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— Diálogos, ya esté en formato de negrita, cursiva, cursiva-negrita o normal —
«Remembranzas»
{Pensamientos}
[Diálogos de Espíritus] o [Diálogos de Espíritus]

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The Curse Project
Por: Fjola Lovely.

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CAPÍTULO 10
Cuenta Regresiva

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En el hostal donde se hospeda Yoh y sus amigos, nuevamente se ha vuelto agitado dado que Anna desde del mediodía ha estado preparando (a costa de Tamao, y en parte, de Yoh que colabora en la cocina) para celebrar el reencuentro con su amiga y a la vez por está ganar su primera batalla en la segunda ronda de la Shaman Fight.

— Señor Yoh, gracias. Ya aquí puedo manejarlo —Indicó tímida Tamao al joven castaño que lavaba los trastos sucios, luego de haber cortado innumerables vegetales.

— ¿Segura…?

Cuestionó, desviando su atención a las ollas wok que echaban vapor en las respectivas seis hornillas y, sin mencionar el horno. La cocina si bien tenía su campana y había dos ventanas, parecía más a un sauna de lo caluroso que estaba, acompañado de los aromas de las comidas sazonadas en el aire, filtrándose por sus respectivos olfatos.

— No me molesta —Él insistió. Sabía que la chica era mejor que él en la cocina pero le parecía demasiados platillos a preparar para una sola persona.

— Gra-Gracias a u-usted, ya se adelantó ba-bastante.

Aseguró Tamamura un tanto tartamuda, aunque con la influencia y prácticas espartanas de Anna, ya no recurría a usar la libreta para comunicarse. No obstante, su torpeza y timidez natural no era algo que se solucionaría de la noche a la mañana, mucho menos si el causante que agitaba sus nervios estaba presente. Apreciaba el tiempo compartido y compañía de Yoh, pero tenerlo cerca entorpecía su ritmo en sus labores, en especial en la cocina donde se supone es su punto fuerte.

— Si tu-…

[Vamos compadre. Capta indirectas.] Menciono Ponchi, materializándose de la nada. Mirando con picardía a la joven de cabello rosado que ya le dedicaba una mirada de advertencia (y suplica) que no hiciera ni dijera nada indiscreto.

[Cuando las chicas dicen no, significa que dicen si.] Apoyo Konchi que apareció cerca del Mapache.

— Estoy seguro que no es así —Objeto él al "consejo" del dúo vulgar de espíritus exhibicionistas.

— Ugh… Lo siento Se-Señor Yoh… —Se disculpó cubriendo apenada su sonrojado rostro, deseando por enésima vez que la tierra se la tragara.

— Descuida.

La puerta corrediza de la cocina se abrió, haciendo que los dos encargados de cocinar enfocaran su atención para hallar a Pirika.

— ¡Pirika! ¿Viniste a unírtenos al festejo?

La chica había venido a la Isla para apoyar a su hermano durante la Shaman Fight. Pero cuando se entero que convivía con sus "rivales", comenzó a sermonearlo y a venir de manera recurrente para llevárselo a quedarse en el dormitorio donde ella se hospeda. Algo de lo que Anna apoyaba, dándole pase libre a la chica Hokkaido en la posada, ya que le molestaba lo ruidoso y bocazas que es el Ainu.

— ¿…Si, claro?

Yoh como Tamao junto con los espíritus le dieron una larga mirada de confusión a la Ainu, por su actitud aturdida.

— Vine a ver a mi hermano, y Anna acabo mandándome acá para ayudar en la cocina.

— Ah…

Pronunciaron al unísono al comprender la confesión de la joven. No había duda que la Itako estaba entusiasmada, porque ese día estaba mandando como nunca a todos en la posada. Ni Silver y Kalim que estaban de paso a saludar, se salvaron.

— Entonces Señor Yoh, ya tengo a Pirika. Dese un descanso —Indicó Tamao, aprovechando la oportunidad de tener la excusa perfecta para que el joven pudiera irse sin culpas, ni preocupado.

El joven chamán perezoso un poco reticente al principio, cedió. — Pero llámame si me necesitan —Propuso, ignorando olímpicamente las protestas de los espíritus en pañales con sus claras insinuaciones a Tamao de perder una valiosa oportunidad de tener un avance romántico.

Una vez el castaño afuera de la cocina, soltó un suspiro algo descorazonado porque ya la pequeña Tamamura no se apega tanto a él como de niños (En lo que le permitía la timidez de ella, claro).

{Crecen tan rápido} Pensó, limpiándose la lagrimita imaginaria de sus ojos mientras se le hinchaba el pecho de orgullo por la novicia chamana. Aunque no eran de sangre y sabía con que intenciones fue reclutada por su familia, no la podría ver de otro modo que una hermana menor.

[¿Amo Yoh tomará una siesta?] Cuestionó Amidamaru, materializándose en su bola fantasmal que últimamente le ha agarrado gusto a dicha apariencia que, a la de su apariencia original al usar menos energía y, de por sí, otro motivo es que al mantener condensada su energía, estaba preparado si su maestro lo requería para efectuar un OverSoul.

Él se mostró pensativo, estaba tentado de hacerlo pero conociendo la situación. — Primero iré a ver si los chicos necesitan ayuda —El fantasma sonrió internamente, su Amo podía ser muy perezoso a simple vista pero de hecho es muy colaborador.

Cuando el perezoso chamán abrió la puerta corrediza que conduce al comedor-sala principal de la posada; se arrepintió un poco de su decisión. Había un aire muerto dado que Zenki y Kouki vigilaba con ojos de halcón a sus amigos quienes tenían una apariencia como si le fueran succionado la vitalidad, lo que le faltaba los grilletes y darían un aire a esas imágenes ilustradas de los libros folclóricos sobre el inframundo.

[…Amo Yoh, huya, huya mientras pueda] Aconsejó preocupado Amidamaru con los ojos en blanco de incredulidad. La pareja de su Amo en verdad que lo sigue sorprendiendo.

Aunque el joven fan de Bob Soul no negaría que tuvo el impulso de hacerlo, sabía que sería más contraproducente… porque Anna era buena en la vigilancia y si lo pillaba infraganti, entonces sería peor la cura que la enfermedad. Mejor aceptar su destino laborioso para más rápido obtener su merecido descanso. Además, no podía irse tan tranquilo sabiendo que sus amigos sufrían al ser sobreexplotados.

— ¿Qué hay, chicos? —Saludó, haciendo notar su presencia.

Los amigos no tardaron en dedicarle miradas de ayuda para finalizar de una buena vez las tareas que parecían nunca acabar.

— ¿Y Anna?

Cuestionó Yoh en cuanto notó un detalle faltante en la gran sala que estaba decorada con un aire festivo a base de coloridas flores de origamis o molinillos de papel, entre otros detalles llamativos que Anna seguro lo quiso implementar en la decoración por algún significado oculto. Anna no era muy expresiva en cuanto a palabras (mucho menos de palabras cariñosas), pero si eres atento, puedes ver que detrás de sus acciones hay un sinfín de detalles cargados de significados profundos que expresaban más que mil palabras.

¿Y ella dice que él es el cursi de la relación…?

— Zai la cargo y se la llevo —Reveló Manta que se volvió a quejar cuando se cortó con la cartulina mientras que hacía origami.

— ¿Qué?

— Lo que escuchaste, Bro.

— Zai la cargo y se la llevo.

Intervino Chocolove y Horo respectivamente. El grupo de amigos del joven heredero Asakura estaban agradecidos que se haya llevado a la Itako, ya que ejercía presión con su Furyoku al elevarla a una cantidad impresionante para todos… que a veces sospechaban que ocultaba más poder del que suele demostrar. Sin embargo, todavía no podían creer el insólito suceso hace tres horas atrás…

«— Ann… esto es innecesario ¿Sabes? —Mencionaba Zahira sentada al lado de Manta, colaborando en hacer formas de origamis, principalmente de frutas cítricas y otras veces de molinillos de papel.

En cuanto a la Itako que yacía de pie y de brazos cruzados, vigilaba tanto a Horo como a Ren que dejaran de sabotearse mutuamente al pelearse por cualquier tontería. Al mínimo indicio de disputa, Zenki y Kouki se materializarían para darles una magnifica e inolvidable paliza a los chamanes adolescentes.

Es necesario. Es una celebración y si vamos hacerla, lo haremos bien.

Le contestó sin mirarla, en cuanto a los jóvenes chamanes dejaron escapar un anémico suspiro.

Oh, descuide Señorita Zai —Intervino Ryunosuke que estaba a cargo de colgar las decoraciones que iban haciendo los demás. — Esto no es nada, ya estamos acostumbrados.

La chamana de cabello morado mostró su descontento en su rostro, pero no por la preocupación del malestar que pasaban los jóvenes chamanes… sino porque Anna no se dignaba a descansar, se supone que deberían de aprovechar este tiempo para ponerse al día y de compartir lo que no pudieron hacer en persona durante siete años. Aparte, sabía que Anna se levantaba muy temprano ya que aun iniciada la segunda ronda de la Shaman Fight, la Itako no ha disminuido ni un poco el ritmo de los entrenamientos del equipo Funbari Onsen.

Ryu. Cállate y mira lo que haces.

Si Doña.

Zahira resopló disgustada, por lo que se levanto de su lugar y se acercó detrás de Anna quién ignoró su presencia al estar más enfocada en dar indicaciones. Para cuando escucharon un grito de sorpresa de parte de la Itako, pusieron los ojos en blanco de incredulidad al ver qué y quién lo provocó:

¡¿Pero qué…?!

La chamana de cabello morado había cargado a la huraña sacerdotisa en el conocido estilo de princesa sin mucho esfuerzo, estando bastante tranquila e indiferente a pesar que carga a una Anna temperamental. Chocolove y Fausto por reflejo ya estaban echándole las condolencias a Zahira por su osadía.

Es suficiente. Date un descanso Ann —Demando para luego sonreírle.

La rubia le dedicó una mirada desencajada con el ceño fruncido para luego suspirar y cerrar los ojos, quedándose tranquila. Esa secuencia de gestos significo que cedería a darse un descanso por lo que la sonrisa de Zahira se amplió y emprendió la marcha para salir del salón.

Por cierto ¿Estás comiendo bien?

Los chicos quedaron tiesos ante la pregunta y la Itako aun con los ojos cerrados, frunció el ceño, si su amiga se atrevía a insinuar de alguna manera que estaba gorda la iba a golpear. Igual se atrevió a contestarle:

—…Sí.

A cambio, Kochō no pareció convencida. — Ann pero estás muy ligera ¡Debes asegurarte en comer bien para así crecer!

No creo que crezca con ese nivel de maldad —Comentó Horo por lo bajo a Ren y Chocolove al ser los más cercanos a su persona. — ¡ARGH…!

Zahira se rio al ver que Zenki se materializó detrás del Ainu y lo mando a volar de un solo golpe a un extremo del salón. — Chicos, más vale que no flaqueen. Me llevo a Ann, pero sus espíritus permanecerán con ustedes.

{Genial…} Pensaron sarcásticos todos los jóvenes chamanes una vez que vieron a las dos chamanas salir del salón, justo por las puertas que conducen al pasillo que lleva a los dormitorios de arriba.»

— Vaya…

— Si, fue toda una ocurrencia —Comentó Manta concordando con la sorpresa del Asakura, suspirando de alivio al finalizar el último origami con la colaboración de Yoh que durante ese transcurso le relataba el insólito suceso.

— ¡Eureka! —Exclamó Horo, chocando los cinco con Chocolove en clara señal de celebración. — Aquí hemos acabado. ¿Qué más falta?

— Falta por usar estas decoraciones sobrante, y listo —Señaló Yoh los adornos que sobraban en la larga mesa rectangular.

¡Ya llegamos…!

Se escuchó la voz lejana de Jun Tao, quién junto con Lilirara, Elizabeth y Pailong estaban a cargo de traer las bebidas como hielos y algún que otro snack/chuchería. Por otra parte, una de las puertas corredizas del salón se abrió, dejando entrar a Pirika seguido de Tamao:

— ¡Quedo bonito el salón! —Exclamó emocionada la Ainu, siendo apoyada por Tamamura. Provocando que los chicos vieran con orgullo su labor, olvidando parcialmente que fueron sobreexplotados y obligados a hacerlo.

— Señor Yoh ¿Entonces ya puedo traer la comida a la mesa?

— Si Tamao, chicos desocupemos la mesa —Pidió, mientras que agarraba algunas de las rezagadas decoraciones que pronto le estarían buscando un lugar en el colorido salón.

— ¡Woah~! Si que se esmeraron chicos.

Los chamanes respingaron en su lugar, girando sus rostros dónde provino la voz para observar que de donde salieron Tamao y Pirika de camino a la cocina, ingresaban al salón Anna acompañada de Zahira que admiraba fascinada la festiva decoración a base de papeles o cartulinas de colores de diferentes texturas, formas y tamaños.

La Itako con su expresión pragmática admiraba en silencio el salón, bajo la mirada expectante de Yoh y sus amigos que contenían la respiración, atentos al más mínimo gesto que les revelara su destino. Afortunadamente, la rubia asintió en aprobación para luego mirarlos:

— Nada mal. ¿Y qué estamos esperando? Comamos entonces.

Puede que no haya una lluvia de halagos y alabanzas, pero los chamanes que ya han sufrido las tareas que le impone Anna sin derecho a rechinar, sabían que en pequeños y breves gestos esa era su manera de manifestar su satisfacción por las labores realizadas a la perfección. Por lo que no pudieron evitar sentir un sentimiento de logro de haber superado un obstáculo y haber evitado una nueva paliza.

Yoh rio contento, pronunciando su acostumbrado mantra: — A la final, todo salió bien.

En consecuencia, despertó la complicidad entre los adolescentes chamanes que sonrieron divertidos para segundos después sus panzas rugir.

— ¡Señorita Tamao, la ayudaremos…! —Ofreció Ryunosuke alzando la voz para ser escuchado por la aludida, siendo apoyado pronto por Chocolove y Horo porque entre más rápidos sirvan la mesa, más pronto lograrán satisfacer su apetito.

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En las profundidades de la Isla donde se está llevando a cabo la segunda fase del Shaman Fight, en una vieja fábrica que en sus tiempos daban como uso para la creación de armas, entre otros experimentos con fines cuestionables, residía Hao junto con sus seguidores. Fue el lugar asignado y preparado por aquellos Pache que apoyaban en silencio al Onmyōji luego de observar la gran fuerza de este o por otros que fueron persuadidos por el milenario Chamán con una "simpática e inofensiva charla persuasiva".

Así que a pesar que la estructura era una antigua construcción, los Paches se encargaron de prepararla haciéndola habitable y amoblándola para comodidad del Chamán de las Estrellas junto con sus seguidores, asegurándose que tuvieran todos los servicios. No obstante, Hao que no confiaba en los Pache a su favor, insistió que Luchist colaborara con ellos con la finalidad de asegurarse para vigilar la preparación de su guarida como medir su hospitalidad y lealtad hacía él.

{Señor Hao…}

El aludido no respondió al llamado telepático, en parte por pereza porque no quería romper la perfecta comodidad al estar acostado en el techo de la fábrica, justo donde debajo se ubica su dormitorio que posee un gran tragaluz y a cambio, donde suele salir para admirar mejor el cielo nocturno como sentir la fresca brisa y los aromas de la naturaleza.

A cambio, su Espíritu de Fuego se materializo en el interior de su dormitorio donde se encontraba Opacho que, de seguro fue a buscarlo para mencionarle que la cena ya está lista. Siendo la única que puede ingresar abiertamente a su dormitorio y no lidiará con su mal carácter, ante la invasión a su privacidad. A Luchist también le permitía el pase libre pero con limitaciones.

El gran espíritu una vez que se materializo, extendió su gran manopla en dirección a la niña que en silencio se subió a su mano de brillante magma sin herirla para pronto alzarla hacía el gran tragaluz, justo donde estaba abierto y una vez que logró subir al techo, el Espíritu desapareció no sin antes alcanzar a escuchar las gracias de la niña. Hao sonrió internamente ante la cordialidad de la menor, ya le había explicado que su Espíritu no razona pero eso no le impide el sentir y ella interpreto que el hecho que no pueda dialogar como otros espíritus, lo justifica para ignorarlo desde entonces la niña con mayor ahínco se dirige a la entidad espiritual y le habla, aun a expensas de saber que no recibirá una respuesta.

…Era la segunda persona que se dirigía abiertamente a su Espíritu Elemental sin intimidarse…

De improvisto, la sonrisa de Hao se desvaneció al venírsele a la mente quién era la primera persona que trato a su Espíritu de Fuego sin amedrentarse, conociéndola en un pasado no muy lejano cuando en su segunda reencarnación, él cruzaba por la tierna edad de niño.

— No tengo hambre.

Confesó en un suspiro. De tan sólo pensar que tendría que lidiar con los pensamientos y sentimientos de desconfianza e inferioridad ajenos de sus seguidores, le quitaba el apetito.

— Igual Luchist más tarde le traerá unos bocadillos —Avisó, sentándose a su lado para admirar también las estrellas.

Hao frunció el ceño, mostrando un ligero descontento como preocupación. — Opacho, tú no debes saltarte la cena.

— Opacho sigue llena de los panes y frutas de la tarde.

Él suspiro en resignación. — Comerás de lo que traerá Luchist —Al verla inquieta, agregó: — Sin objeciones. Estás en crecimiento.

{Igual Opacho quiere ser muy pequeña…} Rezongó dócil en sus pensamientos, dado que a la final sería obediente y cumpliría, aparte el Señor Hao no la obligaría a comer grandes porciones dado que su hora de dormir se aproxima.

— Son los gajes de la sobrevivencia —Contestó en un canturreo divertido al verla meditabunda ante su comentario, segundos después la menor se mostró un tanto avergonzada y molesta mientras que se cubría su amplia frente con sus manitos al percatarse que él le leyó la mente.

La niña para ser una usuaria que despertó el reishi a una precoz edad, se le olvidaba demasiado que él era capaz de leerle la mente casi tanto como ella le puede leer la mente a él. El Onmyōji adjudico que ese rasgo torpe y despistado podría deberse a su edad.

— ¿Entonces Opacho? Más allá de venir a escapar de los pensamientos de los demás ¿A qué viniste realmente?

La chamana de orígenes africanos resoplo por la nariz, frunciendo el ceño. No de enojo sino de incomprensión, no entendía porque el adolescente le preguntaba cuando ya sabía de antemano sus motivos de venir. Pero él igual tenía esa costumbre de abrir al diálogo y escuchar sus pensamientos de su propia boca.

— ¿Te lo explico otra vez? —Cuestionó, acostándose de lado para verla mientras apoyaba el peso de su cabeza en su mano. — No tengo inconvenientes…

— No. Igual Opacho seguirá sin entender.

— Lo entenderás cuando crezcas —Le indicó en un tono condescendiente.

— ¿No irá?

La perfecta y jovial sonrisa de póker con los ojos cerrados se dibujo en los labios del adolescente. La niña soltó un suspiró lánguido, sabía que cuando pone esa sonrisa es cuando él no quiere hablar del tema y lo siguiente que hará es evitar a toda costa para hablarlo, como cuando le pregunto cómo el gusanito de nombre complejo que contiene el hombre llega al huevo de la mujer si se supone que están en el interior de sus respectivos cuerpos.

— Te dije que esa parte te la contaré cuando seas grande —Protestó en su defensa con una expresión un tanto infantil e incómoda el Onmyōji. Y después un brillo astuto se asomó en sus ojos castaños para agregar: — Pero tú insistes en ser pequeña, mientras que quieras permanecer así de no crecer, menos podré contarte.

La niña hizo una graciosa mueca infantil de conmoción, seguido de abatimiento y derrota. En cuanto Hao, disimuladamente empuñó una de sus manos en silenciosa celebración de victoria. Con esta charla, finalmente se libraría de la curiosidad insistente de la menor donde ni tendrá que mencionar la palabra "sexo".

— Igual Opacho no quería saber… —Rezongó, aplacando su curiosidad sobre ese tema. — Pero todavía no responde ¿No irá a ver a la Señorita Máscara?

{Ugh} Exclamó Hao en su mente. Un problema se resuelve y otro nuevo aparece… lo supo desde que escuchó a Opacho llamar a su acosador con el título de "Señor". La niña sólo usa los títulos honoríficos cuando dicha persona le guarda respeto, agrado o incluso hasta cariño, de lo contrario lo llamaría a secas por sus nombres, apellidos o el apodo que él mismo le bautice.

— ¿No le dirá a Opacho?

Pero no podía escapar de esos grandes ojos brillantes que pronto se tornaron llorosos al sospechar que no le iba a decir. Bien. Cedería un poco.

— No por ahora. Porque… —Se acostó nuevamente, enfocando su mirada al cielo nocturno con una expresión pensativa y complicada. — Tú misma lo viste, así que le daré algo de tiempo.

—…Oh… —Pronunció ella al entender una vez que comprendió el significado entre líneas. Su expresión se tornó un tanto triste y pensativa.

Gracias al reishi pudo sentir con precisión los sentimientos de la Señorita Enmascarada, las emociones y sentimientos fueron tan intensos que, aplacaron la de las demás personas que a mitad de la mañana asistieron al coliseo. Aquellos pensamientos o sentimientos intensos no son fáciles de crear, y no siempre son agradables de sentir…

Pero los de la Señorita Enmascarada junto con la Itako fue una sensación extraña, era un sentimiento puro como a la vez pleno de felicidad mezclada con añoranza y desesperante tristeza que se filtro y agitó su propio corazón e incluso estimulo sus propios lagrimales, provocando que traviesas lágrimas escaparan de su control por varias horas.

Un genuino amor incondicional era lo que las entrelazaba.

Ese tipo de amor era el más difícil de observar y de alguna manera tuvo la dicha de experimentarlo, aunque el sentimiento no era dirigido hacía ella. Y aunque en el fondo se cuestionó si sería capaz de alguien sentir un tipo de amor así por ella, de aceptarla por lo que es, no sintió envidia, a cambio deseo desde el fondo de su corazón que su felicidad pueda perdurar entre las dos chamanas.

— Eso es muy dulce, Opacho.

La niña se sonrojó ante el halago y de ser pillada. — El Señor Hao es más amable al no querer molestar a Señorita Máscara.

El adolescente se abstuvo de responder, a cambio soltó una risita y ambos se sumergieron en un cómodo silencio mientras que observaban el cielo nocturno.

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Preparar la celebración, requirió toda la tarde siendo laborioso al no haber descanso alguno y la amenaza constante de parte de cierta rubia de intimidante mirada ambarina. Por lo que ahora siendo la posada cubierta por un manto estrellado se darían un merecido festín, estando el ambiente animado y ruidoso.

— ¡Muy bien chicos! —Manifestó Yoh, alzando su bebida siendo seguido por los demás como un efecto dómino. Puede que el Asakura no mostrara su liderazgo abiertamente, pero todos en silencio no podían evitar seguirlo y considerarlo como tal en el grupo (A menos claro, Anna reclamara el puesto temporalmente para manifestar su voluntad, ahí ni el buen chamán perezoso podría refutar y nadie lo culpaba). — ¡Por la victoria del Equipo Abyss!

— ¡SALUD!

Exclamaron todos, comenzando a chocar sus vasos para luego llenar sus platos de los diferentes platillos que preparo Tamao con la colaboración de Pirika e Yoh. Por otra parte, Yoh apenas que se sentó ya le fue extendido por Anna un plato hondo con una buena porción de arroz, lo cual agradeció y él no tardo en agarrar sus palillos para llenarle el plato a Anna, con sus acompañantes favoritos para comer con el arroz. No obstante, para su sorpresa, ya se le habían adelantado porque el plato plano ya había sido llenado de una amplia variación de guarniciones y que cumplían el gusto de su pareja…

Siendo nada más que Zahira que sentada al otro lado de Anna.

En cuanto a la joven de penetrante mirada ambarina al percatarse del detalle, le dedico una mirada refunfuñada pero no de disgusto, sino de bochorno al sentirse tan expuesta como a la vez de gusto por la atención recibida. A cambio, la chamana de cabello morado le sonrió en complicidad divertida, para luego llenar su propio plato con las guarniciones de su gusto, siendo ayudada de vez en cuando por la propia Anna que, estaba llenándole tanto al castaño como a Zai sus respectivos platos.

— Se te enfriará la comida.

El comentario de Anna, sacó a Yoh de su estupefacción que comenzó a comer. Pero su mente no tardo en sumergirse sobre Kyoyama, quién no era muy abierta con las personas, dado a su pasado como a que tuvo el reishi, le costaba confiar y forjar vínculos con los demás. Ni siquiera su abuela Kino, en el tiempo que la tuvo bajo su cuidado, logró hacer que la rubia se abriera como quisiera… pero con él, la Itako decidió por si misma a abrir su corazón, aun después de liberarla del reishi, ella gradualmente se abría a él, de manera torpe, pero segura y… aun así, cuando creía que finalmente la conocía, Anna le demostraba lo contrario.

…Justo como ahora…

Saber que alguien más logró cruzar esa valla que suele imponer Anna hacía los demás, manteniéndose distante y ajena a su entorno, le hacía sentir un tanto extraño…

— ¿Y de dónde se conocieron? —Se animó Manta a entablar una conversación con las dos amigas chamanas, algo de lo que los demás no podían negar querer saber al estar curiosos. La Itako era un genuino enigma, no sólo en su carácter como poder.

— Conocí hace siete años atrás a Ann en el Monte Osore —Mencionó Zai risueña, muy diferente en los casos de Yoh que sus palillos fallaron en agarrar una porción de arroz y de Tamao que trago con dificultad la porción de comida que contenía en su boca. — Desde entonces estuvimos juntas hasta que fue adoptada por los Asakura.

— ¡Oh, ya veo…! —Exclamó Oyamada que agrego un poco de conocimiento sobre uno de los lugares más históricos de Japón, pronto interviniendo los demás que opinaron del tema.

Ignorantes qué detrás de las simples palabras de Zahira, ocultaba una amarga verdad. El Monte Osore es actualmente un popular lugar turístico por lo que no levantaría sospechas ni alarmas de una posibilidad de haberse conocido ambas chicas. Pero la realidad que conocía Yoh como Tamao es que si se conocieron, no fue realmente en las mejores circunstancias. Porque Anna fue abandonada en aquel tiempo en el Monte Osore ¿Y dice que estuvieron juntas desde entonces…?

Yoh miro por el rabillo del ojo a la Itako que se mantenía inmutable, comiendo en silencio. Verla tan ajena y templada a un recuerdo doloroso, eso le entristeció. Anna nunca le habló de su infancia en las veces que se reunían, luego de que Matamune se sacrifico para liberarla del reishi, una que otra vez mencionaba algo, pero ella siempre era ambigua…

«— Está bien. No fue tan malo…» Ella solía mencionar a veces cuando salía a relucir su pasado provocando que se formara un incomodo silencio, mientras que Yoh se mataba la cabeza en qué decir para animarla. Pero Anna rápidamente cambiaba el tema para descontento del castaño que a veces sentía que en lugar de ella apoyarse en él, no se doblegaba y prefería soportarlo todo sola.

{¿Huh?}El joven Asakura salió de sus pensamientos al sentir algo chocar con su pierna, cuando descendió su mirada a ver que era, halló la mano de Anna y por reflejo le tomó la mano, entrelazándose entre sí debajo de la mesa, lejos de las miradas de los demás. Al alzar su mirada se halló con la ambarina mirada y ella le dedicaba una imperceptible sonrisa…

— ¿Esta buena la comida?

Él sonrió, la opresión en el pecho que sentía causada por la preocupación se desvaneció.

— Sí, lo está.

— Que bueno, porque mañana toca entrenamiento —Le recordó Anna con esa actitud austera, agregándole una guarnición extra a su plato que yacía todavía repleto. En lugar de quejarse, se rio divertido porque esa era su manera de romper el hielo y manifestarle que a ella no le afectaba el asunto del Monte Osore…

«— Está bien. No fue tan malo…»

¿…Quizás fue por Zahira?

— Oye Zai, a la final, explícame algo —Intervino Horo en algún punto de la animada charla en la mesa, atrayendo la atención de Zahira que degustaba un par de platillos mientras dialogaba con Manta, Tamao y Lilirara. — ¿Cómo pudiste hacerte amiga de Anna, teniendo ella tal carácter?

Ren, Chocolove y Fausto se removieron incómodos en su lugar, dirigiéndole una mirada de aprensión al Ainu. No por temor a levantar el enojo de la Itako y les salpique su ira, sino que era algo bastante grosero e inapropiado preguntar tal cosa, de por sí con tanta gente alrededor. HoroHoro no es mala persona, de hecho suele ser bastante comprensivo pero a veces… peca de ser obtuso e impulsivo, conllevándolo a ser grosero, motivo de porqué la rubia y el mismo joven Tao lo golpean tanto.

La risa modesta de la chamana de cabello morado se hizo escuchar pronto, rompiendo el inesperado silencio que se fue asentando en el comedor. — Pues… —Inició ella un tanto pensativa para luego gradualmente su aura amistosa y risueña fue cambiando al hablar:

— Si a estas alturas no lo entiendes para el poco tiempo que tú conoces a Anna, ¿Entonces por qué perder mi tiempo en explicártelo?

En la cristalina mirada grisácea fulguro un brillo peligroso, pareciendo el filo de la hoja de una espada que aclama por la sangre de su víctima y aunque sonreía, el aura que la rodeaba era siniestra que se filtró y extendió lentamente por todo el comedor al liberar su propio Furyoku en una silenciosa hostilidad, provocando un escalofrío a todos los presentes al invadirle una fuerte sensación de vacío mientras que sentía que la comida que han logrado ingerir, se le revolvía en el estomago al sentir sus tripas retorcerse.

…Era una presión de Furyoku muy distinta a la que han sentido alguna vez, ni siquiera Fausto, quién suele ser tan lúgubre, lograba provocar un Furyoku tan intenso, peligroso y… siniestro

— Suficiente.

La voz de Anna creó una ruptura en la atmosfera que rodeaba el comedor, permitiéndoles a todos reaccionar para recordarles respirar. A continuación, la rubia agarró de sus guarniciones un trozo de pollo frito bañado en salsa agridulce y sin aviso, se lo metió en la boca a Zahira que al sentir el sabor del bocado, el ambiente se libero de toda presión siniestra y silenciosa hostilidad que se condensaban en el chamán originario de Hokkaido.

¡Mmm~! —Pronunció Zahira feliz, asomándose un ligero sonrojo en sus mejillas abultadas como una ardilla mientras que sus ojos grisáceos brillaban entusiastas. — ¡Ann, está delicioso~! —En un abrir y cerrar de ojos, el aura que la rodeaba como apariencia cambio en un parpadear, retornando su personalidad vivaz y alegre.

Haciendo parecer que fue una ilusión de no ser que todavía persistían atisbos del malestar causado por el radical cambio del entorno.

— No pierdas neurona por ese idiota —Indicó Anna con su expresión pragmática, volviendo alimentar a Zai quién esta vez abrió la boca para recibir el bocado. — No vale la pena —Y le dedicó una mirada de desdén a Horokeu que se encogió de hombros, sintiéndose por alguna razón regañado ante una madre aprensiva que cuida fieramente a su retoño que acaba de ser molestado.

…Quizás la sensación se deba a qué en esos momentos Anna trataba a Zahira como una niña pequeña, alimentándola e incluso limpiándole la boca con una servilleta mientras que la chamana de cabello morado que se supone es mayor en edad (y en estatura) que la Itako, actuaba de una manera obediente, dándole un aire infantil.

— ¡Auch! ¡Piri-!

En algún punto, la pequeña Usui que yacía sentada a un lado de su hermano lo agarro de la parte de atrás de su cabeza y lo obligó para que inclinara su cabeza hacia delante casi enterrando su cara sobre su plato.

— ¡Hermano, discúlpate! —Manifestó Pirika, avergonzada en el fondo por la torpeza de su hermano. — Lo siento mucho por mi hermano —Se disculpó la ainu apenada, inclinando su cabeza hacia delante. — Él es algo torpe y…

— Está bien.

Interrumpió Zahira, quién ya había comenzado a comer por sí misma. Su actitud se tornó despreocupada, si bien no era tan entusiasta como al inicio, su sonrisa juguetona persistía.

— Yo también me pase un poco, lo siento por el malestar causado —Indicó en general hacía todos en el comedor, demostrando genuino arrepentimiento al momento de inclinar su cabeza hacia delante en modo de reverencia. — Pero… —El furyoku de Zai volvió a elevarse, imbuyéndola en su voz y al enderezar su espalda, revelando su rostro ahora poseía una expresión seria… un tanto intimidante al discernir con su habitual actitud alegre. — Chico, independientemente de tus intenciones, no cambia el hecho que las palabras pueden ser un arma si no te andas con cuidado.

Algunos en la mesa les pareció exagero tal observación, pero para otros que vivieron rodeados de constante atosigamientos por comentarios maliciosos en algún momento de sus vidas. Podían comprender un poco a lo que se refería. Aunque a Anna no era alguien para doblegarse por comentarios tan infantiles e insignificantes, ya que le tenía sin cuidado que pensara el Ainu o la mayoría del círculo de amistades de Yoh; no significa que todos logren sobrellevar la experiencia y salir inmunes, sería un pensamiento bastante mediocre.

— ¡Eso es muy ex-…!

Igual Pirika iba a protestar y a defender a su hermano. No obstante, el propio Horokeu la interrumpió para luego mirar a Zahira quién yacía sentada enfrente de su persona, sosteniéndole está la mirada con la misma seriedad.

— Tienes razón. Lo siento, me equivoque.

Se inclinó hacia delante su cabeza en una rígida y formal reverencia. En esos momentos, la seriedad que mostraba el originario de Hokkaido era influenciada por las palabras de Zahira que, revivieron los recuerdos de un pasado sobre cierta niña de corto cabello azabache y mirada castaña. Motivo de porqué bajo sus ojos se crearan una pronunciada sombra lúgubre a causa de su banda en la frente.

— No me lo digas a mí.

Horo no tardó en dirigir su disculpa a Anna, provocando que la aludida asintiera indiferente en medio de un suspiro. De verdad no le importaba, pero no podía evitar sentir satisfacción por una de las pocas buenas virtudes que respeta del escandaloso joven de cabello celeste. La cualidad de reconocer francamente tus propios errores y tomar acción para solucionarlo, no es algo con lo que todos nazcan o alcancen siquiera a desarrollar.

La pesada atmosfera pronto se desvaneció cuando Zahira extendió su propio vaso en dirección a Horo, quién le dedicó una mirada apremiante sin perder su semblante serio: — ¡Me gustas Horo! —Confesó sonriendo, revelando su dentadura que resaltaba sus colmillos que le dan un aire juguetón e infantil.

La seriedad en el aludido se descompuso al mismo tiempo que Kokoro y Pirika ponían cara de tragedia como conmoción.

—…A-Ah… yo…

El mayor de los Usui se avergonzó, aunque era más el desconcierto que dominaba en él.

— ¡No lo dice en ese sentido! —Intervino Anna que tenía los ojos blancos en clara molestia y una vena hinchada en su sien, dándole un manotazo en la cabeza a Zahira.

— Tiene que ser. De lo contrario que pésimos gustos —Agregó Ren, despertando a Horo de su burbuja rosa y apenada para arremeter contra el chino. Uniéndose a la disputa Chocolove al ser afectado por estar sentado al lado de joven Tao.

— ¡Len, no juegues mientras comes!

[¡Le asentará mal la comida, señorito!]

Al mismo tiempo, en otro sector de la mesa, se desataba otra disputa:

— ¡¿Cuántas veces tengo que decirte que repases tu japonés, idiota?!

— ¡Pero si lo dije bien! —Protestó en un puchero, sobándose la cabeza donde impacto el golpe.

— ¡Hay mejores términos a usar y que no preste a malinterpretaciones!

— Concuerdo con la Doña.

— Cállate Ryu.

— Sí Doña.

— ¡Igual no me retracto! —Confesó cabezona y con una actitud orgullosa, ganándose un coscorrón de Anna. — ¡Argh!

Con el puño en alto, preparado a dar otro coscorrón aun más fuerte, refutó con una sonrisa oscura. —…Parece que tendré que impartirte clases de idioma, otra vez.

— ¡Oh no! —Exclamaron Yoh, Tamao y Manta al unísono al recordar las sesiones de estudio liderado por Anna. Incluso en el mero estudio, la chica se las ingeniaba para volverlo espartano.

—…Bien —Acepto Zahira a regañadientes porque seguiría sin retractarse. Motivo de porque Yoh, Tamao, Manta e incluso hasta Ryunosuke tenían la misma graciosa mueca de impacto con los ojos en blanco y cubriendo con una mano sus bocas.

.

.

Saliendo de un relajante y reciente baño, salía Yoh vistiendo una yukata azul pálido casi blanco mientras que su cabello castaño caía de manera lacia por debajo de sus hombros. Tenía una expresión relajada mezclada con el sueño y cansancio…

Lo peor que al tener el estomago lleno luego de un delicioso festín, le sería incomodo dormir aunque eso no reducía ni una pizca su sueño. Aparte, dado a tal inconveniente y que sus amigos todavía tenían energía para festejar, decidieron hacer su propia fiesta en modo pijamada en uno de los dormitorios más grandes con un par de bebidas y chuchería, y por supuesto "Sólo chicos se aceptaban".

En cuanto a las chicas del grupo prefirieron arreglarse para irse a dormir… no sin antes la propia Anna advertir que ante el más mínimo ruido, habría un inminente castigo.

{Debe estar muy feliz…} Pensó Yoh, dando un suspiro mientras que sonreía de soslayo. En otras circunstancias, Anna no fuera siquiera permitido esa segunda fiesta ni fuera cedido que, él o Ryunosuke como Fausto participaran en dicha pijamada. Porqué lo más probable es que se desvelarían y perjudicarían su rendimiento a la hora de que deban levantarse a entrenar.

— ¡¿…WOAH?!

Mientras que el joven Asakura caminaba por el pasillo con destino al gran dormitorio donde se realiza la pijamada. Ignoraba que del pasillo, una de las puertas que conducen a una habitación se abrió justo en el instante que él paso de largo y salió una mano para arrastrarlo al interior de la habitación, la cual era usada como almacén.

En cuanto Amidamaru se mostró nervioso al saber quién era la persona que había secuestrado a su Amo, aun así ni loco atravesaría la puerta e interrumpir. A cambio, prefirió desvanecerse y patrullar el pasillo para que nadie llegase a importunar a su Amo ni a su secuestrador.

~ (…) ~

Yoh que fue arrastrado, la confusión le invadió al distorsionarse el escenario frente de sus ojos en cuestión de segundos y sólo comprendió que paso cuando su espalda choco contra la pared para ver que por debajo de su mentón, a la altura de su pecho, visualizaba una mancha dorada…

— ¡Anna!

Exclamó él entre sorprendido y un tanto tímido al ver que la aludida lo acorralaba contra la pared. En consecuencia, se asomaba gradualmente un sonrojo que se iba haciendo muy evidente para la satisfacción de la Itako, motivo de porque en sus labios rosáceos se le dibujo una sonrisa de lado que insinuaba cierta picardía.

— Te ves tenso, Yoh —Indicó, alzando su mano y con la punta de sus dedos, acariciando su pecho desnudo que exhibía la apertura de su yukata. Provocando que el castaño respingara en su lugar ante el suave (y travieso) tacto. — ¿No tuviste un relajante baño?

—…… —Tosió, aclarándose la garganta al salirle la voz estrangulada, provocando que la sonrisa de ella se afianzara más. — Sí, lo tuve. ¿Y tú?

— Estuvo bien… —Indicó, al mismo tiempo que sus dedos no dejaban de deslizarse por la bronceada piel del joven Asakura. — ¿Y qué tal me queda, huh?

Él que estaba ensimismado controlándose con el travieso tacto que trazaba círculos al azar mientras que bajaba más, rondando muy cerca de su ombligo;…descendió la mirada para luego arrepentirse. La yukata de Anna estaba lo suficiente abierta para ver que vestía una babydoll de seda de color negro con un sutil escote en "V" que, desde la altura de Yoh, podía apreciar el valle de sus modestos senos.

En cuanto Anna, admiraba el más mínimo gesto que se reflejara en los rasgos faciales del chamán. Disfrutando como esos ojos que acostumbran por tener un brillo relajado e infantil, ahora se nublaban ante el deseo, aunque su expresión discrepaba al ser un tanto tímida y nerviosa.

— ¿Y bien? —Acortó la distancia al ponerse de puntillas, a pocos centímetros de los labios ajenos. Mientras que la fragancia de avena, leche y avellana del joven chamán invadía el olfato de la Itako, al mismo tiempo que le acariciaba el rostro el aliento cálido que desprendía una fragancia dulce que reconoció del postre que comieron después de la cena. — Si no respondes me i-…

Sus labios fueron sellados por los ajenos, Anna ronroneo complacida, sintiendo pronto como unos brazos rodeaban a su pequeña cintura y la atraían, sintiendo como su pecho se apretaba contra el del cuerpo ajeno que desprendía calor a pesar que las ropas estaban de por medio. A medida que el beso se tornaba intenso, ellos se acoplaban, buscando la mejor posición para degustarse sin prisa.

Besos húmedos, besos cortos y besos profundos, se alternaban mientras que sentían como si el tiempo se fuera detenido o fuera pasado horas cuando en realidad tan sólo han transcurrido unos minutos. Y sin embargo, todo gran momento tiene su final…

La rubia cuando sintió que el brazo que rodeaba su cintura se aflojaba para sentir dos grandes manos deslizarse hasta situarse en sus nalgas que fueron apretadas y acariciadas. Supo que era la advertencia de estar cruzando al punto sin retorno. Aunque le encantaría, hoy no tenía planeado que existiera acción por lo que se separó de él, deshaciendo la sesión de beso para el descontento de Yoh que le mostró un rostro entre aturdido y molesto, mientras le dirigía una mirada aprensiva con la boca de pescado.

…No pudo evitar reírse ante chistosa expresión para gran molestia del castaño que no le causaba gracia la situación…

¡Annaaa~! —Canturreo en un puchero mientras estiraba su mano para acercarla y retomar su sesión de besos. Pero ella lo evitó porque sabía que esa mirada castaña tan dulce como el chocolate en esos momentos tenía un brillo travieso como sugestivo.

— Sólo vine a darte las buenas noches.

El Asakura hizo un lamento quejumbroso al captar entre líneas lo que decía. — ¿Es tu respuesta definitiva? —Cuestionó, en un intento de persuadirla. — Sólo será unos minutos…

La risa de la Itako lo interrumpió y con un brillo cómplice, le indicó: — Sabes que no somos de minutos, Señor "Minucioso".

Ella sabía muy bien que el castaño podrá ser muy perezoso pero a la hora de la acción, le gustaba darse su tiempo en los detalles y, si bien ella no tenía queja alguna, no podían disfrutarlo cuando hay altas posibilidades de ser pillados con un montón de chamanes deambulando por ahí. Por eso mandaba a Yoh que se acostara temprano, para aprovechar con gusto la oportunidad de estar juntos o de lo contrario, sacaría la oportunidad en la madrugada cuando lo va a despertar para el entrenamiento.

—…ugh…

— Ahora sal —Al ver que él inflaba los cachetes y se cruzaba de brazos, en un intento de manifestar su rebeldía. Ella estuvo tentada a reírse, pero se contuvo y con un poco de dureza le señaló la puerta. — Yoh.

Finalmente el aludido acató la orden a regañadientes mientras arrastraba los pies. Una vez afuera en el pasillo, cuando avanzó unos pasos lejos de la puerta, de repente sintió que tiraron de la manga de su yukata. Eso provocó que el rostro de él se iluminara y con una sonrisa ladina mezclada con triunfo, se giró engrosando la voz en modo seductor:

¿Cambiaste de opi-…? ¡LILIRARA!

Yoh en esos momentos quiso que la tierra se lo tragara, su rostro pronto comenzó a sentir que ardía cada vez más mientras que admiraba el rostro de la Seminoa. La expresión desencajada y extrañada de la mujer que le dirigía como si le fuera salido una segunda cabeza o fuera un bicho raro, no dejaba de atormentarlo. Al mismo tiempo, notó a lo lejos la espalda de Anna que doblaba al final del pasillo, no sin antes dirigirle una sonrisa burlona con un brillo sagaz en sus ojos.

Mierda. Había caído en una de las bromas-trampas de Anna.

.

.

La Itako quién estaba de buen humor gracias a la travesura que le hizo a Yoh, gradualmente mientras se dirigía a su destino, su modesta sonrisa fue borrándose. Tenía mucho que pensar desde que habló con Zahira en la tarde, antes de sumergirse en un breve sueño de casi una hora y media.

La nueva información que le dio su amiga, no era muy diferente desde la última vez. Puede que siete años estuvieron distanciadas, más nunca incomunicadas por lo que estaba muy al tanto de los movimientos de los Asakura fuera de las miradas tanto de ella e Yoh. Y por supuesto, eso incluía los movimientos del mismísimo Onmyōji Hao. Siempre era lo mismo…

«— Ann. No hay otra manera.»

{No hay otra manera. No hay otra manera. Maldita sea} Repetía Anna malhumorada ante el recuerdo… para soltar pronto un suspiro al percatarse que llego al final de su camino. Abrió la puerta, hallando a primera vista lo que buscaba…

— Zai.

La aludida giró a verla ante su llamado, no muy sorprendida dado que su percepción de sentir el furyoku la debió haber delatado.

— ¿A quién vamos a seducir esta noche? —Cuestionó la chamana de cabello morado con una sonrisa y alzando las cejas de manera sugestiva, mientras que su mirada grisácea apuntaba un punto en específico en la rubia.

Cuando la Itako descendió su mirada, siguiendo la de su amiga, notó que la yukata se le había abierto. {Demonios} Pensó, acomodando su bata que exponía su babydoll negro con encajes. — Ejem —Tosió. — Ya sabes, cosas de casados.

¡Hu-uh~! —Canturreo divertida, pero no insistiendo en bromear sobre el tema al ver como la joven sacerdotisa parecía incómoda con un ligero sonrojo en sus mejillas, a pesar que mostraba compostura.

Un silencio se asentó en el dormitorio, Zahira continuó acomodando su equipaje y escogiendo la ropa que usaría para dormir. En cuanto Anna que seguía de pie en el marco de la puerta, se mantuvo observándola, mientras que en su interior discutía consigo misma ante su inesperada cobardía y quedarse callada…

Al final a quién le habla es a Zai, ella no la recriminaría.

—…Zai…

— ¿Hm? —Se detuvo antes de ingresar al baño interno del mismo dormitorio, girando a verla. Admirando a la Itako que parecía costarle lo que fuera decirle.

— ¿…Podemos dormir juntas?

Era vergonzoso. Ya ambas eran grandes, pero no podía evitar tener el impulso de querer dormir juntas como cuando eran niñas. Luego de casi un año convivir juntas como indigentes, cuando fue adoptada por los Asakura, le resultó difícil acostumbrarse a dormir sola. Un motivo de porque le insistió a Yoh dormir todas las veces que iba a visitarla en Aomoiri, después de que fue liberada del reishi o cuando se mudó a vivir con él en Tokio, y para su enfado e incomprensión el muy estúpido se negaba…

Luego comprendió el porqué en una vergonzosa y curiosa mañana. Pero esa es arena de otro costal.

— No —Anna salió de manera abrupta de sus pensamientos para alzar su rostro en clara sorpresa y… no negaría que hasta cierta tristeza, hallando el rostro serio e indiferente de Zahira. — ¡Pfff~! —Resopló soltando una risa. — Es broma, cla-

La almohada que llevaba consigo Anna, pronto se estampó en el rostro de Zahira.

¡IDIOTA!

Le gritó furiosa, cerrando de un portazo la puerta detrás de ella y yendo a la cama para agarrar otra almohada, y lanzársela a Zahira apenas la escuchó reír, cuando se quitó la anterior almohada que le lanzó. Pero está evitó el nuevo proyectil, lanzándole a cambio devuelta la almohada que Anna atajó al mismo tiempo que escuchaba la puerta del baño ser cerrada.

La joven Itako refunfuñó cruzada de brazos, esperando sobre la comodidad de la cama a su amiga que se arreglara para irse a dormir juntas. Y mientras que ella se sumergía en sus pensamientos de como cobrarle el reciente susto a Zai con las clases espartanas de japonés…

No muy lejos de la posada, Hao comenzaba a hacer su primer movimiento.

Provocando que ambas amigas de la infancia al detectarlo con su aguda percepción de Furyoku gruñeran al unísono, pronunciando, curiosamente la misma, la colorida palabrota en sus pensamientos dirigida al milenario chamán.

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FIN DEL CAPÍTULO 10.

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Seré breve. Ya que el capítulo se alargó más de lo esperado:

— El objetivo del capítulo fue mostrar a Zahira con los personajes Shaman King, del bando de Yoh (Luego será con el bando de Hao, en su momento. Por lo que no están de adorno). "Por ahora", todo parece marchar bien. Aparte, dar una idea sobre el tipo de amistad entre Zahira y Anna.

— El siguiente capítulo Yoh tendrá más protagonismo y... espero hacerlos reír.

— Atentos con las pistas e info que dejo al azar en los capítulos. Porque más adelante tendrán relevancia.

— Disculparme si ven algún error u horror ortográfico. Luego lo editaré (Sin importar cuanto lo lea, siempre se me pasa un error, así que luego lo corrijo).

Nos leemos el próximo jueves y de no actualizar, se correrá el jueves que le sigue y así sucesivamente hasta que logré actualizar ¡Bye, bye~!