.

Advertencias del capítulo: (Sexo explícito y lenguaje obsceno y vulgar)

.

Disclaimer: Ranma 1/2 y sus personajes NO me pertenece

.

Nota: Esta historia es completa y absolutamente MIA, y no es permitido tomarla sin mi autorización.

.


.

SINGLE CHAPTER

.


.

.

.

.

.

El campamento de verano era uno de los recuerdos más gratificantes y divertidos que Akane Tendo tenía de su infancia.

Tenia ocho años la primera vez que asistió, siendo apenas una infante, un poco retraída, luego de la muerte de su madre.

Sus hermanas le habían acompañado también y aunque, en un inicio, lo único que deseo fue que las semanas pudieran pasar con mayor rapidez para volver a casa, conforme pasaban los días pudo empezar a divertirse.

Fue ahí donde conoció a su mejor amiga, Akari. También aprendió muchas otras cosas. Podía presumir con mucho orgullo que era toda una exploradora, había descubierto que le gustaba guiar a las personas y también poseía una destreza sin igual en los deportes. Al final de aquel primer verano, sólo pudo desear volver y se aseguró de hacerlo por los siguientes siete años.

El campamento de verano se iniciaba una semana después de las vacaciones de verano. Akane conocía aquel lugar como la palma de su mano, por lo que, en cuanto tuvo la oportunidad y la edad suficiente, decidió aplicar para un trabajo de guía. Finalmente, habiendo terminado su último año de educación superior, y, a unos meses de irse a la universidad, la idea de revivir un poco su niñez había resultado demasiado tentadora.

Claro que no espero que casi medio curso decidiera tomar su iniciativa. Fue una sorpresa grata, cuando Akari fue aceptada para el trabajo de guía justo al mismo tiempo que ella, ambas habían festejado, pues siendo las mejores amigas, compartir un trabajo de verano se escuchaba como un sueño; luego Ryoga, el desorientado, pero tierno novio de Akari, también resultó dentro, y poco después se enteró que Ukyo, otra de sus compañeras de curso, tenia el trabajo.

Sin embargo, no fue hasta su primer día de trabajo, una semana antes de que iniciara el campamento, que mientras hacían las presentaciones pertinentes, que se dio cuenta que Shampoo y Mousse también estaban ahí, lo que le llevó a la inevitable conclusión de que Ranma Saotome también había asistido.

Ciertamente, fue una sorpresa.

Desde que tenía memoria, Ranma y ella no se llevaban muy bien, apenas podían estar en un mismo lugar y actuar con normalidad. Sus encuentros siempre tendían a ser explosivos y en mas de algún momento habían estado apunto de halarse los pelos.

Akane lo odiaba.

Lo odiaba tanto.

—¿Podrías, por favor, moverte de una vez? — hastiada, dejó caer la escoba a un lado.

Observó al chico que estaba sentado en una de las mesas en el comedor, tomando su desayuno con una pasividad tal, que sin duda era exagerada.

Lo hacía deliberadamente, lo sabía, porque por lo que ella conocía, Ranma era una máquina de tragar.

—Estoy comiendo — él levantó apenas la mirada y le mostró la cuchara.

—Llevas sentado ahí desde hace veinte minutos ¿Es que acaso comes pescado?

—Es cereal — inclinó el recipiente con una mueca de obviedad —. ¿Tienes problemas de vista? Estás haciendo preguntas estúpidas — eso logró enervar a la chica.

—Y tu pierdes el tiempo apropósito, idiota. Mientras has estado ahí, recogí los platos sucios, limpié las mesas y ahora estoy barriendo ¿Por qué no te apuras?

—Estoy comiendo — repitió él con calma y un encogimiento de hombros.

Akane sintió que se le enrojecían las mejillas, el rostro y las orejas. Apretó los puños y gruñó, molesta.

—Lo estás haciendo apropósito.

—¿El que? ¿Comer?

—Sabes de lo que hablo, idiota ¿Por qué demonios me tocan todas las tareas contigo?

Había sido así y aunque intentó refutarlo, no encontró la manera sin sonar como una engreída. Hinako, la supervisora, no era una mujer muy flexible y les hizo la aclaración de que no pensaba cambiar a los equipos desde un inicio.

—Me pregunto lo mismo — él apoyó el rostro en una mano y la miró con tranquilidad. Akane jadeo.

—¿Que demonios…? Eres tu el idiota, el que nunca hace nada y prefiere hacerse el galán, el que pierde tiempo y…

—¿Entonces piensas que soy un galán? — alzó una ceja con una sonrisa prepotente.

Akane casi jadeaba, soltando las palabras como vómito verbal. Ranma por otro lado, lucía relajado, con el recipiente de cereal a medio comer y una sonrisa arrogante en el rostro.

¡Como lo odiaba!

—Eres tu quien se cree guapo cuando en realidad apenas puede considerarse pasable.

—¿Qué dijiste? — su afirmación pareció enervarlo con bastante rapidez. Akane sonrió, un poco más confiada.

—Lo que escuchaste.

—Pues tu tampoco eres la gran cosa — dejo el cuenco de lado y se cruzó de brazos.

—No me importa lo que pienses — le hizo creer cuando en realidad pudo sentir como todo su rostro se encendía.

—A mi tampoco me importa lo que diga una chica fea y mandona.

—Pues lo hará si voy donde la señorita Hinako y le digo que no me has ayudado en lo absoluto esta mañana — Ranma entrecerró la mirada.

—No lo harías.

—¿Tu crees? — sonrió suavemente.

Ranma empezó a mascullar entre dientes mientras dejaba caer la cuchara sobre la mesa con mas fuerza de la necesaria. La banca donde se hallaba, rechino cuando la hizo hacía atrás. Se puso de pie y tras dirigirle una mirada fulminante, se encaminó hacia donde estaban los utensilios de limpieza.

Akane observó cada uno de sus movimientos con atención. Sabía que uno de los deberes que Ranma más odiaba era cuando le tocaba realizar la limpieza, y para su completa mala suerte, era un trabajo que les habían asignado juntos esa semana.

—Deja de mirarme — él tomó el trapeador y empezó desde el inicio del comedor. Akane sintió como todo su rostro se encendía sabiéndose descubierta.

Su ceño se frunció inmediatamente y volteó, continuando con su tarea.

—Es solo para verificar que estés haciendo bien tu trabajo.

—Claro — él se rió ligeramente — ¿No será que te gusto?

—Cállate y muévete más rápido — soltó la Tendo con rapidez. Escuchó como el chico gruñía, por lo que se limitó a rodar los ojos.

—Bruja.

—Idiota.

—Pesada

—Inútil.

—Acosadora — el apodo había dolido.

Akane volteó y le observó fijamente. La sonrisa autosuficiente de Ranma le hizo desear darle un bofetón.

¡Pero que sexy era el desgraciado!

"Contrólate Akane" — se reprendió rápidamente y volteó para que el chico no pudiera notar su rostro ruborizado, optando por permanecer en silencio.

Porque no había cabida para aquellos pensamientos. Debían tolerarse por lo que quedaba del verano, y solo le quedaba rogar porque al menos este fuera soportable.


—¡Ranma!

El grito femenino hizo girar varias cabezas en una misma dirección.

La puerta del vestidor de chicos estaba abierta y justo a través de la luz se podía vislumbrar la silueta curvilínea de una pequeña chica.

Ranma suspiro, tomando el tiempo para secarse el cabello y colgarse la toalla alrededor de los hombros.

Los chicos empezaron a murmurar, mientras observaban a Akane, quien aún en la puerta, permanecía de brazos cruzados y con la mirada fija en su persona.

Sabía que para que ella estuviera ahí, algo realmente malo había sucedido. No era alguien que buscara el peligro por cuenta propia, de hecho, era la chica más estricta y recta que jamás había conocido. Nunca la imaginó entrando a la cueva de un lobo.

O lobos hambrientos.

Porque ¿Qué más podían ser un montón de chicos acalorados y recién duchados, en paños menores?

Los comentarios poco a poco empezaron a subir de tono. Era normal en aquel medio, pero rápidamente se apresuró a acallarlos, no necesitaba un castigo por acoso en ese momento.

—Vuelvo en un momento — susurró mientras avanzaba despacio.

—Puedes tardar lo que quieras jefe — soltó un chico al fondo, varias risitas le secundaron.

Ranma se apresuró a negar con la cabeza, despejando los pensamientos que de pronto asaltaron su mente.

No podía negar en sus adentros que había encontrado atractiva a Akane en algún punto.

Si, era una segura patada en los sagrados y, algunas veces, tenía la tentación de envolver las manos entorno a su delicado cuello, y no en un sentido sexual. Ella era en realidad todo lo que en algún momento había odiado en su vida.

Era la chica perfecta, con sus notas perfectas, su familia perfecta y demás. Podía ser la mejor alumna del salón casi sin esforzarse, todos los profesores la amaban y casi todos los alumnos la conocían. Era aplicada, mandona, gritona y una total espina en el culo. Todo eso encerrado en una figura deliciosa y un rostro de muñeca ¿Por qué tenía que ser tan hermosa?

Habían cosas inexplicables en ese mundo y una de ellas era su atracción por Akane.

Porque por más que señalará cada uno de los defectos que tenia y saltaban a la vista, eran quizás todos estos los que la hacían tan malditamente atractiva a sus ojos.

Salió de los baños y usó su cuerpo para obligarla a retroceder, lo que le permitió cerrar la puerta. Akane frunció el ceño de manera adorable y le dirigió una mirada que en lugar de lucir intimidante, solo logró que le acometieran unas enloquecedoras ganas de besarla.

—¿Que quieres? — soltó con aparente fastidio.

La chica apoyó las manos en su cintura y se inclinó hacia él. Ranma no tenía ninguna objeción, pues mientras ella intentaba lucir amenazante, él tenía una deliciosa vista de su escote.

—Tus chicos fueron a las cabañas de las chicas e hicieron un desorden horrible.

—¿De qué tipo? — tomó la toalla y se secó las puntas del cabello. No ignoró para nada la manera en la que la mirada castaña siguió el movimiento de sus músculos en exhibición.

Había sido una buena idea atenderla sin camisa.

—¿Qué crees tú?

—Pues son chicos hormonales ¿Qué piensas que pasaría si juntas a varias chicas y chicos en un lugar aislado?

—¿De qué estás hablando? — ella pareció confundida.

—De que es normal si tienen sexo, me preocuparía sino fuera así.

—¿Quién dijo eso? — Akane se sonrojó al instante, escandalizada. Ranma sonrió y se inclinó hacia ella.

La noche pronto caería y luego de la excursión que habían realizado a las montañas, creyó que toda su energía se había drenado, pero de pronto, fue como si se sintiera más brioso que nunca.

Observó a los lados y al no visualizar a nadie, se inclinó un paso al frente, casi invadiendo el espacio personal de Akane. La chica se tensó y se apresuró a retroceder.

—Tú…

—C-claro que no… te estoy diciendo que, que le jugaron una broma a las chicas con unos animales. Ninguna de ellas quiere dormir ahora en la cabaña por miedo a que una rana les salte encima.

—Talvez sea un príncipe azul — comentó Ranma divertido.

—¿Cómo dices? — ella frunció el ceño, confundida.

—Ya sabes… El cuento de la princesa que besó a un sapo… y resultó un príncipe. Talvez debas probarlo.

Akane frunció el ceño, segura de que Ranma le estaba tomando el pelo ¿Cómo se atrevía a actuar así? Donde cualquiera podía verlos.

—Entonces ¿Quieres decir que si te beso te convertirás en príncipe? — se mofó con falsa seguridad.

El ceño de Ranma se frunció casi al instante.

—No soy un sapo.

—¿Seguro? — alzó una ceja.

—Y tu tampoco eres una princesa… en todo caso, serias la hermana fea e invisible de la princesa.

—En tus sueños voy a besarte — gruñó molesta.

—En los tuyos seguramente.

Akane frunció el ceño y retrocedió otro paso antes de dar media vuelta.

—Dile a tus chicos que vayan a mi cabaña a limpiar, sino lo tendré que reportar con Hinako, lo digo en serio.

Ranma la observó alejarse, furiosa y gruñendo quien sabe que cosa. No era así como debería intentar acercarse a ella, pero había desistido. Algunas veces su actitud le ganaba la batalla y de repente, llevar una relación normal no era una opción.

Pero no podía evitarlo, adoraba hacerla enojar y sacarla de sus casillas.

Sonrió, antes de entrar nuevamente a las duchas.

—Al parecer tienen una tarea mas antes de la cena — se plantó seriamente frente al grupo —. Pero, hicieron un buen trabajo con la cabaña de las chicas.

Y todos rieron.


—¿Por qué siempre me toca contigo?

—Es la misma pregunta que me hago — Ranma bufó, de brazos cruzados.

Mientras observaban como todos los chicos se aglomeraban en el centro del campamento, Akane tuvo la sensación de que Hinako intentaba hacer su estancia en el campamento mucho más difícil, y con todo propósito.

Parecía decidida a que sus actividades no solo incluyeran a otro grupo, sino que este siempre fuera el de Ranma. Las chicas no habían parado de quejarse, aunque sospechaba que era más un teatro que otra cosa.

Aunque la idea de compartir actividades no le molestaba, el guía con el que debía hacerlo era realmente el problema. A dos semanas de haber iniciado el campamento, Akane sabía que trabajar con Ranma podía ser una completa tortura.

No había manera de tratar con él y aunque diera parte de si misma para llevar la relación por la paz, sencillamente la superaba. Ranma amaba tomarle el pelo, con tanta frecuencia que era insoportable. También se burlaba de ella, era poco cooperador y su manera de mirarla le ponía los pelos de punta.

Aun así, lo que era en verdad irritante, era su propia reacción hacia él, porque aunque quería ignorarlo, su cuerpo estaba plenamente sensible a su presencia. Ella podía sentirlo a su lado incluso antes de verlo, podía percibir cuando su mirada —odiosamente atrayente— la recorría, era tan consciente de él como hombre y de su atractivo masculino que, sólo le hacía sentirse frustrada.

Porque quería ignorarlo, pero no podía.

Porque siempre, todo el tiempo, era tan ÉL.

Con su andar confiado, los coquetos ojos azules, las sonrisas seductoras y su personalidad tan altiva y aun así carismática. Sus maneras nada menos que grotescas deberían mitigar de alguna manera todo aquello que encontraba tan interesante, pero no era así, no había sido así en todos los años que llevaba de conocerlo y lo odiaba.

Lo odiaba mucho.

—Bien, reúnanse todos, por favor — la voz de Hinako la sacó de sus pensamientos.

Akane bajó la mirada, observando a la mujer mayor. Hinako era la supervisora del campamento. Había sido una guía al igual que ella, en los tiempos en los que asistía como campista, pero terminó escalando hasta volverse la máxima autoridad. No había cambiado mucho desde entonces, aun era un poco extraña y seguía igual de baja que cuando la había conocido, era increíble que fuera aun mas pequeña que ella.

La observó dar instrucciones como si se tratara de un campamento militar, en lugar de uno de verano. Era sábado, por lo que las actividades eran menos recreativas y mucho más divertidas

Cada cabaña tenía su propio guía, eran al menos ocho niños a cargo de cada uno de los supervisores. Akane recorrió el patio con la mirada mientras Hinako daba las instrucciones de la dinámica de esa tarde. Los organizadores había sido el grupo de Akari y Ryoga, quien con mucha suerte, habían terminado trabajando juntos.

Hasta el momento, le había tocado apoyarse en Ranma durante las primeras semana y luego de las presentaciones, esperaba que en la asignación de esa semana tuviera la oportunidad de cambiar sus actividades con otro guía del campamento, la idea de estar cerca de Ranma los próximos dos meses era un poco inquietante.

—Bueno, reúnanse todos — Hikaru dio inicio a la dinámica en cuanto terminó de dar las instrucciones.

Los deportes de esa semana eran más competitivos y los puntos que sumaba cada cabaña serían los que les permitirían al final de campamento, determinar quienes eran el mejor grupo del verano.

—Reunámonos — Ranma suspiró y se alejó de ella para llamar a sus chicos.

Akane chasqueó los dientes, sin mucha más opción que seguir sus instrucciones y se acercó a su grupo. Las chicas empezaron a quejarse una a una, pues estaban bastante renuentes a trabajar con quienes les habían hecho pasar un mal momento unos días atrás.

—Es solo por la competencia. Recuerden que si ganamos, los puntos nos permitirían escalar, creo que todas deseamos ganar el primer lugar al final del campamento — engatusó con rapidez. Las chicas se apresuraron a asentir.

—¡Claro que si!

—Muy bien… — aplaudió —. Vean esto como un reto, los chicos tienen mucha más fuerza que nosotros, pero somos más inteligentes, entonces debemos usar esto a nuestro favor. No estamos cediendo, ni mucho menos. Los utilizaremos para ganar los puntos de la actividad ¿Estamos de acuerdo?

—¡Si! — todas sus chicas chillaron entusiasmadas.

—Bien, vamos a reunirnos con el grupo — dio media vuelta e intentó avanzar, pero su rostro impactó de lleno con un torso fuerte.

Se quejó y retrocedió desorientada, hasta que observó la camiseta roja que brillaba bajo el sol.

—Vaya, vaya… con esa motivación, cualquiera estaría dispuesto a todo — la burla en la voz masculina hizo que Akane sintiera como todo su rostro se encendía.

—Ohhh… — frunció el ceño, levantando la mirada y observando la expresión divertida del chico —. Es una competencia.

—Bien… — él se inclinó, invadiendo su espacio personal.

El primer pensamiento de Akane fue el de alejarse, pero sabía que varios chicos les observaban y lo que menos podía hacer era demostrar cuan intimidada se sentía.

—Asegúrate de no perder ningún punto.

Akane intentó no ofenderse por sus palabras, aunque apretó los puños, molesta por su arrogancia.

—Ustedes también.

—Nosotros no perdemos — él se inclinó aun más y Akane percibió como el cálido aliento le acariciaba la mejilla derecha —. Yo nunca pierdo.

Tras soltar aquellas palabras, Ranma se irguió, dio media vuelta y se alejó.

Akane procuró mantenerse serena, pese a la manera en la que su corazón se había agitado. No podía dejarse derrotar por Ranma, ni mucho menos debía demostrar lo afectada que la había dejado con su sola cercanía.

En lo que a ella respectaba, la guerra había sido declarada.


La noche del domingo, tal como en la primera semana, todos los guías se reunieron en la cabaña principal.

Hinako les había agradecido por su arduo trabajo de la semana, pues hasta el momento la actividad dentro del campamento había sido de lo mejor.

Aun no se había presentado ninguna pelea, lo cual indicaba que la supervisión de los guías era excepcional para los grupos. Tampoco habían realizado ningún tipo de travesura y cumplían sus deberes al pie de la letra.

Luego de enumerar todo aquello por lo que debía felicitarlos, Hinako se encaminó por un pasillo para ir por su cuaderno de actividades.

—¿Será que nos toca juntas esta vez? — Akari, que estaba sentada a su lado, la tomó de la mano, apretando con fuerza.

Akane volteó y la observó con una sonrisa.

—Se que has estado de lo más feliz porque te tocó con Ryoga durante las primeras semanas.

—Claro que si — los ojos le brillaron —. Estoy contenta de que trabajemos juntos, pero… mi amorcito no es de mucha ayuda cuando se trata de ganar puntos. Al menos… en las excursiones. Fuimos el último lugar en el recorrido de las montañas, te aseguro que si mi vida dependiera de que leyera un mapa, posiblemente moriría.

—Es un poco desorientado — Akane se rió, mientras levantaba la mirada y observaba al chico del que hablaban.

No fue difícil dar con él, pues estaba hablando con Ranma. Ambos parecían muy entretenidos. Sabía que se llevaban muy bien, eran casi tan buenos amigos como Akari y ella.

Ranma pareció sentir su mirada de alguna manera, pues volteó y la observó directamente a los ojos. Aunque instintivamente quiso quitar la mirada, sabía que era lo peor que podía hacer, por lo que se limitó a fruncir el ceño y luego voltear el rostro, con una expresión falsamente indignada.

—Parece que sigues llevándote mal con Ranma ¿no? —Akari estaba muy pendiente de sus reacciones, por lo que rodó los ojos y se cruzó de brazos.

—Sabes que no nos soportamos.

—¿En serio? — la chica se inclinó y Akane hizo lo mismo al saber que deseaba decirle algo —. Pues Ryoga me dijo que Ranma parecía bastante interesado en ti. Él cree que le gustas demasiado.

—¡Eso es una tontería! — Akane se irguió con rapidez, con las mejillas furiosamente sonrojadas.

—Cállate tonta, que te van a escuchar — Akari la riñó, asiéndola del brazo y obligándola a inclinarse nuevamente.

—Pero lo que dijiste — procuró mantener la voz baja, avergonzada al percatarse que varias cabezas habían girado en su dirección —. Eso es imposible. Ranma me odia de verdad, desde que estamos en la escuela y… yo también lo odio.

—Si, claro — Akari se rió, rodando los ojos.

—Es así.

—Como digas — era obvio que no le creía.

Akane sintió como su pulso empezaba a acelerarse y se lamio los labios antes de pensar en lo que diría. Estaba por hablar, cuando Hinako volvió con su cuaderno de notas.

—Muy bien, antes de dar las actividades de la semana, debo advertirles que los grupos se mantendrán de la misma forma, debido a lo bien que han trabajado.

—Ohh… — algunos parecían contentos, otros lucían decepcionados. Seguramente Ukyo y Shampoo no estarían felices de haber perdido su oportunidad de trabajar con Ranma y escuchó como Kuno intentaba refutar.

Akane lo ignoró y observó como Akari suspiraba, a lo lejos Ryoga parecía festejar, al pensar en trabajar de cerca, otra semana con su chica. La Tendo no supo como sentirse al respecto, podía sentir la mirada de Ranma puesta en ella, aunque fingió no notarlo.

—Bueno… no puedo quejarme — Akari sonrió ligeramente —. Es una pena no poder trabajar contigo Akane.

—No creo que hubiera habido oportunidad de cualquier manera, normalmente los grupos deben ser mixtos, así que siempre nos tocará con un chico.

—Eso si… y bueno, siendo de esa manera, creo que es mejor trabajar con mi amorcito que con otro — Akane no pudo evitar reírse por sus palabras.

—Eso si es amor — se burló.

—Sabes que no lo digo de mala manera.

—¿Y comó sería si realmente lo hicieras?

—Ohh cállate… mejor escuchemos a la supervisora.

Hinako empezó a dar instrucciones sobre las actividades de esa semana. Todos los chicos parecían entusiasmados, era evidente que estaban disfrutando del campamento tanto como los campistas.

Observó de reojo como Ukyo y Shampoo intercambiaban algunas palabras subidas de tono, nnca se habían llevado muy bien, pero no podía culparlas, aunque de las dos Ukyo era en definitiva la más agradable, podía ser un poco pesada cuando se trataba de Ranma, de hecho, ambas lo eran. Ukyo le conocía desde su infancia, según tenía entendido. A Shampoo la habían conocido durante el colegio, cuando se había trasladado a Nerima con su abuela. Desde que conoció a Ranma, tuvo un flechazo casi instantáneo por el, era la primera razón por la que sabía que él estaría ahí, en el campamento, antes de incluso verlo. No había movimiento que Shampoo hiciera, que no tuviera que ver con Ranma.

También estaban los otros chicos, como Mousse, el eterno enamorado de Shampoo , y Kuno, uno de sus devotas —e insistentes— enamorados, y varios otros chicos con lo que había compartido más de alguna clase.

En cuanto Hinako terminó, les permitió a todos que pudieran volver a sus cabañas.

Akari se puso de pie de un salto y la tomó de la mano, llevándola consigo. Ryoga seguía en una esquina, con Ranma, lo cual la hizo inevitablemente sentir nerviosa al ver que era exactamente la dirección hacia la que caminaban.

Ambos chicos las observaron mientras se acercaban. Akane fingió no darse cuenta y simplemente siguió a su amiga, cuando llegaron, Akari la soltó para ir a los brazos de su novio.

—Nos toco juntos de nuevo — Ryoga la abrazó contra su cuerpo y le dio un beso en la coronilla.

—Si amorcito — se recostó en el amplio pecho masculino —. Esta vez ganaremos todas las actividades.

—Siempre que no tengan que ver con orientación, talvez tengan una oportunidad.

—¡Oye! No molestes con eso de nuevo, idiota — Ryoga se irguió con rapidez y volteó hacía Ranma, aun con Akari encerrada dentro de sus brazos.

—Solo estoy diciendo la verdad. Mira que quedaron muy mal en la escalada de la montaña.

—Eso fue porque la brújula se averió, te lo había dicho.

—Claro… y no tiene que ver con que tengas problemas para direccionarte — se mofó.

—Cállate idiota, ya veras — Ryoga se plantó con mucho orgullo —. Vamos a ser el primer lugar en la siguiente actividad.

—Tendrás que pasar sobre mi antes — Ranma aceptó el reto con mucho gusto.

—Hombres — Akari suspiró, sabiendo que además de amigos, era rivales —. Mejor vamos al comedor, muero de hambre.

—Claro que si pichón — Ryoga la tomó de la mano con rapidez y empezó a halarla hacia la salida.

Akane se cruzó de brazos y empezó a seguir a la pareja acaramelada. Percibió el momento exacto en el que Ranma se colocaba a su lado y creyó escuchar un carraspeo de su parte, pero lo ignoró deliberadamente.

—Entonces… nos toca juntos de nuevo — soltó él.

Akane miró a los lados y se encogió de hombros.

—Eso parece… solo espero que esta vez si me ayudes con las tareas.

—No molestes… fue mi grupo quien ganó la excursión a la montaña.

—Ambos grupos lo hicieron — gruñó molesta.

—Como sea… sobre…

—¡Ranma! — un grito femenino cortó las palabras del chico.

Akane rodó los ojos cuando un halo violeta pasó justo frente a ella. Escuchó como Ranma se quejaba mientras Shampoo se le tiraba encima.

—Creí que quedaría contigo esta semana. Es una lástima que Hinako hubiera dejado los grupos de esa manera ¿no crees?

Akane levantó la mirada y sus ojos se encontraron con los de Ranma un segundo antes de que el chico observara a Shampoo.

—Si, lo es… talvez la otra semana.

—No tienes que decirlo por obligación Ranma… trabajar con Shampoo sería un suplicio, no debes ser amable — Ukyo se había plantado frente a ellos con un ceño fruncido.

—Tu cállate marimacho.

—¡¿Como me dijiste gata?!

Akane negó, mientras las chicas empezaban a pelear una vez más. Apresuró el paso dejando al trío atrás hasta que una mano la asió del brazo.

—Akane Tendo, mi vida… quería trabajar contigo esta vez – Kuno rápidamente se puso frente a ella para que no pudiera seguir su camino.

La morena suspiró, se cruzó de brazos y respiró profundamente.

—¡Akari!

Un segundo después su amiga estaba ahí, tomándola del brazo.

—Lo siento mucho Kuno, pero tengo que robarte a Akane, tenemos que hablar una cosa de chicas, ya sabes…

Mientras parloteaba, la chica continuo halándola hacia la salida, sin darle la oportunidad a Kuno de que pudiera decir algo. Antes de salir de la cabaña principal, Akane volteó y sus ojos se encontraron una vez más con los de Ranma.

El chico parecía haber estado viendo toda la escena con mucha atención, pese a su propio problema con las dos chicas que continuaban aún peleando a cada uno de sus lados.

Una sonrisa ligera se deslizó por los labios masculinos y Akane bufó, siguiendo su camino.


—¡Te dije que por ahí no es!

—¡Y yo te dije que ya pasamos este árbol!

Los chicos miraron fijamente como sus guías peleaban, enfrentados una vez más, sobre quien tenía la razón.

La actividad de esa semana había sido "La búsqueda del tesoro". El terreno del campamento era increíblemente extenso, por lo que los grupos se habían tenido que reunir y tomar un mapa para encontrar una baratija que se hallaba dentro del bosque. Aunque habían tardado un poco más de una hora tan solo buscando el "tesoro", el problema real se había suscitado cuando tuvieron que volver hacia el campamento.

Akane le había dejado la tarea a Ranma de dejar una marca en el camino para identificar el sendero por el que debían regresar, Ranma ingeniosamente decidió relegar la misma tarea a uno de sus campistas, quien luego de algunos minutos de haber ingresado al bosque, lo había olvidado, lo que les dejaba ahora perdidos.

Habían llegado tan alto en la montaña, que no tenían señal y dado que cada grupo tuvo un "tesoro" diferente, tampoco se habían encontrado a nadie más en el camino.

Lo que les había llevado a la inevitable conclusión de que debían hacer su propio camino al campamento. Akane estaba segura que si seguía el sendero al norte, llegarían de regreso, pero Ranma había decretado que caminarán mas al este porque él recordaba el camino.

Aunque habría deseado refutar sobre eso, no quería que los chicos se preocuparan, por lo que optó por seguir sus instrucciones, hasta que notó que pasaban por un árbol que resultó particularmente conocido.

Ranma había negado, diciendo que todos se veían igual, pero ella no podía quitarse de la cabeza, que estaban dando vueltas en círculos, sin ir a ningún lado.

—Ese no es el camino correcto. Conozco el camino de mis años de campista.

—Yo también asistí aquí ¿no recuerdas tonta?

Akane se sorprendió, pero recordó que había sido así, en efecto. Ranma había asistido al campamento un poco después de que sus padres se mudaran a Nerima, el mismo año en el que le había conocido, cuando ingresó a la escuela en la que asistía.

Ciertamente habían compartido bastantes cosas juntos, muchas para llevarse tan mal. Con el ceño fruncido, Akane decidió plantarse frente a él.

—Entonces tienes que recordar que fui la mejor guía del 2012.

—No me hagas reír… yo fui el mejor.

—Como sea — ella no pensaba ponerse a pelear en ese momento —. Te estoy diciendo que ya cruzamos este árbol. El camino de regreso es al norte, te lo dije antes.

—No lo es… es al noroeste ¿Por qué no escuchas?

—¿Sabes que?... — ella casi gritaba —. Voy a agarrar a mis chicas y voy a irme por el camino que se que es correcto, puedes seguirnos o puedes dar todas las vueltas que quieras.

—¿Entonces llevaras a las chicas a perderse en el bosque? ¡Vaya guía que eres!... si tan segura estas, porque no sigues tu el camino y cuando encuentres el campamento, vuelves por nosotros si aún seguimos perdidos.

—¡Estas loco!

Akane negó y volteó hacía las chicas. Su grupo rondaba desde los ocho hasta los quince años. Hasta el momento habían resultado jovencitas muy activas y agradables, aunque mas de una podía llegar a ser rebelde. Aún así, se había encariñado con rapidez de cada miembro de su cabaña, por lo que, al observar sus rostros cansados, sólo pudo sentir como se le apretaba el corazón.

Ranma parecía tan seguro de si mismo, pero ella también se sentía segura de lo que decía, aun así ¿Y si estaba equivocada? No era tan arrogante como él para creer que no podía llegar a estarlo, además que el saber que podía perjudicar a las chicas le daba una pauta para pensar muy bien en su siguiente paso. Además, siendo todas mujeres, era mejor que permanecieran con el otro grupo, todos hombres. Talvez la idea de Ranma no había sido del todo descabellada. Llevaban casi dos horas dando vueltas, todos estaban agotados, si ella llegaba al campamento antes, podía pedir ayuda con los otros guías para volver por los chicos. Sabia que Ranma no era alguien que daría su brazo a torcer en pos a su idea, además de que parecía tan confiado de sí mismo que inevitablemente había creado dudas en ella.

—Eso voy a hacer.

—¿Disculpa? — él alzó una ceja.

—Voy a seguir el camino que creo que es el correcto y si llego al campamento, volveré por ustedes.

El chico parecía sorprendido por su aseveración. Akane se agacho y se arreglo las agujetas de los tenis antes de acomodarse la mochila en los hombros.

—Eso es una idea muy estúpida.

—¿Como dices? — le miró rápidamente

—Si, estas tonta si piensas que puedes vagar sola por el bosque. Todos vamos a permanecer juntos, claro que si.

—No lo creo Ranma… ya lo decidí. Tu puedes seguir este camino si quieres, si encuentras el campamento, puedes volver por mi.

—Claro que no. Te prohíbo que…

—Tu no me prohíbes nada — Akane observó a los chicos un segundo antes de mirar los ojos azulados del moreno y fruncir el ceño —. Olvídate de eso. Voy a ir por este camino y buscare la salida del bosque.

—Te vas a perder idiota. Además, una mujer sola en el bosque es vulnerable.

—No digas tonterías.

—Akane… nosotras podemos ir contigo – una de sus chicas dio un paso al frente. La morena observó su expresión preocupada y se limitó a sonreír.

—No es necesario. Es mejor que el grupo se mantenga junto, si Ranma esta en lo correcto, pronto llegarán al campamento.

—No iras a ningún lado.

—Si lo haré – miró al Saotome molesta —. No voy a pelear contigo ahora — se acomodó la mochila.

—Si tan segura estas que ese es el camino — Ranma dio un paso al frente —. Llévate tu al grupo, yo voy a seguir por aquí y si encuentro el campamento puedo volver por ustedes marcando el camino.

—¿Ahora dudas de tu dirección? — se mofo con una ceja alzada.

—Claro que no, pero no puedes ir por este lugar sola.

—No conocía esta faceta tuya Ranma, casi parece que te preocupas por mi — las mejillas del moreno se enrojecieron.

—No digas idioteces. Si algo te sucede, me voy a meter en problemas.

—Como sea… me voy a ir ahora.

—Akane…

—No empieces — le dirigió una mirada de advertencia, luego volteó hacía los chicos y de nuevo a él —. Estas actuando extraño hoy, casi parece que ya no me odias.

—Te odio, pero…

—Me voy — la chica no lo dejó terminar y dio media vuelta.

Esperaba que Ranma no fuera lo suficiente terco como para seguirla, sabia que algunas veces podía ser muy tozudo y esto se volvía mas evidente cuando algo no se hacía como el lo exigía.

Bajar la pendiente que había escalado supuso todo un reto, aun así lo logró. Llevaba su brújula a mano, por lo que solo le quedaba seguir la dirección en la que estaba tan segura.

Esperaba no estarse equivocando, en primera, porque podía terminar en quien sabe donde; en segunda, porque entonces Ranma tendría una razón para sacarle en cara que le había ganado en algo. Definitivamente la última opción era la peor de ambas.

Siguió el camino durante veinte minutos hasta que se dio cuenta que no llegaba a ningún sitio. El bosque se extendía frente a ella inmenso y majestuoso, los árboles de pronto parecían más altos y la profundidad que podía vislumbrar varios metros mas allá, se volvió escalofriante.

Los pies empezaban a dolerle y estaba sudada y pegajosa por todos lados. Aún faltaba al menos una hora para que empezará a oscurecer, pero con cada minuto que pasaba era consciente de que, por primera vez, su instinto había fallado.

¿Acaso Ranma tenia razón cuando señaló el camino de regreso?

¿Su orgullo había sido tanto que se había dejado cegar por la rivalidad que existía entre Ranma y ella?

¿Qué debía hacer?

Saco su celular y lo encendió. La batería estaba apenas en un precario diez por ciento y no tenía mas que una barra de señal. Al menos era mucho mas que antes.

Se movió un poco mientras buscaba en los contactos. Un nombre muy especial salto a la vista, pero lo ignoró para buscar el número de Akari, necesitaba conseguir alguna manera de direccionarse por el camino correcto, ya ni siquiera estaba segura de poder volver por donde había llegado, para al menos reunirse con el grupo y Ranma.

La barra de señal quedó en blanco, un momento, por lo que intentó volver a su antigua posición, lo cual resultó infructuoso. Probó moviéndose a la derecha y caminando unos pasos hacia el norte mientras se ponía de puntillas, su estatura no ayudaba en lo absoluto y tuvo que estirar el brazo hasta que casi se volvió doloroso.

Una pequeña barra finalmente apareció justo cuando dio otro paso adelante, no obstante, la pisada a ciegas sólo le valió para que perdiera el equilibrio y terminara casi de frente al suelo. Estaba en una pequeña elevación, lo que la hizo deslizarse y caer de trasero en un bulto húmedo de lodo.

El golpe la desconcertó, casi sintió como cada hueso de su cuerpo se estremecía debido al agite. Un quejido escapó de sus labios y su cabeza palpito en un costado.

Se tomó unos segundos para volver a poner sus pensamientos en orden. Los ojos se le habían llenado de lagrimas y las palmas de la mano le dolían, pues habían sido las primeras en impactar contra el piso cuando las había puesto para conseguir sostenerse.

—Auchh — intentó moverse y sintió como su trasero protestaba, sensible por el golpe. Procuro moverse con cuidado mientras se ponía de rodillas, y levantó la mirada hacia un árbol que estaba frente a ella, para conseguir sostenerse de una de sus ramas y ponerse de pie.

El estremecimiento de dolor fue sorpresivo cuando intentó apoyarse en sus pies. Su tobillo derecho palpitaba y cuando bajo la mirada y lo observó, se dio cuenta con total alivio que al menos no se había lastimado gravemente.

No presentaba inflamación, aunque pudo vislumbrar el comienzo de un moretón en el costado derecho. Se encogió de piernas y acaricio el tobillo con sus manos mientras se forzaba a moverlo para determinar qué tan grave era el golpe.

Al menos no tenía una fractura, pues podía mover el pie sin mayor dolor, pero en cuanto intentaba apoyarse, su tobillo protestaba y rápidamente se hizo evidente que tenía un esguince.

Aun así, no era tan grave o al menos no debía serlo, pues luego de unos pasos pudo moverse mejor, aun así era bastante molesto y mientras más caminaba, mas sentía que le dolía, seguramente por el sobreesfuerzo.

Empezaba a oscurecer cuando finalmente se dejó caer contra un árbol, derrotada. Estaba agotada, el tobillo le dolía y sus manos ardían por las cortadas. No tenía mas agua, la batería de su teléfono finalmente se había agotado y tenía ganas de llorar.

Casi estaba dispuesta a ello cuando le pareció escuchar un grito. Inmediatamente se tensó, con un escalofrío de miedo subiendo por su espina dorsal. Se puso de pie y miró a los lados buscando alguna sombra o algo que indicara que no estaba sola.

—¡Akane! — nunca en su vida, había estado tan feliz cuando escuchó el grito de Ranma llamarla.

—¡Aquí! — agitó la mano al verlo avanzar entre los árboles, varios metros lejos.

—¡Akane! — la figura pequeña de Akari apareció tras el chico y casi se precipitó hacia ella cuando la vislumbró.

—Akari — le llamó. La chica corrió hacia ella, casi tropezando en el camino. Ranma le seguía el paso, igual de agitado

—Eres una tonta… ¿Por qué te alejaste tanto? — la peliverde se inclinó y la abrazó con fuerza.

—Estaba buscando el camino de regreso.

—Debiste seguir a Ranma, él llegó al campamento hace casi una hora, es increíble que por estar molesta con él, te hubieras puesto en un peligro tan…

—Te lastimaste — Ranma se agachó frente a ella y observó el tobillo que mantenía levantado. Akane sintió como todo el rostro se le encendía.

—No es nada — intentó restarle importancia con un gesto de manos, pero Ranma agarró su muñeca y miró fijamente su palma maltratada.

—Tienes raspones en las manos y las rodillas y dices que no es nada — su tono de voz era serio, casi contenido, y Akane prefirió mantenerse en silencio.

—Eso fue muy imprudente Akane — concordó Akari.

—Pero ya estoy bien, solo quiero volver a la cabaña y descansar. Guíenme por el camino correcto — intentó dar un paso al frente, pero Ranma se irguió y la miró a los ojos.

—No vas a caminar de esa manera, te puedes lastimar en serio.

—Pero…

—Y no te estoy preguntando — se dio la vuelta y se puso de cuclillas frente a ella — Ahora sube.

—Pero yo…

—¡Sube Akane!

La morena se sintió profundamente avergonzada cuando no le quedó mas opción que seguir sus instrucciones. La mirada de Akari también se mantenía firme con un "Te lo mereces" en cada una de sus facciones.

Y a Akane no le quedó mas remedio que permanecer en silencio y soportar la humillación de ir a espaldas de su enemigo jurado.


—¿Cómo te sientes?

—Pues estoy aquí sentada mientras todos están divirtiéndose en la actividad del día, así que ¿Qué crees?

Akane volteó y observó a su mejor amiga con una ceja alzada.

Luego del accidente que había tenido, la enfermera del campamento la revisó y le dio tres días de absoluto reposo, lo cual agregó mas peso a su humillación.

Nadie había comentado nada al respecto, a menos de que fuera sobre lo preocupados que habían estado por ella, aun así, Akane no podía evitar la sensación de vergüenza que la había perseguido todos esos días.

Justo esa tarde se desarrollarían una de las actividades de deportes donde se podrían conseguir puntos para los equipos. Sus chicas habían terminado bajo la supervisión de Ranma, quien como su compañero guía, debía estar a cargo no solo de sus tareas, sino también de cada una de sus obligaciones.

Ranma no había refutado hasta el momento, ni tampoco había comentado nada al respecto de su idiotez, de hecho actuaba con una indiferencia escalofriante y solo se avocaba a ella cuando su grupo de chicas estaba en medio, de otra manera, la ignoraba con totalidad.

Debería sentirse aliviada al respecto, pero en realidad, aquello la hacía sentir aún más avergonzada.

Y la sensación no se iba.

Había dado un paso en falso, que terminó con aquella lesión en su tobillo. Su grupo había quedado al cuidado de alguien más y su compañero guía tenía que soportar el trabajo adicional sin quejas. Que este fuera Ranma era aún más vergonzoso.

¿Alguien allá arriba la odiaba?

—Estas de muy mal humor ahora, si quieres podemos hablar luego — le dijo Akari con tranquilidad. Estaba comportándose como una arpía, lo sabía.

—Lo siento, solo estoy un poco molesta por esto… Las chicas ahora están a cargo de Ranma y…

—Él está haciendo un trabajo excelente, no deberías menospreciarlo.

—No lo hago — le aclaró sorprendida —. De hecho, se lo agradezco mucho, aunque me duela… — se rió sin humor —. Ha sido muy comprensivo.

—Te dije que es un buen chico. Debiste haber visto lo preocupado que estaba cuando el tiempo empezó a pasar y tu no aparecías.

—¿En serio?

—Si, parecía casi asustado, creo que nunca lo he visto actuar así… fue él quien decidió ir a buscarte, porque faltaba poco para que anocheciera. Yo solo lo acompañe.

—Gracias por eso.

—Es a Ranma a quien deberías agradecerle, estoy segura que aunque yo no hubiera estado ahí, el te hubiera encontrado y traído de vuelta.

—Si, supongo que si — se encogió de hombros con falsa tranquilidad. Akari suspiró y se irguió.

—Y creo que tu le gustas mas de lo que te puedes imaginar — levantó una mano deteniéndose antes de que intentara hablar —. Se lo que vas a decir, pero te he dicho que es un buen chico, solo míralo, cualquier otro ni siquiera se tomaría el costo de tomar tu trabajo y hacerlo en serio, pero él se ha tomado la responsabilidad con bastante formalidad, creo que es hora de que empieces a apreciarlo, talvez te sorprendas por lo que puedes encontrar.

La chica dio media vuelta y se alejó. Akane parpadeó, sin palabras ¿Cómo demonios podía refutar algo tan serio?

Miró como Ranma le daba unas indicaciones al grupo en general. Las chicas se habían incorporado con los varones bastante bien, y él no hacía ninguna distinción entre su equipo y el de ella. Talvez de verdad debía agradecérselo. Encontraría la manera de hacerlo.

Sonrió ligeramente, con las mejillas ruborizadas.


—¿Crees que así esta bien?

—Si, se ve bien — Ranma observó el despliegue de alimentos que tenía preparados.

Dado que la actividad de esa semana le tocaba a ambos, habían decidido que en esa ocasión dejarían que los chicos tomarán un descanso y harían una enorme fogata para que todos los campistas pudieran disfrutar de una noche con algo sencillo de comer, algunas historias y tiendas de dormir bajo las estrellas.

Todos estaban encantados en cuanto propusieron la idea y toda la semana habían hablado al respecto.

Dado que sus habilidades en la cocina, dejaban mucho que desear, Akane se había decidido por algunas cosas sencillas. Una de las cosas mas deliciosas que recordaba del campamento cuando era una niña, eran los malvaviscos asados. Había traído algunas galletas y chocolates para acompañar y había solicitado aguas y jugos como bebidas.

En cuanto anocheció, todos los chicos se reunieron en el centro del campamento. El grupo rondaba casi los cien chicos por lo que Ranma y los guías masculinos habían ido por bastante leña al bosque para hacer una fogata gigante.

Dado que estaban seccionados en grupos, se decidió que fuera esa la manera en la que durmieron, cada quien con sus compañeros de equipo, sin embargo, durante la fogata y la noche de terror, también acordaron que cada quien podía tomar asiento donde les pareciera, por lo que todos los campistas estaban mezclados.

La actividad en general no suponía mucho trabajo, pues podía hacerse sobre el camino. Algunos chicos llevaron unos instrumentos y empezaron cantando a la luz del fuego. Empezó a hacer un poco de frío en cuanto la noche cayó, por lo que el calor fue bienvenido.

En cuanto los chicos clamaron por algo de comer, Akari y Ukyo le ayudaron a Akane a repartir los malvaviscos, los chocolates y galletas, además de las bebidas. Algunos campistas conocían los pasos para asar malvaviscos al pie de la letra, sin embargo, tuvieron que enseñarle a los más pequeños.

Poco después, empezaron a contar algunas anécdotas, al inicio divertidas, hasta que entrada la noche, fueron tornándose escalofriantes.

—¿Y qué pasó? — preguntó un pequeño rápidamente.

Akane lo abrazó mientras Ranma volteaba hacia él y lo observaba fijamente.

—El chico se levantó y decidió investigar los ruidos en el bosque…

—¡No! — chilló el niño.

—Si… — Ranma sonrió, mientras se inclinaba. Todos los chicos les observaban fijamente, con la respiración contenida. Era evidente que el relato había captado su atención por completo —. Y se acercó al espacio entre los árboles.

—Que no vaya — soltó otra chiquilla abrazada a Ukyo.

—Pero si lo hizo — el moreno volteó y fijó su atención en la niña en esa ocasión —. Y empezó a acercarse lentamente, muy lentamente. La sombra entre los árboles no tenía ninguna forma y eso le hizo sentirse confiado, pero… de pronto, una mano salió entre la oscuridad y….

—¡AHHHHH! – el grito de dos de los chicos mayores hizo que todos los presentes en alrededor de la fogata se sobresaltaran. Varias chicas gritaron, abrazadas a quien estuviera a su lado y los más pequeños intentaron aferrarse al guía que tenían mas cerca, para verse resguardados en caso de que algún monstruo saliera de las sombras.

Por otro lado, los chicos mayores estallaron en risas escandalosas, contentos con haber cometido el objetivo de asustar a los demás campistas.

—Hey, eso no fue divertido — se quejó Akane acariciando la espalda del pequeño que la aferraba por la cintura.

—¿Esta bromeando? Fue lo máximo

—No es así — Ranma intervino esta vez —. No puedes interrumpir el relato.

—Vamos guía… no seas aburrido.

—Hay niños aquí chicos — él bufó —. Como los mayores, deben de cuidarlos.

—Ibas a asustarlos también.

—Pero no de la manera en que ustedes lo hicieron — suspiró y aplaudió —. Bien, creo que es todo por hoy.

—¡¿Qué?! ¡Nooo!

—Aun falta la historia de la niñita del bosque.

—Y el duende, el duende.

—Ya no chicos, además mañana tienen que levantarse temprano.

—¿Desde cuanto te hiciste tan aburrido? — gruñó uno de los chicos.

—Ohh, cállate mocoso... Vamos ¡Cada quien a su tienda! Es hora de dormir.

—Señorita Akane — el llamado hizo que Akane despegará la mirada de Ranma.

Bajó el rostro y observó al pequeño que la abrazaba aún

—Dime Hikari.

—¿Puedo dormir con usted hoy?

—Ohhhh… — eso le sorprendió.

—Es que mi guía no me va a dejar dormir con él y me dio miedo el cuento — le miró fijamente con sus enormes ojos oscuros.

Era cierto, el niño pertenecía al grupo de Ranma. Akane suspiró y acarició la cabellera castaña del pequeño.

—Esta bien, puedes dormir conmigo.

Cuando se levantó y tomó la mirada de Hikari, sintió como una mirada se posaba en ella y no necesito voltear para saber que se trataba de Ranma. Intentó ignorar la sensación de estremecimiento en su piel y se acercó al círculo que habían conformado sus chicas.


Cuando Hinako decidió que los equipos debían enfrentarse, todos los chicos parecieron sorprendidos. Akane lo había esperado, dado que estaban en su sexta semana dentro del campamento y era algo que siempre sucedía ¿De que otra manera podía haber una sola cabaña ganadora?

Ranma se había acercado con su grupo y se plantó con tranquilidad frente a ella.

—"Lista para perder" — declaró arrogantemente.

—"Eso debía preguntarte yo" — le retó con rapidez.

Ranma sonrió y soltó un "veremos" antes de alejarse. La actividad giró entorno a un juego de capturas. Cada equipo tenía una bandera y debía resguardarla. Todos los participantes del equipo contrario debían cuidar la bandera propia mientras intentaba robar la bandera del equipo enemigo.

Todos los chicos parecían entusiasmados y la rivalidad de los primeros participantes solo logró que los ánimos se volvieran aun mas competitivos.

Cuando tocó su turno, Akane reunió a sus chicas y les repitió el plan una vez más. Ranma y su grupo parecían listos y muy confiados por sus expresiones.

Akane se acercó a Hinako cuando ella les llamó. Eran los guías quienes debían ir por la bandera y solo cinco minutos después se daba inicio al juego.

Su bandera era rosa, mientras las del equipo contrario era azul, seguramente para hacer diferencia de género.

Akane estaba por dar media vuelta cuando Ranma carraspeó.

—¿Estas lista? — la sonrisa burlona en el rostro del Saotome, hizo que Akane sintiera como un estremecimiento de anticipación le recorría el cuerpo.

—Pareces muy confiado ¿no crees?... ¿Piensas que ganaras?

—Solo establezco la realidad.

—De mi pérdida, claro… — Akane sonrió —. Pero te advierto que es mi grupo quien ganará.

—¿Es un reto?

—No, es un hecho — soltó y dio media vuelta.

Se acercó corriendo a las chicas e hicieron un circulo cerrado, mientras les advertía que siguieran los pasos al pie de la letra.

Pocos minutos después, empezó el juego. Dado que la bandera no debía permanecer exclusivamente en un punto fijo, Akane tomó el pequeño trozo de tela y lo enrollo alrededor de su brazo. Siempre y cuando la bandera estuviera visible, no importaba quien la tuviera, aun así, de ser atrapada, la eliminación del equipo sería inmediata.

—¡Por aquí, la señorita Akane la tiene! — el grito tuvo varias cabezas girando en su dirección.

Akane volteó apenas, notando que todos los chicos que conformaban el grupo de Ranma, la observaban fijamente. Más allá, al centro del equipo, la bandera azul permanecía enterrada en la tierra. Sabía que sería así, pues los chicos no las veían realmente como una competencia, por lo que no creían necesitar ningún truco para esconder la bandera.

—¿Tan confiada estas? — la voz de Ranma la obligó a sobresaltarse.

Akane observó que se acercaba, con una sonrisa prepotente en el rostro. Sabía que era un chico ágil, se negó a confiarse.

—¿Y tu?

—Sabes que solo debo atraparte ¿no?

—¿Y crees poder hacerlo?

Akane miró de reojo como un chico intentaba ponerse a su espalda. Dos más empezaron a rodearla, pero no les dio la oportunidad.

Le dirigió una mirada retadora a Ranma antes de echarse a correr. Los chicos empezaron a seguirla, pero Akane lo había previsto, por lo que sus chicas salieron justo en ese momento interponiendose en el camino de sus perseguidores.

Correr suponía un auténtico reto, pero era una persona atlética y fue la única razón por la que pudo mantener el paso. Sin embargo, los chicos se volvieron cada vez más insistentes y no le quedó mas remedio que desviarse del camino que había trazado con su grupo.

Un halo azabache pasó a su lado antes de que unos brazos fuertes la rodearan. Estaba sin aliento y el movimiento fue tan sorpresivo que la obligó a perder el equilibrio.

Creyó que caería de cara contra el suelo, pero en su lugar casi se vio alzada en el aire y luego su cuerpo impacto, pero con una superficie más bien suave.

Cuando abrió los ojos, desconcertada, se encontró directamente con una mirada azulada, bien conocida.

Estaba sin aliento, no sabia si por la carrera, por el golpe o por la sensación que le apretó el pecho cuando se dio cuenta que estaba sobre Ranma Saotome. El chico la mantenía bien pegada a su cuerpo. Una de sus manos se encontraba apoyada en su espalda, la otra se había deslizado en su cintura, dentro de la camisa.

El corazón se le aceleró y su piel empezó a arder, en cada lugar donde él la tocaba. Akane soltó un jadeo e intentó erguirse, pero temblaba y no encontraba donde apoyar sus manos sin ser en el cuerpo de Ranma.

—Lo tengo — él sonrió, como si su cercanía no le afectara en lo absoluto y meció la tela rosa frente a sus ojos, cual si se tratara de un trofeo.

Akane jadeó y miró su brazo inmediatamente, dándose cuenta que en efecto, no tenía mas el trapo.

Se irguió con rapidez hasta sentarse y se inclinó, intentando tomar la tela. Ranma lo quito dejándolo fuera de su alcance.

—Acepta tu derrota.

—No, dámelo — ella se inclinó aún más.

—Akane…

—¡Que me lo des te digo! ¡Eso fue trampa!

—Akane…

—Que me lo…

—¿Qué demonios sucede aquí? — Akane levantó rápidamente la mirada y observó que Akari, Ryoga, Ukyo y Shampoo miraban la escena con mucha atención.

Solo entonces tomó consciencia de la posición en la que se encontraban y cuando bajó la mirada, notó que el rostro de Ranma se encontraba sonrojado. Ni siquiera lo pensó, mientras se dejaba caer a un lado y se alejaba rápidamente.

—Es un malentendido — levantó el dedo tembloroso y miró a Ranma —. Fue su culpa… me atrapó injustamente y caí sobre él.

—¡¿Cómo?! — Ranma se irguió y la fulmino con la mirada —. Claro que no, gané limpiamente este juego. Aprende a perder.

—¿Cómo dijiste? — Akane se puso rápidamente de pie. Los chicos empezaron a acercarse al ver que sus dos guías se enfrascaban en una nueva pelea.

—Lo que escuchaste – se cruzó de brazos —. Si no sabes perder entonces…

—¡Lo tengo, lo tengo! — el grito infantil cortó las palabras de Ranma.

Todos voltearon y observaron que una de las niñas saltaba, ondeando una bandera azul.

—Ven aquí Mika — Akane se agachó y abrió los brazos para que la niña corriera a ellos. Mika era la mas pequeña de su grupo con apenas seis años.

—Mire señorita Akane, lo conseguí — ella le entregó la bandera.

—Bien hecho Mika, lo hiciste muy bien — Akane sonrió y le mostró la bandera a Ranma, ondeándola ligeramente —. Parece que fuimos nosotras quienes ganamos.

—¿Quién te pasa loca? ¿Que no ves que yo la tome primero? — él agitó la tela rosa, la cual por el movimiento fue desprendiéndose lentamente.

—¿El qué? ¿Un pañuelo? — Akane le dirigió una mirada inocente.

Ranma frunció el ceño y observó que efectivamente, se trataba de una pañoleta.

—¿Qué demonios? ¡Hiciste trampa!

—No lo hice.

—Si, lo hiciste — él se inclinó sobre ella. Akane dejó a la pequeña en el suelo antes de plantarse con firmeza frente al chico.

—No es así… "Aprende a perder"

—¿Qué dices?... ¿Y dónde esta la bandera?

—¡Aoi! ¡Ven acá!

—Voy — otra niña, de nueve años, se acercó. Ranma jadeó cuando observó su diadema. Akane obligó a la pequeña a dar la vuelta y se la quitó, antes de extenderla frente a todos.

—¿Buscabas esto? — preguntó con altanería.

—¡Eso es trampa!

—No lo es.

—Me engañaste, preparaste todo para que pareciera que tenias la bandera en tu brazo.

—No es así.

—Si, lo es… y luego la cambiaste por esa cosa que las niñas se ponen en la cabeza.

—Aun así, la bandera estaba visible, por lo que no es trampa.

—Si lo es.

—No, no lo es.

—Que si…

—No, no lo es – Hinako se acercó y se entrometió entre ambos —. No hay ninguna regla que diga eso, fue un truco nada más, uno muy bueno, pero la bandera estaba visible y ustedes no la vieron así que… ¡El equipo de las chicas gana!

—¡SIIIIIII!

Las chicas corrieron a abrazar a Akane mientras los varones refunfuñaban por haber perdido de una manera tan boba.

Akane abrazó a cada una de sus niñas y luego se irguió y miró a Ranma.

Un escalofrío le recorrió el cuerpo, cuando en lugar de lucir molesto, Ranma se limitó a sonreír.


—¿Verdad o reto señorita Akane?

—¿Qué? ¡No! — Akane se apresuró a negar mientras observaba a las chiquillas.

Las niñas le habían pedido que les permitiera realizar una pijamada y dado que al día siguiente seria domingo, Akane les permitió con la única condición de que estuvieran dormidas a media noche a más tardar.

Le había pedido ayudar a Akari para preparar algunos bocadillos y consiguió mover todo dentro de la cabaña de tal manera de que todas pudieran extender su saco de dormir para acostarse en el suelo de madera.

Las chicas habían preparado algunos juegos y aunque se había unido a ellos, en cuando decidieron que jugarían "verdad o reto" Akane simplemente se puso de pie y fingió que debía hacer algo.

—Vamos señorita Akane, por favor — Mika la miró, con sus enormes ojos de cachorro al igual de Aoi y Hana, quien les seguía en edad.

—Pero...

—Por favor.

¿Cómo podía resistirse cuando todas las chicas también le dirigieron una mirada igual de tierna?

Dejó su celular de lado y se sentó de golpe, casi deseando no hacerlo.

Todas dejaron escapar un chillido y se voltearon hacia ella.

—Bien señorita ¿Verdad o reto?

—Verdad.

—Ahh, no… no puede ser — se quejó una.

—Pero señorita Akane…

—Verdad dije — Akane se negó a dar su brazo a torcer.

—Muy bien… veamos — Azumi, la mayor de todas, tomó la palabra —. ¿Hay algún guía que le guste?

—¿Cómo? — su pregunta logró desconcertarla, aunque no debía, dado que había sido la razón por la que se había alejado en cuando el juego inició, para evitar preguntas personales.

—Si, eso… ¿Le gusta algún guía o campista?

—Campista no, no creo que a la señorita Akane le gusten los niños ¿o si? — Azumi la miró rápidamente.

—No, claro que no — tartamudeó.

—Entonces ¿Le gusta alguno?

—Veamos… — una imagen vino a su mente, pero Akane se apresuró a negar con rapidez, mientras sus mejillas se enrojecían.

—Seguramente es el guía Kuno… es muy alto y rico — soltó Kimi de catorce años.

—O el consejero Taro.

—No, tiene un nombre muy raro.

—Talvez sea el guía Ryoga, es muy guapo.

—Shh, olvídalo. Él tiene novia y la señorita Akari es la mejor amiga de nuestra guía.

—Tienes razón.

—¿Talvez sea el guía Ranma? — Azumi sonrió mientras le dirigía una mirada insinuadora.

Akane procuró mantener la compostura y desvío el rostro, para que nadie pudiera notar si se sonrojaba.

—Si, tiene que ser el guía Ranma, él es el mas guapo de todos.

—Si, me gusta el consejero Ranma.

—Pues no — la morena carraspeó y las observó con seriedad —. No me gusta ningún guía.

—¿Acaso ya tiene novio? — Azumi se inclinó.

—Es por eso que pasa tan pendiente del celular, esta chateando siempre con su novio ¿No es cierto?

—Es… con mi familia y bueno, ya conteste la pregunta, así que hasta aquí llegamos.

—Pero señorita Akane, el juego es verdad o reto.

—Si, así es cariño — miró a Mika confundida.

—Y usted mintió

¡Mierda!

—¿Sobre que Mika? — indagó una de las chicas mayores.

—Me prometieron que se irían a dormir a medianoche y ya es hora ¡Vamos!

—Pero Akane.

—Nada de nada, a dormir todas ahora — se puso de pie.

Las chicas siguieron quejándose, pero Akane no se dejó intimidar hasta que cada una se metió en su bolsa de dormir y las luces fueron apagadas.

Era la última vez que se permitía envolverse por algo tan tonto.


En cuanto los chicos terminaron de desayunar, Akane se puso de pie y se encaminó al armario de limpieza que estaba en una esquina.

Todos los implementos estaban ahí, esa semana volvía a tocarles la limpieza del comedor y como tal, debía iniciar desde temprano.

Suspiró mientras sacaba la escoba y el trapeador. Estaba por dar la vuelta y empezar cuando notó que Ranma estaba frente a ella

—¿Qué haces? — frunció el ceño y miró a todos lados.

—Voy a empezar barriendo, puedes ponerte a limpiar las mesas — le quitó la escoba y se apresuró a avanzar por el salón hasta una esquina, la cual empezó a limpiar.

Akane le observó atónita, pero se quedó en silencio y se limitó a hacer justo lo que Ranma le decía.

No había esperado para nada su cooperación, pero cada día aprendía algo nuevo de Ranma.

Y le gustaba.

—Entonces… no eres tan perezoso después de todo.

Él se rió y continuó en su tarea

—Y tu no eres tan fea cuando no eres mandona.

—Vaya, gracias.

—De nada — soltó él como si le hubiera dicho un halago.

Akane negó con la cabeza, sabiendo que no podía hacer nada para sacarlo de su pensamiento.

—Solo faltan dos semanas para que termine el campamento — que Ranma continuará la conversación, la sorprendió. La Tendo se irguió, miró la puerta y luego volteó hacía el chico que ya había terminado de barrer medio salón.

—Ya casi.

—Ha sido divertido ¿no lo crees?

—Bastante.

—¿Incluso trabajar conmigo? — él le dirigió una mirada de reojo y Akane sintió como unas pequeñas y curiosas mariposas le alborotaban el estómago.

—Definitivamente si — Ranma le dirigió una mirada sorprendida —. Y sobretodo cuando te gano.

—Sabes que eso fue trampa — gruñó entre dientes.

—No lo fue.

—Que si… — él se había acercado y Akane empezó a ponerse nerviosa cuando se plantó frente a ella.

—No sabes perder, eso es todo.

—Yo nunca pierdo — Ranma sonrió — Deberías saberlo.

El chico empezó a inclinarse y Akane sintió el momento exacto en el que el ritmo de su corazón se aceleraba, como si estuviera en una marcha agitada. Un nudo se instaló en su garganta y su respiración empezó a tornarse pesada, hasta que ella casi jadeaba en busca de aire.

—¿Ranma?

¿Acaso iba a besarla? ¿En ese momento? ¿Estaba loco?

—¡Ranma! — el grito de Shampoo les sobresaltó a ambos.

Akane se irguió con rapidez, con la espalda tensa y la respiración agitada. Ranma había cruzado medio salón de un salto y fingía barrer con una tranquilidad que resultaba envidiable.

—¡Ranma! — la chica ingresó al salón y lo recorrió hasta fijar la mirada en la figura masculina. Se acercó a Ranma en cuanto lo ubicó y casi se le tiró encima, pasando a un lado de ella e ignorándola en el proceso.

Espera Shampoo…

—Dijiste que me ayudarías con la actividad de esta semana. Necesito de un chico fuerte y eres el único que puede realizar la tarea.

—No digas tonterías ¿Por qué no le dices a Mousse?

—Él no puede, nadie es tan fuerte como tu ¡Vamos Ranma! Por favor.

El chico chasqueo la lengua y dirigió una mirada hacia Akane, quien había retomado la limpieza de las mesas con tranquilidad.

—A Akane no le importa que me ayudes ¿No es así Akane?

—Me da igual — respondió la aludida con indiferencia.

—¿Ves? ¡Ven, vamos Ranma!

El moreno sabía que Shampoo no se iría de ahí a menos de que logrará su cometido de llevarlo consigo. Suspiró frustrado y dejó la escoba a un lado.

—Voy a volver rápido Akane — le comunicó con suavidad. La chica se encogió de hombros y no volteó a verlo en ningún momento.

—Has lo que quieras.

—Ella puede terminar el trabajo sola.

—No, también es mi deber, solo voy a ayudarte a mover la leña y luego me regreso ¿Entendiste?

—Si, si — le tomó el brazo con fuerza —. Pero vamos.

Ranma suspiró y miró a Akane una vez más antes de seguir a Shampoo.

No tardaron en salir de la cafetería y Akane no se inmutó, siguiendo en su tarea de limpiar las mesas.

¡Maldita e inoportuna Shampoo!

Como la odiaba.


A una sola semana de terminar el campamento, todos los grupos habían tenido una excursión hacia la cascada de Saiko. Se trataba más bien de un pequeño estanque ubicado en medio de enormes arboles, a casi dos horas dentro del bosque que colindaba con el campamento.

La cascada seguía el camino del río Tome y era una belleza natural, sin igual. De agua dulce y una numerosa vida marina, el agua tenía un tono azul verdoso y era transparente, tanto que podían vislumbrar el fondo. Aunque la orilla era superficial, casi cerca de la caída de agua, la profundidad alcanzaba los tres metros y era una de las razones por las que el campamento había dejado de encontrarlo como destino de actividades a menos de que todos los guías y supervisores estuvieran presentes.

Dado que ninguno de los chicos conocía la localización tampoco, era mucho mas fácil evitar un accidente. Sin embargo, la actividad programada para ese día había girado no sólo entorno a la visita de la cascada, sino también a la pesca.

Todos los campistas estaban equipados con su indumentaria de pesca y cada uno de los guías sabia el papel de vigilancia que debían tener con su grupo y también con cualquier otro niño que escapara del ojo de su supervisor.

Akane odiaba aquella actividad, con todo el corazón. Siempre había tenido dificultades cuando se tratara de algo relacionado con el agua.

Un accidente durante su niñez había desatado toda clase de traumas acerca del mar o algún espacio de agua. Esto se había hecho peor a lo largo de los años, tanto así, que incluso sumergiéndose en un pozo de agua, ella temía ahogarse y sus habilidades de supervivencia simplemente se paralizaban.

A ese día, al menos ya no tenía miedo de nadar y quedar ahogada en el proceso. Apenas el año pasado consiguió un excelente instructor que le enseñó de tal manera que ahora amaba el mar y todo lo que le pareciera, sin embargo, era evidente que debía pulir algunas otras actividades que incluyeran agua y una de ellas era la pesca ¡Diablos! ¡¿Cómo podía ser tan mala?!

—Señorita Akane ¿Qué está haciendo? — una de sus pequeñas se rió mientras la observaba intentar desenredar el nudo de la caña por tercera vez.

—No lo se.

—Se supone que usted debería de enseñarnos a nosotras — se mofó otra. Akane se rió, avergonzada y divertida.

Incluso las niñas eran hábiles en aquello, lo cual la dejaba como una boba. Aún así, era divertido y que todos se rieran, lejos de apenarla, le causó gracia.

—No soy tan mala… ¿cierto? — hizo un movimiento con la caña para demostrarlo y el anzuelo salió disparado hacia el estanque. Todas las chicas se rieron.

—Es peor que mala… — dijo Azumi entre carcajadas.

—Oye… solo por eso deberás regar las plantas mañana.

—Pero señorita Akane, es cierto… mire, se volvió a enredar — le señaló el hilo y las risas volvieron a estallar.

La morena bajó la mirada y observó lo que la chica le señalaba. Aquello terminaría en desastre, era definitivo. En otro momento seguramente lo habría dejado de lado, pero todos parecían divertirse a costa de ella y en realidad, estaba pasando un buen rato.

Levantó tímidamente la mirada hacia la esquina opuesta, al grupo de Ranma, y lo buscó. El chico parecía hacer aquello con una facilidad tal que en realidad era admirable. Todos le alababan, lo cual seguramente sería como efervescente para su ego, aunque en realidad era muy bueno en casi todo, por doloroso que fuera admitirlo.

Ranma frunció el ceño de pronto, desvío la mirada y se encontró con sus ojos, como si supiera que le observaba. Akane sintió que se le agitaba el pulso y su corazón dio un vuelco justo en el momento en el que una sonrisa se deslizaba por los labios masculinos.

—Señorita Akane ¡Su caña de pescar! — chilló una de las chicas. Akane se sobresaltó y volteó el rostro para observar que casi dejaba caer la caña por estar viendo a Ranma ¿Qué demonios sucedía con ella?

—Me distraje — se excusó riendo avergonzada.

Cuando levantó nuevamente la mirada, notó que Ranma aún la observaba y sonreía. Sus mejillas empezaron a arder y el ritmo de su corazón aumentó cuando él se puso de pie y dio un paso en su dirección.

¿Pensaba acercarse? ¿Acaso estaba loco?

—Veo que tienes problema — una voz masculina la llevo a sobresaltarse. Otro de los guías se había acercado y en ese momento se encontraba inclinado mientras la observaba.

—Ahhh bueno…

—La señorita Akane es muy mala pescando — comentó la más pequeña.

—Si, si… talvez debería de enseñarle — Azumi sonrió con dulzura. Akane entrecerró la mirada dándose cuenta de su insinuación.

—En realidad, no quiero molestarte.

El chico se rió encantadoramente y se ubicó a un lado, casi pegado a su costado.

—No es molestia, todo lo contrario… me gusta enseñar. Venga, préstame la caña de pescar, te voy a mostrar como se hace.

Ante la mirada del amable chico y todas las niñas de su grupo, no le quedó mas remedio que ceder.

El guía resultó muy bueno y pasados los minutos, Akane empezó a comprender que aquel deporte era en realidad sencillo. Aunque la teoría era mucho mas fácil que la practica y le tomó un poco más agarrarle el hilo, aun así, no resultó tan complicado como creyó y antes de que la tarde terminará, logró agarrar un pequeño pez.

—Bien hecho, eres una buena alumna — alabó el guía con una atractiva sonrisa.

—Eres tú el buen maestro, muchas gracias.

Cuando el chico se alejó, Akane volvió la mirada hacia Ranma una vez mas, dándose cuenta que seguía de espaldas a ella.

No comprendía aquel cambio de actitud, pero no debía que preocuparse.

Aun así, fue en todo lo que pudo pensar el resto del día


—No encuentro a Azumi.

—¿Quién? — Ranma que parecía más entretenido en el partido de fútbol, que en cualquier cosa que tuviera que decirle, apenas le escucho.

—¡Ranma! Ponme algo de atención — chilló molesta.

El chico rodó los ojos y se cruzó de brazos, antes de voltear hacia ella.

—Dime…

¡Cuánto le molestaba cuando tomaba esa actitud!

—Azumi no está.

—¿Tu campista?

—Si, ella… Las chicas la vieron por última vez con Keichi, el chico de tu grupo. Al parecer han estado muy cariñosos últimamente y ella lleva sin aparecer hace una hora.

—Seguramente fueron a dar un paseo.

—Estoy hablando en serio.

—Yo igual — frunció el ceño —. Son chicos y si se han estado viendo posiblemente se gusten ¿Qué crees tú que estarán haciendo?

Las mejillas de la morena se enrojecieron rápidamente.

—Eso no, no es… ¿Por qué siempre piensas que eso es…

—¿Posible? ¿Es una pregunta seria?

—¡No lo creo!... Azumi no haría eso — la sonrisa de Ranma la hizo dudarlo —. Bueno… como sea, debemos encontrarlos.

—Déjalos ser.

—No Ranma, no creo que… si están… lo que quiero decir es que si lo encuentran, van a recibir una penalización — el moreno bostezo, como si no le importara.

—¡Ranma! ¡Estoy hablando en serio!

—Son jóvenes y….

—Y también nuestros equipos perderán puntos – le interrumpió.

—¿Cómo dices? — la observó rápidamente.

—Si, eso… si los encuentran, nos descontarán algunos puntos por no supervisarlos bien ¿No escuchaste las reglas en la presentación?

—Mierda — frunció el ceño —. Bien, vamos.

Akane parpadeó un poco sorprendida, después de todo había sido más sencillo de lo que esperó. Aun así, se limitó a seguir a Ranma antes de que pudiera cambiar de opinión.

Recorrieron casi todo el campamento en busca de los chicos. Debido al castigo, se limitaron a hacerlo ellos en lugar de pedir ayuda a su equipo o a alguien más. Casi media hora después volvieron a encontrarse en el mismo punto de encuentro donde se habían separado.

Ranma parecía molesto por no haber encontrado una pista de los chicos y ella empezaba a frustrarse.

—Talvez ingresaron al bosque.

—No lo creo… sería demasiado imprudente y pueden perderse — Ranma le lanzó una mirada de obviedad —. Bueno, si… no son muy inteligentes que se diga.

—Bien ¿Y ahora?

—Talvez ¿En la cabaña de equipo de deportes?

—Ya revise ahí.

—Y los baños traseros.

—No hay nada… — Ranma rodó los ojos.

—¿Y qué tal en la enfermería?… a esta hora seguramente esta cerrada y talvez…

—Fui a ver y no hay nadie.

—¡Mierda!

—Vaya — Ranma sonrió — Creo que es la primera vez que te escuchó decir una palabrota.

—Eres una mala influencia.

—Es bueno escucharlo — y ahí estaba, otra vez, esa sonrisa sensual. Akane desvío la mirada con falsa indiferencia.

—¿Y el cuarto donde guardan las herramientas?

—Si, ya lo… — se detuvo frunciendo el ceño —… No, no he ido ahí.

—Bien, vamos.

El pequeño cuarto quedaba casi en las afueras del campamento. Era donde se guardaba cualquier tipo de herramientas y baratijas. Ya estaba oscureciendo y la apenas había suficiente luz natural para iluminar el camino, por lo que Akane se acercó a Ranma tanto como pudo.

Lo primero que escucharon fue un sonido extraño, que fue tomando forma en cuanto se acercaron, eran respiraciones agitadas.

La puerta estaba abierta y Ranma volteó hacía Akane y le indicó que permaneciera en silencio mientras abría el cuarto. Aunque intentó hacer el menor ruido posible, el lugar era viejo y el metal oxidado de la bisagra chilló cuando empujó para abrirse paso.

—¿Quién esta ahí? — la inconfundible voz de Keichi se hizo escuchar.

Ranma entró y seguidamente lo hizo Akane, quien jadeó al observar la escena. Rápidamente se obligó a darse la vuelta e hizo que Ranma también lo hiciera mientras Azumi intentaba volver a colocarse el sostén. Keichi por otro lado, estaba luchando con sus pantalones a las rodillas y la situación no podría ser más bochornosa y comprometedora.

En cuanto los chicos estuvieron decentes, Akane les dio un sermón que bien podía haberles durado toda la vida. Sus mejillas no paraban de arder y casi sentía que todo el rostro le quemaba de vergüenza

—¡Y no quiero volver a verlos a solas ¿escucharon?!

—Si señorita — dijeron los dos chicos apenados.

—Váyanse ya, seguramente la cena esta siendo servida.

Ambos chicos se apresuraron a salir al mismo tiempo.

—Y a un metro de distancia ¿oyeron? — el grito de Akane les obligó a separarse.

Mientras salían de la pequeña bodega, Ranma no pudo evitar echarse a reír.

—¿Qué sucede contigo? — pregunto Akane aun molesta.

—Eso fue gracioso.

—No, no lo es Ranma.

—No seas mojigata… tuvo que haber sido vergonzoso para los chicos y tu regaño fue tan sublime.

—No sigas, no es nada gracioso.

—Como digas… se nota que nunca te has divertido ¿no?

Sus palabras le hicieron jadear de indignación ¿acaso Ranma pensaba de verdad que era una aburrida?

—¿Eso crees?… — le lanzó una sonrisa pequeña que logró desconcertar al chico.

Y Ranma la observó alejarse con un movimiento pronunciado de caderas.


—Bueno chicos, oficialmente mañana inicia la última semana del campamento… y les quería decir que han hecho un grandioso trabajo — Hinako aplaudió y a continuación, todos lo hicieron.

—Ha sido sencillo — se vanaglorio uno de los chicos.

—Y divertido — comentó otro.

—Aunque hubieron unos tropiezos ¿no? — la mayor miró de uno a otro —. Pero aún así, muy bien hecho. Ahora solo debemos terminar la última semana tan bien como lo hicimos hasta el momento y ya tengo el calendario de actividades terminado… veamos.

No tardó en dar las indicaciones sobre cada día. Hasta el viernes era cuando todo se encontraba estrictamente programado, luego el sábado sería un día libre y el domingo en la tarde los chicos podrían irse a casa y era cuando sus funciones terminaban, era también el día en el que debían asegurarse que todo estuviera en orden antes de entregar y terminar oficialmente con su trabajo.

Luego de escuchar cada una de las cosas que Hinako quería señalar, tuvieron un pequeño refrigerio.

Akane tecleaba en su celular cuando alguien se sentó bruscamente a su lado, logrando sobresaltarla.

Levantó la mirada y se dio cuenta que se trataba de Akari.

—Pareces muy entretenida.

—Estoy contestando algunos mensajes de papá, sabes como es.

—Mándale un saludo de mi parte.

—Bien — terminó de escribir y luego dejó el celular de lado y volteó el cuerpo ligeramente hacia su amiga.

—Entonces…

—¿Entonces? — con una ceja alzada, Akane miró a su amiga fijamente.

—Ya casi termina el verano.

—Si, así es… fue divertido.

—Si, ciertamente… me alegra mucho poder haber compartido este trabajo con Ryoga y contigo.

—A mi igual.

—Todos los chicos se portaron bien ¿no crees?

—¿Si? — la observó extrañada.

—Ya sabes… Kuno te acoso menos y Shampoo parece haber dejado su obsesión por Ranma… — la risa de Akane la detuvo.

—Como si eso fuera posible.

—¿En serio?... — Akari entendió que algo había sucedido —. No me habías contado.

—No hay mucho que decir tampoco, pero ¿Qué tiene que ver eso con el campamento?

—Nada… así como nada tiene que ver que le gustes a Ranma.

—¿Qué? — la moreno la observó rápidamente —. ¿Vas a seguir con eso?

—Si, así es… debiste haber visto su rostro cuando ese chico… Akiro, te enseño a pescar.

—Eso fue hace días… además, la única forma en que Ranma estuviera celoso es si yo le gusto y te dije que no es así.

—Nunca dije que estaba celoso — Akari entrecerró los ojos.

—Pero lo insinuaste.

Necesito que seas sincera conmigo Akane — volteó todo su cuerpo hacia ella y la tomó de las manos, sus ojos la observaron fijamente con absoluta seriedad —. ¿No te gusta Ranma para nada?

—Akari… alguien puede escucharte — la morena enrojeció casi de inmediato.

—Estamos susurrando, además… solo necesito una respuesta, con eso me conformo.

—No es el lugar para hablar de esto — negó bajando el rostro. Su teléfono sonó e intento tomarlo, pero Akari se lo impidió.

—No empieces… solo di un "si" o un "no"… ya te dije, estoy bien con algo como eso y prometo no interrogarte hasta que estemos solas.

—De verdad eres una entrometida.

—Vamos Akane, solo míralo — Akari volteó la mirada hacia Ranma y no le quedó mas remedio que hacer lo mismo.

—Como sea…

—Míralo Akane y lo digo en serio.

—Bien — gruñó entre dientes.

El chico se encontraba en unas sillas frente a ella, pero al otro lado del salón. Estaba inclinado sobre su cuerpo, con las manos apoyadas en sus rodillas y parecía muy entretenido en su celular. El cabello le caía alrededor del rostro, la apertura de la camisa le permitía ver los músculos de su cuello y el inicio de su pecho, y sus brazos tensaban la tela de las mangas. Ryoga pareció decirle algo, lo que le hizo voltear y dirigirle una sonrisa divertida. Era muy, muy atractivo cuando su rostro tomaba esa expresión de coquetería.

—Ahora niégame que esta como se quiere — las palabras de Akari la forzaron a salir de sus pensamientos. Parpadeó un poco desconcertada, hasta que empezó a comprender su expresión, lo que le llevó a fruncir el ceño.

—¡Akari!... ¿Qué demonios sucede contigo?

—¿Qué?— ella alzó una ceja —. Estoy enamorada, no ciega. Ranma es muy guapo y no puedo negarlo.

—Cállate — su afirmación logró ponerla de muy mal humor —. Le voy a contar a Ryoga.

—Dije que es muy guapo, no que es mas guapo que mi amorcito… — apretó sus manos hasta que la obligó a devolver su atención a ella —. Y bien, dime… entonces… ¿Te gusta o no?

—Akari…

—¿Te gusta?

El sonido de su teléfono logró sobresaltarla. Akane se soltó del agarre de su amiga y tomó el aparato rápidamente.

—¿Quién es? — la peliverde se inclinó.

—Mi papá, te dije que estaba hablando con él — le confío —. Voy a salir un momento, vuelvo luego.

Y Akane salió de la cabaña enormemente aliviada.


—Hey… ¿podrías dejar de molestar de una vez?

—No, hasta que aceptes que te gusta Akane.

—Vas a empezar con eso — Ranma rodó los ojos — Por favor ¿Cómo podría gustarme una chica tan mandona y problemática?

—Akane es una chica muy linda… no deberías expresarte así de ella.

—Si como no… — bufó —. Casi parece que hablamos de diferentes personas.

—Entonces… ¿Qué siempre estés atento de ella no significa nada? ¿En serio? — indagó escéptico.

—Fue mi compañera de grupo, era obvio que tenía que supervisar que por su culpa no perdiéramos ningún punto.

—Y la vez que se perdió en el bosque… nunca te había visto tan asustado.

—Eso fue porque me metería en problemas porque la había dejado — se cruzó de brazos —. Además… fue planeado ¿O crees que no sabía que ganaría esos puntos extra por una acción "heroica"?

—Si, claro… ¿Y en el lago? ¿Qué hay de la excursión al lago? Parecías dispuesto a golpear a Akiro.

Ranma desvío la mirada mientras observaba el enorme patio entre las cabañas. Los chicos se encontraban entretenidos en sus propias actividades dado que les habían permitido a todos que hicieran lo que mejor les pareciera, siempre y cuando cumplieran las reglas, por ser el último viernes de campamento.

Sentado a un lado de la cabaña que le asignaron con su grupo, Ranma decidió que vigilaría en caso de cualquier accidente, como era su trabajo. Y todo había sido tranquilidad hasta que llegó Ryoga con sus preguntas hostigantes.

—Deja de molestar de una vez Ryoga… ya te dije que no me gusta. Podría tener a cualquier chica si quisiera… ¿Por qué debería conformarme?

—Si ¿Por qué debería? — el sonido de la voz femenina se sintió como una patada justo en el estómago.

Akane se encontraba cruzando el patio junto a Akari y Ukyo cuando escuchó de casualidad aquella conversación.

—Ohh… Akane, Akari… y Ukyo… lo que sucede es… — Ryoga empezó a tartamudear, mientras se ponía de pie rápidamente.

—Escucha Tendo… — Ranma carraspeó, con un intenso nudo atravesándole la garganta.

—Bien… te escucho — la chica se cruzó de brazos y se plantó firmemente frente a él.

¿Cómo mierdas había terminado en esa situación?

¡Estúpido y maldito Ryoga!

—Yo… no tengo que explicarte nada.

Akari y Ukyo jadearon mientras Ranma le dirigía una mirada retadora a Akane. La morena se limitó a entrecerrar la mirada, molesta.

—Tienes razón, no tienes que explicarme nada — aceptó con tranquilidad, para sorpresa de los presentes —. Pero para que lo sepas, tampoco me gustas… eres un tipo de lo más altivo y presuntuoso. Solo ves por tus propios intereses y ni siquiera eres tan guapo — las chicas contuvieron la respiración.

—Y tu eres gritona, exigente y aburrida… y tan poco eres bonita para que lo sepas.

—¡No me importa lo que pienses!

—¡A mi tampoco!

—Puedes pudrirte — Akane casi temblaba mientras apretaba los puños con fuerza.

—Púdrete tu.

—¡Te odio!

—¡Yo igual!

Y tras soltar aquellas palabras, Akane se dio media vuelta y se alejó, dando pisadas fuertes contra el piso. Ranma también dejó el grupo e ingreso a su cabaña donde azotó la puerta con tal coraje que la madera chilló.

Akari miró a Ryoga fijamente y el chico se encogió de hombros, sin saber muy bien cómo excusarse.

Al parecer el plan "cupido" había fallado.


El último día del campamento y luego de entregar a cada una de sus niñas a sus padres, Akane decidió que se daría un momento a solas.

Preparó una mochila y se puso sus tenis mas cómodos. Luego se escabullo sin que nadie pudiera verla hasta internarse en el bosque.

Llevaba una cinta, la cual fue pegando a los árboles, y su brújula, para no perderse. Esa vez se había aprendido el camino casi de memoria, por lo que no temía desviarse.

Su destino quedaba en lo mas profundo del bosque, a más de una hora de camino y era exactamente la razón por la que lo había escogido.

Se detuvo una sola vez para tomar un poco de agua y volvió a retomar el paso.

En cuanto llegó, se plantó frente a la cascada con una sonrisa.

Dejó a mochila y todos sus implementos a un lado, y se acercó al agua para refrescarse el rostro. Apenas eran poco mas de las tres de la tarde y aunque aún había sol, el agua se encontraba completamente fría. Empezó a quitarse la ropa hasta quedar en un traje de baño rojo. Dobló bien cada prenda y la dejó guardada en su mochila, luego volvió al estanque y se tentó a meter primero un pie.

Estaba tan calurosa y agitada, que el frío fue bienvenido. Lentamente empezó a sumergirse en el agua. La orilla era bastante superficial, pero avanzó poco a poco hasta que el agua cubrió su pecho. Un escalofrío la recorrió y sus pezones se erizaron. Miró el alrededor, luego la cascada, tomó una bocanada de aire y se sumergió.

El agua era transparente, fresca y muy limpia. Nadó de un lado a otro, varios minutos, mientras se acostumbraba al cambio de temperatura. Aunque ya había aprendido a nadar, no se tentó a llegar más al fondo, aunque habría deseado acercarse a la cascada y permitir que el agua cayendo, le azotara la piel. Sabía que en realidad se sentiría como cuchillas, pero seria una experiencia extraordinaria sin duda, aun así, no tenía el valor de realizar tal hazaña, en su lugar, empezó a nadar mas hacia la orilla.

Estaba flotando y observando el basto cielo cuando un sonido le llamó la atención. Frunció el ceño y se puso de pie con rapidez para registrar con la mirada el lugar.

No había nadie ahí, pero una segunda inspección le hizo fijarse en la sombra que se acercaba a los lejos. El corazón se le aceleró, mientras la imagen empezaba a tomar forma hasta que vislumbro que se trataba de nadie más, ni nadie menos que Ranma.

—¿Qué haces aquí? — preguntó agresivamente.

Ranma se encogió de hombros, bajó su bolso y lo dejó a un lado del suyo, luego se sentó y empezó a quitarse los zapatos.

—Oye ¿Qué haces?

—Quitándome la ropa.

—Eso puedo ver — frunció el ceño —. ¿Qué demonios haces aquí? ¿Acaso me seguiste? ¿Hay alguien más contigo?

—Vine solo… — se paró de un salto y se quitó el short quedando en una especie de bañador corto en color azul. Akane sintió como se le enrojecía el rostro cuando vislumbró su fuerte cuerpo a la luz del sol.

—¿Ahh si?

—Y respecto a la otra pregunta — puso las manos en su cadera y le dirigió una mirada sensual que hizo que otro tipo de escalofrío recorriera el cuerpo de Akane —. Yo solo vine a disfrutar de la vista — su mirada descendió y se detuvo en sus senos. Akane se estremeció y chilló, apresurándose a hundir el torso en el agua.

—¡Pervertido!

Ranma corrió hacia el estanque y en cuanto sintió el desnivel del piso, se sumergió inmediatamente.

Akane jadeó y lo buscó con la mirada. Aunque el agua era clara, rápidamente le perdió el rastro y luego sintió como algo se apoyaba en su muslo y con un jadeo, se vio alzada en el aire.

Soltó un gritillo y se sostuvo precariamente de los hombros masculinos. Las manos del chico se habían apoyado en sus muslos y luego fueron ascendiendo sobre su trasero y cadera hasta apoyarse en su espalda. Akane jadeó mientras su cuerpo lentamente se deslizaba por el torso fuerte de Ranma. Estaba casi sin aliento cuando sus pechos se aplastaron contra la carne caliente y sus rostros finalmente se encontraron.

Sus ojos fueron atrapados casi al instante por la mirada azulada, sería y sensual. Apenas logró tomar una inhalación antes de que Ranma decidiera bajar el rostro y atrapar sus labios en un beso arrollador que hizo temblar cada centímetro y profundidad de su cuerpo.

Los labios masculinos atacaron los suyos con ímpetu, casi obligándola a seguir el ritmo y haciendo que poco a poco perdiera el juicio. Una pequeña lengua se deslizó en su boca y cuando acarició la suya, Akane no pudo detener la sacudida que estremeció su alma misma. La piel le estalló en puntas y su estómago se apretó, mientras un calor naciente empezaba a emerger de su cuerpo estimulando cada parte en su interior.

Cuando Ranma se alejó finalmente de ella, ambos jadeaban. Las manos grandes de él se deslizaron de arriba a abajo por su espalda.

—Mierda, te extrañe tonta.

—¿Qué estás haciendo? — su tono de voz fue bajo, casi estrangulado. Entrelazó su mirada con los orbes azules que quemaban todo a su paso —. Alguien puede vernos.

—Me importa una mierda — sus dedos descendieron en un camino decadente, desde su espalda alta, por su cintura y hacia su cadera. La caricia la hizo tan consciente de su fuerza, su masculinidad y el atractivo magnético que flotaba entre ambos, que Akane jadeo, excitada.

—Ranma…

Él se inclino y sus labios se acariciaron, mientras el aliento de ambos quedaba atrapado entre sus cuerpos.

—Esto ha sido una tortura.

—Lo se…

—Quería tocarte y besarte.

—Acordamos esconder nuestra relación.

—¡Y una mierda!... Akari y Ryoga se la pasaron tomados de la mano todo el maldito verano y no se metieron en problemas — el tomo su rostro entre las manos grandes y le apartó el cabello humedecido que se le pegaba a la frente.

—Si, pero habría sido muy complicado de explicar. Hace un tiempo, tu y yo declaramos a gritos que nos odiábamos — susurró, Ranma se río.

—Tu gritabas…

—Si, si… como si fueras tan callado — Akane rodó los ojos con un puchero en los labios.

—Ven — él se inclinó y volvió a besarla.

Sus besos tenían la capacidad de eclipsar todo a su alrededor. Había sido así desde la primera vez ¿Quién habría pensado que algún día terminarían así?

—Ranma... — gimió cuando el Saotome abandonó su boca y empezó a besarle el cuello.

—Estoy molesto contigo — susurró él.

—¿Por qué? — Akane irguió el rostro, confundida.

—Dijiste fingir llevarnos mal, no masacrarme en el proceso — Ranma también le miró, esta vez con un ceño fruncido.

—¿De que hablas?

—Fuiste tu quien me dijo petulante, perezoso y feo… me llamaste feo — se quejó. Su mohín era tan tierno, que Akane no pudo evitar sonreír.

—Dije que no eras taan atractivo — le recordó mientras le peinaba el flequillo.

—Si, pero luego me llamaste feo.

—Bueno… tu tampoco fuiste del todo comedido… te recuerdo que me llamaste gritona, aburrida y fea.

—Pero sabes que eso era mentira.

—¿Era así? — alzó una ceja, escéptica.

—Claro que si… aunque a veces si gritas demasiado y… le quitas lo divertido a todo… no eres nada fea — sonrió mientras decía cada palabra. Sin embargo, no le causó ninguna gracia a Akane.

—Vaya, vaya… al menos tengo algo a mi favor — intentó alejarse.

—No te voy a dejar ir — canturreo el chico.

—Ya suéltame Ranma… se está poniendo frío.

—Bien — la sonrisa que cruzó los labios masculinos trajo un estremecimiento delicioso en todo el cuerpo de Akane —. Se como calentarte.

—¡¿Qué?!... no… — y otro de sus besos tuvo la capacidad no solo de detener sus palabras, sino también de dejarla hecha un manojo de temblores y excitaciones.

Ranma la besó hasta que dejó de hablar, hasta que cualquier pensamiento simplemente escapó de su mente como si se tratara de arena entre sus dedos, la besó hasta que fue su cuerpo el que tomó el control.

La victoria nunca había sabido tan deliciosa, como cuando Akane le rodeó el cuello con los brazos y se apego a su cuerpo tanto que sus pesados senos se aplastaron contra su torso, y distinguió la rugosidad y dureza de sus erguidos pezones.

Obligó con besos persuasivos y sensuales que Akane moviera la cabeza a su antojo, luego descendió la mano suavemente, deleitándose con la suavidad de su piel, y la elevación y el descenso de cada cumbre que adornaba su esbelta figura.

Akane era sin duda la mujer mas hermosa que jamás había conocido. No sólo era su rostro tan bello y simétrico, sino también sus ojos enormes que adornaban todo aquello que adoraba observar, el cabello azabache, suave y liso, y también su cuerpo, tan curvilíneo en todas las partes correctas.

Tenía unos pechos tan perfectos que cabían en toda su mano y sus caderas era suficientemente anchas para darle cabida cuando quería meterse entre sus gruesos y atléticos muslos, claro que su parte favorita era su trasero, tan redondo, firme y abundante.

¡Maldita sea! Estaba excitándose con demasiada rapidez.

—Ranma… alguien puede venir — gimió ella con placer, mientras le lamia las gotas de agua del cuello.

—Nadie querría venir en su sano juicio a este lugar… es por eso que me citaste aquí no — la tomó de la cadera con una mano mientras deslizaba la otra a través de su abdomen hasta sopesar el peso de uno de sus senos —. También querías verme ¿cierto? — mordió el lóbulo de su oreja y Akane se estremeció —. También extrañabas nuestros encuentros ¿no es así?

—S-si.

Fue todo lo que necesitó para desatar su lujuria. El rostro de Akane era la viva imagen de la pasión. Tenía los labios hinchados por sus besos y las pupilas dilatadas por el deseo. Casi temblaba entre sus brazos y sentirla ahí, solo hacia que la convicción de que era completamente suya, se arraigara dentro de su pecho.

Porque había pasado de odiarla a soportarla, luego se sentía atraído por ella y eso poco a poco se transformo en amor. No sabía como habían llegado hasta ahí, el día en el que tuvo que dar tutorías de natación para obtener los puntos necesarios para pasar el año jamás espero que la misma Akane Tendo fuera su alumna, mucho menos que su relación terminará de esa manera.

Pero era más que atracción, estaba convencido de ello. La amaba y cada día que pasaba se sentía más seguro de sus sentimientos.

—Me gusta tu traje de baño — bajó la mirada y observó la pequeña tela que intentaba esconder sus encantos. Los tirantes de sujetador habían cedido bajo su asalto y los pechos de Akane casi parecían necesitar liberarse de su confinamiento — Es rojo.

—Se que es tu color favorito — ella le dirigió una mirada tímida que tuvo la capacidad de enternecerlo y excitarlo al mismo tiempo.

—Se te ve bien… pero se que te verías mejor sin ropa.

—¡Ranma! — Akane miró a los lados con las mejillas completamente ruborizadas —. Alguien puede escucharte.

—No hay nadie aquí Akane — su paranoia era adorable —. Y realmente quiero hacerte el amor nena.

—¿Aquí? — ella parecía escandalizada.

—Si, aquí y ahora… — enredó los dedos en las humedecidos hebras de su cabellera y le acarició una mejilla, delicadamente ruborizada. Akane entrecerró la mirada y le observó fijamente. Su expresión era tan sugerente y pecaminosa —. Necesito hacerte el amor — se inclinó y le rozó los labios.

—S-si.

¡Mierda!

Ranma jadeó y la besó mientras llevaba las manos a sus tirantes e intentaba bajarlos. Akane gimió y permitió que liberará sus pechos. Tenía los senos duros y sus pezones habían tomado una coloración coral, que sabía que se debía a la excitación. La piel humedecida por el agua sólo llamaba a sus manos y sus labios. Ranma la tomó de los glúteos y la levantó, hasta que las hermosa cumbres pálidas quedaron justo a la altura de su boca.

La chica jadeó y se sostuvo con rapidez.

—Ranma… ¿Qué haces? – ella temblaba, excitada.

—Necesito probarte…

—El bañador — gimió suavemente —. La corriente se lo llevará.

—No te voy a quitar el traje de baño — le dirigió una mirada que prometía el mayor placer del mundo —. Siempre he querido hacerte el amor con ropa.

—¡Eres un pervertido!

—Pero así te gusto ¿no?

Él sonrió y deslizó la mano lentamente, muy lentamente, dentro de la braga del traje de baño. Akane abrió los labios, tomando una inhalación y mientras le miraba a los ojos.

Los dedos de Ranma se enterraron en sus glúteos amasando la opulenta carne hasta que descendió al centro mismo de su cuerpo.

Dos de sus dedos realizaron movimientos circulares sobre sus labios inferiores, el índice se deslizó y acarició la sensible entrada, su dedo ingresó, primero tentativamente, hasta que pudo hacer su recorrido dentro.

Akane gimió y apretó los hombros del chico, enterrando las uñas en su carne.

Ranma no se inmutó, mientras seguía masturbándola, primero adentro y luego afuera.

Una, dos, tres.

Akane gimió, casi cerró los ojos y meneó la cadera, intentando que penetrara aún más dentro de su cuerpo. Ranma tenia esa capacidad casi insoportable de calentarla hasta que ella debía suplicarle que le hiciera el amor de una vez.

No era justo, no era nada justo.

El dedo que se limitaba a simplemente acariciarla, se deslizó, cual si fuera una serpiente todo el camino en su sensible piel hasta acariciar una pequeña protuberancia que coronaba cada una de sus pasiones. Ranma frunció el ceño, mientras la tomaba del glúteo con una mano y con la otra se acomodaba, para acariciarla a su antojo. Su dedo medio se apoyó en su clítoris y presionó. De un lado a otro. En círculos. Duro. Suave.

Cuando Akane cerró los ojos y empezó a mover las caderas en su encuentro, Ranma supo que podía entrar en ella. Notó la tensión que el cálido canal en el que había irrumpido, le proporcionaba y solo atinó a salir de ella antes de que pudiera alcanzar el placer máximo sin haberse deslizado en el paraíso que suponía su cuerpo.

—¿Qué? — Akane le miró, desarreglada, desconcertada e insatisfecha.

Ranma frunció el ceño y afianzó el agarre en su glúteo mientras con la otra mano se deslizaba fuera de su ropa interior. Estaba demasiado duro y sensible, aún así, no se detuvo, cuando la tomó del trasero con ambas manos y la obligó a rodearle con las piernas.

—Agárrate fuerte — le advirtió con brusquedad.

—Mi braga… — recordó la chica.

Ranma negó, tomó su miembro y lo uso para hacer a un lado la pequeña e insuficiente barrera que suponía la tela. Akane jadeó cuando sintió el contacto de su miembro justo en el lugar que mas le necesitaba, suspiró cuando Ranma hizo presión en su entrada y gimió cuando él se deslizó en su inferior con un movimiento fluido.

El ajuste era perfecto, un poco apretado y tenso, pero sencillamente maravilloso. Ranma volvió a apoyar las manos en los glúteos femeninos y enterró los dedos en su carne, apretando a su antojo.

Akane bajó el rostro y jadeó sobre sus labios, mientras ligeros estremecimientos le recorrían el cuerpo.

—Muévete — suplicó ella suavemente.

—Aun no — Ranma negó y cerró los ojos.

¡Diablos! ¡Estaba demasiado excitado!

Unos pocos movimientos seguramente destruirían su autocontrol, estaba seguro.

No podía terminar así, no cuando había estado esperando las últimas semanas para hacerle el amor. Sabia que podría reponerse con rapidez para tener una segunda ronda, pero la primera impresión siempre contaba.

—Ranma… ¿Estás bien? — él negó y la observó a los ojos fijamente.

—Necesito probarte — musitó, y paso seguido, hundió el rostro en sus pechos. Akane gimió y enredó ambas manos en el abundante cabello negro para tener algo a lo que aferrarse.

Ranma gruñó y tomó el primer pecho con los labios, probando la textura de su pezón. En cuanto empezó a chupar, Akane se estremeció y empezó a mover las caderas, por lo que tuvo que sostenerla con fuerzas.

Sabía que ella era muy sensible cuando le acariciaba los pechos y era justo la razón por la que lo dejaba de último, sin embargo, en esa ocasión y dado que estaba demasiado excitado, lo mejor era hacer sucumbir a Akane de manera en que pudieran terminar juntos.

La chica chilló cuando le mordió ligeramente la aureola y le haló del cabello cuando chupó su pezón tanto que cuando lo soltó, rebotó con un "pop" audible.

—Ranma… ohh, es demasiado — ella intentaba mover las caderas, pero su agarre restrictivo, solo parecía hacerla más salvaje —. Es demasiado…

El moreno tomó el otro pezón entre los labios y lo acarició con la lengua una y otra vez. Cuando Akane gimió suavemente, lo apretó con sus dientes y envolvió la boca a su alrededor antes de chupar. La chica volvió a gemir, esta vez largamente y luego se tensó antes de empezar a temblar.

Cuando sintió como su interior empezaba a contraerse, Ranma lo supo, ella había alcanzado el placer. Eso logró sorprenderlo, ya que no había sido precisamente su plan, aun así le produjo una satisfacción masculina tal, que la piel se le enchino.

—Mierda Akane, siempre me vuelves loco — observó su expresión agotada, satisfecho, y se le apretó el pecho de una manera singular. Se apresuró a tomar los labios femeninos en un beso y apretó las manos, enterrando los dedos en los suaves glúteos antes de levantarla de las caderas suavemente.

Akane le abrazó por el cuello y le dirigió una mirada entrecerrada mientras la obligaba, también muy lentamente, a descender sobre su longitud.

Su interior estaba húmedo y suave, luego del orgasmo, y tan cálido, tan benditamente cálido, que debía ser sin duda el cielo en la tierra.

—Ranma… — la morena gimió.

El moreno la observó fijamente, mientras manipulaba su cuerpo a su antojo. De arriba a abajo. Más cerca, mucho más cerca.

Los escalofríos iniciaron justo en el centro de su vientre. El Saotome apretó los labios y frunció el ceño mientras movía las caderas de adelante hacia atrás, al ritmo exacto de cada movimiento del cuerpo de Akane. Cada embestida siendo particularmente dura y el placer nublando todo hasta que prácticamente ignoró cualquier otra cosa, hasta que solo existía Akane, él y sus cuerpos amándose.

—Ranma… — ella echo la cabeza hacia atrás y Ranma permitió que flotara sobre el agua mientras la tomaba de las caderas. Sus pechos rebotaban con cada penetración y podía verse a sí mismo mientras se perdía entre el paraíso entre sus piernas.

Era tan hermosa.

Tan deliciosa.

—¡Akane! — gruñó entre dientes.

La chica le miró, se enredó en su cuerpo hasta volver a subir sobre él y tomar una postura que le permitiera dominarle, antes de tomarle del cabello con fuerza. Sus muslos se apretaron en torno a su cintura y sintió como en esa ocasión era ella quien movía las caderas.

Adentro, más adentro y afuera.

En círculos, un camino lleno de vicios y pecados.

Y luego dejándose caer de golpe, con tanta fuerza que bien podría ver las estrellas.

—Akane…

—Voy a correrme — gimió ella sobre sus labios.

Era tan extraño escucharla decir algo tan obsceno. Como le encantaba.

Miró como ella jadeaba y luego llevaba una de sus manos a su pecho y descendía lentamente hasta que acarició la base de su miembro, y luego más abajo, hasta tomar sus testículos por un momento y apretar. Ella le miró a los ojos y Ranma jadeó, excitado.

Sin embargo, fue extraño cuando en lugar de seguir acariciándole, Akane le soltó y mantuvo la mano debajo de su cintura. Aun así, rápidamente notó como su respiración empezaba a agitarse y el agua a su alrededor se mecía.

¿Estaba acariciándose para llegar al orgasmo?

Puta mierda. Si había alguna duda de sus sentimientos por ella, en ese momento se disiparon.

Bajó la mirada y solo observó a través del agua como su brazo se movía. Cuando levantó el rostro, se dio cuenta que Akane le observaba fijamente.

Se estaba masturbando mientras le hacía el amor y le miraba a los ojos.

¿Podía ser aún mas perfecta?

Parecía una diosa del placer.

Apretó las manos en su trasero y la obligó a mecerse cada vez más rápido.

—Si, si… ya casi… — jadeó ella.

—¡Akane! — Ranma gimió y se apresuró a besarla mientras su mundo entero parecía girar a una velocidad insuperable.

La luz frente a sus ojos se volvió cegadora y su cuerpo entero se estremeció tanto que tuvo que tomar el cuerpo de Akane con fuerza mientras sus caderas temblaban entre los muslos de ella. Sus piernas perdieron la fuerza, pero se apresuró a apretar los músculos hasta que resultó casi doloroso, aun así, nada podía minimizar de ningún manera el inmenso placer que estremeció cada parte de su cuerpo del alma hacia afuera.

—Ranma…

Cuando volvió en sí, apenas unos segundos o unos minutos después, se dio cuenta que Akane le observaba fijamente.

Ella le acarició el cabello y se inclinó para plantarle un casto beso en los labios.

—Eso fue… fantástico — su voz se sentía ronca y su garganta rasposa.

—Si… siempre lo es.

Ella sonrió y fue como el maldito sol. Era tan hermosa, tan perfecta.

—Te amo nena — las palabras salieron de lo más profundo de su corazón.

—Ohh….

Claro que la falta de respuesta de Akane era algo que no había previsto.

—¿Ohh? — frunció el ceño. La euforia abandonando su cuerpo con rapidez —. ¿Es todo lo que tienes que decir?

—Bueno… ella parpadeó —. Es que fue inesperado.

Ranma se sintió frío por dentro. Tomó las piernas de la chica y la ayudó de bajar de su cuerpo lentamente. Akane se arregló el sujetador y la parte inferior del bañador con las manos temblorosas.

—¿En serio es todo lo que tienes que decir?

—Bueno Ranma… no espere que me dijeras que me amas por primera vez luego de tener sexo en un río… — se cruzó de brazos.

—Es una cascada…

—Es lo mismo.

—Como sea… mejor me voy — empezó a salir del agua.

—Bueno… lo siento… me tomaste por sorpresa ¿si? — exclamó agitada —. ¿Qué se supone que debía responder?

—¡Que me amas! — Ranma volteó, casi furioso —. ¿Qué demonios Akane? ¿Cómo me haces esa pregunta siquiera?

—Claro que te amo Ranma.

—Y pretendes que te lo crea ahora… — azotó la mano en el aire —. No necesito que me digas lo que deseo escuchar.

—Pero es cierto… te amo — ella se acercó.

—Lo mejor es que me vaya… estoy muy molesto ahora — intentó dar media vuelta. Akane lo tomó del brazo con rapidez.

—Te amo mucho… mucho mas de lo que creí que fuera capaz. Tanto que ni siquiera se como actuar contigo algunas veces.

—Akane, ahora no…

—Ranma… lo siento — ella se negó a soltarlo —. Lo digo en serio, te amo mucho, es solo que… no espere que pudieras corresponderme — él le dirigió un ceño fruncido —. Tu mismo lo dijiste, puedes tener a la chica que quieras. Se que esta relación es novedosa porque ambos creímos odiarnos, pero…

—Sabes que eso fue una actuación — Ranma volteó, mucho más calmado y la tomó de los hombros.

—¿Es así?

—Claro que si. Yo no espere que me gustaras, pero fue así y cuando empezamos esta relación… te dije que iba en serio.

—Lo siento.

—Yo también — tomó la delicada barbilla entre sus dedos y obligó a Akane a levantar el rostro —. Ahora dime que me amas en serio.

—Siempre fue en serio — hizo un puchero —. Te amo mucho.

—Bien — Ranma sonrió y le dio un casto beso.

—Ahora dímelo tu.

—Yo ya lo hice.

—Dímelo de nuevo — apoyó las manos en su pecho.

—No empieces.

—Ranma… quiero que lo repitas — le pidió seriamente.

—Bueno — se alborotó el cabello —… Si, bueno… yo… ya sabes…

—¡Ranma! – Akane apoyó las manos en su cadera —. Puedes decir que me amas cuando me haces el amor, pero no cuando te lo estoy pidiendo.

—No es lo mismo.

—Claro que si — dio un pisotón —. Si me amas, me amas.

—Pero si lo hago.

—Entonces dímelo… ¡Ahora!

—¡Bien! ¡Te amo! ¡¿Contenta?!

Akane la observó con el ceño fruncido, apretó los puntos y tras dirigirle una mirada resentida, dio media vuelta.

—Hey, hey… ¿Qué te sucede? ¿Dónde vas?

—Eso no fue sincero.

—¿Como dices? ¡Claro que si!

—No, no lo fue… creo que es mejor que volvamos al campamento — intentó pasar a su lado. Ranma la tomó del brazo y la obligó a voltear.

Akane parecía poco renuente a ceder, pero Ranma no la soltó hasta que la chica dejó de agitarse entre sus brazos.

—Te amo — la miró a los ojos —. De verdad estoy enamorado de ti.

—¿En serio? — el labio inferior de la Tendo tembló.

—Si, en serio… es una tontería no habértelo dicho cuando me lo pediste, pero… tu también fuiste una boba al reaccionar de esa manera a mi confesión.

—Si, lo se — bajó la mirada —. Lo siento mucho.

—Bueno… ¿Y ahora?

Akane bajó la mirada y suspiró, antes de tomarle de las manos.

—Faltan algunas horas para que empiece a oscurecer y yo… conseguí algunos bocadillos ¿Quiere quedarte un rato más conmigo?

Ranma la tomó de la cintura al instante, pegándola a su cuerpo en un solo movimiento.

—Espere tenerte un momento a solas durante todo el verano — sonrió suavemente —. ¿Qué crees tú?

Y la beso a continuación con la promesa de un recuerdo que les duraría toda la vida.

El campamento de verano en el que habían finalmente abierto sus corazones.

.

.

.

.

.


FIN


.

.

NOTAS DEL CAPÍTULO:

Y finalmente terminó.

Como siempre, contra el reloj y aun así en retraso, este relato participa para la dinámica del mes de agosto #_sensual_verano_ de Mundo Fanfics Inuyasha y Ranma. Muchas gracias por la invitación bellas.

Hola mis bellas, muchas gracias si llegaron hasta aquí, espero que el relato haya sido de su agrado y como pudieron observar fue un Enemy to Lovers un tanto engañoso.

Aunque creí haber dado los inicios pertinentes de su relación a escondidas ¿Quién descubrió desde un inicio que nuestros tercos tórtolos salían?

Por ejemplo: Bueno, además de las miradas que Akane daba a su alrededor cuando Ranma se acercaba.

También estaba su tensión y preguntas cuando el hacía un movimiento en falso.

La manera en que él amaba tomarle el pelo se puede tomar como referencia y él hecho de que siempre estuviera pendiente del celular.

Por otro en el juego de verdad y reto, cuando las chicas le preguntan si le gusta alguien y la pequeña le dice que miente cuando niega. En un inicio, iba a hacer un flashback en la escena final para que se viera que la pequeña había encontrado a Ranma y Akane infraganti una noche, pero habría alargado la trama.

La última reunión de campistas, creo que saben a esta altura que ambos chicos chateaban entre ellos y que la llamaba que Akane recibió no fue de Soun, sino de Ranma que comprendió que la estaban arrinconando.

En fin, espero que a pesar de todo, el fin haya tenido su tensión y argumentos para haberlos mantenido hasta el final, donde como premio, nuestros protagonistas tuvieron un encuentro candente.

Sigo sin recibir sus notificaciones, pero aunque tarde, quiero que sepan que las leo, por lo que aún sin contestación de mi parte por todo el problema que tiene FF con mi cuenta, atesoro cada uno sus comentarios y de antemano, muchas gracias por estos.

También gracias por leer hasta aquí y por el apoyo constante que me dan, recuerden que tienen una parte de mi corazón.

Besos y abrazos. Sayonara.

03/09/22

.


.