CAPÍTULO 18 (Arco II): Tiempo después


En la ciudad de Detroit, había venido otro día, y en la cárcel femenina de la ciudad, Rita fue llamada por uno de los guardias, quien tocó las rejas para despertarla, pues la rubia Loud estaba durmiendo tras quedar exhausta, ya que hace una semana, a pesar de que las golpizas se habían calmado bastante con el pasar de los años, no las hacía menos dolorosas, pues ahora eran más una forma de recordarle la pésima madre que fue.

Por otro lado, había conseguido entablar una amistad con Allison, su compañera de celda, la cual le daba consejos y a veces incluso solía consolarla cuando Rita pasaba por problemas, dado a que siempre había alguna de las demás presas que quería golpear a la rubia, generalmente las que habían estado reclusas ahí más tiempo antes que Rita, la cual llegó a sentirse feliz por su compañera, pues a esa fecha, solo tendría que esperar un año más para poder ser liberada, Rita le deseaba lo mejor a Allison una vez que fuese libre.

-Loud.-Dijo la guardia.-Levántate, tienes visitas.

-¿Como? ¿vi... visitas?

-Si, un familiar tuyo vino a verte desde fuera de la ciudad.-Añadió abriendo la celda para luego escoltar a la rubia.

Rita obedeció y salió siendo escoltada por la guardia, caminaron hasta el final del pasillo, donde a pesar de que ya no le gritaban cosas las demás dentro de sus celdas, aún podía sentir las miradas de odio puro de las demás mujeres recluidas, por lo que la madre Loud bajó la mirada, pues no las culpaba, pues su opinión sería la misma estando en sus zapatos.

Una vez en la sala de visitas, la típica que estaba separada por un vidrio y con unos teléfonos donde poder charlar, y una parte donde podían intercambiar cartas o artilugios familiares o de conocidos, Rita se sentó en uno de los asientos y esperó.

Sin embargo, en su cabeza estaba la pregunta: ¿quien era la que la visitaba? ¿quien podría ser el que vino a verla? pues no solía contactarse mucho con sus demás familiares, y cuando entró a prisión, su contacto fue completamente nulo, y no volvió a saber más de su familia o conocidos, y con lo que pasó hace 4 años, dudaba que alguien quisiera ir a verla, siendo honestos, nunca esperó que alguien la visitara, pero de cierto modo, le daba algo de esperanza, tal vez, solo tal vez, intentara ayudarla para poder salir de allí pronto, o al menos darle más seguridad en su celda, sea como fuere, Rita solo esperaba que fueran buenas noticias.

Entonces su expresión se quedó en pose de incredulidad, sus ojos se abrieron como nunca desde que fue presa y se cubrió la boca con sus manos, no pensó que el viniera, pues la distancia de Royal Woods y Detroit era considerable.

-¿Pa ... Papá?

El hombre caminó hasta estar frente a su hija, separados solamente por el muro de cristal de la habitación, este mostraba una expresión neutra al principio, pero al sentarse frente a Rita tras el vidrio, este cambió a una ligeramente triste.

-Rita.-Dijo Albert, con un tono que reflejaba un poco de tristeza, pero también algo de felicidad.

-¿Qu... que... que haces aquí?-Preguntó incrédula, mientras sus ojos comenzaban a denotar lágrimas.-¿Co... como...?

-Esta bien, tranquila, hija mía.-Dijo extendiendo su mano por el agujero donde se podían intercambiar cosas, Rita sin pensarlo, también extendió la suya, y ambos se tomaron de la mano.-Aquí estoy.

Nuevamente, Rita se cubrió la boca con la mano, cerró los ojos, y finalmente derramó lágrimas, volteando a un costado con la cabeza, dejándose soltar sus sollozos, pues ver a su padre frente a ella, se sentía incapaz de verlo por la vergüenza que sentía en aquellos momentos.

-Papá ...

-Hija...

-¿Que haces aquí?-Preguntó con la voz quebrada.-Creí que no querías verme.

El hombre solo suspiró, y tras un breve momento, le respondió.

-No voy a mentirte, Rita.-Dijo.-En un principio estaba molesto contigo, y no quería verte la verdad.

La rubia solo bajó la mirada con vergüenza, no culpaba a su padre por eso, cualquiera se habría sentido igual de ser su progenitor/a.

-Pero ...-Añadió Albert.-Cuando vi lo que les hicieron a las chicas ... casi ... casi me da un infarto.-Respondió, sintiéndose muy mal tras recordar la vez que vio un periódico donde hubo un motín en el reformatorio en que sus hermanas estaban internadas, Rita sacó un suspiro y vio a su padre.-no apruebo lo que hicieron ustedes ... pero lo que la gente les hizo a mis nietas,a mi nuero, y a ti, tampoco lo apruebo.

-Lo sé, papá.-Respondió ella.-Y no te culpo, se... que debes pensar que soy una terrible madre, y una decepción para ti.

-Rita.

La rubia solo cerró los ojos, pues en su corazón no sentía más que arrepentimiento y vergüenza, pero entonces el hombre volvió a tomar su mano.

-Hija, no te culpes de no haber hecho nada por tus hijas.-Le consoló.-Tu estabas presa desde entonces, aquí en Detroit, no podrías haber hecho nada.

-Pe... pero.

-Hija.-Dijo Albert.-Tranquila, ya pasó, y yo estoy aquí, y prometo venir a visitarte.

-¿Pero... pero como?

-Pues...-Dijo con una pequeña sonrisa.-Mi nieto ayudó en eso, ¿no es así, Lincoln?

Entonces el mencionado se presentó al lado de su abuelo frente a su madre, Rita, la cual se cubrió la boca con sus manos, su corazón casi se detuvo al ver a su hijo frente a ella, pues de todas las personas, jamás pensó que fuera el, ahora convertido en todo un joven.

-Mamá.-Dijo el, con una ligera sonrisa en su rostro.

El acercó su mano y la puso sobre la de su madre, ella quería poder tocar su rostros, y comprobar que no era una cruel ilusión tal ves creada por su mente, aún así, pudo sentir la mano de su hijo tomar la suya, y ella posó su otra mano en el cristal, sus labios no tardaron en reflejar temblores.

-Li... Lincoln ... mi hijo ... ni niño... mi bebé...

-Si, mamá.-Respondió el en un tono que intentaba calmar a su madre.-Aquí estoy.

A esta escena se unieron su primo, Leroy, los padres de este, y Lily, la cual ahora era una ducle niña de 4 años, llevando consigo en sus brazos al viejo peluche de su hermano, Bun bun, y eso fue todo, Rita no pudo soportarlo más, y comenzó a llorar en voz baja, pero Lincoln mantuvo su mano con la de su madre, y Albert lo acompañó.

-Disculpen.-Dijo una guardia.-Les quedan 10 minutos, ¿todo está en orden?

-Si, oficial.-Dijo Maddeline.-Solo denos un poco más, terminaremos luego la visita.

-Muy bien.-Respondió y cerró la puerta para esperar afuera mientras terminaban de hacer su visita.