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— Diálogos, ya esté en formato de negrita, cursiva, cursiva-negrita o normal —
«Remembranzas»
{Pensamientos}
[Diálogos de Espíritus] o [Diálogos de Espíritus]
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The Curse Project
Por: Fjola Lovely.
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CAPÍTULO 18
Ricitos de Lavanda y el Séquito de Osos (Parte II)
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— ¡Yo-ho~! Muchachos.
— Bienvenida, Señorita Zai. —Saludó Luchist de manera cordial. Tomando la palabra en el grupo. — Veo que vino pesada…
Hizo el comentario en referencia a la gran bolsa de tela que cargaba sobre su hombro izquierdo como si fuera un Santa Claus. Mientras en su mano derecha, en su muñeca colgaba una bolsa de regalo de tamaño mediano, color rojo.
— Sí, traje unos regalos.
— Fabuloso, permítame —Intervino Hang interesado en lo que trajo la joven y acercándose con intención de agarrarle la gran bolsa de tela que cuelga sobre su hombro. Pero ella evitó que la agarrara y aclaró:
— Esto es para Opacho. Lo de ustedes está afuera.
— Yo no veo nada —Mencionó Kanna, quien al igual que todos los demás miraron a la entrada principal donde el portón yacía totalmente abierto, dejando tener un buen panorama del exterior.
— Está arriba —Aclaró Damayaji que todavía se recuperaba de la reciente sorpresa, en lugar de Zahira y eso hizo que tanto Hang como Tabarsi al ser los más cercanos al portón. Asomaron con cautela sus cabezas afuera del edificio, no hallando nada alrededor. En consecuencia, ambos chamanes se miraron entre sí y luego miraron al cielo. Teniendo la misma reacción de Yamada al exclamar su sorpresa…
Y antes que otros inducidos por la curiosidad salieran afuera a ver qué fue lo que provocó la sorpresa, vieron aterrizar una enorme bolsa blanca de tela, casi del tamaño de altura y anchura de Hang o Bill. Seguido de eso, unos segundos después una gran lechuza de un denso plumaje azabache sin iris ni pupila en sus blancos ojos; ingreso a la Fábrica del tamaño de un Caballo y gradualmente fue encogiéndose hasta llegar al tamaño de un balón de Futbol, justo a tiempo cuando aterrizó en el hombro libre de la chamana de llamativo cabello morado.
Maty y Kanna silbaron al ver el tamaño de la bolsa, supuestamente ofrecida para ellos.
— Hay cosas frágiles ahí, así que cuidado cuando saquen su contenido o malogrará el sabor.
A la vez que escuchaban la concisa advertencia, una serie de buenos y armoniosos aromas comenzó a inundar los olfatos de todos los Seguidores de Hao. Iban del salado al dulce o viceversa, identificando algunos de dichos olores que avivó su curiosidad por el contenido de la enorme bolsa.
— Eso está por verse —Exclamó el chamán chino fingiendo desinterés y apatía. — Seré el primero en sacrificarme e investigar —Indicó Hang de manera rápida, al ser uno de los más avispados entre los seguidores. — ¡Billy! —Llamó el chino al ex-deportista, quién capto la indirecta de ser reclutado como su cómplice y apresuró el paso al botín.
Pero disparos impactando sobre el suelo a escasos pasos de la bolsa. En consecuencia, detuvieron el andar de ambos grandulones del grupo que, al girar dónde provino los disparos hallaron a las Hana-gumi.
— ¿No te importa si nos unimos, verdad? —Cuestionó Matilda con una sonrisa maliciosa, existiendo una amenaza entre líneas que los dos grandulones captaron.
Hang y Bill que tenían una cara de pocos amigos, estaban pensando a una gran velocidad si podían luchar para asegurarse en hacerse un gran botín. El inconveniente es que si luchaban ellos dos con las chicas, sería un dolor de cabeza… porque los niveles de poder diferían significativamente entre ellos, siendo las Brujas las ganadoras. Aunque… si alguien como Blocken se les uniera a la causa, aumentaría sus probabilidades de ganarle a esas mocosas…
— ¡Ara, ara~! La velada ha iniciado animada.
La voz sedosa en un timbre profundo, jovial pero tranquilo, hizo un suave eco en los rincones de la Fábrica, atrayendo la atención de todos que enfocaron sus miradas hacía el primer piso, justo del lado donde se ubica el dormitorio del milenario Onmyōji y justo sobre la baranda, estaba sentado Hao. A su lado, detrás de la seguridad de la baranda, estaba Opacho. Ambos con sus vestuarios habituales.
— ¿Se tardo un poco el anfitrión, no?
Cuestionó Zai ante su tardía aparición (ignorando las malas miradas de algunos de los seguidores), provocando que Hao riera y con un tono autosuficiente como malicioso, contestara:
— Lo mejor se deja esperar ¿No?
A continuación, Hao se lanzó hacia delante al vacío desde el primer piso, aterrizando al piso inferior. En cuanto a Opacho, que no podía seguirlo porque su estatura no le permitía alcanzar la parte superior de la baranda y sobrepasarla, por lo que le tocaba bajar por las escaleras de metal. Por el lado del chamán milenario se acercó hacía su invitada, quién apenas lo tuvo lo suficiente cerca le extendió la gran bolsa de tela que llevaba sobre su hombro.
— ¿Para mí~?
— Para Opacho —Contestó concisa sin inmutarse al tono burlón de él.
El maestro del Yin y Yang, sostuvo la bolsa sin molestarse en observar su interior, ya que podía predecir su contenido y a cambio llamó a Luchist, quién al acercarse le extendió la bolsa. Siendo una orden tácita que Lasso se encargaría de revisar la bolsa, para asegurarse que no haya nada sospechoso. Pero para el Onmyōji con todos los años que han pasado, desde que Zahira interceptó su camino en su tercera vida, nunca ella le ha dado nada con dobles intenciones o algún artículo en mal estado.
— ¿Y para tú cita no hay nada? —Recalcó apropósito la palabra "Cita", creando el reaccionar esperado en algunos de sus seguidores como Peyote, Blocken y las Hana-Gumi.
Zahira que ya sentía la mirada hostil de Peyote como la de Marion, taladrando su cráneo. Ignoró olímpicamente las obvias intenciones homicidas de los dos, siendo entre los seguidores que más celaban a Hao. Sin embargo, en Marion se pasaba porque era tan sólo una niña a los ojos de Zahira y su actitud celosa como posesiva, solía tenerlo hacía quienes estaban en su pequeña lista de personas que aprecia. Además de Hao, la joven italiana celaba también a Kanna, Matilda e incluso algunas veces a Damayaji.
…Pero Peyote era otro cuento…
[Tengo entendido que era una invitación.]
— ¡A la ma-! El Pollo resulto parlanchín.
Comentó Peyote en sorpresa al escuchar la voz masculina y profunda con un tono rasposo como ronca de la lechuza, quién tenía una mirada aburrida e indiferente al caer sus parpados. Y no era los únicos sorprendidos al escuchar tremenda voz que destilaba testosterona pero el remitente de dicha voz, era un ave… Por lo que no sabías si reírte, asustarte por el aspecto lúgubre de la criatura o cerrar los ojos y disfrutar tan imponente voz.
Ignorando el público de por medio, Hao le dedico su sonrisa de póker a la deidad de poderes oscuros. Y por la atmosfera que los rodeaba tanto al castaño como al Ave, no se llevaban bien en lo absoluto.
— Por supuesto, pero ser demasiado amable con otros y no con tú cita. Puedes traer malinterpretaciones —Indicó elocuente el adolescente. — Es sentido común, aunque claro, tantos años como espíritu debiste haber olvidado algo tan esencial…
Érebo entrecerró sus ojos, sabía de la burla como sátira que le hacía entre líneas sus palabras al querer calificarlo de ignorante. Pero ese mocoso era bien idiota si creía que sus inmadureces lo ofenderían: [Comprendo…] Hizo una pausa, pareciendo concordar con el Onmyōji de las estrellas. [Aun si el tiempo pasa, veo que todavía existen mediocres jugadores que por no ser el centro de atención de su cita, caen en tal mezquindad.]
Zahira tuvo el impulso de estamparse una mano contra su cara al sentir la tensión en la atmosfera, si bien sabía que Hao fue quién primero incitó a la deidad. En esos momentos Érebo con sus palabras, literal le estaba echando toda una gandola de GASOLINA a la candela. Una muy volátil, por cierto.
En cuanto a la Lechuza, entrecerró sus ojos mientras ladeaba su cabeza a un lado como si le sonriera. Pero sus siguientes palabras, tenía una sutil ironía acompañada de un prepotente desdén: [Gracias por compartir un fragmento de tu sabiduría, Onmyōji de las Estrellas.]
Por otra parte, una ola de hostil Furyoku estaba condensándose alrededor de Zahira pero antes de qué el propio Peyote o Marion siquiera alcanzaran a apretar el gatillo de sus respectivas armas. Estos se vieron rígidos tal cual unas estatuas justo como el resto de los Seguidores, que se percataron cuando quisieron atacar a la Invitada y su ave de mascota, la cual por cierto, en esos momentos giró su cabeza para ver detrás suyo a los Seguidores que no se esperaban eso, ni ahora ser observado por esos redondos y grandes ojos vacíos del animal.
[Es inútil, mortales.] Advirtió al sentir como el Séquito de Hao intentaban liberarse de su sombra control. [Puede que esté en su "Territorio", más no se equivoquen sólo porque están bajo el mando y presencia de su Líder.] La temperatura comenzó a decrecer y a filtrarse, provocando que aquellos que tenían un Furyoku inferior a trescientos mil, se vieran afectados, sintiendo como sus pulmones les costaba llenarse del merecido oxígeno como a la vez un gélido frío digno de una tormenta invernal se filtraba por sus ropas hasta calar hondo en sus huesos. Sintiendo sus cuerpos entumecidos. [Sea entre los vivos o los muertos ¡Aquí mando yo…!]
— ¡ÉREBO!
Zai hizo el ademán de agarrarlo, pero éste voló evitando su mano y agarro suficiente altitud sin apartar sus ojos del Séquito. Siendo una visión bastante extraña dado que su cabeza se encuentra inmóvil mientras su cuerpo se movía al estar agitando sus alas para mantenerse en vuelo. Eso sin mencionar que su cabeza estaba al revés…
[Así que dejó a mi Protegida, bajo su cuidado.] Rotó su cuerpo, alineándolo con su cabeza sin perder su enfoqué en los Seguidores del milenario chamán. [Estoy seguro, que son listos para entender qué "mi saludo" no fue mera cortesía.]
El cuerpo del animal comenzó a desintegrarse hasta desaparecer por completo a la vista de todos. Al mismo tiempo que el gélido frío se desvanecía junto con el entumecimiento de sus cuerpos y la dificultad en respirar.
—…Qué encantador es.
Zai que tenía una cara cansada y amarga al ver que con lo de recién, sus posibilidades de pasar una noche pacífica con Hao y su Séquito, concluyeron en cero; giró a su derecha para ver a Hao quién se mostraba inmune con una sonrisa ladina como calmada. No parecía molesto por las palabras ni actitud de Érebo, pero conociendo al alma milenaria, no es de lo que pasen por alto un insulto. Más temprano que tarde, el castaño se las cobraría con creces cada falta cometida ante él.
No por nada ha luchado por mil años en cumplir su venganza en destruir a la humanidad.
La chamana de cabello lavanda suspiró para luego extenderle a él la bolsa de regalo color rojo: — Ten. Es tú regalo.
Hao miró la bolsa sin mostrar siquiera ganas de tomarlo, era notable para Zai que el buen humor del castaño ya no era como al principio cuando llegó. Su sonrisa superficial yacía en una vacía mueca, dándole más un aspecto serio aunque preservando esa actitud calmada y reservada.
— No tenías qué —Contestó, sin todavía mostrar indicios de tomar el regalo extendido.
Esa actitud no era nueva, la había visto muchas veces a lo largo de lo que ha estado lidiando con el castaño y sus ambiciones. Y sabía que estaba disgustado, más no como para querer quemar de inmediato a Érebo o a ella misma.
Volvió a suspirar, en verdad había venido en sana de paz y quería pasar una noche tranquila. {Érebo, luego vamos hablar de esto…} Pensó, sin recibir respuestas de la deidad. — ¿Qué? ¿No lo quieres? Es una lástima, Yoh se esmeró arreglando el regalo…
Casi de inmediato el Onmyōji giró a verla, como buscando un indicio de mentira ante las palabras dichas: — ¿No qué él regalo lo preparaste tú para mí?
— Detalles que omití al principio —Se encogió de hombros. — Recibí ayuda para escogerlo y para decorarlo de Yoh. Ah, también incluí el regalo de Asa…
La bolsa fue tomada y Zai se tuvo que contener de no sonreír, pero por dentro regodeándose triunfante de ver cómo le quitaba a él esa fachada de hacerse el difícil y cedía. Era como una pequeña victoria contra esa terca y orgullosa voluntad del Onmyōji, una de las pocas que se puede permitir. Porque ni aún con todo el entrenamiento que ha hecho, su poder sigue en ser insuficiente para tener una lucha seria contra Hao y vencerlo… Esa es una victoria que jamás podrá tener.
— El que está envuelto en papel lila, es de Asa.
El adolescente asintió, todavía fingiendo desinterés en el regalo que ahora sostenía en sus manos, pero en sus ojos castaño se reflejaba una chispa de infantil curiosidad.
— Está pesado… —Dijo, moviendo el regalo como si hiciera pesas mientras lo sostenía por las cintas de la bolsa.
— Bueno, contiene tres regalos en uno.
— ¿Tres…?
Cuestionó mientras alzaba la mirada para verla, pero ver la mal disimulada sonrisa divertida en la chamana le quitó las ganas de indagar más. Él no pensaba darle el gusto, así que pronto la bolsa fue rodeada por un fuego brillante de color rojo para luego desparecer.
— Bueno, lo veré después.
Zai le hizo una mueca de descontento al ver que no abriría el regalo frente a ella (Otra vez). Siempre hace eso, luego se va a un lugar apartado donde nadie pueda verlo y ve sea lo que le hayan regalado o entregado. Teniendo las reacciones más singulares y mostrar expresiones que él no mostraría tan abiertamente si está rodeado de personas. Son contadas las veces que lo ha pillado y visto sus reacciones, era divertido ver otra cara del Gran Hao Asakura, quién suele mostrarse con esa sonrisa eterna e inmutable.
— Tacaño aguafiestas —Protestó, el adolescente solo se rio por su aparente "insulto" que más que resentirlo, le divirtió. Motivo de porque su actitud burlona y traviesa surgió de nuevo. — Y ya qué estamos… ¿Qué onda con tu mayordomo?
Zai señalo con el pulgar a un costado, donde no muy lejos de ellos dos, estaba Luchist Lasso con su impecable traje ejecutivo que se entalla a su figura. Afirmando esa apariencia elegante e impoluta en el italiano chamán, quién parecía en esos momentos como un soldado. Al estar en una postura rígida y alerta, preparado para servir a su Señor.
Muy diferente del resto de los Seguidores que fueron sometidos por el poder de Érebo, quienes tenían un aura de penumbra y rostros anémicos. Por fortuna, parecía estar gradualmente recuperándose de los síntomas de malestar que causa cuando la deidad impuso su presencia.
Luchist una vez que la escuchó (siendo razonable al estar a tres pasos de distancia de su Señor y su cita.), soltó una risa modesta que parecía un tanto sarcástica:
— Muy graciosa, Señorita Zai. Preferiría ser llamado asistente.
Ella asintió pensativa, mientras le daba un escrutinio visual a Lasso de arriba hacia abajo. — No me cuadra. Mayordomo voluntario de 7/24, lo cual tú haces, se te acopla más.
— Pues entonces es un honor servir al Señor Hao —Y agregó con gran pasión (cargado de gran ironía hacía la chamana): — Así como usted, escuché que ha seguido a mi Señor por todos estos años con… ¡Ferviente devoción! —Exclamó, empuñando una de sus manos mientras miraba al horizonte y luego se llevaba dicha mano empuñada al pecho.
— Ahmn… —Zai forzó una sonrisa ante lo que insinuaba sus palabras: —…Creo que se distorsionó esa información.
— Fufufu~ No tienes que ser tímida —Intervino el adolescente con una sonrisa ladina. — Los hechos hablan por sí solos.
Ella sabía en ese momento por las sonrisas de póker con cierto aire satírico que le dirigía los dos hombres; que todo lo que dijera, sería usado en su contra por el dúo que se confabuló para rebatirle. En momentos como este, era mejor callar y cambiar de tema pero eso fue innecesario de hacer, porque Opacho intervino:
— ¡Hola, Señorita Zai! —Saludó la niña con aparente seriedad, pero con su edad y vocecita infantil, lo único que despertaba era ternura en su supuesta formalidad. Motivo porqué Zahira al verla, exclamó una radiante sonrisa:
— ¡Opachooo~!
La aludida frunció el ceño con una graciosa expresión del más puro desconcierto, no por la sonrisa tan cegadoramente radiante de la joven mujer de cabello morado (la cual por cierto, no esperó nunca tal reacción. Porqué cuando Zai ocultaba su identidad era muy callado, por no decir muda, e inmutable.). Sino porque está se agachó, hincando una de su rodillas en el suelo y extendió los brazos hacía la niña de voluminoso afro, como si fuera una costumbre entre ellas darse tales saludos cariñosos. Incluso Hao y Luchist miraron extrañados a la mujer como si se le fuera zafado un tornillo.
Y tal como ambos hombres previeron, la pequeña chamana que avanzaba hacia ellos, a pocos pasos de Zahira, se desvió para refugiarse a lo único que le brindaba seguridad cuando sufría algo fuera de su zona de confort o le incomodaba; detrás de las piernas del adolescente castaño. Al mismo tiempo, Zai hizo una chistosa mueca de dolor, reflejando en su rostro como Opacho le rompió el corazón ante su rechazo.
El adolescente no pudo evitar reírse de la desdicha de la joven mujer, quien se incorporaba del suelo. Mientras Luchist cada vez se cuestionaba porqué su Señor perdía el tiempo con la exótica chamana, no parecía nada relevante ni fuerte, sin importar cuánto la mire…
— No sé de qué se aflige, era la reacción más esperada.
Zahira se encogió de hombros ante el comentario de Lasso. — No perdía nada intentando ¿No?
— Igual Opacho, la Señorita Zai le trajo muchos regalos ¿No tiene nada que decirle? —Incitó Luchist a la niña de cumplir las normas básicas de cortesía, quién yacía oculta detrás de Hao, mientras sostenía entre sus manitas la tela de los bombachos pantalones.
— Ella no tiene nada que decirme, le regalo a Opacho porqué quiero.
Mientras los adultos dialogaban sobre la chamana de procedencia africana, al mismo tiempo la pequeña en su mente le cuestionaba al Onmyōji que debería hacer ella sobre el asunto. Y Hao como siempre era ambiguo en sus respuestas, nunca le decía que hacer, sino a cambio le daba la libertad de decidir que quiere hacer. A veces a la pequeña le frustraba esa conducta de él, pero a la vez le estaba agradecida por darle esa autonomía.
Sin saberlo la niña, Hao le ha estado enseñando a que sea independiente y tenga su propia autonomía en decidir u opinar sin reprimirlas por dejarse influenciar por terceros. No obstante, hay otra persona que le ha estado enseñando en estos años, aunque de manera menos activa que el milenario chamán…
—…Uhmn… Ejem…
Una tosecita atrajo la atención entre los adultos y el adolescente, descendiendo sus miradas para ver que Opacho se asomó fuera de las piernas de Hao mientras miraba con aparente formalidad a Zai e inclinar la cabeza un poco hacia delante, en modo de reverencia:
— Gracias por todos los regalos que me ha dado, Señorita Zai.
Y después se enderezó para volver a ocultarse detrás de las piernas de Hao. Un silencio sepulcral domino por unos segundos para incomodidad de la menor, quien comenzó a cuestionarle al adolescente si hizo algo mal…
{Pues…} Empezó el Onmyōji, pero un pequeño grito ahogado proveniente de Zahira lo interrumpió, la cual por cierto se llevo las manos al pecho con una expresión de dolor como si acabara de sufrir un infarto mientras caía hacía atrás. {Lo hiciste bien, Opacho. No te preocupes} Indicó Hao, viendo claramente, sin necesidad del reishi, que la mujer tenía escrito en la cara "¡Rayos, es demasiado linda!" y luego una expresión de dicha mezclada con calma, como si justo en ese momento podría morir sin arrepentimientos.
Y hablando de morir, ahora había posicionado sus brazos en su pecho tal cual como las momias en sus tumbas. Sin embargo, aunque voluntariamente se cayó hacia atrás, la caída de Zahira nunca llego porque de su propia sombra, emergieron unos oscuros tentáculos que la frenaron a tiempo y luego la enderezaron. Para después ver como la chamana de llamativo cabello morado, acariciaba feliz a uno de esos tentáculos.
{Gracias Érebo} Agradeció Zai a la deidad por siempre cuidarla. Al inicio cuando obtuvo a Érebo, éste era muy indiferente con ella pero nunca dejó de asesorarla e instruirla como chamán, tal como haría un profesor a su alumno. Pero gradualmente con el tiempo, la deidad oscura adoptó más cuidados y atenciones con ella, figurando más como un padre que un mero socio o instructor.
[¿…No qué estabas molesta?] Cuestionó Érebo, abriendo diálogo en la mente de la chamana. A quién pronto la escuchó reír.
{Lo estoy, pero también entiendo el porqué lo hiciste} Contestó en sus pensamientos con calma, escuchando pronto un suspiro masculino resonar en su mente para después ver como el tentáculo oscuro que justo ella acariciaba, subía por arriba de su cabeza y comenzaba a darle suaves palmaditas. Un gesto como si le acariciara la cabeza.
[Está atenta. Ese mocoso está planeando algo…] Le advirtió, antes de que los tentáculos se desvanecieran tal cual neblina. Mientras Zai concordaba con él en su mente, habría que ser un ciego ingenuo para no notar que los Seguidores de Hao estaban más hostiles de lo usual a comparación de cuando todavía desconocían su identidad.
Algo raro está pasando, y sospechaba tanto de Hao como de cierta alma milenaria que se ha mantenido muy callada desde ayer.
— Entonces…
La sedosa voz profunda del chamán de las estrellas se escuchó muy cerca para Zahira, casi como un susurro al oído, mientras sentía una presencia detrás de su persona, seguido de una proyección de sombra sobre su persona. Cuando giró a ver, se halló el rostro muy cerca de Hao, quién se había encorvado un poco dado a la obvia diferencia de alturas y tenía una sonrisa ladina como traviesa.
— ¿Empezamos con la cena?
Zai no reaccionó al inicio, tan sólo parpadeo en calma y luego le contestó con una sonrisa modesta pero genuina: — ¡Claro~! —Ella giró, yendo al gran comedor para sentarse. Dejando atrás a un pensativo e intrigado Onmyōji.
Hao con su reciente acto de tomarla por sorpresa, esperaba sacarle una reacción ante la peligrosa cercanía e ir recopilando más información de la joven chamana. Pero tanto su furyoku como su expresión, no se altero ni reflejo sorpresa, miedo, nervios, vergüenza o siquiera un sonrojo. Incluso Anna Kyōyama se sonrojo mientras intentaba disimular sus nervios ante él… cuando le coqueteó de manera descarada y se le acercó aquel día.
A cambio, ahora el adolescente le surgieron más incógnitas ¿Su actitud imperturbable ante sus esporádicas cercanías o coqueteos hacía ella, era por qué estaba acostumbrada a lidiar con hombres? ¿O ella estaba actuando, fingiendo no afectarle sus irresistibles encantos? ¿Era tan buena fingiendo como él? ¿O solo quizás ella bateaba para su mismo bando, en consecuencia, no le atraía los hombres…?
— ¿Señor Hao?
El llamado de la vocecita, saco de sus cavilaciones al aludido para descender su mirada y hallar los grandes ojos oscuros de Opacho que le miraban con curiosidad. Él le sonrió a la niña para avanzar hacía el comedor, seguido de cerca por ésta, ya que Luchist se fue detrás de Zahira.
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~ (…) ~
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— ¡Esto…!
Minutos después de que entre los Seguidores de Hao, lograron recuperarse por completo de los malestares causados por Érebo. Con Blocken que fue mandado por el milenario chamán a ser el intermediario entre las Hana-gumi y Bill como Hang mientras chequeaban el contenido de la gran bolsa de tela. Lograron organizar rápido las nuevas provisiones de alimentos como especies variadas que trajo Zahira, guardadas en el almacén de comida, con la excepción de algunos artículos que cada Seguidor tomó al acoplarse más a su gusto personal.
Una vez concluido esa tarea, Luchist dejó montada la cafetera como la tetera para qué esté lista luego de cenar y acompañar una de estas dos bebidas con las numerosas galletas que trajo Zahira. En cuanto Blocken, no tardó mucho en tener lista la comida, dado que consistió en ramen instantáneo. Un platillo que consistía en servir desde su recipiente de empaque, vertiendo agua caliente desde una jarra y al lado, en grandes platos planos, yacía servido varias guarniciones para acompañar el ramen como: vegetales rebanados, salsas, aderezos, huevos duros cocidos en rodajas, filete de pescado seco, queso, jamón serrano, entre otros.
Servido en tres bandejas de metal las diversas guarniciones, organizadas de manera armoniosa con un toque elegante por obra de Hang, Boris, Yamada y Luchist., a lo largo de todo el comedor para que nadie esté excluido de lo que se ofrecía como acompañamiento al ramen instantáneo. Además de las bandejas de metal en la mesa, estaban unos cuantos lotes apilados de ramen instantáneos sellados para repetir, más unos termos que contenían agua caliente junto con un vaso que contenía palillos chillos de madera desechables.
— ¿Pasa algo?
Cuestionó Blocken apático al escuchar a Zai, quién le "sirvió" el ramen instantáneo (entiéndase que solo se lo preparó en sus narices y luego le dio el indicativo cuando retirar la tapa de aluminio del empaque que evitaba que se escapara el calor del agua caliente).
— ¡Está muy buenooo~! —Exclamó Zahira que de un rostro serio paso a total dicha, floreciendo ante los ojos de los demás un cuadro de flores azahar. Creando un efecto embellecedor mientras tenía una expresión radiante, provocando que todos volvieran a mirar si era producto de su imaginación esas flores alrededor de la visitante. — ¡Los fideos están en su punto de cocción!
Blocken que era débil a los cumplidos, pronto la inicial apatía que mostró ante la chamana, se esfumó mientras reía avergonzado pero halagado.
— No es para tanto~ —Objeto modesto el chamán de legos.
Zahira negó, mientras que tragaba el bocado de fideos que recién se había llevado a la boca.
— ¡Está bueno! La textura, los condimentos, la temperatura, ¡Es un ramen perfecto!
—…Es instantáneo… —Puntualizo Boris, no siendo gran cosa al no ser un ramen casero cocinado desde cero. Ni siquiera llevaba caldo de carne, pollo ni pescado sino agua con los saborizantes correspondientes que simulan el sabor.
— ¡Es el ramen instantáneo perfecto!
Puntualizó también Zahira, creando igual el efecto de Blocken estar complacido con el cumplido.
— Intenta acompañarlo con el queso mozzarella y el jamón serrano, es lo mejor.
Zai obediente, siguió el consejo de Meyer, tomando con sus palillos un poco de las guarniciones indicadas para luego hacerse un bocado con los fideos empapados del caldo condimentado de su ramen.
— ¡Hmmm~!
Exclamó la chamana feliz, brillando sus ojos y viéndose que en verdad disfrutaba de algo tan simple como comer (a pesar que el menú no era nada elaborado). En cuanto Meyer, se le inflo el pecho de orgullo y algo de vanidad al ver que su recomendación, despertó el efecto deseado. Sin embargo, no todos cayeron ante ese "acto de simpatía".
— Eres muy fácil de complacer…
Comentó Kanna con ironía, pero Zai se limitó cabecear en afirmación sin perder su actitud risueña. No sabiéndose si capto o no, la burla desdeñosa entre líneas de la Alemana. Por supuesto, los Seguidores no se iban a dejar vencer.
Mientras que Hao, sólo se encargaba de disfrutar del Show mientras que Opacho le extendía la botella de soya para acompañarlo con el pescado seco que se ablandaba al sumergirlo en el caldo del ramen.
— ¡Ja! Si eso te parece tan bueno, entonces con los Baozi de carne alucinarías.
— ¡Ah! Ya los pobre ¿Pero varían de acuerdo a su procedencia, no?
Hang alzó las cejas como otros en el comedor, no esperándose que la mujer le siguiera el hilo de la conversación o que estuviera informada, ni que mantuviera una buena actitud. No viéndose pedante, a la defensiva o cautelosa. De hecho… se mostraba muy relajada, como si estuviera en una velada agradable y ordinaria…
— Sí, es correcto. ¿Alguna preferencia?
Zai pareció pensar su respuesta, mostrando una expresión indecisa: — No he probado todos los tipos de baozi, pero puedo decir que los que son salados me gusta acompañarlos con salsa de maíz, el dulzor cremoso…
— ¡Combina con el picante de la carne! —Completo Hang, sincronizándose con la chamana que se miraron sorprendidos (y aun más los demás) al no esperarse coincidir en gustos gastronómicos.
— Pero mejor le va con el del cerdo…
— ¡Por lo ahumado ¿No?!
— ¡Exacto!
Una risa cómplice brotó entre los dos, divertidos por la extraña e inesperada coincidencia de concordar. Ignorantes que los presentes en el comedor, no compartían su regocijo porqué se suponía que ellos deberían de hacerle la vida imposible a la acosadora de su Señor y sacarle información. No obstante, estaba sucediendo todo lo contrario…
Motivo porqué Peyote pateo debajo de la mesa a Hang, al estar más cerca del chino, quién por cierto pronto se giró con una expresión irritada e intimidante por el repentino altercado.
— ¿Qué te pasa, imbécil?
— ¿Qué te pasa a ti, manteca cejuda? —Le cuestionó en el mismo tono irritado y en un susurro. — ¡No fraternices con ella!
Hang cayó en su error, aun así no iba a dar su brazo a torcer en reconocer su desliz: — ¿Y era necesario patear?
— Es que me desconcentro la cara de estúpido que hacías.
Mientras que por un sector del comedor, se desataba una discusión donde Tabarsi tuvo que intervenir para frenarlos con ayuda de Bill. Zahira al ver que Zang-Ching no tenía intención de continuar la conversación, prosiguió risueña a seguir degustando su cena.
Todo parecía sumergirse en una aparente calma, hasta que explotó un grito impaciente que atrajo la atención de los chamanes que no tardaron en saber el origen del grito porque la entidad se materializo, siendo nada más que Ashcroft.
[¡Señorita Kanna, por favor permítame exigir un duelo!] Exclamó el caballero, hincando una de sus rodillas al suelo e inclinándose a la bruja fumadora, donde se ubica su asiento detrás de ella, la cual se giró con una expresión extrañada.
— ¿De qué estás hablando?
[Desde que vi luchar a la Dama Enmascarada en el coliseo, ¡Quiero probar su esgrima!] Explicó Ashcroft, mirando retador a la aludida quién prefirió centrarse en degustar su segundo tazón de Ramen. [¡Además, es una oportunidad para la revancha!]
La alemana puso una expresión malhumorada y amarga ante el recordatorio que a inicios de la Shaman Fight, peleó contra Zai y perdió. Al mismo tiempo, Matilda que su boca estuvo libre de toda comida, agregó:
— ¡De ser así, yo también me uno a combatir!
Matilda fue la tercera pelea de Zai y la que aseguró su participación a la Shaman Fight, dado que cuando se le asignó Opacho en la segunda pelea, Zai declaró que se rendía apenas que los Pache Thalim y Silver dieron las indicaciones de empezar a luchar.
— ¡Opacho también quiere!
[¡Aaah, no me copien Señoritas!] Protestó Ashcroft al ver que se entrometían en sus planes. Por otra parte, los hombres también se sentían tentados a querer unirse, Luchist como Peyote y Tabarsi eran los más curiosos sobre la fuerza de la mujer y el enigma de porque seguía a su Señor ¿Era una mera fan o tenía intenciones aun más turbias?
En el caso de Boris, Hang, Bill y Yamada, consideraban que no había nadie que fuera capaz de perturbar los planes de su Señor. Así que estaban indiferentes a la joven mujer, porqué aparte de que opinaban que si la chica todavía sigue viva es por alguna razón, es porqué así su Señor lo quiere… y no lo culpan, incluso ellos dudarían de matar a la acosadora luego de saber lo que se ocultaba debajo de esa máscara y ropa lúgubre; siendo toda una belleza exótica con el cuerpo perfecto tanto para pecar como satisfacer las fantasías de cualquier hombre.
Mientras que Blocken, tan sólo la ve como la cita de su hijo y, que por el momento, le ha resultado bastante simpática.
«Es un alivio, prefiero que se junte con esta chica que con Peyote. No me lo vaya a corromper y mancillar…»
Hao sufrió un breve ahogo al sorber mal el caldo de su ramen, creándole una picazón molesta en la garganta y por consiguiente comenzó a carraspear un poco, para sosegar la incomodidad en dicha zona. Todo porqué el pensamiento de exagerada preocupación paternal de Meyer, lo tomó un poco desprevenido, no sabiendo si reírse o considerar si tener una charla seria con el hombrecito de Lego para que le quede claro, que no es ningún niño indefenso como para que peligre su castidad.
— ¿Está bien Señor?
Cuestionó preocupado Luchist, quién estaba sentado enfrente de él junto con Zahira. En cuanto Meyer que estaba sentado a su lado izquierdo, mientras Opacho se sienta a su lado derecho; le servía apresurado un vaso con agua pero el castaño tan sólo alzó una mano en señal de que estaba bien y de manera amable rechazó el vaso extendido al negar con la cabeza acompañada de una sonrisa dúctil.
[¡Señorita Kannaaa~!]
— ¡Sei ruhig jetzt! —Gritó exasperada la chamana en su lengua natal con una expresión bastante intimidante, mientras imbuía su propio furyoku en su voz. Haciendo que el caballero hiciera puchero ante la escalofriante aura de su protegida y al obtener finalmente el merecido silencio, su expresión se suavizo mientras que se giraba hacía Zahira: — Hey, ya lo escuchaste ¿Y bien?
— Paso —Contestó, acabando su segundo tazón de ramen. — ¿Puedo repetir? —Cuestionó en voz alta y en un tono educado, sabiendo que tanto Luchist, Hang y Blocken son los encargados de administrar las provisiones por orden de Hao.
— Pues por lo general…
— Adelante.
— ¡Yaaay~! ¡Gracias!
Blocken y Hang al unísono aprobaron que repitiera por tercera vez, y al recibir la mirada apremiante de varios en el comedor cuestionándole por su repentina actitud hospitalaria (en Meyer era pasable, Hang era otro cuento…). Por lo que su buena actitud cambio de manera drástica, tornándose serios a quienes le dirigían tales miradas:
— ¿Qué? No es nada del otro mundo.
— Es normal que en días festivos, sumemos otro empaque de tallarines para repetir —Agregó Blocken en un tono como si fuera lo más obvio, concordando con el comentario de Zang-Ching, quien ya estaba huraño.
Boris y Peyote durante una tos fingida, exclamaron: — ¡Traidores! —Fue un murmullo, pero se alcanzó escuchar. En consecuencia, iba a dar inicio a otra disputa en el comedor de no ser porqué Kanna volvió a tomar la palabra:
— ¡CÁLLENSE! —Ordenó a Peyote, Hang, Boris y Blocken quienes se encogieron por el inesperado grito, dado que no se lo esperaron. Pero una vez que asimilaron la situación, la hostilidad era dirigida a ella, quién los ignoró al mirar enojada a Zahira que preparaba su ramen artificial: — ¡HEY! ¿Por qué no quieres luchar?
— ¿Y por qué no? —Le cuestionó con una expresión calmada. — Tú preguntaste, yo respondí.
— ¿Por qué evitarlo? Estoy pidiendo un duelo amistoso.
— Además es natural en chamanes luchar y medir nuestras fuerzas —Agregó Matilda, siendo respaldado por Luchist quién asentía al concordar con su comentario.
— Pues yo no —Contestó, destapando su ramen humeante y comenzando a comer. Recuperando su actitud risueña ante el primer bocado.
— Oh, vamos. Zahira… es saludable los duelos —Intervino Hao, al ver una oportunidad para sus propósitos de haber invitado a la chamana a su guarida. — Te ayudará a fomentar vínculos y a crecer.
Zai que sorbía sus fideos, miraba en silencio al milenario chamán al tenerlo de frente. Una vez que mastico y tragó la comida en su boca, se dispuso a tomar la palabra:
— ¿Es así? Debes haber hecho cien amigos en cada vida —Contestó con una sonrisa juguetona, camuflando la malicia como ironía en su voz.
— ¿Qué puedo decir? Es una de mis virtudes —Comentó con un tono fanfarrón, mientras que le mantenía el contacto visual a Kochō con un brillo malicioso y astuto en sus ojos castaños.
— Claro, y por eso hasta sus descendientes buscan en matarte a pesar de los siglos ¿No? —Rebatió sardónica. — Debiste dar duelos inmemorables, huh~.
— Si, lástima que sólo me topaba con mediocres que no sabían sobrellevar el perder.
— Oh, me imagino. Debió ser muy agotador para ti.
Comentó, siguiéndole el juego a él como si estuvieran charlando del clima y haciendo de la vista gorda en la malicia entre líneas. Motivo de que los propios Seguidores del Adolescente, se cuestionaran si estaban siendo sarcásticos o no por su charla tan amena.
— Igual, yo prefiero a lo clásico: preguntar si quieren ser mis amigos. Simple pero efectivo.
— Pero nunca es tarde para probar cosas nuevas —Insistió persuasivo. — O de lo contrario puedes perder la oportunidad de llevarte una grata experiencia.
Zai pareció considerarlo: — Lo pensaré, si me llamas "Hermana mayor".
La indispensable sonrisa de póker floreció en el rostro de Hao, con un toque un tanto rígido. — ¿Disculpa? —Cuestionó él, luego de unos segundos de silencio que reino en el comedor. El motivo es que los Seguidores en los esporádicos tiempos compartidos con su líder, comprendieron que éste no posee un buen concepto sobre la familia y siente cierto rechazo (por no decir aversión) a los títulos familiares.
Y por supuesto, Zahira no estaba exenta de tal dato sobre el milenario Onmyōji de las estrellas.
— ¿Por qué quieres tal cosa? ¿Algún fetiche culposo?
Se encogió de hombros: — En lo absoluto, en muchas culturas es común llamarse por tales títulos ¿No? —Le dio una breve mirada apremiante a los Seguidores, quienes prefirieron evitar todo contacto visual con ella al no querer meterse en esa camisa de once balas inflamables. — Aparte ¿Por qué no? De no ser por la brecha corta en la edad entre tú y yo, estuve casi de cambiarte los pañales.
— Prefiero que no.
— ¿Te niegas? ¿Por qué? —Cuestionó de inmediato, fingiendo sorpresa y preocupación. — De lo contrario podrías estar perdiendo la oportunidad de llevarte una grata experiencia.
Hao no pudo evitar reírse, no sabiendo si lo hacía por la insolente audacia de la mujer o fue un medio de liberar su disgusto. Nadie cuerdo o con un sentido de supervivencia, buscaría de hacerlo enojar. Sin embargo, Zahira Kochō parecía no importarle despertar su enemistad, yendo a otro nivel… que, en lo personal, se debate si es estupidez o valentía.
Y aunque no negaba que a veces le resultaba molesta, no podía evitar divertirle sus ocurrencias. Tal como Yoh y Anna, quienes aun después de saber quién era él, lo trataron igual como tratarían a los demás. No percibió de ellos, rechazo o miedo, sino curiosidad… aunque luego de su travesura hacía Anna de acorralarla en su primer encuentro, podía percibir de ella enojo, nervios y desconfianza.
No obstante, tanto Anna ni Yoh han observado la totalidad de su poder, ni de lo que es capaz de hacer. Tan sólo conocen por boca de otros sus acciones, siendo muy diferente de presenciarlo en persona de lo cual la propia Zahira ha sido testigo e incluso a sufrido varios de sus altercados, pero ella actuaba como siempre desde el primer día en que sus caminos se interceptaron.
…Resultando eso… muy novedoso como a la vez refrescante para él…
— Vale, tienes un punto —Admitió el castaño de muy buen humor, todavía sintiendo los vestigios de la risa haciendo cosquillas junto una ligera presión en su estomago. — Pero Zahira~ —La llamó en un canturreo sedoso que le iba perfecto con su voz profunda, dándole un toque coqueto: — Eso malograría mis planes de hacernos más cercanos.
— ¿Cómo amigos…? —Cuestionó con un tono ingenuo, sintiendo que la atmósfera alrededor de Hao era extraña… su mirada era más intensa de lo normal y no comprendía porque se sentía tan… indefensa… como si ella estuviera enfrente de un Predador.
— Nah, soy muy codicioso ¿Recuerdas? —Indicó divertido, descansando el peso de su cabeza en su mano enguantada mientras apoyaba el codo en la mesa de dicho brazo. — Es algo más entretenido.
Asanoha tan sólo se rio mientras que Érebo gruñó por el insolente descaro de ese mocoso. En cuanto Zai tenía una expresión calmada, pensativa y recia con una ceja alzada en escepticismo, cuando hizo el ademán de hablarle, un sonido de golpear la mesa atrajo la atención de los demás.
Siendo desde varios puntos que dejaba en duda, dado que Peyote se veía con varios de los utensilios, esparcidos a su alrededor por la mesa. Del lado de las Hana-gumi, también había otro desastre, no sabiéndose si fue Matilda quién se veía un poco nerviosa, intentando acomodar el reguero de comida fuera del plato y a Marion quién se había incorporado con un aspecto lúgubre, mientras Kanna se agarraba con una mano la cabeza como si sufriera una migraña.
— ¿Todo bien, Mari? —Cuestionó Hao tranquilo, no inmutándose por el repentino sonido. Dado que leía los pensamientos, supo de dónde provino el ruido y quién lo causo. No siendo ninguna de las chicas, aparte que no está en la personalidad de la lúgubre chamana italiana el ser ruidosa o el querer acaparar la atención.
La aludida al escucharlo, reaccionó y agarrando su muñeco para estrujarlo en un abrazo, ocultando en el proceso su avergonzado rostro por ser el inesperado centro de atención, contestó: — No, Señor Hao. Marion ya termino, con permiso.
Se marchó, retirándose a su dormitorio, dejando atrás a Matilda quién bufó al ver que quedaría sola en arreglar el reguero de guarniciones del lado de su mesa.
— ¿Entonces en dónde quedamos?
— En qué me darás ese Bánh-mì(*).
La sonrisa permanente de Hao se mantuvo, pero ya no mostraba esa aura imperturbable. Eso se debía que Hao a un lado de su ramen, en un plato aparte; tenía planeado cerrar con broche de oro su cena con una baguette hecha de pan blanco y harina de arroz, que contenía de relleno varios encurtidos de vegetales con tofu frito.
— No coincidimos en tal cosa —Recalcó, acercando dicho platillo más hacía él, dado a la intensa mirada de la chamana que le velaba sus bocadillos y con claras intenciones que no quería darle SU pan, el cual disfruta mucho comer.
— Lo harás si tanto te interesa en que tenga un duelo con Kanna.
— ¡Opacho también! —Intervino, resoplando por su nariz determinada y alzando una de sus manitos, como si estuviera diciendo "presente". — ¡La Señorita Zai me debe una pelea!
— ¡Oigan no, ¿Y yo qué?! —Protestó la pelirroja al ver que iba a quedar por fuera.
— Lucharé con las tres, al mismo tiempo.
Bill y Hang silbaron ante esa temeraria revelación, al mismo tiempo despertando cierto revuelo de escepticismo como expectativa en el comedor ¿La chamana ya no tan enmascarada estaba fanfarroneando o en verdad era capaz de luchar con tres chamanas poderosas del grupo? Sobre todo con Opacho, una niña que no conocen del todo el rango de su poder, pero definitivamente, las veces que la han visto luchar, quedan boquiabiertos y comprendiendo porqué es tan cercana al Señor Hao.
Incluso el mismísimo chamán de las estrellas, estaba interesado en presenciar dicha batalla. Si algo disfrutaba mucho, era presenciar duelos entre chamanes fuertes, y por el lado de las chicas de su grupo, lo son ¿Pero qué tal Zahira? En estos momentos, carecía de información importante sobre dicha mujer que estaba tan cerca de su madre. Debía pronto tener todo bajo control…
Más no esperaba que tuviera que sacrificar su bocadillo por capricho de esa mujer. Pensativo se relamió los labios y dijo:
— La mitad.
Zai que capto sus intenciones como comentario a la primera, contestó: — Completo.
— Un tercio.
— Un cuarto. Y no más.
La sonrisa de póker se vio reducida en una mueca rígida. Considerando otras opciones donde pudiera salirse con la suya, sin tener que sacrificar su Bánh-mì, por lo que apenas obtuvo una solución a su dilema; una sonrisa seductora floreció en su rostro.
— ¿Estás segura? Hay cosas más deliciosas que puedo darte…
Sugirió con un obvio doble sentido, pero para su disgusto los cristalinos ojos grises no se apartaban de la baguette. Si no estuviera está estúpida mesa de por medio, estaría seguro que desviaría esa mirada de su bocadillo hacía él, enfocándose únicamente en él y nada más.
— Si. El Bánh-mì en ese plato.
Zai, sabiendo que él no quería cederle el bocadillo, le hizo presión al extender su mano y sostener con dos dedos un extremo del plato. Sabiendo que si las miradas mataran, Hao ya le fuera amputado el brazo entero al calcinarlo vivo tal como le hizo a Blocken.
Una lucha de miradas se desataba entre los dos chamanes, no dispuestos a dar su brazo a torcer. Y para ser honestos, a los ojos de los Seguidores no podían evitar sentir cierto respeto a la visita de su Señor porqué mantenerse firme ante esa penetrante mirada fulminante del Onmyōji. Aunque también lo más desconcertante era ver a su Señor actuar más acorde a la edad física que tiene.
— Señor Hao… —La vocecita de Opacho atrajo la atención del aludido junto a su insolente cita. Teniendo la niña un rostro preocupado y triste. — No tiene que ceder su Banmi, Opacho hallará otro modo.
El castaño al ver la genuina preocupación como resignación de la pequeña, mientras que priorizaba los intereses de él y omite los suyos propios… sus dedos que sostenía el plato que contiene su pan, cedió y naturalmente fue arrebatado de su agarre.
Bufó, resignado a su pérdida de su baguette e iba a retomar su ramen que ya estaba tibio, cuando escuchó que el plato le fue regresado. Observando cómo había un trozo de la Bánh-mì, alzó su mirada apremiante para ver a Zahira que ya le estaba dando un mordisco a la mayor parte del pan, comparado al trozo que tenía que en dos bocados, desaparecería.
— ¿Fue lo qué acordamos, no? —Indicó, como si fuera lo más obvio ante su mirada. Pero él mantenía una expresión de niño enfurruñado. — Sí no lo quieres…
Zai hizo el ademán de recuperar el trozo que cedió, pero un pequeño manotazo impactando contra su mano, detuvo su acción al mismo tiempo que Hao acercaba el plato con su trozo que le corresponde.
— Es mío.
Los Seguidores se quedaron boquiabiertos, no esperando ese reaccionar un tanto infantil de su Señor lo cual era chocante dado a que siempre se le veía tan templado, tan autosuficiente. Y fueron raras las veces, por no decir nulas, que él les daba otra cara, como cuando lo veían más entusiasta o animado de lo normal cuando una comida o golosina llamaba su interés. En cuanto Zahira al ver esa expresión de niño caprichoso, no pudo evitar reírse… haciendo que Hao le mirara malhumorado y apremiante.
— ¿Qué es tan gracioso?
— No es nada, sólo recordé algo —La sonrisa radiante y genuina, le hizo saber al milenario chamán que la risa no iba con intenciones de burla o algo similar. Por lo que abandono toda actitud defensiva, teniendo una sospecha a qué recuerdo se refería ella. — Aunque sí que tienes la mano pesada —Refunfuñó ella de manera dócil, al todavía resentir el pequeño manotazo en el dorso de su mano donde él ni aplico verdadera fuerza. —…Supongo que es hereditario.
Hao ignoró el comentario que hacía alusión a su madre, retomando su comida en silencio siendo pronto seguido por Zai y Opacho. Sin embargo, a los ojos de los más observadores en el Séquito, siendo casi la mayoría, podían percibir una complicidad entre los dos jóvenes. Despertando la incertidumbre de ¿Quién es Zahira Kochō? ¿Desde cuánto tiempo su Señor la viene conociendo? ¿Y qué es ella para su Señor…?
No parecen enemigos.
Tampoco amantes.
Ni mucho menos amigos.
¿…Entonces?
[¡Oigan! ¡¿Y mi duelo?!] Protestó Ashcroft insistente, sacando de las reflexiones de los Seguidores e interrumpiendo ese extraño silencio sepulcral pero relajado que los rodeaba desde que presenciaron el pequeño debate entre su Señor y su "cita".
— ¡Tú si chingas, cabrón! —Protestó Peyote, tirándole una de las servilletas ya usadas y hecha una bolita; al caballero que por obviedad le iba a traspasar.
— Lucharemos después, y solo después, de haber comido —Aclaró Zahira al fantasma que se mostró descontento más no comento nada más, porque la mirada escalofriante de Kanna era una clara advertencia que se callara y ya no molestara más.
Quedando así, el resto de la cena tranquilo hasta la esperada pelea entre las chamanas.
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FIN DEL CAPÍTULO 18.
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GLOSARIO
(*) Bánh-mì. Es un bocadillo típico de la cocina vietnamita elaborado con una baguette de pan blanco y harina de arroz. El bocadillo contiene algunos encurtidos de zanahorias, daikon (rábano japonés), cebollas, cilantro, y bien carne o tofu. Los rellenos pueden variar, pero los más populares incluyen cerdo, pollo, paté y chicharros. Para más información, buscarlo de una fuente confiable.
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¡Hola~! ¿Creían que no iba actualizar está semana? Pues ya ven que no. Como dije, si no actualizo los jueves (dado que me quedan atravesados), actualizó los viernes. Y si no actualizo en ninguno de estos dos días de la semana, la actualización se corre a la siguiente semana y así sucesivamente hasta finalmente actualizar.
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Gracias a Lady'z Phantom por siempre comentarme en cada actualización, aprecio mucho que compartas tus opiniones y sobretodo lo que te va gustando de cada capítulo. Me alegro que disfrutaras el anterior. Por cierto, es curioso que no hayas mencionado nada sobre los FanArt, hay un capítulo especial con dicho título que publiqué en Ao3 y Wattpad que contienen unos cuantos FanArt como también información relevante de Zahira Kochō. Si ya los viste, chévere y si no, ya sabes que si gustas, puedes ir a darles un vistazo en las plataformas ya mencionadas.
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En cuanto al Capítulo. ¿Qué tal les pareció? Me aseguré de hacerlo un poco largo, y vaya que me tardé en publicarlo porque borré muchas veces porque sentía el final forzado hasta que POR FIN, me sentí satisfecha con este cierre de capítulo. Espero que lo hayan disfrutado, mis partes favoritas son las de Hao y Zai, y Zai con Opacho. ¿Qué les parecieron la interacción de todos? Espero haberles sacado una que otra sonrisa o una buena carcajada. Ya en el siguiente capítulo se viene un avance inesperado, está relacionado con Hao, vendrán más pistas e Yoh adoptará un papel más activo.
Sin más, me despido. Nos veremos en el próximo jueves o viernes, de no hacerlo en la semana que viene, se corre la actualización. Bye, cuídense.
