Disclaimmer: Los personajes de la siguiente historia pertenecen a Clamp, si no fuese así, Sak y Shao serían novios desde el primer capítulo. La historia es de mi propiedad.
Summary: Porque él tenía una palabra de la Z a la A para describirla.
Capítulo dedicado a navesa77, quien hace poquito cumplió años :)
V de valiente
Siempre había considerado que mi familia era un tanto perturbadora… al menos desde el punto de vista de un adolescente como yo.
Mi madre, para empezar, era la clase de mujer que con tan solo mirarte, lograba que un escalofrío te recorriera a través de la columna, erizándote cada vello del cuerpo, por más minúsculos que estos fueran.
Si bien la primera impresión que uno obtenía de ella, era que era una mujer demasiado frívola, para los que verdaderamente la conocían, sabían que en realidad ella no era así.
Ieran era una mujer correcta y fina, con delicados ademanes y una muy respetuosa y educada forma para dirigirse a las personas, quien quiera fuera. Era una madre cariñosa, presente, sumamente comprensiva y buena consejera; el principal apoyo que tuvimos con mis hermanas cuando mi padre hubo muerto. Pero además era estricta. Detestaba cualquier falta de respeto o incumplimiento, y siempre era increíblemente exigente en cuanto a la educación de sus hijos. Esa era la razón por la cual, por muy rebelde que me catalogaran, mi desempeño académico era brillante, sin exagerar. Cualquier reprimenda por parte de mi madre era peor que cualquier otro castigo por parte de los directores del instituto, por lo que me convenía, si es que quería sobrevivir, mantener buenas calificaciones.
Quizás, lo que la mayoría catalogaba como defecto, pero que yo prefería catalogar como el distintivo de la familia Li, era la mirada gélida que siempre llevaba consigo. Una mirada inquisidora y analítica, que no solo daba a cualquier persona en la calle, sino también a su propia familia. Mirada que yo había heredado como un bello obsequio, tanto de parte de ella como de mi padre; detrás de los calculadores ojos ámbar del gran Hien Li, se ocultaba un hombre increíblemente amable, carismático… y un pésimo relator de chistes.
Mis hermanas, por otra parte, eran la otra cara de la moneda, siendo increíblemente diferentes en todos los aspectos a nuestra madre.
Las cuatro, Feimei, Shiefa, Fuutie y Fanren, eran una pesadilla vuelta hermanas para cualquier hombre, más si este era el menor, como mi caso lo representaba.
Siempre fueron las atolondradas de la familia. Ellas mismas se describían como divertidas, simpáticas, elocuentes y con una vibra y humor siempre positivos. Dicho por mis propias palabras: eran alocadas, demasiado alegres, charlatanas, berrinchudas, metiches y con una terrible fijación hacia el color rosa.
Mi infancia había sido rodeada por cuatro mujeres, que dignaban su vida a perseguirme entre las paredes de la casa, con el único y sórdido fin de vestirme con sus vestidos floreados, hacerme coletas, maquillarme y pintarme las uñas; para ellas, yo no era más que una muñeca viviente. En pocas palabras, mis primeros años habían sido un verdadero martirio. Y si bien ya no tenía que andar escondiéndome para no acabar con labial o ataviado con ropa de mujer, mi vida seguía siendo un martirio viviendo con ellas bajo el mismo techo.
Aunque en el fondo debía reconocer que sin la presencia de mis hermanas, todo sería más monótono y no tan divertido.
Por eso siempre había tenido la firme convicción de que quienquiera que quisiera conocer a mi familia estaba completamente demente, y si no lo estaba, saldría de mi casa consciente de que aquello no había sido buena idea.
Soportar las gélidas miradas de Ieran no eran problema… si te considerabas una persona cercana a mí, en el proceso de esa relación te habrías llevado las mismas miradas, pero de parte mía; igualmente no quitaba el hecho de que podía llegar a ser incómodo.
El verdadero drama eran las cuatro locas que se hacían llamar hermanas mías.
Por eso, cuando Sakura dijo que quería conocer a mi familia, la miré como si estuviera completamente loca… algo que parecía, era y sería común a lo largo de nuestra relación, si es que seguía soportándola como amiga.
—Créeme —le dije tratando de disuadirla—, no quieres venir a mi casa.
—¿Por qué no? —hizo un mohín—. Vamos, Shaoran, tú ya conoces a mi familia y no fue el gran problema…
—Te recuerdo que el salvaje de tu hermano quiso asesinarme—interrumpí.
—Él solo bromeaba —refutó ella, aunque por sus gestos pude notar cierto dejo de duda en su voz—. Pero ese no es el punto. Tu familia es diferente a la mía.
—Son cinco personas, de las cuales, cuatro están completamente piradas, al igual que tú.
Iba a responderme, cuando la súbita aparición de Eriol y Daidouji hizo acto de presencia bajo el árbol en donde Sakura siempre venía a hacerme compañía. El lugar ya era catalogado algo así como el punto de reunión de los cuatro; nunca supe en qué momento mi entorno de soledad y tranquilidad se había transformado en todo lo contrario.
—¿Otra vez peleando ustedes dos? —preguntó la amiga de la castaña situándose a su lado, a la vez que Eriol se sentaba frente a mí.
—Ya sabes como dicen, querida —dijo él—. Los que se pelean, se aman.
—¡No nos amamos! —gritamos al unísono.
Ambos nos sonrojamos al oír nuestra misma frase en la boca del otro, lo que hizo que nuestros amigos rieran divertidos de la situación.
—¿Y por qué discutían tanto? —preguntó nuevamente Daidouji.
—No discutíamos —le respondió Sakura—. Solamente quiero ir a conocer a la familia de Shaoran, pero él no quiere, y quiero saber la razón.
—Déjame decirte, pequeña Sakura —dijo Eriol—, que esta vez Shaoran quizás tenga razón. Tal vez no sea la mejor idea; al menos no por el momento.
Eriol era una de las pocas personas que había conocido a mi familia, lo cual tenía sentido ya que se trataba quizás, de mi mejor amigo. Recuerdo como Ieran me había dicho que no le caía bien el sentido tan ácido del humor que el inglés tenía, algo que con el tiempo ella llegó a tolerar y hasta a encontrar divertido; mis hermanas, en especial Shiefa, la mayor, habían encontrado a Eriol adorable. Era el día de hoy que aun lo molestaba con el recuerdo de las cuatro apretándole las mejillas hasta el punto de dejárselas en un oscuro tono bordo.
Mi mejor amigo sabía que Sakura quería meterse en la boca del lobo, y como todo buen consejero, le había dicho que no era lo mejor. Pero ella parecía tener otros planes.
—No importa lo que digan ustedes, o el resto del mundo —cruzó los brazos y nos miró fulminantes, excepto a Daidouji quien parecía no captar del todo la situación—. Yo conoceré a la familia de Shaoran. Y no se pronunciará una sola palabra más respecto al tema.
Y si bien Sakura no era el tipo de chica que destilaba autoridad, ninguno de los tres volvió a hacer mención alguna de mi familia, o de cualquier tema que la involucrara. El hecho de que el receso acabara a los pocos minutos, también ayudó un poco a dejar la conversación anclada.
Ese mismo fin de semana arreglé las cosas para que la castaña asistiera a un almuerzo en mi casa; si tanto quería cometer acto de suicidio, yo sería lo suficientemente caballero como para ayudarla. Ella se mostró increíblemente feliz al teléfono cuando le hube comunicado la noticia, mientras que yo, en cambio, me empezaba a preparar psicológicamente para ser molestado por mis hermanas, quienes no pasarían por alto el hecho de que invitara a una mujer a comer.
—¿Es linda tu novia, hermanito? —preguntó Fuutie sonriente.
—Que no es mi novia —aclaré por décimo novena vez en menos de diez minutos—, ¿tan pequeño tienen el cerebro que no lo captan?
—¡Qué malo que eres con nosotras! —dije Fanren divertida—. Solamente estamos interesadas por la chica que a ti te interesa.
—¡Es mi amiga! —volví a aclarar, aunque bien sabía que sería en vano.
—Sí, hermanito, lo que tu digas —rió Shiefa.
El timbre de la casa sonó, anunciando la llegada de Sakura, dando por terminada tan vergonzosa conversación, y dando comienzo a lo que sería, tanto mi fin, como el de mi amiga que de seguro esperaba con una gran sonrisa a que la puerta le sea abierta.
Dicho y hecho, allí estaba ella, sonriente como siempre, y vestida quizás más formal de lo acostumbrado, tal vez por consejo de Daidouji.
—Hola, Shaoran —saludó—, ¿llego muy tarde?
—No —negué—, incluso has llegado antes de lo planeado —dije mirando el reloj, comprobando que había llegado media hora antes.
—Oh. Si quieres puedo volver más tarde.
—Pasa —le dije haciéndome a un lado para que ingresara a la casa—, no es molestia que hayas llegado unos minutos antes.
La guié hasta el salón de la casa, donde, para alegría de ella, y para mucha más alegría de mis hermanas, al fin se vieron cara a cara.
—Hola —murmuró Sakura un tanto inhibida de tener sobre sí cuatro pares de ojos ámbar que la inspeccionaban.
Conté hasta tres mentalmente, y en el preciso instante en que terminé la cuenta, Fuutie, Fanren, Shiefa y Feimei, estaban sobre la castaña que, además de sorprendida, se encontraba sumamente ruborizada, hasta el punto en que parecía que moriría de la vergüenza allí mismo.
—¡Es tan adorable! —decía una.
—¡Mira esos ojos tan verdes! —decía la otra.
—¡Y es tan pequeña!
—¡Quiero abrazarla y no soltarla jamás!
No llegaba a distinguir quien decía cada cosa debido a que no paraban de exclamar una sobre la otra. Lo que se suponía que eran cinco personas, se veía como un completo nudo de brazos, donde cuatro luchaban para ver quien apretujaba más, y la restante luchaba para sobrevivir. Cuando Sakura saliera de allí, si es que lo lograba, le haría admitir abiertamente que yo tenía razón al decirle que aquello no era buena idea.
—¡Shaoran! —gritó Shiefa—. Ahora entendemos porque te has puesto de novio —dijo guiñando uno de sus ojos.
—¡Qué no es mi novia!
—So-somos amigos con Shaoran —aclaró Sakura estando por fin un poco más liberada.
—¡Qué lástima! —se lamentaron—. Aunque eso no quita el hecho de que algún día puedan llegar a tener una relación.
Ambos nos sonrojamos hasta la médula; en menos de una semana ya habíamos recibido más de una insinuación acerca de cómo terminaríamos, y eso solo lograba, particularmente, incomodarme y hasta molestarme. La gente parecía no entender que lo que menos quería era una relación amorosa, mucho menos con Sakura, quien recién empezaba a ser mi amiga.
—¿Qué es todo este alboroto? —la voz tranquila pero a la vez autoritaria de mi madre se hizo escuchar, logrando que automáticamente todos quedáramos quietos, como si nunca hubiese ocurrido nada.
El encuentro tan, y a la vez no tan esperado, se hizo realidad. Podía ver como Sakura miraba atentamente a Ieran, con una mezcla entre asombro y admiración. Mi madre, a la vez, la observaba a ella con su característica mirada inquisidora, analizándola, como era de esperarse de ella.
—Tú debes ser Sakura Kinomoto, la amiga a la cual Shaoran invitó a almorzar —afirmó mi madre y Sakura simplemente asintió, como si tuviera miedo a pronunciar palabra alguna ante la presencia de la mujer—. Soy Ieran Li, madre de Shaoran. Encantada de conocerte, Sakura —y no solo para sorpresa mía, sino también para sorpresa de mis hermanas, mi madre se acercó a donde la castaña se encontraba para depositar, lo que pareció ser, un cálido beso en su mejilla, la cual se encontraba completamente ruborizada.
Aquello que para cualquier persona que no conocía a mi familia, era algo normal, para nosotros, era lo más extraño que había ocurrido en toda nuestra vida. Mi madre jamás solía ser tan cercana y "cariñosa" con alguien que no fueran sus hijos; está era, sin mentir, la primera vez que saludaba a alguien de esa forma, más habiéndola conocido hacía pocos minutos.
—Shaoran no me había mencionado lo encantadora que eres, tienes unos ojos muy bellos, Sakura.
—Muchas gracias —sonrió tímidamente—. Para mí ha sido un placer haber sido invitada.
Y entre conversaciones que, a medida que pasaban los minutos, se hacían más animadas, el almuerzo pasó tranquilo, y sin inconvenientes.
A pesar de la extraña manera de actuar de mi madre horas antes, no se hizo esperar el clásico interrogatorio que le hacía a cuanta persona conocía. Aquello pareció no molestar a Sakura, quien con su típica y deslumbrante sonrisa, respondía a todas y cada una de las preguntas sin problema y sin titubeos, algo que a Ieran pareció encantarle.
Mis hermanas por su parte, habían recobrado la compostura rápidamente, por lo que los comentarios vergonzosos y sus molestos gritos hicieron acto de aparición, demasiado pronto para mi gusto. Yo, por mi parte, permanecí en silencio y expectante de todo lo que ocurría a mí alrededor. Todo lo que estaba presenciando sería, quizás, lo más interesante que presenciaría en unos cuantos meses.
—Ha sido un placer conocerlas —dijo Sakura a modo de despedida cuando ya planeaba volver a su casa—. Espero pronto volver.
—De eso que no te quepa duda, Sakurita —dijo Feimei con completa confianza—, y si Shaorancito no te invita, nosotras mismas lo haremos —las cuatro asintieron y Sakura rió por lo bajo.
—Shaoran —llamó Ieran—, acompaña a Sakura hasta su casa. Aun es de día, pero no estaré tranquila si vuelve sola.
—No hay problema —negó ella.
—Será mejor que no te resistas —le contesté yo mientras tomaba su brazo para empezar a caminar fuera del jardín de mi casa—. Si no te acompaño, esta noche mi cabeza rodará, y no quiero ser asesinado por mi propia madre.
—Eres un exagerado, Shaoran —quise refutarle, pero sabía que, luego de todo el acto que había presenciado en el almuerzo, mis palabras quedarían completamente anuladas.
Durante las primeras calles que caminamos, fuimos en completo silencio. Sakura estaba demasiado ensimismada, y yo no tenía muchos ánimos de sacar temas estúpidos de conversación… al fin y al cabo ella sabía lo poco conversador que era, y eso no pareció molestarle en ningún momento.
—Sabes, tu familia es muy agradable —dijo finalmente—. No entiendo por qué tú y Eriol decían todo lo contrario.
—Mis hermanas son agobiantes y hartantes; mi madre es… perturbadora.
—Tus hermanas son encantadoras y muy charlatanas, creo que Tomoyo se llevaría muy bien con ellas. Y Ieran —suspiró y su vista se perdió en el infinito—, debo admitir que cuando la vi por primera vez me sentí inquieta e insignificante; su presencia es muy imponente. Pero es muy cálida.
No pude negar sus últimas palabras porque, por extraño que fuera, ella tenía razón. Mi madre se había mostrado muy amable y cercana con la castaña, lo que me traía un tanto inquieto.
—Creo que has sido muy valiente hoy, Sakura —dije cuando estábamos a una calle de su casa.
—¿Valiente? —sonrió sin entender—. ¿Por qué lo dices?
—Créeme, el hecho de que hayas conocido a mi familia y hayas salido ilesa, es suficiente para decir que eres valiente.
—Créeme —dijo ella—, eres un exagerado.
Pero sabía que no lo era. Desde el principio, hasta el final de aquel extraño día, Sakura se había mostrado completamente tranquila y relajada ante mis hermanas y Ieran, y aquello era digno de admirar; o al menos para mí, que no sobrevivía un solo día en mi propia casa sin perder los estribos o terminar queriendo que la tierra me tragara.
En mi opinión, Sakura si era increíblemente valiente.
N/A: Buenos días, tardes, noches.
Al fin pude terminar el capítulo y subirlo :B Soy muy feliz por ello.
Espero que lo hayan disfrutado… para aquellas que adoran la aparición de las mujeres Li, acá hubo bastante de ellas, por lo que ya sabemos lo que piensa Shaoran de su propia familia.
A todas ustedes, muchísimas gracias por su paciencia y apoyo, no sé qué haría sin tan bellas lectoras *-*
En breve contestaré sus reviews… no quería hacerlas esperar, por eso es que primero actualicé.
Besos sabor a mandarinas,
LadySuzume-Chan.
