Disclaimmer: Los personajes de la siguiente historia pertenecen a Clamp, si no fuese así, Sak y Shao serían novios desde el primer capítulo. La historia es de mi propiedad.

Summary: Porque ella tenía una palabra de la A a la Z para describirlo.


Capítulo dedicado a: lici; Evyleen Ianlev; Sofitkm; TommyZombie-chan; CarGian; Cloudy Nights.

R de rebelde

Sí bien con Shaoran íbamos al mismo instituto, desafortunadamente y muy a mi pesar, no compartía salón con él, ni una mísera clase, y aquello solo hacía que los momentos que podía compartir a su lado fueran escasos. Los recesos y el momento del almuerzo eran los únicos en los cuales lo podía ver, que muchas veces también eran imposibilitados por el hecho de que él también debía compartir tiempo con su grupo de amigos al igual que yo con el mío.

Pero no por ello nos desanimábamos; sabíamos que en algún momento de la mañana podríamos vernos y conversar. Tampoco éramos como esas parejas que necesitan estar a todo momento juntos, abrazados y pegamos como lapas. Nosotros preferíamos una buena conversación y disfrutar de la mutua compañía.

Los miércoles eran días odiados por mí, eran tan extensos y con clases tan tediosas que no veía la hora de poder salir del instituto para poder salir con mis amigas, o simplemente volver a la tranquilidad de mi casa, donde podría cocinar, leer algún libro olvidado en la biblioteca o mirar alguna película de las tantas que coleccionábamos en familia. Pero allí estaba, fiel a la responsabilidad, tratando de prestar atención en las clases.

La campana que daba inició al segundo receso sonó aliviando a más de uno. Salí disparada del salón, quería, con vehemencia necesidad, poder respirar algo de aire puro y sentir la poca tranquilidad que se podía obtener en el patio y los jardines de aquel edificio que en ese momento suponía una cárcel para mí.

—¿Tan mal lo estás llevando? —preguntó Shaoran mientras se acercaba al sitio que había escogido para sentarme, debajo de un gran y robusto árbol.

—Odio los miércoles, es el peor día que jamás pudo haber existido —exclamé a los cielos, como si estos pudieran compadecerse de mí y adelantar las horas—. ¿Y qué tal lo que va de tu mañana?

—Aburrida, aunque al parecer no tan catastrófica como la tuya.

Queriendo aprovechar de mejor forma el escaso tiempo que tenía para hablar con mi novio, cambié de tema de conversación rápidamente, lo que a él no le supo ninguna molestia. Era verano, y con el sol colándose entre las hojas y la fresca brisa que a veces nos daba de lleno en el rostro, disfrutamos de charlas triviales sobre el clima, los estrenos que había en el cine y el reciente libro que Shaoran había terminado el día anterior.

Con mi cabeza recostada en su regazo, tenía una increíble vista de todos sus rasgos, los cuales yo encontraba perfectos. No podía saberme más enamorada de ese chico, no solo por su aspecto físico, el cual no tenía nada que envidiarle a nadie, sino por todo lo que significaba ser "Shaoran Li".

Sí tenía que hablar de lo que sería la primera impresión que obtenía de él, destacaría sus ojos ámbares, con los cuales jamás me cansaba de deleitar. También adoraba sus rebeldes cabellos achocolatados y el aspecto que tenían con el viento jugando entre ellos; su perfecta y blanca dentadura que se dejaba observar con los tantos tipos de sonrisa que tenía. Sus fuertes brazos en los que tantas veces me había refugiado. Sus suaves labios que tanto amaba besar.

—¿Te gusta lo que ves? —preguntó con sorna y dejando de lado toda la modestia de la que era dueño.

Reí y negué, aunque ambos sabíamos que mentía.

Los aspectos de su personalidad que habían hecho que finalmente cayera rendida a sus pies eran muchos y todos muy variados. No me resultaba sencillo describir a Shaoran en pocas palabras; tampoco con muchas. Era simplemente él. Todo lo que abarcaba o tenía que ver con él me enamoraba. Su inteligencia, su sorna, su ironía y sarcasmo; sus momentos de silencio y los de elocuencia; su forma fácil de enojarse y la benevolencia que odiaba mostrar; su humildad y su falta de ella; su posesividad y sus celos. Sus momentos de ternura y aquellos en los que parecía ser todo un galán de telenovela, un caballero andante. Shaoran Li, con sus defectos y virtudes, seguía siendo igualmente perfecto a mis ojos.

—Sakura —llamó distrayéndome—. Ha sonado la campana, enana. Te encuentras muy perdida en tus pensamientos hoy.

—¿En verdad terminó el receso? —pregunté en busca de algún atisbo de broma en su tono de voz—. ¡Tengo matemáticas y no quiero ir! —dije con un infantil mohín.

—No vayas entonces.

—No puedo saltarme clases, Shaoran.

—Cierto —admitió—, había olvidado que eres demasiado responsable —lo fulminé con la mirada al saber que solo lo decía para molestarme.

—No puedo huir de matemáticas, sabes que me va pésimo —expliqué—. Además, si me escapara no tendría nada que hacer, me aburriría sola, y a mi casa no podría ir porque allí debe de estar mi hermano aún.

—Por los números no te preocupes, después de todo tienes un novio demasiado inteligente que puede ayudarte con ellos—dijo nuevamente olvidando su modestia—. ¿Y quién dijo que estarás sola? Me escaparía contigo, tonta.

—¡Estás demente! No puedes saltarte tus clases, Shaoran —exclamé tratando de hacerlo entrar en razón.

—Si puedo, y tú también —se levantó para sacudir sus pantalones y así extender su mano en mi dirección—. Te falta una dosis de rebeldía, Sakura. Será divertido —prometió mientras sonreía de la forma en que siempre lo hacía cuando quería convencerme de algo.

Y así lo hizo. Tomé su mano y rápidamente fuimos a nuestros salones respectivos antes de que los profesores entraran para así poder recoger nuestras pertenencias. Pocas explicaciones di a mis amigas cuando me vieron extrañadas, aunque no me fui sin antes prometerles que luego les contaría todo. Pocos segundos después me dirigía a paso veloz hasta la entrada, donde pude vislumbrar a Shaoran quien parecía buscarme con la mirada.

—Pensé que habías desistido, te tardaste.

—Tú salón queda mucho más cerca de la salida que el mío, corres con ventaja idiota —dije golpeando su brazo mientras salíamos de los terrenos del instituto con toda la precaución necesaria para no ser vistos—. ¿Dónde iremos?

—No lo sé.

—¿Cómo que no lo sabes?

—Sakura, no me levanté esta mañana sabiendo que me escaparía —explicó tranquilo mientras seguíamos alejándonos del instituto—. Iremos a donde tú quieras.

—No sé donde —soné tímida—. Nunca antes me había escapado, me siento mal al saber que la gente nos ve con el uniforme por la calle, sabiendo que deberíamos de estar en nuestras clases.

—Todo el mundo se ha escapado alguna vez. Estoy seguro que hasta tu padre y hermano lo hicieron, y puedo confirmarte que mi madre y mis hermanas también lo hicieron y más de una vez. No le hacemos daño a ninguna persona, no eres una criminal —dijo riendo ante mis pensamientos—. Sabes, muero de hambre, esta mañana no desayuné. ¿Qué tal si vamos a una cafetería por algo y luego vemos que hacemos en las horas que nos quedan?

Acepté gustosa su propuesta, sin encontrar alguna otra opción que me resultara tan atractiva como esa. Caminamos tomados de la mano, sin importarnos que algunas personas que se cruzaban con nosotros nos miraran con desaprobación, hasta que encontramos una cafetería que nos pareció la mejor opción. Con su café en una mano, mi capuccino en la otra, y él cargando una pequeña caja de cartón con dos porciones de pastel de chocolate, nos encaminamos nuevamente por las calles hasta llegar a un parque en el cual decidimos finalmente desayunar.

Aunque en el fondo sabía que escaparse de mis clases no estaba bien, debía admitir que se sentía bien saber que debía estar en otro lado más aburrido y que, sin embargo, había escogido escaparme con mi novio sin un destino definido.

Conocía el lado rebelde de Shaoran, era algo bien sabido en el instituto por todos los alumnos y los profesores. Solía llegar tarde con vagas excusas, no hacía lo que le pedían, y era seguro que esta no era la primer vez que se había escapado. Pero no era por falta de inteligencia, el historial de sus exámenes era excelente, simplemente se debía a la rebeldía natural que le nacía y con la cual se caracterizaba. Y esta vez yo fui arrastrada con él.

Luego del desayuno que se salió por completo de nuestra rutinaria semana, caminamos sin dirección alguna, conversando y bromeando entre nosotros, con abrazos y algunos besos fugaces que el castaño depositaba sobre mis labios y que lograban hacerme ruborizar hasta la médula.

—Nunca imaginé que fugarse fuese tan divertido —admití riendo luego de que durante varios metros Shaoran corriera infantilmente mientras me cargaba en su espalda—. Pude pasar toda la mañana contigo y no hay nada mejor que eso. Quizás deba considerar la idea de saltearme más seguido las clases de matemáticas.

—¡Eso sí que no! —negó depositándome en el suelo—. Tú no te saltearás ninguna clase más.

—¿Hace unas horas me obligabas a hacerlo y ahora me lo prohíbes? —pregunté sin entender—. Tú te escapas una vez por semana mínimo —remarqué.

—Pero tú no lo harás, porque eres una "niña bien" que hace caso a sus profesores, cumple con sus tareas y es una excelente estudiante.

—¡Qué injusto, Shaoran! —exclamé—. Yo también puedo rebelarme si quiero.

—Pero no te rebelarás.

—¿Por qué yo no y tú sí?

—Porque mi papel es ser el rebelde, y el tuyo es el de ser mi novia que me apañe, pero que también me ponga los puntos —dijo sonriendo divertido—. Si los dos anduviéramos escapándonos juntos, tu historial académico se echaría a perder y no queremos eso. Además —agregó abrazándome y susurrando a mi oído—, de corromperte, lo haría poco a poco. Sería aburrido que te rebelaras tan fácilmente como yo.

—Eres un estúpido, y aléjate que me incomodas —dije empujándolo y sintiendo como mis mejillas se teñían de rojo al haber escuchado el tono sensual y sugestivo que había utilizado el castaño cuando me susurró.

—Sabes que jamás te haré caso.

—Eres un caso perdido —susurré comenzando a andar nuevamente.

—Soy tu rebelde y tú me quieres tal y como soy —afirmó posando su brazo sobre mis hombros.

—Por supuesto que sí —admití dejándome abrazar.


N/A: Buenos días, tardes, noches.

¡Más azúcar para su diabetes! Lo sé, me adoran. Y lo saben, yo las adoro a ustedes.

¡Gracias por su paciencia y por saber entender mi vicio! Sepan que me estoy recomponiendo de ello jajaja. Muchas gracias también por sus siempre fieles comentarios y su eterno apoyo, en verdad me hace bien leerlas luego de cada actualización.

¿Qué tal les pareció este capítulo? Espero que les haya gustado y lo hayan disfrutado al leerlo como yo lo hice al escribirlo. No puedo no enamorarme cada vez más de Shaoran a cada actualización que hago. Estúpido y sensual Li ¬/¬

Próximo capítulo S: es algo que a todas deja encantadas.

Besos sabor a fresas,

LadySuzume-Chan.