Disclaimmer: Los personajes de la siguiente historia pertenecen a Clamp, si no fuese así, Sak y Shao serían novios desde el primer capítulo. La historia es de mi propiedad.

Summary: Porque ella tenía una palabra de la A a la Z para describirlo.


Capítulo dedicado a: Maria Angel SH; Cloudy Nights y navesa77

L de leal

Shaoran Li era sumamente honesto, pero además de esa cualidad, tenía otras tantas también igual de importantes. Una de ellas era la lealtad. Porque si había algo que él era, era justamente eso, leal. Leal con su palabra, leal con sus promesas y juramentos, leal con sus amigos, leal con su familia y leal conmigo, su novia.

Aunque si hacía memoria a varios años atrás, realmente había descubierto lo fiel que era siendo su amiga, mucho antes de que comenzáramos una relación amorosa.

Shaoran era mucho menos comunicativo en ese entonces y pese a que a regañadientes había aceptado tenerme como "amiga", aun no parecía hacerse con la idea del todo y prefería estar solo, huyendo de mi presencia y rechazando cuanta invitación le hiciera, queriendo estar completamente solo, o en compañía de los pocos amigos que tenía en el instituto o fuera de éste.

Claro está que no por eso yo me iba a dar por vencida. Día tras día seguía insistiéndole para que aceptase a ir a alguna cafetería conmigo para simplemente pasar el rato e ir conociéndonos más, prometiéndole que no sería en vano, que pasaría un momento divertido. Y día tras día el siguió negándose. Hasta que al final, terminó aceptando, quizás por cansancio a tenerme todo el día sobre sus talones.

Había saltado y gritado de la felicidad y emoción durante cinco minutos, en los que él se limitó a mirarme como si fuese de otro planeta. Una vez tranquila, acordamos ir a la nueva cafetería que habían abierto en el centro de la ciudad, que parecía ser un lugar, aunque concurrido, tranquilo para pasar el tiempo y platicar. Shaoran pareció de acuerdo, por lo al final de esa semana tendría mi primera salida con el castaño.

Y sabía que no lo podía considerar una cita, estaba extremadamente lejos de serlo, pero Tomoyo, sin embargo, quería creer lo contrario. Estuvo durante toda la semana dándome consejos sobre cómo debía actuar y qué debía decirle a Li; sin contar el hecho de que prometió estar el sábado en mi casa tiempo antes de mi salida a la cafetería, para prepararme un buen vestuario que dejaría a todo el mundo "babeando", según sus propias palabras.

Y mentiría si dijera que yo no estaba emocionada, porque lo estaba, y mucho, después de todo, había logrado lo que nadie había hecho jamás: hacer que Shaoran aceptara una salida que no sea meramente obligatoria.

Estaba que desbordaba alegría, y todo a mí alrededor parecía contagiarse de mi estado. Incluso y hasta poco me importó descubrir que mi última calificación en matemáticas fue fatal. Nada parecía poder lograr opacar la felicidad que salía a borbotones a través de mis poros.

Hasta el viernes en la tarde, en el cual me sentí como una ilusa. Una tonta adolescente de lo más despistada la cual creía todo lo que le decían.

Acabábamos de finalizar una agotadora clase de educación física junto a todas mis compañeras, la última del día y de la semana para alegría de todas, incluso de la profesora. Todas ya nos encontrábamos en las duchas, esperando nuestro turno para sacarnos el sudor de una manera rápida y poder cambiarnos para así irnos finalmente a nuestros hogares. Para mi mala suerte, había quedado hasta lo último, teniendo que esperar durante varios minutos para que al final llegase mi momento de entrar.

— ¿Quieres que te espere, Sakurita?

—No tienes que preocuparte, Tomoyo —resté importancia—. Ve tranquila.

—Está bien —dijo ella—, nos veremos mañana Sakurita, no te levantes muy tarde, ¡no tenemos tiempo que perder para que puedas verte más hermosa de lo que ya eres!

La saludé con una incómoda sonrisa en mi rostro. Cuando la perdí de vista me dispuse a bañarme, feliz, mientras contaba los minutos que faltaban para que finalmente terminasen las horas y poder ver a Shaoran. La semana había pasado extremadamente lenta y ya sentía que mi cuerpo no resistiría toda la ansiedad con la que cargaba.

Me bañé de forma rápida, eliminando todo rastro de suciedad y de cansancio en mi cuerpo. Para cuando salí, me encontraba completamente sola, algo que lamenté, ya que me gustaba tener alguien con quien charlar mientras hacía el intento de secar y arreglar mi siempre enmarañado cabello.

Pero lo que en un principio pareció un lugar desolado, pronto se convirtió en el lugar donde las porristas, aquellas chicas que solo pensaban en cómo se veía su cabello, en si sus uñas estaban lo suficientemente largas o si su falda lo suficientemente corta, colmaron el lugar, atiborrándolo de chismes que parecían rebotar en todas las paredes, oyéndose todo, pese a que estaba a varios metros de distancia de ellas, quienes seguían sin notar mi presencia.

Pequé de curiosa, y dejando de lado la tarea de terminar de guardar mis cosas, presté atención para saber de quién era que ellas estarían hablando, o a quien le inventarían un falso chisme como siempre solían hacer.

— ¿Con Kinomoto? —fue lo primero que escuché decir sorprendida a una; más sorprendida quedé yo al oír mi apellido.

—Sí, con esa mosquita muerta —respondió otra.

— ¿En verdad te dijeron que Li aceptó salir con ella?

—Claro, pero realmente no lo creí, hasta que fui y se lo pregunté al mismísimo Shaoran en persona.

— ¡¿Y qué te ha dicho!? —exclamaron.

—No negó el hecho de que Kinomoto lo invitó a un café y de que él aceptó. Pero me ha dado un dato exclusivo que nadie sabe —dijo haciéndose la interesante. Presté aun más atención queriendo escuchar que era lo que iba a decir—. Me ha dicho que no irá, que simplemente aceptó para sacarse a la torpe de encima, que realmente no le interesa en lo más mínimo.

—Lo supuse —agregó una—. Ella es muy poca cosa para él. Más bien merece a alguien como nosotras.

Ante lo último que oí, todas rieron. Bruscamente tomé todas mis pertenencias en forma rápida y salí del lugar sin que nadie notase siquiera que había estado allí y que había escuchado todo. Sentía una opresión en el pecho por las palabras de aquellas zorras, pero prefería haberme enterado a terminar yendo como ilusa a la cafetería y terminar siendo plantada.

Una estúpida y traicionera lágrima escapó. Borré su existencia y caminé hasta mi casa lo más rápido que pude. Sin comer y con pocos ánimos para hacer cualquier cosa, me lancé a la cama, no sin antes avisarle a mi padre que si en la mañana aparecía Tomoyo, que me excusase de alguna forma. Las explicaciones se las daría a ambos cuando me sintiera mejor como para conversar del tema.

Amanecí al mediodía del otro día con ojeras hasta el suelo y un ánimo que llegaba aún más abajo. En mi celular aparecieron varias llamadas perdidas de Tomoyo que me había hecho durante la noche y otras tantas esa misma mañana. Por lo visto y debido a que nadie había interrumpido mi sueño, ese día no aparecería por casa.

Mi padre y mi hermano ya se habían ido al trabajo y a la universidad respectivamente, sin embargo me habían dejado el almuerzo preparado junto a una agradable nota diciendo que volverían temprano. Y como tal, el resto de la tarde la pasé sola, mirando como las agujas del reloj iban avanzando. La hora en la que habíamos concretado vernos con Shaoran se fue igual de rápido.

El timbre sonó sorpresivamente en medio de una de las películas que había encontrado interesante. Suponiendo que mi hermano o tal vez mi padre habían vuelto más temprano de lo normal y habían olvidado sus llaves, me paré a abrir sin siquiera meditar alguna otra posible opción.

— ¿Sh-Shaoran? —pregunté incrédula al verlo allí, parado, con su rostro serio y su ceño fruncido—. ¿Qué haces aquí?

—Eso debería preguntarte yo a ti, ¿no crees? —dijo con tono irónico mientras entraba a mi casa sin siquiera preguntar—. ¿A qué no adivinas qué sucedió hoy?

— ¿Qué sucedió? —pregunté temerosa.

—Me han dejado plantado por primera vez en toda mi vida —sonrió, pero claramente no parecía divertido—. Ahora dime, ¿para qué carajo has insistido tanto en que hiciéramos algo "juntos" si después no te dignas a aparecer?

—Tú… ¿has ido a la cafetería? —pregunté incrédula.

—Sí, he ido a la maldita cafetería y te he esperado una maldita hora allí. ¿Sabes a cuántas personas he tenido que llamar para saber dónde vives? ¡A cinco! Con lo que odio hablar por teléfono —dijo sumamente frustrado.

— ¿Sólo para preguntarme por qué no asistí? —no pude evitar que una sonrisa se asomara en mis labios en el mismo momento en que a Shaoran lo invadía un pequeño y casi imperceptible sonrojo.

—Por supuesto. Así que ahora dímelo —ordenó.

—Pensé que no irías —me limité a responder tomando asiento a su lado en uno de los sofás de la sala.

—No creo que hayas creído eso por qué sí, porque de ser así te voy diciendo que eres un tanto idiota.

—Pues —dudé—, la verdad es que no. Yo oí algo que dijeron.

— ¿Qué cosa? —preguntó ansioso.

—Ayer, en la tarde, escuché sin querer a un grupo de porristas conversando entre ellas, y una dijo que había hablado contigo y que le habías dicho que no irías, que habías aceptado solo para que dejara de molestarte —terminé de decir en un susurro. El rostro de Shaoran era una mezcla de varias emociones que no supe descifrar.

—Sakura… ¿cuándo has visto en toda tu existencia que yo haya entablado conversación con alguna porrista? —preguntó.

—Creería que nunca.

— ¿Entonces por qué has creído eso?

—Pues, porque en parte tenían razón. Yo te he estado insistiendo demasiado.

—Eso es cierto, pero no hablaremos de eso ahora —me miró profundamente y sentí como mis manos cosquilleaban ante lo nerviosa que me ponían sus ojos ámbares—. Si yo te he dicho que iré es porque lo haré, siempre cumplo con mi palabra, más si es algo que le prometo a algún amigo… o amiga en este caso.

— ¿Me consideras tu amiga? —pregunté emocionada ante la idea.

—Aun me cuesta acostumbrarme a tenerte pegada todo el día a mí como si fueras una lapa, pero sí —al escucharlo y sin pensarlo mucho me abalancé a sus brazos tomándolo por sorpresa, pero poco me importaba lo que pensara de mí, estaba feliz de que finalmente reconociera abiertamente nuestra amistad por la cual tanto había luchado—. Y no te preocupes que nunca te dejare plantada, ni te cambiaré por una porrista. Siempre estaré contigo, enana.

Y tal y como había dicho, hasta el día de la fecha había permanecido a mi lado, con nuestras peleas, discusiones y reconciliaciones de por medio, pero al fin y al cabo había sido leal a su palabra y nunca me abandonó.


N/A: Buenos días, tardes, noches.

En primer lugar lamento esta demora extra que tuve. He tenido un pico de estrés tal, que he pasado la mayor parte de la semana con insomnio, durmiendo apenas unas tres horas por día… los primeros los soporté, pero el miércoles llegué a mi punto límite. Pesé a que luego me "normalicé" y dormí un día completo para luego estar fresca como una lechuga, no me sentía del todo llena de energías y realmente no tenía ni la inspiración ni las ganas de escribir. Y créanme que lo lamento más yo que ustedes, porque no querer hacer algo que amas significa que realmente has tocado fondo.

Sigo en ese estado de no querer hacer muchas cosas… incluso hoy es mi cumpleaños y no tengo ánimos ni de salir de la cama (en la cual permaneceré las siguientes veinticuatro horas jaja). Estoy en un lamentable estado jajaja, solo espero repuntar en estos días. Y trataré en lo posible de no retrasarme más. Gracias por su comprensión.

Y obviamente gracias por su paciencia, por leer y por dejarme sus hermosos y siempre bienvenidos comentarios. Las adoro, en verdad.

Debo admitir que me ha costado horrores escribir el capítulo. La falta de inspiración me mató. Pero al final fue más largo de lo que esperaba, espero les haya gustado.

La próxima letra es la M: el capítulo tratará de un objeto que a Sakura le causará un poco de pánico por la particular forma en que lo usa el castaño.

Besos sabor a mousse de limón,

LadySuzume-Chan.