Los personajes de Candy Candy no me pertenecen.

Capítulo 14.

Al día siguiente, Candy estaba feliz al encontrar la carta en el casillero, pero en cuanto la tomó y cerró la puerta, se encontró de frente con Luisa... Me parece que este no es tu casillero ¿no es así? dijo la chica y agregó: me pregunto ¿de quién será esa carta?

- ¿Sabes? Sería muy fácil averiguar a quien se le asignó ese casillero, Martita tiene una lista en su escritorio. ¿Te imaginas el escándalo? descubrir que la pura y virginal Candy no lo es tanto, pero ¿para qué tomarse la molestia? no vale la pena, con tus propias amigas tienes…

- ¿Qué quieres decir?

- No me importa lo que piensen los demás, yo no hice esa llamada. A los once años, el hermano de mi papá abusó de mí y cuando mi madre se dio cuenta lo denunció; tuve que pasar por todas esas cosas siendo solo una niña para que refundieran a ese imbécil en la cárcel. Tú y yo no somos amigas, nunca lo seremos, pero eso es algo que no le deseo ni a mi peor enemiga. Al menos entre nosotras no hay máscaras, sin embargo, yo no diría lo mismo de tus propias amigas. Pobre Candy, tan amada por todos y tan odiada a la vez… ya ni siquiera me voy a tomar la molestia de fastidiarte solo me sentaré a observar cómo te destrozan… bye "princesa."

Candy regresó a su habitación pensativa, para todos había sido muy fácil creer que Luisa había hecho esa llamada ¿Qué tal si Luisa decía la verdad?, pero en cuanto estuvo a solas desechó el pensamiento para concentrarse en la preciada carta que tenía en sus manos, cuanto extrañaba conversar con Albert, aunque fuera por carta. Abrió rápidamente el sobre y sacó la hoja aparentemente en blanco y encendió la lampara de mesa quitándole la pantalla, estaba a punto de poner la hoja de papel sobre el calor, pero el miedo la detuvo ¿y si no quería volver a saber de ella? Tal vez había tenido muchos problemas con su familia y decidió que no valía la pena tantos inconvenientes por una chiquilla como ella.

Mientras se armaba de valor, escuchó que tocaban la puerta desesperadamente…

- ¡Candy! ¡Candy! abre pronto – escuchaba gritar a Patty.

- ¿Qué pasa Patty?

- Eliza se ha vuelto loca, se encerró con Annie en el cuarto, parece que están peleando. Ya fueron a buscar a la prefecta para que traiga la llave, pero no la encuentran

Ambas corrieron a la habitación que Annie compartía con Patty, pero al llegar no pudieron acercarse ya que había muchas chicas junto a la puerta tratando de escuchar lo que pasaba adentro, las jóvenes preguntaron, pero nadie podía distinguir lo que decían.

Trataré por el balcón – dijo la rubia.

Mientras tanto al interior de la habitación…

- ¡Eres una serpiente! maldita traidora. No sabes lo que es la amistad – decía Eliza golpeando a Annie y arrancándole la pulsera que le había regalado Patty.

- Estas loca Eliza, suéltame – decía la pelinegra llorando.

- No, por supuesto que no, aún no acabo contigo. Esto te enseñara a no traicionar a tus amigas – dijo Eliza tomando unas tijeras que habían caído al piso en medio del altercado y cortando furiosa largos mechones de cabello negro.

- Yo no hice nada – contestaba Annie tratando de ponerse de pie, pero Eliza estaba encima de ella.

- ¿No? Tengo la grabación de la llamada que hiciste a la Agencia de Servicios de Protección al Menor y también el registro del teléfono de la señora Elroy. Tu fuiste quien metió a Candy en problemas, hipócrita, todos estos días te has comportado como una blanca palomita – decía Eliza quien seguía luchando con Annie y cortándole grandes mechones de cabello.

- ¡Pues sí, lo hice porque fue verdad! Escuché cuando se pusieron de acuerdo para verse de noche y la seguí hasta la cabaña. Las cortinas estaban cerradas, pero pude verlos a través de un pequeño hueco. Él estaba ahí besándola y desvistiéndola. Es una cualquiera que se acostó con él.

- ¿Entonces por qué el perito dijo que Candy no tenía ni una marca ni había tenido relaciones? Lo que pasa es que siempre le has tenido coraje desde que Archivald te rechazó.

- ¡Fue su culpa! Archie estaba a punto de declarárseme y después de que esa mustia llegó, Archie decidió que solo me quería como amiga. ¿por qué todos quieren salir con ella? No puede ser que hasta el profesor Ardlay, la quiera ¡La odio! ¡La odio! ¡La odio! – decía Annie tratando de defenderse con pies y manos.

- Eliza ya basta ¿acaso te has vuelto loca? – decía Candy entrando por el balcón.

- Que te lo diga esta maldita serpiente

Annie guardó silencio poniéndose de pie; cuando Candy la vio se llevó la mano a la boca del asombro. Eliza la había dejado realmente trasquilada, le había cortado mechones por todos lados, algunos de ellos junto al cuero cabelludo; la única forma de arreglarle el cabello sería rapándola.

- Ya veo, solo tienes agallas cuando te escondes en el anonimato. No te preocupes, aquí traigo la grabación – dijo Eliza dándole a Candy su celular para que escuchara.

- Annie ¿Cómo pudiste? Creí que eras mi amiga...

- Solo dije la verdad, eres una mosquita muerta.

- No repitas esa mentira o te va a pesar – Le advirtió Eliza, pero Annie la ignoró y se fue con todo contra Candy.

- Me quitaste a Archie y le coqueteas a todos con tu cara de que no rompes ni un plato ¡Te odio! Me da gusto lo que te hicieron, te lo mereces – gritaba Annie al tiempo que la prefecta abría la puerta y todos los que estaban afuera la escuchaban.

Eliza y Annie fueron enviadas a la oficina de la señora Elroy mientras la noticia de que Annie había sido la que hizo la llamada corrió como pólvora por los pasillos. Ambas fueron enviadas al cuarto de castigo y sus padres fueron notificados. Mientras caminaban por los corredores escoltadas por la prefecta, todos murmuraban y señalaban a Annie de traidora y mala amiga. Más tarde, los Britter se presentaron decidieron dar de baja a Annie de inmediato amenazando con demandar al colegio.

Candy, esperó a que todos se retiraran del cuarto de castigo y se acercó a la puerta para hablar con Eliza, como lo había hecho Albert cuando ella estaba castigada.

- Eliza, ¿Cómo te encuentras?

- Este no es precisamente un hotel de lujo, pero al menos me dejaron cobijas.

- Si, es muy frio, lamento que estés aquí. No tenías que golpear a Annie por mí.

- Esa zorra se merecía eso y más, fue tan hipócrita que después de lo que hizo todavía seguía aparentando ser tu amiga.

- ¿Cómo supiste?

- El día en que vinieron los servicios sociales, me había escapado para verme con Brian y cuando regresaba, vi las patrullas de policía; por lo que me escondí en el jardín esperando a que se fueran. Después de mucho rato escuché que alguien se dirigía hacia donde yo estaba por lo que traté de no moverme para que no me descubrieran. Era la señora Elroy, quien había salido para hablarle al papá del profesor Ardlay. Le dijo que alguien le había enviado un mensaje de texto avisándole que el profesor y tú estaban en la cabaña y que también lo habían denunciado por abuso sexual. La directora le dijo a su hermano que estaba preocupada porque el profesor se negaba a que te hicieran el examen y le exigía que no se los permitiera así tuvieran que llevárselo detenido. Yo no sabía que habías quedado de verte con él, pero por lo que dijo supe que los había visto juntos.

Al principio yo también pensé que había sido Luisa la que hizo la llamada, pero la enfrenté y me recordó algo que le pasó hace años, como sabes ella y yo éramos amigas y sé que eso es algo que le duele mucho, por lo que le creí que no había sido ella. Para saber quién había sido, tenía que revisar el teléfono de la señora Elroy por lo que hablé con Archivald para que tratara de averiguar la clave del celular; él le dijo a Alistair y decidieron que era mejor obtener los registros del teléfono. Tardaron un poco en encontrar a alguien que quisiera ayudarlos, pero un primo de ellos trabaja en la policía y él consiguió tanto los registros como la grabación de la llamada. La voz de Annie es inconfundible con ese falso acento aristócrata y verificar el número de donde la señora Elroy recibió el texto fue fácil, una simple llamada y ahí estaba esa víbora.

- Nunca creí que estuviera tan resentida, pensé que habíamos aclarado lo de Archie.

- No creo que haya sido solo lo de Archie, creo que le cayó como balde de agua que fuera precisamente el profesor Ardlay quien estuviera contigo; ya sabes cómo se alucinaba con él, pero dime ¿es cierto lo que dijo Annie? ¿Acaso el profesor se propasó contigo?

- No, aunque yo se lo pedí. No supe que me pasó le pedí que me hiciera el amor, pero solo nos besamos. Me sentí tan avergonzada…

- Pues qué bueno que no lo hizo, porque si no estaría preso en este momento.

- Si lo sé... creo que por eso se alejó de mí.

- Ya no te ha escrito.

- No lo había hecho, hasta que yo le escribí; me acaba de contestar, pero no he leído la carta. Me da miedo que me diga que ya no quiere saber nada de mí.

- No lo vas a saber hasta que no la leas.

- Estaba a punto de hacerlo cuando llegó Patty y me dijo que te habías vuelto loca.

- No me volví loca. Siempre he estado loca, pero no se había dado cuenta.

- Cuéntame ¿Cómo te fue con Brian?

- Tenías razón… cuando fui a su apartamento y ya tenía todo preparado para nuestra noche romántica, como la llamo. En cuanto llegué me llevo directo a su habitación y tuvimos relaciones, no fue romántico, ni especial, solamente me decía lo mucho que le gustaba y lo deseoso que estaba de poseerme. Ni siquiera le importó que fuera virgen, el simplemente quería satisfacerse así que no sentí nada que no fuera dolor. Lo peor del caso, es que resultó ser uno de esos machistas que creen que los hombres pueden divertirse a su antojo, pero quieren para esposa una mujer pura y virginal. Unos días después terminó conmigo, me dijo que no podía casarse con una mujer que se entregaba tan a la ligera.

- ¡Que desgraciado! Lo siento, mucho Eliza.

- Yo siento no haber estado a tu lado, después de lo que pasó yo tenía mi propio infierno personal y no quería importunarte, especialmente porque me lo advertiste. Perdóname por las cosas que te dije, el profesor si se supo comportar a la altura. Ojalá, que pronto puedan estar juntos.

- Que Dios te oiga porque lo amo como no tienes una idea. Bueno, me voy porque desde aquel día, la señora Elroy me tiene con marca personal.

- Me imagino

- Mañana vendré a verte… ¡oh! casi lo olvido, los padres de Annie se la llevaron esta misma tarde.

- Al menos no tendremos que verle la cara a esa serpiente. Bueno, ya vete si no quieres meterte en problemas.

Mientras tanto en la mansión Ardlay, William padre llevaba días sin poder dormir pues Albert no había vuelto desde la madrugada del incidente. El joven siempre había sido buen hijo, cariñoso y respetuoso por lo que no solo él, sino todos en la mansión lo extrañaban.

- ¿Por qué no le llamas? ¿no crees que es mejor que hablen? – preguntaba Priscila quien conocía mejor que nadie cuanto sufría el padre por la ausencia del hijo.

- No voy a disculparme, aun pienso que está cometiendo un error.

- Dijiste que Candy sería una buena esposa para Archie o para James, entonces ¿Por qué crees que no es buena para Albert?

- No es por Candy. Ella en lo personal me cae bien, creo que es una joven excelente, pero es una adolescente. Albert tiene responsabilidades que ni Archivald ni James van a tener jamás, necesita una mujer hecha y derecha que lo ayude, no una niña que llora porque su papá no viene a verla. Además, está visto que cuando se trata de Candy, ese muchacho pierde completamente la cabeza y no mide las consecuencias de sus actos. Cuando Elroy me dijo que los encontró juntos, se me vino el mundo encima ¿te imaginas qué sería de él en este momento si hubiera pasado algo entre ellos? Es un hombre y estaba solo con ella en la cabaña a altas horas de la noche.

- Esta enamorado.

- Cree estar enamorado, pero ¿Qué va a hacer con ella? ¿Jugar a las muñecas?

- Candy es joven, pero es muy madura ¿acaso ya se te olvidó lo mucho que nos ayudó el día de la avalancha?

- De cualquier forma, sigue siendo menor de edad y Albert tiene que entenderlo.

- Bueno pues como quieras, pero de una vez te aviso que yo si iré a buscarlo. Buenas noches…

De regreso en el colegio, una Candy rebosante de alegría daba vueltas y sonreía mientras sostenía la carta de Albert contra su pecho. Luego se llevaba el papel a los labios y le daba un peso diciendo ¡Te amo Albert! Espero que donde estes tengas dulces sueños.

Al día siguiente, William trabajaba con George revisando unos contratos cuando recibió un mensaje de texto de Karen, que decía: "Hola mi amor, necesito hablar contigo es urgente. Por favor dime donde y cuando nos vemos"

El rubio lo leyó, pero no contestó por lo que, dos minutos más tarde, el celular comenzó a vibrar insistentemente una y otra vez hasta que decidió apagarlo. La mañana transcurrió con tranquilidad, William se enfocó en el trabajo y se olvidó de encender nuevamente el teléfono, hasta que a la hora de la comida se acordó; tenía ocho llamadas perdidas y seis mensajes de texto de la trigueña.

Mientras George conducía a un restaurante cercano, el rubio le llamó para evitar que siguiera insistiendo toda la tarde.

- Buenas tarde Karen ¿Qué es eso tan urgente que tienes que hablar conmigo?

- Vaya, hasta que te dignas contestar.

- Estaba trabajando.

- No te costaba nada contestar, no eres un empleado más en el consorcio.

- ¿Qué se te ofrece?

- Necesito hablar contigo, pero no por teléfono, dime el lugar y la hora donde podemos vernos.

- A las 6:00 en The Phoenix in Westfield.

- Esperaba un lugar un poco más privado ¿por qué no me invitas a tu casa?

- No creo que sea buena idea, nos vemos a las 6:00 – dijo sin darle oportunidad a replicar y colgó.

A la hora indicada, la trigueña apareció despampanante en el restaurant; sin duda se había esmerado para lucir su belleza en todo su esplendor. Albert ya la esperaba y cuando la vio entrar se puso de pie como el caballero que era para recibirla. Al saludarlo, Karen trató de besarlo en los labios, pero el giro la cabeza y el beso fue a parar a su mejilla.

El mesero se acercó para preguntar a la trigueña si le ofrecía algo de beber a lo que ella respondió que solo agua con limón. Cuando se retiró, William la miró a los ojos y le dijo: ¿y bien? Ya estamos aquí, ¿qué es eso tan importante que tienes que decirme?

- Vaya, pero que rudeza. Me tratas como si fuera tu enemiga, no la mujer que compartió contigo seis años de su vida, que yo sepa nunca te hice nada para que te portes así de seco conmigo. Ni siquiera me has preguntado como estoy.

El rubio, se pasó la mano por el cabello armándose de paciencia y con un ademán condescendiente le pregunto ¿Cómo estas Karen?

- Bien, he estado trabajando en varios proyectos muy importantes con el doctor Wilkinson, ahora mismo acabo de regresar de Alaska ¿y tú? ¿qué me cuentas?

- Nada en particular, ya sabes, lo mismo de siempre.

- Extraño nuestra vida juntos ¿sabes? Es cierto el dicho que dice que nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Vivimos muchas cosas increíbles ¿te acuerdas lo felices que éramos viajando?

- Fueron buenos momentos.

- Entonces ¿Por qué no lo intentamos de nuevo? De seis años que estuvimos juntos, podría decir que cinco y medio fueron excelentes a no ser por los últimos seis meses en que…todo comenzó a decaer.

- Tienes razón tuvimos una buena relación. Sin embargo, en algún momento nos perdimos, ahora somos personas distintas y sinceramente no creo que sea posible que volvamos a convivir de la misma manera como lo hacíamos.

- ¿Cómo es posible que me hayas olvidado tan fácilmente? Te di seis años de mi vida…

- Karen, lo lamento creo que esta conversación no va a ninguna parte – dijo el rubio poniéndose de pie.

- William ¡Estoy embaraza!

- Felicidades.

- Es tú hijo, no puedes abandonarnos.

El rubio tomó asiento nuevamente y mirándola a los ojos le dijo con voz suave pero firme: "Lo lamento, no es mi intensión ofenderte, pero creo que estás equivocada pues no hay posibilidad de que ese bebé sea mío. Cuídate, que estes bien" – dijo al tiempo que depositaba en la mesa suficiente dinero para cubrir la cena que todavía no ordenaban y se retiró.

- Maldito William, pero no creas que te vas a librar de mi tan fácil – pensó la trigueña.

Al día siguiente, William se puso en contacto con la doctora Wilson, para pedirle una copia del expediente de Karen, ya que el día en que le quitaron el dispositivo, la doctora le dijo que su ciclo estaba por comenzar, y desde días antes ellos ya no habían estado juntos.

- Lo lamento William, los registros médicos están protegidos por la ley y no te puedo dar copia del expediente si Karen no lo autoriza. Tal vez podrían venir juntos y lo revisamos.

- Claro no se preocupe, le diré que hable para concertar una cita – mintió el joven para no dar explicaciones.

Unos días más tarde, William padre recibía una notificación de la oficina del consejo diciendo que Karen estaba demandando a Albert por abandono. Como socióloga, la trigueña conocía muy bien los usos y costumbres escoceses en especial el reglamento de los Ardlay, para quienes el abandono a la familia era el peor de los crímenes.

El patriarca se reunió en una junta informal con los miembros del consejo y con Karen para escuchar lo que la trigueña tenía que decir…

- Buenas tardes, Karen.

- Buenas tardes, señor Ardlay… señores, gracias por recibirme.

- Te citamos, porque deseamos escuchar la situación y definir si la demanda procede o no. ¿Podrías por favor explicarnos tus razones?

- Claro que sí, antes que nada, quisiera decirles que lamento mucho tener que recurrir a estas instancias, pero no me quedó otra salida. Como todos saben William yo fuimos novios casi seis años de los cuales vivimos juntos casi tres. Todos ustedes convivieron con nosotros en reuniones y celebraciones de familia y les consta que siempre me comporté como una mujer digna, respetándolo en todo momento. Todo iba muy bien, hasta estábamos planeando nuestra boda, pero todo cambio cuando le dije que quería formar una familia. Él no lo aceptó y abandonó la casa que compartíamos y de la que se deshizo tan pronto como la desocupé. Poco tiempo después me di cuenta de que estaba embarazada, pero como los doctores recomiendan esperar a que pasen las primeras doce semanas para descartar un aborto espontaneo, decidí esperar antes de contactarlo. Ahora tengo quince semanas de embarazo, aquí tienen el certificado de gravidez firmado por el médico. Hace unos días me reuní con William para informarle que estamos esperando un hijo, pero se negó a hacerse responsable aludiendo que el bebé no es suyo. Siendo William quien es, estoy consciente de la importancia de que su primogénito nazca conforme a la ley para que la familia y el patriarcado tengan a un heredero digno. Por eso me atreví a solicitar su ayuda para mediar la situación pidiéndole a William que formalice conmigo y podamos recibir al heredero en familia.

- Gracias Karen, permítenos evaluar la situación y te informaremos lo que procede.

William padre estaba terriblemente avergonzado de que Albert fuera expuesto como alguien irresponsable y más porque Karen, en lugar de acudir a ellos como familia, había acudido al pleno del consejo donde los ancianos más notables eran los encargados de vigilar el cumplimiento de la ley, por lo que tomando la palabra se dirigió a ellos diciendo:

- Señores, lamento mucho que hayan tenido que venir hasta aquí por este asunto tan penoso. Si hubiera estado al tanto de la situación le hubiera puesto remedio antes de tener que molestarlos.

Taylor McGonagan tomó la palabra y contestó: William, creo que hablo por todos al decir que no es ninguna molestia el asistirte en un asunto tan delicado; aunque debo confesar que me sorprendió pues Albert siempre ha sido un joven muy responsable. Hasta ahora solo hemos escuchado la versión de la señorita Kleiss, por lo que creo conveniente que escuchemos a ambas partes y tratemos de encontrar la mejor solución.

Esta situación perjudicará seriamente, el prestigio y la credibilidad del clan. Les advertí que no era buena idea pronunciarnos leales a ese muchacho, ya decía yo que no es el líder que el clan necesita. Ahora tendremos que faltar nuestra promesa y nombrar a otro sucesor – intervino Gregory Douglas, quien desde siempre consideraba que los Ardlay no estaban a la altura de su familia y que el patriarcado debía pertenecerles. Los Douglas eran descendientes de la hija del fundador del clan por lo que habían perdido el apellido cuando ésta había adoptado el de su esposo. Sin embargo, se consideraban superiores porque el primogénito del fundador se había casado con una mujer sencilla, mientras que su hermana se había casado con un noble inglés.

- Tranquilízate Gregory habrá que esperar para ver cómo se desarrollan las cosas. Por lo pronto citaremos a Albert – concluyó el señor McGonagan.

- En este momento Albert se encuentra de viaje, agendaremos la próxima cita para cuando regrese dentro de dos días a la misma hora.

Albert recibió la notificación a su correo electrónico y en cuanto la leyó sintió que el estrés se le acumulaba en la base del cráneo causándole un dolor agudo, por lo que se llevó la mano a la nuca para masajearla y tratar de reducir la tensión.

- ¿pasa algo grave? – preguntó George preocupado.

- No pensé que fuera tan pronto – comentó el rubio sintiendo que la cabeza estaba a punto de explotar.

- Me temo que no comprendo – comentó George.

- Karen me ha citado frente al consejo por abandono. El día que nos vimos me dijo que está embarazada y que el bebé es mío.

- ¿tienes dudas?

- Para nada, estoy más que seguro de que, si está embarazada, el bebé no es mío. El problema va a ser comprobarlo, hablé con la doctora que la atiende y no me pudo dar la información por confidencialidad, le encargué al abogado que buscara la forma de obtenerla legalmente, pero el consejo me está citando para mañana, no me dará tiempo de hacer nada.

Mientras tanto el Patriarca regresaba a su casa, preocupado.

- William ¿Qué sucedió? – preguntó Priscila preocupada.

- Karen dice que está embarazada y que Albert se negó a hacerse responsable.

- No puede ser, Albert jamás haría algo así.

- Karen entregó una prueba de embarazo.

- ¿y qué va a pasar?

- Por supuesto Albert tendrá que explicarse. Ya te imaginarás que Douglas de inmediato pidió su cabeza.

- ¿Qué podemos hacer?

- El proceso se llevará a cabo como se hace normalmente. Albert ya es un hombre y está sujeto a las leyes como todos nosotros.

- Eso significa que…

- Tendrá que responder.

A petición de Gregory Douglas, citaron también a Karen para resolver el asunto lo más rápido posible. Al siguiente día el primero en entrar fue Albert quien explicó lo dicho por la doctora Wilson el día que se encontraron en el centro comercial. Luego hicieron pasar a la trigueña y le explicaron las razones que tenía Albert para sostener que el bebé que esperaba no era suyo…

- No intentó contradecir a William, sin embargo, me parece poco probable que precisamente ese día se haya encontrado con la doctora Wilson. A decir verdad, desde hace tiempo que me era infiel y solo buscó un pretexto para abandonarme, aquí tienen una fotografía que lo demuestra, fíjense bien en la fecha del mensaje – dijo mostrándoles la fotografía de Albert bailando con Candy en el bar y agregó: No contento con exhibirse públicamente con esa mujer, la llevó a pasar a la noche a la casa que compartíamos aprovechando que yo me encontraba visitando a mi tía.

- William padre observó el celular y miró a su hijo en espera de una explicación.

- No es lo que parece, la fotografía está fuera de contexto, solo traté de ayudar a la joven y nunca estuve a solas con ella, hay bastantes testigos que pueden probarlo.

- Por supuesto, amigos tuyos – interrumpió Karen a lo que el rubio contesto: también tuyos, si más no recuerdo. Además, no solo son ellos, también está el personal del bar y el de seguridad.

- Señores, están poniendo mi palabra en entredicho cuando jamás he dado el más mínimo motivo para que se dude de mi honestidad. Sin embargo, la fotografía y los hechos son un claro ejemplo del comportamiento de William, quien desde que conoció a esa mujer no ha hecho más que humillarme y faltarme al respeto, si estoy aquí es porque lo amo y estoy dispuesta a perdonarlo con tal de que formemos la familia que siempre soñamos salvaguardando el buen nombre y el prestigio del clan.

Albert, jamás pensó que Karen utilizaría a Candy para desviar la opinión del consejo a su favor, pues, aunque tenían diferentes opiniones, nunca imaginó que se comportaría de manera con tanta vileza.

- ¡Es inaudito! Creí que no se podía enlodar más el buen nombre de la familia – comentó ofendido Gregory Douglas.

- Me parece que el "buen nombre de la familia" no es lo que estamos evaluando en este momento, de lo contrario creo que tendríamos que traer a muchas más personas que con sus acciones nos han avergonzado a través de los años ¿no es así Gregory? – comentó Frank Ellison, a quien el hijo menor de Douglas había intentado estafar para quitarle una de sus propiedades.

- Es verdad, les sugiero que nos enfoquemos en lo principal que es la vida del bebé que viene en camino – dijo el señor McGonagan.

- Albert, Karen hagan el favor de esperar afuera – les indicó el patriarca.

- William ¿Qué propones que hagamos? – preguntó Gregory Douglas.

- Todo se hará conforme a derecho, Albert es mi hijo, pero tanto él como yo estamos obligados a cumplir con las normas en el más estricto sentido.

- Bien, entonces no se hable más – dijo Douglas satisfecho al haber tendido su telaraña.

Cuando Albert y Karen regresaron a la sala, Gregory tomó la palabra y dijo: Como secretario de este honorable consejo, es mi deber compartir la resolución alcanzada: El clan Ardlay, es reconocido internacionalmente por su gran prestigio y honorabilidad resultado del trabajo arduo de hombres y mujeres desde tiempos inmemoriales. Nuestra unidad y fortaleza se debe principalmente a nuestras normas que protegen a la familia y a los más necesitados. La señora Kleiss aquí presente, puntualizó acertadamente que siempre se ha comportado como una mujer decente y no tenemos motivos para dudar de su palabra, por lo que, bajo la ley antes mencionada, sugerimos que William Albert Ardlay, se responsabilice de su mujer y su hijo brindándoles la protección del matrimonio en un plazo no mayor a 24 horas, de no hacerlo se le aplicaran las sanciones correspondientes por abandono.

- Un momento, Douglas. Cuando dije que las cosas se harían conforme a derecho, me refería al derecho de ambos. Albert, debe tener la oportunidad de meditar y decidir su futuro a conciencia – se impuso el Patriarca.

- El reglamento no estipula un plazo, para estos casos creo que la decisión es simple, unirse en matrimonio o no, por lo que considero que 24 horas es más que suficiente.

- Tal vez, pero lo que dijiste fue que deberá casarse en un plazo no mayor a 24 horas lo que no le da ni un día para tomar una decisión que afectará su vida para siempre, sabes que bajo nuestras leyes no existe el divorcio – indicó William padre.

- Muy bien, dado que es jueves, les propongo escuchar la decisión de Albert para el próximo lunes a las cinco de la tarde – concedió Douglas visiblemente molesto.

- El lunes será – confirmó el patriarca.

Continuara…

Hola, muchas gracias por leer, por su paciencia y sus comentarios. La semana pasada no me sentia bien del todo y no pude terminar el capitulo. Sin duda Albert tiene una dura decisión, pero prometo que no las haré esperar mucho para saber su respuesta. El siguiente capitulo ya casi está terminado, si Dios lo permite lo subiré un poco más tarde. Cuidense mucho...

Con cariño,

Laura Ardlay.