Los personajes de Candy Candy no me pertenecen.
Capítulo 17.
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Mientras la rubia recogía las herramientas de trabajo, miró en la esquina del marco de la pintura una fina etiqueta que decía "Ardlay Collectión" lo que le pareció una clara señal: Estaba decidido, iría a Chicago.
La joven hizo los arreglos necesarios y el viernes por la mañana abordaba el avión que la llevaría a encontrarse con su destino.
Al mismo tiempo en la Florida…
- Señor Ardlay, tiene llamada del licenciado Villers.
- Gracias… Buenos días, George ¿Qué noticias me tienes?
- Todo está arreglado, el tipo nos vendió el cincuenta y ocho por ciento de la compañía.
- Perfecto, muchas gracias. Agenda una cita con él cuanto antes.
- Al parecer solo esperaba cerrar el trato para irse de vacaciones, comentó que saldría el lunes a Bora Bora.
- Dile que necesito verlo de inmediato, mañana mismo si es posible. Regresaré a Chicago hoy por la noche…
- En cuanto confirme te envío los detalles.
- Gracias George, como siempre hiciste un trabajo impecable. Nos vemos el lunes, que descanses.
Mas tarde, Candy llegaba al aeropuerto internacional de Chicago con el tiempo justo para llegar a las oficinas del consorcio antes de que cerraran, había decidido aprovechar la suspensión para viajar, pero debía estar de regreso lo antes posible para estar disponible por si la llamaban del Louvre, pues, aunque le dijeron que estaría fuera una semana, el jefe de conservación era voluble y podía desdecirse en cualquier momento y esos puestos eran muy codiciados. Después de recoger su maleta y pasar la aduana, la rubia literalmente corrió por la sala para tomar un taxi, tan solo tenía una hora para llegar antes de que cerraran las oficinas y era el único lugar a donde podía acudir. Llegó cinco minutos antes de las cinco de la tarde y se dirigió con la recepcionista.
- Señorita, por favor ¿podría ver al señor William Ardlay?
- ¿Tiene cita?
- No, pero…
- Lo siento el señor Ardlay no se encuentra.
- Me acaba de preguntar si tenía cita.
- Es por protocolo, para descartar un error de la secretaria.
- Al menos ¿podría darme su número de teléfono?
- Lo siento es información confidencial.
- Por favor, he viajado desde muy lejos para verlo.
- Lo lamento, si gusta puede pasar con su secretaria para que le agende una cita.
- Es que no me entiende no puedo esperar, tengo que regresar lo antes posible.
- George, iba pasando por ahí y se sorprendió al escuchar una voz familiar por lo que volteo y se encontró con una impresionante rubia, alta, de figura inigualable y porte elegante.
- ¡Señorita Candy! – murmuró sorprendido
- Buenas tardes, George, que bueno que lo encuentro. Lamento haber venido sin avisar, pero fue una decisión de último momento y…
- No se preocupe, señorita. Por favor venga conmigo.
- Por favor, permítame despedir al taxi que me está esperando.
- No se preocupe, el portero se encargará… Señorita por favor dígale al portero que recoja el equipaje del taxi.
- Si licenciado Villers, como usted diga.
Entraron al elevador y el francés seleccionó el penthouse. Mientras se elevaban, Candy casi podía ver el cerebro del francés trabajando a mil por hora. Cuando la puerta se abrió, la recepcionista por supuesto, ya se había comunicado con la secretaria del rubio para contarle lo sucedido. En todo el tiempo que tenía William en la oficina, jamás lo había buscado una mujer y menos una tan hermosa y distinguida como Candy. A su paso, nadie podía evitar notar su presencia, parecía una verdadera princesa.
Unos minutos más tarde, la rubia estaba sentada frente al escritorio de George…
- Señorita Candy, me permite preguntar ¿a qué debemos el honor de su visita?
- Vine a buscar a Albert, necesito hablar con él.
- Lo lamento, el joven William se encuentra en un viaje de negocios.
- Que mala suerte, tal vez debí llamar, pero todo fue tan repentino...
Por primera vez en mucho tiempo, el francés se encontraba en una encrucijada, podía decirle que William regresaría por la noche o dejarla regresar sin hablar con él. Por un lado, no estaba seguro de las repercusiones que el encuentro tendría y tampoco deseaba dañar más la relación de Albert con su padre, pero sabía que ambos merecían una oportunidad en especial su muchacho… Candy podría ayudarlo a recuperar las ganas de amar. Después de meditarlo un poco tomó una de sus tarjetas y comenzó a escribir en el reverso sin pronunciar palabra. Cuando terminó se la extendió y le dijo: "regresara de madrugada, tiene una junta mañana por la mañana, tal vez pueda encontrarlo al mediodía"
- ¡Gracias George! – dijo la rubia abrazándolo espontáneamente. El francés no pudo evitar admirar de cerca su belleza y pensó: con razón el joven William no tiene ojos para nadie más, sin duda se ha convertido en una dama muy fina, aunque con una gran sencillez… definitivamente no hay nadie como ella.
George, dejó de lado sus pensamientos y contestó: "de nada señorita Candy, por favor permítame llevarla a su hotel"
- No se preocupe, puedo tomar un taxi.
- La familia no me perdonaría que la dejara sola – contestó refiriéndose en realidad a Albert.
- Muchas gracias de nuevo.
- La rubia se registró en el hotel e intentó descansar, pero no podía dormir debido a la emoción y a la incertidumbre.
Al día siguiente, William se entrevistaba de mañana con el ex esposo de Ivonne…
- Buenos días, Señor Harris…
- Es un honor conocerlo señor Ardlay, es usted considerado una eminencia en el ámbito empresarial. Si me permite, creo que ha hecho una brillante decisión al invertir con nosotros.
- Lo sé, créame que no invierto en un negocio a menos de que no esté cien por ciento seguro de que es rentable. En este caso, tengo bastantes compradores interesados en la maquinaria.
- pero ¿cómo es eso? Pensé que produciríamos juntos.
- Lo lamento, es más lucrativo desmembrar las empresas y venderlas en partes.
- No puede hacer eso, es el legado de muchas generaciones de mi familia – dijo el hombre indignado.
- Pensé que la familia no era tan importante para usted
- ¿pero que está diciendo? Por supuesto que es importante… yo confié en usted, no me puede hacer esto.
- Es peligroso confiar en alguien que tiene todas las de ganar… Lo aprendí recientemente leyendo el contrato prematrimonial que le hizo firmar a una joven inocente y a la que despojo sin miramientos del único techo que tenía.
- Ese no es asunto suyo.
- Me disculpa, pero no es así Ivonne y Kristen no están solas. Voy a vender parte por parte el "Gran legado de su familia" y con ese dinero compraré la casa que su hija necesita y donde me entere de que las ha vuelto a amenazar me encargaré de cerrarle las puertas no solo del país…
- Usted no puede…
- No me provoque, ya está viendo de lo que soy capaz.
- Por favor, no lo haga. Prometo regresarles lo que les he quitado.
- Mire imbécil, le voy a dar una oportunidad. No sé cómo le va a hacer, pero va a recuperar la casa que vendió, le entregará a Ivonne el título de propiedad a su nombre y le dirá a Kristen que todo se trató de un error. No está por demás decirle que mi abogado se encargara de entregar los estados financieros reales a la corte de lo familiar para que le se le asigne un porcentaje de manutención decente, su hija no tiene por qué vivir de sus limosnas.
- Si, si, si como usted diga, muchas gracias, señor.
- No me dé las gracias a mí, déselas a su Kristen; de no ser por ella, lo aplastaría como la cucaracha que es… voy a conservar las acciones de sus empresas, si se comporta como el padre que ella merece, ganará muy buen dinero conmigo, pero si me entero de que hace otra de sus cochinadas, le prometo que el que pedirá limosna es usted... Tiene una semana.
Mientras tanto en su casa…
- Mamí ¿aún no regresa William?
- Si, hija creo que regresó de madrugada, pero tenía una junta en la mañana.
- Que bueno, pensé que nos dejaría como papá.
- Hija, sé que quieres mucho a William, pero él es solo nuestro amigo, tú y yo tenemos que vivir solitas y ser felices.
- Si te casaras con él podríamos vivir juntos.
- Mi amor, eso no es posible, William y yo solo somos buenos amigos, pero ya no pienses en eso ¿Qué te parece si el día de hoy nos metemos a la alberca? el clima esta perfecto.
- Que buena idea mamá, así cuando regresé podrá descansar y relajarse con nosotras.
Mientras tanto en el hotel, Candy le daba una última mirada al espejo que le devolvía la imagen de una bellísima mujer ansiosa y esperanzada, durante toda la noche había imaginado de una y mil maneras el tan anhelado encuentro. Tratando de tranquilizarse, respiró profundo y sonrió pensando… será un buen día, luego tomó su bolso y salió de la habitación.
- William llegaba a su casa y el ama de llaves le informaba que Ivonne y Kristen se encontraban en la alberca, por lo que se dirigió al enorme jardín trasero donde había una espectacular alberca y una cocina equipada con todo lo necesario para disfrutar la tarde al aire libre.
- ¡William llegaste! Te estábamos esperando, cámbiate para que vengas a nadar con nosotras, tenemos bocadillos y más al rato haremos, hamburguesas y carne asada – gritaba Kristen emocionada.
El rubio sonrió e Ivonne salió del agua y se puso un pareo para prepararle algo refrescante. Ambos jóvenes conversaban tranquilamente sobre los resultados del viaje a la Florida mientras disfrutaban la bebida, cuando llegó el ama de llaves y le dijo: "Disculpe Señor, acaba de llegar una señorita, dice que su nombre es Candice White y me ha entregado esta tarjeta del licenciado Villers"
Ivonne notó de inmediato, la tensión en la mandíbula del rubio quien después de unos instantes dijo: Por favor, hágala pasar.
- William, si lo deseas Kristen y yo podemos…
- No es necesario – contestó el rubio con sequedad.
Al estar acostumbrado a la presión de los negocios, William rara vez se ponía nervioso, pero en ese momento sentía el corazón golpeándole la caja torácica con fuerza como si estuviera a punto de explotar ¿Qué hacía Candy ahí? ¿Cómo había sabido donde encontrarlo?
Después de lo que le pareció una eternidad, finalmente pudo observar al ama de llaves caminando por el sendero del jardín seguida de una figura alta, delgada con una larga y sedosa cabellera rubia que le llegaba casi hasta la cintura. Mirarla de nuevo fue como uno de esos momentos extraordinarios, en los que la adrenalina sobrecarga los sentidos haciéndolos mucho más conscientes de todo a su alrededor. Albert, podía sentir el aire penetrando sus pulmones y cómo éste abandonaba su cuerpo lenta y pausadamente, dejando tras de sí el aroma de las flores; su piel percibía el calor de los rayos del sol de primavera y sus ojos apreciaban con gran detalle la extraordinaria belleza de la joven que caminaba hacia ellos. La perfección de su cuerpo, el encanto de su mirada y la gracia de su andar la hacían parecer una diosa que no pertenecía a este mundo…
Mientras tanto Candy caminaba con el alma en un hilo, finalmente la espera había terminado y podría reencontrarse con el hombre al que amaba. Había ensayado una y mil veces lo que le diría, sin embargo, en esos momentos solo recordaba su mirada cálida, sus dulces besos que la hacían estremecer.
Conforme se iba acortando la distancia, la rubia se percató de que no estaba solo y supo que había sido un error presentarse sin avisar. En su mente, se abrió una enorme grieta de más de mil días de separación y entonces se le ocurrió que tal vez Albert hubiera olvidado su promesa de amarla, algo que jamás había considerado porque creía ciegamente en su juramento de amor eterno. De repente una extraña sensación le recorrió la columna vertebral y sintió una imperante necesidad de dar la vuelta y echarse a correr hasta encontrarse a miles de kilómetros de ahí, pero ya era tarde pues estaban a unos metros de distancia.
Cuando finalmente estuvieron frente a frente, el rubio escucho su propia voz que sonaba tranquila y serena, como si le perteneciera a alguien más porque para nada correspondía con el caudal de emociones fluía dentro de él
- Buenas tardes, Señorita White que sorpresa… permítame presentarle a mi novia Ivonne Harris y a su hija Kristen. Ivonne, la señorita White fue mi alumna en el Real Colegio San Pablo – dijo la voz tomando a Ivonne de la cintura en forma muy íntima. Ivonne no supo que hacer, por lo que decidió seguirle el juego y sonrió diciendo: "Mucho gusto"
La rubia se quedó sin palabras, de todas las miles de escenas que se había hecho en su mente, en ninguna había contemplado encontrarlo con otra mujer por lo que tuvo que hacer uso de la férrea educación que había recibido en el San Pablo, para contener el llanto y contestar: "Mucho gusto"
- Wow, pareces una princesa – dijo Kristen quien al verla había salido del agua y estaba parada junto a ella.
Candy bajó la mirada para verla y sonrió diciéndole: No una tan hermosa como tú.
- Tus ojos son somo los míos, mi padre dice que las hadas me los regalaron ¿a ti también?
- Supongo que sí.
- ¿Quién eres?
- Soy una… ex alumna del señor Ardlay.
- ¿Por qué no te habíamos visto?
- Por ahora no vivo en los Estados Unidos, solo pasaba por aquí y decidí venir a saludar, pero veo que están ocupados…
- Pues que bueno, hoy es un día especial, tendremos bocadillos, postres y dulces. Si no tienes traje de baño mi mamá te puede prestar uno.
- Gracias, pero no deseo interrumpir, será mejor que regrese en otra ocasión.
- No, te vayas… Mami, William díganle que se quede.
- Por supuesto es bienvenida, si desea acompañarnos – contestó el rubio sin apartarse de Ivonne.
- No gracias, lamento la interrupción… con permiso – dijo la rubia.
- La acompaño.
- No hace falta. Mucho gusto señora – dijo la rubia con firmeza mientras se comenzaba a caminar por el sendero.
- Ivonne le dirigió una mirada inquisitiva a William, pero él solo se quedó en silencio viendo cómo se alejaba.
- Que lástima que tu amiga se fue, es muy bonita…William dijiste que ibas a cambiarte para nadar – dijo Kristen con inocencia.
- Tienes razón ahora vuelvo – dijo el rubio aprovechando para retirarse sintiendo que le faltaba el aire.
El joven se dirigió a la casa, por el lado opuesto del jardín y en cuanto lo vio alejarse, Ivonne le dijo a Kristen: "cariño, iré a pedir que nos traigan todo para cocinar las hamburguesas, espérame aquí sentadita y no te metas a la alberca hasta que llegue ¿entendiste?
- Si mamí, en la escuela dijeron que los niños no debemos nadar solos.
- Exacto, volveré en un segundo.
Ivonne corrió descalza a toda velocidad cruzando el amplio jardín y después el recibidor hasta llegar a la puerta principal. Candy estaba por abordar el taxi que la había estado esperando cuando escuchó el grito ahogado de Ivonne que decía: "¡Por favor espera!, tenemos que hablar"
Candy volteo a verla con los ojos humedecidos y le dijo: Lamento haber venido sin anunciarme yo…
- Dame solo media hora de tu tiempo, por favor – rogaba Ivonne casi sin aliento.
- Esta bien – contestó la rubia en un susurro.
- No aquí ¿podemos vernos esta tarde? Supongo que estás hospedada en un hotel.
- En el Waldorf Astoria.
- ¿Podría ser a las 6:00 en el restaurante del hotel?
- Está bien.
- Gracias.
La rubia lloró todo el camino de regreso al hotel, se sentía avergonzada y humillada. Nunca debió de haber ido, al menos se hubiera quedado con el recuerdo de aquel hermoso regalo que el rubio le dejó en su habitación y no con el de su mirada indiferente y fría – se lamentaba.
Mientras tanto el rubio estaba sentado en la antesala de su habitación con la mirada perdida, se había acostumbrado tanto al dolor que ya no lo sentía, sin embargo, no había forma de llenar el inmenso vacío de la desesperanza.
- William ¿puedo pasar?
- Adelante.
- Lamento molestarte, Kristen está preocupada porque no has regresado.
- Estoy un poco cansado, por favor discúlpame con ella.
- ¿Por qué le mentiste a esa joven?
- Lo siento, no quiero hablar de eso.
- Me dijiste que la amabas, ¿acaso también a mí me mentiste?
- Por favor, Ivonne, deseo estar solo.
- Vaya que sí, te empeñas en alejarte de todo y de todos y cuando alguien se acerca lo rechazas. Dices amar a alguien y cuando viene a buscarte, la tratas como a una desconocida.
- ¡Esta comprometida! Va a casarse con alguien más.
- ¿Entonces por qué vino a verte? Debe tener una buena razón.
- Sea lo que sea no importa, las cosas están bien tal cual son.
- William, tú mismo lo dijiste, está comprometida, no casada; al menos pudiste darle la oportunidad de hablar.
- No tiene caso.
- ¿Cómo puedes darte por vencido, así como así? Se trata del amor de tu vida, defiende tus sentimientos.
- Ivonne no se trata de mí; no puedo ofrecerle nada ¡maldita sea! ¿Acaso crees que quiero convertirla en mi amante? Está comprometida con un hombre que puede darle el lugar que merece. La conocí cuando era mi alumna y me enamoré de ella como un loco, esperaba poder hacer las cosas bien, casarme con ella, formar una familia, pero hubo varios conflictos hasta que mi padre decidió intervenir y juró que no la aceptaría jamás. Bajo las reglas del clan, nos podríamos casar por todas las leyes que quieras y aun sería considerada una concubina y por supuesto no es lo que se merece.
- ¿solo porque tu padre dijo que no la aceptaría te vas a quedar de brazos cruzados? ¿De qué te sirve tener una familia si no te apoyan?
- Sé que es difícil de entender, pero créeme es mucho más complicado de lo que crees, mi padre está enfermo, si Dios no lo quiera y algo le llegara a pasar, mucha gente dependería de mí y no quiero arrastrar a Candy conmigo. Ella tiene todo para ser feliz, es buena estudiante, ha trabajado mucho para alcanzar sus metas profesionales, está rodeada de buenos amigos y tiene a su lado a un hombre que la ama. Yo en cambio, me la paso viajando de un lado para otro y ni siquiera tengo un lugar al cual regresar.
- Tal vez, pero debe ser ella quien decida si lo que tiene la hace feliz ¿no lo crees? William, yo tenía todas esas cosas que mencionas: estaba casada, económicamente tenía todo cuanto necesitaba, siempre estaba rodeada de amigas y mi hija tenía a su padre, pero para conservarlo tenía que soportar que mi marido me engañara con una mujer mucho mayor que él, ellos han sido amantes por más de 15 años y él tiene una dependencia sexual con ella, sus padre lo amenazó con desheredarlo si no se casaba con una mujer apropiada y por eso me enamoró, pero jamás tuvo la intención de dejarla. Yo me casé muy enamorada, pero de ninguna forma aceptaría vivir en esa situación por conveniencia y decidí divorciarme. No puedes asumir las cosas por ella, tal vez ella prefiera ser tu concubina que estar alejada de ti.
- ¿Cómo podría aceptar algo así, si lo que deseo es poner el mundo a sus pies?
- Por favor piénsalo, no te vayas a arrepentir por el resto de tu vida. Prométeme que lo harás…
El rubio asintió e Ivonne se despidió diciendo ¿está bien si dejo a Kristen por un par de horas con Mary esta tarde? Necesito comprar un par de cosas.
- Por supuesto.
- Gracias no tardaré.
En el hotel, Candy abría los ojos y sentía una punzada en la cabeza, Había llorado hasta quedarse dormida, miró al reloj que estaba en la mesita de noche; eran las 5:30 apenas si tenía tiempo de pedir unas aspirinas antes de encontrarse con la novia de William
- ¿Qué querrá de mí? Tal vez me reclamará por haberme presentado en su casa de esa manera…pensó
La rubia se levantó y se arregló como Eliza le había enseñado. Fuera lo que fuera, no le daría a esa mujer la satisfacción de verla deshecha. Media hora más tarde…
- Buenas tardes, gracias por aceptar hablar conmigo ¿puedo llamarte Candy?
Candy asintió notando lo hermosa que era Ivonne, tenía el cabello castaño cenizo y ojos azules. En ese momento se acercó el mesero para tomarle la orden a la recién llegada, la rubia ordenó una de las famosas ensaladas del restaurant y después pretendiendo terminar con el absurdo encuentro lo antes posible, comentó: " Y bien usted dirá"
- Por favor llámame, Ivonne sé que nos acabamos de conocer, pero me gustaría que fuéramos sinceras; Candy ¿A qué has venido?
- Vine para hablar con Albert o tal vez debería decir William. Lamento haber sido tan imprudente y llegar a su casa sin avisar.
- Mi hija y yo vivimos ahí, pero ambas sabemos que esa no es mi casa. Podría preguntarte ¿qué es eso tan importante que quieres hablar con William? Por lo que me dijo, has viajado desde muy lejos.
- Si ya habló con él ¿Por qué le interesa hablar conmigo?
- Candy ¿Qué dirías si te digo que te mintió? En realidad, entre él y yo no hay más que una amistad. Hace unos días nos acogió en su casa cuando mi exesposo prácticamente nos dejó a mi hija y a mí en la calle. Te dije que quería que fuéramos sinceras y es verdad; desde hace tiempo estoy muy enamorada de él, es un gran hombre y Kristen lo adora, pero me dejó claro desde el principio que no estaba interesado en tener una relación amorosa ¿tienes una idea de por qué? o más bien ¿por quién?... Por ti, me dijo que aún te ama. Te estoy diciendo esto no como reclamo, sino porque es la verdad. Por lo que te pregunto de nuevo ¿A qué has venido? ... Él está enterado de tu compromiso.
- Ya no estoy comprometida. De hecho, fue mi exnovio quien me dijo dónde encontrar a Albert. James y yo nos conocimos hace algunos años y desde el principio fue honesto en sus intenciones, pero me enamoré de Albert y el respetó mis sentimientos. Sin embargo, me pidió que si por alguna razón las cosas no funcionaban entre nosotros le diera una oportunidad. Albert, se alejó de mi hace más de tres años y desde entonces no supe nada de él, aún tengo contacto con algunos miembros de su familia, pero nadie sabía dónde localizarlo y los que lo hacían no estaban dispuestos a decirlo. James ha sido el mejor de los amigos, mi confidente y un gran apoyo, hace más de año me recordó que había prometido darle una oportunidad y acepte, porque se la merecía. Como novio era perfecto, atento, amable y cariñoso, pero nunca pude enamorarme de él como lo hice de Albert; cuando me propuso matrimonio acepte pues me sentía comprometida por años de amistad y cuidados, pero él supo que mi corazón no le pertenecía y cuando se enteró de que Albert estaba aquí en Chicago me dijo que viniera a buscarlo, de esa forma podría o arreglar las cosas con él o cerrar el círculo que quedó inconcluso con su partida.
- Antes de venir a verte, hablé con él. Me dijo cosas que no entiendo del todo, pero cree tener razones suficientes para pensar que estarás mejor casada con James. Candy, esta puede ser tu última oportunidad, si en realidad lo amas, lucha por él. No te será fácil porque a veces William puede ser exasperante, pero tienes que intentar derribar todas esas barreras que existen entre ustedes para que puedas llegar a su corazón.
- Ivonne, si estas enamorada de él ¿Por qué me dices todo esto?
- Porque tengo una deuda contigo.
- ¿conmigo?
- Trabajo en el corporativo Ardlay, William es un excelente director, pero sumamente estricto. Un día descubrió a Kristen dormida en una de las salas de juntas y pensé que me despediría por llevarla conmigo. Sin embargo, desde entonces se ha convertido en nuestro ángel guardián, dejó de lado su carácter estricto y amargado para mostrarnos su lado increíblemente cariñoso y atento, siempre me pregunté ¿por qué? y lo entendí esta mañana cuando te vi. Supongo que de alguna forma Kristen le recordaba a ti y por ese amor tan grande que te tiene, se apiado de nosotras y nos tomó bajo su cuidado.
- Gracias, no sabes lo que significa para mí escuchar todo esto.
- No me lo agradezcas, aun tienes que enfrentarte a lo peor y tratar de convencerlo de que luchen por su amor.
- Lo haré.
Mas tarde Candy recibió llamada de Eliza…
- Amiga ¿Cómo te fue? ¿lograste hablar con el profesor?
- Tanto como hablar no, pero si lo vi.
- y ¿Qué te dijo?
- Me trató como una extraña y me presentó a su novia.
- ¿En serio? Dios mío hubiera jurado que ese hombre jamás te olvidaría.
- Al parecer no lo ha hecho y todo fue una mentira para alejarme de aquí.
- ¿Qué vas a hacer?
- Tratar de convencerlo… Parece que tengo una aliada inesperada – comentó la rubia.
- Bueno amiga, te deseo la mejor de las suertes, me voy porque Sophie está dormida.
Candy escuchó una voz familiar diciendo: ¿Así que es aquí donde te escondías?
- ¿Es Archie? ¿no me digas que…? ¡Que emoción! – bueno ya me voy para que aproveches que "Sophie esta dormida"
Al día siguiente, Kristen revoloteaba feliz por la casa…
- Kristen ¿por qué estas tan contenta? – preguntó William.
- Porque prometiste que nos llevarías a mi mamá y a mí al cine y a comer helado. Ya quiero que se llegue la hora de irnos.
- ¿A qué hora es la función?
- Creo que a las 4:00, mi mamá y yo estábamos pensando en invitarte a comer al Bistró, está muy cerquita del cine… anda di que sí, por favor. No me vayas a decir que estás cansado como ayer.
- Está bien, dile a tu mamá que se arreglen para irnos.
- Yuppiii.
- En realidad Albert no tenía ganas de salir, pero supuso que cualquier cosa era mejor que estar encerrado pensando que Candy estaría por regresar a Paris, para casarse con James. El Bistró era un restaurante cuya terraza tenía una increíble vista a Lincoln Park. En primavera, el lugar se revestía de miles de flores multicolores, creando un pequeño paraíso en la ciudad. Mientras comían, los jóvenes observaban a la gente caminar tranquila disfrutando del clima cálido y agradable; Kristen hablaba todo el tiempo como periquita ya que estaba muy entusiasmada por los planes del día. Cuando estaban a punto de retirarse, la niña miró en dirección al parque y grito ¡Princesa Candy!
William, levantó la mirada para observar a lo lejos a la hechicera más hermosa del mundo, aquella quien con una mirada era capaz de doblegarlo como nadie más. Verla caminar entre las flores, era como ver a la mismísima Diosa del amor transfigurarse en todo su esplendor.
El rubio le dirigió una mirada de reproche a Ivonne y ella contestó: "Lo lamentó tal vez me tomé atribuciones que no me correspondían, pero no podía dejar que se fuera así."
Antes de que pudiera contestar, la rubia ya se encontraba a unos pasos de ellos por lo que Kristen corrió y la abrazó entusiasmada.
- ¡Candy! ¿Vendrás con nosotros al cine?
- No hija, Candy ha venido para hablar con William.
- ¿Sobre qué?
- Cosas de mayores ¿Qué te parece si tú y yo nos vamos adelantando al cine a comprar dulces y palomitas?
- ¿Puedo escoger lo que quiera?
- Claro, solo porque es domingo.
- ¿Y si se les hace tarde hablado?
- El cine está al cruzar la calle.
- Tienes razón… nos vemos Candy, hasta luego.
Los rubios miraron sin saber por dónde comenzar, entonces Albert hizo un ademán con la mano para invitarla a caminar por el parque.
- ¿Cómo estás Candy? – preguntó con aparente tranquilidad.
- ¿Por qué me mentiste? – preguntó ella sin rodeos.
El rubio se quedó sin palabras; su mente trabajaba a mil por hora tratando de procesar una respuesta coherente y al no lograrlo simplemente, murmuro: "creí que era lo mejor"
- ¿lo mejor para quién? ¿lo mejor para ti o lo mejor para mí?
- Para ti.
- ¿tú que sabes lo que es mejor para mí? Te fuiste sin decirme nada, por tres años supe nada de ti, no sabes cómo vivo, ni lo que hago ¿con qué derecho decides sobre mi vida?
- Estudias el segundo año en la Universidad de la Soborna en Paris, eres una alumna ejemplar con múltiples menciones honorificas, vives junto con Eliza Leagan y su hija Sofia en el piso ocho de los apartamentos en el campo marte desde donde puedes ver la Torre Eiffel y muchos otros paisajes naturales. Tu número de teléfono es 33 1 21-35-07-14 Estas haciendo un internado en el departamento de conservación del Louvre especializándote en obras clásicas; visitas a tu padre durante el verano y te gusta pasar la navidad en lugares invernales como Canadá, Suiza y Vermont. Eres socia de la línea de ropa de Eliza y cada mes, Archie, Stear y Patricia viajan a Paris para reunirse con ustedes ¿me falta algo? Ah si, desde febrero del año pasado, sales con James y te comprometiste con él en febrero de este año.
- ¿Cómo sabes todo eso?
- Siempre he estado ahí.
- Entonces ¿por qué nunca me buscaste? – dijo la rubia sin poder contener las lágrimas.
- ¿para qué? Eres una joven increíble y tienes la vida por la que has trabajado tanto.
- Lo hice por ti, para que supieras que también estaba dispuesta a luchar como tú, pero veo que me equivoque. Decidiste renunciar, dejando que Karen te arrebatara todo.
- Eso no es cierto. El hecho de que no quisiera arrastrarte conmigo no quiere decir que me haya quedado de brazos cruzados. Candy, en los últimos tres años he acumulado una cantidad estratosférica de millas de viajero frecuente, es aquí donde he permanecido más tiempo y no sé si el día de mañana me van a decir que requieren mi presencia en Suecia, Brasil o Aruba ¿Cómo crees que podría llevarte conmigo cuando tú lo que necesitas es prepararte, disfrutar de tu juventud, hacer las cosas que hacen los demás chicos de tu edad? Además, mientras no limpie mi nombre no puedo ofrecerte nada…
- No necesito que me ofrezcas nada, te necesito a ti, te amo y te extraño a cada paso que doy. James se dio cuenta de ello y me liberó del compromiso.
- Lo lamento, no quiero arruinarte la vida; sigue tu camino y se feliz.
- Prometiste que me amarías por siempre…
- Lo haré.
- Entonces déjame estar contigo, enfrentemos todo esto juntos.
- No, lo siento no voy a sacrificarte, son demasiadas cosas…
- ¡Eres tan necio! ya no soy una jovencita que necesita protección y puedo decidir perfectamente lo que quiero o no en mi vida.
- No mientras yo pueda evitar hacerte daño.
Candy no encontraba la forma de derribar el muro que Albert había levantado entre ellos, parecía que el joven había acorazado su corazón y no le permitía alcanzarlo. Desesperada, dio la vuelta y comenzó a correr con los ojos velados por las lágrimas. Al hacerlo, no se percató de estaba a punto de cruzar por la ciclovía donde un joven pedaleaba su bicicleta a toda velocidad. Albert se apresuró y la alcanzó a tomar del brazo jalándola hacia atrás justo antes de que el joven la golpeara y la rubia terminó acurrucada contra su pecho. Rápidamente, el delicado aroma de Candy, el calor de su cuerpo y la suavidad de su piel inundaron los sentidos de Albert, quien no pudo luchar más contra su propio corazón enamorado quien de inmediato la reconoció y golpeó fuertemente hasta romper el hierro que lo cubría. El rubio, se separó un poco y posó su frente junto a la de ella tomándola delicadamente con ambas manos por el cuello y con la voz agitada por la emoción susurró: "Mi padre tenía razón, eres mi debilidad y no hay nada que no haría por ti" Entonces buscó con ansias sus dulces labios y ella respondió de la misma manera fundiéndose en un beso intenso y apasionado. Cuando les faltó el aire, el rubio la abrazó contra su pecho y percatándose de algunas miradas curiosas, le dijo: "será mejor que nos vayamos"
Albert conducía con la mirada fija en el camino, pero sosteniendo la mano de su hermosa princesa y llevándosela a la boca de vez en cuando para depositar pequeños besos en los nudillos. En su mente, tenía miles de preguntas sin respuesta, pero de algo estaba seguro: Candy era el amor de su vida y haría lo que fuera con tal de no separarse de ella nunca más.
Continuara…
Chicas, tarde pero seguro. Lamento la espera, en realidad no me encuentro en casa y fue difícil editar el capitulo en la pantalla de mi celular. Ahora si ya no les prometo nada, pues estaré todo el fin de semana fuera. Cuídense mucho, hasta pronto.
