Hola nuevamente de antemano les pido una disculpa por no haber podido actualizar estos dos ultimos meses la historia, pero la verdad estuve concentrada en compromisos personales, laborales ademas de otros proyectos que tengo en puerta. Deseaba subir el capitulo desde ayer, porque ya llevo un año escribiendola y mil gracias por las muestras de cariño por parte de ustedes.
Prometo no volverme a perder por tanto tiempo tanto que ahorita me encuentro escribiendo el proximo capitulo, el cual contendra parte del pasado de Violet y sin lugar a dudas el "cariño especial" que esta sintiendo Gilbert por Luculia provocara dudas en él.
Perdonen la falta de ortografia.
No olviden dejar su review.
"…." Flashback y/o pensamientos
Hablan- Presente
Muchas gracias, cuidense mucho.
Los quiere. TheOtherDestiny.
Capítulo 24: Regreso
"Sentía su estómago estrujarse cada vez que los veía juntos, aunque sea por mero trato Mayor ha saldado, podía ver a través de los ojos de su hermano la dedicación y amor que plasma cada vez que ella está cerca, provocando que sus puños se apretaran al ver cómo le correspondía, aunque sus ojos zafiro seguían sin expresar nada, ninguna maldita emoción.
- "Solamente esa vez hizo más que una expresión" – cerro los ojos al imaginar nuevamente a Violet con sus mejillas sonrojadas, sus gemidos tímidos y como cerraba los ojos al llegar a un orgasmo. – "Soy un maldito enfermo".
- Dietfried, que sorpresa verte. – se acercó el menor a su hermano viéndolo en la entrada de la tienda. – Adelante, estaba enseñándole a Violet como escribir, sabes es muy buena. Ademas aprende muy rápido.
Sus ojos esmeralda se encontraron con los zafiro de ella, los cuales nunca lograba descifrar que deseaba transmitirle frustrándose al darse cuenta que a pesar de haberla conocido primero, de haberse hipnotizado por la sobrina de la amante de su padre, por un ser el cual su vida cambió radicalmente al ser de quien es hija…tal como sucedió con él.
- Realmente no entiendo esa afición tuya por ayudar a las herramientas, Gilbert. – debía de seguir ignorándola, que su sola existencia no le afectara. – Ella nunca cambiara, aunque le enseñes todos los modales, un arma siempre es un arma.
Vio como su hermano apretaba los puños y como los ojos zafiro se apartaban, deseando no verlo. Justo cuando su hermano iba a debatirlo vio entrar al maldito saldado que se osó de dedicarle una mirada nada grata en su última visita, pero lo que no saco de sus casillas fue que antes de decirle a Gilbert acerca del nuevo blanco su mirada gris se posó en todo el cuerpo de Violet.
- Es mejor que te quedes Dietfried es muy peligroso, tenemos un nuevo blanco y me temo que al ser quién eres…
- Comprendo. – decía acercándose a la cama más cercana mientras se quitaba su saco. – No me molesta dormir en la intemperie a fin de cuentas tuve la misma preparación que tu hermanito.
Se burlo al ver el desconcierto de este y diciéndole que debía de dirigirse con sus hombre a las orillas del lugar esperando las nuevas instrucciones de Claudia, dejando solos a la joven con él.
- Deberías de haber ido con Gilbert, recuerda que tu única función es protegerlo. – se encontraba recostado en esa extrañas mantas como cama, viendo como el fleco ocultaba su mirada. - ¿Qué tanto escribías? – suspiro derrotado por más que lo deseaba cada vez que se encontraba solo con ella bajaba sus defensas.
Violet se sorprendió al escucharlo y sin mostrar ninguna expresión en sus labios tomo cuidadosamente la hoja entregándosela al hombre que al verla enarco una ceja sin comprender.
- El mayor Gilbert no desea que lo acompañe en la vigilancias nocturnas. – comenzó a narrar como si estuviera narrando una misión. – Ademas de que varios compañeros hacen comentarios fuera de lugar acerca de nuestro trato.
- ¿Qué has escuchado? – no pudo ocultar su odio a través de su voz. -Responde.
- Que el Mayor Gilbert y yo hemos hecho lo que hace tiempo hicimos. – decía en automático Violet. – Escribía una parte de un escrito de un libro del Mayor.
Pero Dietfried ya no la escuchaba sino sintió una rabia enorme con aquellos soldados, que en lugar de procurarse en proteger a su gente prefería divulgar chismes o verdades que el mismo negaba en aceptar, sin esperar más tiempo se levantó abruptamente.
- ¿A dónde va? El Mayor Gilbert dijo que…
- Escuche perfectamente lo que dijo mi hermano. – dirigió una gélida mirada en la rubia. – Iré a encargarme de esa situación que Gilbert por su débil carácter no ha podido controlar.
Sin más dejo a Violet con la mirada vacía viendo directamente ese escrito, que si bien, era un fragmento del libro favorito del Mayor. Esas palabras que escribió fue a través de una sola imagen, de aquella persona que se acaba de ir como si la muerte lo persiguiera. "
Violet abrió lentamente los ojos ante haber soñado un suceso que involucraba a Dietfried, dirigió su mirada al rostro de él, percibiendo que aun la abrazaba posesivamente por la cintura contemplando lo hermoso que era, desde su nariz perfilada, las pequeñas ojeras que tenía deteniéndose en el lunar debajo de su ojo izquierdo y una perceptible sonrisa aprecio en ella viendo como su larga cabellera regresaba, bueno lo tenía hasta el hombro, pero siempre le ha gustado el cabello de Dietfried. Era tan oscuro como la noche, pero tan transparente como el mar que podía hipnotizarla, algo que ni siquiera el Mayor Gilbert pudo provocar en ella.
- Si sigues tocándome así, no responderé de lo que pueda hacerte. – levanto su mirada para encontrarse con la esmeralda de su esposo que la miraba con una sonrisa ladina. - ¿Qué tanto pensabas? – acercándola más sus desnudos cuerpos.
- En que pronto crecerá su cabello. – tocándolo. – Siempre me ha gustado su cabello largo.
La piel de Dietfried se erizo ante el recuerdo que tuvo con Violet siendo Elizabeth y como esa tierna niña de diez años ahora se encontraba desnuda, convertida en su esposa.
- No tiene nada de especial, mi padre lo odiaba y siempre por llevarle la contra lo portaba así. – recalco algo demasiado obvio mientras dejaba el cuerpo de Violet volteado boca abajo y él se posicionaba detrás de ella. - ¿te sientes cansada?
Abochornada por la nueva posición en la que se encontraba, Violet negó con la cabeza meciendo su largo cabello dorado, provocando que Dietfried apreciara la nueva faceta de su esposa que adoraba. Sin previo aviso fue recorriendo con sus labios la delicada espalda de la rubia sintiendo como se estremecía, mientras una de sus manos se dirigió a su sexo comenzando a estimular su clítoris y logrando que los suaves sonidos de sus labios salieran.
- Di-Dietfried…por favor…- suplicaba Violet y es que desde sus encuentros más íntimos con el Almirante sentía una necesidad nata de sentir sus cuerpo unidos.
Sonrió arrogante adoraba cada faceta de su joven esposa, pero últimamente sentía el cuerpo de esta más sensible ante su toque. No es como si se estuviera quejando, pero Violet extraña vez le propone hacer el amor y desde que llegaron hace una semana en esa playa no dejaba de solicitarlo, sin más miramientos fue adentrándose poco a poco en Violet quien simplemente gimió al sentirlo por completo esperando a que se acostumbrara.
- Eres tan bella. – alejando unos mechones de su espalda viendo desde su posición la pequeña cintura de ella, así como sus glúteos y como su cabello caía en ambos lados de su rostro sonrojado. – Comenzare a moverme.
Violet simplemente asintió abochornada ocultando sus gemidos a través de la almohada y apretando las sabanas ante cada embestida de Dietfried sintiendo por fin aquello que tantas veces Cattleya hablo con ella, su cuerpo era movido hacia adelante ante cada movimiento del pelinegro ganando gemidos más sonoros. De reojo vio el perfil del Almirante como la luz del sol que adhería a su color de piel, su cabello azul azabache hasta los hombros se pegaban en su frente incluso delineo cada uno de los trabajados músculos de Dietfried apreciando lo hermoso que era no solo por dentro sino por fuera y como fruncia el ceño al ejercer más presión en sus estocadas.
- ¡Ah! – gimió más fuerte al sentir como Dietfried la tomaba con una mano de la cadera mientras que su otra mano la acercaba a su cuerpo tocando su seno.
Cerro los ojos al sentir como su espalda tocaba el pecho de su esposo.
- ¿T-Te dolió? – arrugo su entrecejo siempre preguntaba eso cuando hacían el amor, desconcertándola por completo.
- N-No. – tartamudeo, ladeo su rostro y con una mano lo tomo por el cabello acercando sus rostros para besarlo de la misma forma que él había enseñado, insertando lentamente su lengua ocultando los gemidos y gruñidos de ambos. – P-Puedes ir más rápido…Mmm… No me romperé.
Sus ojos se abrieron al encontrarse con el zafiro de Violet mientras le regalaba una sonrisa sincera y sin más miramientos la volvió a colocar en la cama, separando su unión al voltearla quedando ella boca arriba y sin previo aviso tomo sus piernas para colocarlas en sus hombros comenzando a tomarla sin medida. Viendo como cerraba los ojos mientras echaba su cabeza hacia atrás y volvía a gemir su nombre en innumerables ocasiones, verdaderamente amaba a Violet era perfecta de pies a cabeza sin poderse resistir tomo ambas manos de ella, que al hacerlo había abierto los ojos. Comprendiendo que aún se sentía insegura portándolos. Ambos sentían como algo crecía y estaba a punto de explotar algo que desde hace tiempo sus cuerpos identificaban, Dietfried bajo las piernas de Violet colocándoselas en la cadera tomando como invitación a la rubia en abrazarlo con ella, al mismo tiempo que rodeaba su cuello y se besaban, sus estocadas eran más rápidas, firmes y certeras. Sin miramientos tanto Dietfried como Violet llegaron al cielo con ese clímax sintiendo como sus fluidos volvían a mezclarse.
- Sin lugar a duda extrañare esta luna de miel. – decía divertido ganado una pequeña risa de ella, tomo varios cabellos desordenados de su fleco y beso su frente como cada vez que tenían relaciones. – Eres tan bella y joven Violet.
Amaba su rostro, pero al mismo tiempo volvían a él las palabras de su progenitora aquellas que si un día se decidía a hablar ella terminaría odiándolo, pero…
- Se que lo he dicho varias ocasiones, pero gracias. – sintió las manos que a pesar de ser de metal ante su tacto eran cálidas como ella. – Gracias por estar conmigo Dietfried, por encontrarme y sobre todo por no abandonarme.
Esas palabras eran como dagas o espinas que comenzaban a incrustarse en él, porque Violet era quien estaba agradeciéndole mientras que seguramente por dentro estuviera Elizabeth Windsor maldiciéndolo por haberla orillado a ese destino, uno que al cerrar los ojos no podía imaginarlo separado de ninguna de ellas.
- Realmente es bueno saber que mi salud está bien. – decía Oscar Webster mientras se hacia sus anuales chequeos médicos. – Me alegra que en Leiden tengan a tan buen doctor como usted joven Shield.
El pelirrojo se encontraba acomodando su ropa, y sonriendo al recordar que detrás de esa puerta estaba Iris esperándolo. Sonrió al no visualizarse nuevamente enamorado y con una nueva razón para esforzarse al máximo, al principio deseaba ayudar a la joven doll, pero con el tiempo descubrió que la castaña era todo lo contrario que buscaba en una mujer sorprendiéndolo en lo fuerte, decidida y perseverante que era al alcanzar sus sueños, además de que pronto se convertirían en marido y mujer.
Hasta que una risa lo saco de sus pensamientos.
- Y a mí me alegra que un paciente derrochando miel. – se burló el medico cínicamente y es que desde su encuentro con Benedict y Erica dejo esa fachada. – No deberías de que preocuparte Oscar, aun eres joven podrás tener próximamente unos pequeños pelirrojos o castaños corriendo alrededor tuyo.
Oscar se rio ante el comentario subido de tono de Víctor, aunque le sorprendía la forma en que se refirió a su enamoramiento por Iris.
- Por su forma de expresarse me imagino que usted nunca se ha enamorado, Doctor Shield. – el comentario del dramaturgo lo sorprendió. – Estaría más que feliz en tener pronto unos hijos con Iris ya que pronto entrare a los cuarenta y en lugar de ser padre jugare el roll de ser abuelo.
- Puedes decirme Víctor, el doctor Shield es mi padre. – se sentó en el escritorio comenzando a escribir las indicaciones para el hombre. – Y respecto a su cuestionamiento interno, Oscar. No nunca me he enamorado y espero no estarlo nunca. – una sonrisa cínica se volvió a formar. – Siendo honesto nunca le daría la oportunidad a alguien de destruirme.
- ¿De destruirlo? – Webster enarco una ceja sin comprender. - ¿Cómo un sentimiento tan puro como el amor podría destruirlo?
El medico solo se rio recordando el amor infinito que su padre profesaba por una mujer de la calaña de su madre, una mujer sin escrúpulos o amor propio que prefirió ser la amante de un sujeto tan repugnante como era Albert Bougainvillea, dejando de la lado sus valores y principios incluso dudando en que el ataque hacia su Tía Nina y primos haya sido un accidente. Entonces rápidamente vino la imagen sonriente y feliz de Erica, apretó los puños frustrado mientras cerro rápido sus ojos.
- Usted no lo vería con la misma objetividad que yo Oscar, por el simple hecho de que usted se encuentra enamorado de la señorita Cannary, pero puedo cuestionarle algo. – el ojiverde asintió. - ¿usted sería capaz de perdonarle todo? Incluso si eso dejaría de lado todas sus creencias.
El dramaturgo alzo las cejas ligeramente recordando como ese joven llamado Emonn siempre deseaba hablar a solas con él para contarle la verdad acerca de su relación con Iris. Cuestionándose por primera vez ¿Iris le habría mentido? Su silencio hizo que Víctor ampliara su sonrisa, sin comprender que estaba muy lejos de lo que Oscar pensaba.
- Lo vez. – levantándose de su asiento. – Es muy fácil profesar un amor a diestra y siniestra, pero cuando uno no está consciente de lo que verdaderamente conlleva amar, una de las partes siempre saldrá lastimada y en el peor de los casos a la desdicha de terceros.
Oscar sonrió simplemente tomando la receta junto con su saco y quedando frente al joven comprendió que…
- Con esta lección de vida que me estas mostrando Víctor, al parecer el débil no es aquel que se enamora, sino él que vive del amor a través de otros que ya no están con nosotros. – eso desconcertó al joven Shield. – Sin preverlo o planearlo encontraras esa persona y puede que algunas cosas cambien, pero mientras sus corazones sigan unidos la duda saldrá sobrando.
- Verdaderamente reconozco que su fama de dramaturgo se ha extendido por todos los lugares. – dijo serio el ojiazul. – Espero mi invitación a su boda con la joven Cannary. – extendiendo su mano para despedirse.
- Téngalo por seguro. – los ojos olivo de Oscar decían que ese hombre frente a él se encontraba enamorado de alguien, y tanta era su soberbia que esperaba que lo reconociera a tiempo. – Y espero que no sea demasiado tarde para ti, Víctor.
Viendo como salía de si consultorio el dramaturgo suspiro derrotado, realmente esa clase de temas siempre terminaba en desesperarlo y últimamente no podía sacar de su cabeza el rostro lleno de dolor manchado de lágrimas de Erica.
- "Ella se lo busco". – arrugo el entrecejo en recordar cómo se encontraba su primito en la casa de esta. – "Aunque no debería de haberme enojado así, nunca dijimos que seriamos exclusivos".
- Con esa expresión y omitiendo el color de tus ojos, eres la viva imagen de Albert. – la voz pacífica y demasiado tranquila de un tercero lo saco de sus pensamientos. – No deberías de verme así, vengo en son de paz.
Los ojos esmeralda de la mujer tomaron las manos frías del joven viendo que físicamente Víctor Shield era una copa de su difunto esposo y Gilbert, pero en carácter era idéntico a Austin al grado de verdaderamente asustarla, cuando todo explote y esperando que su hijo al menos encuentre ayuda de su medio hermano.
- Me sorprende encontrarla aquí nuevamente señora Amelia. – tomando una de las manos de la mujer para besarla en forma de saludo. – Aunque no crea es un placer verla, aunque no en este lugar.
Sonrió ante el comentario y de armarse de valor para buscar la ayuda que necesitarían.
- Le creo joven Shield. – rio. - ¿podríamos adentrarnos a su consultorio? Necesito hablar de algo delicado con usted.
Los ojos azules del hombre podían mirar una sonrisa cálida, pero lo que estaba frente a él era una mujer a punto de desmoronarse una que en cualquier momento se derrumbaría, deduciendo que…
- Viene a hablarme de Elizabeth y Dietfried, ¿no es así? – vio como la señora Amelia asentía. – Sea lo que sea, créame que cuando la bomba explote no habrá poder humano que detenga la mano de mi padrino y con justa razón. – cerrando la puerta mientras veía como la mujer se sentó frente a él. – Lo que hizo Dietfried fue ocultar a la hija de un Almirante de alto rango, además de orillarla en participar en la guerra, donde perdió lo brazos y ustedes bueno…ustedes lo perdieron a él.
- Tú también lo perdiste, recuerda que Gilbert era también tu hermano.
Amelia saco de su bolso una fotografía de sus hijos el día en que ascendieron a sus puestos entregándosela al joven, que al verla se quedó viendo fijamente a sus hermanos.
- Se que no tengo cara moral de venir a solicitarte tu ayuda, pero…no vengo como la esposa de Albert buscando o reclamando acerca de algo que sucedió hace tiempo y de lo cual ustedes solo han sido víctimas de la situación.
- Usted también lo ha sido. – respondió en automático. – Ese hombre junto con Sara, Albert cambio el oro que tenía en casa por el cobre que tenía ella. – suspiro. – Pero afirmo lo que dije no intercederé cuando Dietfried está a punto de…
- Me quedan solo pocos meses de vida, joven Víctor. – aquello hizo que Shield se quedara callado viéndola impresionado. – Mi único deseo antes de partir es salvar a mi hijo junto con Violet de lo que aproxima y sé que es mucho pedir esto, pero si es necesario rogar, lo hare. Si debo de partir será viendo como mi Dietfried es feliz al lado de Vio…no Elizabeth y aunque lo dudes. – tomo más fuerte la mano de él. – De que por fin seas libre de la maldición de los Bougainvillea.
Buscaba desesperadamente con la mirada a Iris, después de abandonar el consultorio de Víctor pudo visualizar a Erica que al verlo simplemente lo saludo, argumentando que se encontraba acompañando a la señora Bougainvillea a un chequeo médico, pero que esta también había desaparecido. Sonrió al imaginarse que probablemente la castaña se encontraba hablando con la mayor comprendiendo que Iris, aunque mostrara esa careta de pocos amigos era un ser demasiado amable.
- Ya te dije Emonn no me casare contigo, ¿Por qué demonios ni mi madre ni tu comprenden? – susurraba realmente alterada una voz muy conocida para Oscar. - ¿acaso te gusta verme sufrir?
- Te equivocas Iris. – decía el joven mientras se acercaba a ella, pero al ver su acción simplemente se alejó provocando que arruga el entrecejo. – La que parece no comprender eres tú Iris, nosotros tenemos costumbres completamente diferentes a los capitalinos a Leiden, por eso mismo es necesario que nos casemos o ¿acaso quieres que ese hombre se entere que…?
- ¡CALLATE! – finalmente exploto. – Cállate maldita sea, lo que ocurrió esa vez entre nosotros fue un error que no volveré a cometer. – había pequeñas lágrimas en sus ojos. – No te miento te quise y demasiado Emonn, pero tu jugaste conmigo al desecharme después de haber obtenido lo que quisiste.
Esas palabras sorprendieron a Webster quien se encontraba detrás de la joven viendo fijamente los ojos cafés del ex enamorado de su comprometida.
- Pues no parecías muy arrepentida mientras tu y yo hacíamos el amor. – aquello descoloco a los presentes en distintas maneras. – No creo que cualquier hombre con sentido común acepte, así como así a una mujer que ya no es doncella Iris, puede que sean de "mente abierta", pero escúchalo bien una mujer vale por su decencia… ¿no es así señor Webster?
Los ojos de la joven se abrieron desmesuradamente mientras volteaba para encontrarse con la mirada igual de impresionada del pelirrojo, que simplemente entornaba su mirada del joven a Iris, comprendiendo por fin porque los padres de esta se enfocaban tanto en casarla con el hombre frente a él. Dándose cuenta que las palabras de hace unos momentos del joven Shield inconscientemente se habían pronosticado, pero algo muy dentro de él se mantuvo tranquilo, porque bien le dijo a ese joven que el amor nunca era destructivo si se encontraba a la persona perfecta con sus virtudes y defectos amándolos por igual, como lo hizo esa joven frente él sin juzgarlo como lo hizo Violet al enterarse de su trágica historia, de la muerte de su esposa y su amada hija. Porque Iris aprendió a quererlo aun con sus fantasmas por eso mismo…
- La mente abierta sirve para cambiar de horizontes y opiniones joven Emonn. – dijo sonriente acercándose a ambos. – Uno comete muchas clases de locuras y aventuras en la juventud miré mi ejemplo, lo obtuve todo y en un abrir y cerrar de ojos se me fue arrebatado.
Esas palabras hicieron que Iris agachara la mirada al recordar como Violet había llegado hace tiempo narrando su experiencia al trabajar con el dramaturgo, pero se sonrojo al sentir la mano de Oscar entrelazarse con la suya.
- Por eso mismo no soy quien para reclamarle algo a Iris y mas tomando en cuenta que lo hizo porque pensaba que esa persona era la indicada, sin embargo.
El pelirrojo fue acercándose con una sonrisa al joven y en un parpadeo lo golpeo en la mejilla logrando que cayera al piso mirándolo impactado, para después fruncir el ceño.
- Un caballero nunca expone a una dama, deja muy por debajo no la reputación de ella sino la dignidad de él mismo. – volteo para tomar nuevamente la mano de ella. – Creo que es hora de irnos y al parecer tendremos que adelantar la boda, querida.
Ante el apelativo cariñoso del dramaturgo Iris asintió regalando una de las sonrisas mas hermosas que su mirada verde haya visto comparándola por un instante en aquellos que significaron algo importante en su vida.
Se encontraba realmente nerviosa después de haber descubierto que Iris no se encontraba con la señora Bougainvillea y que esta última había desaparecido al escuchar las indicaciones de su médico de cabecera se preocupó, pero aún más al encontrarla de la mano de aquel hombre que deseaba olvidar.
- Perdona por no haberte dicho Erica. – sonreía tiernamente la mujer. – Tuve que pasar a hablar con Víctor, su padre los últimos años me ha recetado una medicina realmente tranquilizadora. – el joven sabia que era mentira. – Bueno Querido. – viéndolo directamente. – Me alegro haber charlado contigo, realmente es reconfortante hablar con ustedes los jóvenes hacen que recordemos tanto nuestra juventud.
El nombrado solo asintió sin despegar por completo su mirada zafiro de Erica que simplemente tenia pequeños espasmos en su pequeño cuerpo.
- Miren ahí está Tiffany, iré a verla y cuestionarle si ya tiene noticias de Patrick. – decía rápidamente al dirigirse con la nombrada dejando solos a ambos.
- Creo que es mejor retirarnos muchas gracias y…
- ¿Por qué no me dijiste que te involucraste con Benedict? – soltó sin mas viendo como ella levantaba su mirada alzando las cejas. – Sabes puede llegar ser muy incomodo para alguien estar compartiendo encuentros con alguien que tiene una relación. – oculto sus puños en sus bolsillos. – Mas aun tomando en cuenta que somos primos él y yo.
Erica sonrió triste ante el análisis del hombre, cuestionándose ¿Qué había visto en alguien como él? Víctor Shield era alguien egoísta, soberbio, engreído y orgulloso hombre que ni en sus más remotos sueños hubiera imaginado en compartir un momento con él o si quiera dirigirse mas de una palabra. Pero ahora se encontraba ahí dándose cuenta que siempre supo como era realmente y aun así lo acepto, comenzó a amar cada faceta del médico, dejando en segundo plano sus principios y lo que siempre considero importante para una mujer el amor propio.
- Puedes interpretar lo que quieras joven Shield. – se agradeció internamente en no haber tartamudeado. – Yo tengo mi consciencia limpia respecto a la relación que tengo con Benedict y …lo que tuvimos no fue mas que un juego, ¿no? Nunca aclaraste que éramos. – vio cómo iba a debatirla, pero levanto su mano indicándole que guardara silencio. – No te estoy reclamando nada, ya que fuimos los dos en habernos equivocado en ese juego absurdo, pero…no te odio es mas incluso te agradezco por muchas cosas y entre ellas es que me hiciste ver la realidad de mi vida.
- Erica, yo…- no podía articular ninguna palabra se sentía con un nudo en la boca del estomago y con unas inmensas ganas de tomar a la castaña para acostarse con ella incluso de …perdonarla.
- Muchas gracias, joven Shield. – la doll estaba a punto de romperse. – Creo que es momento de romper nuestro lazo o sea lo que hayamos tenido. Solo espero que sea feliz y encuentra la paz que tanta falta le ha hecho falta en su vida.
Viendo como ella se despedía, con una sonrisa triste mientras se dirigía con ambas señoras que al verla comenzaron una plática, pero a su mente no venia solo Erica sino toda su vida desde aquella familia feliz que pensó que tenía, la huida de su madre con Albert, el aborto espontaneo de esta, como Sara se enclaustro en su sufrimiento sin importarle su padre o al menos su hijo. Porque ahí verdaderamente comprendido Víctor Shield que su real enemigo no era el amor sino era él mismo y el recuerdo de su madre…de Sara Shield.
Benedict veía maravillado como esa joven tocaba el piano con suavidad y armonía, el perfil de su concentración le regalaba las finas fracciones que tenia desde su largo cabello amatista hasta sus ojos bicolores al contraste de la luz. Para el Lux Windsor era un completo misterio, sabia que era su hermana adoptiva porque Austin se había encargado de su tutela y que esta sentía una enorme admiración por el Almirante de la Marina al grado de complacerlo en todo, viéndolo constantemente como un enemigo.
Cuando escucho como la melodía había terminado, sin dudarlo comenzó a aplaudir sorprendiendo a la joven que al verlo enarco una ceja e internamente le agradecía con la mirada su gesto.
- Verdaderamente tocas el piano muy bien. – sonrió. – Me recordaste a mi madre.
Aquello saco de su sintonía a Lux y sabia que el rubio no mentía al ver su semblante nostálgico y triste donde seguramente recordaba a su progenitora y hermana.
- Muchas gracias, la verdad aun se me complica un poco en tocar esa melodía. – se hizo a un lado del asiento invitando indirectamente al joven. – Es la melodía favorita de mi padre, decía que tu madre solía tocarla para ti y tu hermana, además de que la compuso para el hijo de una de sus mejores amigas.
- Eso no lo sabía. – murmuro impactado. – Bueno pues déjame decirte que tocas maravillosamente, obvio no tanto como mi madre, pero si como una pianista profesional.
- Es curioso, ¿sabes? – Benedict despego su mirada en las teclados del piano para verla. – Como puedes soltarte, así como si nada respecto a tu madre y hermana, pero a nuestro padre lo crucificas como el peor de los hombres.
El joven Blue no sabia como responder ante eso, sabía que Austin no tenía la culpa, bueno al menos no directamente, pero si tan solo el hubiera separado de su piel ese traje de Almirante para ser un verdadero padre, probablemente no se encontrarían en esa situación.
- Nuestro padre también a sufrido la ausencia tuya y de Elizabeth, mas aun al comprender que posiblemente todo haya sido provocado por nuestra tía Sara y el señor Bougainvillea.
Lux recordó el diario que leyó de Sara Shield donde reconocía todos sus delitos, su adulterio y como ella había dado la orden de acabar con la vida de su propio hermano.
- ¿Qué dijiste, Lux? – el cuestionamiento lleno de escepticismo de Benedict la alertaron que hablo de más. - ¿Cómo es eso que la madre de Víctor y el señor Bougainvillea provocaron esto? – tomándola fuertemente del antebrazo.
- ¡Auch! Me estas lastimando. – trato de soltarse, pero comprendido que Benedict Blue realmente se encontraba furioso. – Por favor suéltame.
Sin previo aviso otra persona ingreso al salón empujando al ojiazul provocando que los presentes estuvieran desconcertados.
- Creí haber escuchado por Luxie, que la soltaras. Benedict. – soltó aburrido Víctor Shield. – No vuelvas a tocar a mi prima de esa forma, ¿me escuchaste?
- Pero ella dijo que…
- Si deseas descubrir la verdad sobre nuestras familias es mejor que lo consultes con los implicados. – viendo como se incorporaba Benedict. – Pero créeme que cuando lo descubrirás serás bienvenido a un retorno sin regreso al infierno.
Esas palabras hicieron que Benedict se cuestionara internamente, ¿Quién demonios eran verdaderamente los Windsor y los Bougainvillea?
Sus ojos esmeralda veían aburrido el puerto del lugar, esperando por encontrarse con esa persona que había descubierto su paradero y arrojado indirectamente a sus brazos a la pequeña pelirroja. Cerro los ojos frustrado recordando la actitud carente de vida de Luculia, después de su intento en quitarse la vida al enterarse de la muerte de su hermano cuestionándose… ¿así había reaccionado Dietfried? ¿Su madre tenia las mismas ganas de morir como la joven doll o incluso Violet al ser alguien tan especial para él? Pero no era tonto sabía que también la actitud de Luculia cambio después de ese beso que compartieron en la tina de baño, provocando un irremediable deseo hacia ella que anhelaba apagar siendo ella la protagonista de sus constantes fantasías sexuales.
"Comenzó a besarla desespera mente mientras su mano metálica tocaba la suavidad de su piel, percibiendo por su toque como temblaba correspondiéndolo tímidamente, después fue bajando el camino desde la clavícula de ella hasta el lóbulo de su oreja, escuchando un pequeño gemido por parte de esta.
- Gi-Gilbert…por favor. – gimió pudorosamente la joven pecosa.
Interpretándolo como una invitación a continuar, volvió a besarla ingresando su lengua encontrándose con la tímida de ella, sonriendo entre el beso al comprender que seguramente era el primer beso de la joven doll. El cuerpo de Luculia era un mar de sensaciones desde la tristeza por la muerte su hermano hasta las caricias que le estaba proporcionando el Mayor Gilbert, pero entonces recordó algo importante…
- "Él ama a Violet". – recordando como la mirada del hombre cambiaba ante la mención de su mejor amiga. – "Sigue amándola y esta haciendo todo esto para que no me sienta mal o sola, pero…" Por favor. – volvió a decir al sentir como las grandes manos de él se dirigieron al nudo de su toalla deseando quitarlo. – Por favor, Gilbert…no quiero por favor no…
Y entonces ante la sorpresa de ambos cayo desmayada ardiendo en fiebre, matando o mas bien golpeando directamente el rostro de Gilbert al comprender lo que sus hormonas deseaban hacerle a Luculia…
- Por dio estuvimos a punto de hacer el amor. – soltó un sonoro suspiro frustrado y mas aun al recordar como tuvo que cargarla a su habitación cambiándola rápidamente, para dirigirse y encargarse de su "propio problema". – Si tan solo pudiera retroceder el tiempo…
Viendo las olas azules de mar, el cual se encontraba inquieto por las nubes negras que lo rodeaban. Ya que esta temporada era de tormentas y lluvias en exceso, pero sus cuestionamientos fueron interrumpidos por una voz demasiado conocida para él, volteando lentamente al ver frente a sus ojos a…
- Así que eras tu. – susurro impresionado.
- Diría que el tiempo es muy sabio y cruel a veces, Gilbert. – acercándose con el otro hombre hacia el ojiverde. – Por eso debemos de aprender de las lecciones que nos muestra, para no arrepentirnos nunca.
Luculia se levanto perezosamente de la comodidad de su cama, sintiéndose una carga últimamente para él Mayor Gilbert, sus mejillas se sonrojaron al recordar como su primer beso fue dado por este. Tocando suavemente estos al recordar la textura de estos y su olor a madera que siempre portaba, pero debía de ser realista, hombres como Gilbert Bougainvillea nunca se fijarían en ella para algo serio, probablemente para ser su amante sí, pero Luculia sabía que valía más eso, además a Spencer no le hubiera gustado eso y que se estuviera derrumbando.
- Spencer…hermano te extraño. – susurro apretando su puño mientras lo acercaba cerca de su pecho. – Ahora si estoy sola y el peor de los casos es que me enamore de un hombre que ama a otra. – recordando el rostro de Violet en compañía del Almirante Dietfried. - ¡Por dios como le diré a Gilbert que Violet y el señor Dietfried se casaron! – exclamo reprochándose en ocultar algo sumamente importante.
Los rugidos de su estomago la alentaron a levantarse y preparar algo para la cena de ambos, debía de ser consciente en enterrar sus sentimientos hacia Gilbert, él nunca se enamoraría de ella. Probablemente actuó así por mero reflejo en tranquilizarla, ya que cuando recupero la consciencia el Mayor no había dicho absolutamente nada, agradeciéndole en silencio. Sus ojos verde oliva vieron a través de la ventana como había comenzado a llover, cuestionándose ¿Dónde se encontraba Gilbert a estas horas? Hace buen tiempo las clases había terminado, sonrió al recordar que no había acudido a las aulas después de una semana y como Marie preocupada por su situación había ido a verla, siendo la niña su mayor cuidadora y porque no su confidente. Unos golpes a la puerta hicieron que caminara rápidamente a abrir la puerta, seguramente el ojiverde había olvidado sus llaves, pero en cuanto abrió la puerta miro sorprendida a…
- Hola buenas tardes, Joseph, ¿Cómo estás? – la mirada azabache del joven no podía caber de la impresión y desilusión al ver a la joven que amaba en casa de Gilbert. – Disculpa Joseph, ¿te encuentras bien?
- Perfectamente. – comento arisco provocando desconcierto en la joven y más aún al notar como se adentraba en la casa de Gilbert.
- No creo que…
- ¿Desde cuándo Luculia? – cuestiono dolido. – ¿Desde cuándo tú y Gilbert se entienden? – grito más fuerte, logrando asustarla y que retrocediera cerca de la salida.
- N-no comprendo de lo que me hablas Joseph. – dirigió su mirada verde olivo en el rostro lleno de furia del joven. – Joseph creo que sería mejor que te fueras, no veo apropiado que estemos los dos solos.
- Pero si es apropiado que vivas sola con él. – tomándola fuertemente del antebrazo. – Dime Luculia, ¿Por qué? Gilbert nunca te vera como yo te veo. Él no te amara ni te amara.
La joven agacho la mirada al volver a escuchar que Gilbert nunca la vería mas que una amiga.
- En cambio, yo. – acercándola mas a su cuerpo. – En cambio yo podría darte todo lo que tu quieras. – una mano se comenzó a deslizar en su espalda de forma demasiado intima tanto que comenzó a intimidarla.
- ¿D-de que estas hablando Joseph? Me estas asustando. – en un abrir y cerrar de ojos agarro fuertemente a Luculia lanzándola en el sillón más cercano posicionándose arriba de ella. - ¿Q-Que estás haciendo? Bájate. – empujándolo. – Aléjate no sé qué estás pensando, pero Gilbert y yo solamente somos amigos. – seguía golpeándolo en el pecho, pero el hombre no se movía ni un centímetro.
Al contrario, la joven comenzó a sentir miedo al darse cuenta que solamente portaba un camisón apropiado, pero seguramente ese joven había malinterpretado todo entre ella y el Mayor, su cuerpo sintió espasmos de miedo cuando una mano de Joseph se posiciono a la altura de su muslo sobre la tela y comenzaba a respirar agitadamente cerca de su oído. Entonces comenzó a llorar y a recriminarse lo estúpida que había sido en permitirle la entrada a alguien por más conocido, ya que Gilbert se lo había advertido.
- Tienes la piel tan suave Luculia. – acercando sus labios al cuello de esta.
- Por favor, aléjate, Joseph. – gruesas lagrimas bajaban por sus mejillas. – Yo no quiero esto, no te quiero.
- Y con Gilbert sí. – sujetando sobre la cabeza de ella sus manos fuertemente. - ¿Cuántas veces has estado con él? Luculia no comprendes que él solamente es un hombre a medias, es arisco, no te merece. En cambio, yo…
- He dicho que te alejes y para tu información todo lo que tu cabeza retorcida está pensando están equivocadas, Gilbert es una buena persona todo un caballero que no haría ni una de las acciones que estás haciendo y aunque digas que es un hombre a media es un hombre completo, porque tiene lo primordial es que un corazón y bondad enormes. – ante esto el azabache golpeo la mejilla de ella.
- Entonces te demostrare que tan hombre puedo ser incluso más que él. – comenzando a forcejear con ella.
La pelirroja sentía que estaba en el infierno, ella no deseaba entregarse por simple deseo o al primer hombre que le hablara bonito, ella deseaba encontrar el amor y ser correspondida, casarse de blanco y formar una familia junto a la persona que amaba, no así, pero ella no se quedaría quieta, ella pelearía. Sin darse cuenta ella logro golpearlo fuertemente entremedio de sus piernas empujándolo y así levantarse rápidamente. Cuando abrió la puerta sus ojos comenzaron a llorar más, sin sentir afectarle el frio de la lluvia que caía sobre ella, debía de huir estar lejos de Joseph, de sus sentimientos hacia Gilbert y muy dentro de su mente buscar esa paz que le ha sido arrebatada, pero no pudo correr demasiado lejos al chocar con un cuerpo levanto su mirada llorosa para encontrarse con…
- Gi-Gilbert…- susurro temblando de frio.
El hombre arrugo su entrecejo al ver un golpe en el rostro de ella y como parte de su vestimenta estaba rota, se quitó la parte de arriba de su saco ocultando su desnudez y al hacerlo tomo el rostro de Luculia para ver de cerca la herida.
- ¿Quién te hizo esto? – pregunto furioso, ella comenzó a llorar, pero un fuerte quejido junto con unos gritos los saco de sus pensamientos.
- ¡Luculia!. – frente a ellos estaba Joseph. – Maldita golfa, entonces con el sí deseas estar. Realmente eres patética, una…
No pudo terminar la frase, ya que en un parpadeo se encontraba Gilbert arriba de él golpeándolo fuertemente en el rostro. Tomo al hombre de cuello para darle un certero golpe en la boca del estómago.
- ¿Quién demonios te crees en golpearla? – golpeando la nariz de Joseph.
- ¡GILBERT DETENTE! – escucho el grito de la joven haciendo que se distrajera y Joseph le diera un golpe en la mejilla. - ¡PAREN!
- ¿Celoso, Mayor Gilbert? – dijo su nombre con burla, provocando que ambos ojiverde se sorprendieran. - ¿Qué acaso pensaste que nadie sabría de quien eres realmente? – viéndolos con burla. – Pero no te preocupes si me entregas a Luculia, nadie se enterará que un habitante de Leiden y ex Mayor de la guerra esta aquí. Solo debes de dármela y nadie vendrá a molestarte.
Decía viendo de arriba hacia abajo a la pelirroja quien estaba temblando detrás de Gilbert, pero los pasos detrás de ellos se escucharon.
- Me temo que eso será imposible jovencito. – una imponente voz y que Luculia reconocía hizo que volteara hacia atrás sorprendiéndose al encontrarse con…- El hospedaje del joven Gilbert aquí finiquitaron, el junto con la joven Luculia regresaran donde pertenecen
- ¿Quién demonios es usted? – cuestiono el pelinegro, pero en eso sintió un golpe en su nuca dejándolo inconsciente.
- Verdaderamente la gente de este lugar es un dolor de cabeza. – argumento otro hombre. – Andando Víctor, Gilbert y señorita Luculia. Es hora de regresar a Leiden.
Los ojos oliva de Luculia no podían estar mas sorprendidos y es que frente a ella se encontraban nada mas ni nada menos que Víctor Shield en compañía de Patrick Evergarden, sintiendo su cuerpo demasiado débil sus rodillas no pudieron soportarlo mas y cerro los ojos esperando el impacto, pero…
- ¡Luculia! – grito Gilbert sosteniéndola. - ¿estas bien? – por auto reflejo asintió. – Descuida nadie volverá a tocarte, me asegurare que estés bien. – tocando delicadamente la mejilla lastimada de ella recargando su rostro en el pecho de este.
Todo siendo observado por Patrick y Víctor comprendiendo que probablemente la compañía de la joven ayudo en demasía al joven Bougainvillea, pero los sentimientos de Gilbert hacia Luculia eran mas grandes que su amor por Violet. Sin proponérselo la rueda del destino comenzó a rodar de una forma que ni siquiera los presentes sabrían como terminaría, el regreso de Gilbert Bougainvillea a Leiden.
En el siguiente capítulo 25 Bienvenido
