CAPÍTULO II
Me encuentro despierta antes de que suene el despertador, la hermandad se encuentra en completo silencio. Observo la mesa de noche, sobre ella descansa el viejo despertador. Los números rojos son la única luz presente en la habitación, son seis menos treinta.
En la oscuridad busco mi camino a la ducha. Tan pronto el agua toca mi piel me permito imaginar cómo esta se lleva mi dolor.
Reviso el reloj en cuanto salgo, queda una hora con treinta minutos para mi primera clase. Seco mi cabello casi por completo frente al espejo, observo mi reflejo. Sonrío.
Mis ojos no están hinchados como lo hacen normalmente después de llorar, lucen brillantes. Su característico color ámbar destella, mientras que mi piel parece hacerlo de la misma manera que estos. Un sonrojo natural aparece en mi rostro, han pasado años desde la última vez que me vi así, completamente bien.
Tomo una blusa negra, mi piel parece destellar cada vez más. Sonrío al espejo, el hecho de que Michel Newton esté aquí no significa nada. Mi vida no debe verse alterada por alguien como él.
El frío viento de me ataca tan pronto salgo de la hermandad, ajusto mi chaqueta y comienzo a caminar. Queda una hora y quince minutos para mi primera clase, entro al Starbucks más cercano y ordeno un chocolate frío con un par de bollos de miel, el lugar se encuentra casi vacío con excepción de un chico que babea sobre su libro de texto, no lo culparía si fuese bioquímica o calculo avanzado.
Tomo mi desayuno, o al menos intento de él, y me siento en la zona más apartada del bullicio de gente que sé que empezara en cualquier momento.
Doy un mordisco al último bollo mientras leo o intento leer el último capítulo de asignación que ha dejado la doctora Platt, las letras no tardan en mezclarse y hacer difícil la comprensión.
Los aminoácidos apestan.
Suspiro y busco concentrarme en la lectura, y lo hago por un tiempo. Al menos hasta que comienzo a leer sobre bases. Contengo un bufido de exasperación.
— ¿Puedo? —Asiento a la voz desconocida sin apartar mis ojos de Baynes. Es normal el compartir mesas de estudio, especial cuando Starbucks queda a cinco minutos del campus, no era necesario conocerse entre sí— Estoy seguro que si ese libro fuera una persona ahora mismo estarías cometiendo un asesinato.
Una sonrisa tira de mis labios, elevó mi vista.
Mi mirada se topa con un par de ojos casi dorados. Sonríe cuando nuestras miradas conectan. Su tez es bronceada, como si fuera de alguna playa de Los Angeles, mientras que su cabello es de un extraño color, nunca había visto un tono ocre como el que él poseía, se encuentra ligeramente despeinado resaltando pómulos altos y bien definidos.
Una risa ronca brota se su pecho sacándome de mi análisis, casi puedo sentir el calor subir a mi rostro, retomo su comentario anterior y me permito devolverle la sonrisa—: No soy fanática de él—confieso—, me inscribí en el curso porque era una materia obligatoria en caso de no haber escogido aún.
— Suena bien, conocer un poco de todo para decidir —él sonríe mostrando aperlados dientes—. Por cierto, soy Edward,
Tomo la mano que me ofrece y sonrío estrechándola, un cosquilleo sube por ella, bloqueó la única vez que he tedio la misma sensación —Isabella, pero voy por Bella.
Edward enarca una ceja y me observa curioso —: ¿Cómo…?
—…. ¿hermosa en Italiano?
Resoplo cortándolo, había escuchado demasiadas veces el significado de mi nombre.
Rompe a reír, la sonrisa nunca deja sus labios cuando habla de nuevo.
— En realidad, pensaba más en Isabella I, pero me gusta más tu definición.
Mis mejillas se encienden, no es necesario que observe mi reflejo para saber que el carmesí las inunda.
Ambos reímos en esta ocasión.
— ¿Qué año cursas?
El calor no ha abandonado mis mejillas en ningún momento para entonces, su voz no ha titubeado en ningún momento—: Tercero.
— ¿Y has agendado bioquímica? —Asiento— También la tomó, ¿quién es tu docente?
— La doctora Esme Platt.
Una sonrisa cruza su rostro —: "También estoy en su clase, hoy es mi primer día. No me pude presentar antes". No sé —comienza. Sus ojos revisan el reloj en su muñeca, una mueca se forma en sus labios—, pero he oído que es estricta, ¿qué dices si nos vamos?
Concuerdo cuando me muestra la hora, faltan diez minutos. Guardo mis cosas, cuando estoy por tirar los restos que he dejado me encuentro con que Edward ya lo ha hecho por mí.
— Gracias —comienzo—. Es curioso que no nos hubiéramos topado antes, creí conocer a todos los de mi curso —muerdo mi labio— o al menos la mayoría.
Una sonrisa cruza su rostro mientras niega, asiento en agradecimiento cuando abre la puerta del establecimiento para mí— No me había presentado antes porque me acabo de transferir de la universidad estatal del pueblo vecino.
— ¿De Port Angels? —Él asiente— ¡Vivía cerca de ahí! ¡Fui al instituto de Forks High! Quedaba a las afueras del pueblo, muy cerca de Port Angels. ¡Pudimos haber sido compañeros de clase!
Edward rasca su nuca y su mirada viaja al piso, aparentemente avergonzado, sus ojos me evaden.
No puede ser, él me conocía.
— Ha decir verdad fuimos al mismo instituto —suelta después de un incómodo silencio, una triste sonrisa se forma en sus labios—. Ah, fuimos compañeros durante tres años. Posiblemente no me conocías porque siempre estabas con las porristas y tu novio.
Una extraña mueca se forma en sus labios, le veo confundida, la culpa me invade. ¿Fui acaso grosera o Mike lo fue hasta algún punto con él?
— Lamento no haberte reconocido antes —murmuro—. ¡Prometo que a partir de ahora no te desharás de mí!
Un extraño brillo se instala en sus ojos tan pronto las palabras dejan mis labios, el calor llena mis mejillas cuando me doy cuenta de lo que he dicho.
— No tengo intención de hacerlo, y mucho menos de dejarte ir.
El calor se queda instalado de manera indefinida en mis mejillas, una sonrisa crece en sus labios, y el antes incomodo silencio es remplazado por uno completamente opuesto.
— ¡No puedo creer que estés llegando antes que yo! —Me giro a Rose, quién observa de hito a hito entre Edward y yo, nos ha detenido a ambos en la entrada del aula mientras me da una mirada de completa aprobación justo después de escanearlo completamente, más tarde tendría que hablar con ella— Rosalie Hale, como Lzzy Hale. Ya sabes la guitarrista de Halestorm, por supuesto, soy una versión más caliente de ella —ruedo los ojos cuando se encoje de hombros indiferentemente extendiendo su mano—. Un gusto conocerte carne fresca.
Golpeo Rose sin remordimiento, nunca me había sonrojado tanto en un solo día, Edward por otro lado ríe negando, estrecha la mano que tiende mi amiga sacudiéndola suavemente, sin embargo.
— Edward, alías carne fresca. Un gusto chica como Lzzy Hale.
Niego, aparentemente se habían creado en pocos segundos buenas migas entre ellos. Tan pronto entramos al aula, sorprendentemente, Edward nos sigue tomando el sitio vacío junto a mí, sonrío al percatarme que he ganado un nuevo amigo. Las antes complicadas dos horas de bioquímica medica pasan más rápido de lo normal, la exposición de aminoácidos y bases ya no me parecen tan complicadas como antes y mucho menos aburridas, Edward las ha hecho amenas cada vez que me he atrasado o confundido cuando ha saltado a mi ayuda compartiendo sus notas.
— No puedo creer que no te hayas dormido esta vez —me giro a Rose, quien eleva sus cejas sugestivamente mirando a Edward, le fulminó—. Aparentemente la clase te comienza a inte…
— ¿Izzy?
Rosalie se detiene, las palabras nunca abandonan sus labios ¿y yo? Simple, maldigo al reconocer su voz. Ha tardado menos de lo que me hubiera gustado.
— ¿Eres tú?
Me quedo en mi lugar, congelada por un par de segundos. Espero sentir temor, aguardo a que mi corazón se acelere como un día antes lo hizo, me sorprendo al percatarme que me encuentro bien, la sudoración en mis manos no ha aparecido y mi ritmo cardiaco no se ha desatado en ningún momento. Nada va mal, aún—: Mike.
Mi voz no se ha quebrado al pronunciar su nombre como en el pasado lo hizo siempre que lo mencionaba. Una desconocida, pero reconfortante calidez envuelve mi mano tan pronto Edward la toma entre la suya, un cosquilleo que no estaba antes aparece. La estrecha suavemente y sonrío en agradecimiento, sin embargo.
— Te ves hermosa.
Contengo la urgencia de rodar los ojos y dar media vuelta, lejos de él y su traición, me limito a asentir secamente sin apartar mi mirada de él. Un incómodo silencio se hace presente rápidamente, suspiro y comienzo a tomar mi bolso, Edward aún mantiene unidas nuestras manos, en ningún momento ha mostrado intenciones de soltarme, agradezco internamente su gesto cuando apenas hemos cruzado palabras. Más tarde tendría que agradecerle por el apoyo. — ¿Vamos? — apunto a la puerta con nuestras manos aún unidas.
Dirijo el camino, Edward y Rose me siguen sin cuestionar, sonrío agradecida. Ella es demasiado curiosa y existen ocasiones en las que no consigue contenerse. Sin embargo, en esta ocasión quiero pensar que intuye que algo sucede.
Fríos dedos serpentean por mi brazo, tomándome de mi muñeca con más fuerza de la necesaria apartándome de la calidez, y seguridad que me brindaba el tener a Edward sosteniendo mi mano.
— Quiero hablar contigo —su voz no titubea, ni siquiera cuando ve a mis acompañantes—, a solas.
Mi corazón se acelera.
La primera muestra de que no me agrada tenerlo cerca.
Analizo sus palabras.
En ningún momento lo pidió, sólo ordenó. Sé lo que quiere decirme, las misma palabras que dijo aquel día en el hospital aún siguen presentes, y casi puedo apostar que está a punto de repetirlas, pero nada de lo que diga cambiara el hecho de que sigo sin quererlo en mi vida.
Ya no me importaba el que me hubiera engañado con Jessica.
El problema era lo que había hecho antes de que me enterara.
Me encojo de hombros indiferentemente, observo a mis acompañantes — Adelántense, los veré afuera —Murmuro. Rose asiente, mientras que Edward duda—. Por favor, estaré bien.
Busco sus ojos regalándole una pequeña sonrisa que espero que le tranquilice y muestre que estoy bien cuando realmente no me siento así.
Edward suspira y sigue a Rose, cuando ambos han cruzado la puerta me giro a Mike, ayer no me había detenido a analizar por completo su apariencia, luce descuidado, hay manchas negras bajo sus ojos, me concentro en ellos. Hay algo extraño en su mirada, aparto mi muñeca tan pronto la deja ir, sus manos tiemblan.
Intento poner un dedo en ello, no es el mismo.
Algo sucede con él.
Y no estoy segura de sí quiero seguir aquí.
— Termine con Jessica.
Me encojo de hombros, no tengo tiempo para esto, no es como si realmente me importara. Giro y camino a la salida.
— Espera —Toscamente toma mi brazo de nuevo y me acerca a él, ambos estamos de frente—. Sé que la cagué. Nunca debí dejar ahí. Tenía miedo de morir. No sabes lo que es tenerlo, y no saber si vivirás.
Una risa amarga brota de mi garganta al escucharle, me libero de un tirón.
¿De eso se trataba esto?
¿Culpa?
La terapia había ayudado haciéndome ver que el que huyera era una reacción común, humana, que no lo podía culpar por ello.
Pero cuando se había disculpado ahora sabía.
No, ahora entendía que no era por dejarme ahí.
Era por haberme engañado con Jessica.
¿Cómo estaba tan segura?
Después de que les había echado de mi habitación había recibido cientos de mensajes dónde me rogaba que lo perdonará por traicionarme con quien yo consideraba mi mejor amiga, pero nunca había pedido perdón por dejarme tirada, no lo había hecho hasta ahora.
Mike hablaba de tener miedo a morir, pero ¿decía que yo no sabía lo que era? No fue él quien quedó atrapado entre las llamas — ¿Preferías que yo fuera quién muriera, no? — Acuse — No temías a que fuera yo. Escucha se llama supervivencia. Lo entiendo.
La ironía destila en mi voz—: No era así como quería decirlo — su voz se rompe, solo siente remordimiento— ¡Joder, Izzy! Te quiero, te extraño. Estos años han sido una tortura. Quiero que volvamos, nos extrañó juntos.
Su mano toma mi muñeca, y me jala a su cuerpo una vez más, sus manos me apresan esta vez, envolviéndome, reprimo un quejido por el dolor cuando intentó golpearle. Su rostro serpentea a mí alrededor pegándose al mío, lucho contra él cuando sus labios golpean toscamente los míos. Lucho, mis manos golpean su pecho buscando una salida.
Gruño del dolor, el sabor de óxido y sal me fuerza abrir mis labios, me ha mordido. Mike no pierde el tiempo e introduce su lengua.
Suficiente.
No tengo tiempo de golpear su entre pierna cuando su cuerpo es apartado bruscamente de mí.
Se encuentra en el piso, su nariz sangra. Un par de brazos me rodean, pegándome a un firme pecho, el cosquilleo se hace presente, no necesito elevar mi rostro, reconozco su tacto, es Edward.
— ¿Estás bien? —Asiento, Toma mi rostro entre sus manos. Gimo cuando su pulgar roza mi labio, sus ojos parecen incluso brillar más, su rostro se ha tornado rojo, puedo ver las venas de su cuello marcarse mientras respira con dificultad— Si la vuelves a tocar en contra de su volun….
— Edward —le llamo y atraigo a mí cuando intenta lanzarse de nuevo contra Mike—… estoy bien. — Su mirada no se aparta de mí, y me sorprendo tomando su rostro, justo como él sostiene el mío. Necesito que entienda que estoy bien. Necesito que lo crea.
La risa Mike rompe el silencio, sigue en el piso. Le observo limpiar la sangre de su rostro con su antebrazo, su risa es desquiciada. — Nunca creí volverte a ver, cara cortada —Observo a Mike confundida, sus palabras destilan odio—. Eres tú quien no debe tocarla. Ella seguirá siendo mi novia.
Sostengo el brazo de Edward tan pronto intenta lanzarse de nuevo —Te equivocas Mike —habló por primera vez, mi voz no titubea como esperaba que lo hiciera—. No somos nada. Basta, deja de comportarte como un adolescente. Ya no estás en el instituto. Nunca he sido ni seré tu propiedad.
Su mirada baja, y, cuando vuelve a subir sus ojos se encuentran brillantes, lagrimas nos derramadas los surcan— Perdón.
Asiento simplemente, y arrastro a Edward conmigo.
— Llevas un día de conocerme y ya te has metido en una pelea por mi culpa —susurro tan pronto nos encontramos lejos, busco sus ojos—. Entiendo si…
Una sonrisa surca sus labios, niega cortando mis palabras — No ha sido tu culpa, y menos pienso alejarme de ti.
— ¿Acaso lees mentes? ¿Cómo sabías lo que diría?—Intento bromear— ¡Rose!
— Tranquila, ha ido a clase, la he convencido de que estarías bien. Además, tal parece tenía un examen importante —asiento agradecida—. Ahora, no es necesario que lea mentes. Tu rostro me ha dicho lo que pensabas.
Mi rostro se calienta, de repente me siento en una de esas estúpidas novelas románticas de hombres lobo que Rose suele leer, o esas donde la chica tartamudea y se sonroja frente al quarterback cuando le dice que le agradan sus gafas para después jurarse amor eterno.
— ¿Segura que estás bien?
Asiento — Gracias. ¿Tienes clase ahora?
— Tengo un periodo libre y después calculo avanzado. ¿Tú?
Niego — Periodo libre y después introducción a la psicología.
Juntos caminamos en silencio sin rumbo hasta que nos tiramos en unos de los muchos jardines, tiemblo cuando el pasto toca mi espalda se encuentra frío por el clima, Edward se sienta a mi lado con un libro de bioquímica en sus piernas, su ceño se frunce mientras lee, rio y niego.
— ¿Qué es tan gracioso? — Me giro a él, cierra su libro y lo aparta girándose a mí.
— Tu rostro —me escucho decir—. Frunces el ceño cuando lees.
La seriedad desaparece de él, sus labios crecen en una pequeña sonrisa, no queda rastro del escarlata que le iluminaba cuando enfrentaba al gilipollas de mi ex. Sorprendiéndome, se tumba junto a mí, viendo el cielo. Nubes grises cubren el día, no me sorprendería si en cualquier momento comenzará a llover. Suspiro y me concentro en los eventos ocurridos, si Edward no hubiera vuelto, habría golpeado a Mike, y posiblemente me hubiera hecho un daño mayor. Las palabras de mi loco ex novio me decían que ambos aparentemente se conocían, cuando se había dirigido a mi nuevo amigo sus palabras habían estado cargadas de odio, pero no le había llamado por su nombre, sino por un estúpido apodo.
— Adelante, pregunta —Mi entrecejo se eleva—. Tu ceño se frunce cuando piensas mucho en algo, además me observas furtivamente.
Tuerzo mis labios.
— Cuando…—Titubeo—…bueno, creo que eres tú quien debería preguntar, sin embargo creo que ya sabes lo que pasó…pero, después de que golearás Mike, él te llamo cara cortada. ¿Por qué lo hizo?
Sus ojos dejan los míos, su mirada regresa a las nubes grises. Espero, y espero…cierro mis ojos, fue imprudente haber preguntado sin haber ofrecido nada a cambio.
— Sabes que fuimos compañeros de instituto por tres años —Le observo sorprendida, no esperaba una respuesta, asiento estúpidamente aunque no sea una pregunta, una mueca se forma en su rostro—. Cuando entramos al primer año de instituto solía tener una cicatriz que atravesaba mi rostro. Tuve un accidente automovilístico el año anterior a entrar, me sometí a cirugía reconstructiva.
Estúpida. Nunca debí haber preguntado.
Su voz había dudado al añadir la cirugía.
— Lo siento, no debí haber preguntado.
— No importa, no había forma de que lo supieras.
Asiento sin estar convencida, y, antes de que me dé cuenta las palabras dejan mis labios —: El día de la graduación, cuando el instituto prendió en llamas…Mike y yo estábamos juntos, ambos huíamos de fuego — Edward se ha sentad tan pronto comencé hablar, siento su mirada perforarme, parece que fuera capaz de ver a través de mí, mis ojos nunca dejan el cielo mientras las palabras dejan mis labios—.
"Estábamos en los primeros puestos, casi frente al telón… cuando la columna en llamas cayó sobre el jefe de ceremonia, salimos corriendo como los demás". Mi voz se rompe ante el recuerdo, mi cabeza deja el frío pasto y ahora se encuentra apoyada en su regazo, de alguna manera se las había arreglado para acercarme a él "íbamos en la mitad del campo cuando una tienda cayó en medio de nosotros. Mike tuvo la oportunidad de volver y ayudarme, yo había entrado en shock…y no le importo. Aún recuerdo su rostro, dijo que lo sentía, pero él no hablaba de dejarme ahí".
Suaves dedos rozan mi cabello, siento como peina mis desordenados mechones —: ¿Cómo saliste? — Su voz es dura, suena casi contenida.
— Escale las gradas, dónde estaban los familiares…entre en el pasillo principal…ya no podía respirar.
"Me costaba hacerlo" —Inhalo— "Creí que iba a morir, entonces vi a un chico correr, grité por ayuda, pero parte del techo cayó, creí que él me dejaría ahí…igual que Mike…pero no lo hizo. Él volvió"
"Recuerdo que me tomo en brazos antes de caer inconsciente, lo siguiente que sé es que desperté en el hospital, mi mamá lloraba feliz de que despertará". Mi voz se rompe sin poderlo evitar "Estuve en coma por una semana, el día que desperté, volví a ver a Mike".
La amargura es clara en mi voz. — Ese mismo día me enteré que él y Jessica, ¿la recuerdas?
Mis ojos buscan el rostro de Edward, le veo asentir.
— Ella…— tuerzo mis labios—…era mi mejor amiga. Ese día en el hospital, ambos se presentaron en mi habitación, minutos después descubrí que ambos habían estado juntos. Habían traicionado mi confianza".
— Debía haberlo golpeado más fuerte.
Niego. Su cuerpo se encuentra tensó, su mandíbula se contrae al hablar. Puedo ver el esfuerzo que hace para contenerse, sus dientes apretados con cada palabra dicha.
— No vale la pena —reconozco, ya no importaba—, con lo que hiciste fue más que suficiente. Después de que salí del hospital recibí cientos de mensajes, obsequios, cartas…en cada uno siempre venían las mismas palabras. "Lo siento, lamento lo de Jessica, nunca debía hacerlo, me equivoque, lamento haberte engañado" —Recito la mayoría sin darme cuenta, sus palabras aún seguían presentes aunque intentará olvidarlas, era parte de la terapia. Aceptarlas—. Entiendo que tuvo miedo, y que por eso huyó, es normal. Lo sé, y lo entiendo, pero…él nunca dijo que lamentaba haberme abandonado. Si lo hubiera hecho, lo entendería.
Me atraganto reconociendo la verdad frente a él, lo hubiera entendido, pero Mike, como le había dicho cuando le enfrente, nunca había dicho que lo lamentaba. Hoy fue la primera vez que aceptó lo que hizo.
Siempre era la culpa de haberme engañado con Jessica.
Nunca lo había reconocido abiertamente hasta hoy.
Dejo salir el aire que no sabía que contenía — Si no hubiera sido por aquel extraño, hubiera muerto en las llamas.
— ¿Su rostro…? —Su palabras titubean— ¿Recuerdas el chico que te salvó?
No respondo inmediatamente, pienso en mi salvador, recuerdo suaves palabras de aliento murmuradas al oído, su voz había sido mi ancla para luchar contra la inconsciencia hasta que estuve segura, le recuerdo cargando mi peso muerto, sus brazos sosteniéndome mientras nos conducía a la salida, recuerdo un cosquilleo cuando nuestra piel se rozó, pero, era incapaz de recordar su rostro — No.
Me escucho responder.
Un tétrico silencio se ha instalado entre nosotros.
Muchas gracias por sus bellos comentarios, ¡nos leemos pronto! Espero que les este gustando la trama hasta ahora, ¿qué creen que pasé? Alguna idea de quién era esa extraña sombra y por qué Edward muestra tanto interes?
