Summary: Bella ha dejado a Jacob, él no lo ha tomado nada bien y se ha dado a la bebida.
Lágrimas de sal
Nada importaba ya, hace dos meses ella se fue por esa puerta y no volvió más. Me dejó, se fue con otro, aunque le imploré que no lo hiciera, pero aun así se machó, clavando una estaca en mi corazón, que me dejó malherido. Desde entonces vivo en la desesperación, en un vacío, en la…
—Jacob por favor, ¿quieres hacer el favor de limpiar esta pocilga? — dice mi amigo Sam abriendo las cortinas — y ventila porque huele a perro muerto.
—Gracias, es mi nuevo perfume —digo arrastrando las palabras, aun me dura la borrachera del día anterior — y haz el favor de cerrar las cortinas, me taladran el cerebro.
—Si no te hubieras bebido media destilería, desde que ella se marchó, no te pasaría eso —dice malhumorado —menos mal que el que sufre es tu hígado y no el mío.
—Déjame en paz capullo.
Pero en algo tiene razón, desde que ella se marchó he arrasado con todo el alcohol del pueblo, no puedo entrar en el bar porque ya he empezado tres peleas, destrozando con ello el mobiliario, así que después de gastarme el poco dinero que gano con los trabajos que hago en arreglar los desperfectos, me emborracho en casa.
—En el barrio todos están preocupados por ti.
—Tú eres el único que has venido a verme.
—Tienen miedo de tu reacción, chaval, mira cómo te pusiste la última vez que alguien nombró a-la-que-no-debe-ser-nombrada y a su nuevo juguete.
—Eso no tiene nada que ver —respondo sin ninguna credibilidad.
—¿Qué no? —Sam se ríe entre dientes. —Capullo, Bella tiene mucho que ver, cuando Karen te dejó por ser un cabrón que se tiraba a todo lo que llevaba falda no te pusiste así.
—Pero a Bella no le he sido infiel, joder estaba enamorado de ella, desde que ambos llevábamos pañales.
—Pues si te dejó fue por algo, pero Bella es lo que te tiene así.
—No la nombres, por favor.
—¿O qué? ¿Me vas a pegar? —se acerca a la puerta —he venido a decirte que Embry está esperando eso y tu padre no te perdonará que faltes más días al taller, así que tómate una ducha, bebe café o haz lo que tengas que hacer para quitarte esa melopea que llevas encima y ponte las pilas.
Dicho esto se marcha de mi humilde y sucio hogar. La verdad que daba asco entrar aquí, no sé cómo no se me han comido los bichos y las ratas. Pero desde que ella se fue, no tengo ganas ni de vivir. Lo que no me explico es porque ella se fue, estábamos tan bien. Haciendo caso omiso a lo que ha dicho Sam, un día más no me va matar, cojo una cerveza de la nevera y me dejo caer en el sofá que cruje bajo mi peso, Bella siempre decía que teníamos que cambiarlo que algún día que nos clavaria un muelle en el culo.
Mi nublada y borracha mente retrocede hasta el momento que Bella y yo nos hicimos pareja. No entiendo por qué después de cinco años, ahora me dejada, por ese gilipollas de cabellos de color de zanahoria y la piel tan blanca que se podía mimetizar con las paredes. ¿Qué tenía él que no tenía yo? ¿Dinero? Joder podría encontrar un buen trabajo si no tuviera que encargarme del sucio taller de mi padre y no tuviera a Embry soplándome en la nuca.
Como le dije a Sam, Bella y yo nos conocíamos desde pequeños, nuestras madres eran amigas, y desde que la vi, supe que tenía que ser para mí.
—Mami, ¿quenes son? —preguntó una niña de dos coletas, no debía tener más de tres años.
—Cariño, no señales —la reprendió la mujer, sabía que era su madre, porque la niña se había dirigido a ella así. —Señor Black, soy Renée Swan, mi esposo Charlie Swan me ha enviado a recoger el coche que le trajimos la semana pasada.
—Señora Swan, encantado —dijo mi padre limpiándose las manos en su sucio mono azul —pase por favor a la oficina y hablemos.
—Ven Bella.
—No se preocupe, se puede quedar con Jacob, es mi hijo.
—Disculpe pero no debe tener más de cinco años. No creo muy correcto dejarlo a cargo de una niña de dos años en medio de un taller.
—Para ser exacto mi hijo cumple los cinco años en tres meses, y es muy capaz de cuidar de su hija.
La señora Swan me miró con reticencia, luego miró a su hija y con un "está bien, Bella no toques nada" siguió a mi padre hasta la oficina, una pequeña habitación con un archivador, un ordenador más viejo que yo, un escritorio y tres sillas. No entendía cómo podría caber eso ahí.
La niña me miraba con ojos asustados, me acerque a ella con una sonrisa donde me faltaba un diente, mi mamá decía que se me habían caído antes de hora, pero no pasaba nada, el hada de los dientes vendría a visitarme. Observé como la niña, Bella, se estaba aguantando las ganas de reír, poniendo sus manitas, delante de su boca.
—¿De qué te ríes, tonta? — le dije de mal humor, no me gustaba que se rieran de mí, papá me había dicho que no dejara que nadie se riera de mí.
—Te falta un diente, tonto —dijo entre risas, tenía una bonita risa. —Y al hablar suenas como el pato Lucas, porque se te escapa el aire.
No sé quién sería ese pato Lucas, igual era su mascota, pero los patos no hablan, solo hacen cuac. Bueno daba igual, no iba a dejar que una mocosa de dos años se metiera conmigo.
—Pues no sé porque tu llevas un traje de princesa con corona, si no eres una princesa, eres la hija del policía del pueblo.
—Sí que soy una princesa —dijo inflando los mofletes, eso la había hecho enfadar.
—No lo eres tonta.
—Que sí, bobo. Que mi papi me lo dice todos los días, que soy su princesa.
—Que te lo diga tu padre no quiere decir que lo seas.
En ese momento los mayores salieron de la oficina y nuestra conversación, o más bien discusión, cesó en el momento, aunque se notaba que ella seguía enfadada, porque cuando salían del taller su madre le preguntó que le pasaba y ella contesto "ese niño no me gusta es tonto".
—¿Qué le has hecho Jacob? —me reprendió mi padre que también la había oído, estaba sordo para lo que quería.
—Nada, te lo juro.
Pero de nada valió que se lo jurara la bronca me la llevé igual. Desde ese día tenía que encontrarme con Bella en cada esquina, al final nos hicimos amigos, cuando yo tenía diez años y ella ocho. Unos chicos se estaban metiendo con ella y yo acudí a su rescate, ya no me parecía una niña tonta, nuestros padres, se habían hecho amigos, sobre todo nuestras madres, que compartían las tardes en el AMPA, porque si, nos habían puesto en el mismo colegio, a pesar que eso significaba que yo tenía que caminar un trecho más, no importaba con tal de verla.
Fue mi compañera del baile de mi graduación, cuando dejé el colegió a los dieciocho para empezar la vida universitaria, a duras penas me había graduado, sino hubiera sido por ella. Tres años más tarde la graduada era ella, pero no fui yo su pareja de baile, sino el inútil de Mike Newton, el hijo del dueño de la cadena de ferreterías que se fundó en el pueblo y se expandió hasta la ciudad.
—¿Qué tal la universidad? —me preguntó en una de mis visitas a casa, no me había ido muy lejos, pero no visitaba a la familia muy a menudo, me gustaba más visitar las camas de las chicas universitarias.
—No es lo mismo si no tengo ayuda de mi pepito grillo —respondì haciéndole cosquillas —pero no está mal, voy sacando los cursos poco a poco.
—Debes estar muy bien porque vienes muy poco a vernos.
—¿Celosa?
—No, pero tus padres hablan mucho de ti y te echan de menos.
La verdad que no veía a mis viejos, los veranos pasaba tiempo en casa pero casi no estaba con ellos, me las pasaba en la playa con mis colegas. Y si había un festivo, me quedaba en la universidad, incluso para acción de gracias, pero no se podían quejar que hacíamos video llamadas.
—¿Y tú qué tal? —Pregunté un rato después — este es tu último año, y luego ya a vivir la vida universitaria.
—Bien, Mike me ha invitado al baile.
—¿Newton? —La veo asentir mientras sonríe —¿ese idiota?
—No le llames idiota.
—Estás saliendo con él. —Ni siquiera pregunté, ya me había dicho que le gustaba alguien, pero no me imaginaba que fuera ese capullo poca chicha.
—Sí, hemos estudiado juntos todos estos años, es tierno, nos hemos ayudado cuando lo hemos necesitado.
—Es capullo, no tiene cerebro...
—JACOB EFRAIM BLACK
Cuando la oí decir mi nombre completo me callé, con el paso del tiempo me había dado cuenta que una Bella enfadada era como un huracán categoría cinco.
—¿Qué problema tienes? Seguro que tú has tenido tus novias en la universidad. —espetó con asco — o al menos tus follamigas.
—Lo siento, me siento protector contigo.
Lo de Mike y Bella duró solo ese curso, fueron a universidades separadas, Bella fue a parar a la universidad donde yo estaba repitiendo curso, cuando dije que era zopenco era verdad, eso y que había empezado a trabajar de noche y no rendía igual. Me convertí en el guardián de Bella. En ese momento conocí a Karen, Bella no estaba contenta con ella, nunca se hicieron amigas.
Esa animadversión me jodió tanto la cabeza que la ahogué en alcohol y busqué cada cama vacía que quería albergarme. Obviamente Karen se enteró, me mandó a la mierda y le echó la culpa a Bella por romper nuestra relación, cuando Bella lo único que había hecho era alejarse de mí mientras que Karen y yo salíamos juntos.
Otra vez me ayudó a terminar mi carrera, sin ella no lo hubiera conseguido. Fue en ese momento cuando me di cuenta que la que realmente me gustaba y de la que estaba enamorado era ella, la niña de dos coletas y vestida de princesa que me dijo que me parecía al Pato Lucas.
—Jacob céntrate, mañana tienes tu último examen. —había logrado cambiar el trabajo por la tarde, pero estaba tan cansado que madrugar para ir a clase, trabajar por la tarde y estudiar por la noche, me estaba pasando factura.
—Se han dormido mis neuronas.
—Voy a hacer más café, pero ni se te ocurra dormirte mientras no estoy —dijo mientras se levantaba — ves repasando los apuntes. Te los peguntaré cuando vuelva.
En lugar de coger los apuntes, la seguí a la cocina, desde la puerta la vi manejándose con la cafetera, porque ella no quería una de esas que anunciaba George Clooney, no, la muchacha quería las de antes, la que tenías que poner agua en la parte de abajo, el café en el embudo cerrarla y esperar a que saliera el café. En fin así era ella, natural como la vida misma.
—No te he dicho que repasaras —Me pilló.
—Es más emocionante repasarte a ti.
—¿Qué te pasa Jacob?
—Nada, que ya sé porque no me funcionan ninguna de las relaciones que he intentado.
—¿Por qué? —no se rió, pero noté un ligero tono sarcástico en su pregunta.
—Porque no eras tú.
Ahora si soltó la carcajada, más bonita que he escuché en toda mi vida.
—No te rías, enserio Bella. Creo que me enamoré de ti sin saberlo el día que te vi vestida de princesa en el taller de mi padre.
La muy bruja le quitó importancia, terminó la cafetera y me llevó de nuevo hacia la sala, donde teníamos esparcidos todos mis apuntes.
—Venga pongamos toda la carne en el asador para mi último examen.
Me desperté con un dolor de cuello horrible, al menos el ambiente olía a café y tostadas, me levanté estirando todos mis huesos, me fui a la cocina donde encontré una Bella duchada vestida y terminando el desayuno.
—Venga que tienes que vestirte para llegar al examen.
—Voy, voy.
Se había quedado en mi apartamento, pero ella era previsora y había traído sus cosas. Desayunamos juntos, y luego me acompañó al examen, entré nervioso, no me acordaba de nada de lo que había estudiado, pero al salir, en mi cara se dibujaba una sonrisa enorme. Las respuestas llegaron de mi cerebro a mi mano. Bella estaba esperándome allí. La acompañé a sus propios exámenes. Hasta final del día no tendríamos la nota, éramos pocos en esa asignatura, y teníamos dos profesores para corregir.
—Bella he aprobado, gracias, gracias, gracias. —le besé las mejillas entre cada gracias.
—Me alegro por ti, a mí me queda un poco más para saberlo.
—Seguro que aprobarás, eres muy buena estudiante. Y yo no hubiera aprobado si tú no me hubieras ayudado.
La efusión era tan grande, que la besé, pero no en la mejilla, la besé en los labios. Al principio, ella se paralizó, pero después me devolvió el beso, las cosas entre los dos se descontroló, y la noche acabó entre las sabanas.
Desde ese día nuestra relación cambió para mejor, nos hicimos novios, y todos me tenían envidia, a Bella la apodaban "la inaccesible" porque todo aquel que intentaba acercarse a ella acababa con calabazas estampadas en la cabeza.
Bella terminó su carrera y volvimos al pueblo, mi padre estaba cabreado conmigo porque le había estado dando largas antes. "Una mujer no te tiene que dominar" decía, pero ella no me dominaba, yo me quedaba porque me salía de las pelotas, no quería trabajar en ese cuchitril que mi padre llama taller.
Pero lo tuve que hacer, ella volvió con sus padres, yo con los míos. Cuando conseguimos ahorrar, nos alquilamos una casa, está en la que estoy ahora y que huele como ha dicho Sam a perro muerto, pero era ella quien se encargaba de la limpieza, yo no tenía ni idea.
—Esta casa no es muy grande, te mereces un palacio —le dije cuando nos dieron las llaves.
—Jacob, no somos millonarios, y de momento con esta casa nos podemos apañar.
—Como tú digas.
Ni siquiera era nuestra, vivíamos de alquiler. En el peor barrio del pueblo, pero era la zona más barata, al menos tenia cerca a mi familia, por eso vivíamos aquí, sino ni de coña metía a Bella en estas calles, llenas de camellos de poca monta.
Con su coche Bella se trajo sus cosas de casa de sus padres, yo me llevé las mías con ayuda de mis colegas, luego les tuve que invitar a unas birras. Cosa que me causó la primera bronca con Bella, que quería que nuestra primera noche en la casa, fuera nuestra.
Entre estas cuatro paredes, hubo peleas, reconciliaciones, risas, aniversarios, cumpleaños, fiestas… Ahora solo hay silencio y basura, botellas por todas partes, y un idiota que apesta a alcohol y sudor que perdió al amor de su vida y no sabe por qué.
Apuro la cerveza y me acerco a coger lo que queda en la nevera ya tengo decidido que hasta mañana no voy a empezar a retomar mi vida, no me da la gana, quizás no la retome nunca, no me quedan fuerzas para hacerlo.
—Jacob, Embry no me gusta —dijo Bella después de que mis amigos se marcharan, llevábamos medio año viviendo en la casa, y habíamos hecho varias cenas en casa.
—¿Por qué? Es un buen tipo.
—Mala persona no parece, pero no sé, hay algo en él que no me gusta.
Si le hubiera hecho caso a Bella en ese momento, aun estaría conmigo, el maldito Embry se hizo mi "amigo del alma" para meter en el sótano de mi casa una plantación de marihuana, no eran muchas plantas, pero aun así tenía que mantener a Bella lejos del sótano, al menos tenía la baza de decirle que había ratas.
Lagrimas desbordan de mis ojos, oigo a mi padre en mi cabeza decir "los hombres no lloran Jacob", ¿Qué los hombres no lloran Billy? Que te follen. Si él hubiera perdido el amor de su vida, seguro que estaría llorando como un bebé.
Para colmo, tuvo que aparecer el pelo zanahoria, el hijo de la Gran Bretaña, y no es que no pueda insultarlo, es que el imbécil es británico. Trabajaba con Bella, ambos eran profesores, en el colegio al que fuimos cuando éramos pequeños. No quiero preguntarme que narices hace aquí ese tipo, será que no hay colegios en su refinado país.
Llegué a casa después del trabajo, estaba cansado, Billy había sido odioso, al llegar a la puerta oí risas en el interior. Me extrañaba, porque Bella no traía a nadie a casa, sus amigas de la infancia se habían marchado a la ciudad. Al abrir la puerta me encontré con un hombre y mi chica sentados en el sofá rodeados de papeles y riendo a mandíbula batiente. Me aclaré la garganta.
—Ah hola Jacob.
—Hola ¿Qué está pasando aquí?
—Permíteme que te presente a Edward un compañero de trabajo —el chico más alto que yo, pero más delgado se levantó con mucha elegancia y me saludó. —Este es Jacob mi novio.
—Encantado —dijo el tal Edward con un acento británico que no hacía falta preguntar de donde venía.
—Igualmente.
—Es el nuevo profesor de música, y me han pedido que le ponga al día de lo que ocurre en el colegio.
—De acuerdo voy a ducharme.
Salí de la sala, dejándoles solos, sabía que estando en casa, no iban a hacer nada, y además confiaba en Bella, pero había encontrado en él un competidor, había notado como miraba a mi chica.
A partir de ahí solo oía hablar de Edward esto, Edward lo otro. Me estaba hartando del británico de los cojones, que se me metía hasta en la sopa. Por otro lado Bella y yo estábamos más lejos el uno del otro, no sé qué pasaba, no me dejaba acercarme a ella. Hasta que la bomba explotó, y es cuando comprendo por qué se marchó. Más lágrimas saladas, salen de mis ojos, que bajan por mis mejillas hasta perderse por el cuello de mi sucia camiseta. Bebo más cerveza, necesito ahogar los recuerdos, pero flotan entra las lágrimas desordenadas.
—Jacob ¿Por qué tenemos plantas de María en el sótano?
—Te lo puedo explicar
—Estoy esperando
—Pues…esto…Embry…
Entre tartamudeos le dije que era cosa de Embry, pero que la culpa fue mía por dejarme engatusar, que se lo había ocultado para que no se enfadara, pero fue peor, Bella categoría cinco entró en escena. Se puso a despotricar, y cuando se calmó, fue cuando un rayo cayó en mi corazón.
—Lo nuestro se ha terminado, Jacob — dijo de camino a la habitación.— No puedo criar un hijo aquí.
No entendía a que venía lo de los niños, porque no habíamos hablado de hijos todavía, pero me quedé en el hecho de que quería dejarme. Durante los primeros días, intenté llevarlo bien, al menos cuando salía a la calle disimulaba, sobre todo si me cruzaba con ella, no quería que viera lo que me había afectado. Ella estaba bien, se había arrimado mucho al inglesito ese. Estoy seguro que por eso me había dejado.
Ahogo mis penas en cerveza, es lo único que me queda de alcohol. Alargo la mano para coger el móvil, que está en la mesa de café. Abro el WhatsApp y su contacto, le mando un mensaje sin esperar respuesta, quizás hasta me haya bloqueado, porque no me aparece que esté en línea.
"He soñado que dormía entre tus piernas y he dejado el sueño patas arriba" Jacob
"Jacob déjame en paz, no estamos juntos y no vamos a volver" Bella
"¿Es definitivo?" Jacob
El mensaje no recibe respuesta, de hecho creo que me ha bloqueado porque solo tiene un tic e internet está bien, eso sí que lo pago al día. Igual que la luz, por suerte de eso se encarga Embry, ya que le conviene que sus plantas estén bien atendidas.
Cojo la única foto de Bella que me queda en la casa, ella se las llevó todas, pero esa la tenía guardada entre mi ropa interior. La miro, no sé si con furia, con amor o ambas cosas. La empiezo a besar.
—Pegado a una botella, sin ti —digo mirando la foto de Bella.
Me rio como un maniaco, dejando caer al suelo la botella y la foto, de la mujer que amo. Si en estos momentos alguien entrara por la puerta me llevarían a un manicomio.
Gracias a mony17, Maribel 1925, guest, Pauly y Maya Masen Cullen, por dejarme sus palabras en el primer OS, espero que este también os haya gustado. A ellas y a todas las personas que lo lean, aunque no dejen review, pero ya sabéis que no cuesta nada.
