Disclaimmer: Los personajes de la siguiente historia pertenecen a Clamp, si no fuese así, Sak y Shao serían novios desde el primer capítulo. La historia es de mi propiedad.

Summary: Porque él tenía una palabra de la Z a la A para describirla.


Y de Ying Fa

Sakura Kinomoto era el nombre de la chica de la cual me había enamorado sin siquiera poderlo evitar.

Jamás había sido un chico muy sentimental, todo lo contrario; era bastante hosco, serio y hasta frío, o al menos eso era lo que mis hermanas decían de mí. Por lo que la llegada de cierta castaña, que a fuerza de perseverancia logró meterse en lo más hondo de mi ser, hizo que mi mundo se volteara completamente, descolocándome, y logrando que me encontrara perdido en encrucijadas que nunca antes había tenido.

No podría decir cuando fue exactamente que caí rendido ante sus encantos, si daba alguna fecha estaba seguro que mentiría. Simplemente un día me encontré con que Sakura, mi hasta entonces mejor amiga, no salía ni de mis pensamientos, ni hasta de mis sueños; y eso me estaba volviendo loco en todos los posibles sentidos.

Realmente no podía dar cabida a que me fijase en alguien completamente diferente a mí, porque en verdad éramos polos claramente opuestos. Sakura era sonrisas, mejillas sonrosadas, mirada brillante y transparente, y con una constante personalidad alegre; en términos resumidos, yo era un ceño fruncido y una cara de pocos amigos.

Lo que en verdad era algo literal: tenía pocos amigos. Sakura había sido la primera chica en acercarse a mí tratando de buscar una amistad sin nada a cambio; aquello me sorprendió, y siendo bastante incrédulo de sus palabras, la rechacé. La rechacé una vez, dos veces; durante una semana, otra y otra; y finalmente, tal vez por cansancio, tal vez porque admiraba la terquedad de la castaña, terminé por aceptar ser su amigo. ¿Cómo podría yo haber previsto que terminaría enamorado?

Un día, Sakura se apareció en mi casa sin previo aviso, como siempre solía hacer. Traía consigo varias películas y un paquete de palomitas para que preparáramos juntos; el día estaba nublado, amenazando con llover, por lo que era una jornada ideal para los planes que ella se traía en mente.

—Shaoran, alcánzame un recipiente para colocarlas —ordenó.

Y ese día me encontré pensando por primera en que su voz era muy dulce, muy melodiosa; que si podía escucharla por el resto de la vida jamás me cansaría.

—Aquí tienes —se lo di mientras desordenaba su cabello como si fuese una pequeña niña.

—¡Gracias! —y cuando sonrió tan ampliamente, sentí que algo dentro mío se removía, hecho que jamás antes había ocurrido con nadie y que me dejó completamente confundido—. ¡Vamos, Shaoran! No te quedes en la cocina que miraré la película sin ti —y otra vez su voz, y otra vez su armoniosa risa. Y otra vez la extraña revolución en mi estómago, al cual, quería acuchillar.

Obligándome a sentar en el sofá, fue Sakura quien ese día se encargó de encender la televisión, conectar el reproductor, y poner la película en este, tarea que generalmente solía hacer yo. Teniéndome a sus espaldas, y sin ser visto, me distraje mirando las piernas, y por qué no, el trasero de mi amiga. Su piel se veía suave y cremosa, y por un momento quise levantarme para ir y comprobar si aquello era cierto. Sus piernas eran bien torneadas, resultado de su pasión por los deportes, y tal vez por las tantas corridas que debía hacer matutinamente para no llegar tarde al instituto. En verdad la castaña tenía un cuerpo envidiable.

—Sakura, tienes un lindo trasero —dije para picarla, aunque claramente lo que decía no era ninguna mentira.

Tan pronto como oyó mis palabras, se volteó como poseída, con el rostro completamente rojo, y el ceño ligeramente fruncido, lo cual yo encontré sumamente adorable. Chilló cuan pervertido era, a la vez que lanzaba en mi dirección el comando de la televisión que tenía en su mano; para suerte mía, la risa que me invadía, no impidió que lo pudiera esquivar con facilidad.

Tal vez esas reacciones tan esporádicas fueron las que terminaron logrando que me enamorase. Sakura, a pesar de la edad, seguía siendo sumamente inocente, y los comentarios que yo solía hacerle la podían sumamente incómoda y sonrojada, algo que yo adoraba provocar.

O tal vez, lo que había hecho que terminase loco por ella, eran sus humores tan cambiantes. En un instante me odiaba, y al siguiente olvidaba cualquier riña que pudiésemos haber tenido… como ahora, que habiendo olvidado mi comentario, se sentaba a mi lado, exigiéndome que la abrace.

—No pienso hacerlo, Sakura —respondí terco—, me acabas de lanzar el comando de la televisión.

—¡Y tú dijiste que mi trasero era lindo!

—Lo mío fue un cumplido; lo tuyo fue un acto de homicidio.

Hizo un mohín, el cual se dedicó a enseñarme durante varios minutos, en busca de persuadirme. Algo que sabía que tarde o temprano lograría, por lo que sin más remedio, y en realidad bastante complacido, abrí mis brazos para que la castaña se cobijara feliz, poniéndole al fin comienzo a la película.

Y no pasó mucho antes de que Sakura se quedara dormida prácticamente encima de mí, emitiendo un ligero ronquido que me invitó a reír, lo cual evité a toda costa para no despertarla.

Notando que ella ya no estaba en condiciones de terminar de ver la película, la apagué; realmente odiaba esas historias cursis que la castaña parecía amar, pero jamás me negaba a acompañarla en verlas, el hecho de ver su sonrisa hacía que el sacrificio valiera la pena.

Y ese día, ese día quizás comprendí cuan perdido estaba por esa chica. Cuan loca y ridículamente enamorado estaba de mi mejor amiga, de la joven que tan tenazmente se propuso convertirse en una persona cercana a mí, tan cercana que había calado demasiado hondo en mi corazón, aunque eso no lo supiera ni Eriol, mi mejor amigo. Ese sentimiento prefería guardarlo para mí.

—Shaoran —murmuró entre sueños, dejándome estático por un momento al escuchar que mi nombre aparecía en la dormida mente de la castaña—. No te comas todo el pastel de chocolate.

Sonreí instantáneamente al terminar de oír la frase, y casi que tuve que cubrir mi boca con la mano para no soltar la carcajada. Sakura era inocente hasta en sueños, y eso solo lograba que me pareciera aún más adorable, aun más tierna, si es que eso era posible.

Acomodé un mechón rebelde de su cabello, dejando mi mano descansar en su mejilla, la cual acaricié sutilmente, como si se fuera a romper en mis brazos. El ligero ronquido se había ido y tan solo quedaba su suave y regular respiración, y una pequeña sonrisa, casi imperceptible, que se había dibujado en sus labios.

Me sentí sumamente afortunado en ese momento de poder estar así con ella, a pesar de que solo éramos amigos. Y por un instante, agradecí el hecho de que fuese la única que haya podido penetrar la muralla acorazada que había creado a mí alrededor.

Y así, mirándola tan fijamente, recordé unas palabras que mi madre me había dicho hacía ya varios años atrás. Ella me contó lo importante que eran para los japoneses las flores de cerezo, y como las respetaban y cuidaban. Aquellas, de un rosa pálido, pequeñas y sumamente delicadas, eran a la vez tan frágiles, que la brisa más sutil podía arrancarlas de las ramas del árbol, terminando por formar una suave y colorida alfombra a los pies de este.

Las flores de cerezo representaban la inocencia y la simplicidad.

Y Sakura era igual de inocente, de simple y de frágil que aquellas flores que llevaban su nombre; y yo debía cuidarla, protegerla tal y como Ieran me había dicho.

Ella era mi Sakura después de todo, aquella de la cual me había empezado a enamorar, y por la cual haría todo lo necesario para verla sonreír, para ver su característica alegría reflejada en su rostro. Simplemente para verla feliz… y ese día descubrí que quería ser yo la razón de su felicidad, por lo que también lucharía para que ella se enamorara de mí.

Pero sí algo tenía claro, era que ella siempre sería mi inocente y sublime Ying Fa.


N/A: Buenos días, tardes, noches.

Y aquí, aunque corto, el nuevo capítulo, un tanto más meloso que el anterior, para placer de ustedes.

¿Qué les pareció? Aun hay ciertas cosas que me cuestan plasmar desde el puto de vista del castaño… pero prometo ir mejorando, y de paso, también prometo intentar hacerlos más largos jajaja.

En respuesta a varias personas que me preguntaron: No sé con exactitud cuánto tardaré en subir cada capítulo. Puedo tardar un día, como puedo tardar cinco. En noviembre rindo mi examen final de piano de este año y además un examen internacional de francés, por lo cual estoy estudiando la mayor parte del tiempo, así que no siempre puedo estar escribiendo. Trataré de ser lo más regular posible, como he sido en la historia anterior.

Sin mucho más que decir: les agradezco infinitamente a todas por el apoyo a esta humilde historia y a esta humilde escritora. ¡Ya somos como una pequeña gran familia!

Cualquier consulta, pueden encontrarme por aquí o por FB.

Besos sabor a frambuesas,

LadySuzume-Chan.