—Hah —soltó una pequeña risa irónica— te gusta, sabes, lo sé, esa sonrisa ingenua que pones cada que la miras, tus ojos brillan cuando hablas de ella, inconscientemente te delatas…¿pero, por-qué? ¡PORQUÉ! —alzó la voz completamente herido— ¿¡por qué dejaste que eso avanzara!?, incontables veces te hablé de ella —poco a poco su voz se debilitó, dejando salir su dolor en lágrimas— ,te-te dije lo mucho que ella me gus-taba, me arrebataste lo único que me hacía feliz…

UN AÑO ANTES…

—¡Ey!, hola —saludó alegremente a la chica—

—hola ryoga, ¿que te trae por aquí?, no sabía que ya habías llegado a Japón —dijo calidamente—

—sí, discúlpame, iba a llamar en la noche pero…—detiene el paso conteniendo las inmensas ganas de abrazarla—

—¿pasa algo ryoga? —se detuvo expresando preocupación—

—sólo…no quería molestarte —evitó mirar los ojos de la chica—, era algo tarde y pensé que ya estabas durmiendo —forzó una sonrisa—

—ryoga… tú (decírselo podría estropear lo que tenemos ,¿debería ariesgarme?) —pensó por unos segundos, mientras que inconscientemente tenía la mirada puesta en el chico, pero de inmediato regresó a la realidad sacudiendo su cabeza de un lado a otro— Me alegra que hayas vuelto ryoga, sin tí…es algo aburrido ¿sabes? —le dedicó una sonrisa—

— ¿Akane aburrida?, ¡vaya!, eso es muy nuevo —comentó sarcásticamente—

— Hahaha, aunque no lo creas, estos tres meses en los que estuviste fuera, fueron muy aburridos…agradezco tú compañía ryoga —sonrió al momento que sus ojos brillaron bajo el cálido atardecer—

—Akane…—dijo acercándose al rostro de la chica—

—su corazón comenzó a latir repentinamente, podía sentir su calida respiración cerca de sus labios que deseaban ser besados—…ry-ryoga…

—se acercó lentamente a su oído y susurró suavemente— Te extrañé akane…—sus fuertes y ejercitados brazos rodearon lentamente a la chica, brindandole un cálido abrazo—

—yo…igual —sonrió mientras cerraba los ojos, dejando escapar un pequeño suspiro en el cuello de ryoga—

—poco a poco fue soltando a akane, con una sonrisa amable en su rostro—…¿puedo acompañarte a casa?

—me agradaría —le devolvió la sonrisa—

Al poco rato de llegar a su destino, Akane se dirigió a su habitación. Un sentimiento nuevo atravesaba su corazón, era cálido y reconfortante, felizmente se tumbó en su cama, abrazando la almohada que la acompañaba cada noche.

—(por que siento esto, me…envuelve, ¿por qué me siento atraída a él?, será que si se lo digo él…¿me rechazará?, ¿¡cuando me enamoré de ryoga!?) —sus mejillas se tornaron rojas como Jitomate— ¡Aah! ¡Despierta akane! A él no le gustas, sólo…sólo eres su amiga —dijo decepcionada—.