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— Diálogos, ya esté en formato de negrita, cursiva, cursiva-negrita o normal —
«Remembranzas»
{Pensamientos}
[Diálogos de Espíritus] o [Diálogos de Espíritus]

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The Curse Project
Por: Fjola Lovely.

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CAPÍTULO 19
Posdata

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¿Qué hiciste?

En la Fábrica, lugar donde se hospeda Hao y sus seguidores, ha estado agitado desde tempranas horas de la noche. Posteriormente, fue una bendición el hecho de estar ubicados en un lugar remoto de la isla, dado que se tornó aun más agitado con la batalla chamán que se desencadeno. Todo estuvo bastante entretenido para Hao, recopilando información interesante… hasta que Opacho se vio afectada, siendo la primera en caer y la última que seguía sin recuperarse.

Motivo del porqué apenas concluyó la batalla, Zahira quién charlaba de manera animada con Kanna, Matilda y demás seguidores que se aproximaron a unirse a la charla. Fue interrumpida abruptamente con Hao posicionándose detrás de Zai y excusándola en su lugar ante sus seguidores para luego ser envueltos en un remolino de fuego rojizo y desaparecer…

Para reaparecer ahora en el dormitorio de Asakura Hao, quién miraba cada movimiento de Zahira mientras que examinaba a una Opacho que dormía profundamente en su cama.

— Está dormida, no es grave.

— Hace media hora atrás dijiste qué despertaría en "unos minutos". ¿Cuántos minutos te referías con exactitud?

Cuestionó el milenario chamán en un tono peligroso camuflado bajo esa escalofriante actitud calmada, tomando del antebrazo a la chamana que estaba ubicada a un lado de la cama tamaño matrimonial y acercándola hacía a él de una manera un tanto tosca pero sin infligirle verdadero daño. Ya que ni siquiera ejercía presión en su agarre.

— Si, lo dije —Lo confrontó con la misma actitud severa. — Pero hay un efecto secundario en la técnica que induce el sueño, si la persona yace agotada de manera física, mental o incluso emocional, puede tardar en despertar en unas horas.

— ¿Ahora son horas? —Alzó una ceja escéptico. — Me parece esa técnica tuya demasiado inconsistente ¿Para empezar por qué la usaste con Opacho?

— Porqué es la técnica más inofensiva que tengo —Hizo el ademán de liberarse de su agarre, pero no hizo efecto alguno. La mano del adolescente se mantenía firme como si fuera de un fierro alrededor de su brazo.

— Voy a disolverla…

— Hazlo, y lastimarás a Opacho —Hao le miró, como cerciorándose de sus palabras y al ver que ella le mantuvo la mirada, sin vacilarle con una expresión seria como severa. A la vez que su flujo de furyoku se mantuvo constante. Comprendió que no le mentía… — Ya para mañana, estará despierta y tan fresca como una uva.

Se mostró pensativo, camino fuera de los límites del dosel de la cama y una vez fuera, la libero de su agarre: — ¿Acaso tú no puedes anularla?

— No, porque es tan sólo un vestigio de habilidad que heredé.

— ¿El linaje de Kuro Miko, huh? Continúa —Ordeno, tan digno como si fuera un Rey ante un plebeyo en medio de una audiencia, mientras que se sentaba en una de las dos sillas con mesa redonda incluida que, se ubica a la mitad del dormitorio, cerca de los grandes ventanales de la pared que abarcan de extremo a extremo. Dándole desde su lugar como panorama la cama donde duerme Opacho.

La chamana de exótico cabello morado entrecerró sus ojos, tenía una expresión un tanto exasperada. Más no por la arrogancia ni vanidad de Hao (ese era su sello distintivo), sino porque no podría largarse hasta que satisfaga la curiosidad del joven, de lo contrario, él la subyugaría. Dado a que no está muy contento con la reciente situación de Opacho, ganas no le faltaría al milenario chamán de someterla o incluso matarla.

Tenía a Érebo para respaldarla, incluso Asanoha que posee cierto conocimiento al chamanismo. Sin embargo, sería estúpido luchar cuando las llevas todas de perder y en consecuencia, empeoraría todo. Por consiguiente, Zai a regañadientes se fue a la otra silla disponible y se sentó, quedando frente del castaño con la mesa redonda de por medio entre ellos.

— Sí y no. Es más del linaje de mi padre. ¿Te suena el apellido Uykusuzluk?

Hao pareció meditarlo para luego alzar una ceja escéptico: — ¿No que se habían "extinguido"?

Una risa vacía y cínica brotó de los labios femeninos, girando a verlo con una dulce sonrisa que más que despertar simpatía… expresaba de manera mórbida cierto sentimiento torcido y oscuro.

— Pues como verás, todavía existen residuos de ellos por ahí —Declaró. —…O al menos yo tengo la dicha de estar en esos residuos, quién sabe los demás.

El adolescente la observó en silencio, tendría que ser un verdadero ingenuo ignorante para no reconocer el tono sarcástico como el claro disgusto de la mujer al hablar del tema. Y para ser honesto… ver a Zahira Kochō que, desde que reveló su identidad debajo de la máscara, por lo general muestra una actitud deslumbrante, juguetona, bromista y risueña; ahora muestre una faceta tan discordante de su personalidad habitual al ser siniestra y oscura…

Le incentiva su curiosidad de indagar porqué esa faceta tan obscura.

— Curioso. ¿Entonces desistieron a su idealización de "mantenerse puros"?

Las cejas de Zai se movieron en un tic, mientras que sus manos que estaban sobre la mesa, comenzaron inconscientemente a moverse en un efecto distractor para ella.

— No realmente. Continuaron casándose entre ellos mismos, para cuando vieron que el poder heredado por siglos del cual se enorgullecían tanto, se desvaneció y sus habilidades chamanas decrecieron hasta ser comparado a los de un humano ordinario con la cualidad de ver fantasmas. Buscaron desposar mujeres fuera del apellido familiar, más no funcionó…

— Era natural ese resultado.

Suspiró entre descontento y aburrido Hao, escuchando el breve relato que le refresco la memoria del clan Uykusuzluk. Tuvo la oportunidad de conocerlos en su vida como Pache, cuando estaba por los lares de lo que es ahora el Continente Europeo y después de tan decepcionante reunión con ellos, conoció los antepasados de Boris que recompensó su pérdida de tiempo con ese mediocre clan chamán. Poseían un poder bastante llamativo e interesante que desde siglos anteriores, incluso en su primera vida, escuchó los rumores que despertaba el terror en las personas. Incluso los propios chamanes temían al escuchar su apellido, por su singular habilidad psíquica que consistía en manipular los sueños y memorias ajenas, eso incluía predicciones inducidas por el sueño y hasta la mente misma de la persona que era sometida a la técnica.

No obstante, para cuando los conoció en persona, la técnica decreció tanto debido a la insistente costumbre incestuosa de desposarse entre familiares. En consecuencia, llevó a un deterioro en la genética reflejándose en los poderes y otras dolencias fisiológicas. En aquellos tiempos no era mal visto el casamiento y procreación entre familiares, era algo hasta común, pero eventualmente comenzaron a través de las religiones; a proveer a no reproducirse entre parientes, calificándolo como un "pecado" con la finalidad de evitar futuros problemas fisiológicos en las próximas generaciones.

Incluso en su primera vida, observó mucho como entre hermanos o padres e hijos se desposaban y procreaban, el clan Asakura que fundó no fue la excepción. Incluso a él más de una vez, quisieron meterle por los ojos alguna hija suya con los fines de garantizar futuras marionetas poderosas que pueda disponer la propia Corte Imperial. Por suerte, pudo zafarse de esas molestas plagas y de siquiera meterse con alguna de sus hijas al extorsionar a esos malditos humanos y usando a su favor tanto el reishi como el temor que enfundaba en las masas ante su abrumador poder chamán.

— Entonces… ¿Tú de qué filiación vienes? —Retomó la conversación, ya que un silencio sepulcral reino sin aviso al sumergirse ambos en sus propios pensamientos.

Zai que miraba por la ventana, meditabunda y sin su habitual actitud risueña. Reaccionó ante su pregunta, saliendo de su parcial letargo: — Oh no, tengo antecedentes por parte de los antepasados de mi padre pero yo no fui producto de algo incestuoso.

— De ser así… ¿Significa que de tu madre heredas la sangre Kuro Miko?

El castaño no se percato por darle un vistazo a Opacho, pero en el momento que hizo referencia a la madre de ella. La chamana se estremeció mientras tenía una expresión calmada e indescriptible, fue en unos breves segundos sus reacciones, para luego sonreírle como si nada:

— ¡Bingo! Adivinaste muy bien —Apoyó sus codos sobre la mesa, mientras que usaba sus manos para recargar el peso de su cabeza mientras miraba al Onmyōji. — ¿Satisfecho con la recopilación de información de hoy?

— No realmente —Contestó divertido al ver que ella observó y leyó de manera correcta sus intenciones de porqué la invito a su guarida. Más no era motivo de verdadera alabanza, porque nunca las oculto. — Me contaste la leyenda, pero no el motivo en tú caso.

Le hizo una cara de puchero mezclado de resignado cansancio. — Caray, que curiosidad más implacable. Serías el orgullo de las viejas chismosas de cualquier vecindario.

La sonrisa superficial de póker floreció en los labios masculinos. — Continúa haciendo esas bromas sin gracia, y pronto me verás actuando como el Rey piadoso que soy, impartiendo disciplina al quemar a sus diminutos siervos.

— ¿Y con esa boca fuiste un picaflor? —Alzó una ceja escéptica, sin amedrentarse por la amenaza entre líneas.

— ¿Curiosa? —Le cuestionó con un tono seductor y sonrisa maliciosa, mientras se inclinaba hacía ella. Aunque la distancia acortada no fue mucha, dado a la mesa de por medio.

— Nah, tú madre me contó el chisme sin dejar nada a la imaginación.

Zai no logró verlo, pero una esquina de la comisura de los labios de Hao tembló en un tic.

¿Qué?

— Descuida, mis labios están sellados —Aclaró despreocupada. — Recapitulando el tema, mi caso es que, como ya sabes la sangre Kuro Miko posee ciertas "irregularidades" y gracias a tal atributo particular, provocó el "milagro" que una habilidad que se supone yacía extinguida, volvió a resurgir pero es una mera partícula de polvo en comparación a la fama que le antecede.

El castaño tardó unos segundos en responder, ya que si bien mantenía su permanente sonrisa, parece que no le causaba gracia el hecho de tan sólo imaginar que un desconocido conozca de su vida privada. Él era muy meticuloso en revelar información personal, siendo bastante controlador en eso ya que aprendió que el más mínimo fragmento de información, puede ser un arma de doble filo.

Pero conociendo a su madre como una persona reservada y de la fuente que le contaba la novedad, dudaba que fuera real… ¿Verdad?

— ¿Me dices qué solo duermes a la gente?

— Ajá… —Contestó bostezando. — Bueno, ya te respondí —Se levantó de su asiento, con clara intención de irse…

— No dije que puedas irte.

Zahira qué sintió de nuevo ser agarrada por uno de sus antebrazos, giró a confrontar a Hao con una expresión de fastidio y no muy sorprendida por la insistencia del milenario chamán.

— Ya es tarde y quiero dormir.

— Puedes dormir aquí, al menos hasta que Opacho despierte.

La chamana puso los ojos en blanco mientras le dedicaba el fastidio mezclado con exasperación en su más pura expresión, tatuada en todo su rostro que le daba un aire chistoso… al menos a los ojos de Hao. La chica tenía la cualidad de expresar tanto con su cara como lenguaje corporal lo que pensaba, eso le resultaba conveniente ya que no le puede leer la mente… pero a la vez, le divierte sus reacciones que son poco convencionales, superando sus expectativas.

El motivo del humor sombrío de Zai, es que el hecho que el Onmyōji le insista quedarse hasta que despierte la niña, significa que toda su explicación de su árbol cronológico ni siquiera fue considerado por él y que la conclusión seguía siendo la misma: Hao desconfía de ella.

No es como si esperara su absoluta confianza o un voto de fe, sabiendo lo paranoico que era y lo entiende. Lo que le molesta, es que le diga que explique sus argumentos, los cuales ni siquiera va a considerar haciéndole perder a ambos el tiempo. Solo porque al final las únicas explicaciones que valen para él son las suyas propias.

— Bien —Contestó finalmente, provocando que el adolescente le mirara con curiosidad. — ¿Ahora me sueltas? —Él se mostró reticente al inicio, pero cumplió en liberarla de su agarre.

A continuación, Zahira caminó hasta el sofá que yacía al fondo del dormitorio, teniendo a mano derecha un pequeño estante como biblioteca, y a mano izquierda esta una puerta que conduce al baño del dormitorio. Una vez cerca de su destino, la mujer se acostó en el mullido sofá sin importarle la apremiante mirada persistente del castaño, declarando un breve "Buenas Noches" mientras le daba la espalda.

— No tienes que dormir ahí.

Más no escuchó respuesta, cuando se acercó para indagar por su silencio. La encontró profundamente dormida, la respiración pausada como el flujo lento del Furyoku circulando por su figura delataba su condición. Él no supo si reír o aplaudir por las ocurrencias de la joven mujer, incluso con su identidad oculta, le era a la mar de divertida e intrigante. Es decir, ¿Quién rayos duerme con el supuesto enemigo y así de fácil?

O ella está muy cansada, o en verdad es muy confiada e ingenua.

«O sólo es estúpida» Pensó, pareciéndole la tercera opción más lógica. En fin, no le dio muchas vueltas al tema e hizo el ademán de cargarla, pero una voz seca y profunda le interrumpió antes de poder tocar a Zai:

[¿Qué haces?]

— Ser un buen anfitrión —Contestó, alzando la mirada para ver en el respaldar a Érebo en forma de Lechuza con una expresión aburrida como seria.

La deidad suspiró [Pierdes tu tiempo chico, para Zai el lugar no es un impedimento para dormir], Hao mantuvo su sonrisa de póker pero no podía evitar sentirse extraño al ser tratado como un "mocoso", "chico" o "niño" por la entidad. Estaba más acostumbrado a recibir el respeto, admiración como temor de su alrededor, pero Érebo parecía no importarle los status o ser irrespetuoso.

— Igual no me importa ponerla más cómoda.

[Ajá…] Dijo con desgana y entrecerrando los ojos. [¿Y esa comodidad supone dormir en dónde o con quién…?]

¿No es obvio~? En mi cama, conmigo.

Si las miradas hablaran, Hao estaba seguro que un insulto le estaba siendo dirigido por esa fría mirada cargada de desdén. Aun así, el adolescente ni se inmuto, más bien pareció disfrutar molestarlo. Descubriendo que la debilidad de la deidad era Zahira, anotándolo en su mente para futuras "charlas amistosas" con Érebo.

[Ahórrate las molestias. Ella duerme aquí] Recalcó la palabra "aquí" en referencia al sofá y no en la cama.

¡Oh vamos~! —Exclamó en un tono sedoso y jovial con ese profundo timbre aterciopelado. — Insisto, debo ser un buen anfitrión.

[Ja. Veo que heredaste la terquedad de Asa]

Ahora era el turno del castaño mostrar una expresión rígida. Era obvio que no le gustaba la actitud confianzuda con la que se refería a su madre. — Asanoha —Mencionó tajante, la deidad pareció desconcertado por unos segundos y luego capto, bufando mientras le daba una mirada entre burlona como condescendiente.

El ruido proveniente de la cama, atrajo la atención de ambos hombres para luego volver a medirse entre ellos con la mirada y sumergidos en silencio. Unas miradas frías, chocando los vacíos ojos blanquecinos del animal con los ojos castaños con tintes rojizos. Fue breves segundos, pero pareció minutos, los cuales concluyó el contacto visual cuando Hao fue a indagar en la cama, observando que Opacho seguía profundamente dormida pero había cambiado de posición de dormir.

El adolescente viendo que su visita estaba fuera de servicio y el único disponible era su espíritu huraño. Prefirió arreglarse para dormir, quitándose su poncho que dejó colgado en el perchero al entrar al dormitorio. Luego se quitó los guantes con adornos de lego, situándolo en la mesa de noche, del lado donde duerme junto su Oráculo Virtual en color rojo y negro.

Escucho un aleteó que le hizo enfocar su atención donde se origino el ruido, para ver a Érebo ahora en el sofá, usando sus poderes de oscuridad para poner un cojín debajo de la cabeza de la dormida chamana con cuidado de no despertarla. Ignoró el asunto, volviendo a retomar su tarea de ponerse cómodo, quitándose sus pendientes para ponerlo a un lado de la mesa de noche pero parecía pensativo.

Al final, segundos después se dirigió al ropero que estaba del lado de Opacho, a un metro alejado de los límites del dosel de la cama y buscó desinteresado hasta hallar lo que buscaba para luego dirigirse hacia el ave, quien justo en ese momento, se mostraba satisfecho en su labor de dejar cómoda a su protegida en el sofá.

— Ten —La entidad giró a verlo con un semblante indiferente, fueron unos segundos pero fue lo suficiente para él retomar la palabra: — Si no-…

[Gracias] Contestó de manera simple, volando en un parpadear frente a Hao y tomar con sus garras la sábana doblada que le era extendida. Mientras que el adolescente escéptico le miraba con una ceja alzada, no esperando recibir tal agradecimiento sino comentarios ariscos.

— No esperaba que tuvieras modales —Indicó con algo de burla, pero en el fondo diciendo lo que pensaba.

[El hecho que no me agrades, no significa que me rebaje a la descortesía] Contestó tranquilo la Lechuza, más concentrando en su tarea de arropar a su protegida con la sábana ofrecida.

El adolescente asintió, concordando en el fondo con su explicación. Hablar a base de groserías, no te hace ver genial ni inteligente o astuto, solo delata que posees un mezquino léxico. — Pero igual me llamas como mocoso.

La deidad que estaba en el sofá, por arriba de la cabeza de su protegida soltó una modesta risa. [Es porque lo eres, no solo porque tengo más años existiendo. Sino porque tus actitudes me lo afirman] Rotó su cabeza en dirección al adolescente, pero su cuerpo se mantuvo en dirección a la chamana durmiente. [Y porque a veces me recuerdas al estúpido insoportable de mi sobrino]

Hao prefirió no indagar a cuál sobrino, pero tenía una sospecha de quien podría ser. Aparte, decidió dar por finalizada la conversación al irse directo a la cama, usando únicamente sus pantalones. Si no tuviera que compartir la cama con Opacho, podría dormir como prefiere, desnudo. Pero tampoco no es que le molestara dormir con ropa, ya que lo hacía a veces cuando duerme una siesta a la intemperie.

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En el hostal bajo el nombre temporal "Funbari Onsen", las cosas iniciaron siendo unos madrugadores porque Anna levanto a Yoh y por tanto a los demás que residen en la posada, especialmente los chicos que sufrieron de primera mano el altercado de los Oni. En consecuencia, ahora los chicos malhumorados le estaban haciendo la cruz al joven Asakura y estaban comprometidos a vetarlo del dormitorio.

— ¡Vamos chicos~! No es culpa de Yoh —Defendió Manta a un ofuscado HoroHoro, un sombrío Ren y un moribundo Chocolove.

— Gracias Manta. ¿Lo ven? Están exagerando…

— ¡¿Exagerando?! —Exclamó Horo con un tono un tanto agudo y alterado, pareciendo la típica Señora que busca pleito en los autobuses o cualquier otro lugar donde pueda sacarle partido a su avanzada edad. — ¡Yoh! Tal vez a ti te sea normal en tu nidito del amor ¡Pero para nosotros, levantarnos con una-…!

¿Una qué? HoroHoro.

Anna que estaba al otro extremo del pasillo, lugar que conducía al comedor y a donde se dirigían ellos; estaba la Itako con esa postura desafiante como peligrosa. Chocolove, Yoh, Ryunosuke y Manta, de inmediato dieron un paso hacia atrás. En cuanto Ren, si bien no se movió por orgullo si se estremeció al escuchar la voz femenina imbuida de un pesado furyoku. Horo, que tampoco retrocedió ante la presencia de la rubia, cegado ante el mismo enojo pero igual, su instinto se sobrevivencia, le trajo un poco de raciocinio motivo de porque estaba sudando frío.

¿Y bien?

El Ainu, bufó cruzándose de brazos y aun mostrándose digno, contestó: — Es una charla entre hombres. No lo enten-

— Ya veo, entonces no es nada importante.

— ¡Oye…!

El entorno se torno difícil y fue porque el furyoku de la chamana, subió de manera abrupta. Cuando miraron el rostro de la rubia, observaron su mirada feroz que estaba más intimidante de lo usual:

¿Qué están esperando? —Cuestionó sus ojos ambarinos brillaban con tonos dorados, haciéndolo más brillante y casi podrían jurar que visualizaban a una Leona rugiendo detrás de la figura femenina. — Tamao ha servido el desayuno ¿No bastándole que les damos nuestro techo y dé comer, quieren que se desperdicie?

Chocolove alzó una ceja confundido, ya que tenía entendido que la verdadera posada que siempre anda comercializando Anna está en Tokio, Japón. Mientras que la posada amueblada donde residen de manera temporal en la isla, fue puesta por los Paches, por lo que no comprendía el reclamo. Incluso parte de las provisiones fue aportado en un inicio por los propios Pache.

Pero lo que ignoraba el Neoyorkino al no estar familiarizado con Anna, en comparación con los demás amigos de Yoh, es que ella comercializo (extorsiono) a los Pache para recibir una posada que pueda usar para obtener ganancias y hacer propaganda al Funbari Onsen ubicado en Tokio (motivo porque hay un gran cartel que cuelga desde el techo del segundo piso con el nombre del Local y sus servicios).

— Entiendo —Comentó Ren un tanto arrogante, recibiendo la mirada fría de la Itako y la de los chicos con cara de advertencia que se quedara callado o iba a ser peor. — Si ese es el problema, entonces solo debemos irnos a vivir a otra parte.

— ¡¿Irnos?! ¡Eso me suena a manada! —Protestó Ryunosuke, mientras que el rostro feroz de la chamana se suavizaba un poco y mostraba expectativa con las palabras del joven Tao.

— No me refiero a ti, desde un principio convivir con equipos rivales ha sido molesto —Indicó el Taoísta, tomando del cuello de sus respectivas camisas a; Horo como a Chocolove que tenían una cara de desconcierto mientras se señalaban así mismos.

— What the hell is wrong with you, man?! —Cuestionó McDonnell en su idioma natal y marcado acento de sus orígenes. No es que estuviera precisamente molesto, peores cosas le han pasado, pero la actitud precipitada y arrogante del Chino a veces le exasperaba.

— ¡Cierto! ¡Piensa en la comida…!

— ¡¿Qué?! ¡No! ¡¿Dónde carajos vamos a vivir?!

No habían más posadas disponibles, muy diferente de aquí que estaban desocupados y cómodos a comparación de otros lugares. No sólo los participantes residen en la Isla temporalmente, a veces también los mismos espectadores deciden quedarse que ir a la ciudad de Tokio.

— Somos chamanes, será fácil…

— ¿Nos iremos a quedar con tu familia? —Cuestionó directo Horo, pareciendo esperanzado ya que estaría con la linda de Jun y de por sí, la posada donde se queda los Tao es más lujosa. Para el Ainu, lujo significa deliciosa comida.

NO-…

Un gran kanabo de hierro se interpuso en el camino de Ren que retomó en arrastrar a Horo y Chocolove. — ¿Qué significa esto?

— Primero comes, luego se pueden largar —Indicó Anna, no amedrentándose por la actitud déspota del joven Tao ni porque incrementó también su Furyoku. — Tamao se esforzó preparando el desayuno.

— Ja. Creo que deberías conocer tú lugar —Contestó sardónico. — Si quieres mangonear, hazlo con tu marido y no estorbes…

Ryunosuke, Yoh y Manta empalidecieron. Horo y Chocolove ya le estaban echando la bendición a Ren, deseándole el descanso eterno. Mientras que Anna suspiró, no pareciendo alterada o enojada… lo cual eso inquietaba aun más.

— No esperé que el joven heredero Tao fuera tan malagradecido —Comenzó la Itako con su habitual actitud pragmática. — Parece que tendré que hablar con Jun y-

— ¡Mi hermana no tiene nada que ver aquí! —Protestó el Taoísta elevando sin querer la voz.

La Itako se encogió de hombros, haciendo una expresión de resignación. — No me dejas opción. Te recibimos hospitalarios ¿Y así nos pagas? Comparados con los Asakura, los Tao parecen carecer de educación básica.

El joven castaño pronto comprendió que, Anna estaba chantajeando a Ren de acusarlo con su hermana mayor, si no obedecía como si fuera un niño pequeño, de por sí, le echó más leña a la candela al hacer una comparativa a su orgullo de su estirpe. Por mucho que el Chino tuviera cierto rechazo a sus padres y abuelo, por haberlo reprimido tanto bajo la excusa de protegerlo, en el fondo los amaba. Eran su familia después de todo, a pesar que no son perfectos, siempre tuvieron buenas intenciones con el pequeño Chino.

Un choque de miradas como voluntad se desato entre la Itako y el Taoísta, dorado y ámbar chocaban fuertemente hasta que el Chino, gruñendo, comenzó a caminar a regañadientes hacía el comedor donde los espera Tamao y el resto del grupo. No sin antes aclarar, que luego se largarían. En el proceso, Horo y Chocolove eran arrastrados como trapos, limpiando con sus traseros el suelo pulido de madera.

— Espera Anna, no creo…

— ¿Y ustedes qué?

Ante la gélida mirada ambarina, Umemiya como Oyamada pusieron pies en pólvora y se dirigieron al comedor. Dejando atrás a la pareja adolescente.

— Anna —Volvió a llamar Yoh. — No es necesario llegar a ese extremo con Ren y-…

— Si ellos se van. Habrá más postre para ti.

Basto dicho comentario, más una significativa mirada de su joven esposa para él captar el mensaje que ella le insinuaba.

— Bueno, no se puede hacer nada —Cedió de inmediato el castaño con un rostro resignado y con fingido pesar. — Igual pueden venir de vez en cuando ¿No?

Anna suspiró, quisiera nunca tenerlos rondando en su temporal casa, pero no podía acaparar a Yoh para ella sola. También darse cada uno su espacio, ayudaba a mantener sus mentes despejadas para cuando estén juntos. Aun así, el problema es que todas las amistades de su joven esposo eran demasiado escandalosos para su gusto.

Muy de vez en cuando.

El castaño se rio al ver que con esa respuesta, cedía a duras penas pero igual cedía. Por lo que tentado, se inclino y la beso en la mejilla. No tardó en oírla protestar, por lo que no se hizo de rogar y pronto busco sus labios. El casto beso se torno gradualmente en besos húmedos que, iban a un ritmo pausado, dándose su tiempo de saborear el momento…

Pero el Oráculo Virtual comenzó a sonar, tenían en mente ignorarlo y continuar disfrutando de su sesión de besos. Lástima que es más fácil pensarlo que hacerlo, Anna gruño en medio del beso al ver que el aparato no se callaba como una molesta alarma, por lo que el momento se vio ultrajado y tuvieron que separarse.

— Si no es una cosa, es otra —Refunfuño la Itako, en busca de desahogar su disgusto por ser interrumpidos de alguna manera.

Yoh también estaba descontento, más no estaba enojado porque su joven esposa lo hacía por los dos. Mientras que tanteaba los laterales del Oráculo Virtual, tal vez si lo silenciaba rápido, podría retomar una breve sesión…

Un escándalo desde el comedor, le advirtió al joven Asakura que tal vez ese plan sería frustrado. La pareja se miro entre ellos, ella suspiro resignada encaminándose hacía al comedor a indagar el motivo del escándalo, siendo seguida de cerca por el castaño.

— ¡YOH!

Manta fue el primero en percatarse de la presencia de la pareja adolescente al entrar, parecía preocupado e impaciente.

— ¡Hao va a pelear! ¡Hoy en el torneo!

Al escuchar el nombre de su gemelo, no se mostró sorprendido por eso sino pensativo mientras que con curiosidad veía su propio Oráculo Virtual naranja en el brazo, observando la pantalla donde se reflejaba el nombre del equipo del Onmyōji y con quién luchaba…

{Oh no…} Pensó al ver el nombre que se asocia con las personas que menos le agradan en esta competencia del torneo chamán. {Esto no va acabar bien} Prefería ser optimista, pero conociendo los personajes implicados en esta pelea, dudaba que no se desatara una masacre unilateral.

.

~ (…Al mismo tiempo en otro lugar…) ~

.

En el dormitorio del chamán más fuerte en la presente Shaman Fight, durante su descanso fue interrumpido ante un molesto sonido. Se removió incómodo, deseoso que el causante de ese ruido se callara pero sucedió todo lo contrario, gradualmente que sus sentidos se iban despertando… las voces de pensamientos ajenos que suelen empezar como molestos murmullos, se volvían más y más audibles hasta que era difícil ignorarlos junto con el maldito pitido de fondo.

Así que resignado, se digno abrir los ojos para toparse con unos grandes ojos azabaches. Hao por reflejo parpadeo varias veces y frunció el ceño, pensando a velocidad de la luz en identificar dichos ojos que le resultaban familiares pero a la vez ajenos al todavía estar bajo los efectos de la somnolencia.

— Buenos días, Señor Hao.

{Ah…} Pronunció en sus pensamientos al identificar quién era. — Buenos días, Opacho~ —Saludó con la voz un poco rasposa y más profunda de lo habitual, algo común cuando recién te despiertas. En el proceso, se estiraba cuan largo era en la mullida cama, mientras era observada en "silencio" por la niña que se mantenía sentada sobre sus piernas…

De improvisto el castaño resoplo, seguido de una pequeña risa ante el inesperado hilo del pensamiento de la pequeña chamana, acompañado de un sentimiento de admiración.

— ¿Te parezco un gato? —La niña mostró confusión al inicio, para luego mostrarse sorprendida y avergonzada mientras que llevaba sus manitas a su amplia frente.

— ¡Señor Hao!

Llamó en protesta, pero no estaba enojada, solo avergonzada de sentirse expuesta. En cuanto al adolescente estiro la mano hacía su Oráculo, dándole un toque a la pantalla y finalmente silenciando el molesto sonido.

Todavía no respondes~ —Le insistió en un canturreo divertido.

— Pues sí ¡Son igual de misteriosos y elegantes!

¡Oh~! ¿Qué más?

— Son igual de hábiles, también sus cabellos son suaves y… —Él con una sonrisa de soslayo y ojos cerrados, escuchaba las ocurrencias de la pequeña que, en esos momentos sus ojos brillaban entusiastas e inundados de inocencia. — Son igual de difíciles, a veces raros…

— ¿Difíciles? ¿Raros? —Repitió algo incómodo él, arqueando sus cejas hacía abajo sin abandonar su sonrisa y haciendo una expresión apenada.

— Si… pero eso lo hace divertido —Mencionó, pensativa a la vez que la pequeña espinita que sintió la milenaria alma clavarse en su pecho como una estaca, se desvanecía. Al mismo tiempo se hacía consiente que había un buen aroma en el entorno, además de que sentía que algo se le estaba olvidando…— ¡Ah! Y ambos parecen no llevarse bien con la Señorita Zai.

Entonces en ese momento, Hao comprendió qué había olvidado. Por supuesto, él no era tan ingenuo como la chamana turca y se durmió desprotegido. Al contrario, puso una barrera alrededor de la cama, siendo los límites del propio dosel de metal que adorna la cama tamaño matrimonial, existen en dichos pilares metálicos gravados unos hechizos que él mismo hizo cuando ocupo el dormitorio actual. Si cualquier alma, esté vivo o muerto, cruza dichos límites, moriría de inmediato quemado por su Espíritu de Fuego. Por supuesto, cualquier proyectil, no estaría exento de tener el mismo destino de ser carbonizado.

Era su propia medida de seguridad, mientras duerme. Eso sin mencionar las otras trampas que ha dejado, algunos incluso con la colaboración de sus Seguidores que imbuyeron con sus poderes a dichas trampas entorno a la Fábrica que habitan por ahora.

{¿Huh?} El castaño se incorporó de inmediato al ver que desde su lugar en la cama, entre las cortinas que cuelgan de los límites del dosel; el sofá estaba vacío. Agudizó sus sentidos para detectar el furyoku de la chica…

— Ella ya se fue, Señor Hao.

Y podía notarlo, solo sentía los Furyoku de sus Seguidores junto con sus respectivos espíritus acompañantes rondando por la Fábrica. Además del furyoku de Opacho y su persona.

— ¿Por qué no me avisaste?

La pequeña se encogió de hombros mientras hacía una expresión triste, pero no por temor ya que ni siquiera el adolescente estaba enojado, lo sabía, porque podía sentirlo por el reishi. Más bien era porque sabía que ella cometió una falta y odiaba defraudarlo de cualquier manera.

— Sé que debí, pero el Señor Hao estaba durmiendo…

— ¿Y eso qué? —Cuestionó confundido, en otras ocasiones Opacho lo ha despertado sin reparo alguno porque sabe que la situación lo amerita. Y Zahira precisamente no era una aliada.

— Es por eso mismo, el Señor Hao dormía y eso es difícil…

Entonces el castaño lo comprendió. Suspiró, como usuarios del Reishi, ambos sabían que era muy difícil siquiera tener un sueño decente debido a la consecuencia que su poder les hace ser sensible a su entorno. Por lo que su mente nunca logra descansar porque todos sus sentidos continúan estando alertas. Un evento a kilómetros pueden sentirlo como si sucediera en sus narices.

Eso sin mencionar los malditos pensamientos ajenos que son como un panal de abejas que se sobreponen con tus propios pensamientos, dándote una bonita migraña. Si, dormir es un lujo para un usuario del Reishi.

— Además, la Señorita Zai apenas me desperté, la vi traer fue el desayuno —Señaló la mesa que, desde el ángulo de la cama, la podían ver en diagonal a mano derecha. Y sobre la mesa redonda, había varios platos tapados juntos unos termos. — Luego me dijo que comiera, pero no quise sin el Señor Hao y ella me sirvió un vaso con leche.

Antes del castaño formular la pregunta, Opacho que visualizo lo que quería preguntarle, de inmediato le respondió:

— Ella no cruzó la barrera, sabía de su existencia. Dijo que el Señor Hao es muy pa… paroico…

— Paranoico, Opacho —Le corrigió divertido, viendo la frustración en la pequeña que se le trababa la lengua.

— ¡Eso! ¡Paroico! —La pequeña bufó al ver que sin importar sus intentos, la pronunciación no salía. Suspiró y continuó: — Bueno, eso. Y dijo que por ser usted así, no se dormiría sin dejar trampas.

{Me conoce bien} Pensó, viniéndole ciertas memorias de un pasado no muy lejano que compartió con la Zahira que ocultaba su identidad. Aun así, Hao no estaba contento con eso, porque había una fuerte incoherencia con eso y es… ¿Cómo rayos no pudo sentirla? Sus sentidos son muy agudos, ni hablar su detección del furyoku gracias al Reishi… ¿Entonces?

El adolescente se incorporó en la cama, sentándose mientras reflexionaba, observó el entorno mientras que se concentraba… logrando segundos después ver una estela de Furyoku, muy débil… Era el de Zahira…

— ¿Tiene mucho tiempo que se fue?

— No. Ella se va y el Oráculo sonó.

No fue hace mucho, pero eso lo hace aun más ilógico que NO se haya despertado al apenas sentir el más mínimo aumento de Furyoku. Por lo que activar un OverSoul o algún hechizo que requiera un consumo de Furyoku, así sea en una porción insignificante; en su presencia sería inútil, porque lo sentiría de inmediato y se despertaría dispuesto a atacar.

— ¿Cómo se fue?

— Como el Señor Hao, pero con sombras.

Él salió fuera de los límites del dosel y por tanto, de la barrera mágica. En consecuencia, pudo ser más consiente de un aroma particular que se mezclaba con el buen aroma de la comida en la mesa…

{…Lavanda} Aunque débil, podía sentir ese aroma que había pasado desapercibido porque su olfato de manera inconsciente se acostumbro y no ayudo que recién se despertaba. Ahora que lo pensaba bien, los rastros de estela de Furyoku que dejaba Zahira cada vez que usa a Érebo, suelen estar cubiertos de una neblina negra. En la débil estela de Furyoku que se preservaba en el dormitorio, eran de tonos lilas que emanan el aroma floral a lavanda.

— ¿Dijo algo más?

Opacho pareció pensarlo, provocando que las memorias de la niña pronto se reflejaran en la mente de Hao.

«— ¿Se irá? El Señor Hao no estará contento.

Zahira le sonrió a la pequeña. — Si no me voy, capaz y con otra excusa estúpida no me deja ir. —Le señaló la bandeja de metal en el suelo, a los límites del dosel y al pie de la cama, la cual contenía un gran vaso de leche. — Tómatelo.

Opacho no lo necesita.

Te ayudará amortiguar el hambre —Le indicó, a expensas que ya se excuso de comer sin el Señor Hao que yacía profundamente dormido. No obstante, la chamana de orígenes africanos de manera terca se negaba a comer, incluso aceptar el vaso de leche.

Opacho no tie-… —La pancita infantil pronto comenzó a rugir. Provocando la risa de Zahira al ver a la niña dedicándole una mirada enojada a su estomago, como si la fuera traicionado.

Si quieres estar fuerte para proteger a Hao, debes mantenerte sana. Y aguantar hambre sólo te hará estar débil, Opacho.

La niña guardó silencio, parecía que finalmente había comprendido y hacía una expresión difícil.

¿Acaso fue mentira lo de seguir siempre a Hao…?

¡Nunca! ¡Opacho irá a dónde vaya el Señor Hao-…! —Contestó con una fuerte resolución.

Una sonrisa de satisfacción floreció en el rostro de Zahira, desconcertando a la niña. Era una expresión radiante pero también… sentía que algo ocultaba ¿Pero por qué no podía descifrarlo?

Eso es bueno, porque también necesitaré a Opacho…

Opacho solo está del lado del Señor Hao —Refutó, sintiéndose ofendida al ver que, otra vez, buscan usarla como una debilidad de su Señor. No era la primera vez.

A cambio, la chamana de cabello morado no contestó más, se dio media vuelta marcando distancia con la cama. La pequeña sintió que ella le estaba tomando el pelo o la estaba ignorando apropósito, había algo en su silencio que la hacía sentir disgustada.

¿De qué lado está la Señorita Zai…?

Sin embargo, la aludida no respondió porque había desaparecido a través de los poderes de oscuridad de Érebo. Dejando una sensación de amargura en el pecho de la niña.»

— ¿El Señor Hao, lo vio?

El aludido asintió, sabiendo que se refería de ver en sus memorias. Suspiró, aburrido del tema y darle vueltas: — Vamos a desayunar.

— ¿El Señor Hao, lo comerá? —Cuestionó la niña sorprendida que tenía intención de comer lo que preparó Zahira. Provocando que el adolescente se encogiera de hombres despreocupado mientras que ya se había acercado a la mesa, dándole un vistazo a los platos.

— Claro. ¿Es para nosotros, no? ¿O no lo quieres…?

— ¡Yo no dije eso…!

Protestó la niña, dando un salto fuera de la cama y yendo pronto a la mesa para asegurar su parte del desayuno, porque el Señor Hao le gusta pellizcar si la comida resulta buena y de su gusto. Además, ella había logrado identificar en el buen aroma de la comida, el inconfundible olor del maíz que emana al ser cocinado. Hao por su parte, se rio por la actitud de la pequeña que en sus grandes ojos negros irradiaban una curiosidad infantil como expectativa sobre lo que hay en la mesa.

Pronto se acercó a ella y la cargó, acomodándola en una de sus brazos a la vez que sentía que los bracitos infantiles rodeaban su cuello de manera automática, mientras que él se dirigía al sofá. Tomando un par de cofines con su mano libre y se dirigió de nuevo a la mesa. Justo en una de las sillas, donde dejo los cojines uno sobre el otro, para luego sentar a Opacho sobre los almohadones.

Ya que la pequeña chamana no alcanzaba a subirse por sí misma a la silla y aun estando sentada en la silla, la mesa le seguía quedando muy alta.

— Gracias Señor Hao.

El aludido le respondió dándole unas suaves palmadas en su esponjoso afro que fueron bien recibido para luego irse al lado de su silla. Comenzando a desayunar, siendo una comida que cumplía sus gustos al ser unos tallarines sazonados con especies de curry, salteados con varios vegetales y atún, incluyendo mucho maíz y en otro plato, había unas hojas de lechuga que por el olor delataba ser desinfectadas con vinagre, las cuales usaban para agarrar una porción de tallarines y envolverlo en la lechuga como un rollito para luego…

— ¡Señor Hao!

El aludido que buscaba con la mirada entre los numerosos platos, alzó la mirada a la niña para ver que le extendía lo que buscaba. Salsa de soja, el sonrió y tomó el frasco.

— Gracias Opacho.

La niña se le inflo el pecho de orgullo, dándole un aspecto adorable y gracioso a los ojos del chamán milenario.

— ¡Ah! —Exclamó la pequeña al recordar algo. — Por cierto, ¿No vio una nota? Ella dejo una nota.

El aludido alzó una ceja extrañado, busco con la mirada entre los numerosos platos. Reparando que había sándwich en forma triangular relleno de tomates, queso y un surtido de vegetales con salsa.

— ¡Señor Hao, la nota!

— Sí, sí, la estoy buscando… —Dijo ante el sumiso reproche de Opacho al notar que se distrajo en su búsqueda por los sándwich. — Ya lo encontré.

Encontrando dicha nota siendo pisada por uno de los termos en la mesa, el cual emanaba cierto calor, delatando que su contenido es una bebida caliente. Dejo al termo al lado, esperando que fuera café y se dispuso a leer la nota, resultando breve.

"— Bello durmiente, (…) —" Hao alzó las cejas, no esperándose el "piropo" de la mujer. Aunque si recapacitaba sobre el pasado, cuando ella ocultaba su identidad, de vez en cuando tendía a llamarlo con algún "apodo cariñoso". No sabía porque, pero ella siempre tenía esa actitud confianzuda… que algunas veces le irritaba y otras veces no tanto. "— (…), tome algo de tus provisiones como tú cocina para preparar el desayuno. Así que dile a Luchist y Hang que no se enojen con los chicos. —". El castaño busco en el reverso de la nota, a ver si había más, "—Luego no te quejes. —"

Justo en ese instante, escuchó un ruido fuerte proveniente del piso inferior seguido de las voces de los Seguidores en una acalorada discusión.

— ¿Voy a decirles…?

— Nah. Déjemelos ser —Contestó despreocupado y estando más interesado en comer, total ninguno iba a morir. Luchist y Hang podrían ser algo tiránicos en la administración de las provisiones pero no cruzarían a ese extremo de asesinarlos.

{Ni unos buenos días, al menos} Refutó un tanto descontento de ella sobre su nota. Le gustaba que fuera directa, pero sentía que le faltaba tacto al ser tajante. {Bueno, no importa} Concentró algo de su furyoku en la punta de sus dedos, los cuales sostiene la nota que pronto se hizo cenizas al ser carbonizada.

Comieron en supuesto silencio, mientras que de fondo se escuchaba el motín en el piso inferior. Pero en el dormitorio del chamán junto la niña, actuaban como si el caos que pasaba y las vibraciones sutiles debajo de sus pies o de los utensilios de la mesa, fuera una mentira. Poco tiempo después el gran alboroto, se apaciguó para cuando ellos terminaron de desayunar.

— ¿El Señor Hao, quiere comer dulces?

El aludido que se estiraba hacía atrás en su silla, mientras llevaba su mano a su plano abdomen que en esos momentos lo sentía hinchado. Se notaba a simple vista que el Onmyōji había comido con gusto y justo tenía una cara chistosa de profunda relajación como de buen humor.

— ¿Dulces? —Cuestionó, recapacitando ¿Tenían dulces?

— Sí, recuerde que Zahira nos trajo regalos.

— Ah… —Contestó no muy interesado, al sentirse soñoliento provocado por haber comido tanto y tal vez, también puede influenciar el hecho de tener el cuerpo de un adolescente en desarrollo.

«— Es una lástima, Yoh se esmeró arreglando el regalo…»

«— Ah, también incluí el regalo de Asa…»

«— Bueno, contiene tres regalos en uno.»

Fragmentos de diálogos de ayer de la noche, vinieron a su mente al recordar que por el tema de Opacho que no despertaba. Se le olvido abrir su regalo, se levantó de la silla y se dirigió al ropero, abrió una de las puertas, donde colgaba un par de prendas y oculto abajo, sobre un par de zapatos; halló la dichosa bolsa. La tomó y cerró el ropero, yendo hacía el sofá, siendo seguida pronto por la niña que se sentó a su lado, en silencio.

— Veamos…

Abrió el regalo, sacando lo más grande, siendo… ¿Un tablero de Damas Chinas?

— ¡Qué bonito~! —Exclamó la niña, el tablero estaba hecho de pulida madera de cerezo. Famoso por ser una madera decorativa, de buena calidad que se destaca por su color rojizo y el característico veteado. Además, que las piezas del juego, eran unas canicas traslucidas de diferentes colores en las puntas de la estrella de seis puntas.

— Bonito, pero no soy un niño —Indicó, no compartiendo el mismo entusiasmo que Opacho por el tablero. Principalmente, porque en algún punto estos juegos los jugó mucho en sus anteriores vidas. Aunque el estilo era un poco distinto, las reglas del juego al final eran las mismas.

— Pero el Señor Hao es un niño.

El adolescente y la pequeña intercambiaron miradas en silencio por unos segundos.

— En cuerpo, alma no. Es muy diferente Opacho.

La niña no pareció muy de acuerdo, arrugando su ceño en confusión. — Opacho no lo entiende. ¿Entonces qué edad tiene el Señor Hao?

El aludido que dejó el tablero en la mesita rectangular enfrente del sofá que hacía juego, se puso rígido por unos segundos al no esperarse esa pregunta. La niña que observó ese reaccionar, pero lo ignoró continuo mirando apremiante al castaño.

— El alma posee edad astral —Ante el poético rostro de la más pura confusión del infante, se agregó: — Significa que soy joven —No pudo evitar sonreír un tanto vanidoso.

— ¿Y cuándo se convierte en un alma vieja?

La sonrisa de póker que floreció nuevamente en los delicados pero varoniles rasgos del Asakura. Un silenció domino por unos segundos, él pensaba que respuesta dar para cerrar el tema de hondar sobre su edad. No importaba lo que dijeran, él era joven, uno bastante sabio y experimentado. Punto.

— Cuando tenga los años de Érebo.

¡Oooh~! Ya entiendo —Pronunció con asombro, por siempre el Señor Hao tener una respuesta para todo.

El Onmyōji pronto comenzó a ver el contenido de su regalo, sacando un paquete envuelto en papel lila. {Este es de…} La expresión de Hao se tornó un poco infantil y nostálgica al ver el regalo, hizo la gran bolsa roja a un lado junto con el tablero y le dedico especial cuidado como tiempo, de abrir el regalo sin dañar el envoltorio.

— ¿Son teteras?

— Es un juego de té…

Contestó, situando uno por uno, los utensilios de porcelana. Dos teteras de dos tipos que, dependiendo que ambicionabas en la bebida, cumplía diferentes funciones junto con unas tasas que su diseño decorativo se parecía a un antiguo juego de té que tuvo en la Era Heian.

— ¿También esas dos latas?

Las latas a las que se refería Opacho, eran de hecho unos envases de acero inoxidable con tapa. Abrió uno, invadiéndole pronto una buena mezcla de hiervas que reconoció de esas infusiones que su Madre solía beber mucho. Cuando obtuvo statu como Onmyōji y con ello, una fortuna, busco maneras de poder llenar el vacío que se iba acrecentando con el trascurrir de los años.

Mujeres, riquezas, licor, comidas exóticas e instrumentos como pergaminos del chamanismo, entre muchas otras cosas más que no obtuvo el resultado esperado. Entonces cuando en una ocasión viajo a China, a conocer más sobre el chamanismo como información sobre la Shaman Fight y el Shaman King. Aprendió en dicho viaje sobre la medicina herbaria, lo cual practicaba su madre y la hacía recordarla, así como el gusto por los té e infusiones. Quiso repetir las infusiones que alguna vez veía a su madre beber e incluso algunas veces le dio a tomar dado a su insistente curiosidad de niño. Siendo a veces dichas bebidas deliciosas, otras no tanto, pero siempre esos momentos compartidos los atesoraba y quería revivirlos.

Sin embargo, sin importar cuánto estudiara la medicina herbaria de plantas, podía recrear las infusiones de su madre. Parecía que de alguna manera, siempre la vida le hacía ver que nunca la volvería a ver… y lo creyó cuando se adentro al infierno hasta llegar al Señor Emma, sin hallar en ningún maldito rincón de ese árido escenario recreado por las mismas almas supersticiosas, a su madre. Cuando reencarnó como Pache, estaba dispuesto a empezar de cero en una aldea fundada por chamanes…

Pero las expectativas fueron más de lo que fue la realidad y consigo provocó que el vacío sobre su madre se hiciera aun más grande. La guirnalda del pastel, fue la traición una tras otra en su segunda vida para cerrar con broche de oro con Matamune apuñalándolo.

{Ja…} Un bufido con cierta amargura cínica brotó de sus labios, entonces el toque de una mano más pequeña en su antebrazo, lo sacó de sus pensamientos para girar del dueño de dicha manita. — ¿Por qué lloras, Opacho?

— Porque el Señor Hao, no llora.

— ¿Qué excusa es esa? —Cuestionó, extendiendo su mano a la sábana doblada que le prestó a Zahira ayer en la noche. Estando a un extremo del sofá y la usó como pañuelo para limpiar las lágrimas como nariz mosqueante de la pequeña con su habitual actitud tranquila. — Mejor veamos el próximo regalo.

Opacho quiso protestar, sabía que el segundo regalo significaba mucho para él y quería seguir admirándolo, pero para no afectarla con sus sentimientos ajenos dado que sin filtros la invade por culpa del Reishi; prefería desplazar dicho regalo, como si nada, actuando y mintiendo que nada le afecta.

— Déjalo Opacho —La niña soltó algo similar a un gruñido dócil, pero fue obediente y abandono todo pensamiento sobre el tema del segundo regalo o sobre lo que siente el adolescente. Quien de la bolsa roja, sacó una caja mediana de color hueso y cerrado con unos listones naranja y verde pino.

Desató los nudos de los listones bicolor y abrió la caja, hallando en un papel color café unos panes en forma de… ¿Qué rayos era? Parecía una cara… ¿Un animal? ¿Una persona? Parecía que fue creado por un niño de tres años.

— ¿Le están echando mal de ojo? —Cuestionó la chamana, ladeando la cabeza e intentando verle la forma al desfigurado par de panes dulces.

— Quién sabe… —A pesar de su aspecto tenía un buen aroma, pero no estaba tan muerto de hambre para comerlo. Indagó un poco más en la caja y halló en la tapa de la caja un papel pegado, lo despegó con cuidado para ver su contenido…

El sonido de la puerta ser tocada, siendo Luchist por lo que Hao le dio permiso y el Italino ingresó, quien no tenía tan buena cara. Ya a punto de cumplirle la rutina de prepararle un baño, decirle tal cual un asistente en voz alta todos sus pendientes por hacer del día o alguna observación importante.

— Buenos días, Señor Hao. ¿Hoy qué…? —Reparó en todos los platos y utensilios sobre la mesa, ya vacíos con rastros que evidenciaba comida. — ¿Señor ya desayuno…? ¿Por qué…?

— Zahira —Respondió breve, sin despejar el Onmyōji sus ojos del papel y su expresión se tornó a una sonrisa divertida como maliciosa.

En cuanto Luchist, se mostró pensativo, comenzó a mover sus manos como si tuviera una pizarra invisible enfrente de su persona y estuviera resolviendo alguna ecuación para después explotar indignado: — ¡FUE ELLA LA LADRONA…!

Hao y Opacho asintieron, indiferentes a la indignación del chamán italiano.

— Cuando la vea, le enseñaré moda-…

— Déjalo pasar.

— ¡PERO SEÑOR! ¡Actuó como perro en su casa!

— Por cierto, Luchist ¿No viniste a decirme algo?

El aludido sintió que el aura alrededor de su Señor era obscura como un aire diabólico mientras le sonreía. Ese gesto solía hacerlo cuando estaba planeando algo o veía una buena oportunidad para sacarle provecho. Por lo que, captando el ambiente, se recompuso y confesó:

— Sí Señor, hoy nos toca pelear con uno el Equipo X-III.

— Ah, los Law. Será una buena oportunidad —Se incorporó de su asiento. — Tanto para demostrarles mi poder y su causa pérdida a todos. Además, probaré algo…

— ¿Probar?

— Mi pequeño hermanito… —Le mostró el contenido del papel a Luchist, que leyó en letras simples: "Iré a verte pronto, Nii-chan. Yoh.". — Parece que Zahira me resultará útil.

En cuanto Opacho, con su expresión inexpresiva y sus grandes ojos negros donde se reflejaba la figura de Asakura Hao, podía ver mejor que nadie, sin filtros, las emociones que circulaban en la mayoría del tiempo del alma milenaria. Y a pesar de la siniestra como maquiavélica aura que lo rodeaba, en el fondo un remolino de emociones colisionaba: expectativa, curiosidad, desconfianza,… temor,… dolor… y soledad

Emociones intensas, solo puede conducir a un inminente abismo.

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«— ¡Redímete! ¡O…! —»
«— ¡Pagarás por tu necedad! —»

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FIN DEL CAPÍTULO 19.
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¿Creían que no iba actualizar? Pues yo también, sufrí muchos bajones de luz el día de ayer, viernes desde la mañana. De por sí, el internet fallaba. PERO mi terquedad fue mayor y al enésimo intento de subir el capítulo, acabo siendo en altas horas de la madrugada del día siguiente… *Inserte meme de Coraje: lo que hago por .* :'v EN FIN, seré breve, esté capítulo me salió más largo, pero tenía que ponerlo.

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¡Hola Lady'z Phantom! ¡Aaaah! Estoy muy feliz de que el capítulo pasado lo hayas disfrutado tanto, me esmeraré para sumar más capítulos a esa lista de preferidos. También me alegra (y alivia un montón) de que sea bien recibida Zahira como su trato con Hao, muchos momentos entre ellos vendrán. También sobre los FanArt, no te preocupes, suele pasar pero no quería que te quedaras por fuera en disfrutarlos y estoy feliz que te hayan gustado. Tengo en mente traer más a su momento, está vez Zahira con Hao, entre otros. De verdad, gracias por tu apoyo y compartir tus opiniones, disfruto leerlas. Bye, cuídate mucho ;D

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Sobre el Capítulo. Espero hayan disfrutado la interacción de Opacho y Hao, quise demostrar su vínculo como el hecho de ser usuarios del Reishi, no siendo un poder divertido sino insufrible e insoportable. También revelé información de Zahira, ojo en eso. Otro punto, quise tantear el pasado de Hao con su madre, casi se me salió una lágrima cuando narraba el regalo. Finalmente, aviso que nos estamos acercando a la mitad de éste segundo arco y estoy impaciente, porque veremos mucho de Hao y muchos otros personajes relevantes.

Finalmente, nos leemos ya para el Jueves o Viernes de la próxima semana, de no actualizar, se corre la actualización para la semana siguiente. Igual hice excepción hoy, por causa de fuerza mayor que me vino un imprevisto como la luz e internet. Bye, cuídense y tomen sus precauciones en está pandemia, los quiero.