Los personajes de Candy Candy no me pertenecen,
Capítulo 4.
Al llegar a la pista, William la abrazó muy cercana a su cuerpo tomándola con ambas manos por la cintura, estaba molesto con ella por haber ido ahí, luciendo su belleza de esa forma tan espectacular que se había puesto en un grave riesgo. No podía ni imaginarse lo que hubiera pasado de no haber estado él ahí para ayudarla y eso lo hacía enfurecer… quería decirle tantas cosas. Al mismo tiempo, tenerla entre sus brazos, sentir sus curvas rozar su cuerpo y disfrutar del sutil aroma a rosas de su piel lo tenían al borde del delirio. El rubio cerró los ojos y se inclinó para hablarle al oído, Candy se estremeció al sentir su cálido aliento sobre la piel y más aún al escuchar que le decía: "Espero que tenga una muy buena explicación para todo esto."
La joven no pudo pronunciar palabra, simplemente bajó la mirada y se aferró a él; sabía que estaba molesto con ella, pero la calidez de su cuerpo y la fortaleza de sus brazos la hacían sentir la seguridad y protección que necesitaba con desesperación. William, al sentir su reacción buscó su mirada y, al encontrarla, sus hermosos ojos que reflejaban fragilidad e inocencia lo desarmaron ¿Cómo podía estar enojado ante esas preciosas esmeraldas que tanto adoraba? Aunque quería evitarlo, cada vez que se perdía en su mirada, encontraba en ella a una joven dulce, cariñosa y un poco ingenua por lo que su corazón caía rendido sin remedio con un amor tan fuerte como profundo y apasionado.
Continuaron bailado en silencio y de repente todo a su alrededor desapareció, solo estaban ellos dos, compartiendo intensas miradas a través de las cuales expresaban sus sentimientos más íntimos, aquellos que los labios no se atrevían a pronunciar.
Desde su mesa, Terry los miraba sorprendido por agilidad mental de su amigo, en un momento estaban observando a Victorio acercarse a la mesa de Candy y al otro, ya estaba William junto a ella para ayudarla cuando a él ni siquiera le había cruzado por la cabeza esa posibilidad.
- No por nada es considerado una de las personas más inteligentes del mundo – pensó
En ese momento Victorio regresaba al lugar visiblemente golpeado y vestido con ropa diferente. Terry, debido a su trabajo actoral, era bueno observando e interpretando la conducta humana y al percatarse de la forma en que Victorio miraba a los rubios, se dio cuenta que las cosas no terminarían ahí.
Cuando la pieza terminó, William le ofreció su brazo a Candy, esta vez con sincera cortesía, y se dirigieron a la mesa donde ya se encontraban Neal, Daisy y Eliza; esta última con los ojos rojos como si hubiese llorado.
Sin darles tiempo a decir nada, William tomó a Candy por la cintura y le dijo: Amor ¿no me vas a presentar a tus amigos?
- Eh, si claro… Ellos son Eliza y Neal Leagan y ella es Daisy Douglas la novia de Neal. Chicos, él es mi novio.
- Mucho gusto, William Ardlay – dijo el rubio con la sonrisa más encantadora del mundo.
Daisy estaba boquiabierta, Neal confundido y Eliza no podía creer lo que estaba viendo, pero ninguno de los tres se animaba a preguntar qué estaba pasando. William llamó la atención del mesero quien se acercó de inmediato; con la seguridad y elegancia de un hombre de mundo, el rubio ordenó una botella del mejor vino de la casa y unos aperitivos mientras tomaba la mano de Candy y se la llevaba a los labios para depositarle un tierno beso en los nudillos. Ninguno de los cuatro podía creer que ese hombre tan encantador fuera el mismo profesor de matemáticas que cada semana los aterrorizaba con decenas de ejercicios.
Unos minutos más tarde, llegó el mesero con los aperitivos y detrás de él Jason con la botella de vino. Antes de descorcharla, Jason les habló de las bondades del vino y les recomendó la mejor forma de degustarlo. William lo probó y le pasó la copa a Candy con una caricia super sensual y provocativa. La rubia dudó por un instante, pero William le dijo: "pruébalo, mi amor está delicioso"
Jason pretendió mostrarle otra opción de la carta de vinos y cuando se inclinó le dijo: Señor Ardlay, los empleados me informaron de lo sucedido, muchas gracias por ayudar a la señorita White, por favor dígame que podemos hacer para evitar un problema mayor.
- Gracias, necesito que por favor llame a la señora Leagan para que recoja a las señoritas – susurró el rubio.
- Profesor, mi madre no se encuentra en la ciudad – dijo Neal
- William – lo corrigió el rubio regresando a su tono habitual.
- William – repitió el moreno apenado.
- ¿Tal vez el señor Henderson? – susurró William.
- Ambos está en la Riviera Francesa.
- El rubio los fulminó a todos con una mirada y se dirigió a Jason…
- por ningún motivo deben regresar a su casa esta noche; busca un lugar donde se puedan quedar y enviarlos con personal de seguridad.
- Si señor.
- Gracias.
- ¿Qué está pasando? – preguntó Daisy asustada.
- Solo nos estamos divirtiendo ¿verdad amor? – decía William acariciándole la mejilla a Candy.
En eso recibió un mensaje en su celular y se disculpó no sin antes indicarle con la mirada a uno de los guardias que no se alejara.
- ¿Lo pueden creer? Maneja al personal con la pura mirada – dijo Daisy.
- ¿Candy que pasó? – susurró Neal preocupado.
- Un tipo me estaba molestando y por más que le dije que me dejara en paz trató de hacerme ir con él a la fuerza. Le dije que estaba acompañada pero como solo vio a Eliza conmigo dijo que podía con las dos. En ese momento apareció el profesor Ardlay y le dijo que yo era su novia, pero el tipo todavía le dijo que no le importaba y que esta noche yo sería suya. El profesor lo abofeteo y los escoltas de los dos sacaron las armas, pero llegó el padre del tipo y se disculpó con el profesor y le aseguró que él mismo se iba a encargar de que no me molestaran – susurró Candy.
- ¿El profesor tiene guardaespaldas? – preguntó Daisy asombrada.
- Pues claro amor, es el único heredero de una de las fortunas más grandes del mundo. No puede andar por la calle, así como así y menos en un bar – dijo Neal.
- Entonces ¿por qué trabaja en el colegio?
- Solo le hace un favor a su tía – dijo Eliza.
Mientras tanto en el baño, Terry se reunía con William…
- Amigo, esto no se ve bien. Ese tipo no se va a dar por vencido – dijo el castaño preocupado.
- Lo sé, lo malo es que los padres de Eliza no se encuentran en la ciudad y no quiero mostrarle el camino al San Pablo a ese tipo – contestó el rubio.
- Vas a tener que llevártela a tu casa.
- ¿Qué estás diciendo?
- Es lo más lógico… que después de una noche de rumba los novios terminen… tú sabes.
- No puedo hacer eso es menor de edad… a menos que…Susy y tu vayan con nosotros.
- Amigo… sabes que te quiero mucho, pero tengo mis principios y esas orgias van en contra de la moral y las buenas costumbres – contestó Terry con seriedad.
- No seas baboso, ustedes serán los chaperones – dijo William con una sonrisa.
- A bueno, así la cosa cambia… es que me asustaste, yo tan puro y casto y tu con tus cosas – contestaba Terry entre risas.
- Ya hablando en serio, ¿cómo le vamos a hacer? No nos pueden ver a todos juntos – dijo el castaño.
- Ustedes salgan primero. Manda el coche de Susy con uno de tus guardaespaldas. Aquí tienes la llave de la camioneta, los vidrios están polarizados una vez que salgamos no podrán ver que van en la parte de atrás. Creo que no los vieron conmigo, por favor de salida pasen a la mesa donde estamos sentados, así los demás sabrán que no se irá sola conmigo…
- Okay, nos vemos pronto.
- Gracias…
Al regresar a la mesa, Daisy dijo que les había llamado a sus padres y que ellos irían por ella…
- William, Candy que sorpresa, que gusto verlos – fingió Susana abrazando a los rubios.
- Les presento a unos amigos de Candy – se apresuró a decir William
- Que tal – dijo Terry dirigiéndose al grupo.
- ¿gustan acompañarnos?
- Gracias, solo por un momento – es tarde y Susana está cansada
La pareja se sentó y conversaban amenamente…entre unas y otras Terry les dijo a los demás que se llevarían a Candy para protegerla y no poner en riesgo a Eliza y a Neal, luego se despidió diciéndole a William que los esperaban afuera.
Los padres de Daisy tardaron casi una hora en llegar. Mientras los esperaban, Victorio se fue acompañado de su gente…
- Profesor parece que el sujeto ya se va – susurró Neal.
- Esperemos que sea lo último que veamos de él… escúchenme, en cuanto Daisy se vaya a casa, Candice y yo nos iremos también, de esa forma, si nos están esperando atraeremos su atención, ustedes esperen aquí veinte minutos y luego salgan, Jason los enviará con personal de seguridad del bar.
- Si señor…
Daisy recibió un mensaje de su madre diciendo que estaban afuera, por lo que la chica, junto con William y Candy se despidieron de Eliza y Neal. Era de madrugada y Candy no llevaba abrigo por lo que el rubio, al recibir el suyo, se lo puso sobre los hombros. En ese momento se les acercó Pietro…
- Señor Ardlay
- Dígame señor Rossi
- Una vez más, lamento el penoso incidente con mi hijo, estaba un poco pasado de copas, usted sabe, pero le aseguro que aprendió su lección. Señorita, a usted también le reitero mis disculpas.
Candy asintió y el hombre continúo dirigiéndose a William.
- También quiero darle las gracias por aprobarnos la línea de crédito, le aseguro que todo lo que necesitamos es un poco de liquidez para poder levantarnos y pronto cubriremos nuestros compromisos.
- No se preocupe… si nos disculpa es un poco tarde.
- Por supuesto, que pasen buenas noches – dijo el hombre alejándose.
William condujo a Candy, hasta una impecable SUV sport de lujo y, como todo un caballero, le abrió la puerta para que se sentara. Mientras rodeaba el vehículo para ocupar el asiento del conductor, pudo ver un automóvil Camaro rojo con rayas blancas estacionado no muy lejos de ahí. En cuanto el rubio subió al vehículo su celular se conectó al bluetooth y la pantalla del tablero mostró algunas notificaciones, entre ellas, tres llamadas perdidas de Karen. Por alguna razón, Candy sintió pesar al ver las llamadas, pero se recordó a sí misma que era normal que Karen lo llamara, después de todo era su novia…
El rubio ignoró las notificaciones y condujo abandonando el estacionamiento seguido de sus escoltas…
- Vaya, ya era hora – decía Terry enderezando uno de los asientos de atrás.
- Lo siento, los padres de Daisy tardaron un poco - contestó el rubio quien percibió el perfume de Susana muy fuerte y preguntó ¿les molesta si dejo circular un poco el aire?
- Adelante – dijo Susana con una sonrisa apenada.
- El rubio abrió, el quemacocos y un aire frio los envolvió de inmediato, Candy comenzó a temblar de frio por lo que se abrazó al abrigo de William que todavía llevaba sobre los hombros… al cabo de un par de minutos el rubio cerró el cristal y encendió la calefacción.
- ¿mejor? - Le preguntó con una sonrisa de lado que a la rubia le pareció super sexy, definitivamente William tenía la enorme capacidad de hacerla sentir en una montaña rusa emocional.
William conducía tranquilamente hasta que se dio cuenta de que no estaban solos, un auto seguía de cerca a sus escoltas: el mismo Camaro rojo con rayas blancas que había visto en el bar… El rubio llamó a uno de los guardaespaldas y preguntó ¿es el mismo?
- Si señor, ¿necesita que hagamos algo?
- No, esperemos un poco – contestó William cuyo pensando que tal vez Victorio solo trataba de intimidarlos.
El joven vivía en un fraccionamiento muy exclusivo a las afueras de Londres por lo que, después de abandonar la ciudad, circulaban por una calle completamente despoblada y oscura donde se hizo más evidente que el auto todavía los seguía.
El semblante del rubio se endureció al instante, sentía que la sangre le hervía de la rabia; al parecer a Victorio no le había quedado claro que por ningún motivo dejaría que le hiciera daño a Candy, por lo que decidió que era hora de mostrarle qué tan sería había sido su advertencia y utilizando el comando de voz de su celular, llamó a George.
- George, buenas noches… disculpa la hora, pero necesito un favor urgente.
- No te preocupes William, ¿en qué te puedo ayudar?
- ¿Te acuerdas de Pietro Rossi, el hombre de las importaciones?
- Si acabamos de aprobar su línea de crédito.
-Necesito que la canceles y que le cierres el acceso a los puertos de entrada y a cualquier transportista. Lo quiero completamente fuera del negocio a primera hora. Si más no recuerdo, está en trámites de renovar la residencia en el país, por favor habla con el Licenciado Nicholson para que se la revoquen y con el comandante de la policía para que investiguen el secuestro de la señorita… Darlene…
- Watson – dijo Susana
- Watson, hasta hace unos días trabajaba en el teatro con Susana, puede que necesite atención médica y psicológica, por favor mira que reciba lo necesario y le brinden protección si decide cooperar con las autoridades…
- Esta bien, pero ¿qué pasará con el cargamento de telas que el señor Rossi ya tiene en puerto?
- Que las confisque la aduana por 30 días, se las enviaremos más tarde a donde se encuentre.
- No hay problema… William ¿puedo preguntar la razón? De acuerdo con los estudios que realizamos, el negocio del señor Rossi tenía muchas posibilidades de prosperar.
- Así es, pero se trata de un asunto personal.
- Considéralo hecho.
- Gracias George, nos vemos luego.
- ¿Por qué ha hecho eso? ¿Es que acaso usted decide arruinarles la vida a las personas, así como así? El señor Rossi se disculpó y corrigió a su hijo ¿qué más quiere? – gritó Candy furiosa, le parecía un abuso de poder lo que William acababa de hacer pues no se había dado cuenta de que Victorio seguía tras ella.
- ¿Usted cree que yo decidí esto? No señorita está muy equivocada… Lo decidió el padre, cuando malcrió al hijo solapándole sus crímenes ¿o acaso piensa que Pietro no sabía que ese imbécil secuestró y abuso de una joven inocente? La única razón por la que lo amonestó esta vez fue porque dependen de nuestra ayuda financiera. Lo decidió el hijo, porque, a pesar de que advertí que se alejara, piensa que puede salirse con la suya, y también usted – contestó el rubio levantando la voz.
- ¿yo? – preguntó Candy molesta.
- Si usted, cuando decidió ponerse en riesgo asistiendo sola a un lugar al que no debería tener acceso ¿o acaso no es menor de edad? Usted no tiene familiares en la ciudad, por lo que supongo que la dejaron salir con permiso para quedarse con una "familia", y resulta que los padres de la señorita Leagan ni siquiera se encuentran en el país, ¿sobre quién cree que recaerá la responsabilidad si le ocurre algo? A los padres se les hace muy fácil demandar al colegio por todo cuando sus hijos son los irresponsables… Ahora que, si le parecen tan terribles mi acciones, no se preocupe, ahorita mismo me detengo, se la entregó al imbécil que viene detrás de nosotros y le prometo que no me vuelvo a entrometer en sus asuntos – terminó el rubio gritando a todo pulmón.
Terry y Susana solo se miraban en silencio, conocían de sobra el falso tono autoritario que William usaba en el colegio, pero jamás lo habían visto realmente enojado…
- Haga lo que mejor le parezca y no se preocupe por la responsabilidad del colegio. Como usted dijo, no tengo familia en Londres ni en toda Europa; se preguntará entonces ¿por qué estoy aquí? y es precisamente porque mi padre está formando una nueva familia en la que yo estoy de más, así que no creo que le importe mucho lo que me pase – dijo la rubia llorando de rabia y también de sentimiento.
Frente a ellos, una reja de hierro forjado con la insignia de los Ardlay se abría para darles paso, misma que el rubio cruzó sin detenerse, en cuanto llegaron a la residencia, el rubio se bajó del automóvil hecho una furia, Candy hizo lo mismo sin esperar a que le abriera la puerta, no quería estar ahí y mucho menos verlo; solo deseaba regresar al colegio para poder estar a solas… tenía miedo pues parecía que Victorio no se detendría por nada y al mismo tiempo estaba resentida por la forma en que William le había hablado, aunque sabía que había dicho la verdad, dolía que la tratara como a una chiquilla malcriada…
- Candy ven conmigo, creo que todos necesitamos un café… William, ¿nos permites usar la cocina? – dijo Susana, pasándole el brazo a Candy por los hombros para darle apoyo.
El rubio, caminaba de un lado para otro como león enjaulado y simplemente hizo un ademán indicándoles el camino. En eso recibió llamada de los guardias de seguridad…
- Señor Ardlay, el automóvil que nos seguía dio vuelta dirigiéndose a la parte trasera de la casa; un par de ellos trató de saltar la reja, pero los compañeros ya los estaban esperando, los inmovilizaron y los llevaron al sótano del garaje ¿quiere que llamemos a las autoridades?
- No, mantengalos inmovilizados el resto de la noche, por ninguna razón los dejen salir. Mañana a primera hora, se los llevan a Pietro Rossi al domicilio que les voy a mandar, le dicen que van de mi parte y que tiene 24 horas para largarse de aquí…
- Como usted diga.
- Gracias.
- Amigo, creo que te equivocaste de carrera, en lugar de ser empresario y maestro debiste ser capo de la mafia – dijo Terry tratando de aligerar la situación.
- No hay nada más que pueda hacer, si los denuncio ante la policía por allanamiento de morada, Pietro conseguirá que los dejen libres bajo fianza… Victorio es un tipo caprichoso acostumbrado a tener lo que quiere sin importar lo que tenga que hacer para conseguirlo y se ha obsesionado con la señorita White. Además, después de la golpiza que le propinaron los hombres de Pietro, está tratando de probarse ante sus propios hombres, es mejor mantenerlo encerrado el resto de la noche para asegurarnos de que no intente cumplir con su amenaza. Mañana por la mañana, no solo no habrá cumplido su capricho, sino que habrá perdido el respeto de sus hombres y eso créeme, es peor para él que estar tras las rejas.
Mientras tanto en la cocina…
- Wow, esté es el mejor café gourmet colombiano ¡Qué rico! – dijo Susana tomando el paquete de la alacena, al girar vio que la rubia todavía seguía muy afectada y le dijo: Candy, relájate ya no estés tan molesta, estoy segura de que William está buscando tu bienestar, es solo que está muy estresado por la situación, ponte un momento en su lugar: primero, pretendió delante de todos en el bar que eras su novia, él es una figura pública y muchos saben que está con Karen por lo que puso en juego su relación de varios años, luego te ofreció vino de beber algo que podría meterlo en problemas legales porque eres menor de edad y además él es tu profesor, aunque creo que tuvo razón porque tenías cara de corderito y eso te hacia más apetecible para un depredador como Victorio. Además, si algún otro de tus compañeros del colegio estuvo ahí, podría acusarlo de pedofilia porque aparentemente salió contigo a solas…y todo eso no sirvió de nada porque Victorio todavía tiene la intención de cumplir con su amenaza. Si te soy sincera, es la primera vez desde que lo conozco que lo escucho pedir una favor así, a pesar del poder y la influencia de su familia, William es una persona super honesta y sencilla, pero las personas como Victorio no entienden de legalidad, tu misma viste que ni siquiera la golpiza que le propinó su padre lo detuvo.
- Pero, es que…
- Ya lo sé, parece viejito regañón, pero créeme si realmente no le interesara ayudarte no estaría haciendo todo esto, ¿por qué mejor no me cuentas cómo fue que se les ocurrió ir al bar solas?
- En realidad, no lo habíamos planeado. Es cumpleaños de Eliza y ella pensaba que su mamá le haría una fiesta en casa, por eso me invitó, pero cuando llegamos se enteró de que la señora Leagan se había ido con su esposo a un torneo de golf y le dejó una tarjeta de crédito para que se comprara su regalo…Eliza se puso triste, pero después decidió que nos arreglaríamos y saldríamos al bar de su padrastro donde trabaja su medio hermano Jason, dijo que estaríamos con él, Neal y Daisy. Yo supuse que estaría bien pues los empleados conocen a Eliza, pero no contaba con que me quedaría sola por un tiempo.
- Que mal que la señora Leagan haya dejado a Eliza en un su cumpleaños, pero tengan cuidado, nunca salgan solas, sé que suena antifeminista, pero la fuerza física de una mujer no es la misma que la de un hombre…
- Si lo sé… profesora, ¿usted cree que pueda regresar al colegio?
- Con ese tipo suelto no lo creo Candy, además, ¿Qué le vas a decir a la señora Elroy? De seguro el personal le informará que llegaste de madrugada vestida así, será mejor que pasemos la noche aquí.
- ¿Me veo muy mal?
- Claro que no al contrario, te ves preciosa, pero no creo que el estilo en general sea algo que la señora Elroy aprobaría ¿No lo crees?
- Tiene razón…aunque de todas formas creo que el profesor Ardlay le dirá a su tía.
- Tal vez, pero no lo creo…anda vamos a llevar el café.
Cuando regresaron a la sala, William ya se encontraba más tranquilo conversando con Terry, de una u otra forma el castaño, siempre encontraba la forma de hacerlo reír.
- Cariño, creo que si tomamos eso no vamos a dormir – le dijo Terry a Susana.
- Es descafeinado y está delicioso, pruébalo…
- Mmm en serio esta fuera de serie ¿Dónde lo compraste William?
- Lo trajo George de Colombia.
- Ese hombre calladito, calladito, pero siempre encuentra lo mejor de cada lugar; a mi se me hace que tiene una doble vida – dijo Terry.
William sonrió de lado, pues en alguna ocasión él también había pensado lo mismo….
- Bueno, creo que es hora de que vayamos a descansar Candy ¿Qué parece si dormimos juntas?... Will ¿podemos pasar?
– Por supuesto Susy estas en tu casa, ya sabes el camino, elijan la habitación que prefieran.
- Vamos Candy, hay una habitación que tiene una vista espectacular.
- ¡Hey! yo pedí esa primero – se quejó Terry.
- Ni modo cariño, tu te puedes quedar con la que da al jardín.
- Pues que remedio.
Todos se retiraron y pronto dormían tranquilamente pues estaban muy cansados… todos menos William quien no pudo pegar el ojo en toda la noche. Le hubiera gustado no tener que orillar a Pietro a abandonar el país, pero Victorio estaba fuera de control y simplemente no estaba dispuesto a arriesgar a Candy….
- Candy… ¿Por qué esa jovencita le importaba tanto? – pensaba.
Mientras lo hacía, recordaba la manera como había conocido a Karen… Comenzaron a salir como amigos, Terry quería conquistar a Susana y la invitó a salir, pero al ver que la joven estaba indecisa, le sugirió que invitara a una amiga y el invitaría a un amigo, así tendrían una cita doble… pronto el cuarteto se hizo inseparable y con el tiempo una cosa llevó a la otra, hasta que se hicieron pareja. Karen era maravillosa, hermosa, inteligente y con clase, pero William nunca había sentido por ella lo que sintió por Candy desde la primera vez que la vio en el avión. La presencia de la rubia había sido como un relámpago que lo estremeció fuertemente, recordaba que en el avión no había podido dejar de admirarla, mientras ella lloraba con la vista fija en las aguas del Atlántico, además estaba el nerviosismo que sintió al verla caminar hacia él por el estrecho pasillo de la aeronave y la corriente eléctrica que recorrió su espina dorsal cuando el niño la empujó hacia él. Cada vez que estaba junto a ella sentía el deseo de acariciar su cuerpo y probar sus labios dulces y sensuales a la vez. Pareciera como si los Dioses la hubieran enviado para tentarlo con la promesa de vivir un amor completamente diferente al que tenía con Karen, algo excitante que lo hiciera sentirse vivo.
Cuando estaba con Karen, se sentía relajado y tranquilo, pero al mismo tiempo toda esa pasividad hacía que su relación carecía de emoción. La amaba, de eso estaba seguro, sin embargo, cuando estaba cerca de Candy todo a su alrededor era mucho más brillante y colorido y su corazón experimentaba las emociones con mucho mas pasión e intensidad…
William, jamás había estado en el negocio de engañarse a si mismo y sabía perfectamente que entre Candy y él no podía haber nada…aunque ella fuera la única mujer en el mundo que le obsesionaba, un pequeño error en el tiempo los había separado desde antes de conocerse y es que ella había nacido cuando él ya tenía uso de consciencia. Por esa razón, tuvo que autoconvencerse una vez más de que su vida estaba al lado de Karen y debía enterrar para siempre lo que sentía por Candy.
A las 6:00 de la mañana, decidió dejar de dar vueltas en la cama y tomó un baño para después salir a tomar café a la terraza. Candy despertó y se dirigió a lo que parecía la ventana de la habitación que en realidad era un puerta de cristal que se abría automáticamente. La rubia observó una impresionante alberca rodeada de un hermoso jardín de rosas y no pudo evitar salir a mirarlas de cerca; había dormido vestida por lo que, salió descalza y con el cabello un poco alborotado.
No muy lejos de ahí, William la observó salir de la habitación y sonreír tranquila observando la belleza de las flores y disfrutando su delicado aroma. La luz de la mañana se reflejaba en sus hermosos ojos haciéndolos lucir brillantes y cristalinos, ¡Dios, podía pasar horas auto convenciéndose de olvidarla y ella derribaba sus defensas en tan solo unos segundos!
- ¿Ya se siente mejor? – le preguntó mirándola con calidez.
- Si, muchas gracias. Lamento haberle causado tantas molestias – contestó ella tímidamente mirando en dirección a la voz.
- Tuvo suerte, espero que haya aprendido de la experiencia y no se repita.
William odiaba sonar como un viejo, pero necesitaba saber que no se pondría en riesgo nuevamente, le aterraba pensar que no estaría ahí para ella.
La joven simplemente asintió y entre ellos se hizo un silencio incomodo. William se sentía culpable por haberle gritado como lo hizo, se había odiado a si mismo por haberla hecho llorar, pero abrir su corazón no era una opción…
- ¿Café? – preguntó el rubio señalando la humeante cafetera.
- Si, gracias – contestó la rubia tomando asiento junto a él.
El joven le sirvió, el humeante liquido que al primer sorbo la hizo sonreír; en realidad estaba delicioso y una cálida sensación invadía su cuerpo cubierto únicamente por el minivestido. William pudo notar que su piel estaba chinita debido al fresco de la mañana y, aunque hubiera preferido seguir observando esas largas y bien torneadas piernas, le ofreció una manta que tomó de un taburete otomano que estaba junto a ella. Viéndola ahí, descalza, envuelta en la manta y con el cabello un poco alborotado, el rubio pensó que sería magnifico poder mirarla así cada mañana, pero se regaño a si mismo de inmediato, por pensar de esa manera en la casa que compartía con Karen… le gustara o no, tendría que conformarse con la vida que tenía.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por una llamada de los guardias de seguridad informándole que, como lo había indicado, habían llevado a Victorio con Pietro y que el viejo de inmediato había entendido lo sucedido y aceptó salir del país; pues sabía que William le cerraría permanentemente las puertas del mercado en el Reino Unido.
El señor Rossi, al verse sin recursos, había pedido hablar con el apoderado del rubio para ofrecerle las telas que le habían confiscado. George, no estaba seguro de cuál era la situación, pero habló con los guardias y estos le dijeron que las ordenes de William era que abandonaran el país lo más pronto posible, el francés aceptó comprárselas con la condición de que los guardias permanecieran con ellos hasta que abordaran el avión que los llevaría de regreso a Italia asegurándose de esa forma que las ordenes de William se cumplieran.
Al terminar la llamada, Terry y Susana se les unían en la terraza. Desayunaron juntos y despues confirmaron que Eliza y Neal se encontraban en casa de Jason, quien los llevaría a su casa a recoger sus cosas y de regreso al colegio, Candy tenía que ir a recoger también las suyas por lo que Terry y Susana se ofrecieron a dejarla de pasada…
- Me alegro de que todo haya salido bien, en un momento más le llamaré al chofer para que venga por nosotros – dijo el castaño.
- No faltaba más, llévate uno de mis autos, yo mañana me voy con Karen y recojo el que te lleves en el colegio.
- ¡El Bugatti! – dijo Terry emocionado.
- ¿Te refieres al automóvil que casi estrellas a toda velocidad?, olvídalo – contestó el rubio.
- Vamos William, solo estaba probándolo.
- Si, pero ser el responsable de tu muerte y, con eso de que todavía no tienes herederos, no me la acabo después con el duque.
- Esta bien, veamos que tienes en el garaje.
William era aficionado a los automóviles y tenía una pequeña colección el garaje, la mayoría de ellos deportivos, aunque por lo general prefería la comodidad de la SUV. Para Terry, entrar en el garaje era como ir a su tienda de juguetes preferida y se emocionaba hablando de las características de cada uno de los automotores. Al final y como siempre, se salía con la suya y William le pedía a uno de los empleados que sacara un hermoso Bugatti blanco.
Mientras caminaban de regreso a la casa, Terry decía:
- Ya hombre no te preocupes tanto, mi segundo nombre es "responsabilidad." A propósito, si yo fuera tú, pediría que lavaran la camioneta, no vaya a ser que Karen piense que tú…pues… ya sabes.
- ¡Lo hicieron en mi camioneta! – decía el rubio mirándolo incrédulo.
- Tú tuviste la culpa, dijiste que saldrían pronto y se tardaron más de una hora… ¿Qué querías que hiciera? Estábamos ahí solitos, recostados y escondidos. El hombre es fuego, la mujer es estopa y luego llega el diablo y le sopla… y pues ya. Además ¿a poco tu nunca lo has hecho en un auto?
- No, nunca he tenido la necesidad…
- Pues deberías, no sabes la adrenalina que se siente.
- Ahh, por eso olía tanto a perfume cuando nos subimos – recapacitó el rubio con un gesto.
- Era nada más poquito, para disimular el aroma de la pasión.
- En serio, te pasas Grandchester…
- Ya hombre no hagas tanto escándalo, nada más pídele al señor Adams que la lave y ya…
- Claro que no, al rato las personas del servicio van a andar divulgando esas cosas y no precisamente de ti. En fin, la llevaré a lavar – pero está me la pagas, ya verás cuando menos te lo esperes.
- ¿ves? Por eso eres mi amigo favorito.
- Pues ya que…
Los tres se despidieron y mientras veía al lujoso automóvil alejarse, se despidió de Candy para sus adentros diciendo: ¡Hasta luego, mi preciosa niña, te amo!
Después de llevar a lavar la camioneta, se regresó a su casa. El cansancio de la noche anterior finalmente estaba haciendo su efecto por lo que se recostó a ver una película y se quedó profundamente dormido. Eran casi las 9:00 de la noche cuando Karen llegó y lo despertó con un beso en los labios.
- Hola mi amor ¿Cómo estás? ¿no me digas que te quedaste encerrado todo el día? Pensé que aprovecharías para ir a visitar a tus papás.
- Tuve algunas cosas que hacer y al final estaba un poco cansado. A ti ¿Cómo te fue? ¿Qué tal estuvo todo?
- Muy divertido, casi nos amanecimos entre bromas y juegos. El día de hoy, mi tía quiso que me quedara más tiempo para mostrarme los adelantos de la boda, todo está quedando perfecto. Lucia está muy emocionada, ¿sabes? Mirando todas esas cosas me preguntó ¿Cómo va a ser nuestra boda? ¿Qué te gustaría, algo de día o de noche?
- No lo sé Karen, supongo que dependerá de la estación del año y todas esas cosas – decía el rubio sin mucho afán.
- Pues a mi me gustaría una boda en la playa, con todos los asistentes vistiendo de blanco ¿tu crees que el consejo te permita hacerlo? Sería algo muy diferente a las bodas tradicionales escocesas ¿por qué no les preguntamos?
- Ya veremos, ¿Por qué no vamos a cenar algo? Me quedé dormido toda la tarde y tengo un poco de hambre.
- Yo también, pero de otro tipo de manjar – dijo ella montándosele para comenzar a desabrocharle la camisa.
El rubio en realidad no tenía mucho afán por hacer el amor en ese momento, pero aceptó a regañadientes ante la insistencia de Karen. Al final, decidió darse un baño y para cuando salió, la joven ya estaba profundamente dormida. Al día siguiente, la rutina comenzó y ambos fueron juntos al colegio; durante el trayecto, Karen no paraba de hablar como sería su boda y William contestaba sin mucho entusiasmo…
Durante el descanso de media mañana, la castaña se encontraba con Susana tomando un café y conversando sobre su viaje cuando recibió un mensaje de texto el cual abrió distraídamente, para encontrar una fotografía de William bailando con Candy en el bar. En la imagen, ambos rubios aparecían de costado lo que destacaba la impresionante figura de la joven, William la sujetaba de la cintura con ambas manos y ella lo abrazaba por el cuello, haciendo que sus cuerpos estuvieran completamente pegados el uno al otro. La fotografía había sido tomada en el momento exacto en que el William le hablaba al oído a Candy por lo que no se le veía el rostro a la joven, pero parecía que él le estaba besando la oreja. El semblante de Karen cambió de inmediato y dos enormes lágrimas rodaron por sus mejillas…
- Karen ¿Qué pasa? Alguna mala noticia – preguntó Susana preocupada.
La joven simplemente le mostró la pantalla del celular para que viera la imagen.
- Ah eso, amiga no te preocupes, no es lo que parece… el sábado fuimos a Link Will, Terry y yo. La joven es una de las alumnas del colegio que estaba ahí con otra amiga, pero se quedó sola unos momentos y un tipo la empezó a molestar… ¿Te acuerdas del tipo que te dije que abusó de Darlene? Pues ese mismo, intentó llevarse a la fuerza a la joven, por lo que William intervino y le dijo que ella estaba con él. Todo lo que pasó fue actuado para que Victorio desistiera de llevársela, pero el tipo es muy aguerrido y terminamos todos durmiendo en tu casa. Pobrecita muchacha, así le fue con William, hubieras visto que feo la regaño, hasta yo sentí pena… parece que no es mala chica, es solo que está muy sola y necesita alguien que la guie. Me extraña que William no te haya comentado nada, siempre es muy abierto contigo.
- Bueno es que llegué tarde y no tuvimos mucho tiempo para hablar – dijo Karen limpiándose las lágrimas y preguntó ¿Quién era la joven?
- Candice White, tu sabes que no tiene a nadie aquí que la pudiera ayudar.
Al escuchar el nombre de Candy, el estomagó de Karen dio un vuelco, ¿por qué últimamente siempre aparecía la bellísima rubia junto a William? Después de lo que le explicó Susana, asegurándole que ella y Terry estuvieron todo el tiempo junto a Candy y William, la castaña decidió aparentar que no sabía nada, no tenía caso enfrentar a William por la fotografía cuando sabía que perfectamente lo podría explicar, sin embargo, su instinto de mujer le hacia sentir que había algo diferente en esa chica.
Mientras tanto en uno de los jardines…
- ¿Amiga como te fue con el profesor Ardlay?
- Ni me acuerdes, me ha puesto una regañada, estaba furioso.
- Me imagino… discúlpame por haberte dejado sola tanto tiempo. Mientras estábamos fumando, mi madre llamó y peleamos como siempre.
- Lo siento mucho.
- No te preocupes, ya estoy acostumbrada. Lo bueno fue que al menos la primera mitad de la noche la disfrutamos…
Por la tarde, William impartió la clase en el salón de Candy, sin siquiera voltear a verla. La rubia lo resintió pues en su interior comenzaba a surgir un sentimiento diferente por él hombre que había hecho todo para ayudarla. Al principio, simplemente le parecía super atractivo y sexy, pero ahora, sentía algo muy cálido en su corazón cuando pensaba en él.
Al día siguiente en la clase de Karen, la castaña les dijo: Chicas, como ustedes saben, ya es tiempo para comenzar a preparar el festival de otoño, hay muchas cosas por hacer y, como cada año, la señora Elroy me ha puesto a cargo de las decoraciones del gran salón. Necesitaré voluntarias para ayudar con el diseño y la confección de los adornos, por favor levante la mano quien desee ser parte del equipo.
Casi todas las chicas levantaron la mano, pues les encantaba trabajar con Karen quien era amable, gentil y divertida. Candy por su parte se abstuvo porque no tenía ni idea de lo que se trataba.
- Bueno chicas, no puedo seleccionarlas a todas porque las otras comisiones también necesitan voluntarias, solamente seleccionaré a diez de ustedes, las demás pueden acudir con la maestra Marlo o el profesor Grandchester, para organizar el baile y el desfile. A las personas que nombre nos vemos mañana en mi oficina a las cuatro de la tarde… Eliza, Annie, Patty, Margaret, Katrecia, Judith, Georgina, Amy, Roxanne y… Candice ¿no te gustaría participar en el proyecto ya que tus amigas lo harán?
- Si profesora Kleiss, lo que pasa es que no sé nada del asunto.
- Pues entonces, ya está. De esta forma te familiarizaras con el evento. Las veo mañana a las cuatro en mi oficina.
Al siguiente día por la mañana, Susana fue como siempre a la oficina de Karen y notó algunos cambios en la decoración.
- Wow amiga, redecoraste la oficina, se ve muy bonita.
- Gracias, ya le hacía falta.
En el escritorio había un marco electrónico muy bonito que mostraba una serie de fotografías a blanco y negro en las que aparecían William y Karen a través de los años y que daban cuenta de lo cariñoso y detallista que era el rubio con ella.
- Que bonitas fotos, se ven muy bien juntos y super enamorados.
- Si, tenía ese marco desde el año pasado y ayer se me ocurrió que era perfecto para ellas.
- ¿No se enojará Will?, ya sabes que siempre es muy reservado con su vida privada.
- No tiene por qué, simplemente me gusta recordar lo feliz que me ha hecho todos estos años con sus detalles.
- Tu lo conoces mejor que yo, supongo que así será – dijo Susana encogiéndose de hombros.
A las cuatro de la tarde las diez jóvenes llegaban a la oficina.
- Profesora Kleiss ¿Se podemos pasar?
- Adelante, bienvenidas. Traje unos bocadillos por si nos da hambre, tenemos mucho que hacer.
- Maestra, que bonita le quedó su oficina – dijo Judith.
- Gracias, simplemente agregué unos toques personales.
- Wow, que hermosa pareja hacen el profesor Ardlay y usted, me imagino que hermosos van a ser sus hijos – aseguró Amy mientras todas contemplaban las fotografías que cambiaban constantemente.
- Es super detallista con usted, mire nada más que hermosas flores le regaló – comentó Patty.
- Vaya, parece que hasta los ogros saben sonreír – dijo Eliza con sarcasmo por lo que Karen sonrió divertida.
- William no es ningún ogro, al contrario, es super cariñoso y detallista, lo que pasa es que aquí en la escuela tiene que ser muy profesional porque si no ¿se imaginan? todo el montón de niñas que andarían por ahí confundidas. A él le gusta poner límites para dejar bien en claro que no está interesado en adolescentes inmaduras, pero cuando está conmigo es completamente todo un príncipe, en fin, será mejor que nos dediquemos a trabajar porque tenemos mucho que hacer.
El tiempo pasó y la fecha para el festival se acercaba… Karen se reunía con las chicas dos veces a la semana para preparar las decoraciones. Las otras chicas eran muy curiosas acerca de William por lo que mientras trabajaban, Karen les contaba historias de las cosas que hacían juntos y lo bien que la pasaban. El corazón de Candy sufría al escuchar todas esas cosas, pero la rubia lo ocultaba muy bien fingiendo estar siempre alegre y dispuesta a trabajar.
Tal como Susana lo predijo, a William no le agradó la idea de que Karen estuviera exhibiendo detalles íntimos de su relación en su oficina, pero después de comentarlo un par de veces con ella, llegó a la conclusión de que estaba por demás tratar de hacerla entender su punto de vista.
Dos semanas antes del festival, se llevarían a cabo los exámenes del primer trimestre por lo que todos estudiaban estresados, las familias estaban invitadas al evento y ahí se les entregarían las calificaciones y nadie quería pasar la vergüenza de que todos supieran de sus malas notas.
Un fin de semana Candy se levantó temprano para estudiar y se dio cuenta de que había dejado el libro en el salón, por lo que se vistió y fue por él, para cortar camino, decidió irse por la parte de atrás de la cocina y mientras lo hacía, miró a Annie meter la mano por la ventana y sacar unas piezas de pan recién horneado…
- Annie ¿Qué haces te van a ver?
- Lo siento, Candy, pero con los nervios me da mucha hambre… además el pan recién horneado me encanta ¿quieres uno?
- No gracias, pero ten cuidado, donde te cachen la señora Elroy se pondrá furiosa.
- Te prometo que no lo volveré a hacer.
- Está bien, hasta luego – dijo la rubia con un guiño.
Más tarde, la rubia trataba de estudiar unas formulas químicas, pero no había forma de que las entendiera.
- Hola Candy, te ves preocupada.
- Hola Stear, estoy desesperada, por más que intento no puedo entender el desarrollo de estás formulas y el examen es mañana.
- No es tan complicado, desafortunadamente tengo que ir a clase ahora mismo, pero tengo una idea, ¿por qué no vienes a nuestro cuarto por la noche y te ayudamos?
- ¿De verdad harían eso por mí?
- Claro, ¿para qué están los amigos?
- Entonces, estaré ahí después de que pasé la guardia.
- Fantástico, dejaremos la lampara encendida para que sepas cual es la habitación correcta.
- Gracias, Stear… eres un gran amigo.
- De nada preciosa, nos vemos luego.
Por la noche, Candy se escapó de su cuarto por el balcón y fue saltando de árbol en árbol hasta que llegó al cuarto de los chicos, quienes se habían preparado con café y galletas. Entre los dos le explicaban las intrincadas formulas y las horas pasaron sin que se diera cuenta…
- Candy ¿ya tienes pareja para el festival de otoño?
- No, todavía no.
- ¿Te gustaría ir conmigo? – decía Archie sonrojado.
- Claro Archie, nos divertiremos.
- ¡Hey, yo quería invitarla también! – se quejó Stear.
- No te preocupes Stear, todos iremos como amigos, podrías ir con mi amiga Patty, es muy bonita y simpática y todavía no tiene pareja.
- ¿Le hablarías de mí? – es que soy un poco tímido.
- Claro que sí, verás que nos vamos a divertir.
Eran casi las cinco de la mañana, cuando los tres se quedaron dormidos en el escritorio y a las 6:00 sonó la alarma de Stear…
- Chicos, me tengo que ir, muchas gracias por todo.
- De nada preciosa – decía Archie medio dormido.
Mientras regresaba a su habitación, Candy pudo ver desde lo alto de un árbol a Annie que corría a toda velocidad con una pieza de pan en la mano, por lo que simplemente sonrió y siguió su camino. Ese día el desayuno se sirvió sin pan y, al final, la señora Elroy tomó la palabra.
- Como habrán notado, el día de hoy no se sirvió pan con el desayuno. Esto es porque está mañana a las 5:45 una joven, que estaba robando pan por la ventana, empujó y tiró todas las charolas al piso…es inaudito, exijo saber en este momento quien fue.
- Señora Elroy, ¿Cómo saben que fue una mujer? – preguntó Eliza
- Pete el cocinero atrapó el brazo que se introdujo por la ventana y al tratar de soltarse derribó todas las charolas… una vez más pregunto ¿Quién fue?, si la culpable no confiesa cancelaremos el festival de otoño y enviaré un comunicado a sus padres explicándoles los motivos.
Candy miró a Annie, pero esta simplemente bajo la mirada. Cuando la señora Elroy estaba a punto de cancelar el festival. Candy se puso de pie…
- Lo siento señora Elroy, la ansiedad por los exámenes hace que me de hambre.
- Que vergüenza Candice White, sea cual sea la causa, robar es inaceptable; además, desperdiciaste el arduo trabajo de los cocineros… como castigo te levantarás todos los días a las cuatro de la mañana a hornear el pan por un mes… ¿entendido?
- Si señora – dijo la rubia agachando la mirada.
- Todos los alumnos abandonaban el comedor comentando lo peor de Candy. Stear y Archie sabían que no había sido la rubia, por lo que, en un intento por ayudarla, buscaron a William en la sala de maestros.
- Tío William, ¡tienes que ayudarnos!
- Es sobre el robo del pan, sabemos que Candice no lo hizo.
- Buenos días, Stear y Archie también me da gusto verlos – dijo Terry sintiéndose aludido.
- Buenos días, profesor Grandchester disculpe, pero es que no es justo que todos piensen que Candy es una ladrona porque no lo es.
- Ustedes ¿Cómo lo saben? Ella misma se puso de pie – dijo el rubio.
- Porque estuvo toda la noche estudiando con nosotros, salió de nuestra habitación a las 6:00 de la mañana y la tía Elroy dijo que ocurrió a las 5:45.
- No veo cómo pueda ayudarla – dijo William tomando su café con calma.
- Tienes que decirle a la tía Elroy, no es justo que todos la juzguen y que tenga que trabajar desde tan temprano.
- Haber… ¿quieren que vaya y le diga a la tía Elroy, que una señorita paso la noche en su habitación?
- Si, pero estábamos estudiando.
- De todas maneras, esa es una falta mucho más grave que robarse el pan… creo que, en esta ocasión, a la señorita White le salió barato el castigo ¿no lo creen? Si la tía se entera de lo segundo, la expulsará.
- Tienes razón, no pensamos en eso – reconoció Archie.
- Tendremos que buscar otra forma de ayudarla – dijo Stear mientras abandonaban el lugar.
- Todo un caso la señorita White, ¿me preguntó a quien estará protegiendo? – comentó Terry con una sonrisa.
- No tengo ni idea – respondió William con una sonrisa…al parecer a su princesa le encantaba meterse en lios.
- Mientras tanto en uno de los pasillos…
- Candy, muchas gracias por no delatarme; eres una gran amiga. Mi madre se moriría de la vergüenza si se enterase.
- No te preocupes Annie, no podía dejar que cancelaran el festival después de lo mucho que hemos trabajado. Es más, hasta podré aprender como hornear el pan – contestó con una sonrisa.
- Gracias otra vez, te has convertido en casi una hermana para mi – dijo Annie abrazándola.
- Yo también las quiero mucho a las tres, somos como hermanas – contestó la rubia
Los días pasaron y Candy, dormilona como siempre, batallaba para levantarse a las cuatro de la mañana, pero una vez que llegaba a la cocina, su buen humor y alegría despertaban ganándose el corazón de todos. Un día Pete le dijo delante de todos: Hey niña, estas haciendo muy buen trabajo, no sé por que decidiste incriminarte solo espero que la persona a la que estás encubriendo sepa valorar lo que hiciste por ella.
- ¿De qué está hablando Pete?
- La mano que yo atrapé traía las uñas pintadas de rosa y tu tenías un manicure francés.
- Ella… es mi amiga y no podía dejar que cancelaran el festival.
- Estás haciendo muy bien ¿verdad muchachos?
- Todos asentían, por lo que Candy sonrió feliz.
Esa tarde casi al anochecer, Stear buscó a Candy…
- Candy que bueno que te encuentro, ven conmigo te mostraré algo – decía emocionado conduciéndola a uno de los salones vacíos.
- ¡Taraaan! Aquí lo tienes "The breadmaker 501"
- ¿Qué es esto Stear? Se ve increíble
- Es una máquina que diseñe para que te ayude a hacer el pan de esa forma solo tendrás que echarla andar y en media hora ya estará listo. Mira, te lo mostraré…
- Si yo fuera tú, me retiraría un poco – dijo Archie mientras caminaba hacia atrás.
- Hombre de poca fe, ya lo he probado miles de veces y funciona a la perfección – decía Stear con una gran sonrisa
El chico conectó la maquina a la luz y de inmediato comenzó a funcionar; en un lado se amasaba la harina, luego se formaban pequeños bizcochos que pasaban por un mini horno y salían calientitos.
- Asombroso – decía la rubia con una gran sonrisa.
- Si, pero a este paso vas a ocupar levantarte a las 2:00 de la mañana en lugar de a las 4:00, es super lenta – dijo Archie cruzándose de brazos.
- Espera un poco a que ajuste la frecuencia – dijo Stear apretando unos tornillos.
- Pronto la maquina se sobrecalentó y generó un corto circuito que dejó sin luz al 90% de la escuela, solo la oficina William y la enfermería estaban conectadas a un generador distinto pues se encontraban una al lado de la otra y la escuela había decidido que la enfermería tuviera su propio generador para asegurar la atención de los enfermos, en caso de una emergencia.
Candy y los hermanos Cornwell salieron corriendo del lugar y escondieron la maquina en una vieja bodega, antes de que supieran que ahí se había generado el corto circuito. La señora Elroy llamó a una junta de emergencia donde pidió la ayuda de todos los maestros para asegurar el orden y la disciplina en los dormitorios mientras llegaban los técnicos a investigar las causas del apagón.
- Necesito alguien que se quede en la dirección para apoyar a Martita a reportar cualquier incidente mientras revisamos que todo lo demás se encuentre en orden – decía la señora Elroy.
- Justamente Terry me estaba diciendo, cuanto extraña ayudar a Martita con los reportes mensuales – dijo William con una gran sonrisa.
- ¿yo? – pregunto el castaño
- Si tú, ¿no me estabas diciendo que te encanta su forma de organizar las cosas?
- Por supuesto – dijo Terry queriendo ahorcar al rubio.
- No se diga más, Grandchester permanezca aquí, los demás vengan conmigo.
William, pasó junto a él con una risita burlona…
- Está me la pagas – susurraba Terry enojado.
- Estamos a mano, tú me debías la de la camioneta – murmuro William con una gran sonrisa.
- Al cabo de un rato, llegó Susana a la dirección alumbrándose con una linterna…
- Hola, Martita, hola, amor. ¿Sabes? La modista que está haciendo los vestidos de las chicas quedó de venir hoy para ajustar los últimos detalles de algunos de ellos, pero sin luz es imposible ¿tu crees que William se moleste si usamos su oficina?
- Claro que no mi amor, adelante, yo le haré saber que están ahí.
- Gracias amor…
Terry estaba que se moría de aburrimiento en la dirección solo contemplando como Martita se movía lentamente de un lado para otro con su pequeña linterna. En eso, se le ocurrió la manera perfecta de vengarse del rubio, por lo que fingió que iba al baño y de ahí le llamó al celular.
- Ardlay, se están acabando las baterías, el otro día vi que tienes un paquete nuevo en tu oficina, necesitamos que vayas por ellas, pero de ya.
- Grandchester, el hecho de que estes junto a Martita en la dirección no te da derecho a ser un tirano ¿te importaría pedir las cosas con amabilidad? – contestó el rubio.
- Está bien… contestó el castaño resoplando exageradamente: Profesor Ardlay, ¿le importaría ir a su oficina a revisar si tiene un paquete nuevo de baterías y traerlas a la dirección?
- Ya ves ¿Qué te cuesta ser amable? Voy de camino, te veo luego…
William llegó a su oficina y vio por debajo de la puerta la luz prendida, pero no se le hizo raro, pues al ser una de las únicas dos iluminadas con el otro generador, pensó que alguien la había encendido para iluminar el jardín por la ventana. En cuanto abrió la puerta y entró, escucho un enorme clamor y un montón de chicas semidesnudas intentaban cubrirse. Candy estaba frente a la puerta parada en un pequeño escalón de madera que usaban para ajustar las bastillas; su vestido estaba prácticamente dividido en dos, solo la falda larga tipo "A" estaba cosida hasta la altura de la cadera. La modista estaba a punto de comenzar a prender los hombros, los costados y las copas con alfileres ya que la parte de arriba era drapeada y debía ajustarse perfectamente al cuerpo de la chica. Por la impresión, la mujer soltó la tela que resbaló libremente por el cuerpo de la joven cayendo al piso; Candy únicamente atinó a cubrirse los senos desnudos con los brazos, por lo que William pudo ver su escultural cuerpo vistiendo únicamente unas bragas blancas de encaje. Todo pasó en un instante, él joven al darse cuenta se disculpó y salió de inmediato llevándose con él una hermosa visión imposible de olvidar; era como si la misma Afrodita se hubiera presentado ante sus ojos…
Continuara…
Hola, espero que les haya gustado este largo capitulo. Me tomó toda la semana escribirlo, pero finalmente aquí lo tienen, por favor no olviden dejarme sus comentarios…
¡Hasta pronto!
