Disclaimmer: Los personajes de la siguiente historia pertenecen a Clamp, si no fuese así, Sak y Shao serían novios desde el primer capítulo. La historia es de mi propiedad.
Summary: Porque él tenía una palabra de la Z a la A para describirla.
S de sexy
Con el pasar de unos pocos años, y aunque hubiésemos dejado atrás la etapa de la preparatoria, la mayoría de las personas con las cuales la había compartido o no, seguían permaneciendo en mi vida, de una u otra forma. Una de esas, era en los tan afamados cumpleaños de Tomoyo, quien, alardeando de una gran casa y encontrando siempre buenas excusas, no perdía la oportunidad de reunir a todos en alguna gran celebración. Su cumpleaños número veintitrés era una de esas ocasiones.
¿La temática? Una muy estúpida fiesta de disfraces; porque las cosas seguían sin cambiar en varios sentidos, como en que yo continuara odiando los muy malditos disfraces.
Y por supuesto, en que Sakura siguiera igual de impuntual.
—Maldita sea, Sakura —exclamé hastiado, golpeando la puerta de nuestra habitación, a la espera de que la castaña se dignara a salir—. Si no te apuras llegaremos tarde… y no es porque quiera ir a la maldita fiesta, pero sabes cómo soy con la puntualidad.
Escuché una maldición hacia Tomoyo, seguido de un par de golpes y quejidos. Sakura me había ignorado, siguiendo con lo que sea que estaba haciendo en esa habitación; ponerse un disfraz no suponía para mí una batalla campal, tal y como parecía que ocurría del otro lado de la puerta por los ruidos que alcazaba a oír.
—¿Te encuentras bien? —pregunté dudoso luego de varios segundos—. Sakura, voy a entrar —avisé.
No iba a ser la primera vez que, por no hacerlo, recibía un zapato en la cabeza. Luego de haber sido víctima de su calzado muchas veces, me era costumbre anunciarme, a pesar de ser también mi habitación el lugar al cual ingresaba y a pesar de que, al otro lado de la puesta, la mujer que allí se hallaba era mi esposa, a la cual había visto desnuda innumerables veces.
—¡No te atrevas a entrar! —chilló; pero ya era demasiado tarde.
Ya lo había dicho: había visto a Sakura desnuda miles de veces, y a pesar de que ahora estaba "completamente" vestida, la imagen ante mis ojos hizo que la boca se me secara; o se me hiciera agua, no estaba del todo seguro, ni tampoco iba a detenerme a pensarlo demasiado.
Ver a Sakura con un disfraz de enfermera demasiado revelador, logró que todas mis neuronas colapsaran al instante. La camisa por demás escotada, la falda más que corta, las medias blancas con aquellos ligueros, y los tacones que estilizaban sus ya bien torneadas piernas… todo eso en conjunto no era una buena combinación si es que alguien tenía la intención de no perder la cordura.
—¡Shaoran, te dije que no entraras!
—Te ves demasiado… estás…
—¡Deja de mirarme como si fuera un pedazo de carne! —ordenó intentando abotonar en vano la camisa; su cara estaba completamente roja, tal vez por la vergüenza o tal vez por la rabia de que yo no hubiese seguido su orden de dejar de mirarla.
—Yo no lo abotonaría. Se ve… suculento.
—¡Shaoran! —gritó aún más roja si es que eso era posible—. ¡No sé cómo es que Tomoyo pretende que vaya así a la fiesta! ¡Prácticamente estoy desnuda!
La mención de su amiga y de la fiesta hizo que mi poca cordura y sentido común volvieran a aparecer: Sakura estaba así disfrazada para ir al cumpleaños de Daidouji, donde habría mucha, mucha gente.
—No pienso permitir que vayas así a la fiesta —sentencié dejando de lado cualquier deseo de quitarle la ropa a la sola primera imagen que mi cabeza hizo, con miradas ajenas y lujuriosas puestas sobre mi esposa.
—¿Y qué quieres que use? Es una fiesta de disfraces y no tengo otro disfraz.
—Usa ropa normal y decente, tal y como yo lo hago.
—Tomoyo es mi mejor amiga, no puedo aparecerme sin disfraz a su fiesta cuando es lo que ella espera que haga. Además lo escogió ella misma, si no me viera con él puesto, se pondría triste.
—A la mierda el disfraz, la fiesta y Tomoyo —dije—. Agarra una sábana y córtala, y te vistes como fantasma.
—No tengo cinco años para eso, Shaoran —respondió frustrada—. Yo tampoco quiero asistir así, pero no queda de otra.
—Ya te dije, no dejaré que vayas así vestida.
—¿Y desde cuando hago caso a lo que tú dices, cariño?
Juro que repliqué, que quise imponer orden de todas las formas posibles, y que, incluso, hasta había llegado al punto de berrinchar como un niño; pero nada había servido... Al final, Sakura hizo lo que quiso, lo cual significaba ir a la bendita fiesta de Tomoyo con ese disfraz que poco dejaba a la imaginación. Aunque si de algo estaba seguro, era que cualquier hombre que osara posar su vista en ella, no saldría vivo para contarlo.
Las primeras horas pasaron tranquilas; todos parecían divertirse manteniendo la vista lejos de las piernas o el escote de Sakura. Claro, todos menos yo.
Si había algo que me había quedado claro desde el primer momento en que me relacioné con ella, eso era el hecho de que mi mujer era la combinación perfecta y mortal entre inocencia y sensualidad; era algo una tanto paradójico, pero solo Sakura podía lograr que cosas tan contradictorias fueran posibles en un mismo cuerpo, aunque ella no fuera consciente de ello.
Era la perfecta mezcla de un ángel y un demonio que, juntos, tenían el propósito de volverme completamente loco.
—Sakura se ha vestido candente esta noche —dijo Eriol a mi lado, recibiendo de esa forma un pase directo para que lo mandase a la mierda—. Oye, no me mires así. Simplemente digo lo que veo, y en este momento estoy viendo a una Sakura que atrae mucho las miradas masculinas. Yo, en tu lugar, me preocuparía más por eso que por tu amigo.
—Mierda —mascullé por lo bajo.
Eriol tenía razón, y es que en lo que parecieron ser segundos de mi ensimismamiento mirando lo corto del atuendo de la castaña, la mayoría de los hombres del lugar parecieron notar lo mismo, mientras que ella, tan distraída como siempre solía estar, bailaba con sus amigas de una forma que solo amenazaba con dejar más piel descubierta de la que ya había.
—Mierda, mierda, mierda —volví a insultar por lo bajo, dirigiendo mis pasos hasta donde Sakura se encontraba.
—¡Shaoran! —exclamó cuando la tomé sorpresivamente del brazo, tratando de posicionarme de cierta forma en donde su cuerpo permaneciera fuera de la vista—. ¡Casi logras matarme del susto! No te vi venir.
—Será mejor que le pidas a Daidouji otro atuendo. De no ser así nos iremos ahora mismo.
—¿Qué ocurre? No seas pesado, Shaoran, que estoy divirtiéndome.
—Pues yo no. Con la poca ropa que traes, solo logras atraer miradas lascivas, y si no te pones algo más decente, que te cubra más, terminará corriendo sangre.
Levantando una de sus cejas, y con cara de poco entender, empezó a mirar a aquellos lugares que yo le señalaba, donde, precisamente, se encontraban los hombres que más se atrevían a observar a mi mujer. Ella, notando la verdad de mis palabras, y con los ojos abiertos y el rostro completamente rojo de la vergüenza, agarró a Daidouji quien se encontraba a su lado, ajena a la presencia de los dos.
Sakura susurró algo a su oído, para luego de un asentimiento, tomarme por el brazo y guiarme por la infinidad de personas que habían asistido a la fiesta de la cumpleañera.
—Acompáñame a la habitación de Tomoyo —dijo fuerte para que la oyera por sobre la música—. Dijo que tomara cualquier cosa de su ropero.
Y con esas palabras pronunciadas, suspiré aliviado.
Contento por aquella noticia, me dejé guiar por las escaleras y a través de los miles de pasillos que la mansión parecía tener; de haber venido solo, estaba seguro que ya estaría más que perdido.
Pocos segundos después, estábamos en una habitación por demás enorme, la cual supuse sería la de la dueña de la casa. Sakura rápidamente me soltó para dirigirse a un ropero lo suficientemente grande como para guardar ropa para todo un regimiento. De allí tomó unos pantalones, para luego tardarse cerca de diez minutos hasta que pareció decidirse por una camisa blanca, bastante suelta para mi alivio.
Completamente tranquila, sin inhibirse por mi presencia como siempre solía hacer, empezó a quitarse el disfraz, hasta quedar en ropa interior, dejándome a la vista su cremosa piel. Y quizás había sido por el alcohol que había ingerido, pero lo cierto era que Sakura se veía todos los días aun más sensual de lo que ya me parecía hacía un tiempo.
—¿Te dije ya, lo sexy que te ves en ropa interior? —le susurré al oído luego de haberme acercado lentamente para tomarla por la cintura.
Ella se sobresaltó y pude sentir como un escalofrío la recorrió, erizándole la piel.
También se había vuelto mucho más sensible a mi tacto.
—Sha-Shaoran —tartamudeó—, tengo que terminar de vestirme así podemos bajar a la fiesta.
—La fiesta no se irá a ningún sitio —insistí—. Podemos quedarnos aquí y hacer nuestra propia fiesta; será mucho más divertida, te lo aseguro.
Ahogó un gemido cuando mordí suavemente la piel entre su cuello y hombro, allí donde tanto me gustaba morder y besar; allí donde se encontraba uno de los puntos débiles de la castaña.
En un rápido movimiento la volteé para que quedara frente a mí, y así poder devorar sus labios como correspondía. Tomé entre mis manos su trasero, haciéndola sobresaltar de nuevo, y haciéndome reír en medio del beso por su reacción tan virginal.
—Shaoran —dijo entre suspiros mientras besaba nuevamente su cuello—. Aquí no. Por favor… no.
—En verdad te has vuelto más sensible —dije ignorándola.
—Sobre eso…
No dejé que terminara de hablar cuando de nuevo capturé sus labios, sellándolos con hambre, como si mi vida dependiera de ellos. Ella me correspondió con la misma devoción, creyendo así, que por fin la había convencido de divertirnos a nuestra manera. Pero el sonido de algo molesto interrumpió el íntimo momento. Haciendo que Sakura se alejara rápidamente para responder su celular.
Por su forma de hablar y las muecas que hacía, di por hecho que Daidouji estaba del otro lado de la línea, preocupada por el paradero de su amiga, a quien claramente decidió llamar, arruinando de esa forma la fiesta que estábamos a punto de montarnos en su habitación.
—Debemos bajar —anunció cortando la llamada—. Tomoyo quiere hacer no-sé-qué-cosa y quiere que estemos todos presentes.
—En verdad no entiendo por qué sigo viéndote tan sexy —dije ignorando sus anteriores palabra, dedicándome a observarla aún en ropa interior.
—Tengo una posible teoría a eso —dijo sonrojada y cohibida, comenzando a vestirse.
—¿Y cuál es esa teoría? —pregunté curioso.
—Pues —dudó—, es posible que sea porque estoy embarazada —dijo de forma rápida y atropellada, haciéndome dudar incluso a mí de si sus palabras habían sido las correctas.
—¿Cómo?
—Vas a ser papá, Shaoran —anunció con una tímida sonrisa.
Y si bien me había hecho con la idea de esa posibilidad debido a los extraños comportamientos que Sakura había estado teniendo las últimas semanas, el hecho de que me lo dijera tan abiertamente era algo muy diferente a solo imaginarlo.
Y sonreí, feliz de que aquella sexy mujer frente a mí fuera la madre de mi futuro primer hijo.
N/A: Buenos días, tardes, noches.
He aquí un nuevo capítulo de esta humilde historia… espero que lo hayan disfrutado! Hubo celos, cachondeses (?) y demases cosas que a todos nos gustan… y por supuesto, la tan esperada noticia, confirmada al fin :D
Muchas gracias por la paciencia y por leer. Se merecen miles de aplausos por ser los mejores lectores. ¡No olviden dejarme su opinión en el pequeño cuadrito de abajo! No les quita más que un par de minutos, y a mí me hacen feliz eternamente.
Besos sabor a mango,
LadySuzume-Chan.
