Los personajes de Candy Candy no me pertenecen.

Capítulo 16.

Mientras tanto en Chicago, un impresionante rubio de ojos color de cielo, llegaba a la oficina del consorcio y saludaba a la secretaria con su acostumbrada seriedad.

- Buenos días, señorita…

- Buenos días, señor Ardlay – contestó y, en cuanto William pasó de largo, la joven utilizó el servicio de mensajes internos para enviar un texto a todas las computadoras del edificio que decía "EAO" abreviación de "Evil at Office" mientras el rubio tomaba el elevador, los empleados corrían como locos organizando los escritorios, alisándose la ropa y algunos tirando la comida que habían estado consumiendo. Era increíble como su sola presencia movilizaba a todos los empleados de los sesenta y cinco pisos a la vez.

En lugar de ir directo a su oficina en el penthouse, William se detuvo en el piso cuarenta donde se encontraba el área de finanzas…

- Buenos días, Señorita Olsen ¿Se encuentra el contralor Finn?

- Buenos días, si se encuentra en su of…

- Gracias – dijo el rubio entrando a la oficina sin esperar a ser anunciado.

- Buenos días, señor Ardlay ¿puedo ayudarle en algo? – preguntaba en contralor.

- Me sería de mucha ayuda que pusiera atención en su trabajo.

- Me temo que no comprendo.

- Envió, las proyecciones financieras del proyecto Sinclair sin contemplar el ajuste por inflación, además utilizó el formato del año pasado y ni siquiera se molestó en cambiar las fechas de los encabezados.

- Cuanto lo siento señor, ahorita mismo las revisaré y se las enviaré de nuevo.

- Finn, las necesitaba a primera hora no al mediodía. A las 7:00 de la mañana, le envíe un correo electrónico con la información correcta pidiéndole que la distribuyera entre los jefes de producción; son casi las once y por lo que veo, ni siquiera se ha tomado la molestia de verlo. ¿Es que eso también eso lo tengo que hacer yo?

- Por favor discúlpeme, lo que pasa es que…

- Deje de disculparse, no me interesa escuchar excusas, usted es el contralor no un estudiante de secundaria. Si no le interesa el trabajo, dígamelo de una vez y hablaré con recursos humanos para que le entreguen su liquidación.

- Lo lamentó señor no volverá a pasar – dijo el hombre sudando, mientras William salía de la oficina. A su paso, todo el mundo trabajaba como relojito sin siquiera levantar la mirada.

De regreso en la oficina del contralor…

- Bienvenido al club – decía el contador McPherson sentándose en una de las sillas de visita.

- ¿Al club?

- Si, ahora formas parte del amplio grupo de trabajadores que ha caído bajo la lupa de nuestro flamante director ejecutivo. No te sientas mal, el tipo es un genio se las sabe de todas, todas. Dicen que está detrás del descomunal despunte financiero del consorcio en los últimos años… llevas poco aquí, pero como consejo, revisa tu correo electrónico a primera hora de la mañana, el tipo es adicto al trabajo, parece que no duerme, no come y no … bueno tú sabes. Además, tiene memoria de elefante, llegó hace menos de un año y te puede nombrar a todos y cada uno nosotros por nombre y posición.

- Se ve joven que ¿Qué edad tiene?

- Ha de andar en los 30s, dicen que comenzó en los negocios desde que era un adolescente. Marley, dice que su hija estuvo en un Colegio muy prestigiado en Londres donde él era profesor y era tan exigente que lo llamaban "Evil Ardlay" de ahí salió el sobrenombre. Desde que llegó, casi la mitad de los trabajadores se han ido, o renuncian o los despide. No me lo tomes a mal, pero creo que ha hecho bien, pues ahora somos mucho más eficientes que antes. Bueno, será mejor que regrese a mi oficina, no vaya a ser que se le ocurra regresar…

Al mismo tiempo, William entraba a su oficina, para encontrarse con una niña de seis años, sentada en su silla y utilizando sus costosos bolígrafos para dibujar.

- Kristen ¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar en la escuela?

- La niña levantó sus hermosos ojos color esmeralda y le contestó: no hubo clases; mi mamá dijo que los maestros tenían una junta o algo así ¿y tú? ¿por qué llegaste tarde? ¿se te pegaron las sábanas?

- Tuve que ir a una junta.

- Las juntas son aburridas.

- Pues entonces, te aconsejo que salgas de aquí, porque va a comenzar una en cinco minutos.

- Está bien… te hice este dibujo, somos tú, mi mamá y yo en el parque. No olvides que dijiste que me llevarías al cine el domingo.

- No lo he olvidado.

George estaba a punto de entrar a la oficina de William cuando lo escuchó hablar con la niña; solo esa pequeña de largos rizos dorados era capaz de sacar de él aquel muchacho cariñoso y amoroso de antaño. Aquel fatídico día en que abordaron el avión a Tokio, el francés pensó que William moriría de pena. El rubio siempre se condujo con dignidad, jamás le escuchó la más mínima queja, pero George podía mirar en sus ojos la enorme tristeza de su corazón. A pesar de las circunstancias, el joven luchó con fuerza para sobrevivir a la dura prueba aferrándose a lo único que le quedaba: responsabilidad.

A pesar de lo sucedido, él amaba a su familia y a su gente, por lo que cumplir con las responsabilidades que le habían asignado se convirtió en el motor de su vida. Dia con día, el joven trabajaba arduamente hasta caer rendido por el cansancio; podría decirse que se mataba trabajando para poder vivir.

George no decía nada pues pensaba que serían pocos meses, sin embargo, un día recibió una noticia tan preocupante, que estuvo a punto de sufrir un colapso: Karen había desaparecido.

Después de la salida de William del país, el clan la había acogido bajo su protección proveyéndole todo lo necesario para que viviera con comodidad durante el embarazo. Sin embargo, la mujer debía acatar las premisas del clan y una de ellas era que tenía que conducirse con decoro e integridad por lo que no podía vivir sola. La trigueña solicitó ser depositada en casa de sus padres para que pudieran estar con ella durante la gestación. La señora Elroy había decidido ignorarla por completo, pero Priscila inteligentemente la visitaba con el pretexto de asegurarse de que no le faltara nada y, en ocasiones, se ofrecía para acompañarla con el ginecólogo durante sus visitas mensuales algo a lo que la trigueña siempre se negaba excusándose en que a su madre le gustaba ir con ella.

Un poco después, Rosemary llegó para unirse a los esfuerzos de su madre, regalándole a Karen un paquete de ultrasonido 4D para que pudiera conservar las fotos y el video del bebe en su vientre, pero la mujer se negó diciendo que quería que el sexo del bebe fuera una sorpresa. También, le ofreció organizarle un baby shower entre amigos y familiares, pero una vez más, se negó argumentando que no quería que nadie se enterara del abandono y el rechazo de William.

El tiempo del alumbramiento llegó y Priscila notó que el vientre de Karen estaba más pequeño de lo normal, pareciera que le faltaban al menos cuatro semanas de gestación, pero su madre replicó que siempre había sido delgada y además era primeriza. Un par de días después, la mujer les llamó para decirles que Karen había desaparecido llevándose sus joyas y el efectivo de la caja fuerte dejando una nota que decía: "volveré cuando el padre de mi hijo esté dispuesto a darnos el lugar que merecemos en su vida"

La policía fue notificada de inmediato de la desaparición de la trigueña y pudieron constatar que retiró todo el efectivo acumulado en la cuenta donde le depositaban la mensualidad que recibía por parte de William y más tarde recuperaron las joyas de su madre en el mercado negro. Todos se unieron en su búsqueda, revisando hoteles, hospitales, aduanas y medios de transporte e incluso contrataron diferentes agencias de investigadores privados y nada, parecía que se la había tragado la tierra. Después de un tiempo, los investigadores llegaron a la conclusión de que, mientras tuviera dinero en efectivo, sería casi imposible rastrearla.

Por más de medio año, no hubo ningún indicio de ella hasta que publicó una fotografía en Facebook donde se veía sonriente con un bebé de cabello rubio, al fondo se podía observar una vasta vegetación selvática. William recordó el proyecto de Brasil y se lo dijo a George que enviara a los investigadores a preguntar por ella a la oficina donde había aplicado para la investigación, pero les dijeron que no se había presentado el día de partida. Los Ardlay, la policía y el mismo William, mantenían permanentemente distintas líneas de investigación a nivel internacional.

La trigueña publicaba fotografías posando con el niño en diferentes lugares, pero un experto en informática determinó que eran alteradas con Photoshop para que pareciera que estaba en constante movimiento, también dijo que la mujer evadía a los investigadores utilizando un sistema que falsificaba la ubicación de su celular. De tal forma que la fotografía mostraba que estaba en Egipto, el celular decía que la foto se había publicado desde Francia y ella podría estar en otro lado. Con cada nueva publicación se desataba una verdadera cacería pues todo el mundo se movilizaba tratando de encontrarla hasta que un día decidieron ignorarlas pues claramente se trataba de una provocación.

Mientras tanto, William continuaba exiliado viajando de un lugar a otro sin tener un lugar al cual llamar hogar. Su filosofía de trabajo duro se volvió parte de él y olvidó como sonreír. Sus numerosos éxitos profesionales sin duda le brindaban satisfacción, pero nunca felicidad. Durante las fiestas tradicionales, el rubio aprobaba generosos bonos, regalos y celebraciones para los empleados, pero nunca asistía ni se relacionaba con ellos más allá de asuntos profesionales.

Para las personas a su alrededor, era muy fácil atribuir su carácter introvertido y exigente a la arrogancia pues no tenían ni idea de la situación en la que se encontraba. Aun cuando lo consideraban engreído y soberbio, nadie podía llamarlo injusto, pues el rubio jamás le llamaba la atención a alguien sin una buena razón.

El joven era constantemente asediado por mujeres muy bellas, pero no mostraba el más mínimo interés y si alguna osaba acercarse más de la cuenta, la ponía en su lugar sin miramientos lo que acrecentó su fama de petulante.

George, miraba con tristeza como "Evil Ardlay" el personaje creado por Albert para protegerse en el colegio, se había apoderado de él. Hubiera preferido mil veces verlo llorar y lamentarse en lugar de que anidara todo el sufrimiento en su interior, pero Albert era el más puro exponente de un guerrero de las tierras altas, amaba con fiereza, luchaba con fuerza y moría con dignidad.

Cuando el francés pensó que difícilmente el muchacho podría recuperar su alegría y calidez, apareció Kristen, quien era hija de Ivonne Harris la encargada de relaciones públicas del consorcio. Ivonne era una hermosa mujer de veintinueve años quien acababa de divorciarse y estaba tratando de adaptarse a su nueva realidad. El día en que conoció a la niña, Ivonne no había podido encontrar a nadie que cuidara de ella, por lo que la llevó a la oficina esperando que William no se percatara. Una vez que comenzó a trabajar, se enfocó tanto en el comunicado que estaba redactando que se olvidó de Kristen, quien alegre y juguetona como era, salió de la oficina de su mamá para jugar en el elevador y terminó perdida en el enorme edificio. Después de vagar por un largo rato, la niña cansada entró a un lugar que se parecía a la oficina de su madre, pero resultó ser una sala de juntas donde desconsolada, lloró hasta quedarse dormida.

William y George entraron al lugar para llevar a cabo una videoconferencia y su presencia despertó a la pequeña. Al ver a la menor, el rubio se molestó pues una niña nada tenía que hacer en un lugar de trabajo; por lo que caminó hacia ella y se inclinó para preguntarle por sus padres sin asustarla. Fue entonces que vio de cerca sus hermosos ojos color esmeralda junto con el rastro de las lágrimas que habían resbalado por sus mejillas y sintió una enorme sacudida en su interior al recordar la primera vez que vio a su amada princesa mientras cruzaba el océano Atlántico envuelta en llanto. De inmediato, los recuerdos que por tanto tiempo había aprisionado en lo más profundo de su ser afloraron tan vívidos que podía ver con claridad su hermoso rostro, respirar su aroma y sentir el calor de su cuerpo entre sus brazos. Tres años forzándose a no sentir y una pequeña remembranza había sido suficiente para que en su corazón explotara aquel sentimiento tan intenso como sublime y avasallador. Aun estando a miles de kilómetros de distancia, amaba su hermosa presencia y la belleza de su espíritu como no volvería a amar a nadie más.

El recuerdo de su princesa hizo que su molestia se esfumara, por lo que regresando su atención a la niña; le habló con voz suave diciéndole: "Hola, me llamo William ¿Cuál es tu nombre?"

- Me llamo Kristen. ¿Eres un príncipe? – preguntó la niña con inocencia

El rubio sonrió y contestó: No, no lo creo. ¿por qué piensas eso?

- Te pareces a los príncipes de los cuentos.

- Muchas gracias, señorita, es usted muy amable, pero me parece que ha estado llorando, ¿podría decirme que la entristece?

- Me perdí y no puedo encontrar a mi mami.

- No te preocupes, la encontraremos ¿Cómo se llama?

- Ivonne Harris.

-Se exactamente donde se encuentra ¿Quieres que te lleve con ella?

- No, mi mamí me dice no debo ir con extraños.

- William sonrió divertido y le dijo: Eres una niña muy lista, sigue escuchando los consejos de tu mamá. En ese caso ¿está bien si la llamo para que venga por ti?

- ¿y si se enoja? Me dijo que me quedara quietecita y no hiciera ruido.

- No te preocupes, yo le pediré que no se moleste.

El rubio le llamó a la joven madre quien de inmediato se presentó muy preocupada; necesitaba el trabajo para poder cubrir los gastos de la casa ahora que ya no tenía el apoyo de un esposo.

- ¡Mami!

- Lo siento mucho señor, no volverá a suceder es que no pude encontrar quien cuidara de ella y…

- No se preocupe Licenciada Harris… la niña está cansada tome el resto del día libre y llévela a casa.

- Muchas gracias, señor – contestó Ivonne tomando de la mano a Kristen, pero la niña se le soltó y corrió hacia William para abrazarlo y decirle con una gran sonrisa: Gracias, pensé que eras un príncipe, pero ahora creo que eres un ángel.

- El joven sonrió de lado y comentó: Por aquí dicen que es todo lo contrario.

- ¿Puedo venir a visitarte de nuevo?

- ¿Y si te pierdes?

- Por favor, prometo portarme bien para que no te regañe tu jefe.

- Ya veremos…

- ¡Gracias! – dijo la niña dándole un beso en la mejilla.

George, quien se había limitado a observar la escena, estaba contento de saber que Albert aún conservaba su carisma y la excepcional calidad de persona, que siempre lo habían caracterizado. El joven había aprendido la honestidad y rectitud de su padre, pero que sin duda había heredado la belleza interior de su madre.

De salida, Kristen se acercó a George y le dijo:

- Por favor señor, no vaya a despedir a William, solo me ayudó a encontrar a mi mamá pues al verlo mayor pensó que era su jefe.

- Vaya tranquila señorita, el joven no será amonestado – contestó George siguiendo el juego ante una apenadísima Ivonne.

Cuando el francés vio a la niña de cerca, de inmediato entendió lo que había ocurrido… Candy era sin duda el ángel que podría arrancar a su muchacho del infierno de soledad en el que había caído.

Al día siguiente, Ivonne fue a la oficina de William para disculparse una vez más y le comentó la difícil situación en que se encontraba. Cuando estaba casada vivía en una posición acomodada, pero su divorcio no se había dado en los mejores términos, el padre de la niña le había mentido a la corte sobre sus ingresos para no darle más de lo indispensable. Su sueldo era bueno, pero no le alcanzaba para los gastos de la casa y la guardería, por lo que el rubio le dijo que podía llevar a la niña cuando lo necesitara.

Cuando iba a la oficina, Kristen siempre preguntaba por el rubio; con el tiempo se acostumbró a visitarlo y se hicieron buenos amigos. William mantenía su actitud seria y reservada, para los empleados, pero no para Kristen quien siempre lograba sacarle una sonrisa. Un día, la niña estaba inusualmente triste; desde que llegó, el rubio pudo ver sus ojos hinchados de tanto llorar y cuando le preguntó la razón, la pequeña le dijo que su papá había quedado de llevarla al cine y que no había llegado a recogerla a la escuela como se lo había prometido. La tarde transcurría y el hombre nunca apareció, por lo que la niña se veía cada vez más decaída. El rubio, le preguntó que si le gustaría ir con él a ver la película y la pequeña aceptó emocionada. Después de hablar con Ivonne, William canceló sus citas de la tarde y los tres fueron al cine. Esa fue la primera de muchas salidas; de esa forma George, Kristen e Ivonne se convirtieron en lo más cercano que tenía a una familia.

Un día después de caminar por horas en el zoológico, Kristen se quedó profundamente dormida en el auto de regreso a su casa. Cuando llegaron, el rubio la llevó en brazos a su cama y después Ivonne le ofreció algo de tomar; conversaron de todo un poco hasta altas horas de la noche y después de algunas copas terminaron besándose apasionadamente. Al momento, el rubio sintió que algo estaba mal y se separó de ella, disculpándose.

Ivonne, al conocer la verdadera personalidad de William, se había enamorado de él por lo que decidió tomar al toro por los cuernos y le preguntó si había una mujer en su vida, a lo que el joven contestó que sí y le contó de lo mucho que amaba a Candy. Sin entrar en detalles, le dijo que desde hacía tiempo no estaban juntos, pero que, a pesar de ello, la rubia era la mujer de su vida y nunca más podría amar a nadie más.

- ¿Qué vas a hacer si no la vuelves a ver? ¿te vas a quedar solo toda tu vida?

- Tal vez, pero no sería justo engañar a nadie, prometiendo algo que en este momento no siento.

- Tienes razón, aunque por supuesto, no es lo que me gustaría escuchar. Es curioso, las mujeres siempre pedimos honestidad y después no nos gusta la verdad… supongo que deberé ocupar el lugar que me corresponde como tu amiga.

- Te lo agradezco.

La amistad entre ellos se hizo realmente cercana, a veces el joven pensaba que, si hubiera conocido a Ivonne antes que a Candy, tal vez hubieran podido ser pareja, pero la hermosa rubia había resultado ser una ladrona profesional que le había robado el corazón, el alma y sus más íntimos deseos.

Un día el ex esposo de Ivonne se presentó pidiéndole que volviera con él, y la joven se negó por lo que decidió coaccionarla vendiendo la casa donde vivían ella y la niña; de la noche a la mañana una persona se presentó con un abogado para desalojarla pues era la nueva dueña de la propiedad. Ivonne se había casado muy enamorada y había aceptado firmar un contrato prenupcial donde llevaba las de perder y su ex se había quedado con las propriedades. Desesperada acudió a William y él las recibió en su casa por unos días mientras buscaban una solución, la joven madre no quería aceptarle dinero y tampoco podía comprar una casa; así que tendrían que rentar un departamento. El rubio le llamó a George y le pidió que le investigara todo lo relacionado al padre de Kristen, para ver si había alguna forma de arreglar el problema…

Unos días después, el rubio viajó a Nueva York, dejándolas instaladas en su casa.

- William, ¿En verdad tienes que ir?

- Si pequeña, es un viaje de trabajo.

- ¿y si vienen y nos dicen que nos vayamos?

- Nadie va a venir, tú y tu mamá están seguras aquí. Esta es mi casa y pueden quedarse todo el tiempo que quieran.

- Gracias, me gustaría que tu fueras mi papá.

- No puedo ser tu papá porque ya tienes uno, pero somos amigos ¿verdad?

- Los mejores del mundo – contestó la niña despidiéndolo con un beso.

El rubio pasó tres días trabajado de sol a sol en la gran manzana hasta que llegó el fin de semana. El sábado despertó de madrugada sintiendo un desasosiego y sabía perfectamente la razón, era el 7 de mayo, la fecha que hubiera cambiado su vida para siempre.

- Feliz cumpleaños mi princesa, deseo que tu vida este siempre llena de amor y que Dios te conceda la felicidad que tanto mereces. Te amo – pensó anhelando de corazón que su deseo se convirtiera en una realidad para la joven.

Mas tarde, el rubio arribaba a uno de los restaurantes más exclusivos de Nueva York…

- Hermano, que gusto verte… mira Camille él es tu tío William del que tanto te he hablado – le decía Terry a una hermosa bebé igualita a él.

- ío - trataba de repetir la bebé de once meses mientras le daba los bracitos al rubio.

- Mira nada más, te acaba de conocer y ya quiere irse contigo; no has perdido el toque con las chicas – sonreía Terry al entregarle a la niña.

- Hola Camile… hola, Susy – saludo el rubio dándole un beso en la mejilla a la rubia.

- William, te ves guapísimo como siempre – lo saludaba Susana devolviéndole la caricia.

- Óiganme no, yo todo el tiempo dándoles lo mejor de mí y ni me voltean a ver, pero no llegue William porque… uy si "te ves guapísimo"

- Amor, no seas celoso; hace tanto que no veíamos a William.

- Eso sí, hasta yo te veo más guapo – bromeo Terry.

Susi trató de tomar a la niña, pero ella volteó y se abrazó al rubio quien se sentó a la mesa con ella en brazos. Los tres amigos, conversaron de todo un poco. Después de su boda con Susana, Terry había recibido una oferta para trabajar como actor en un programa piloto para la televisión donde interpretaba a un detective de policía. Fue tal el éxito del programa, que firmó un contrato por dos temporadas, lo que lo obligó a dejar el colegio. Al terminó del contrato, se lo renovaron por tres temporadas más con un sueldo millonario. Susana por su parte, continúo dando clases y trabajando como actriz de teatro los fines de semana hasta que descubrieron que estaba embarazada. La rubia le contó cómo había cambiado el colegio desde su partida, y que los padres de familia y la mayoría de alumnos habían pedido en reiteradas ocasiones que volviera, pero la explicación de la señora Elroy era siempre la misma: Se encontraba en el extranjero dedicándose a los negocios familiares. También le contaron que la energía de la anciana había decaído con su salida y que decidió retirarse al terminar el año siguiente, pues según ella, ya no tenía la paciencia para lidiar con adolescentes.

El rubio por su parte, comentaba que básicamente estaba a las órdenes del consejo, quienes le asignaban los lugares a donde tenía que trasladarse. También comentaron de la salud de su padre, pues el patriarca había sufrido una embolia y poco a poco estaba recuperando la movilidad de la mitad de su cuerpo. El rubio comentó que dependía de George para enterarse de lo que ocurría con su familia, pero que al menos podía estar informado.

En un momento, Susana se levantó para ir a cambiar a la niña. Terry le dijo a su amigo, que estaba realmente contento de verlo bien, desde hacía mucho tiempo estaba preocupado por él, sin embargo, la diferencia de horario y las extenuantes jornadas de trabajo de ambos les impedía comunicarse tan a menudo como les gustaría. El castaño también recordó lo significativo que era ese día para William quien le preguntó: ¿la has visto?

Terry asintió sin decir palabra. El rubio observó que su amigo se debatía en su interior y preguntó: ¿Qué pasa? dime lo que sea…

- Acaba de comprometerse con James – contestó Terry con seriedad.

- El rubio bajó la mirada y se frotó la frente tratando de abrir su garganta para dar lugar a las palabras, hasta que al final logró decir: supongo que es lo mejor.

Susana regresó y los amigos se despidieron prometiendo repetir la reunión. La pareja abordó un taxi y de camino al hotel Susana le preguntó. Amor ¿pasó algo mientras me fui? Cuando se despidió, William se veía decaído… ¡no! ¿acaso le dijiste lo de Candy?

- el me preguntó.

- Pero ¿por qué se lo dijiste?

- Amor, William es mi amigo y si hay algo que podemos esperar el uno del otro es honestidad.

- ¿Cómo lo tomó?

- Ya lo conoces, ese hombre arde en su infierno personal. Simplemente dijo que tal vez era lo mejor.

- Pobre, cada vez que lo pienso quisiera nunca haberle presentado a Karen.

William llegó a su apartamento que estaba frente a central park, se sirvió un vaso triple de whisky y se sentó en el balcón a observar la hermosa vista del parque rodeado de enormes edificios. Sin previo aviso, dos lagrimas brotaron de sus ojos de cielo, como cuando llueve en un día soleado. Se había convertido en un experto aparentando tranquilidad, aunque fieras tormentas lo azotaran en su interior; sin embargo, en esta ocasión era tanto el dolor que fluyó por sus ojos sin que pudiera hacer nada para evitarlo.

Mientras tanto en Paris, el desfile de modas terminaba y Candy le pedía a Eliza que le ayudara a quitarse el hermoso vestido de novia…

- ¡Ya Candy estate quieta! parece que te pica el vestido.

- Es que muero de ganas de saludar a los muchachos y felicitar a Stear y a Patty por su compromiso.

- Vaya, es eso… Pensé que querrías salir corriendo a agradecerle a James las flores.

Candy miró el ramo de narcisos y esbozó una pequeña sonrisa. Después del magnífico detalle de Albert, cada vez que la rubia recibía flores lo hacía con un sentimiento agridulce. Para ella, ningún bouquet podía compararse las hermosas rosas de Albert, de hecho, aún conservaba algunas de ellas entre las páginas de sus libros, su favorita era una que aún tenía su color y forma originales, parecía que se había deshidratado sin marchitarse.

- ¿y el brazalete de diamantes? pensé que lo usarías esta noche, pero veo que sigues fiel al oro – dijo Eliza con sarcasmo señalando la pulsera que William le había regalado y que la rubia nunca se quitaba

- Es que el vestido que voy a usar…

- Amiga, conmigo no tienes que fingir, te cuesta trabajo dejar atrás al profesor. Por eso tienes que hacerme caso… no te cases. Ambas sabemos que no amas a James.

- Le tengo un gran cariño y agradecimiento…

- Si, pero eso no es amor. Además, ni siquiera has terminado la escuela ¿por qué tanta prisa? ¿acaso ya olvidaste tu metas?

- No, no las he olvidado, ¿y tú? ¿Acaso olvidas lo mucho que James nos ha ayudado? Todo este tiempo ha estado aquí cuando lo necesitamos sin importar el día o la hora, nos ayudó a organizar el primer desfile, abrir la boutique, y cuando Sophie se enfermó nos envió en helicóptero al hospital. Desde que lo conocí ha sido paciente y bueno conm…

- Solo di sí o no, ¿lo amas? ¿sientes lo mismo cuando te besa que cuando lo hacia el profesor? – preguntó Eliza poniéndole el dedo índice en la boca para que dejara de recitar las miles de excusas que la rubia recitaba de memoria.

La rubia negó con la cabeza y Eliza dijo: A eso es a lo que me refiero, James podrá ser un santo, pero tu amas al malvado. No te hagas, ni le hagas la vida imposible al pobre de James. Al menos dile que te espere a terminar la carrera, faltan dos años de aquí a entonces sabrás mejor que hacer.

- Tal vez no lo ame, pero siempre ha estado aquí. En cambio, Albert, hace más de tres años que no sé nada de él. Entiendo que no pueda contactar a su familia, pero yo no soy su familia, ¿Por qué no me ha buscado?

- Archie dice que pudo haber algo más, pero nadie dice nada.

- Hablando de Archie, tu muy buena para dar consejos y te quedas sin ellos. Estas enamorada de él y te la pasas rechazándolo.

- Es diferente.

- Claro es lo contrario, yo amo a Albert y no puedo estar con él, tu amas a Archie y si puedes estar con él, pero no quieres.

- No, no puedo. ¿Crees que una familia como los Ardlay, querrán a una madre soltera para Archie? Para ellos sería una deshonra, por eso tienen sus reglas tan estrictas en lo que a la familia y el matrimonio se refiere.

- Eso no lo puedes saber, la señora Priscila me parece muy buena persona y también la señora Elroy, aunque es muy estricta.

- Si y ninguna de ellas pudo hacer nada para ayudar al profesor siendo su hijo y su sobrino favorito. Esa familia es un patriarcado, lo que significa que los hombres tienen el poder y yo no voy a arriesgar a que alguien le haga un desaire a mi niña.

- ¿y qué va a pasar si Brian intenta cumplir su amenaza?

- Tendrá que matarme antes de quitarme a mi hija…primero no quiso saber nada de ella y ahora cuando "doña decencia y virtud" es incapaz de darle hijos quiere quitármela, está loco.

- Sería más fácil si tuvieras el apoyo de Archie.

- Para defender a mi hija me basto yo… pero ni creas que no me di cuenta de que cambiaste la conversación, piensa en lo que te digo y habla con James.

- Esta bien, lo haré.

Las jóvenes salieron de la pasarela donde se llevó a cabo el desfile de modas y ya las esperaba James para llevarlas al centro nocturno donde se había preparado la fiesta.

- James, pensé que nos encontraríamos allá.

- ¿Cómo crees que voy a permitir que mi novia se vaya sola a estas horas de la noche? Faltaba más – dijo el joven abriéndole la puerta de su lujoso automóvil.

- Muchas gracias.

- Gracias James – dijo Eliza mientras el joven tenía la misma atención con ella.

Cuando llegaron, el lugar era bullicioso y alegre. Candy y Eliza saludaban a todos efusivamente. Stear, Patty, Archie, Neal y Daisy junto con otros amigos estaban ya instalados y listos para la fiesta. Un par de horas más tarde, todos se divertían cantando en el karaoke; James le dijo a Candy que regresaría enseguida y la rubia aprovecho, para subir a la azotea del lugar que era utilizado como mirador, necesitaba tomar un poco de aire y pensar en lo dicho por Eliza...

- Gatita, estas buscando el azul del cielo en una noche muy oscura – dijo Archie parándose junto a ella.

- Necesitaba un poco de aire.

- ¿Sabes? A veces yo también pienso en él, y me siento terriblemente culpable.

- ¿Culpable? ¿por qué?

- Cuando pasó todo eso de la llamada, Eliza me dijo que habías estado con él en la cabaña, y lo odie. Lo odie con todas mis fuerzas y desee que desapareciera para siempre… De todos los chicos del colegio, te fuiste a enamorar del único con quien no podría competir. Albert lo tenía todo, era más maduro, exitoso, educado, amable…no tenía esta preciosidad de cara, pero en todo lo demás me daba dos vueltas, entonces supe que no tendría esperanzas de que algún día me correspondieras ¿por qué no me dijiste que él era tu amor imposible?

- Archie, cuando te me declaraste yo no tenía ni idea de que él también sentía algo por mí. Pensaba que mi amor era solo una fantasía como un sueño inalcanzable, tal vez si te lo hubiera dicho te hubieras burlado de mí.

- Así fue como me sentí, burlado y estaba tan molesto que no medí mis palabras, ¿te imaginas lo que sentí al saber que lo habían exiliado? Bien dicen… ten cuidado con lo que deseas porque se te puede cumplir. En aquel momento no podía ni imaginarlos juntos, ahora daría lo que fuera por verte feliz con él y no casándote por compromiso.

- No es por compromiso yo…

- ¿Ya te olvidaste de él?

- Sabes bien que nunca podré hacerlo.

- Eso pensé… Gatita, no te precipites apenas tienes veintiún años, tienes toda la vida por delante. Al menos no hagas nada drástico si no estas segura, prométeme que lo pensarás.

- Lo pensaré, si tu no dejas de insistir con Eliza.

- No lo haré, me plantaré con un cartel afuera de su oficina si es necesario, ¿sabes? Es curioso que mientras le ayudaba a descubrir a Annie, también descubrí que me gusta mucho su forma de ser… Creo que es hora de volver ¿bajamos?

- Si no te molesta. Me gustaría quedarme un poco más.

- Como tu digas preciosa – dijo Archie bajando las escaleras.

Cinco minutos más tarde, llego James.

- Candy por fin te encuentro, te he estado buscando.

- Lo siento James el volumen de la música estaba muy alto y sentí que necesitaba un momento de tranquilidad.

- Pues qué bueno que te encuentro a solas, te he traído tu regalo de cumpleaños.

- ¿otro? pensé que había sido el brazalete.

- La gargantilla que le hace juego llegó justo esta mañana – dijo el joven entregándole una caja alargada de terciopelo.

- James, no puedo aceptarla es demasiado.

- Si no te agradan, las podemos cambiar por otro diseño. Pensé que usarías el brazalete esta noche.

- Bueno, no sabía que irías por nosotras y no quise viajar en taxi con algo tan valioso.

- Tienes razón no pensé en eso.

- James… sobre la boda… yo quería…

- No lo digas, por favor. Permíteme ser yo quien lo haga. No estas segura de casarte conmigo porque aún crees estar enamorada de William Ardlay.

- Lo siento es que yo… ¿Cómo lo sabes?

- Soy un hombre observador mi niña, me di cuenta aquella vez que nos lo encontramos en el estacionamiento del colegio. Vi cómo se miraban y fue fácil de adivinar, todo encajaba a la perfección, tu hablabas de un amor imposible y ¿Qué más imposible que una alumna enamorada de un profesor diez años mayor que ella? Por supuesto, no lo mencione porque no tenía derecho a entrometerme, prometí respetar tu decisión y así lo hice y lo seguiré haciendo… lo que me lleva a tu tercer regalo – dijo entregándole un sobre. Cuando la rubia lo abrió, vio una tarjeta del Consorcio Ardlay y un boleto de avión abierto con destino a Chicago.

- James ¿Qué es esto?

- Ahí es donde podrás encontrarlo. Te regreso tu palabra de casarte conmigo, no porque no te ame… al contrario, me gustaría cuando decidas casarte conmigo lo hagas enamorada de mí y no de un recuerdo.

- ¿Cómo lograste saber dónde se encuentra? Stear y Archie dicen que nadie menciona su nombre.

- Fue por casualidad, primero déjame decirte que no me enteré de lo sucedido con Karen hasta mucho tiempo después y eso porque mi padre es el mejor amigo de mi padrino y me pidió que los ayudara a buscarla a través de nuestros contactos en Latinoamérica. Después, debo decirte que tienes razón, en Londres, todo el mundo sabe que William existe, pero nadie sabe donde localizarlo al parecer va de un lado para otro coordinando las empresas y solo se comunica con el clan a través del licenciado Villers. El que me haya enterado donde está fue solo suerte, uno de mis socios se entrevistó con él en Nueva York hace unos días y le dio esa tarjeta. Cuando me dijo que había negociado con él en persona, le pregunté si podía darme el contacto de su oficina y me dio la tarjeta…Ve a buscarlo, habla con él. Si las cosas se dan entre ustedes, yo seré el primero en felicitarlo, pero si no, sabes que siempre estaré para ti.

- Pero no sería justo para ti.

- Esa es mi decisión y te voy a prometer una cosa: si decides regresar, jamás hablaremos de lo ocurrido, no habrá preguntas ni reproches de mi parte ¿Qué te parece?

- No lo sé, tendré que pensarlo.

- Bueno, los boletos de ida y vuelta están abiertos.

- James… en cuanto a lo nuestro, yo en verdad quería…

- No te preocupes mi niña, entiendo que te sea difícil olvidar. Supongo que William fue tu primer amor y se fue tan de repente, que no te dio tiempo de asimilar las cosas… Te deseo lo mejor.

- James, creo que debes conservar esto – dijo la rubia entregándole el anillo de compromiso y la gargantilla y agregó, te enviaré el brazalete con un mensajero.

- No necesitas regresármelos son tuyos.

- No es correcto que los reciba, si ya no estamos juntos. Tal vez si algún día volvemos…

- Rezaré por ello; no olvides que te amo desde el primer día en que te vi – dijo el joven con una sonrisa un poco nostálgica.

- De madrugada en el apartamento, Candy les mostraba a Eliza y a Patty, la tarjeta que le había dado James.

- Wow, ese sí que es amor del bueno – dijo Patty.

- ¿Vas a ir? – preguntó Eliza emocionada.

- No lo sé, tal vez no. Si él no me ha buscado es porque no quiere saber nada de mí.

- Yo que tu iba para salir de la duda. Total, lo peor que puede pasar es que regreses convencida de que todo terminó entre ustedes, pero como dice el dicho "Si pega bueno y si no, despegado estaba"

- Lo dices tan fácil…

- Candy tiene razón, no tiene que ir a rogarle. Mejor que se quede con James quien siempre ha estado aquí – dijo Patty.

- Patty, Patty, Patty tu siempre usando la lógica… ¿alguna vez has tratado de no pensar, solo sentir? – decía Eliza sonriendo.

- No y creo que eso hace mi vida más fácil – contestó Patty con una sonrisa.

- Shhh, bueno ya vámonos a dormir, vamos a despertar a Sophie y luego para dormirla es un show. Por favor, de esto ni una palabra a Stear o a Archie; si los Ardlay se enteran de que sé dónde está lo pueden reasignar rápidamente.

- Amiga, sabes que siempre cuentas con nosotras.

- Si lo sé, son las mejores amigas del mundo.

Al siguiente día, las chicas pasearon junto con los chicos por las calles de Paris llevando a la pequeña Sophie con ellos. De alguna forma Candy se sentía mucho más ligera y alegre sabiendo que estaba libre del compromiso con James.

De madrugada, los jóvenes regresaron a Londres en un avión particular, Patty se quedó descansando en una de las habitaciones de huéspedes de la mansión de los Ardlay, pues vivía en el dormitorio de la universidad y a la hora que aterrizaron estaba cerrado. A la mañana siguiente…

- Buenos días, bellas damas – saludaba Stear con su singular carisma a Priscila, Rosemary y la señora Elroy.

- Buenos días, Stear ¿Cómo les fue de viaje?

- Excelente tía, la colección de Eliza fue todo un éxito, ¿quieren ver las fotos?

- A ver…

- Pues sí, la verdad las prendas son muy elegantes y de buen gusto – decía Rosemary mientras pasaba las fotografías en el celular del muchacho.

- ¡Qué bonita modelo! El vestido se le ve espectacular.

- Tía ¿en verdad no la reconoces? Es Candy.

- ¡Oh, Dios!, ¡es cierto! lo que pasa es que con el maquillaje se ve diferente, como más madura.

- Tía, Candy ya no es una niña, el sábado cumplió 21.

- Tienes razón, cuando estaba en el colegio me parecía una niña bonita, pero ahora se ha vuelto toda una mujer y mucho más bella.

Priscila se quedó mirando la foto y comenzó a llorar.

- Mami ¿Qué te pasa? – preguntó Rosemary.

- Es extraño, ¿te acuerdas aquella película que vimos donde una mujer pierde a su hijo en un accidente y donan todos sus órganos?

- ¿la que después busca a las personas que los recibieron para asegurarse de que estuvieran bien?

- Si. Así me siento, ver a Candy tan hermosa y saludable, es como ver a una parte de mi hijo, porque sin duda ella se quedó con su corazón.

- Mamá, no llores verás que pronto regresará.

- Es que ¿por qué no me di cuenta de lo que pensaba hacer esa mujer? -dijo Priscila cubriéndose el rostro con ambas manos…

- La encontraremos no te preocupes – afirmó Rosemary abrazando a su madre.

En Chicago, William llegó a la oficina y George le entregó el informe sobre el ex esposo de Ivonne; al parecer estaba buscaba capitalizarse y necesitaba socios...

- George, quiero que lo contactes e inviertas con él lo más que se pueda. Necesito tener la mayoría de sus negocios en mis manos…

- Como tu digas, al parecer el tipo está desesperado.

- Peor para él…por favor, de ser posible que cierren todo esta misma semana.

- Enseguida doy instrucciones.

A media semana, Candy trabajaba en el departamento de conservación del Louvre tratando de desmontar un famoso cuadro de Van Gogh de su marco. Mientras lo hacía, su mente recordaba todo que había vivido en el San Pablo. En especial, recordaba las cartas de Albert que había leído una y otra vez hasta aprendérselas de memoria. Al final, solo había conservado la que le escribió después de la denuncia interpuesta por Annie y la que encontró junto a las flores cuando él se fue, las demás se las había dado a Priscila, para demostrarle que siempre la había tratado con cariño y respeto.

De repente, comenzó a considerar seriamente la idea de ir a Chicago. Estaba tan absorta en sus pensamientos, que no se dio cuenta de que alguien había dejado un frasco de diluyente peligrosamente cerca de su área de trabajo y cuando menos lo pensó, con el brazo empujó el frasco que se ladeo peligrosamente en dirección a la pintura…

- Muchacha estúpida, cuantas veces te he dicho que limpies el área de trabajo antes de comenzar – dijo el jefe de conservación logrando tomar el frasco a tiempo para evitar que dañara la obra de arte.

- Yo… lo siento, estoy segura de que no había nada sobre la mesa cuando comencé – dijo la rubia preocupada.

- ¡Pon atención, esa pintura es de un valor incalculable y tu torpeza también!

- Lo siento – dijo la rubia bajando la mirada.

- Recoge todo y vete a tu casa… estas suspendida una semana.

Mientras la rubia recogía las herramientas de trabajo, miró en la esquina del marco de la pintura una fina etiqueta que decía "Ardlay Collectión" lo que le pareció una clara señal, estaba decidida: Viajaría a Chicago.

Continuara…

Chicas, perdonenme la vida, no había podido actualizar hasta ahorita. Les prometo que en este momento estoy en medio de la practica de soccer de mi hijo con la laptop sobre las piernas. En la historia hay muchas cosas que explicar todavia, pero al menos ya saben por qué William está en Chicago y como se la ha pasado los ultimos tres años. En el proximo capitulo sabremos un poco de la vida de Candy y por supuesto, el tan ansiado reenuentro. Ya casi está listo, solo le faltan los ultimos detalles, espero poder publicarlo mañana por la tarde.

P.S. ¿notaron la escena de James al más puro estilo del doctor John Brown de la novela "Como Agua para Chocolate" de la escritora Laura Esquivel? Siempre me gustó su forma de amar.

Con cariño

Laura Ardlay