Disclaimmer: Los personajes de la siguiente historia pertenecen a Clamp, si no fuese así, Sak y Shao serían novios desde el primer capítulo. La historia es de mi propiedad.

Summary: Porque ella tenía una palabra de la A a la Z para describirlo.


D de dios

Los dioses existen desde tiempos milenarios… los egipcios tenían centenares de dioses, de los cuales, los principales, eran pertenecientes a la enéada heliopolitana. Los griegos también tenían montones, al igual que los romanos, que al fin y al cabo habían "robado" sus creencias. Más actualmente existían un sinfín de religiones… el cristianismo, el evangelismo, el budismo, el judaísmo, el islam, entre otras tantas; todas poseían su deidad a la cual adoraban.

Si tuviera que describir el aspecto físico de alguna deidad sin haber visto con anterioridad dibujos o esculturas, sin duda los imaginaría y describiría tal y como era él, porque no podía creer que ese chico al que solía ver todos los días de mi vida, fuese un simple humano… un humano común y corriente, pero que sin embargo parecía haber sido hecho a la semejanza de algún dios.

-Sak, se te está cayendo la baba cada vez que lo miras.

-¿Qué dices Tomoyo? –pregunté sin quitar la vista de mi objetivo.

-Li debe sentir tus ojos clavados en su nuca, deberías disimular un poco –dijo riendo.

-¿Disimular? –La miré incrédula-, ¿para qué? Las zorras de las porristas no le quitan el ojo de encima nunca, ¿y yo, que soy su chica debería hacerlo?

-¿"Su chica"? –preguntó riendo aun más.

-Nunca nos pusimos oficialmente de novios. Además –expliqué-, Shaoran siempre dice que soy su chica, ya me acostumbre.

-Son tan tiernos como pareja, jamás me lo hubiera imaginado si no me lo hubieses contado y no lo hubiese visto con mis propios ojos.

No respondí y volví a mi tarea de ver como Shaoran corría a un lado de la cancha, atento y a la espera de que el balón le fuese entregado. Segundos después, hacía la segunda anotación y el público enloqueció.

En el último año de preparatoria había decidido meterse al equipo de futbol, y parecía irle bastante bien, además de que se había hecho con varios amigos y eso me alegraba por montones. Lo único que tenía de malo es que ahora era incluso más popular y hasta la última persona del instituto sabía de él. Las mujeres no paraban de lanzársele encima aun y sabiendo que estaba en una relación conmigo, y eso me enfurecía hasta colmar el poco límite que mi paciencia conocía.

Pero quizás, en el fondo, muy en el fondo, las comprendía. Shaoran parecía haber caído del mismísimo Olimpo.

Tenía un aspecto físico envidiable, alto y fornido, sin llegar a la exageración. Todos sus músculos parecían haber sido tallados a mano con extrema precisión. Adoraba tocarlos, abrazarlo y sentir como se tensaban en su espalda. Sentir como, cuando él me alzaba en lo alto, sus brazos parecían más grandes. Verlo perseguir el balón y apreciar el trabajo de sus piernas. Shaoran no tenía nada que envidiarle a nadie.

Además de sus ojos ámbar, sumamente serios pero también brillosos, amaba su cabello. Era más suave que cualquier otra cosa que jamás hubiese tocado. Pasar mis dedos por ellos mientras los acariciaba cuando dormía, cuando lo acercaba a mí para besarlo, o simplemente cuando lo abrazaba… todo era un pasatiempo tan increíblemente encantador y simple que jamás lo cambiaría.

-¡Shaoran! –alguien gritó con una voz demasiado chillona para ser la mía. La capitana de las porristas estaba varias gradas más abajo, agitando sus pompones, queriendo llamar su atención-. ¡Shaoran! ¡Vamos, Shaoran!

-¡La detesto! –musité a Tomoyo que sabía me escuchaba-. ¡Es tan lanzada, tan odiosa! ¿De qué te ríes? –pregunté al borde de la histeria al verla.

-Perdón Sakurita –se disculpó sin ocultar si risa-, es solo que te ves increíblemente adorable celosa.

-¿Me estás hablando en serio Tomoyo? ¡Es un tema serio y tú sales con tus ocurrencias acerca de lo tierna que me veo! ¿Qué harías tú si todas estuviesen mirando a tú novio como si fuese un trozo de carne?

-¡Oye, tranquilízate! Estás vuelta una fiera –dijo sorprendida-. Si mi novio fuese centro de tanta atención no me preocuparía, porque sé que él me eligió solamente a mí.

-No es tan simple –susurré haciendo un mohín.

-Claro que lo es, tú eres la que lo hace ver complicado. Míralo de esta manera –agregó-, si no fuese por todas esas chicas que lo miran, tú tampoco hubieses reparado en él, ¿no es cierto?

-Detesto cuando pareces saber todo y tener la razón con todo –mascullé.

Ella sonrió con su clásica sonrisa de sabelotodo, y yo me crucé de brazos, luchando con las inmensas ganas que tenía de agarrar del cabello a más de una porrista, hasta dejarlas completamente calvas. Shaoran, en cambio, parecía sumamente concentrado en el partido, sin siquiera imaginarse las distintas escenas que ocurrían en las gradas.

Porque siempre resultaba ser culpa suya. Después de todo él era el atractivo chico que había llamado la atención de todo el alumnado, llevando a que yo me fijase en él. Fue por su culpa, por ser como era, que había caído enamorada perdidamente sin ningún tipo de escapatoria. Shaoran sabía de qué madera estaba hecho e inconscientemente atraía a todos a su alrededor.

Debía reconocer que claramente él era como un dios, nacido para ser seguido, admirado… adorado, y yo al fin y al cabo había terminado como una de sus tantas admiradoras, aunque quizás con algún que otro privilegio que otras no tenían.

-Sak, mira –llamó mi amiga-. El partido terminó. ¡Ganamos!

Todos empezaron a gritar, ovacionando al equipo que saltaba en el centro de la cancha a modo de festejo. Shaoran, entre ellos, era quien tenía el trofeo en lo alto, deslumbrando a todos con una sonrisa que rara vez dejaba mostrar.

-Ven, Sakurita, vayamos a felicitar a los jugadores.

-Ve tú, luego te sigo –dije quedándome en mi sitio, viendo como Tomoyo iba y felicitada a su novio, Eriol, capitán del equipo y uno de los goleadores del partido.

Suspiré y seguí mirando la escena frente a mí, todos felices, todos saltando. Todos.

Por un momento me detuve a pensar en sí realmente era yo la que tenía que estar con Shaoran, si yo debía ser "su chica". Era todo lo contrario a él, poco llamativa, poco atractiva. Poco popular. Si tenía que compararme con la capitana de las porristas, definitivamente salía perdiendo en más de un sentido. Tal vez era ella quien tenía que estar con él, después de todo él era como un dios, y yo era un simple mortal, una plebeya enamorada de algo que jamás lograría tener.

Con paso veloz, bajé los escalones y sin que nadie lo notara, salí de la cancha de futbol, dispuesta a volver a mi casa. Quizás podía gastar el tiempo haciendo tareas, o viendo alguna cursi película, donde las cosas salían perfectamente para la protagonista, sea cual sea su condición, su problema.

No alcancé a caminar dos calles cuando una mano fuerte, sumamente conocida a esas instancias detuvo mí seco andar, haciendo que girara bruscamente, chocando con el pecho agitado de él. De Shaoran.

-¿Qué sucede? –preguntó preocupado-. ¿Te ibas sin más, sin despedirte ni nada?

-Yo… me estaba sintiendo mal.

-Sakura –llamó elevando el tono-, sabes que odio cuando mientes. Me enfurece.

-Déjalo así, Shaoran –dije luchando en vano porque me suelte-. No importa lo que me suceda, no te preocupes. Ve y festeja el triunfo. Estoy seguro que más de una porrista debe estar preguntando por ti.

-¿Qué no me importa lo que te suceda? ¿Acaso estás escuchándote? –preguntó casi gritando-. ¿Y qué tienen que ver las malditas porristas en esta maldita conversación?

-Sabes que detesto que maldigas.

-Sabes que detesto que no me digas las cosas de frente.

-¿Sabes qué ocurre? –inhalé profundamente y me largué a hablar-. Que me di cuenta de que soy poca cosa para ti, que no te merezco, que tú deberías estar con alguien más inteligente, o más bonita o más popular. Alguien más como tú.

-Sakura, ¿acaso te volviste demente?

-¿Acaso nos has visto, Shaoran? –me señalé y luego lo señalé a él-. Tú pareces un dios sacado de algún mito o leyenda griega. Yo simplemente soy alguien más.

-Si fuese alguna especie de dios, estaría dotado de paciencia para soportar las idioteces que estás diciendo, y no, en este momento tengo ganas de asesinarte –masculló apretando los dientes y frunciendo el ceño, clara señal de que estaba enfadado-. No sé a dónde mierda quieres llegar con este estúpido planteo.

-A que tú eres tan tú y yo soy tan yo, tan poca cosa.

-Hasta acá llegó todo –respiró fuertemente, parecía ser una bomba a punto de estallar-. Escúchame bien, Sakura, porque será la única vez que lo diga. Podré soportar tus gritos, tus celos, tus reclamos, tus molestas preguntas, todo… pero si hay algo que no soportaré es que vuelvas a decir enfrente de mí que eres poca cosa.

Rápidamente volví mi vista a la suya, intentando creer que aquello que parecía haber pronunciado era cierto. Su rostro completamente serio y contraído demostraba que estaba lejos de estar bromeando.

-¿Cómo se te ocurre siquiera pensarlo? Recién me comparabas con un dios, pero yo opinaría lo contrario, la poca cosa soy yo. Antes de que te acercaras a mí, podía resumir mi vida como una mierda. Hacía lo que quería, no me importaba nada, pero simplemente no era feliz. Pero luego llegaste tú y las cosas parecieron cambiar, mejorar… ¿y ahora dices que eres poca cosa cuando lograste hacer que sonriera? ¡Por dios, Sakura! Ni mi madre logra hacerme sonreír.

-Pero, hay tantas chicas mejores que yo, tal vez alguna…

-Tal vez alguna nada. Te quiero a ti y solamente a ti. ¿Cuándo lo entenderás de una maldita vez? –tomó mi rostro entre sus manos, uniendo nuestras frentes en un gesto tan íntimo-. Y no vuelvas a compararme con un dios. Por alguna extraña razón me molesta.

Dio un casto beso en mis labios y se limitó a abrazarme como si su vida dependiera de ello. Me dejé abrazar, sintiéndome completamente bien entre sus brazos, como si estuviera en mi hogar.

-Oye, Shaoran –llamé cayendo a la realidad luego de varios minutos de un cómodo silencio.

-¿Qué?

-Cuando te sales de tus cabales te vuelves completamente cursi –no aguanté más y me lancé a reír sin control al ver su rostro pálido.

-Sakura –pronunció entre dientes-, tan solo cállate –ordenó, pero hice caso omiso y continué riendo por el descubrimiento de una nueva faceta del ambarino.


N/A: Buenos días, tardes, noches.

Acá reportándome, y debo admitir que me ha costado horrores escribir este capítulo.

Como ven, la D ha sido de dios, donde Sakura se centra más en hablar sobre el aspecto físico de Shaoran. También descubrimos más de sus celos, presenciamos lo que quizás fue una de sus primeras peleas, su reconciliación y que, cuando quiere (o tal vez no) Shaoran es malditamente cursi.

¿Qué tal les ha parecido? ¡No duden es decírmelo! Y gracias a todos aquellos que se siguen sumando, siguen dejándome sus opiniones y demás. ¡Las adoro!

Nadie ha adivinado la palabra T-T pero debo admitir que cada vez que leía una que me decían, por mi cabeza pasaban miles de ideas, que, de una forma u otra, voy a intentar escribir en cada capítulo, ¡gracias por su indirecta colaboración! Igualmente no dejen de intentar, a quien adivine la próxima le dedicaré el capítulo.

Para quienes no sabían, estoy pensando en hacer una "segunda parte" de la historia… un alfabeto, pero completamente desde el punto de vista de Shaoran, que empezaré cuando este proyecto esté terminado. Incluso he tomado prestadas algunas palabras que ustedes me dan dado para hacer la descripción que Shaoran hará de Sakura :B

En fin, sin mucho más que agregar, nos leemos en la próxima entrega, ¿la E de…? ¿Pista? Es un adjetivo que describe y representa a Shaoran en la vida de Sakura…

Besos sabor a frutillas,

LadySuzume-Chan.