – le recrimino la pelinegra apoyando su rostro en una de sus manos mirando al niño con belicosidad – debes responder por las consecuencias…

Tsubame se cubrió la boca para reírse de su amigo, Yahiko observó a ambas mujeres de mala gana y poniéndose de pie anunció.

- me acercaré a las urnas para ver de cerca el conteo – caminando en dirección a la entrada del restaurante el joven las dejo solas mientras reían.

- Yahiko chan es muy impulsivo – comentó Tsubame viéndolo desaparecer por la entrada.

- Así es, pero creo que tu compañía le hace bien – dijo la chica guiñandole un ojo.

Tsubame asintió sonrojándose.

- me gusta cuando me cuenta sus problemas, siempre he pensado que se esfuerza mucho por parecer un adulto…- comento la chica con cariño

- pero aún es un niño - indicó la kendoka

-hai…aún así lo admiro – confeso Tsubame jugando con su mandil.

Kaoru observó unos momentos a la niña con cariño sintiéndose feliz de que tanto ella como Yahiko lograran recuperar su libertad y pudieran vivir como niños y no como esclavos.

De pronto un alboroto a las afueras del restaurante las distrajo de su conversación, Kaoru buscó instintivamente su bokken y levantándose corrió en dirección a los gritos seguida de Tsubame.

Al salir Kaoru se encontró con Akihiro y Tae tratando de calmar a los presentes a la vez que un hombre de aspecto malogrado empujaba a una mujer al suelo haciéndola caer.

- ¡por qué tienes tantos votos mujerzuela!

Kaoru se detuvo tratando de entender qué sucedía y mirando al costado se percató de que en el muro del Akabeko había un papel con su nombre y el de una mujer llamada Chiharu, bajo sus nombres los votos se iban sumando y de momento la otra mujer iba ganando.

Volviendo su atención a la escena observó cómo el hombre cogió del cabello a la mujer zamarreándola con fuerza mientras la mujer gritaba y lloraba asustada.

- ¡te matare!, ¡sé que me has estado engañando, lo sé! – gritaba el hombre con odio

- ¡detente! – intervino Yahiko adelantándose un paso

- quédate ahí mocoso – le amenazó el hombre sacando de su obi una espada corta apuntando en dirección a Yahiko.

- No hagas nada tonto Yahiko – le advirtió Kaoru adelantándose y protegiéndolo con su cuerpo.

El hombre empujó a la mujer que tenía agarrada del cabello al suelo mientras aplastaba su rostro contra el piso con uno de sus pies.

- ¡no puedes hacer eso! – grito horrorizada Tae al ver la situación.

- SI PUEDO - dijo con rabia el hombre – cómo es posible que vayas ganando si eres una simple campesina, eso es porque me has estado engañando…

La mujer intentó levantarse solo para recibir un golpe en el rostro y caer nuevamente en el suelo. Kaoru aprovechó ese momento para acercarse al hombre por un costado.

- ¿por qué mejor no te calmas?- le trato de persuadir la pelinegra sintiendo lastima por la mujer que apenas podía ponerse de pie.

- tu no te metas – escupió el hombre distrayéndose al ver que la joven se había acercado demasiado.

En ese momento Yahiko se adelantó y junto con Tsubame ayudaron a la mujer a ponerse de pie y la hicieron esconderse detrás de Kaoru.

- Lo siento, pero no me gustan las injusticias – dijo Kaoru con cuidado levantando su espada de madera.

Tae observo preocupada la situación mientras Akihiro pedía a uno de los presentes que fuera en busca de la policía.

- no es injusticia, es mi mujer puedo matarla si me es infiel…

- no seas ilógico, tan solo está ganando una votación… !eso es cariño de la gente no otra cosa! – insistió Kaoru tratando de convencerlo de que dejara en paz a la mujer.

- ¡ya cállate!, no me vengas a dar sermones – dijo el hombre abalanzándose sobre ella con la espada corta en el aire.

Kaoru lo esquivo rápidamente y con su espada de madera lo golpeó en la boca del estomago dejándolo sin aire y empujándolo hacia atrás para alejarlo de Chiharu lo más posible, obligándolo a retroceder.

- que puedas hacerlo no significa que esté bien – siseo Kaoru molesta, habían muchas leyes de su país que no compartía y no le interesaba respetar.

- zorra…ya verás, te voy a enseñar cuál es tu lugar—

Antes de que pudiera terminar de hablar el hombre se desplomó inconsciente y detrás de él apareció el Kenshin.

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Kenshin había oído el alboroto afuera del Akabeko y no se preocupó al creer que tan solo se trataba de la conmoción del momento por el resultado de las votaciones, sin embargo cuando se acercó pudo ver a un hombre sosteniendo una espada corta mientras amenazaba a alguien. Acercándose un poco más observo por entre las cabezas de los presentes y vio a Kaoru una vez más envuelta en problemas. Rápidamente se abrió paso entre la multitud y antes de que el hombre pudiera dar un paso en dirección a la joven, el espadachín golpeo con el mango de su espada la nuca del hombre desmayándolo inmediatamente.

- ¡Kenshin! – dijo la joven sorprendida

El pelirrojo no dijo nada dándose cuenta de que ahora eran el centro de atención, rápidamente movió al hombre contra el muro de uno de los locales sin decir nada mientras veía como se acercaba la policía al lugar. Dejando al hombre a un costado se acercó a la joven y apoyando una mano en su espalda para alejarla de las miradas de los demás la hizo hacia un costado.

- ¿qué hacía? – murmuró el espadachín preocupado – sabe que es peligroso enfrentar una espada de madera con una de hoja afilada…

Kaoru no pudo responder al oír la preocupación y molestia en la voz del espadachín. Sintiéndose avergonzada de la situación bajo la cabeza sin saber qué responder. Sintiendo al pelirrojo suspirar con fuerza, la joven volvió a mirarlo.

- cuando volvamos a casa necesitamos conversar – dijo el pelirrojo haciendo que la chica comenzara a sentirse ansiosa nuevamente.

La policía dispersó a parte de la multitud curiosa y se llevó al hombre mientras que Tae ofrecía un vaso de agua a la mujer que había sido golpeada. Después de asegurarse de que Chiharu estuviera en buen estado, otra mujer de las que había estado esperando los resultados se ofreció para cuidar a Chiharu y Tae volvió a su tarea de contar los votos.

Akihiro dedicó una extraña mirada en dirección a Kaoru y Kenshin y siguió anunciando los nombres con voz fuerte y clara. Después de unos minutos Kaoru se sobreponía a las otras candidatas y solo cuando Yahiko lanzó un grito de éxito la joven comprendió que el pueblo la había escogido a ella.

Sin palabras la joven observó al pelirrojo y sintiendo como Yahiko la empujaba para presentarse ante el público, dió un paso hacia delante para presentarse sintiendo las miradas de todos posarse en ella. Tae sonrió mientras la felicitaba y le entregaba un pequeño obsequio a modo de felicitación. La gente en el público aplaudió animada incluida Chiharu quien ahora se había acercado a ella para agradecerle por haberla defendido.

- Domo arigato Kamiya san – le agradeció la mujer – Es una victoria bien merecida, nunca nadie me había defendido de los golpes de mi marido…

- no-no hay problema – sonrió nerviosamente la chica observando de reojo al resto de los presentes, de pronto se sintió muy ansiosa.

- bueno, no hay nada que hacer, el pueblo eligió a esta marimacho…-comentó con desdén Akihiro haciendo que todos la quedaran mirando.

Kaoru la observo tratando de morder su lengua y antes de que pudiera responderle, la mujer volvió a hablar.

- espero tengas la decencia de mantener al asesino lejos de nuestras celebraciones, ya suficiente tenemos con que su protectora participe de nuestro festival-

El sonido de una cachetada interrumpió los murmullo de los presentes y dio paso a un silencio en el lugar. Akihiro sostuvo su mejilla sin moverse de la posición en la que había quedado después de recibir el golpe.

- no permitiré que vuelvas a humillar a Kenshin de esa manera – dijo Kaoru apretando su Bokken con fuerza para contener su rabia - eres despreciable Akihiro Tanaka…si tienes algún problema con él entonces te recomiendo que no salgas de tu casa el día del festival, porque el estará presente junto con toda mi familia y no queremos ver tu cara cerca de nosotros y si decides salir espero tengas la decencia de mantener tus comentarios resentidos para ti misma…no permitiré que él reciba tu odio ni el de nadie…

Kaoru dirigió una mirada decidida y desafiante a todos los presentes, quienes guardaron silencio respetuosamente salvo un par de personas quienes la miraron con molestia mas no se atrevieron a decir nada.

- para quienes mi familia y yo no somos de su agrado, quiero que sepan que no me interesa oír sus comentarios mal intencionados – advirtió la joven - piensen lo que quieran de mi, pero dejen a Kenshin y a mi familia en paz y preocúpense de sus propios asuntos…creo firmemente que todos merecemos una segunda oportunidad…depende de ustedes si tienen el corazón para darla o no.

Kenshin observó en silencio como Kaoru lo defendía sin saber qué pensar, nunca lo habían defendido de esa manera en público, siempre que alguien lo reconocía y decidía humillarlo solía abandonar el lugar para evitar malos momentos, pero en esta ocasión, había alguien dispuesta a acallar el odio en su contra.

- Kaoru san…- llamo su atención Tae tranquilizándola, y tratando de retomar el proceso de la votación – ¿aceptaras ser nuestra deidad para este nuevo festival?, el pueblo que te quiere te escogió.

Kaoru observo a Tae por unos segundos recordando la razón de por qué había ido al pueblo y cayendo en cuenta de todo lo sucedido, el nerviosismo se apoderó nuevamente de ella. Mirando a los presentes arrepentida de haber retado a la misma multitud que la había escogido no supo qué decir o hacer, en ese momento Yahiko se adelantó.

- ¡por supuesto que participara, la gente la eligió! – intervino animadamente el chico – ahora solo queda que todos nos preparemos y pasemos un buen momento, estoy seguro que Kaoru está muy feliz de que la hayan escogido.

Kaoru observo al chico y reaccionando rápidamente sonrió humildemente y se inclinó para agradecer a los presentes.

- muchas gracias por haberme escogido, prometo dar lo mejor de mí ese día para que nuestra ciudad quede bien representada ante las visitas extranjeras…muchísimas gracias.

Tímidos aplausos respondieron a sus palabras para luego transformarse en un aplauso abierto, el ánimo volvió a ser de alegría y la gente comenzó a dispersarse. Akihiro había quedado paralizada por el golpe y la humillación, quedando sola a las afueras del restaurante, Kaoru le dio una última mirada antes de acercarse a Kenshin.

- Kenshin…

- creo que debemos volver a casa Kaoru dono – respondió el espadachín sin revelar demasiado sus sentimientos.

- hai…- susurro la chica con timidez.

- Yo me quedaré acá, mañana iré temprano junto con Tsubame a revisar qué cosas dejo Sanosuke en su habitación…tal vez podamos vender un par de cosas.

- ¿crees que sano puede tener algo de valor ahí?- preguntó Kenshin cambiando su tono al dirigirse al niño.

- tengo la esperanza – río el chico rascando su cabeza

- esta bien Yahiko, recuerda que mañana en la tarde entrenamos en el dojo Maekawa.

-hai, estaré allá a la hora de siempre- le aseguró el chico.

- Kaoru San – Tae la cogió de la mano y la apartó para poder hablarle en privado – te ves preocupada, por favor, no temas en decir lo que piensas…veo que Kenshin está un poco tenso…pero no debes preocuparte así son las relaciones entre adultos.

Kaoru sintió alivio al oír el consejo de su amiga y asintiendo reunió el valor para enfrentar al pelirrojo. Agradeciendo a su amiga, se despidió de ella y se dispuso a regresar al dojo junto al espadachín.

Kenshin y Kaoru avanzaron por las calles del pueblo en silencio, la pelinegra caminando unos pasos más atrás sintiendo que la ansiedad se la comía por dentro. Había notado el tono de reproche con el que el pelirrojo le había hablado e inmediatamente se sintió culpable sin entender por qué. Sujetando con fuerza su espada de madera observó al hombre que caminaba frente a ella mientras el cielo comenzaba a arrebolarse y la temperatura comenzaba a bajar.

Ensimismado Kenshin proceso lo sucedido en las afueras del Akabeko con preocupación, no le gustaba que Kaoru estuviera así de expuesta pero sabía que ya era demasiado tarde como para impedir su participación en el festival. Llegando al puente que los llevaba de regreso a casa sintió el aroma de uno de los puestos de comida del lugar haciendo que su estómago rugiera de hambre. Deteniéndose inconscientemente, sintió de pronto a la joven que iba tras de él chocar con su espalda.

-Gomen Kenshin – se apresuró a disculparse la chica

Kenshin la observo y noto la expresión preocupada de la joven. Dándose cuenta de que la chica parecía triste se apresuró a animarla y corregir su propia actitud.

- no se preocupe – la tranquilizo mirando a su alrededor

Viendo como algunas parejas paseaban por el borde del río y otras conversaban en el puente, se armó de valor y se atrevió a invitarla a un paseo para relajar los ánimos.

- qué le parece si antes de volver a casa no damos un paseo por el templo, Kaoru dono

- ¿Eh? – descolocada por la repentina invitación la joven asintió tímidamente.

Sonriendo el espadachín rebuscó entre sus mangas y sacando su pequeño monedero tiro de la mano de la joven para detenerse frente a uno de los puestos de comida que había visto.

- me he antojado de un takoyaki, casi nunca lograba ahorrar lo suficiente como para comerlos – comentó el espadachín saludando al vendedor mientras pedía uno – ¿quiere uno para usted Kaoru dono?

Kaoru observó sin entender el repentino cambio del espadachín pero sintiéndose más tranquila acepto el ofrecimiento del pelirrojo con más calma.

-hai, muchas gracias Kenshin

Recibiendo su takoyaki ambos emprendieron rumbo al templo mientras bordeaban la laguna del sector. Los ánimos se habían aligerado mientras ambos comían con satisfacción, deteniéndose de vez en cuando para contemplar la pareja de cisnes que había en la laguna.

Una vez en el templo Kaoru se acercó al altar para hacer sus oraciones y agradecer mientras el pelirrojo la esperaba en uno de los árboles sagrados del lugar. Kaoru pidió por la salud del espadachín, por el dojo y el bienestar de todos sus amigos. Aplaudiendo dos veces frente a su rostro terminó de orar y se dirigió a donde la esperaba el espadachín.

- ¿no vas a pedir nada Kenshin? – pregunto la chica con curiosidad

El pelirrojo negó con su cabeza para después ofrecerle una mano a la joven.

- Sessha tiene todo lo que necesita – respondió sonriendo.

Kaoru se sonrojó furiosamente mientras aceptaba la mano del hombre y dejaba que este la dirigiera. Regresando a la laguna ambos se sentaron en la orilla para contemplar cómo caía la noche. La joven finalmente se pudo relajar al darse cuenta de que Kenshin no estaba molesto con ella y atreviéndose a acortar la distancia con el espadachín decidió apoyar su cabeza sobre su hombro para mirar el cielo.

Kenshin sintió como el suave aroma del cabello de Kaoru lo envolvía mientras la chica se apoyaba en el. Dejando escapar un suspiro de satisfacción el hombre contempló como comenzaban a aparecer las primeras estrellas en el cielo carmín. Después de unos minutos escucho la voz de la joven romper con el silencio.

- son realmente bellos los colores del atardecer, ¿no crees?

- así es Kaoru dono…

-por cierto, gracias por el takoyaki – sonrió para sí misma la chica cerrando los ojos y disfrutando del momento.

Kenshin la observo complacido.

- lamento no poder ofrecerle una salida más elegante – se disculpó el espadachín.

- ie…no te preocupes – le interrumpió la chica – me gusta mucho pasear contigo…

Kenshin se sonrojo al oírla hablar y apoyando su propia cabeza sobre la de la chica guardó silencio por unos momentos antes de volver a hablar.

- no quería que pensara que estaba molesto – dijo de pronto el espadachín enderezandose para verla mejor.

Kaoru lo imito y quedando frente a él lo miró detenidamente a los ojos tratando de ver si le estaba ocultando algo.

- solo me preocupa que se involucre en alguna situación peligrosa que no pueda manejar… - reconoció el hombre.

- gomen Kenshin…- se disculpó Kaoru un poco incómoda mientras bajaba su mirada y comenzaba a jugar con el pasto bajo su cuerpo – sabes que a veces soy un poco impulsiva.

- lo sé, por eso mismo me preocupo

Kaoru lo miró con sus grandes ojos azules con real arrepentimiento e inocencia, su expresión enterneció al espadachín. Llevando una mano a la mejilla de la chica sin que su mente se percatara de su movimiento, la acarició suavemente contemplando su belleza.

- perdone si Sessha exagera…- susurro suavemente el pelirrojo - es solo que me gustaría que fuera más cuidadosa.

- hai…- susurró la chica hipnotizada con la tierna mirada amatista que el espadachín le estaba dedicando acompañada de su suave caricia.

De pronto el espadachín recordó el obsequio que Nakamura dono le había hecho y buscando repentinamente en su manga sacó la pequeña cajita de piedra ganándose una mirada extrañada de parte de la chica.

- ¿Qué es eso? – preguntó la chica con curiosidad

-etto…mhhh – sonrojándose intensamente el espadachín acarició la caja entres sus manos antes de extenderla frente a Kaoru para que la recibiera. – esto es para usted, Kaoru dono.

-¿eh?

Kaoru observó las mejillas del pelirrojo tornarse del mismo color que su cabello y sintiendo un salto en su corazón tomó la caja que el hombre le ofrecía con mucho cuidado. Acariciando el objeto analizó la flor tallada en la piedra y se asombró por la suavidad de esta. Curiosa dio una última mirada al espadachín antes de abrirla.

Cuando abrió la caja vio que dentro de ella había un hermoso abanico de seda blanco y sintiendo mucha emoción lo sacó de la caja para abrirlo y contemplarlo bajo los últimos rayos de sol del día.

- Kenshin…esto es muy bello – dijo la Kendoka con admiración y sorpresa

- me alegro que sea de su agrado

- me encanta – asintió la chica con entusiasmo.

Su padre le había hablado más de una vez de lo importante que era que su pretendiente le demostrara abiertamente su intención de cortejo y cómo el momento del obsequio del abanico blanco era el momento donde ella podía oficialmente aceptar la propuesta o negarse. Aunque sabía que los tiempos estaban cambiando estaba completamente maravillada de que el pelirrojo estuviera esforzándose por cumplir con algunos detalles y tradiciones que su propios padres le habían enseñado.

Hasta hacia un año atrás había pensado que se quedaría completamente sola para el resto de su vida, jamás sospechó que atacar al pelirrojo aquella noche de verano la llevaría a esta situación. Ahora todo parecía un sueño ante sus ojos.

Pérdida en sus reflexiones la joven no notó el momento en que la noche cayó completamente ni cuando el espadachín se había acomodado a su lado, recostandose sobre el pasto, el pelirrojo apoyó su peso sobre su antebrazo girando un poco su tronco para poder observar a la chica de manera silenciosa y despreocupada.

En una actitud totalmente inusual en él, se relajó al ver lo feliz que se veía Kaoru con su obsequio, grabando la imagen en su memoria y sintiéndose feliz él mismo por haber conseguido arrancarle esa sonrisa a la joven instructora.

Ensimismada en su análisis del elegante abanico Kaoru se sobresaltó suavemente cuando sintió una mano acariciar su mejilla mientras despejaba sus cabellos y los dejaban detrás de su oreja. Sonrojándose intensamente, trató de disimular su nerviosismo fingiendo que no había percibido el gesto del espadachín. Con su vista fija en los hilos de seda del objeto la joven dejó que el espadachín continuará con sus caricias generando un íntimo ambiente de complicidad en medio de la reciente noche.

Kenshin dejó de acariciar el rostro de la chica cuando esta abrió el abanico por completo con un solo movimiento captando su atención y distrayéndose de sus acciones que hasta el momento habían sido impulsivas y recién se percataba de sus actos. Avergonzado por su poca consideración con la joven por no haber consultado si la podía acariciar antes de hacerlo, disimulo su remordimiento imitando a la joven.

Ambos observaron lo bello que era el abanico sorprendidos de los detalles de este. Kaoru movió el abanico girándolo para ver el frente y el revés en un suave movimiento que hizo que el espadachín dejará atrás el pudor que había sentido minutos atrás. Admirando la tela blanca el pelirrojo vio como el abanico reflejaba la luz de la luna e iluminaba el rostro de Kaoru con cada movimiento, revelando su fino y juvenil perfil.

La chica acercó el objeto a su rostro para analizarlo con más detalle y descubrió que pequeños diseños bordados en hilos blancos se veían cuando la luz de la luna daba en el ángulo correcto. Kaoru agitó el abanico con gracia y sonrió con espontaneidad e inmediatamente se giró con una gran expresión de felicidad para mirar al espadachín.

El pelirrojo sintió algo en su estómago que no podía describir al verla así de feliz y bella. El viento soplo fuerte llevándose el sonido de su alrededor envolviendolos en una brisa otoñal, de manera espontánea el espadachín llevó su mano para posarla sobre la mano de Kaoru que sujetaba el abanico manteniéndolo a la altura de sus rostros e inclinándose lentamente la besó con calma ocultando sus rostros detrás el objeto.

Kaoru sintió el agarre de su mano en el abanico debilitarse solamente para ser sostenida en su posición por la firme mano del espadachín mientras se entregaba por completo al beso.

Durante unos minutos tan solo se mantuvieron en esa posición explorando la boca del otro y saboreando sus labios de manera silenciosa y ceremoniosa. El tiempo se detuvo para ambos y se sumergieron en las sensaciones que este intercambio les producía, dejando atrás cualquier vergüenza que pudiese opacar el momento o miedo a ser descubiertos demostrándose afecto fuera de las paredes de su hogar.

Sin aviso Kaoru se separó unos segundos del rostro del espadachín para respirar agitadamente en su cuello tratando de recuperar el aire. Kenshin sintió que la piel de su espalda se erizaba al sentir sus finos labios rozar su piel, sujetando con más fuerza la mano con la que sostenía a Kaoru y el abanico, trató de separarse de la chica para recuperar la compostura pero no pudo hacerlo al sentir como la chica comenzaba a besar tímidamente su mejilla izquierda para luego acercarse a la comisura de sus labios.

Segundos más tarde Kaoru se atrevió a ser ella la que lo besara dejándolo estático unos segundos antes de rendirse ante la dulzura de sus labios. Embriagados como se sentían no se percataron cuando de entre los arbusto aparecieron corriendo y riendo una pareja de jóvenes enamorados tomados de la mano.

-Oh… parece que se nos adelantaron Ryotaro kun- susurro la chica tapándose el rostro con modestia.

Kenshin escucho a los intrusos hablar y rápidamente cubrió el rostro de Kaoru con el abanico y levantándose rápidamente escondió su rostro con su propio cabello y protegiendo a Kaoru de ser reconocida por la pareja con propio cuerpo, la ayudó a ponerse de pie y la guió para irse del lugar por el mismo sendero por donde aparecieron los jóvenes.

Avanzaron en silencio a paso rápido por unos momentos, Kenshin completamente avergonzado de su falta de decoro, avanzaron a paso rápido hasta volver al camino que llevaba al dojo solo para que la urgencia del espadachín fuera detenida por una inocente risa hizo que de Kaoru que lo hizo detenerse.

-¿Kaoru dono?

-perdón Kenshin – dijo sonriendo la chica cubriendo su boca – es solo…

- ¿oro?

- ese era uno de mis alumnos del dojo maekawa – rió la chica de buen ánimo – me dijo que no podía seguir entrenando porque se iría del pueblo, veo que tan solo está enamorado

- ¿eh? – Kenshin sacudió la cabeza y relajándose al ver que la joven no parecía arrepentida de sus actos le ofreció su mano para caminar.

Ambos regresaron al dojo en silencio, Kaoru jugaba con su abanico de vez en cuando y daba tímidas miradas enamorada al espadachín sin decir nada haciendo que los nervios en el estómago del espadachín se intensificaran aún más.

Una vez llegaron a casa, Kenshin se apresuró en encender todas las lámparas y asegurarse de que estaba todo en orden en el lugar. Kaoru lo miraba complacida verlo actuar de manera rutinaria y cotidiana, admirando como el hombre que una vez fue vagabundo ahora revisaba las habitaciones y cerraba la puerta del dojo mientras comenzaba a tomar la leña para llevarla al fogón del baño. Era difícil de creer que hacía un año y algunos mese atrás este hombre no tuviera un lugar seguro ni estable para vivir y ahora parecía manejar el estilo de vida del dojo como si fuera un ritmo que él mismo hubiese inventado.

Suspirando enamorada Kaoru dejó sus sandalias antes de subir al engawa y entrando en su habitación guardó el abanico en su cajita de piedra y lo guardó en su armario. Ahora sabía que definitivamente usaría un kimono de novia tradicional, tal y como a su padre le hubiese gustado.

Sin poder contener su felicidad se dirigió a la cocina para calentar la comida que Tae había dejado lista para ellos. Y asomándose de vez en cuando para ver como Kenshin cortaba la leña que necesitaban para calentar el agua para el baño, siguió sintiéndose en las nubes. Una vez que estuvo todo listo llamó al espadachín quien no se demoró mucho en aparecer y sirviendo la comida para ambos cenaron en tranquilidad y silencio hasta haber terminado.

- Mhhh estaba delicioso – dijo satisfecha la chica golpeando su barriga cómicamente

- asi es, tuvimos suerte de que Tae se ofreciera a cocinar – asintió el espadachín comiendo su última porción.

- por cierto, ¿qué era lo que querías conversar? – recordó la chica al recordar lo sucedido a las afueras del Akabeko

Kenshin la miró por un segundo y de pronto apartó la bandeja con comida de ambos hacia un costado para que no se interpusiera nada entre ambos.

- cierto… sobre eso… - dijo con un poco de inseguridad el espadachín rascando su cabeza por unos momentos.

Kaoru lo miró con atención, de pronto todo lo bien que se había sentido junto al espadachín quedó atrás para sentir como la ansiedad y preocupación la invadía.

- sessha necesita pedirle algo – reconoció el hombre un poco incomodo – Sessha sabe que no le corresponde pedirle nada aún, pero….

- ¿Pedirme qué? – preguntó de pronto la kendoka ruborizada, su mente viajando rápidamente a la noche en que habían confesado sus sentimientos.

- Seshha quería pedirle…que por favor… – dijo Kenshin apretando sus puños sobre sus rodillas

- ¿qué por favor, qué? – apresuró Kaoru ansiosa pensando en que tal vez el hombre quería algo de ella que no era apropiado debido al status de su relación.

- qué por favor se cuide más y deje de ser tan impulsiva – le pidió inclinándose

Kaoru lo observó desconcertada y sintiéndose estúpida por su mente sucia se sonrojó violentamente.

- ¿a qué te refieres? – pregunto tratando de fingir normalidad mientras se echaba viento en la cara con su propia mano.

- hoy día alguien quería atacarla con una daga, aún tiene a Krafnovikoff a sus espaldas y con su nuevo trabajo es probable que comience a ganarse un par de enemigos nuevos…por lo que le pido por favor que se cuide y no se exponga innecesariamente…

Kaoru lo miró con ternura al ver la petición silenciosa dibujada en el rostro del espadachín que ahora la miraba desde su posición.

- Kenshin… tu sabes que no haría nada torpe- susurro la chica

- lo sé, lo sé…- asintió el espadachín enderezandose – es solo que me gustaría reducir los riesgos de que algo malo le suceda, este último tiempo me he esforzado mucho en cuidarla…

-hai… eso he notado, ni tu ni Yahiko me dejan ir sola al pueblo como antes…aunque no entiendo muy bien por que esa aprehensión…

- así que si se dio cuenta- dijo el espadachín acercándose un poco más a ella y tomando sus manos le explico – créame que no es solo un capricho egoísta cuando le pido que sea más cuidadosa…

- ¿por qué te preocupa tanto que me pase algo?... – pregunto Kaoru recordando la carta de Enishi y que Kenshin aún no le confesaba haber recibido.

-es solo…que después de su desaparición, creo que no soportaría volver a perderla – reconoció el espadachín con seriedad.

Kaoru guardó completo silencio impactada por la confesión, Kenshin nunca hablaba así de sus sentimientos y que le pidiera de esta manera ser más cuidadosa solo le decía que había algo que perturbaba al espadachín que ella desconocía. Sin embargo no quería presionar una respuesta, sabia que el espadachín tenía sus propios ritmos para hablar de sus cosas personales y por la expresión de su rostro, sabía que esto era algo importante.

- jamás haría algo que me pusiera en peligro…menos ahora que sé que puede causar este nivel de preocupación en ti – respondió la chica con calma.

- Arigato Kaoru dono, sé que aún no me corresponde exigirle nada pero creo que esta. Es la única exigencia que necesito hacerle – susurró el espadachín obligando a kaoru a acercarse un poco para poder oírlo mejor.

- pero necesito pedirte algo a cambio – dijo de pronto la chica apretando las manos del espadachín, quien la miro en silencio expectante – Prométeme que me contaras qué fue lo que sucedió acá mientras estuve desaparecida, creo que hay cosas que no entiendo porque sospecho están tratando de ocultarme información…

Kenshin la observo por unos segundos con una mirada afectada como si lo que acababa de recordar fuera algo muy doloroso para él. Asustada Kaoru recordó la mirada atormentada del espadachín cuando les contó sobre Tomoe San, solo que en esta ocasión a la expresión de dolor que manifestaba su rostro se le había sumado una clara expresión de temor y preocupación que hizo que su propio corazón se apretara dentro de su pecho.

- perdón, olvida lo que dije…- se retractó la chica acariciando la mejilla del hombre sonriéndole amablemente – No es necesario que me expliques nada… Ve a tomar un baño y descansemos, ha sido un largo día.

Recogiendo las bandejas de comida se puso de pie y las llevó ráìdamente a la cocina dejando a un paralizado espadachín en el comedor.