Los Personajes de Candy Candy no me pertenecen.
La historia es 100% de mi autoria sin fines de lucro, por lo que no permito que sea copiada, publicada o adaptada en esta o ninguna otra plataforma. Mi intención es compartir la historia de mi pareja favorita (Candy y Albert) con quien comparta mis gustos y la disfrute. Por cierto, este capitulo tiene algunas palabras altisonantes y un poquitito de lemon, leanlo bajo su propio riesgo.
Capitulo 19
James continuaba llamando a Candy, pero por respeto a Albert, ella no le contestaba las llamadas ni los mensajes, hasta que un día la rubia se estaba bañando y dejó su celular en la cocina, de repente comenzó a sonar y Albert pudo ver en el identificador de llamadas que se trataba de James, por lo que decidió aclarar las cosas de una buena vez…
- Buenas tardes, James – contestó el rubio.
- Buenas tardes… William ¿podría hablar con Candy por favor?
- Lo siento, no está disponible por el momento, pero creo que podemos aprovechar la oportunidad para platicar ¿no te parece?
- Tu dirás.
- Debo agradecerte el que hayas ayudado a Candy y a Eliza cuando lo necesitaron y también el hecho de que le hayas informado donde encontrarme; fue honesto de tu parte reconocer que Candy y yo nos amamos. Desde su llegada, hemos tenido la oportunidad de conversar y decidimos retomar nuestra relación.
- Candy es una gran mujer y merece lo mejor, supongo que esta vez le darás el lugar que se merece en lugar de mantenerla como tu amante.
- Jamás la traté de esa manera.
- ¿no? ¿Entonces como le llamas al hecho de que abusaste de tu posición como maestro para enamorarla cuando era menor de edad y además vivías con Karen?
- Como dije, te agradezco lo que hiciste, pero no tengo por qué darte explicaciones. La relación entre Candy y yo solo nos concierne a nosotros.
- Te equivocas, Candy no está sola.
- Por supuesto que no; está conmigo, él hombre que la ama.
- No eres el único.
- Supongo que no, pero en este caso es ella quien decide y me eligió a mí.
- Que me lo diga ella.
- ¿Qué más quieres que te diga? Creo que el hecho de que esté conmigo, habla por sí solo. Por tres años tuviste la oportunidad de estar con ella, cuando fue tu novia yo respeté la relación y me mantuve al margen; supongo que sobra decir que ahora que ella y yo estamos juntos espero lo mismo de ti.
- Está más que claro.
- Perfecto, que estes bien – dijo el rubio y colgó
Cinco minutos después, Candy bajó las escaleras con un short y una playera de manga larga que dejaba un hombro al descubierto. Albert no pudo dejar de admirar la exquisita figura de la rubia, era simplemente perfecta.
- Amor ¿tan pronto terminaste con la cocina?
- Fue sencillo, solo eran un par de platos.
- La comida estuvo deliciosa ¿Dónde aprendiste a cocinar?
- En la calle, por supuesto. Trabajé como ayudante de cocina en un restaurante.
- Tu vida tiene tantos matices, a veces pienso que nunca voy a terminar de conocerte.
- No te preocupes, tenemos mucho tiempo por delante. ¿sabes? Hace un rato te llamó James.
- Si, no le he podido contestar.
- Yo lo hice.
- ¿Cómo dices?
- Contesté llamada y hablé con él… aproveche la oportunidad para agradecerle que te haya dicho donde localizarme y también le dije que estamos juntos.
- ¿Te molestó que me haya llamado?
- No, pero creo debemos ser honestos. Él sigue enamorado de ti y no creo que sea buena idea que sigan en contacto, al menos no por ahora, eso le daría falsas esperanzas.
- Es un buen amigo. Yo… no le había contestado porque no quería lastimarlo.
- Candy, sé que le estás agradecida y le tienes cariño, pero vamos a ser realistas ¿Qué hombre que está comprometido con la mujer que ama, le abre la puerta para que vaya a buscar a otro, así como así?
- Uno que ama de verdad y quiere que la otra persona sea feliz.
- Suena romántico, pero no es así. A como yo lo veo, su intención era deshacerse de mí de una vez por todas, quería que vinieras, te desengañaras y regresaras a llorar a sus brazos como siempre. Por eso hablé con él y le dejé en claro que eso no va a suceder.
- Es mezquino que pienses así, James es…
- Un hombre enamorado, que está haciendo todo lo posible porque le correspondas. El enviarte aquí fue su último acto de heroísmo, pero él conocía muy bien mi situación y apostó todo a que regresarías a su lado.
- Hablas de él como si fuera un manipulador.
William guardó silencio confirmando lo dicho por la rubia.
- ¡Es increíble que pienses eso! De no haber sido por él, tal vez jamás nos hubiéramos reencontrado. En todos estos años no ha hecho nada más que ayudarme y acompañarme ¡Es un gran ser humano!
- Nadie hace nada de gratis, Candy.
- ¿y qué si quería que me enamorara de él? tal vez hubiera sido lo mejor, él todo el tiempo estuvo a mi lado, mientras tu jamás diste un paso al frente para acercarte.
- Eso no es justo, la situación es muy diferente.
- ¿por qué? Porque el sí ha estado presente, tú también pudiste haberlo hecho.
- Tienes razón, pude haberme aprovechado de tu amor para hacerte mi amante, sacarte de la escuela y llevarte conmigo de un lado para otro. Eso hubiera estado bien, pero fui tan estúpido que pensé que merecías prepárate, crecer como persona y tener una vida digna. ¿sabes? Aun no es tarde, llámale de seguro ya te tiene los pasajes de vuelta – grito Albert abandonando la cabaña, la tarde estaba cayendo y el rubio comenzó a caminar a pasos agigantados alejándose rápidamente del lugar.
Candy lo miró alejarse con los ojos empañados por las lágrimas, Albert siempre pensaba lo mejor de las personas ¿por qué pensaba tan mal de James? No podía ser que fueran celos, sabía que ella lo amaba, le había demostrado que estaba dispuesta a dejarlo todo por él…
Mientras tanto en Londres, los miembros del consejo guardaron un silencio sepulcral, sin duda el patriarca sabía cómo hacerse escuchar y todos sabían que su palabra era ley. William convocaba al consejo en algunos asuntos delicados, sobre todo en aquellos en los que alguien tenía que certificar que sus decisiones eran justas y apegadas a derecho. A raíz de su enfermedad y la ausencia de Albert, el consejo había tomado mucha mayor relevancia y por eso habían sido capaces de abusar de la situación del rubio, pero su padre estaba dejando en claro que estaba totalmente recuperado y dispuesto a retomar su posición.
- Supongo que todos aquí están de acuerdo en que la labor del consejo es únicamente brindar asesoría sobre algunos asuntos relacionados con el clan. Sé que en los últimos años y debido a mi enfermedad han tenido que tomar algunas atribuciones y se los agradezco, pero a partir de este momento me haré cargo de mis a responsabilidades por completo.
Primero que nada, debo aclarar que Albert no va a renunciar a su nombre, ni a sus derechos y obligaciones como heredero del patriarcado por la simple y sencilla razón de que no es una elección, es algo que heredó con su sangre.
- Totalmente de acuerdo contigo – decía Ian Montclair aliviado al saber que no perderían la mina de oro.
- Un momento, no he terminado… Albert es el heredero del patriarcado, no un peón a quien pueden tener a su disposición. A partir de este momento, mi hijo será tratado con el respeto y la dignidad que merece. La responsabilidad, de las empresas es mía, todos ustedes tienen administradores educados en las mejores escuelas a nivel mundial y ustedes mismos han tenido la oportunidad de prepararse cada uno en su ramo; deberían ser capaces de obtener los mismos o mejores resultados que él, así que no voy a tolerar holgazanerías. Si no pueden, díganme y las empresas a su cargo le serán entregadas a gente capaz.
- ¿entonces a que se va a dedicar Albert? ¿Acaso lo vamos a mantener mientras asume su posición como patriarca? Mira que lleva un tren de vida bastante elevado.
- Albert ha generado bastante dinero como para que vivan cómodamente varias generaciones del clan; además, mis hijos son los únicos que no dependen de nuestro dinero para vivir. Como único nieto varón, Albert heredó de su abuelo materno el Duque de Wellington todos los bienes y las rentas del ducado, mismos que se acumularon desde hace veinticinco años que falleció mi suegro que en paz descanse y que le fueron entregados a mi hijo cuando cumplió la mayoría de edad. En ese tiempo, mi hijo decidió compartir su herencia con su hermana a partes iguales y ambos son socios en algunos negocios.
Como se imaginarán él es su propio administrador y ha sabido acrecentar su fortuna. Por tratarse de bienes provenientes de la corona inglesa, cada año son auditados por los abogados de la corona, para asegurarse de que todo se lleve conforme a la ley, así que no hay forma de que se puedan mezclar con los del clan. Los bienes que Albert acumuló con su trabajo dentro del clan le fueron confiscados hace tres años y desde entonces ha vivido con su propio dinero, así que como ven, no necesitamos "mantenerlo"
- y ¿qué hay con el asunto del niño? ¿acaso ya lo has olvidado? – preguntó Gregory Douglas que aún pretendía tomar el patriarcado.
- Hace tres años, acepté la palabra de Karen dándole preferencia a ella y al niño sobre mi propio hijo; todo para que a última hora haya desaparecido sin dejar rastro. Su comportamiento deja mucho que desear y por lo que a mi concierne lo que dijo fue una mentira.
- Está ofendida, ¿Cómo reaccionarias si el esposo de tu hija dijera que tu nieto no es hijo suyo? – dijo Douglas tratando de justificar a Karen.
- La verdad, jamás ofende. Si ese niño es de Albert, que venga y lo demuestre. Si mi hijo es culpable, será exiliado permanentemente, pero mientras Karen no aparezca, me niego a seguir responsabilizándolo de sus mentiras.
- Mi gente no querrá doblegarse ante un cobarde que abandonó a una mujer embarazada; sería como ir en contra de nuestros principios y me imagino que hay muchas otras familias honorables que piensan lo mismo – dijo Gregory tratando de influir en los demás.
- Es la ultima vez que te refieres a mi hijo de esa manera. Como dije, de ahora en adelante Albert será tratado con respeto y dignidad. Mi hijo es el heredero por derecho de nacimiento, si no les parece, tú, tu familia y todas esas otras honorables familias, pueden buscarse otro clan, porque no voy a tolerar ninguna insubordinación.
- También somos descendientes del primer Ardlay, tenemos derechos.
- Tienes razón y también las mismas obligaciones que todos los demás. Abandonar a una familia es un delito grave, pero traicionar al clan es mucho peor por lo que te sugiero que elijas bien tus palabras.
- No te alteres, recuerda tu estado de salud. Los Douglas somos leales al clan, tenemos la misma sangre – dijo Gregory acobardándose.
- ¿Alguna otra objeción? – Preguntó el patriarca dirigiéndose a los miembros en general, pero todos agacharon la cabeza. Los Ardlay eran el clan más poderoso y prestigiado de toda Escocia y a nadie le convenia ser expulsado.
- Bien, por lo pronto. Albert quedará relevado de cualquier puesto que haya venido desempeñando, les informaré en cuanto el nuevo director de la oficina de Chicago sea nombrado y la situación con Albert sea aclarada.
- Al salir uno de los aliados de Gregory se le acercó y susurró: "Dicen que William está a nada de que la corte le autorice obtener los registros médicos de la señora Kleiss, será mejor que tengas cuidado"
En Lakewood, Candy lloraba inconsolable, estaba sentida y molesta con Albert, pero también preocupada porque había salido de la cabaña hacía mucho tiempo y aun no regresaba. En eso, su celular comenzó a vibrar… era Eliza
- ¿Candy?
- Hola Eliza, ¿Cómo estás? ¿Cómo está Sophie?
- Bien amiga ¿Qué tienes? ¿Estás llorando?
- Estoy bien, es solo que Albert y yo discutimos.
- ¿te hizo algo?
- No, es solo que piensa las intenciones de James no son del todo buenas. Yo no le creí, discutimos y se fue enojado.
- Amiga, debes ser inteligente, tanto el profesor como James te aman, es normal que no lo vea como a su mejor amigo. Además, con todo lo que está pasando, debe estar bajo mucha presión.
- ¿Qué está pasando?
- ¿Acaso no sabes?
- Archie dijo que el profesor envió al Licenciado Villers, con una carta renunciando su familia y al clan.
- ¿Qué dices?
- ¿No te lo dijo?
- No, estos días lo he notado preocupado, pero no sabía la razón.
- Pues al parecer ha decidido dejarlo todo, para estar contigo.
- ¡Oh por Dios! y yo que le reclamé que no hubiera hecho nada por acercarse a mí… es que no me dice nada ¿Cómo iba yo a saber?
- Amiga, en realidad no lo conozco, pero no me parece que el profesor sea de los que hacen las cosas y las anden divulgando.
- Tienes razón. A veces me desconcierta. Ahora ¿Qué le voy a decir?
- Habla con él, si de verdad se aman encontraran la forma de resolver sus problemas. Candy sé que aprecias a James, pero a ningún hombre le gusta que su novia sea amiga de su ex.
- Si, lo sé. Es solo que no encontraba la forma de decírselo a James, me apena hacerlo sentir mal después de todo lo que ha hecho por nosotras.
- Me imagino que no es fácil, pero debes definir muy bien quien es quien, en tu vida para que no haya confusiones. Cuídate mucho, te extrañamos.
- Yo también las extraño, por favor dale un beso de mi parte a Sophie.
Candy se quedó esperando a Albert en el sillón hasta que el sueño la venció. Mientras tanto, el rubio se encontraba sentado en la copa de un árbol mirando al horizonte. Le dolían las duras palabras de Candy, pero sabía que tenía razón y que, aunque lo amara, siempre recordaría que por tres años nunca la buscó, al menos, no que ella supiera. La verdad era que, en repetidas ocasiones, no había resistido la añoranza y había viajado a Paris para verla de lejos. Se había aprendido de memoria su número telefónico de tanto marcarlo, pero colgaba antes de que la conexión se iniciara. Verla crecer y convertirse en toda una dama, había sido el mejor analgésico para su dolor, pero sabía que tal vez la rubia nunca lo entendería de esa manera.
- Candy, Candy ¿Qué voy a hacer con todo esto que siento por ti? Desde el primer momento en que te vi, me hechizaste; no puedo y no quiero dejar de amarte – pensó.
Bajó del árbol y emprendió el regreso a la cabaña temeroso de no encontrarla ¿Qué tal si en verdad había decidido regresar a Paris?
A lo lejos, vio que la cabaña estaba a oscuras y sus temores se incrementaron, al parecer la rubia ya no se encontraba en el lugar. Con pesimismo, entró, encendió la luz y al mirarla dormida en el sillón de la sala, suspiró con alivio.
- Candy… Candy – La llamó tocándole delicadamente el hombro.
- Albert, volviste… ¿Dónde has estado? – dijo la rubia que aún tenía los ojos hinchados de tanto llorar.
- Ven preciosa vamos a descansar a la cama.
Candy se puso torpemente de pie con la ayuda de Albert y juntos subieron las escaleras. El rubio destendió la cama para que se acostara. En su interior, estaba agradecido por la oportunidad de arreglar las cosas con ella, en verdad no quería perderla de nuevo.
La joven parada junto a él, lo tomó ligeramente del brazo para llamar su atención y cuando él la miró le dijo: "Albert, perdóname, no debí decir lo que dije, sé que todo este tiempo ha sido difícil para ti"
El rubio dejó la almohada que tenía en las manos, la abrazó posando su frente sobre la de ella y cerró los ojos al tiempo que decía: "Pensé que alejarme sería lo mejor, quería regresar a ti como un hombre honesto para poder ofrecerte la vida que mereces."
- Te extrañe cada día.
- Y yo a ti preciosa – contestó besándola.
El beso se intensificó con el latir de dos corazones ávidos por reencontrarse, sus diferencias habían logrado alejarlos, pero sus almas, destinadas a estar juntas, fluían rápidamente como estelas de luz que al fundirse iluminaban cualquier oscuridad. El calor de aquel reencuentro se apoderó de sus cuerpos desatando un cúmulo de reacciones…
La sangre escocesa de Albert fluía con la fuerza y la pasión que caracterizaba a los guerreros de las tierras altas oscureciendo el color de sus pupilas, fortaleciendo sus músculos y conectando cada célula de su cuerpo con su alma rebosante de amor; aquella poderosa combinación se proyectaba haciéndolo increíblemente ardiente y sensual. Candy, por su parte, amaba con la pureza y la dulzura de las flores. Su sangre contenía aquel delicado perfume que al combinarse con la energía poderosa del amor la hacían impetuosa y seductora. Aquella noche, los rubios se abandonaron a aquella ardiente pasión que los llevó a conquistar las estrellas, parecía que sus cuerpos estaban hechos de un material divino que al combinarse se transformaba en lava incandescente que, con la frescura de la mañana, se solidificaba haciendo su amor mucho más fuerte. Sin duda los rubios se habían enamorado a primera vista, pero ese amor debía ser sometido a la presión y al fuego de las tribulaciones para que poco a poco se forjara como un hermoso diamante, transparente, fuerte y brillante.
Mientras tanto en Londres, una mujer se dejaba sobre la almohada sudorosa y con una mueca en los labios.
- ¿Qué? ¿acaso no te gustó?
- No estuvo mal, pero hubiera estado mejor si hubieras dejado de llamarme como esa estúpida. Estoy harta de que me usen para consolarse cuando no pueden tenerla.
- No parecía molestarte tanto cuando gritabas pidiendo más.
- Justo eso, quería más, pero como siempre te quedaste corto querido.
- ¿Cómo no hacerlo? Eres adicta al sexo, en cuanto tienes la oportunidad, devoras a cualquier hombre con el hambre de una vampiresa.
- Tal vez. Sin embargo, la sangre inglesa es tibia e insípida, prefiero la sangre ardiente de las tierras altas. William es poderoso y regio como un león, comparado con él, eres como un indefenso gatito.
- Pues tu león, ha puesto sus garras sobre una presa mucho más fina y delicada, que en este momento ha de estar devorando a placer – dijo el hombre con amargura.
- ¿De qué estás hablando? ¿Cómo es posible?
- ¡Ese estúpido se atrevió a poner sus garras en mi niña!… Estaba seguro de que se desilusionaría de él, pero el muy imbécil aprovechó para seducirla y no contento con eso me lo restregó en la cara.
- p…pero dijiste que no sabían dónde estaba ¿Cómo fue que se encontraron?
- Me enteré de que ese idiota estaba en Chicago; envié a alguien para verificar la información y me dijo que vivía con una mujer y su hija. Era el momento perfecto para que Candy supiera que su "gran amor" la había olvidado y derribar de una vez por todas el maldito pedestal donde lo había puesto. Pensé que Candy regresaría a mí y entonces aparecerías tu con el niño para obligarlo a casarse, así mataríamos dos pájaros de un tiro.
- Eres un estúpido, te dije una y mil veces que William no puede liberarse del hechizo de esa bruja. Debiste suponer que en cuanto la tuviera cerca haría todo por estar con ella.
- Pensé que era tan imbécil que jamás se atrevería a tocarla mientras no tuviera nada que ofrecerle, pero le valió, no le importó convertirla en su amante.
- Pues peor para ti, porque junto al él no tienes nada que hacer en ese departamento. Te dije que la llevaras a la cama en cuanto pudieras, ahora que ya ha probado a William cualquier cosa le parecerá poco ¿por qué no pudiste casarte con ella y ya?
- Porque no soy conformista como tú, yo no me conformo con tener un bulto a mi lado. Quiero que me mire como lo mira a él, quiero que se entregue a mi sabiendo que soy el único hombre en el mundo para ella.
- Tuviste tu oportunidad y perdiste, ahora va la mía. Con todo y que se haya acostado con ella, yo seré la legitima esposa de William, le diré a Douglas que traiga al niño y…
- ¡Tu no vas a hacer nada, ¿me entiendes?! te vas a quedar aquí, calladita como siempre y esperarás a que yo te diga que puedes salir. Ya me estoy encargando de todo para arruinarles la fiesta a esos dos.
- Pero no crees que si…
- ¡Nada! ¡dije que te quedarás aquí!
- ¡Por supuesto que no! Estoy cansada de este encierro, iré a hablar con el padre de William y él lo traerá de regreso.
- No harás nada si quieres volver a ver a tu hija.
- p..p…pero, dijiste que había muerto.
- Pues no, está muy cerca de aquí, pero si me desobedeces pronto lo estará.
- Eres un maldito egoísta, no te atrevas a tocarla.
- ¿Qué yo soy egoísta? ¿Acaso ya se te olvidó que te encontré viviendo en una favela de Rio de Janeiro, vendiéndote por unos cuantos reales? Sin mí ayuda, los Ardlay te hubieran encontrado hace mucho tiempo y te hubieran hecho trizas antes de entregarte a la policía acusada de robo de menores. ¿sabes que la familia de esa joven a la que le arrebataste al niño todavía lo está buscando?
- Estaba muerta, cuando me lo llevé, fue un acto de compasión.
- Si murió, después de que le diste una dosis de fentalyl para matar a cuatro personas.
- Solo quise ayudarla, dijo que no podía dormir… solo quería que me prestara al niño para tomarle unas fotos.
- Que conveniente, te hiciste amiga de una adolescente rebelde que vivía en las calles y que "curiosamente" tenía un bebé exactamente como lo necesitabas, rubio y ojos azules.
- Todo iba perfecto, estaba a punto de comprar la prueba de ADN, de no ser poque me robaron todo mi dinero.
- De no ser por tu vicio, te robaron porque llevaste a dos hombres a tu casa y dejaste que te amarraran a la cama.
- No fue culpa mía. Te lo dije, una vez que sientes en carne viva una pasión como la de William, nada es igual. He tenido a muchos hombres y mujeres y nadie se le compara.
- Como sea, hemos tenido que pagar mucho dinero para traerte de regreso, así que si sabes lo que te conviene te apegarás al plan.
- ¿Cuándo podré ver a mi niña?
- ¿para qué? Está mucho más segura lejos de ti, no vaya a ser que uno de esos degenerados con los que te metes abuse de ella.
- Te recuerdo que tu eres uno de esos "degenerados"
- Te equivocas, solo aprovecho la oportunidad para desfogarme un poco, pero cuando me case con Candy las cosas van a ser diferentes… me das asco.
En Lakewood, los rubios despertaban uno en brazos del otro…
- Buenos días, mi amor – decía Albert besando amorosamente la frente de Candy quien yacía recostada sobre su pecho desnudo.
- Buenos días, el sol está muy alto ¿Qué hora es?
- Como las 10:00 de la mañana.
- ¡Tan tarde!
- Si preciosa, parece que se nos pegaron las sábanas, pero no importa porque tenemos todo el día para nosotros solos ¿Tienes hambre?
- Un poco… Albert ¿por qué no me dijiste que renunciaste al clan?
- Porque aún no sé que pasará, George se fue a Londres y no he tenido noticias suyas. Traté de llamarle un par de veces, pero la llamada no se enlazó.
- Mi amor, pero tu amas a tu familia.
- Te prometí que de ahora en adelante solo seríamos tu y yo y lo voy a cumplir. Si todo sale como espero, nos casaremos y regresaremos a Paris para que puedas terminar la carrera; después nos estableceremos donde tu quieras y lo que hagamos será por nuestro futuro y el de nuestros hijos.
- Hablando de eso, he estado leyendo un poco… siempre he sido regular lo que significa que en los próximos días tal vez podría…
- Por mi está bien, pero si quieres esperar lo haremos.
- Es que yo nunca he tenido que tomar anticonceptivos – dijo la rubia un poco apenada.
- No te preocupes preciosa, si lo deseas yo puedo cuidarte. Para serte sincero, me encantaría tener a una pequeña princesa en mis brazos lo antes posible, pero entiendo que apenas nos reencontramos y necesitamos establecernos. ¿por qué no aprovechamos la espera y vamos a Nueva York a hablar con tu padre? Tal vez es un poco tarde, pero de todas formas me gustaría hablar con él. Si estás de acuerdo, le diré a George que nos encuentre allá.
- Claro, me gustará ver la cara de sorpresa de mi papá; aun piensa que estoy comprometida con James… por cierto, creo que tienes razón y es mejor poner distancia para evitar confusiones – dijo la rubia bajando la mirada.
- No hablemos más de eso, que te parece nos preparamos algo de comer y nos vamos.
- ¿Así de pronto? ¿No necesitamos reservar los boletos de avión?
- No mi amor, he tenido que viajar tanto que decidí adquirir un avión particular… ¿vienes? – le dijo poniéndose de pie para dirigirse al baño, la rubia admiró aquel escultural cuerpo desnudo y no pudo resistirse por lo que le dio la mano y ambos se dirigieron a la regadera.
Cinco minutos más tarde, el vapor inundaba el baño, junto con una serie de jadeos y suspiros producto de la entrega ardiente de los rubios bajo la cascada de agua, que por mas que se desbordaba no lograba apagar el candente deseo que los dominaba. En complicidad, saborearon las mieles del placer para después terminar la tarea entre caricias suaves llenas de burbujas. Más tarde, mientras Candy cocinaba un desayuno sencillo (que más bien era comida), Albert intentaba comunicarse con George y al no lograrlo, le dejaba un mensaje en su correo de voz diciéndole que lo vería en Nueva York, para después contactar al aeropuerto de Chicago y pedir que su avión estuviera listo para partir por la tarde-noche.
Los rubios llegaban a la gran manzana alrededor de las ocho de la noche, Albert deseaba registrarse en un hotel, pero Candy quería saludar a su padre lo antes posible, por lo que rentaron un automóvil y se dirigieron a la mansión White.
Al llegar, el timbre sonó y la empleada miró por la cámara de seguridad que se trataba de Candy, por lo que la dejó pasar sin avisar.
- Señorita Candy, que gusto verla.
- Gracias, Lalita pero ¿qué pasa? ¿Por qué grita papá? – preguntó Candy al escuchar una acalorada discusión entre el señor White y Sally.
- Es el pan nuestro de cada día – dijo la empleada rodando lo ojos.
Candy y Albert se dirigieron a la sala de estar de donde provenían las voces…
- ¡Es inaudito! Mi hijo necesita el tratamiento.
- Es muy arriesgado, el doctor dijo que podemos esperar a que crezca un poco más.
- ¡Si algo le llega a pasar, tú serás el responsable Robert White! – chillaba Sally a todo pulmón.
- Papá ¿Qué pasa? – preguntaba Candy viendo a su padre pasearse de un lugar a otro.
- ¡Lo que me faltaba, está entrometida en mi casa! – gritaba Sally abandonando el lugar furiosa.
- Papá ¿Está todo bien? discúlpanos por venir sin avisar no teníamos idea…
- Si hija, discúlpame tu a mí, no me hubiera gustado que presenciaras algo como esto. William, que sorpresa hacia mucho que no sabíamos nada de ti – dijo el hombre extendiéndole la mano.
- He estado viajando… por negocios.
- Eso escuché, ¿gustan algo de cenar? – puedo decirle a Lalita que les prepare algo.
- No gracias, cominos en el avión. Acabamos de llegar provenientes de Chicago.
- ¿Chicago? Yo te hacía en Paris ¿sucedió algo?
- Si papá han sucedido muchas cosas, pero… ¿puedo preguntar por qué discutían Sally y tú?
- El doctor del niño recomienda una punción lumbar para descartar meningitis, pero el especialista dice que es muy pequeño y que los síntomas que presenta no son significativos por lo que podemos esperar a que crezca un poco más. Sally está empeñada en que se lleve a cabo y yo coincido con el especialista. Últimamente lo he visto un poco mejor, de hecho, su última recaída fue hace dos meses cuando viajé para supervisar las colecciones que se están creando. Tu hermano, no tiene ni cuatro años y ha pasado más de la mitad de su vida en hospitales, pienso que merece un poco de descanso.
- Lo lamento, es un niño encantador.
- Dime hija ¿A que debemos esta visita tan repentina?
Candy vio a su padre sumamente cansado, por lo que decidió esperar para hablar con él.
- No te preocupes papá, es tarde descansa, platicaremos mañana ¿verdad Albert?
- Claro, además tenemos que registrarnos en el hotel.
- ¿Cómo que un hotel? Por supuesto que no, está es su casa.
- En verdad no queremos molestar ¿Ya viste la actitud de Sally? – dijo Candy.
- Ni hablar, esta es mi casa y yo decido quien se queda. Hija tu habitación está lista como siempre y William, le diré a Lalita que te prepare una de las habitaciones para huéspedes.
- Gracias – dijo William resignándose a pasar un par de días en casa de los White.
Era de madrugada cuando William se despertó inquieto, no había escuchado nada de George y no tenía ni idea de lo que significaba, esperaba poder dejar ese asunto finiquitado antes de hablar con el señor White, pero al parecer eso no sería posible. De repente, escucho un golpe seco en el pasillo y salió para ver si todo estaba bien; se encontró con Sally tratando de levantarse, al parecer se había tropezado con un escalón.
- ¿Se encuentra bien? – le preguntó mientras la mujer recogía un biberón con leche que llevaba en la mano.
- Si no te preocupes, solo fue un tropezón – dijo la mujer nerviosa.
- ¿Sally?
- ¿sí?
- Se le cayó esto, tal vez el gato necesite la medicina – dijo entregándole un frasco de medicina para gatos que el rubio había identificado gracias a su experiencia como veterinario.
- Ah, si… ese estúpido animal – dijo la mujer tomando el frasco y se apresuró a seguir.
Al día siguiente, el rubio recibió un mensaje de George diciéndole que se verían para desayunar en un exclusivo restaurante de la bahía. Albert le dijo a Candy que deseaba hablar primero con George para saber a que atenerse antes de sentarse con el señor White y la rubia estuvo de acuerdo.
Durante el desayuno, los jóvenes pudieron convivir con el hermanito de Candy, mucho más delgado y bajito que un niño de su edad, con problemas de movilidad, de habla y un par de enormes anteojos de fondo de botella, pero con ojos brillantes y una sonrisa tierna.
Mal se habían levantado de la mesa y el niño comenzó a vomitar profusamente. De inmediato el señor White llamó al hospital para avisar que iban para allá. Candy decidió acompañar a su padre ya que Sally había salido temprano sin decir a donde y William tendría que encontrarse con George.
A la hora indicada, el rubio llegó, preguntó por la reservación a nombre del francés y fue conducido a un privado con amplia vista a la bahía, un par de minutos después la hostes regresó escoltando a una persona que, para sorpresa de Albert, no era George sino su propio padre.
Después de tomar asiento y ordenar una botella del mejor vino de la casa, el patriarca miró directamente a los ojos de Albert y le dijo:
- ¿Qué tal hijo? Así es que quieres renunciar a la familia…
Continuará…
Hola a todas, muchisimas gracias por su paciencia. Es conmovedor todo el cariño que recibo a traves de sus comentarios, me hace sentir comprometida para tratar de brindarles una historia que sea de su agrado. Aunque trato de comenzar a escribir los lunes, en realidad durante la semana tengo muy poco tiempo para hacerlo (este capitulo lo comencé apenas ayer), pero trato de publicar al menos una vez por semana (casi siempre en domingo). Esta historia se acerca a su fin, esperemos que todo salga bien con nuestra pareja favorita (alguna diablilla por ahi está intentando meterme la espinita para que no se queden juntos). Veremos que dicen los rubios... :)
En el trabajo, durante la hora de mi lonche, leo algunas de sus increibles historias, perdonenme por no escribir muchos comentarios, solo tengo media hora para comer y leer, pero en realidad las disfruto mucho y soy su admiradora. Esta semana he quedado atrapada leyendo "Lo que la vida me regaló" de Luz de luna82, La Esclava de Carol Aragon, Fabula de Amor de JacLuna22 y por supuesto Amor Eterno de Rossardlay. Felicidades chicas todas son excelentes!
