Disclaimmer: Los personajes de la siguiente historia pertenecen a Clamp, si no fuese así, Sak y Shao serían novios desde el primer capítulo. La historia es de mi propiedad.
Summary: Porque ella tenía una palabra de la A a la Z para describirlo.
Capítulo dedicado a: Maria Angel SH; Alice2512; RoseWhitPotter17; Sakura Kinomoto Amamiya 26; martu-de-li; roxelanali; Eri Eri-chan; Evyleen Ianlev; Cloudy Nights; Yuki90.
T de tabaco
Todos teníamos nuestros vicios. El mío era, por ejemplo, comer cosas que rebosaran en dulzura; golosinas, pasteles, tartas, chocolates, licuados, cualquier cosa que hiciera que las caries aparezcan, era ideal para mi estómago que siempre requería de más y más azúcar.
Tomoyo, por ejemplo, no tenía un vicio en comida o bebida, su vicio era más bien algo más material. A ella le gustaba ir de shopping casi todos los días, y nunca perdía la oportunidad para fotografiar o filmar algo a lo largo del día. Eso era lo que a Tommy la hacía feliz, y se le podía notar en la mirada.
Y así, uno a uno, mis amigos tenían distintas cosas que los caracterizaban, cosas con las cuales los podías ver a todo momento; sus vicios personales, buenos o malos pero que al fin y al cabo jamás faltarían en sus vidas.
Shaoran obviamente estaba en la lista de personas que tenían su vicio personal, y el de él era el tabaco.
No puedo afirmar a ciencia cierta cuándo fue que el castaño había empezado a fumar, puesto que había sido antes de que nos hiciéramos amigos y nunca me había molestado en preguntar, solo sabía que lo hacía. Y aunque no me molestaba ese hecho, tampoco era que me agradaba.
—¿Ieran sabe que fumas? —pregunté mientras ambos caminábamos por la nevada vereda a la vez que sentía como el frío traspasaba todas las capas de ropa que tenía—. Amo la nieve pero detesto el frío.
—Yo detesto ambas cosas —dijo a través de la bufanda que cubría casi en totalidad su rostro.
—No has respondido mi pregunta.
—Seguro que lo sabe —se encogió de hombros mientras ingresaba a un negocio—, no es tan idiota como para no darse cuenta.
Seguí sus pasos hasta el mostrador donde pidió la característica marca de cigarros que fumaba. Recibió la cajetilla, la pagó con el dinero justo y salimos luego de que saludara amistosamente al empleado que lo había atendido. Ya afuera prendió uno sin importarle que el frío congelara su mano y la parte de su cara que ahora estaba al descubierto.
Shaoran podía detestar el frío, pero su amor por el tabaco era aún más grande como para superar ese obstáculo.
—No me gusta que fumes —le dije como tantas veces le había dicho desde que tenía la confianza para hacerlo—. Muchas personas se enferman y mueren con el cigarro —intenté de convencer aunque sabía que no tenía caso.
—Muchas personas mueren en accidentes automovilísticos pero los demás no dejan de conducir; muchos mueren por estrés laboral y no dejan de trabajar —añadió—, no creo que puedas convencer a nadie con ese argumento, enana —dijo exhalando una nube de humo.
—No intento convencer a los demás, solo intento convencerte a ti —solo sonrió, y aunque en un momento pareció querer decirme algo, no lo hizo.
—El chocolate también podría matarme, sin embargo no pareces quejarte de eso —agregó al final.
—Sabes que no es lo mismo —refuté—, además el chocolate es delicioso; el cigarrillo no, huele pésimo.
—Yo pensaba lo mismo cuando era un niño y mírame ahora.
Sabía que aquella guerra no la ganaría por lo que simplemente permanecí en silencio el resto del paseo hacia ningún sitio específico. Seguimos caminando, acompañados del silencio, del humo con olor a tabaco y de los pequeños copos de nieve que se habían aventurado a caer. Un paso tras otro y otro. Para cuando me di cuenta mi casa aparecía ante mí. Shaoran a mi lado pisoteaba en el blanco suelo el resto de su cigarro, lo que indicaba que entraría conmigo tal vez en busca de un poco de calor antes de seguir hasta su hogar.
Era domingo por la tarde. Mi padre estaba en la sala leyendo el periódico con el sonido de la televisión de fondo. Touya, en cambio, parecía no estar.
—Shaoran —saludó dejando de lado su lectura para pararse y tomar su mano amablemente—. Qué bueno verte, hacía mucho tiempo que no nos visitabas.
—La culpa es de su hija —bromeó como si yo no estuviera presente—, es ella quien no me invita. En cambio prefiere que estemos afuera, muriéndonos de frío.
—¡Oye! —protesté—, eso no es cierto.
Mi padre sonrió lejos de estar ofendido por la broma de Shaoran, lejos de defender a su hija. Ofreció hacernos una taza de chocolate caliente para calentar el cuerpo, a la cual ninguno de los dos se negó, logrando que cualquier absurda ofensa fuese olvidada. En la televisión, el noticiero anunciaba el clima, diciendo que esa misma noche habría una posible tormenta de nieve. Tirité de solo pensarlo.
—¿Te apetece quedarte a cenar, Shaoran? —preguntó Fujitaka cuando depositó las dos tazas frente a nosotros.
—No creo que pueda, señor Kinomoto —se negó respetuosamente lo cual me hizo reír. A pesar de que ya eran suegro y yerno, y que se tenían suficiente confianza, Shaoran lo seguía tratando como "señor Kinomoto"—. Han anunciado tormenta esta noche, será mejor que vuelva antes a mi casa y no arriesgarme.
—No nevará fuerte sino hasta la madrugada —dijo restándole importancia mi padre—. Quédate.
Aquello había parecido más una orden a una sugerencia por lo que Shaoran no pudo hacer más que aceptar su oferta, después de todo tampoco quería ser maleducado con el hombre que le acababa de traer un chocolate caliente bien humeante y que prometía estar delicioso.
Y el tiempo pasó rápido, la hora de la cena llegó y la de la tormenta se adelantó, y el retorno de mi novio se vio bastante complicado por ese hecho. Ni mi padre ni o no permitiríamos que fuese caminando con ese clima hasta su casa, pero los taxis parecían no querer trabajar tampoco así.
—Tu hermano llamó para avisar que se quedaría en casa de su amigo por el temporal. Tú deberías hacer lo mismo, Shaoran.
—¿Disculpe? —preguntó él sin entender a que se refería.
—Sakura —me llamó ignorando al castaño—. Podríamos preparar una cama en el suelo de tu habitación para que Shaoran pueda quedarse esta noche. Puede llegar a ser peligroso si sale.
Y así como había venido se fue, sin dejar siquiera que pueda decir algo ante tales palabras suyas. Aunque pensándolo bien, tampoco hubiese podido decir algo de lo absorta y sorprendida que estaba. ¿Fujitaka invitando a Shaoran a dormir, y encima en mi misma habitación? Claramente esto estaba siendo un sueño, o estaba ocurriendo en alguna loca imaginación de mi dispersa mente.
—Que interesante —susurró mi novio en mi oído—. Será la primera noche que pasemos juntos.
Completamente ruborizada y apenada, lo empujé lejos de mi espacio personal y subí por las escaleras hasta mi habitación, donde, con ayuda de un divertido Shaoran, empecé a preparar la que sería su improvisada cama por esa noche. Minutos después mi padre subió a despedirse, como si en ese momento el novio de su hija no estuviese encerrada en la misma habitación que ella. No entendía que pasaba por su mente y me daba miedo preguntar.
—Esto es tan impensable —dije una vez estuvimos solos—. Mi padre tiene una fe completamente ciega en ti.
—Lo dices como si fuera a violarte aunque, pensándolo bien, no sería tan mala idea —dijo con una pervertida sonrisa en su rostro que me encargué de borrar con un oso que le lancé—. Es la primera vez que pasaremos una noche juntos.
—Nunca imaginé que sería de esta forma.
—Agradécelo a tu padre y a la tormenta —vi como de su bolsillo sacó la cajetilla de cigarros para disponerse a prender uno. Claro, antes de que yo lo evitara manoteando el tubito blanco para alejarlo de su boca y el mechero—. ¿Qué te ocurre?
—No te dejaré fumar, no en mi habitación —sentencié.
—Iré a la sala entonces —dijo encogiéndose de hombros.
—¡No! —volví a chillar—. No fumarás.
—¡Vamos, Sakura! El último del día —rogó como un niño y por lo tanto no pude decirle que no. Con Shaoran Li no podía hacerme la dura.
—El último —le hice prometer—, y luego irás a cepillarte los dientes.
Y así como lo había prometido lo había hecho. Fumó más rápido de lo normal su último cigarro y luego salió al baño para así quitarse el sabor a tabaco que siempre le quedaba en la boca. Para cuando volvió, yo ya estaba tapada con montones de frazadas para evitar el frío y Shaoran al verme ya calentita, en vez de quitarse la ropa y acostarse en el colchón del suelo, lo hizo a mi lado, a pesar de mis fingidas quejas.
—¿Algún día lo dejarás? —pregunté acurrucándome en su pecho para sentir el latido de su corazón.
—¿El qué? —preguntó reprimiendo un bostezo.
—Ya sabes a que me refiero.
—Algún día, tal vez.
Eso podría significar que no lo haría, pero también guardaba la esperanza de que lo dejara, y eso me alegró. Acercó lentamente sus labios a los míos, para así besarme pausadamente, con ternura, acariciando mi boca como si de una seda se tratara.
—Buenas noches —susurró en mis labios.
—Buenas noches.
Aunque debía admitir, muy en el fondo, que extrañaría esos besos con tinte a tabaco que siempre me daba luego de terminar cada cigarro. Era su vicio, así como Shaoran Li era el mío.
N/A: Buenos días, tardes, noches.
Y luego de luchar con la vagancia, aquí está el capítulín que terminé anoche pero que no subí porque aun me faltaba contestar reviews y ya estaba muerta de sueño como para resistir.
¿Qué les ha parecido? Espero que les haya gustado. Si bien el fumar no es algo que tal vez agrade a todas, es algo que, por la personalidad de Shaoran, lo veo muy característico en él… tal vez Sakura termina por convencerlo para dejarlo ;)
Como siempre, gracias por sus comentarios y por su apoyo. Muchas gracias también a las lectoras fantasmas que se están animando a aparecer para dejarme sus opiniones, valoro mucho que lo hagan, eso me anima a seguir con la historia y a seguir mejorando día a día como escritora.
Próximo capítulo la U: Apenas piensen en Li les vendrá la palabra a la cabeza, ¡vamos, no es tan difícil! Además no hay tantas palabras con U que puedan acoplarse a él.
¡Quedan seis capítulos! Estamos ya en la cuenta regresiva.
Besos sabor a crema chantilly,
LadySuzume-Chan.
